Semana del 20 al 26 de septiembre 2021 “El Don De Servicio En El Joven Cristiano”

   Lectura bíblica: San Lucas 22: 24 al 27. Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.

   Definición: Don De Servicio (Diakonía). El don de servicio es la habilidad sobrenatural de servir a los demás y nace del amor genuino a Dios.

   El segundo de los siete dones mencionados en Romanos 12:6-8 es el don que llamamos el don de servicio. La palabra griega es Diakonía, que expresa la idea de hacer cosas prácticas para servir a otros. Quien tiene el don de servicio se goza al ayudar, colaborar y seguir instrucciones, siendo de gran utilidad de muchas maneras. La persona que tiene el don de servir tiene la habilidad para descubrir las necesidades personales de los demás. Pasa por alto las incomodidades personales con el fin de satisfacer las necesidades de otros y bendecir con su servicio al cuerpo de Cristo. Es un don que pasa muchas veces desapercibido por muchos, pero es de gran estima a los ojos del Señor. Aunque en la escala de valores del hombre, el servicio está en lo más bajo; en la escala de cómo Dios valora las cosas, el servicio es lo más alto en la dignidad de los dones. Lucas 22:24-27 nos dice:

“Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.”

   El ejemplo de Cristo le da sustento y fuerza al insigne don de servir. Podemos decir que despreciar el don de servicio; es despreciar el mismo ministerio de Cristo, y aún, a él mismo:

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el dual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:5-8)

En Juan 13:4-9 nuestro Señor mismo nos dio el ejemplo:

“Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; más lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.”

    Todos debemos servir. Sin embargo, hay personas que de parte de Dios tienen una facilidad y unción especial para hacerlo de forma más espontánea y genuina en la práctica. Pablo anima de una manera especial al que tiene ese don a que lo ponga en práctica. El Nuevo Testamento registra varios ejemplos de personas llenas del Espíritu Santo que poseían el don de servir: Marta (Juan 11:1-40), Febe (Romanos 16:1-2), Esteban (Hechos 6:1-15, 7:1-60), Felipe (Juan 1:43-45, 6:5-7, 12:21-22, 14:8, Hechos 6:5, 8:5-40, 21:8-9), Onésimo (Filemón, Colosenses. 4:9), la suegra de Pedro (Mateo. 8:14-15), Dorcas (Hechos 9:36-42), etc.

   El don de servir implica darlo todo por el Reino, no sólo dando de nuestros bienes, sino de nosotros mismos. 2ª a Corintios 12:15 nos lo explica claramente: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.” Además de obrar por el bien de los santos, aquellos con el don espiritual de servir, han recibido la capacidad única para identificar a aquellos que están luchando con dudas, temores y otras batallas espirituales. Se dirigen hacia aquellos en necesidad espiritual con una palabra amable, una actitud comprensiva y compasiva, y la singular habilidad para hablar la verdad bíblica de una manera amorosa y que produzca convicción. Sus palabras son como “manzana de oro con figuras de plata” (Proverbios 25:11) para los espiritualmente débiles y cansados. Estos cristianos serviciales pueden calmar la ansiedad en los corazones oprimidos, con alegría y con confianza, hablando palabras de verdad y de gozo.

   [2°]. El segundo de los siete dones mencionados en Romanos 12:6-8 es el don que llamamos el don de servicio. La versión antigua en inglés, the King James Bible, usa la palabra “ministrar” mientras que la Nueva Versión Internacional, al igual que la mayoría de las versiones modernas, utiliza la palabra “servicios”. La TAB usa las palabras “servicio práctico”. La palabra griega es diakonia, que expresa la idea de hacer cosas prácticas para servir a otros.

   Quien tiene el don de servicio se goza al ayudar, colaborar y seguir instrucciones, siendo de gran utilidad de muchas maneras.

Ejemplo de: Marta

   Es un poco más difícil identificar a los que tienen el don de servicio en la Biblia porque su ministerio tiende a ser silencioso y entre bastidores. Aunque por lo general este no es el tipo de ministerio que se registra para la posteridad, sí tenemos un claro ejemplo en Marta.

   A la pobre Marta la han criticado mucho ¡Cómo desearíamos que la Biblia hablara más sobre ella y sobre la manera en que Jesús respondía ante el funcionamiento normal de su don motivacional de servicio! Si hubiésemos estado ahí en cualquiera de las visitas que Jesús hizo a su hogar, estamos seguros que hubiéramos escuchado al Señor decir: “Marta, querida Marta, gracias por la deliciosa comida. Quiero que sepas que aprecio mucho todo tu trabajo y tus esfuerzos.”

    Tal vez al meditar en la siguiente escena, en el contexto, y en el hecho de que Marta tenía el don de servicio, verá lo mucho que sus acciones demuestran su don.

  • Por favor nótese que Jesús nunca criticó ni reprendió el don de servicio de Marta cuando era expresado de manera apropiada. De hecho, leemos una y otra vez que Marta le mostró hospitalidad Jesús. Pero cuando la característica negativa “Critica a otros y no ayudan con necesidades obvias”, salió a relucir, entonces Jesús hizo frente al problema.
  • Marta había llegado a afanarse. Para ella, los árboles no dejaban ver el bosque. Estaba tan afanada en preparar la comida, que se perdió el gran privilegio de sentarse a los pies del Maestro y aprender.
  • Tal vez una de las razones por las cuales Jesús iba tan frecuente a la casa de María, Marta y Lázaro era porque el don de Marta lo hacía sentirse a gusto. Jesús no tenía un hogar propio, pero es fácil imaginar que, para Él, este era el lugar que más se asemejaba a un hogar terrenal.

Servidores Bíblicos

  • Marta: Juan 11:1-40
  • Febe: Romanos 16:1-2
  • Esteban: Hechos 6:1-15, 7:1-60
  • Felipe: Jn. 1:43-45, 6:5-7, 12:21-22, 14:8, Hechos 6:5, 8:5-40, 21:8-9
  • Onésimo: Filemón, Colosenses. 4:9
  • La suegra de Pedro: Mateo. 8:14-15
  • Jacob: Génesis 25-30
  • Jesús: Lucas. 2:51, Juan. 13:5, Marcos. 10: 1 y 43
  • Lucas 10:38-42; Juan 12:2

Comentario del contexto Biblico: 24. También surgió entre ellos una disputa acerca de quién de ellos era considerado como el mayor.

   El pequeño resumen dado antes del v. 14 muestra que Lucas pasa ahora de Judas a los Doce (vv. 24–30). El evangelista no indica exactamente cuándo durante aquella noche memorable ocurrió la disputa acerca de la grandeza. Sin embargo, los demás Evangelios sugieren con firmeza un trasfondo para este episodio. Probablemente ocurrió al comienzo mismo de la fiesta. La ocasión puede haber sido la pregunta: “¿En qué orden se sentarán los trece alrededor de la mesa? ¿Quiénes ocuparán las posiciones de honor, y en orden a qué rango?” Véase lo que se dijo respecto de esto en relación con 14:7s. O también: “¿Cuál discípulo debe lavar los pies de los demás discípulos y los del Maestro?” Véase Jn. 13:1s. Observamos, en consecuencia, que, aunque los demás Evangelios no presentan un paralelo para este relato de Lucas, ciertamente sugieren un trasfondo para él.

   Imaginemos la escena. Allí estaba Jesús, a punto de poner su vida por estos hombres, centrando su atención en las necesidades de ellos, amándolos tierna e intensamente. Como demostración de que esta era por cierto la situación aquella misma noche, léase pasajes tales como Jn. 13:1; 17:6–19. ¿Y no dejan tácito otro tanto los siguientes pasajes: Ro. 5:6–11; 8:31–39; Gá 2:20? Sin embargo, mientras él derrama por ellos su corazón, ellos están discutiendo la pregunta: “¿Quién de nosotros es el mayor?” Lo que hacía aún más reprensible su actitud era que ya habían sido reprendidos antes acerca de esta actitud egoísta. Véanse Mt. 18:1–5; Mr. 9:34–37; Lc. 9:46–48. ¿Lo habían olvidado tan pronto?

  1. Entonces Jesús les dijo: Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos, y los que ejercen sobre ellos autoridad son llamados benefactores.

    Jesús nuevamente demostró a estos hombres que su egoísmo era un rasgo mundano, pagano. Hacía recordar el egocentrismo de “los reyes de los gentiles”. ¡Estos hombres, pese a ejercer despiadadamente la autoridad, se complacían en hacerse llamar benefactores!

   ¡Y así era realmente! ¿No se llamaba “dios” a Augusto sobre el denario? ¿Y no se describía a Tiberio en una moneda de cobre como “uno que merecía ser adorado”? Más al grano aún, ¿no se había atribuido el título de Benefactor (o Bienhechor), Euérgetes, tanto a Ptolomeo I como a Ptolomeo II?

    Continuación: 26, 27. Pero no (será) así (entre) vosotros. Por el contrario, que el mayor entre vosotros sea como el menor, y el líder como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que se reclina a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que se reclina a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre vosotros como uno que sirve.

   Jesús quiere que sus discípulos sean de un espíritu muy contrario a esta manera de pensar, y por lo tanto que muestren una disposición muy opuesta. Por lo tanto, les dice que el mayor entre ellos—el que piensa ser mayor o sea considerado así por sus compañeros—debía llegar a ser como el menor; esto es, como el de menos honra.

   La mención de “el menor” (literalmente: el más joven), donde hubiéramos esperado “el que es menos”, está en armonía con el hecho de que, bajo condiciones normales, la Biblia, la parte conocida por estos hombres (nuestro Antiguo Testamento), consideraba a los ancianos como dignos de honra y de ser respetados. Véanse Lv. 19:32; Job. 32:6, 7; Pr. 16:31; 20:29. Lo que le pasó a Roboam cuando desechó el consejo de los ancianos y siguió el de los jóvenes (2 R. 12) no se había borrado todavía de la memoria de ellos.

   Entonces Jesús quiere que el mayor sea como el menor, el menor en cuanto a honra. Quiere que el líder sea un servidor.

   Apelando a algo que estos hombres conocían muy bien, de modo que pudiera pasar de lo conocido a lo menos conocido, pregunta a los discípulos: “¿Quién es mayor, el que está comiendo o el que le está sirviendo?” Por cierto, que generalmente el primero es considerado el mayor. Sin embargo, ¿consiste la verdadera grandeza en tener a alguien que te esté sirviendo? Jesús responde esta pregunta afirmando: “Sin embargo, yo estoy entre vosotros como uno que sirve”.

   ¿No estaba literalmente sirviéndoles, quizás aun en este mismo momento o muy cerca de ese momento, de un modo que jamás habría de olvidarse? Léase la historia en Jn. 13:1–11 (Jesús lavando los pies de sus discípulos). ¿En realidad no había sido toda su peregrinación terrenal una vida de dar servicio a los demás en muchísimas formas? ¿No era esa la esencia de su propósito en venir a la tierra? En relación con esto, ¿quién puede olvidar Mt. 20:28; Mr. 10:45?

1er Titulo: Prestar servicio a la obra misionera (3ª de Juan 1:5). Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos.

   Comentario: 5. Querido amigo, tú eres fiel en lo que haces por los hermanos, aunque son desconocidos para ti. Ellos le han contado a la iglesia acerca de tu amor. Harás bien en encaminarlos de una manera digna de Dios.

▬ a. Apelativo. Una vez más Juan se dirige a Gayo llamándole querido amigo (vv. 1, 2). Alaba a su amigo por su conducta fiel, ya que Gayo había dado pruebas visibles de andar en la verdad. Los misioneros itinerantes le habían contado a Juan de la bondad con que Gayo los había tratado. Según estos misioneros, Gayo los había recibido como a hermanos en espíritu y les había provisto de albergue y comida. Juan alaba a Gayo por su fidelidad para con los hermanos.

▬ b. Hospitalidad. Gayo no solamente abrió su corazón a estos hermanos, sino también la puerta de su hogar, “aunque son desconocidos”. El término desconocidos en este contexto significa que los hermanos provenían de otros sitios y que Gayo no los conocía.

   Obediente a las enseñanzas de las Escrituras, Gayo cuida de los viajeros. “En el mundo antiguo fueron muchas las puertas que se les abrieron a los mensajeros del nuevo pacto, con la consecuente bendición para el anfitrión”. El misionero itinerante dependía de la hospitalidad de sus hermanos (Flm. 22). El escritor de la Didaché (Enseñanza de los Doce Apóstoles), que refleja las costumbres sociales y eclesiásticas del primer siglo, expresa:

Que todo Apóstol que llega a vosotros sea recibido como el Señor, pero que no esté más de un día, o a lo sumo dos, si es necesario; pero si se queda tres días, es un falso profeta.

▬ c. Alabanza. Los misioneros les contaron a los miembros de la iglesia, al apóstol Juan inclusive, la hospitalidad y el cuidado demostrado por Gayo. Si lo hicieron durante una de sus visitas o más veces es algo que carece de importancia. Lo importante es la información acerca de las obras de amor cristiano llevadas a cabo por Gayo.

   Juan exhorta a Gayo a continuar con su cuidado del mensajero itinerante del evangelio de Cristo. Le dice: “Harás bien en encaminarlos de una manera digna de Dios.” La frase harás bien es un cortés pedido similar a la expresión por favor. La instrucción de Juan acerca de “encaminarlos” significa que después de haberles brindado alojamiento, él debe proveer a los hermanos de dinero, comida y posiblemente compañeros de ruta para su viaje (Tit. 3:13). Juan añade que Gayo debe hacerlo “de una manera digna de Dios”. En otras palabras, él debe proveer estos servicios de un modo tal que Dios sea alabado (compárese con Col. 1:10; Fil. 1:27; 1 Ts. 2:12).

Consideraciones prácticas acerca de 5–6

   En la mayoría de las iglesias se acostumbra que durante el culto dominical los fieles tomen parte en el culto depositando sus contribuciones en la bolsa o platillo de las ofrendas. Lo hacen en consonancia con las palabras de Pablo: “El Señor ama al dador alegre” (2 Co. 9:7). A cierta gente, sin embargo, la acción de dar sirve para aplacar su conciencia. Piensan que ya le han dado algo a Dios y que ya están libres de toda obligación adicional. Se olvidan de que Dios quiere que hagamos nuestras dádivas en un contexto de amor.

   Cuando presentamos nuestras ofrendas, debemos acompañar dichas ofrendas con nuestras oraciones para que la gente que las recibe sea bendecida. Es nuestra tarea preocuparnos por la gente, puesto que es la gente la que necesita nuestro amor. La gente tiene la importancia primordial, y las dádivas una importancia secundaria: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gá. 6:10). en la fe. Por eso vemos que Pablo le pide a Filemón que le prepare una habitación de huéspedes para él

2° Titulo: Prestar servicio en la atención de los santos (Hebreos 6:10 al 12). Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.

   Comentario: 9. Aunque hablamos de esta manera, queridos amigos, estamos persuadidos de mejores cosas con respecto a vosotros—cosas que acompañan la salvación. 10. Dios no es injusto; no olvidará vuestra labor y el amor que le habéis mostrado al haber ayudado a su pueblo y al continuar ayudándolo.

   El pastor-maestro habla palabras de tierno amor a su pueblo. Se dirige a ellos como a amigos queridos y por medio de estos términos les transmite el amor pastoral que siente por ellos. El escritor desea decir que, en su opinión, los lectores son herederos de la promesa de salvación. Los destinatarios de su epístola no deben pensar que ellos son los apóstatas descritos en el pasaje anterior. Todo lo que el escritor desea hacer en estos versículos es advertirles para que eviten la incredulidad. Y ahora alienta a sus lectores asegurándoles que ellos recibirán mejores cosas que tienen que ver con su salvación.

   Hablando en plural (en primera persona), el escritor dice “tenemos confianza”. Se puede suponer que él emplee editorialmente el implícito “nosotros” tal como lo ha hecho en otros lugares (por ejemplo, 5:11). El infunde seguridad en los corazones y mentes de los lectores, y como fiel pastor atiende las necesidades de su gente. No los lleva a la desesperación. El observa los rasgos positivos que los lectores exhiben en su obra de amor. Por lo tanto, les escribe que ve de un modo absolutamente positivo el glorioso futuro que les espera, ya que ellos recibirán las “cosas que acompañan a la salvación”. El escritor no dice qué cosas mejores serán éstas. El contexto parecería indicar que él está contrastando el miserable destino del apóstata con la gloriosa herencia del creyente. Los creyentes están seguros de cosas mejores que están por venir—cosas estrechamente relacionadas con la salvación.

   Alguien podría plantear la cuestión de la justicia en cuanto al destino del hombre. Dios es justo, responde el escritor. Él sabe exactamente lo que hace puesto que tiene siempre vuestro bienestar espiritual en mente. El recuerda vuestra labor hecha a su servicio cuando, a causa de vuestra amorosa preocupación, vosotros ayudasteis a otros que estaban en necesidad.

   La Escritura enseña que Dios perdonará la maldad y nunca más recordará los pecados (Jer. 31:34) de aquella gente que conoce al Señor y que tiene su ley escrita en su corazón. Dios olvida el pecado, pero recuerda los hechos de bondad efectuados en beneficio de su pueblo. Estos hechos podrán ser olvidados por aquellos que los llevan a cabo, trátese ya de alimentar al hambriento, alojar a forasteros, vestir a los pobres, o visitar al enfermo o al preso. La palabra de Jesús va al grano: “En verdad os digo, que en cuanto lo hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis (Mt. 25:40). Las obras de amor les son hechas, al fin y al cabo, a Jesús, y Dios no olvida los actos de bondad.

   Una de las características del escritor es que introduce un tema en determinado punto y vuelve al mismo en otro lugar aportando allí información adicional. En 6:10 él se limita a decir que sus lectores han efectuado actos de amor. En 10:32–34 les recuerda el haber sufrido al ayudar a aquellos que eran perseguidos, el haberse solidarizado con los que estaban en prisión, y el haber sufrido con gozo cuando su propiedad les fue confiscada.

   Los lectores demostraron su amor por el prójimo cuando las dificultades y privaciones eran evidentes, y continuaron demostrando abnegado amor. Este amor es fruto de un corazón regenerado y está siempre listo a servir al pueblo de Dios. Sus vidas son ejemplo del campo que produce una cosecha útil para el pueblo de Dios, en marcado contraste con la descripción que le escritor hiciera del campo enmalezado de espinos y abrojos.

   Dios es justo. No se olvida de bendecir aquello que es bueno ni de castigar lo que es malo. Sobre aquellos que han caído y han endurecido sus corazones, él trae juicio; sobre aquellos que reflejan las virtudes de Dios, él derrama su bendición. ¿Y cuáles son estas bendiciones? En esta vida terrenal el creyente recibe fuerza para resistir la tentación y las pruebas de modo tal que su fe continúe creciendo y desarrollándose; en la vida de la era venidera estas bendiciones consisten en estar con Jesús eternamente y en apropiarse totalmente de la realidad de la salvación.

   [11]. Deseamos que cada uno de vosotros demuestre esta misma diligencia hasta el fin, para asegurar vuestra esperanza. 12. No deseamos que os volváis indolentes, sino que imitéis a aquellos que por medio de la fe y la paciencia heredan lo prometido.

   Como verdadero pastor, el escritor se preocupa por la vida espiritual de cada persona que es miembro de la congregación. A lo largo de su epístola ha mostrado interés por el individuo (3:12; 4:1, 11) y ha enfatizado la responsabilidad colectiva de la iglesia. No se da por satisfecho sólo por el hecho de que muchos creyentes se estén desarrollando espiritualmente; él quiere que todos progresen. De este modo demuestra ser un imitador de Jesús, que no quiere ver alejarse a nadie de su pueblo. En resumen, él es un pastor que atiende a su grey espiritual.

   Una vez más, el escritor recurre al uso editorial de la primera persona plural “nosotros”. Lo que él quiere (“deseamos”) es que cada uno, individualmente, demuestre la misma diligencia en su servicio de amor a las necesidades del pueblo de Dios. Teme que algunos miembros de la iglesia sean deficientes en la virtud de la esperanza. Esta deficiencia será dañina para el desarrollo espiritual del creyente.

   En Hebreos 6:10–12 el escritor menciona tres virtudes bien conocidas: amor, esperanza y fe. Estas tres virtudes, mencionadas con frecuencia en el Nuevo Testamento, están relacionadas integralmente entre sí. A modo de ilustración podríamos decir que el crecimiento espiritual de cristiano está sostenido por el trípode de la fe, el amor ay la esperanza. Cuando una de las tres patas se doble, las otras dos caerán, y cesará el desarrollo espiritual.

   Los apóstoles constantemente instan a los creyentes a crecer espiritualmente. Por ejemplo, Pedro, en su segunda epístola, alienta a sus lectores a “crecer en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (3:18) y a “procurar tanto más hacer firme vuestra vocación y elección” (1:10-R.V. 1960). Cuando el escritor de Hebreos exhorta a sus lectores a asegurar su esperanza, recurre al término diligencia, que “expresa algo de la magnitud de la responsabilidad cristiana en cuanto al desarrollo de su vida”. Los creyentes deben demostrar esta diligencia “hasta el fin”, dice el escritor. Muchos desean gozar de una seguridad plena pero no se esfuerzan para ser diligentes.

   Al advertir a los destinatarios de su carta en contra de volverse perezosos, el escritor recurre a una sana sicología. Anteriormente él había indicado que ellos no habían progresado más allá de “las verdades elementales de a la verdad de Dios” (5:12) y que eran todavía niñitos en la fe. En 6:12 él no dice que ellos se hayan vuelto perezosos; lo que hace es exhortarlos diciéndoles “No deseamos que os volváis perezosos”. Les habla con palabras de aliento. Es positivo en su evaluación; los exhorta a imitar a los que heredan las promesas por medio de la fe y la paciencia; dirige su atención hacia los santos que se han apropiado las promesas de Dios. Y apropiarse dichas promesas siempre demanda fe y paciencia. Aunque el escritor no especifique en 6:12 quiénes son estos herederos, el contexto revela que está pensando en los santos del Antiguo Testamento—Abraham (6:13) y los héroes de la fe (cap. 11)—y en santos de su propia época.

    Los creyentes son herederos de las promesas de Dios. La palabra heredar centra la atención en la división de un legado; el heredero tiene derecho a poseer parte de dicho legado. En este caso el legado consiste en las promesas de Dios hechas a todos los creyentes. El escritor de Hebreos le dice a sus lectores que deben imitar a los santos en su confianza, perseverancia y celo fieles. El introduce el tema de la fe, la esperanza y el amor en 6:10–12; y en consonancia con sus antecedentes elaborará y analizará plenamente este tema en 10:22–24, 35–39; y en el capítulo 11.

Consideraciones doctrinales en 6:7–12

   El cristiano está familiarizado con los temas de la fe y del amor, pero el tema de la esperanza no recibe le atención que se la otorga a los otros dos temas. En nuestra época en que es muy común el éxito instantáneo, parecería que la esperanza estuviese fuera de moda. En los días de Jesús y de los apóstoles, empero, este concepto era pertinente. Si exceptuamos a Marcos, Santiago, 2 Pedro, Judas y Apocalipsis, el tema de la esperanza aparece en todos los libros del Nuevo Testamento. Pablo enfatiza este concepto aún más que cualquier otro escritor del Nuevo Testamento. La esperanza enseña a tener paciencia y una anhelante anticipación de lo que se transformará en realidad. Dios promete vida eterna a cualquier persona que crea en su Hijo, y el creyente espera que la promesa de la vida eterna se cumpla. Es así que la esperanza nace de la fe y la sustenta. “No puede haber esperanza sin tener fe en Jesucristo, puesto que la esperanza está enraizada solamente en él. La fe sin la esperanza sería, en sí misma, vacía e inútil”.

   Para lograr que su enseñanza sea gráfica, interesante y práctica, el escritor usa ilustraciones tomadas del mundo en que sus lectores vivían. La ilustración que toma de la vida agraria es muy adecuada y llega efectivamente a los destinatarios de su carta, ya que ellos pueden relacionarse con su enseñanza.

3er Titulo: Prestar servicio a los de afuera (Los Hechos 9:36 y 39). Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros. 

   Comentario: [36]. En Jope había una mujer, una discípula llamada Tabita, (que traducido quiere decir, Dorcas). Ella continuamente hacía muchas obras de caridad y compasión. 37. Y en aquellos días se enfermó y murió. Después que lavaron su cuerpo, la pusieron en una sala de la parte superior de la casa.

   Junto a las aguas azules del mar Mediterráneo y a unos cincuenta y siete kilómetros al noroeste de Jerusalén yace la ciudad de Jope (la moderna Haifa). Hasta Jope fue llevada la madera del Líbano que usó Salomón en la construcción del templo de Jerusalén (2 Cr. 2:16). Fue en Jope también donde Jonás se embarcó para Tarsis (Jon. 1:3). A través de los siglos, muchas naciones habían tenido control sobre esta ciudad, pero en el siglo I a.C. Julio César la entregó a los judíos. Permaneció en manos de estos hasta la guerra contra Roma (66–70 d.C.).

   Los habitantes de Jope oyeron las Buenas Nuevas de labios de Felipe el evangelista (8:40), y entre los que creyeron estaba una mujer de nombre Tabita. Pronto Tabita se reveló como una auténtica servidora de Jesucristo, porque vivía su fe en cuanto decía y hacía. Era conocida por su infatigable trabajo entre los pobres a quienes servía con cariño y compasión. Aparentemente, su situación económica era solvente, porque cuandoquiera tenía la ocasión vivía según el mandato divino de cuidar a los pobres (c.f. Dt. 15:11; Mt. 26:11; Gá. 6:9–10).

   Tabita es un nombre árabe que significa “gacela”. Dorcas es el nombre en griego. Como muchas personas de Palestina del primer siglo, Dorcas tenía dos nombres, uno en arameo y el otro en griego. Debido a que era una persona muy conocida por las numerosas obras de bien que hacía en favor de los pobres, su enfermedad y muerte fue un verdadero golpe para la comunidad cristiana. No se nos ofrecen detalles acerca de su enfermedad y muerte, pero Lucas nos dice que los creyentes prepararon el cuerpo para el entierro. Lo lavaron y lo pusieron en un cuarto del piso superior de la casa donde ella había vivido (véase 1 R. 17:19; 2 R. 4:10, 21). A menudo, el aposento alto era destinado a hospedar a los huéspedes. Lucas registra este hecho para mostrar que Dorcas había muerto y que su muerte había ocurrido ese mismo día. En las regiones donde el calor es intenso, las personas muertas son sepultadas o bien el mismo día que fallecen o al siguiente. Tanto los judíos como los griegos practicaban el rito de lavar los cuerpos de los muertos como preparación para el entierro. Esta observancia entre los judíos es conocida como “la purificación de la muerte”.

   Normalmente, los cuerpos eran ungidos antes de ser sepultados. En el caso de Dorcas, Lucas sólo dice que fue lavado, lo que parece implicar que los cristianos tenían un motivo oculto para ello. Habían oído que Pedro realizó el milagro de sanidad de un paralítico cerca de Lida, y querían pedirle que levantara a Dorcas de la muerte.

   [38]. Debido a que Lida estaba cerca de Jope, y los discípulos oyeron que Pedro estaba allí, enviaron a dos hombres, a rogarle: “Ven, por favor, sin demora”.

   La distancia entre Jope y Lida era relativamente corta, por lo cual la presencia de Pedro en la región seguramente era conocida por los cristianos. Por eso, los creyentes de Jope enviaron a dos hombres para que fueran a él. Sabían que Jesús había resucitado a muertos y que Pedro había recibido de parte de Jesús la autoridad para realizar milagros similares; hubo la posibilidad viva que Pedro pudiera traer de nuevo a la vida a Dorcas. El envío de los dos emisarios fue hecho sobre la base de esta fe. Por supuesto, no querían que Pedro se demorara más de lo necesario. Al persuadir a Pedro de que los acompañara de inmediato, estos emisarios actuaron también con fe. Aunque Lucas sólo registra el pedido de que venga, es probable que no pudieron contener el dolor. Suponemos que Pedro fue informado de la muerte de Dorcas. Se enteró que los pobres de Jope sintieron profundamente la falta de su benefactora.

   El ruego es planteado en palabras corteses (“Ven, por favor, sin demora”). Además, la urgencia del asunto tenía relación directa con el entierro inminente. Lo que se le estaba pidiendo a Pedro no era que fuera a Jope para predicar en los funerales de Dorcas. Al contrario, los creyentes con fe esperan el milagro de que Dorcas regresara a ellos viva y sana.

[39]. Pedro fue con ellos. Cuando llegó, le llevaron a la sala. Allí todas las viudas le rodearon; estaban llorando y mostrándole las túnicas y otros vestidos que Dorcas había hecho cuando todavía estaba con ellas.

   La distancia entre Lida y Jope requería a lo menos una caminata de tres horas. Es posible que los enviados hayan hecho ese tiempo caminando ya. El pedido era urgente, por lo que Pedro, haciendo un paréntesis en su plan de visitas a las iglesias, se despidió de los creyentes en Lida y se fue con los hombres a Jope inmediatamente.

   Cuando llegó Pedro, los creyentes lo llevaron al cuarto donde yacía el cuerpo. Había gran cantidad de viudas que, según la costumbre judía, estaban llorando y lamentando. Las viudas de aquellos tiempos eran fácilmente identificables por su vestidura muy especial y comúnmente pertenecían a los estratos más pobres de la sociedad. Las viudas de Jope dependían de Dorcas, quien había hecho numerosas túnicas y otras ropas para ellas. Se las mostraron a Pedro, rindiendo así un tributo a la memoria de Dorcas.

   Juan Calvino observa que Dios pudo haber mantenido viva a Dorcas para seguir cuidando a las viudas. Pero al levantarla de entre los muertos, Dios le dio dos vidas. Al mismo tiempo, mostró a las viudas el poder de su Hijo, quien es el autor de la vida.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo: Semana del 20 al 26 de septiembre 2021

Deje un comentario