Domingo 10 de marzo de 2024.“Solemne Y Completa Bendición De Dios Para Su Pueblo”

Lección: Números 6:22 Al 27. Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.

  Referencias bíblicas:  Deuter.8:18. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.

Salmo 113:7-9. El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso alza del muladar. Para hacerlos sentar con los príncipes,

Con los príncipes de su pueblo. El hace habitar en familia a la estéril. Que se goza en ser madre de hijos. Aleluya.

Isaías 61:10 y 11. En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.

Salmo 37:25. Joven fui, y he envejecido. Y no he visto justo desamparado. Ni su descendencia que mendigue pan.

Salmo 1:3. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo. Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.

Hebreos. 13:5 y 6. Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente:  El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre.

   Comentario general de 6:22–27. Riquezas heredadas Números.

La bendición de Aarón, el pasaje más conocido de este libro, ha estado en boca de personas que han orado a través de los siglos a medida que han ido buscando lo mejor de los regalos de Dios para sus familias y amigos.

Entonces habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: “Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis:

‘El SEÑOR te bendiga y te guarde;

el SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti,

y tenga de ti misericordia;

el SEÑOR alce sobre ti su rostro,

y te dé paz.’”

Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.

Estas palabras familiares y brillantemente sucintas se repitieron a lo largo del período bíblico, fueron importantes en la adoración judía posterior y pasaron a formar parte de la liturgia de la iglesia cristiana. El teólogo isabelino Richard Hooker citó sus magníficas palabras y el Padrenuestro como autoridades para el uso de oraciones preparadas. Consideremos el significado, el arte y el mensaje que encierran.

El significado

Esta declaración sacerdotal se centra en la bendición del pueblo de Dios, un tema que domina la historia de la Biblia desde la creación hasta la consumación. Algunas palabras en el vocabulario cristiano se suelen explotar demasiado, siendo “bendición” un ejemplo de ello. El término parece vago y ambiguo, y se resiste a una definición precisa. Con la expresión tan familiar “Que Dios te bendiga”, ¿la persona que lo dice hoy en día está expresando algo más que “Espero que te vaya todo bien”? Para los creyentes israelitas, significaba infinitamente más que eso. Para ellos, una bendición era “un acto deliberado y solemne a través del cual se transmitían ventajas específicas”. Wenham sugiere que, al igual que nuestros contemporáneos ansían alcanzar el éxito, las personas del Antiguo Testamento deseaban la bendición. Para ellos, el término tenía muchas dimensiones; lo que se tenía en mente era explícito, preciso, casi tangible.

A medida que estos viajeros israelitas iban a emprender su viaje lleno de aventuras, el mayor consuelo que podían tener era la garantía de que el Dios que no cambia les bendijera al igual que lo había hecho tan claramente con sus antepasados.

El arte

Esta oración tan lacónica está perfectamente elaborada. Sus tres líneas se presentan en medio de una estructura construida de manera hermosa, que lo presenta (22–23) y después lo desarrolla y lo concluye (27). Las tres líneas, en hebreo, van aumentando en número de palabras: 3, 5 y 7, respectivamente. El uso de las sílabas con naturalidad (12, 14 y 16) y el empleo de consonantes también va en aumento (15, 20 y 25), construyendo una consciencia de generosidad divina, que se va incrementando. Esta intensificación gradual expresa de manera literaria la idea de que Dios multiplica y acrecienta los dones.

   El mensaje

Las palabras se presentan de forma que las puedan usar Aarón y sus hijos y expresan una proclamación hecha con confianza. Más que verbalizar lo que querían, exponen lo que Dios da. Al otorgar una voz elocuente a los deseos del pueblo, confirman la benevolencia del Señor. Esta declaración divina expone las facetas de una bendición divina que este pueblo necesita al emprender el viaje a través del vasto e inhóspito desierto. Se enumeran dimensiones espectaculares de la naturaleza divina en esta bendición memorable y asegura a los viajeros su riqueza espiritual.

Los dones más exquisitos de la vida sólo vienen de Dios

Sólo Dios es el Dador generoso. “El Señor te bendiga…” Aunque los sacerdotes pronunciaban la bendición, no podían otorgarla. Simplemente, eran los heraldos designados de estas realidades espirituales. Solamente el Señor es el dador y benefactor; una verdad no sólo declarada por la triple expresión del nombre divino, sino enfatizada también por la afirmación final: “yo los bendeciré”.

En una cultura consumista, el pueblo ya no confía en Dios como la fuente de los mejores dones de la vida. Nuestros contemporáneos adoran a sus deidades alternativas: el placer, las posesiones, la popularidad, el sexo, a sí mismos. Una de las agencias publicitarias más importantes del mundo afirma que las marcas “son la nueva religión. Las personas se vuelven hacia ellas para encontrar un significado”. Las marcas con más éxito son aquellas que destacan “no sólo por la calidad y fiabilidad, sino también por una serie de creencias que mantienen a toda costa”. Las Escrituras afirman que solamente Dios es la fuente de toda satisfacción y realización duradera. Los sustitutos, por muy atractivos que sean, están abocados a defraudar a los millones de personas que se aferran a ellas.

Nociones erróneas acerca de la fuente de bendición se contradicen en esta triple afirmación de “El Señor te bendiga”. La bendición no viene de los dioses idolatrados de los pueblos paganos vecinos, ni de los trucos de necromancia, ni por los actos de piedad de un hacedor de buenas obras, ni del moralista con pretensiones de superioridad, ni siquiera del sacerdote israelita benevolente. Es el Señor quien bendice, nadie más.

Él bendice la vida colectiva de su pueblo

El marco literario de la bendición (22–23, 27) está en plural y ofrece a la comunidad una referencia para esta proclamación divina. Es a los hijos de Israel (23, 27) a quienes se les asegura que “yo los bendeciré” (27). A medida que hablaban los sacerdotes, los viajeros del desierto recibían esta garantía irrevocable de que el Señor les guardaría como pueblo. Ya habían probado su bondad al bendecirles con suficientes recursos, protección física, confianza espiritual, agua abundante, comida diaria, éxito militar, apoyo pastoral e instrucción divina. Esta declaración de bendición significaba una gran seguridad al empezar su largo viaje. A medida que este llegaba a su fin, la bendición continua del Señor fue transmitida soberanamente tanto a la generación antigua como a la nueva a través de las palabras inspiradas de un adivino pagano y mercenario (22:12; 23:11, 20; 24:9).

Él suple las necesidades específicas de los individuos dependientes

Aunque el marco esté en plural, las palabras de la bendición en sí (24–26) aparecen en singular. “El SEÑOR te bendiga”, es decir, a cada uno de los israelitas. Estando rodeados de miles de peregrinos, los individuos podían sentirse perdidos en medio de la gran multitud. Con este énfasis deliberado y repetido en la naturaleza personal que presentan estas bendiciones, los viajeros no tenían razón para dudar de que el Dios amante se preocupaba por cada uno de ellos.

Sus dones son innumerables y están asegurados

“El SEÑOR te bendiga”. Para la mente de los hebreos, la palabra “bendición” era verdadera y específica, una gran reserva de preciados dones que el dinero no podía comprar. Incluía tesoros como el amor humano, el regalo de los hijos, el gozo de vida en familia, el deleite del hogar y la seguridad de las cosechas abundantes. No eran merecedores de la inmensurable grandeza de la bondad divina, pero sus necesidades eran suplidas por la generosidad sin par, no como premio a su inquebrantable devoción.

Él es nuestro guardador fiable en tiempos difíciles

“El SEÑOR… te guarde”. Él era su defensor omnipotente. El camino que tenían por delante estaba repleto de peligros, pero mientras esperaban en Sinaí, Dios les garantizó su protección: “He aquí, yo enviaré un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te traiga al lugar que yo he preparado”, la misma palabra que en esta bendición para un pueblo temeroso. Es la palabra que utilizó Josué cuando pedía a sus contemporáneos que recordaran que solamente el Señor había sido su fiel guardador: “Nos guardó por todo el camino en que anduvimos y entre todos los pueblos por entre los cuales pasamos”.

Él se deleita en su relación personal con nosotros

“… el SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti”. El rostro resplandeciente indicaba un placer supremo. Encontramos palabras idénticas con frecuencia en boca de los salmistas de Israel, al desear una comunión íntima con Dios.

En el campamento, un israelita conocía el rostro resplandeciente de Dios por experiencia personal. Al estar en íntima comunión con Dios durante el tiempo en Sinaí, frecuentemente salía de su presencia divina con la gloria divina reflejada en su propia cara. Los israelitas vieron que “la piel de su rostro resplandecía”. Esta bendición sacerdotal anticipaba el tiempo en el que no sólo Moisés, sino todo aquel que reciba la bendición de Dios, verá el “rostro iluminado” de la aprobación de Dios, experimentará su presencia y reflejará su resplandor163 en su vida diaria.

Promete perdonar nuestros pecados, porque conoce nuestra debilidad

“… el SEÑOR… tenga de ti misericordia”. La palabra misericordia recuerda el momento en el que, solamente unos meses antes, un hombre de oración había rogado a Dios por el perdón que necesitaba su pueblo tan desesperadamente. Habían ofendido al Señor con la apostasía del becerro de oro, pero Moisés pasó tiempo en la cima del monte, hablando con Dios “cara a cara”, “el SEÑOR descendió en la nube… mientras este invocaba el nombre del SEÑOR… ‘el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad’ ”. Fue en este momento cuando el rostro de Moisés se iluminó al salir de la presencia divina con la promesa de que perdonaría al pueblo.

El propio hermano de Moisés era el que había encabezado la ofensa en rebelión idólatra. Ahora lo vemos aquí, un hombre perdonado, proclamando a otros con estas palabras la misericordia abundante de un Dios perdonador que no les condenaría por esa enorme maldad (ni cualquier otra).

Su presencia garantizada desafía nuestro indigno nivel

Para poder discernir el significado exacto de la afirmación positiva alce sobre ti su rostro, quizás tengamos que reflexionar sobre la afirmación negativa “girar el rostro” o “esconder el rostro” a alguien. En otras palabras, la segunda mención del rostro de Dios quizás tenga connotaciones morales. La imagen, utilizada frecuentemente por los profetas de Israel más adelante, suscita la seria pregunta: ¿el rostro de Dios me está sonriendo o le he defraudado de alguna forma? Dios alzó su rostro en aprobación hacia Moisés al igual que lo apartaba decididamente de aquellos que le desobedecían. Pero incluso quienes le han agraviado pueden recibir perdón completo, inmediato e irrevocable si dejan atrás sus pecados. John Donne lo expresó perfectamente:

Aunque con nubes de ira disfraces tu rostro, a través de esa máscara reconozco tus ojos, que, aunque se alejan a veces, no podrán despreciar nunca.

Durante su difícil ministerio en el desierto, Moisés miraba a menudo las caras cambiantes de sus contemporáneos, pero su prioridad era asegurarse de que el rostro del Señor estaba mirando hacia él con aprobación. Si estaba agradando a Dios, lo demás no importaba.

Sus innumerables bendiciones incluyen una profunda satisfacción interior

“… el Señor… te dé paz”. Al igual que esta afirmación sacerdotal comenzó con un término global (bendecir), concluye con otra palabra hebrea (Shalom), que tiene una gran variedad de significados: no sólo salud y prosperidad, sino también bienestar y tranquilidad interior, la serenidad que viene de la seguridad de que Dios sabe y suple todo lo que sea necesario para el viaje de la vida. Esa palabra en hebreo viene de una raíz que significa “perfecto” o “completo”; se utiliza para describir pesos perfectos. Shalom significaba “el hecho de estar completo”; incluía una gran variedad de dones innumerables y ricas provisiones. Miles de nuestros contemporáneos tienen bienes materiales y seguridad económica, pero sus manos vacías se extienden para recibir más; no tienen contentamiento, satisfacción ni Shalom.

Somos de su propiedad y nos cuida constantemente

La conclusión de la bendición garantiza esa paz: “Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”. Poner el nombre en algo significaba marcarlo como propiedad de uno. El Señor ha puesto su nombre en el pueblo de Israel como dador bondadoso (24a), protector fuerte (24b), amigo fiel (25a), amante que perdona (25b), compañero fiable (26a), proveedor generoso (26b) y dueño exclusivo (27). El pueblo de Dios era su preciada posesión y el Señor se había propuesto suplir todas sus necesidades.

Mientras el sacerdote israelita proclamara esta bendición al pueblo, la comunidad entera estaría sostenida por estas verdades y los adoradores individuales serían animados. A través de esta majestuosa declaración pública, el que dudaba era desafiado; el ansioso, tranquilizado; el infractor, recordado del perdón que se le había asegurado; y el creyente, fortalecido.

TEXTO: «La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella» (Proverbios 10:22)

    Comentario del texto: El v. 22 apunta al valor que no se reemplaza, la bendición de Jehovah. La presencia y el favor de Dios en la vida del individuo le entregan una riqueza íntegra desde el aspecto prudente y el moral hasta el material (ver 3:33; 5:18; 10:6). Por lo tanto, no hay consecuencias dañinas. Por supuesto el proverbio sintético no está diciendo que el hombre no debe esforzarse en su trabajo (ver 6:6–11), sino que dentro del concepto total del éxito hay que sentir la presencia y la bendición divinas. El trabajo dado por Dios como una forma de realización puede cumplir sólo lo que fue la intención original de Dios (ver Gén. 2:15–17; Éxo. 20:9).

1er Titulo: Dios instruye a su Siervo. de cómo han de bendecir a su pueblo. versículos 22 y 23. Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles. (Léase: 1ª Crónicas 23:13. Los hijos de Amram: Aarón y Moisés. Y Aarón fue apartado para ser dedicado a las cosas más santas, él y sus hijos para siempre, para que quemasen incienso delante de Jehová, y le ministrasen y bendijesen en su nombre, para siempre. ▬ Levítico 9:22. Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto.).

   Ref. bíblica: Hebreos 5:4. «Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón».

Número 20:11. «Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.»

1ª a Timoteo 2:7 y 8. «Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda».

   Comentario de Versículos 22-26

   La Bendición Sacerdotal o Aarónica. – El carácter espiritual de la congregación de Israel culminaba en la bendición con que los sacerdotes debían bendecir al pueblo. Las instrucciones en cuanto a esta bendición, por lo tanto, imprimieron el sello de perfección sobre todo el orden y la organización del pueblo de Dios, ya que Israel primero se formó verdaderamente en una congregación de Jehová por el hecho de que Dios no solo le otorgó Su bendición. , pero puso la comunicación de esta bendición en manos de los sacerdotes, los mediadores escogidos y constantes de las bendiciones de Su gracia, y se la impuso como una parte de su deber oficial. La bendición que los sacerdotes habían de impartir al pueblo consistía en una triple bendición de dos miembros cada uno, que estaban relacionados entre sí así: La segunda en cada caso contenía una aplicación especial de la primera al pueblo, y las tres gradaciones desplegó la sustancia de la bendición paso a paso con un énfasis cada vez mayor. – El primero (Números 6:24), “Jehová te bendiga y te guarde”, transmitió la bendición en la forma más general, simplemente describiéndola como proveniente de Jehová, y exponiendo la preservación de la maldad del mundo como Su obra. “La bendición de Dios es la bondad de Dios en acción, por la cual una provisión de todo bien se derrama sobre nosotros de Su buen favor como de su única fuente; luego sigue, en segundo lugar, la oración para que Él guarde al pueblo, lo que significa que sólo Él es el defensor de la Iglesia, y que es Él quien la preserva con su cuidado guardián” (Calvino). – El segundo (Números 6:25), “Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia”, define más de cerca la bendición como la manifestación del favor y la gracia de Dios. El rostro de Dios es la personalidad de Dios vuelta hacia el hombre. Del rostro de Jehová sale fuego, y consume al enemigo y a los rebeldes (Levítico 10:2, cf. Números 17:10; Números 20:3; Éxodo 13:22; Salmo 34:17), y también un sol que brilla con amor y lleno de vida y bien (Deuteronomio 30:20; Salmo 27:1; Salmo 43:3; Salmo 44:4). Si “la luz del sol es dulce y agradable a la vista” (Eclesiastés 11:7), “la luz del rostro divino, la luz eterna (Salmo 36:10), es la suma de todo deleite” (Baumg.). Esta luz envía rayos de misericordia a un corazón necesitado de salvación y lo convierte en receptor de la gracia. – La tercera (Números 6:26), “Jehová alce Su rostro hacia ti, y ponga (o te dé) paz” (bien, salvación), presenta la bendición de Dios como una manifestación de poder, o una obra de poder sobre el hombre, cuyo fin es la paz ((shalom)), la suma de todo el bien que Dios establece, prepara o establece para Su pueblo. אל פּנים נשׁא, levantar el rostro a cualquiera, equivale a mirarlo, y no difiere de עינים נשׁא o שׂים (Génesis 43:29; Génesis 44:21). Cuando se afirma de Dios, denota Su obra providencial sobre el hombre. Cuando Dios mira a un hombre, lo salva de sus angustias (Salmo 4:7; Salmo 33:18; Salmo 34:16). – En estas tres bendiciones, la mayoría de los padres y teólogos anteriores vieron una alusión al misterio de la Trinidad, y basaron su conclusión, (a) en la triple repetición del nombre Jehová; (b) sobre la ratio praedicati, que Jehová, por quien se desea e imparte la bendición, es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y (c) sobre el differentorum benedictionis membrorum consideratio, según el cual se mencionan los «bis» trina beneficia. Hay verdad en esto, aunque los fundamentos asignados parezcan defectuosos. Así como la triple repetición de una palabra o frase sirve para expresar el pensamiento con la mayor fuerza posible (cf. Jeremías 7:4; Jeremías 22:29), la triple bendición expresó de la manera más incondicional el pensamiento que Dios otorgaría a su congregación toda la plenitud de la bendición contenida en Su Ser Divino que se manifestó como Jehová. Pero el nombre Jehová no solo denota a Dios como el Ser absoluto, quien se reveló como Padre, Hijo y Espíritu en el desarrollo histórico de Su propósito de salvación para la redención del hombre caído; pero la sustancia de esta bendición, que Él hizo pronunciar sobre Su congregación, desplegó la gracia de Dios en la triple forma en que nos es comunicada a través del Padre, el Hijo y el Espíritu.

(Nota: Véase la admirable elaboración de estos puntos en la exposición de Lutero sobre la bendición. Lutero se refiere a la primera bendición como “la vida y el bien corporales”. La bendición, dice, deseaba para el pueblo “que Dios les diera prosperidad y todo bien, y también guardarlos y preservarlos “. Esto se lleva a cabo aún más, de una manera correspondiente a su exposición del primer artículo. La segunda bendición se refiere a “la naturaleza espiritual y el alma”, y observa: “Así como el sol, cuando sale y difunde su rica gloria y su suave luz sobre todo el mundo, simplemente levanta su rostro sobre todo el mundo… así que cuando Dios da Su palabra, Él hace que Su rostro brille clara y gozosamente sobre todas las mentes, y los hace alegres y ligeros, y como corazones nuevos y hombres nuevos, porque trae el perdón de los pecados, y muestra a Dios como un Padre clemente y misericordioso, que se apiada y se compadece de nuestro dolor y tristeza. naturaleza y el alma, y es un deseo de con soledad y victoria final sobre la cruz, la muerte, el diablo y todas las puertas del infierno, junto con el mundo y los malos deseos de la carne. El deseo de esta bendición es que el Señor Dios levante la luz de Su palabra sobre nosotros, y así la mantenga sobre nosotros, para que pueda brillar en nuestros corazones con la fuerza suficiente para vencer toda la oposición del diablo, la muerte, y pecado, y toda adversidad, terror o desesperación”).

2° Titulo: Bendición de Dios que enriquece completamente nuestra vida. Versículo 24 al 26. Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. (Léase: Éxodo 23:25. Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. ▬ Salmo 121:7 y 8. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre.).

   Ref. bíblica: Deuteronomio 7:12-14. «Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados.»

Isaías 33:16. «éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras»

Salmo 23:1-6. «Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.»

   Comentario de Número 6:24-26: Aunque la palabra “bendición” es relativamente amplia en significado, tenía una connotación bastante especifica en el Antiguo Testamento. Dios bendecía a Su pueblo dándole hijos, propiedades, tierra, salud y, sobre todo, Su Presencia (Gn. 17:16; 22:17; Lv. 26:3-13; Dt. 28:2-14; cf. Sal. 121; 1 P. 1:5). Esta bendición de Números, impartida por los sacerdotes al pueblo, consistía en realidad de una triple bendición, cada una con dos partes, donde la segunda parte representaba una aplicación especial de la primera.

▬ 1.- “Yahweh te bendiga y te guarte” (v.24): es la bendición en términos generales, señalando de manera especial su origen en Yahweh, y subrayando Su protección contra el mal.

▬ 2.- “Yahweh haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia”: define la bendición más estrechamente como la manifestación del favor y la gracia de Dios. Esta vivida imagen significa que, cuando Dios “sonríe” sobre su pueblo, éste puede estar seguro de que el Señor actuará con gracia, es decir, que lo liberará de sus problemas; contestará sus oraciones y lo salvará de sus enemigos, enfermedades y pecados (Sal. 4:1; 6:2; 41:4; 51:1). En palabras del Dr. Keil:

El rostro de Dios es su personalidad vuelta hacia el hombre. El fuego se aparta del rostro de Yahvé, y consume al enemigo y a los rebeldes (Lv. 10:2; cf. 17:10; 20:3; Ex. 14:24; Sal. 34:17), y también una luz solar brillante con amor y llena de vida y bien (Dt. 30:30; Sal. 27:1; 20:3; 44:4). Si la luz del sol es dulce, y agradable para los ojos (Ec. 11:7), la luz del rostro divino, la luz eterna (Sal. 36:10), es la suma de toda delicia.”

▬ 3.- “Yahweh alce sobre ti su rostro, y te de paz”: presenta la bendición de Dios como una obra de poder sobre el hombre, cuyo propósito es traer paz. “Cuando Dios mira al hombre, lo salva de su aflicción (Sal. 4:7; 33:18; 34:16)”49. Significa, en definitiva, que pondrá atención a sus ruegos (Gn. 43:29; Sal 4:6; 34:15), lo librará y lo llevará al reposo (“paz”), que en general se entendía en el contexto del antiguo Israel como prosperidad, salud, salvación, abundancia y bienestar.

3er Titulo: El Nombre del Dios eterno, exaltado sobre los hijos de Israel. Versículo 27. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré. (Léase: Salmo 46:10 y 11. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah; ▬ Salmo 108:5. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, Y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.).

   Ref. Bíblica: Malaquías 1:11. Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.

Isaías 6:3. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.

Efesios 1:3-4. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él

   Comentario de Versículo 27

Sin embargo, esta bendición no debía quedarse en un mero deseo piadoso, sino manifestarse en el pueblo con todo el poder de una bendición de Dios. Esta seguridad cierra el mandato divino: “Pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Domingo 10 de marzo de 2024

Domingo 18 De febrero De 2024.“Exhortación A Mantener La Santidad, Mediante La Consagración A Dios.

Lección: Números 6:6 al 11. Todo el tiempo que se aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta. Ni aun por su padre ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza. Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová. Si alguno muriere súbitamente junto a él, su cabeza consagrada será contaminada; por tanto, el día de su purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá. Y el día octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y el sacerdote ofrecerá el uno en expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a causa del muerto, y santificará su cabeza en aquel día.

    Comentario general 6:6-12: No es coincidencia que tanto el cabello de un nazareo como la diadema del sacerdote y el aceite para la unción fuesen llamados nezer, pues representaban la santidad tanto de un nazareo como la de un sumo sacerdote. En otras palabras, la santidad de un nazareo solo era comparable con la de un sumo sacerdote. Por eso, era grave la contaminación que pudiera contraer durante el periodo del voto. Particularmente seria era la contaminación por contacto con un cadáver. Mientras una persona cualquiera quedaba limpia por medio de diversos lavamientos (Nm. 19), eso era insuficiente para un nazareo, quien debía traer aves para una ofrenda encendida, un sacrificio por el pecado y. el más caro de todos, un cordero para ofrecerlo por la culpa. Ese sacrificio se reservaba para infracciones graves contra la Ley de Dios. Por otra parte, el contacto con algo muerto contaminaba el cabello consagrado del nazareo, por lo cual debía cortarlo y no podía ofrecerlo sobre el altar. Esto no se debía a que la contaminación quedara “atrapada” en el cabello, como han dicho algunos comentaristas, sino porque era la “diadema (heb. nezer) de su Dios” (v. 7), el adorno de su condición de consagración a Dios.

En consecuencia, le era necesario comenzar de nuevo con su período de nazareato (6:9-12). No cabe duda de que el nazareo debía guardarse escrupulosamente de todo tipo de contaminaciones, no solo como un israelita cualquiera, sino como los sacerdotes.

El nazareo continuaba con las labores cotidianas de su vida, pero en la condición de una vida consagrada al Señor como era el ideal del llamado nacional de ser un reino de sacerdotes y gente santa (Ex. 19:5). De esa manera, por un período determinado su existencia se asemejaba a la vida santificada de los sacerdotes, aunque sin ejercer labores sacerdotales en el santuario. Tampoco representaba algún privilegio social en particular. Era un voto emprendido voluntariamente para crecer en santidad y servicio a Dios en medio de la vida ordinaria. En este sentido, podría decirse que personifica también la condición de vida de todo cristiano en la era de la Iglesia, aunque sin los requisitos externos del nazareato. Como oró nuestro Señor:

Juan 17:15-21 (RVC) (15) No ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal. (16) Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (17) Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. (18) Tal como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. (19) Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (20) Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, (21) para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

Mientras los sacerdotes debían asumir obligatoriamente estos requisitos de pureza como consecuencia de la herencia de su llamado ancestral, el nazareo emprendía voluntariamente “la idea de una vida sacerdotal, con su pureza y libertad de todas las contaminaciones de todo lo que tuviese relación con la muerte y la corrupción, una entrega personal a Dios extendiéndose más allá de los más profundos lazos terrenales…”. Por una parte, el nazareo llegaría a comprender y a honrar mucho mejor la vida de los sacerdotes de su pueblo. Por otra, los sacerdotes apreciarían la consagración voluntaria de algunos en el pueblo, refrescando en ellos la motivación para honrar su propio llamado.

   Pensamiento: Separación contaminada (vv. 9-12). Nadie más que Dios puede controlar las circunstancias de la vida, y un nazareo puede ser contaminado accidentalmente. Si eso ocurría, tenía que esperar una semana y al séptimo día se afeitaba la cabeza. Dado que el período de dedicación había terminado repentinamente, y el cabello era el signo de esa dedicación, el cabello contaminado tenía que desaparecer. Sin embargo, el cabello recortado no se hizo parte del sacrificio como con los nazareos que habían completado sus votos (v. 18).

En el octavo día, el ex nazareo se reunió con el sacerdote en el altar de bronce y ofreció los sacrificios necesarios: un pájaro para una ofrenda por el pecado, un segundo pájaro para una ofrenda quemada y un cordero para una ofrenda de allanamiento. Esto permitió que la persona se dedicara nuevamente al Señor y comenzara de nuevo. Fue otra oportunidad para cumplir el voto hecho al Señor. Los creyentes de hoy deben darse cuenta de que ninguna falla debe ser permanente. El pastor presbiteriano Alexander Whyte (1837–1921) dijo: “La vida cristiana victoriosa es una serie de nuevos comienzos”.

   Definición de nazareo: Heb. (nazareo)= apartado. Persona que hacía voto con Dios de ser aparta-do para Él, y se abstenía de beber vino, vinagre, sidra y no se cortaba el cabello, hasta concluir su voto. Números 6:2. No confundirlo con nazareno.

Referencias Bíblica: Hebreos 10:10 al 22: En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos. Después de aquellos días, dice el Señor:

«Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré»,

añade: 

«Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones».

Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

«Y les dije: Vosotros estáis consagrados a Jehová, y son santos los utensilios, y la plata y el oro, ofrenda voluntaria a Jehová Dios de nuestros padres». (Edras 8.28).

«Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir» (2ª Pedro 3:11).

Texto: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional». (Romanos 12:1).

Ofrezcan todo su ser como sacrificio a Dios (12:1)

La frase “tomando en cuenta la misericordia de Dios,” se remonta al énfasis de la misericordia de Dios en 11:30–36, pero en realidad resume los once capítulos sobre cómo Dios ha traído la salvación a la humanidad a través de la muerte de Cristo. Aunque Pablo menciona la misericordia de Dios solo en los capítulos 9–11, es la base de todo en Romanos. La gracia a menudo se define como “misericordia inmerecida”, y el evangelio en sí mismo puede ser etiquetado como el resultado de la misericordia de Dios con los pecadores.

Nuestro compromiso total con Dios se basa en la totalidad de su misericordia hacia nosotros. Pablo expresa esto en imágenes de sacrificio, “ofrezca su cuerpo”. El verbo “ofrecer… como sacrificio” a veces ha sido mal interpretado como una acción “una vez y para siempre”. Esto ha contribuido a una visión de la salvación conocida como “segunda obra de gracia”, que alienta a los creyentes a buscar una transformación espiritual inducida por la crisis que (como la conversión) ocurre solo una vez. Esto es erróneo.

Como infinitivo (“ofrecer”), este verbo toma su fuerza del verbo principal, el tiempo presente de “ruego”, y es seguido por dos imperativos de tiempo presente en el versículo 2. Esto significa que no hay acción única en ella. En todo caso, tiene una fuerza reiterativa (repetida), nos exhorta a consagrarnos frecuentemente a Dios.

La fuerza metafórica de la imagen nos muestra el altar de Dios y a nosotros sometidos como un sacrificio para él. La imagen de esta palabra es frecuente en la Biblia, por ejemplo, “sacrificio de agradecimiento a Dios” (Salmo 50:14, 23); “Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso” (Sal 141:2); el “sacrificio de alabanza” (Hebreos 13:15); y “sacrificios espirituales” (1 Pedro 2:5). El contenido del sacrificio es “su cuerpo”, algunos piensan que es el cuerpo físico dedicado a Dios, pero probablemente se refiere a la persona de manera plena. Esto se ajusta mejor al contexto de la dedicación de cada aspecto de nuestro ser a Dios. Debemos ofrecer todas las áreas de nuestras vidas a Dios y dejar que nos infunda su Espíritu (v. 2) para poder capacitarnos para el servicio a él.

Hay tres aspectos de este sacrificio:

▬ 1. Es un “sacrificio vivo”, considera nuestra consagración no solo como un proceso dinámico y una fuerza continua sino también como un estado espiritual, una nueva “vida” en el Espíritu. Como en 6:3–6, morimos con Cristo y luego vivimos en el Espíritu. El sacrificio de nosotros mismos a la Trinidad divina es parte de ese acto dinámico.

▬ 2. Es “santo”, lo que significa que estamos totalmente consagrados a él, “apartados” del mundo y le pertenecemos completamente a Dios. Como sacrificio sagrado, hay un carácter sagrado en nuestro servicio a Dios y a su iglesia.

▬ 3. Es “agradable a Dios”, basándose en la imagen del sacrificio como la emisión de un “aroma agradable” para Dios (véase, por ejemplo, Éxodo 29:18, 25, 41; Lv 3:16; Nm 28:6) La idea es el placer divino, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo (2 Corintios 5:9, “Por eso nos empeñamos en agradarle”; también 2 Corintios 2:15; Efesios 5:10; Filipenses 4:18).

Cada uno de estos es un aspecto importante de la vida cristiana, y debemos esforzarnos siempre por vivir la nueva vida del Espíritu para que podamos ser apartados para él y así darle placer.

Al final de este versículo, este sacrificio completo que ofrecemos a Dios se define literalmente como “esa es la verdadera forma de adorarlo”. Una gran cantidad de discusión se ha dado por el significado del griego logikēn (traducido como “verdadero y apropiado”). Era un término popular en la filosofía griega para un concepto que era lógico, basado en la verdad racional. Se utilizó en el judaísmo helenístico (por ejemplo, Filón) para combinar ambos elementos tanto espirituales como racionales de la adoración. Hay tres posibilidades principales: “espiritual” en el sentido de adoración adecuada y racional; “espiritual” en el sentido de la adoración del corazón; “racional” en el sentido de adoración lógica o razonable. Probablemente sea mejor combinar los lados racionales y espirituales y ver esto como un acto espiritual que es la única forma lógica de vivir la vida cristiana.

Toda nuestra vida debe considerarse un acto continuo de adoración. Dios es parte de todo lo que pensamos, decimos y hacemos, y lo celebramos en todo momento, es visto como un acto de servicio y deleite de su presencia. Latreia (adoración) es un término de culto o ritual que describe la experiencia de la adoración no solo en la comunidad sino también en la vida cotidiana. Este es especialmente el caso cuando etiquetamos este acto como “espiritual”, combinando las ideas del pensamiento racional y la vida espiritual para describir la naturaleza “razonable” de servir a Dios en todo momento. Esto está estrechamente relacionado con la inauguración de la nueva era en Cristo, una era en la que la conducta diaria se representa como la vida espiritual de cada uno. La celebración colectiva de la adoración dominical se vive todos los días de la semana, y los dos aspectos son partes inseparables de un todo más amplio: servir a Dios en cada área de la vida.

1er Titulo: Alto valor que tiene lo vida consagrada a Dios. Versículos 6 y 7. Todo el tiempo que se aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta. Ni aun por su padre ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza. (Léase: San Lucas 14:26 y 27. Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.  ▬ San Mateo 19:29. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna).

   Números 6:6-8

Por cuanto el nazareo llevaba la diadema de su Dios sobre su cabeza en el crecimiento de su cabello, y era santo al Señor durante todo el tiempo de su consagración, no debía acercarse a ningún muerto durante ese tiempo, ni siquiera para contaminarse por sus padres, o sus hermanos y hermanas, cuando murieran, según la ley establecida para el sumo sacerdote en Levítico 21:11. En consecuencia, como cuestión de rutina, debía guardarse muy escrupulosamente contra otras contaminaciones, no solo como los israelitas comunes, sino también como los sacerdotes. A la madre de Sansón tampoco se le permitió comer nada inmundo durante el período de su embarazo (Jueces 13:4, Jueces 13:7, Jueces 13:14).

   Pensamiento: 6:9-12 El contacto con un cadáver, algo que podía suceder accidentalmente si un nazareo dormía en la misma tienda que un familiar anciano, provocaba su inmediata contaminación, y era preciso someterse a un proceso de repurificación, como se describe en estos vv. Las demás restricciones, relativas a la vid y al uso de la navaja, dependían exclusivamente de la voluntad del individuo, y el incumplimiento deliberado ponía fin a los votos de inmediato.

    Comentario de Lucas 14: 26. Si alguno viene a mí y no odia a su padre y madre y esposa e hijos y hermanos y hermanas—sí, y aun su propia vida—no puede ser mi discípulo.

Hay una estrecha relación temática entre esta sección y la precedente:

En su viaje a Jerusalén a través de Perea, grandes multitudes siguen a Jesús. De repente él se vuelve hacia ellos y les habla con palabras que, en sustancia, aunque no exactamente, se encuentran también en Mt. 10:37. Dice a la gente que la devoción a él debe ser tan completa y de corazón que ni aun la lealtad a los padres y a los otros miembros de la familia debe interponerse.

Lo que ha molestado a mucha gente es la palabra odiar que Jesús usa aquí. ¿Quería decir realmente el Maestro que el verdadero discípulo debe sentir disgusto, debe detestar, aborrecer, odiar a su padre y madre, a su esposa e hijos, sus hermanos y hermanas?

Una buena norma para seguir es siempre esta: “Que la Escritura sea su propia intérprete”. Hay que poner juntos los dos pasajes paralelos.

Comparación de Mateo 10:37 con Lucas 14:26

Mt. 10:37: El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.

Versus:

Lc. 14:26. Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

Por tanto, es claro que el sentido de odiar en el pasaje de Lucas es amar menos. En todas las cosas Cristo siempre debe tener la preeminencia (Col. 1:18).

Otros argumentos en apoyo de este punto de vista:

▬ a. La palabra odiar (o aborrecer) tiene el mismo sentido—amar menos—en Gn. 29:31, “Jehová vio que Lea era aborrecida”. La explicación de “aborrecer” se da en el contexto inmediato, en el v. 30: “Jacob … amaba a Raquel más que a Lea”. En otras palabras, amaba a Lea menos que a Raquel. Fue en ese sentido que él “aborrecía” a Lea.

▬ b. La palabra odiar en Lc. 14:26 no puede tener el sentido que generalmente le atribuimos como resalta claramente del hecho de que Jesús nos dice que amemos aun a nuestros enemigos (Mt. 5:44). Entonces ciertamente debemos amar y no odiar a los miembros de nuestra familia inmediata.

Lo que el Salvador demanda en Lc. 14:26 y otros pasajes es la devoción completa, el tipo de lealtad que es tan verdadera e irreductible que cualquier otro afecto, aun el afecto hacia la vida misma de uno, debe estar sujeto a ella.

Cuando un extranjero quiere hacerse ciudadano de otro país, debe renunciar lealtad su tierra natal y debe jurar lealtad al país que ha elegido. Esto no significa que no puede seguir teniendo un alto concepto de la nación a la cual dijo Adiós, pero sí, significa que ahora debe servir a la nación que lo ha acogido. Aún más absoluta e incondicional debe ser la lealtad que los ciudadanos del reino de Dios sustentan hacia su patria celestial y su “Señor de señores y Rey de reyes”. Si una persona no está dispuesta a dar esa devoción incondicional, entonces dice Jesús, “no puede ser mi discípulo”. Esa misma expresión se encuentra también en el versículo siguiente:

    [27]. Cualquiera que no toma su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo. Cf. Mt. 10:38. Esta declaración negativa está implícita en su paralelo positivo encontrado en 9:23.

Mateo 29:19: La promesa general dirigida a todos los verdaderos seguidores del Señor se encuentra en el v. 29. Y todo el que ha dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o campos por causa de mi nombre recibirá cien veces tanto, y heredará la vida eterna. Compárese con esto 10:37. Esta promesa es para todos los que en esta vida han elegido a Cristo por sobre toda cosa y persona, aun por sobre sus parientes más cercanos y sus posesiones más preciosas. Ellos han hecho el sacrificio, dice Jesús, “por causa de mi nombre”, explicado en Mr. 10:29 como que quiere decir “por mi causa”. El nombre de Jesús indica a Jesús mismo como él se ha revelado a sí mismo. Véase también sobre 6:9; 7:22; 10:22, 41, 42; 12:21.

Estos leales seguidores del Señor van a recibir “cien veces tanto”, es decir, se les reembolsará “mucho más” (Lc. 18:30). Acerca de “cien veces tanto”, véase también Gn. 26:12 y Mt. 13:8. Aun en el día presente y en esta era (nótese Mr. 10:30; Lc. 18:30), esto es, antes del gran día del juicio, y para cada creyente antes de su muerte, estos leales seguidores reciben las bendiciones indicadas en pasajes tales como Pr. 15:16; 16:8; Mt. 7:7; Jn. 17:3; Ro. 8:26–39; Fil. 4:7; 1 Ti. 6:6; Heb. 6:19, 20; 10:34; 1 P. 1:8. A pesar de las persecuciones que tendrán que soportar, podrán disfrutar aun sus posesiones materiales (“casas … tierras”, Mr. 10:30), mucho más que lo que los impíos disfrutan las suyas. ¿Razón? Véase Is. 26:3; contrástese con 48:22. ¿Por la causa de Cristo se ha hecho necesario que sus seguidores dejen a sus parientes cercanos? Ahora tendrán nuevos “parientes” (Mt. 12:46–50; Ro. 16:13; 1 Co. 4:15), porque ahora pertenecen a “la familia de Dios” (véase C.N.T. sobre Ef. 3:15).

Cuando Esaú se jacta de tener “bastante” o “mucho”, Jacob—más bien “Israel”—responde que lo tiene “todo” o “todas las cosas” (Gn. 33:9–11 en el original hebreo y en la Septuaginta). Compárese con esto el radiante testimonio de Pablo (1 Co. 3:22, 23). Estos tesoros son reales. De otro modo, ¿cómo podremos explicar los triunfantes brotes de optimismo de Pablo (2 Co. 4:7–18; 12:9; Fil. 4:10–13)?

Jesús añade: “y heredará la vida eterna”. El sentido aquí es que esta bendición corresponde a la “era venidera” (Mr. 10:30; Lc. 18:30). En cuanto al concepto “vida eterna”, véase sobre el v. 16. Todas las bendiciones espirituales que son otorgadas a los hijos de Dios “en principio” en esta vida presente les serán dadas en “medida llena” en la vida venidera. En el día de la segunda venida de Cristo en gloria y después, se añadirán bendiciones materiales a las espirituales. Ellos las heredarán, implicando en este contexto que a. Se les dan gratuitamente, no son ganadas por ellos; b. el don está basado en la justicia: fueron ganadas para ellos y por lo tanto son de ellos por derecho; y c. son de ellos para siempre.

Jesús ha dado ricas promesas a los apóstoles y a creyentes en general. Ahora, ¿significa esto que las bendiciones prometidas les serán dadas sin importar cómo se conducen ellos mismos? De ningún modo. Es solamente en el camino de la confianza y la obediencia que los bienes prometidos se entregan a los hijos de Dios (Fil. 2:12, 13; 2 Ts. 2:13).

Cuando Pedro dijo: “Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido: ¿qué, pues, tendremos?” (v. 27), ¿fue su pregunta el producto de una curiosidad santa, o, aunque fuese en grado pequeño, de un espíritu mercantil? Es muy interesante la división de opiniones entre los expositores en su intento de responder esta pregunta. Algunos, en su deseo de defender a Pedro de toda acusación, van tan lejos como para decir que quienes desconfían de Pedro y sus motivos están juzgando a otros por sus propias normas éticas. Otros se van al extremo opuesto y consideran los dichos de Cristo, el relatado en el v. 30 y la parábola que sigue de inmediato (20:1–16), como algo que es inexplicable a menos que se tome en cuenta la motivación mundana de Pedro. Quizás el mejor procedimiento sea el siguiente: un hombre es inocente a menos que su culpa sea establecida por sobre toda duda razonable. En consecuencia, no tenemos derecho de acusar a Pedro de algo incorrecto. Por otra parte, también es verdad que su pregunta, aunque pura en su motivación, hubiera provocado la advertencia que se encuentra en el versículo que estamos por considerar. Jesús bien pudiera haber querido decir algo más o menos como lo siguiente: “Pedro, tu pregunta, ‘¿qué, pues, tendremos?’ es correcta y apropiada. Sin embargo, puesto que es tan fácil caer en el error de esperar una recompensa basada en supuestos méritos, debo advertirte esto para que no seas tomado desprevenido”. Además, ¿no es posible que la actitud indudablemente mercantil del joven rico (v. 16) pudiera haber hecho que Jesús hiciera una advertencia muy necesaria?

Referencias bíblicas: «Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.» (Daniel 6.10). (Valor para consagrarse arriesgando su integridad física y espiritual).

«y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, más para vosotros de salvación; y esto de Dios.» (Filipenses 1:28).

«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.» (Gálatas 2:20).

2° Titulo: Conducta santa: requerimiento permanente de Dios. Versículo 8. Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová. (Léase: Eclesiastés 9:8. En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza. ▬ 1ª de Pedro 1:15 y 16. sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.).

   Eclesiastés 9: En los vv. 7 al 10 tenemos una apreciación positiva de la vida, el disfrute de los bienes elementales, pero en su justa proporción. En cuanto queremos hacer un absoluto de ellos se transforman en aflicción de espíritu. Se ha señalado el paralelo de este pasaje con el poema de Gilgames: “Tú, Gilgames, llena tu vientre, alégrate día y noche. Haz cada día una fiesta de regocijo; baila y salta día y noche. Que tus vestidos estén limpios, tu cabeza lavada; báñate en agua. Presta atención al pequeño (niño) que tienes en tus manos. Que tu esposa se deleite en tu regazo. Porque esta es la tarea de la humanidad.” No debe esto extrañarnos, dado el carácter universal de la literatura de sabiduría. Porque tus obras ya son aceptables (v. 7). Ibn Ezra entiende esta oscura declaración como:

“Porque estas son las cosas que Dios espera que hagas” (A. Cohen). Dios quiere que el hombre sea feliz. Todo lo que venga a la mano para hacer (v. 10), lo que nos brindan las oportunidades de la vida. Hay que recordar que bíblicamente el trabajo como realización del ser humano es anterior a la caída (Gén. 2:15). Porque… a dónde vas, no hay obras, ni cuentas. Como las obras de sabiduría, el Predicador también aprueba el trabajo como realización de la vida humana.

Comentario de 1ª Pedro 1:15-16: A continuación, el apóstol formula una exhortación. [15]. Más bien, así como es santo quien los llamó, sean santos en todo lo que hagan. Las palabras más bien introducen el aspecto positivo de este pasaje. Pedro informa a los lectores que Dios los ha llamado “de las tinieblas a su luz maravillosa” (2:9). Ahora son ellos los que han sido saca- dos del mundo; ellos son los escogidos (1:1–2; 2:9). En su amor electivo, Dios llama efectivamente a su pueblo a formar una nación santa (2:9). En suma, el llamamiento y la santidad son causa y efecto.

Dios llama a su pueblo a ser santo porque él mismo es santo. Entre las características de Dios, como él ha querido revelar, ninguna es más significativa que su santidad. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan más de su santidad que de cualquier otro atributo de Dios.96 El adjetivo descriptivo santo revela la pureza absoluta de Dios. Este adjetivo describe el estado y la acción del ser de Dios. Dios es sin pecado, no puede ser influenciado por ello, y en su santidad lo destruye.

Pedro ahora toma el concepto de la santidad y lo aplica a sus lectores: “Así como es santo quien los llamó, sean santos en todo lo que hagan”. Dios llama a su pueblo a salir de un mundo de pecado para entrar en una vida de santidad; y espera que cualquier cosa que hagamos, digamos o pensemos sea santa. La confesión diaria del cristiano debe ser:

Que no haya parte del día o de la noche

que de lo sagrado esté exento. —Horacio Bonar

Cuando Pedro dice: “Así como es santo quien los llamó, sean santos en todo lo que hagan”, espera que los creyentes sean imitadores de Dios en cuanto a la santidad. En su Sermón del Monte, Jesús presenta un mandamiento similar: “Sed por lo tanto perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt. 5:48). Y en otra ocasión dice, al predicar: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc. 6:36).

¿En qué se basa Pedro cuando exhorta los creyentes a evitar el pecado y esforzarse en la santidad? El abre las Escrituras y apela a la más alta autoridad. Ofrece confirmación de su enseñanza en las palabras dichas por Dios mismo.

Una confirmación

   [16]. “Pues está escrito: “Sean” santos porque yo soy santo”. Cuando Jesús fue tentado por Satanás, desarmó al maligno con la fórmula escrito está y citas apropiadas de la Escritura (véase Mt. 4:4, 7, 10). Satanás reconoció la autoridad de la Palabra de Dios, aun hasta el punto de (mal) citarla para su propio propósito. Esa autoridad volvió a Satanás incapaz de hacer caer a Jesús. Por eso la palabra escrita demanda respeto y obediencia.

Pedro toma esta palabra escrita de Levítico 11:44–45. Apela a Levítico, porque este libro se ocupa del tema de la santidad. Levítico enseña que el pueblo de Dios debe ser santo, porque Dios es santo. En realidad, el adjetivo santo aparece con mayor frecuencia en Levítico que en cualquier otro libro de la Biblia.

“Sean santos, porque yo soy santo”. Para el creyente, la santidad no termina con el perdón y la limpieza del pecado, sino que comienza con una vida activa de oposición al pecado. El pecador debe luchar por vivir en obediencia a Dios, demostrando así el significado de la palabra santo.

Consideraciones doctrinales acerca de 1:14–16

En el mundo, la palabra santo se usa más como interjección que como término que evoca reverencia y temor. Pero en los círculos cristianos llamamos a Jerusalén “la ciudad santa”, a las Escrituras “la santa Biblia” y a los sacramentos “santo bautismo” y “santa cena”. Cuando usamos el adjetivo santo o santa para describir algo o alguien, reconocemos una relación directa entre Dios y esa persona o cosa.

Lo que llamamos santo nosotros dedicamos a Dios, porque lo consideramos puro y, en ciertos casos, hasta perfecto. Pero vacilamos en llamar santa a una persona, porque el pecado ha destruido la perfección, y el ser humano nunca alcanzará la perfección durante su vida en la tierra. Y sin embargo, la Biblia nos llama santos; es decir, somos hechos santos por medio de Jesucristo (p. ej., Hch. 20:32; 26:18; 1 Co. 6:11; Heb. 10:10). Como santos, recibimos el llamado de Dios a una vida santa (Ef. 4:22–24; Co. 3:9–10; 1 Ts. 5:23–24; 1 Jn. 3:3). Es por eso que, como hijos santificados de Dios, oramos haciendo la siguiente petición: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mt. 6:9).

Referencias bíblicas: «Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio» (Filipenses1:27).

«¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.» (Stgo. 3:13).

«Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza»

(1ª Timoteo 4:12).

3er Titulo: Imprescindible limpieza, si nos hemos contaminado. Versículos 9 al 11. Y el día octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y el sacerdote ofrecerá el uno en expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a causa del muerto, y santificará su cabeza en aquel día. (Léase: 2ª a los Corintios 7:1. En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; 1° de Juan 1:9. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.).

   Números 6:9-11

Pero si alguien moría repentinamente en un momento “por él” (עליו , en su vecindario), y por lo tanto profanaba involuntariamente su cabeza consagrada, debía afeitarse la cabeza en el día de su purificación, es decir, en el séptimo día (véanse Números 19:11, Números 19:14, Números 19:16 y Números 19:19), no “porque tal impureza fuera atrapada y retenida más especialmente por el cabello”, como imagina Knobel, sino porque era la diadema de su Dios (Números 6:7), el ornamento de su condición, que fue santificado a Dios. Al octavo día, es decir, al día siguiente de la purificación legal, debía traer al sacerdote en el tabernáculo dos tórtolas o pichones de palomino, para hacer expiación por él (ver en Levítico 15:14). -15, Levítico 15:29., Números 14:30-31, y Números 12:8), por haber sido contaminado por un cadáver, al preparar uno como ofrenda por el pecado, y el otro como holocausto. -ofrecimiento; también debía “santificar su cabeza en ese mismo día”, es decir, consagrarla a Dios de nuevo, mediante el crecimiento libre de su cabello.

    2ª de Corintios 7:1 Teniendo, por lo tanto, estas promesas, mis amados amigos, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, y perfeccionemos [nuestra] la santidad en el temor de Dios.

a. «… por lo tanto, … mis amados amigos». El contenido de este versículo encaja con el contenido de todo el pasaje anterior (vv. 14–18) y es una conclusión oportuna, como evidencia la expresión, por lo tanto. Este versículo se relaciona bien con el pasaje del 11–13, en el que Pablo habla de su amor por los corintios y, a su vez, pregunta si es correspondido. Por esta razón se dirige a sus lectores con su cariñoso mis queridos hijos, que en traducciones más antiguas se vierte como «amados», dando a entender que los amaba (véase 12:19).

b. «Teniendo … estas promesas». Pablo afirma que tanto él como sus lectores son los beneficiarios de las promesas de Dios (cf. 2 P. 1:4). Enfatiza estas promesas, en el texto griego, al colocar la palabra estas al principio de la frase. Es decir, las garantías que ha mencionado en los versículos anteriores, son de Dios. Y la palabra de Dios es absolutamente cierta y veraz. Él cumplirá lo que ha prometido.

c. «Limpiémonos». Si las promesas son reales—y de hecho son—entonces es razonable que sus beneficiarios hagan el mayor esfuerzo posible por agradar al Dador de estas promesas. Por consiguiente, Pablo pronuncia una exhortación en la que se incluye a sí mismo y a sus colaboradores, para mostrar que ellos no están por encima de sus lectores: «Limpiémonos». Estas palabras son el claro reconocimiento, por parte de Pablo, de que él ha sido contaminado por el ambiente circundante del pecado.

   La exhortación no significa que una sola limpieza nos mantiene limpios para siempre; sino que debemos purificarnos constantemente. Los Reformadores hablaban del arrepentimiento diario como una forma de progreso en nuestra santificación. En otro lugar Pablo escribe que los corintios estaban lavados, santificados y justificados (1 Co. 6:11); pero el proceso de santificación es continuo, dado que la naturaleza humana es proclive al pecado.

Cuando los judíos se encontraban en una condición ceremonialmente impura, tenían que lavarse cada vez que tocaban algo impuro, y ningún sacerdote o levita podía entrar en el tabernáculo o en el templo sin haberse lavado antes (Éx. 30:20 21). El mismo principio se aplica al pueblo de Dios, que cuando entran en su sagrada presencia, deben purificarse confesando sus pecados. Pablo admite que él no es mejor que los corintios; también necesita limpiarse y purificarse (cf. 1 Ts. 4:7; 1 Jn. 3:3).

d. «De toda contaminación de carne y de espíritu». Queriendo incluir a toda clase de impurezas, Pablo decide usar el adjetivo toda. Aunque el sustantivo contaminación sólo aparece aquí en el Nuevo Testamento, el verbo contaminar aparece tres veces (1 Co. 8:7; Ap. 3:4; 14:4). Pablo recalca que la contaminación afecta tanto al cuerpo como al espíritu, es decir, a la persona en su totalidad. Si la contaminación se refiere al culto a los ídolos, entonces los que asistían a este tipo de cultos en los templos paganos, corrían el riesgo de contaminarse física y espiritualmente, ya que algunos de los ritos incluían a prostitutas. «El que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella» (1 Co. 6:16).

¿Qué tiene esto que ver con la iglesia de Corinto? Mucho, porque Pablo ya había preguntado antes en este mismo pasaje: «¿Qué acuerdo puede tener el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente» (6:16). Los creyentes de Corinto son el templo de Dios; Él mora con ellos y hace real su presencia andando entre ellos. Por eso, las palabras que se usan en el versículo 1 (limpiémonos, contaminación, santidad), «provienen directamente de las imágenes literarias del templo».70 Dios es un Dios celoso que no tolera a otros dioses antes que él (Éx. 20:3–5; Dt. 5:7–9). La referencia de Pablo a la carne y al espíritu debe interpretarse como la referencia a una persona completa al servicio de Dios (véase el paralelo en 1 Co. 7:34).71 Las palabras sugieren el significado de que una persona que es limpia en lo exterior, con respecto a la carne, y en lo interior, con respecto al espíritu, camina con Dios.

e. «Y perfeccionemos la santidad [nuestra] en el temor de Dios». Esta cláusula resuena la exhortación de Pablo: «Limpiémonos de toda contaminación». Usa el participio griego, en tiempo presente, epitelountes (perfeccionar) como exhortación a sus lectores: «Esforcémonos por lograr una perfecta santidad». Pablo describía a los creyentes corintios como «santificados en Cristo Jesús» (1 Co. 1:2; cf. 1 Ts. 3:13), e indica que Dios los hizo santos por la obra de su Hijo. Pero la santificación sigue siendo un proceso continuado, en el que los creyentes deben esforzarse asiduamente por una completa santidad. Incluso dice cómo debe hacerse: «en el temor de Dios». El temor y la reverencia a Dios promueven la motivación para perfeccionar la santidad del creyente. En presencia de Dios Padre, sus hijos deben vivir en este mundo como si fueran extranjeros, «en reverente temor» (1 P. 1:17).

Nuestra relación con Dios debe poseer un genuino respeto y una profunda reverencia. Así como el Padre es santo, nosotros también, como hijos suyos, debemos reflejar su santidad en nuestras vidas.

   1ª de Juan 1: 9. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo y nos perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda injusticia. El escritor exhibe un típico paralelismo semita. El versículo 8 es paralelo al versículo 6, y el versículo 9 es una repetición parcial y una explicación más amplia del versículo 7. Dado su mensaje afirmativo, el versículo 9 es uno de los pasajes más conocidos de esta epístola y aun de todo el Nuevo Testamento.

b. Afirmación. El texto consta de tres partes. La primera es la condición, la segunda la certeza y la tercera el cumplimiento.

“Si confesamos nuestros pecados”. Esta es la parte condicional de la oración que señala nuestro reconocimiento del pecado. Abierta y honestamente enfrentamos el pecado sin ocultarlo ni buscar excusas para el mismo. Confrontamos los pecados que hemos cometido, sin defendernos ni justificarnos. Confesamos nuestros pecados para demostrar arrepentimiento y renovación en nuestra vida. No se nos dice cuándo, dónde ni cómo confesar nuestros pecados, pero el arrepentimiento diario del pecado nos lleva a una confesión continua. Lo que Juan en realidad escribe es: “Si seguimos confesando nuestros pecados”. Escribe la palabra pecados (en plural) para indicar la magnitud de nuestras transgresiones.

“Él es fiel y justo”. Aquí tenemos la certeza. Dios es fiel a sus promesas. Es “un Dios fiel que no hace el mal, recto y justo es él” (Dt. 32:4). No nos regaña ni rechaza; no se impacienta: tampoco falta a su palabra. La única condición que Dios requiere para el perdón es que confesemos nuestros pecados. Fiel a las promesas hechas al pueblo de su nuevo pacto, Dios declara: “Perdonaré su maldad y no recordaré nunca más sus pecados” (Jer. 31:34, Heb. 8:12; 10:17).

“[El] nos perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda injusticia”. Nótese el cumplimiento. Aunque los traductores ponen los verbos en tiempo futuro como si los acciones de perdonar y purificar tendrán lugar en el futuro, el texto griego dice que Dios en realidad perdona y purifica de una vez y para siempre. El primer verbo, perdonar, describe la acción de cancelar una deuda y restaurar al deudor. El segundo verbo, limpiar, se refiere a santificar al pecador perdonado de modo tal que queda tener comunión con Dios. Dios toma la iniciativa, puesto que nos dice: “Venid, razonemos juntos … Aunque vuestros pecados son como la escarlata, serán tan blancos como la nieve; aunque son rojos como la púrpura, serán como la lana” (Is. 1:18).

   Referencias Bíblicas: «¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?» (Hebreos 9:14.)

«pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.» (1ª Juan 1:7).

«Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.» (S. Juan 13:9).

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf:Domingo 18 de febrero de 2024

Domingo 28 de enero de 2024. “Procedimiento Justo De Dios Que Revela La Verdad”

Lección: Número 5:16 al 22. Y el sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. Luego tomará el sacerdote del agua santa en un vaso de barro; tomará también el sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el agua. Y hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las aguas amargas que acarrean maldición. Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; más si te has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado contigo alguno fuera de tu marido (el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén. 

   Comentario general del contexto Bíblico: (La prueba, 5:16–22). Como hay algo de repetición en este pasaje, algunos han pensado que hay una combinación aquí de relatos de dos fuentes diferentes, pero es mejor ver esta repetición como una característica del estilo del escritor hebreo (ver Introducción, ESTILO LITERARIO).

   El sacerdote lleva a la mujer delante de Jehovah (v. 16) probablemente enfrente del altar en el atrio del tabernáculo. Mezcla en una vasija de barro agua santa (¿de la fuente cerca del altar?) con polvo del suelo del tabernáculo (v. 17). El polvo también sería considerado santo por su asociación con el tabernáculo. El sacerdote suelta el cabello de la mujer, probablemente como una señal de vergüenza o aun de contaminación. Conjura a la mujer con la maldición del agua amarga (o agua de prueba, v. 19). Si ella no ha pecado, el agua no le hará ningún daño, pero si ha cometido adulterio, le producirá síntomas físicos al tomarla, (vv. 19–21). Al decir Amén, amén (“¡Que así sea!”, v. 22), ella acepta el conjuro. El significado de hinchar el vientre y aflojar el muslo no es del todo claro, pero muchos creen que significa que ella experimentará un aborto, y quizás nunca más podrá tener hijos (ver 44. 22, 27, 28).

    Definición de Maldición – (Diccionario Perspicacia): Varias palabras hebreas y griegas de la Biblia que se traducen por el término “maldición” o expresiones similares comunican la idea básica de desear o pronunciar el mal contra alguien.

   La primera maldición la pronunció Dios, después de la rebelión edénica, contra el instigador de aquella rebelión mediante el agente que este había empleado: la serpiente. (Génesis 3:14, 15) Esta maldición tenía que terminar en su destrucción. Al mismo tiempo se maldijo el suelo por causa de Adán, lo que resultaría en que produjera espinos y cardos, pero no en su destrucción. (Génesis 3:17, 18) La maldición que Jehová dirigió contra Caín lo condenó a una vida de fugitivo. (Génesis 4:11, 12).

   Maldición – (Hispano-Americano de la Misión): Es una declaración en la que una persona invoca a un poder sobrenatural para que produzca daño sobre lo que se maldice (persona o cosa). Es lo opuesto a bendición, gen. apelando al poder de Satanás en lugar del poder de Dios.

   El poder no está en las palabras que se usan sino en el ser sobrenatural que las ejecuta. La Biblia habla de la autoridad que tiene el ser humano para invocar poderes sobrenaturales de esta manera. El vocablo aparece muchas veces en la Biblia, donde se exhorta a bendecir y no maldecir (Lucas 6:28) «bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian». (Romanos 13:14) «sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne». Uno mismo puede maldecirse (Mateo 27:25) «Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos». En las maldiciones son muy frecuentes en la religiosidad popular, el ocultismo, la brujería y los cultos populares.

   La oración de intercesión es importante para romper con todo tipo de maldición, usando la autoridad que el cristiano tiene en el nombre de Cristo.

    Romanos 3:14 dice: “Su boca está llena de maldición y de amargura” Maldecir es propio de un incrédulo. Maldecir es el fruto de un corazón entregado al pecado. … En el mundo en el cual vivimos, es inevitable que alguien nos maldiga, pero como creyentes, no debemos responder con maldición a los que nos maldicen.

    ¿Qué pasa si maldices según la Biblia?

– Cuando alguien te maldice Dios siempre te bendice.

   Toda maldición será anulada con abundantes bendiciones que el Señor derramará sobre ti. No hagas caso ni te detengas a discutir o a refutar al enemigo que te maldice, porque ninguna de esas maldiciones tendrá efecto.

   ¿Cuál es el significado de maldecir?

  1. Sentir o expresar irritación o enfado contra una cosa, una situación o una persona maldigo la hora en que lo decidí.

   Aporte: ¿Cómo entender la ley de los celos en Números?: Una práctica común en las culturas del Antiguo Medio Oriente era la “ordalía”, o el “juicio de Dios”. Consistía en un ritual mediante el cual se pretendía demostrar la inocencia o culpabilidad de una persona por medio de prácticas que involucraban fuego o agua.

   Por ejemplo, para saber si alguien había robado o no, le obligaban a sujetar hierro candente con las manos, o bien, le obligaban a permanecer determinado tiempo bajo el agua. Si la persona juzgada no se quemaba con el hierro candente o no salía ahogada, entonces se entendía que era inocente. Se creía que la deidad que la juzgaba le había rescatado de las consecuencias del crimen, concediéndole absolución de cualquier cargo que se hubiese presentado en su contra.

   Esta práctica siguió hasta la Edad Media, y se dejó de realizar porque no era una forma correcta de juzgar a alguien. Muchas veces se incurrió en situaciones inhumanas que ocasionaron la muerte de personas inocentes.

   Esta es una de las razones por las que nos resulta tan raro leer Números 5:11-31. Allí encontramos el relato de cómo Dios instituye la forma en que los israelitas debían lidiar con los casos de sospecha de adulterio por parte de una esposa hacia su esposo. Es un pasaje conocido como la “ley de los celos”. ¿Cómo entender este texto?

   Diferencias con la ordalía

    Primero, es importante entender las diferencias entre lo que vemos en Números y la ordalía que practicaban los otros pueblos de la antigüedad.

   En el relato bíblico, la institución del procedimiento ordenado por Dios no pone en riesgo la vida de la mujer. Por otro lado, en los otros pueblos de aquella época, la vida de la persona llevada a juicio era expuesta a peligros que podían ocasionar la muerte.

   La “ley de los celos” nos muestra que nuestro Dios es misericordioso y actúa sobrenaturalmente.

   Además, mientras alguien que fuera sumergido en agua por tiempo indefinido no sería rescatado por un falso dios, o alguien que metiera la mano al fuego no saldría sin quemadura alguna, seguir la instrucción en Números y beber el agua que el sacerdote daría a tomar no ocasionaría ningún daño en caso de inocencia. Esto nos muestra que nuestro Dios es misericordioso y actúa sobrenaturalmente.

   Más aún, aunque este artículo no es una disertación sobre los derechos de la mujer, vale señalar que, para el contexto cultural, geográfico, e histórico de su época, la ley hebrea es muy innovadora por encima de la legislación de los pueblos circundantes. Por ejemplo, mientras que en otros sistemas legales la mujer era solo una especie de “accesorio” o “ciudadano de segunda categoría”, para Israel ya las mujeres podían heredar a título personal (Nm. 27:1-8; Jos. 17:3-4). Esto da evidencia de un Dios que dignifica a la mujer y que, como vemos en la “ley de los celos”, extiende misericordia a través de la presunción de inocencia.

   Es evidente, entonces, que Dios actuaba sobrenatural y directamente en el pueblo de Israel, como vemos en la “ley de los celos”. Un ejemplo de este actuar de Dios lo vemos en Josué 7:10-25, en el relato del pecado de Acán. Él fue juzgado por Dios y sentenciado a muerte, ya que por su responsabilidad el pueblo había sido derrotado.

   Podemos ver, pues, que Dios tuvo una interacción especial con el pueblo de Israel, en una época en que Israel se estaba consolidando como nación bajo la teocracia. Pero como veremos a continuación, para la Iglesia hay algo más grande.

   El pentateuco en su contexto

   Lo más importante de todo esto es recordar que el Pentateuco no son libros de instrucción jurídico-legal de aplicación para todos los pueblos de la tierra, en distintos espacios geográficos y tiempo. Esta llamada “ley de los celos” ya tuvo su aplicación en un determinado lugar y momento de la historia.

   A la luz del Nuevo Testamento, aprendemos también que la ley dada al pueblo hebreo apuntaba a algo (alguien) más grande: Cristo Jesús, unigénito de Dios, quien la cumplió a cabalidad, sin falta y excepción alguna (Mt. 5:17-18. No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.). Por lo tanto, para nosotros, la ley acerca de los celos queda como un registro de una sombra que ya pasó para dar paso a la realidad del Nuevo Pacto que ahora disfrutamos.

   El Pentateuco fue el código de conducta civil, penal, y más importante, ceremonial, para el pueblo de Israel. Esto sucedió en una determinada época y debido al trato directo de Dios con ellos, con el fin de quitar el pecado de en medio de ellos.

   Es a Cristo, nuestra justicia (1 Co. 1:30. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.), a quien en última instancia todo esto apuntaba. Hoy nosotros podemos ser beneficiarios de lo que ya se hizo en la Cruz del Calvario. Que nuestra vista siempre pueda dirigirse al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Pensamiento Por Pablo Gutiérrez).

   La Ofrenda de Celos (Aporte de David Alves Jr.)

   Esta porción de la ley de Moisés aplicaba para casos en los que un hombre sospechaba que su esposa le había sido infiel. Si venía sobre él espíritu de celos al sospechar que su esposa había cometido adulterio, pero no había evidencia ni testimonio al respecto, él tenía el derecho de llevarla al sacerdote.

   Antes de continuar, aclaremos dos cosas. Primero, en estos casos, no había la seguridad de que la mujer había sido infiel. La ley de Moisés establecía que los Israelitas al cometer adulterio debían morir cuando había testigos (Dt. 22:22-25). Segundo, el “espíritu de celos” no era un demonio que poseía al individuo. La palabra “espíritu” en Hebreo puede referirse a muchas cosas. Uno de sus usos es en cuanto a emociones que podemos sentir como humanos, como pueden ser: valentía, impaciencia, enojo, vigor, etc.… En otras palabras, cuando habla del “espíritu de celos”, es porque el hombre veía algo que le hacía pensar que su esposa le había sido infiel y esto le generaban emociones.

   Aunque parezca extraño, pero aún en esta ley, también encontramos mucho acerca de nuestro Señor. Vamos a hallar las virtudes y los dolores de nuestro Salvador en distintas cosas que se hacían en la situación que estamos considerando en un matrimonio.

   Los pasos que se seguían en el santuario de Dios, determinarían si la mujer era culpable o inocente. Una de las cosas que Dios quería hacer era indudablemente salvar matrimonios, donde los celos y la sospecha estaban causando distanciamiento.

   La posible infidelidad en estas parejas, alude a la infidelidad de Israel a Jehová como su esposa y también al rechazo que nosotros los gentiles en un tiempo manifestamos a Dios. En el antiguo testamento, Dios habla de los celos que tuvo por la infidelidad que le mostró Israel. Lo mismo sucede con nosotros (1 Co. 10:22; 2 Co. 11:2). Él está buscando adoradores que le sirvan y alaben de todo corazón. Quiere que todo nuestro afecto sea puesto solamente en él.

   Dios pidió que el esposo y la esposa presentaran una ofrenda de harina que es mencionada en Levítico 2:1-17; 6:14-18. Debía estar compuesta de una décima parte de una Efá de harina de cebada. En esas otras citas no se especifica que tenía que ser harina de cebada, pero en el caso que estamos estudiando, sí se menciona que tenía que ser con ese ingrediente. En la ofrenda de harina de cebada, vemos a Cristo ofreciéndose a Dios como una ofrenda (Ef. 5:2; Heb. 9:14), para remediar nuestra infidelidad hacia su Padre. Llama la atención que la historia de amor entre Rut y Booz se llevó a cabo en campos de cebada. Al pensar en la cebada, sin duda podemos meditar en el sacrificio y en el amor de Cristo hacia nosotros.

   Normalmente la ofrenda de harina era ofrecida con aceite e incienso, pero cuando había sospecha de infidelidad, no podía llevar esos ingredientes. Ambos dan un sabor y aroma agradable. Cuando posiblemente se había cometido adulterio, Dios pide que no se agreguen a la harina esos dos ingredientes porque era una “ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado”. No hay nada dulce ni placentero en el pecado. Todo es amargo. Aquí vemos como el Señor Jesucristo probó lo amargo que es el pecado al llevar nuestras transgresiones sobre sí mismo en la cruz. Para nosotros es la dulzura, porque para él fue la amargura.

   El sacerdote hacía que la mujer se pusiera de pie delante de Dios. Tomaba un vaso de barro que llenaba con agua santa y juntaba polvo del suelo del tabernáculo para mezclarlo en el agua. El cabello de la mujer era descubierto o soltado. Lo mismo se hacía con el leproso para indicar su inmundicia (Lv. 13:45). El sacerdote ponía en las manos de la mujer la ofrenda de celos. El siervo de Dios pronunciaba conjuración en donde entreveía que este acto determinaría si la mujer quedaría libre al ser inocente ó ser maldecida al ser culpable. Anunciaba que al beber la mujer el agua, si realmente había cometido fornicación, su muslo se caería y su vientre se hincharía. La mujer a esas solemnes palabras respondía: Amén, Amén. El sacerdote escribía las maldiciones en un libro y las borraba con las aguas amargas en el vaso de barro.

   Debemos detenernos porque en todo esto hay mucho acerca del Señor Jesús. El vaso de barro habla de nuestra fragilidad y propensión al pecado. Claro contraste a la intocable incorruptibilidad de Cristo. El polvo en el agua, trae dos cosas a nuestra mente. Era polvo del santuario de Dios, así que habla de su santidad porque él allí moraba. En la cruz de Cristo, al ver el horroroso castigo que fue desatado sobre él, vemos el carácter santo de Dios. Él no podía ignorar nuestro pecado, así que él hizo que su Hijo los pagara en nuestro lugar. Por esta misma razón, tuvo que desamparar a Jesucristo durante esas tres horas en tinieblas. El polvo también representa cómo el Señor eterno se identificó con los pecadores al morir. La muerte es consecuencia del pecado. Dios le dijo a Adán, después de que pecó, que tendría que regresar al polvo del que había sido formado (Gn. 3:19). David escribió sobre el Señor: “Me has puesto en el polvo de la tierra” (Sal. 22:15). Probó la muerte, para que nosotros tengamos vida eterna. El agua borrando las maldiciones escritas en el libro, sin duda es Cristo siendo hecho maldito sobre el madero (Gál. 3:13) para sacarnos de la maldición de la ley.

   El sacerdote tomaba la ofrenda de sus manos para ofrecerla delante del altar y un puño de la harina era quemado sobre el altar. Hay cosas en Cristo que nosotros no logramos apreciar y que únicamente su Padre puede disfrutar. Este lo vemos en la ofrenda siendo mecida y quemada delante de Dios. Nuestra responsabilidad es aprender lo más que podamos acerca de él.

   Llegaba entonces la hora de la verdad, ahora tocaba a la mujer beber del agua. La mujer tomaba el agua y su mismo cuerpo indicaba si había o no pecado. Al no haber cambios físicos en la mujer, quedaba manifiesto que no tenía que llevar su pecado.

   Hay un análisis que el Señor hace con nosotros para ver si le amamos enteramente a él o si le estamos siendo infieles. ¿Se acuerda de la conversación que tuvo Cristo con Simón Pedro después de que le negó? Esa misma plática quiere tener el Señor Jesús con cada uno de nosotros. En Juan 21, Cristo después de haber resucitado, le preguntó tres veces a Pedro si le amaba. ¿Cómo le contestaríamos nosotros al que nos amó hasta la muerte si él nos hiciera las mismas preguntas? Dios quiera que podamos decir sinceramente como dijo Pedro:” Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo”.

   Texto de referencias: «Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho.» (Genesis 8:21).

En el creyente nacido de nuevo no debe haber celos: 1ª de Cor. 3:3. «porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?»

Texto: «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.». (Hebreos 4:12).

   Comentario del texto: 4. Porque en cierto lugar él ha hablado del séptimo día con estas palabras: “Y el séptimo día Dios reposó de toda su obra”.

    Una vez antes, en 2:6, el escritor se ha expresado indefinidamente acerca de un pasaje de las Escrituras. Hace esto de modo deliberado para centrar la atención en las palabras mismas y no en la ubicación precisa de la referencia. Cualquier lector sabe que una referencia al séptimo día proviene del relato de la creación en Génesis. Las palabras citadas son, sin embargo, más importantes: “Y el séptimo día Dios reposó de toda su obra”.

   El término reposo merece atención, en especial si pensamos en las palabras de Jesús cuando los judíos lo persiguieron por curar a un inválido el día de reposo: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo” (Jn. 5:17). El reposo no significa inactividad para Dios; es más bien una cesación de la obra de la creación. Dios continúa disfrutando de su reposo ahora que la obra de su creación ha sido completada.

   Sustentado en la fuerza combinada de los dos pasajes del Antiguo Testamento—uno del Salmo 95 y otro de Génesis 2:2—el escritor llega a la conclusión de que solamente aquellas personas que creen entran en el reposo de Dios. Este reposo se ha convertido, sin duda, en una realidad para el creyente. Los incrédulos no tienen acceso al reposo que Dios otorga, ya que al despreciar la Palabra de Dios han perdido el privilegio de entrar a su reposo.

    Nótese la repetida referencia del escritor al solemne juramento que Dios hizo: “Ellos nunca entrarán en mi reposo” (Heb. 3:11, 18 [con leves variantes]; 4:3, 5). Esta repetida advertencia no debe ser tomada a la ligera por el lector. Y nadie podrá decir jamás: “A mí nunca me va a pasar”. Si los israelitas, al entrar en la tierra de Canaán, hubiesen prestado atención a las palabras dichas por Moisés (Dt. 28:1–14) y hubiesen obedecido los mandamientos de Dios, habrían sido receptores de todas las bendiciones que Dios había prometido. Hubieran sido honrados por sobre todas las naciones de la tierra, y habrían disfrutado de reposo por vivir en el favor y gracia de Dios. Para ellos, la vida en Canaán hubiese significado vivir en la presencia de Dios. Pero una generación después de la muerte de Josué y de los ancianos que le sobrevivieron, el pueblo le dio las espaldas al Dios de sus padres (Jos. 2:10), y la promesa de Dios se transformó en una amenaza y en una maldición. Es por tal razón, vívidamente documentada por hechos históricos, que el escritor de Hebreos repite el versículo Ellos nunca entrarán en mi reposo.

1er Titulo: Dios ordena al sacerdote, como debe actuar frente al espíritu de celos. Versículos 16 al 18. Y el sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. Luego tomará el sacerdote del agua santa en un vaso de barro; tomará también el sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el agua. Y hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las aguas amargas que acarrean maldición. (Léase: Deuteronomio 6:17. Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado.).

   Comentario de Números 5:16-18: El sacerdote tenía que acercarla al altar en el cual él estaba de pie, y colocarla delante de Jehová, quien se había declarado presente en el altar, y luego tomar agua bendita, probablemente agua de la pila delante del santuario, que servía para fines sagrados (Éxodo 30:18), en una vasija de barro, y echaba en ella polvo del suelo de la vivienda. Entonces él había de soltar el cabello de la mujer que estaba de pie delante de Jehová, y poner la ofrenda de los celos en sus manos, y sosteniendo el agua en su propia mano, para pronunciar un juramento solemne de purificación delante de ella, que ella tenía que apropiarse a sí misma por un amén confirmatorio, amén. El agua que el sacerdote había preparado para que bebiera la mujer, se tomaba del santuario, y se echaba en ella el polvo del suelo de la vivienda, para impregnar esta bebida con el poder del Espíritu Santo que moraba en el santuario. El polvo fue esparcido sobre el agua, no para indicar que el hombre fue formado del polvo y debe volver al polvo nuevamente, sino como una alusión al hecho de que la serpiente se comió el polvo (Génesis 3:14) como la maldición del pecado., y por lo tanto como el símbolo de un estado que merece una maldición, un estado de la más profunda humillación y desgracia (Miqueas 7:17; Isaías 49:23; Salmo 72:9). Sobre la misma base, se eligió una vasija de barro; es decir, uno bastante inútil en comparación con el de cobre. El soltarse el cabello de la cabeza (ver Levítico 13:45), en otros casos un signo de luto, debe ser considerado aquí como una remoción o desprendimiento del tocado femenino, y un símbolo de la pérdida del cabello propio. ornamento de la moralidad femenina y de la fidelidad conyugal. Durante la administración del juramento, la ofrenda fue puesta en sus manos, para que pudiera traer el fruto de su propia conducta ante Dios, y entregarlo a Su santo juicio. El sacerdote, como representante de Dios, tenía en su mano la vasija con el agua en ella, que se llamaba “agua de amargura, la que trae maldición”, por cuanto, si el delito que se le imputaba era fundado, traería sobre la mujer un amargo sufrimiento como la maldición de Dios.

   La instrucción de los hijos, Deuteronomio 6:20–25. Los hijos de Israel, como herederos de los patriarcas, estaban incluidos en la promesa del pacto. Por eso, cada israelita debía ser instruido por sus padres. La continuidad de la fe dentro de la comunidad del pacto y el futuro de la comunidad de fe dependía de la enseñanza que los padres impartían a sus hijos. Los padres debían enseñar a sus hijos la obra salvadora de Jehovah en la liberación de Israel de Egipto y los deberes que correspondían a cada israelita.

   La pregunta que el niño hace a su padre es parte del ritual de la pascua (Éxo. 12:21–27; 13:1– 10; 11–16). El propósito de enseñar a cada israelita la experiencia de Israel en el éxodo de Egipto era la de conservar en la memoria de las futuras generaciones lo que Jehovah había hecho en Egipto para rescatar a su pueblo. La respuesta que el padre da a su hijo es parte de la confesión de fe de Israel. En 6:21–25 esa respuesta es un recital de la gran obra de salvación hecha por Jehovah, desde la redención de Israel de la esclavitud de Egipto hasta la entrada en la tierra prometida. Hay comentaristas que afirman que esta respuesta era una actualización de la obra salvífica de Jehovah que un padre transmitía a su hijo y está relacionada con el credo israelita que aparece en 26:5–9 y Josué 24:2–13.

    Las señales y los grandes prodigios (v. 22) incluyen no solamente la demostración de poder en Egipto sino también todas las señales hechas en el desierto durante los 40 años de peregrinación. La redención de Israel será completa cuando la promesa hecha a los patriarcas se cumpla con la conquista de la tierra de Canaán.

   Por medio de su obediencia a la torah de Jehovah, Israel heredaría la tierra prometida y la obediencia a la palabra de Dios sería la justicia de Israel. Justicia (v. 25) describe una relación verdadera y personal con Jehovah. Cuando Abraham creyó en Dios él fue justificado (Gén. 15:6). La completa obediencia a los preceptos de Dios justifica a Israel porque la obediencia de Israel produce una relación verdadera con Dios.

2° Titulo: La inocencia libra del castigo. Versículo 19. Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición. (Léase: Proverbios 11:3. La integridad de los rectos los encaminará; Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.  ▬ Proverbios 13:6. La justicia guarda al de perfecto camino; Mas la impiedad trastornará al pecador.).

    Comentario de Proverbios 11: El v. 3 habla de dos características del hombre, la integridad y la perversidad. La integridad es la característica de ser maduro y realizado que da seguridad al recto. Por otra parte, la perversidad (ver 10:23) va a destruir al traicionero. Así los hombres se proyectan o se destruyen basados en su propio carácter. Hay un carácter que da seguridad y hay otro que no tiene futuro.

   Comentario de Proverbios 13:6. El v. 6 muestra cómo la justicia “vigila o guarda” al “íntegro o maduro del camino” (ver 10:29). Y, por otra parte, la maldad o el pecado (vocablo hebreo para “pervertir”, “torcer” o “trastornar” en 16:3; 19:3; 21:12) arruina al pecador. Por ello, la justicia es la “protectora” para el hombre maduro o íntegro, mientras la maldad es “enemiga” (trastornadora) del pecador.

   Referencias de inocencia: Salmo 73:13. «Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón. Y lavado mis manos en inocencia»

   Salmo 26:6. «Lavaré en inocencia mis manos. Y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová,»

   Daniel 6:23. «Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.

   Pregunta: “¿Cuál es el castigo bíblico para el adulterio?” (GotQuestions.org/Español).

   Respuesta: Antes de responder a esta pregunta, es importante aclarar una diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Bajo la ley del Antiguo Pacto, entregada al antiguo Israel bajo una teocracia, el castigo por el adulterio era la muerte (Levítico 20:10). En el Nuevo Testamento, Jesús puso en vigor una nueva ley. La paga del pecado sigue siendo la muerte eterna (Romanos 6:23), pero el adulterio ya no conlleva la pena de muerte civil. Los cristianos de hoy no viven bajo la antigua teocracia y no se les manda hacer daño a los que pecan.

   La ley del Antiguo Testamento enumera una serie de comportamientos que se castigaban con la muerte, incluido el adulterio. “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” (Levítico 20:10). Es importante señalar que el castigo era el mismo para ambas partes implicadas. No había un doble estándar que permitiera los coqueteos del hombre; él era castigado junto con la mujer. Esta ley y otras relativas a la inmoralidad sexual en Levítico 20 están vinculadas a la necesidad de la total separación moral de Israel de otras naciones. Los cananeos habían sido conocidos por su libertinaje sexual, entre otras cosas, y Dios quería que Israel fuera santo, o “apartado”, de ellos (versículos 22-24). Nuevamente, esta ley fue dada a Israel como parte del Pacto Mosaico. La iglesia no es Israel, y no estamos viviendo bajo el Antiguo Pacto.

   «Hoy en día, la Biblia no recomienda ningún castigo para el adulterio». Sin embargo, el acto de adulterio conlleva su propio castigo. El pecado sexual es una ofensa cometida contra el propio cuerpo (1 Corintios 6:18). El libro de Proverbios advierte de las consecuencias del adulterio: pérdida de honor y fuerza (Proverbios 5:9-11), reputación arruinada (Proverbios 5:14), esclavitud y muerte (Proverbios 5:22-23), autodestrucción (Proverbios 6:32) y la venganza de un marido celoso (Proverbios 6:34). “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare” (Proverbios 6:27-29).

   En los Proverbios también se describe el carácter del adúltero: se le llama simple y falto de entendimiento (Proverbios 7:7) y se le compara con un animal atrapado en una trampa y luego sacrificado (Proverbios 7:22-23). “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace” (Proverbios 6:32). Por último, el autor del proverbio llega a esta conclusión terriblemente sombría sobre el adulterio: “Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte” (Proverbios 7:26-27).

   Basta con leer estas advertencias de Proverbios para infundir temor en el corazón de cualquiera. Por muy drástica que parezca la ley del Antiguo Testamento en cuanto al castigo por el adulterio, las consecuencias espirituales son aún peores. Afortunadamente, el pecado de adulterio no está exento de la promesa de perdón de Jesús. Sólo tenemos que mirar la historia de Juan 8 sobre el encuentro de Jesús con una adúltera -sorprendida en el acto y arrastrada ante Él por los fariseos- para ver el corazón de Dios hacia el que está preso en la trampa del pecado. Los fariseos están listos y deseosos de imponer un castigo despiadado a la mujer (pero no al hombre), y Jesús los reprende recordándoles que son tan pecadores como ella. Luego, cuando todos se han alejado de la escena, le pregunta suavemente: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:10-11).

   Jesús está lleno de gracia y verdad (Juan 1:14). Le dice a la mujer que deje de cometer adulterio y la perdona. Este es un cuadro maravilloso de Juan 3:17: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. El castigo por el adulterio, o por cualquier otro pecado, se borra cuando aceptamos que Cristo haya asumido ese castigo por nosotros.

3er Titulo: Pecar deliberadamente acarrea maldición. Versículos 20 al 22. más si te has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado contigo alguno fuera de tu marido (el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén. (Léase: Hebreos 10:26 y 27. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.).

   Comentario de Números 5:19-22: El juramento que el sacerdote le pidió que hiciera se llama, en Números 5:21, האלה שׁבעת, “juramento de maldición” (ver Génesis 26:28. Y ellos respondieron: Hemos visto que Jehová está contigo; y dijimos: Haya ahora juramento entre nosotros, entre tú y nosotros, y haremos pacto contigo.); pero ante todo presupone la posibilidad de que la mujer sea inocente, y contiene la seguridad de que en ese caso el agua maldita no le haría daño. “Si ningún (otro) hombre se ha acostado contigo, y no te has apartado para unirte (טמאה, acus. de definición más precisa, como en Levítico 15:2, Levítico 15:18), bajo tu marido”, es decir, como esposa sujeta a tu esposo (Ezequiel 23:5. Y Ahola cometió fornicación aun estando en mi poder; y se enamoró de sus amantes los asirios, vecinos suyos; ▬ Oseas 4:12. Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar), “entonces mantente libre del agua de amargura, esta maldición”, es decir, de los efectos de esta agua de maldición. El imperativo es signo de cierta seguridad (cf. Génesis 12,2. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.; ▬ Génesis 20,7. Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos.). “Pero si te has apartado de tu marido, si te has contaminado, y un hombre te ha dado su simiente junto a tu marido,” … (el sacerdote procederá a decir; este es el significado de la repetición de לא … והשׁבּיע, Números 5:21), “Jehová te pondrá por maldición y por juramento entre tu pueblo, haciendo caer tu cadera y tu vientre hinchado; y esta agua que trae maldición entrará en tus entrañas, para hacer que el vientre se desvanezca y la cadera se caiga.” A este juramento que se pronunció ante ella, la mujer debía responder: “verdadero, verdadero”, o “verdadero, verdadero”, y así confirmarlo como hecho por ella misma (cf. Deuteronomio 27:15. Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén. ▬ Nehemías 5:13. Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su trabajo a todo hombre que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió toda la congregación: ¡Amén! y alabaron a Jehová. Y el pueblo hizo conforme a esto.). No se puede determinar con certeza cuál era la naturaleza de la enfermedad amenazada en esta maldición. Michaelis supone que es hidropesía del ovario (hydrops ovarii), en la que se forma un tumor en el lugar del ovario, que puede incluso hincharse hasta contener 100 lbs. de líquido, y con el cual el paciente se vuelve terriblemente demacrado. Josefo dice que es hidropesía común (hydrops ascites: Ant. iii. 11, 6). En cualquier caso, la idea de la maldición es esta: Δι ̓ ὧν γὰρ ἡ ἁμαρτία διὰ τούτων ἡ τιμωρία (“el castigo vendrá de la misma fuente que el pecado”, Teodoreto). El castigo era responder exactamente al crimen y recaer sobre los órganos corporales que habían sido los instrumentos del pecado de la mujer, a saber, los órganos del parto.

    Hebreos 10:26 y 27: El olvidarse de la congregación en su culto a Dios lleva a serias consecuencias. El escritor advierte a los creyentes que la secuela de pecar deliberadamente es “caer en las manos del Dios vivo” (10:31). 26. Si deliberadamente continuamos pecando después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, 27 sino solamente la horrenda expectación de juicio del fuego furioso que consumirá a los enemigos de Dios.

   La palabra deliberadamente está en primer lugar en el griego original, y por ser la primera palabra de la oración recibe todo el énfasis. Este término aparece solamente dos veces en el Nuevo Testamento, aquí y en 1 Pedro 5:2. Se refiere a algo hecho intencionalmente.

   En el Antiguo Testamento se establece la distinción entre pecados cometidos intencionalmente y no intencionalmente. Estos últimos pueden ser perdonados; los otros no. Moisés escribe: “Pero cualquiera que peque de modo desafiante, trátese ya de un nativo o extranjero, blasfema al Señor, y esa persona será cortada de su pueblo (Nm. 15:30; véanse también Lv. 4:2, 22, 27; 5:15, 18; Nm. 15:24 acerca de pecados involuntarios).

   El escritor de Hebreos es bastante específico. El escribe acerca de la persona que peca intencionalmente y que continúa haciéndolo en abierta rebelión contra Dios y su Palabra. Para llegar a sus lectores de modo pastoral, se incluye él mismo en la advertencia en contra de pecar desafiantemente. No está hablando del creyente que cae en pecado involuntariamente y halla perdón en la gracia y misericordia de Dios. El apunta más bien al mismo pecado que Jesús llama pecado contra el Espíritu Santo (Mt. 12:32; Mr. 3:29) y que Juan describe como “el pecado que lleva a la muerte” (1 Jn. 5:16). A pesar de emplear diferentes términos, el escritor repite virtualmente el mismo pensamiento que expresara en 3:12 y en 6:4–6, donde habla de caer y apartarse del Dios vivo.

   Aquellos que se apartan de Dios y que “han recibido el conocimiento de la verdad” nunca podrán decir que pecaron por ignorancia. La frase conocimiento de la verdad tiene que ver con la revelación de Dios en general y con el evangelio en particular (véanse 1 Ti. 2:4; 2 Ti. 2:25; 3:7; Tit. 1:1). Los que en el pasado recibieron esta verdad, pero que ahora se han volcado en contra de Dios y de su revelación, carecen de excusa. Nada puede salvarlos. Ellos saben que el sacrificio de Cristo es el único sacrificio que quita el pecado. Si ellos deliberadamente rechazan a Cristo y a su obra expiatoria, rechazan la salvación. Para ellos, dice el escritor, “no queda sacrificio por el pecado”.

   ¿Qué es entonces lo que queda? “Solamente la horrenda expectación de juicio y del fuego furioso que consumirá a los enemigos de Dios”. Una decisión en contra de Cristo que se toma deliberadamente sólo puede resultar en juicio. Y el juicio no es meramente algo que sucederá al fin de los tiempos. Ahora mismo se están reuniendo y presentando evidencias ante el jurado como preparación para el día del juicio. ¡Y esa sí que es una horrenda expectación!

   El énfasis recae sobre el adjetivo horrenda. La palabra ocurre tres veces en el Nuevo Testamento, y todas están en esta epístola (10:27, 31; 12:21). Este adjetivo se traduce “terrible”, “horrenda” y “aterradora”. En las tres ocasiones su uso tiene que ver con enfrentarse con Dios. El pecador no puede escapar al juicio de Dios y, a menos que haya sido perdonado en Cristo, enfrentará a un Dios airado en ese horrendo día.

   No es sólo el juicio lo que le espera al pecador que recibirá el veredicto, sino también la ejecución de ese veredicto. El escritor describe vívidamente tal ejecución como un fuego furioso que consumirá a todos aquellos que han escogido ser enemigos de Dios. En realidad, lo que dice es un eco de las palabras de la profecía de Isaías: “Que el fuego reservado para tus enemigos los consuma” (Is. 26:11).

    Definición de amancillar: El significado bíblico de amancillar es uno que ha generado cierta controversia y debate entre los estudiosos de la Biblia. Esta palabra aparece en varios pasajes de las Escrituras y se refiere a la acción de manchar o ensuciar algo, especialmente en un sentido moral o espiritual. En este artículo exploraremos el significado, la etimología y el origen de esta palabra en el contexto bíblico.

   La palabra amancillar proviene del latín “maculare”, que significa “manchar” o “ensuciar”. En la Biblia, esta palabra se encuentra en diferentes contextos y se utiliza para describir tanto acciones cometidas por los seres humanos como por entidades espirituales.

   En el Antiguo Testamento, encontramos varias referencias a la palabra amancillar. Por ejemplo, en el libro de Génesis, se menciona que los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y que sus descendientes se convirtieron en “hombres de renombre” (Génesis 6:4). Algunos estudiosos interpretan esta unión como una corrupción moral y espiritual, que llevó a la humanidad a alejarse de Dios y a cometer actos impuros.

   Otro pasaje relevante se encuentra en el libro de Ezequiel, donde se habla de la ciudad de Jerusalén como una mujer que se ha amancillado y se ha entregado a la idolatría y la inmoralidad (Ezequiel 16:15). Este pasaje utiliza un lenguaje simbólico para describir la infidelidad de Israel hacia Dios y su adopción de prácticas impuras.

   En el Nuevo Testamento, la palabra amancillar también aparece en varios pasajes. Por ejemplo, en la primera carta de Pedro, se insta a los creyentes a vivir una vida santa y pura, evitando las pasiones de la carne que amancillan el cuerpo y el espíritu (1 Pedro 2:11). Aquí, la palabra se utiliza para enfatizar la importancia de mantenerse alejado del pecado y vivir una vida en conformidad con los mandamientos de Dios.

   En resumen, el significado bíblico de amancillar es el de manchar o ensuciar algo, especialmente en un sentido moral o espiritual. Esta palabra se utiliza en la Biblia para describir la corrupción moral y espiritual de los seres humanos y su alejamiento de Dios. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se nos insta a vivir una vida santa y pura, evitando las pasiones de la carne que amancillan nuestro cuerpo y espíritu.

   Referencias bíblicas: (Levítico 18:24) «En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros».

   (Números 5:29) «Esta es la ley de los celos, cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se amancillare».

   (Números 35:33) «Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó».

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Domingo 28 de enero de 2024

Domingo 21 de enero de 2024.“Advertencia Divina Contra El Pecado Que Destruye El Matrimonio”.

Lección: Números 5:11 al 15. También Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguno se descarriare, y le fuere infiel, y alguno cohabitare con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida en el acto; si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado; entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima parte de un Efá de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado.

   Comentario de: Sentencia de Dios sobre las esposas sospechosas de adulterio. – Como cualquier sospecha abrigada por un hombre contra su esposa, de que ella es o ha sido culpable de adulterio, esté bien fundada o no, es suficiente para sacudir la conexión del matrimonio hasta sus mismas raíces y socavar, junto con el matrimonio, el fundamento de la comunidad civil, era de la mayor importancia guardarse de este mal moral, que era tan absolutamente irreconciliable con la santidad del pueblo de Dios, designando un proceso en armonía con el espíritu de la ley teocrática, y adaptado para sacar a la luz la culpabilidad o la inocencia de cualquier esposa que hubiera caído en tal sospecha, y al mismo tiempo para advertir a las esposas volubles contra la infidelidad. Esto sirve para explicar no solo la introducción de la ley con respecto a la ofrenda de celos en este lugar, sino también la importancia general del tema y la razón por la que se describe de manera tan elaborada.

Números 5:12-15

Si la mujer de un hombre se apartó y fue culpable de infidelidad para con él (Números 5:13 es una cláusula explicativa), a través de (otro) hombre que se acostó con ella con emisión de semen, y fue oculto a los ojos de su marido, a causa de haberse contaminado en secreto, y no haber testigos contra ella, y no haber sido tomada (en el acto); pero si, con todo eso, vino sobre él un espíritu de celo, y tuvo celos de su mujer, y ella fuere amancillada… o no fuere amancillada, el hombre tomará su mujer al sacerdote, y traerá como ella ofrenda sacrificial, por cuenta de ella, la décima parte de un Efá de harina de cebada, sin poner aceite ni incienso, “porque es ofrenda de celo, ofrenda de memoria, para traer a la memoria la iniquidad”. Como el delito de la mujer, de que su marido la acusaba, era naturalmente negado por ella misma, y no podía ser sustentado por testigos ni probado por haber sido sorprendida en el acto, la única manera que quedaba para determinar si había algún fundamento o no. porque el espíritu de celos excitado en su esposo, y para prevenir una ruptura injusta del matrimonio divinamente designado, era dejar que la cosa fuera decidida por el veredicto de Dios mismo. Con este fin, el hombre debía traer a su esposa al sacerdote con una ofrenda sacrificial, que se llama expresamente קרבּנהּ, su ofrenda, traía עליה “por ella”, es decir, con una ofrenda de carne, el símbolo del fruto de su caminar y conducta ante Dios. Siendo el regalo del sacrificio de una esposa que se había apartado y era sospechosa de adulterio, esta ofrenda de carne no podía poseer el carácter de las ofrendas de carne ordinarias, que proyectaban el fruto de la santificación de la vida en buenas obras; no podía consistir, es decir, en harina fina de trigo, sino sólo en sémola de cebada. La cebada valía solo la mitad que el trigo (2 Reyes 7:1, 2 Reyes 7:16, 2 Reyes 7:18), de modo que solo las clases más pobres, o la gente en general en tiempos de gran angustia, usaba harina de cebada como alimento. su alimento diario (Jueces 7:13; 2 Reyes 4:42; Ezequiel 4:12; Juan 6:9, Juan 6:13), mientras que los que estaban en mejores condiciones lo usaban como forraje (1 Reyes 5:8). Se prescribía harina de cebada para este sacrificio, ni como señal de que la adúltera se hubiera comportado como un animal irracional (Filón, Jonatán, Talm., el Rabb., etc.), ni “porque las personas que presentaban la ofrenda invocaban el castigo de un crimen, y no del favor de Dios” (Cler., Ros.): porque la culpa de una mujer aún no estaba establecida; ni siquiera, tomando una visión más suave del asunto, para indicar que el oferente podría ser inocente, y en ese caso no se requería ninguna ofrenda Knobel), sino para representar la reputación cuestionable en la que se encontraba la mujer, o el ambiguo, sospechoso carácter de su conducta. Porque tal conducta como la de ella no procedía del Espíritu de Dios, y no se hacía en oración: aceite e incienso, los símbolos del Espíritu de Dios y la oración, no debían ser añadidos a su ofrenda. Era una ofrenda de celos (קנאת, un plural intensivo), y el objeto era sacar a la luz el motivo de esos celos; y a este respecto se llama la “ofrenda de recuerdo”, es decir, de la mujer, delante de Jehová (cf. Números 10:10; Números 31:54; Éxodo 28:12, Éxodo 28:29; Éxodo 30 :16; Levítico 23:24), a saber, “el recuerdo de la iniquidad”, trayendo a la memoria su crimen delante del Señor, para que pudiera ser juzgado por Él.

    Infidelidad, Pecado Que Destruye El Matrimonio: La infidelidad es una acción hecha a traición, representando de este modo una deslealtad respecto del compromiso que adquieren los cónyuges al comprometerse matrimonialmente. En este caso, se refiere a la posibilidad de que una esposa se descarriara y fuera desleal a su marido. Esta traición potencial queda reflejada en el v.12 mediante el uso de la expresión “y le fuere infiel”, refiriéndose a cohabitar una mujer con un hombre distinto a su esposo. La palabra “infiel” en hebreo es “maál”, y se utiliza para identificar actos “de infidelidad y traición a la confianza”, tanto en el matrimonio, como hacia Dios. Esto da a entender que, la ordenanza divina consideraba el matrimonio como una institución fundamental, pues de ella emanaba la familia, y su destrucción, producto de la infidelidad, afectaba gravemente el cumplimiento de la ley, especialmente en lo referido a los derechos de herencia.

Esta parte de las Escrituras muestra el potencial resultado de la degradación moral asociada a la infidelidad, mediante la cual es destruido el vínculo matrimonial y afectada la solidez de la familia. Es por esta razón que muchos de los pueblos que habitaban Canaán finalmente fueron expulsados de la tierra, por la contaminación que generaba la infidelidad descontrolada, que, en muchos casos era asociada al culto religioso pagano. Lamentablemente Israel, a lo largo de su historia, sucumbió ante este flagelo. En el Nuevo Pacto, Pablo advierte claramente, en 2 Corintios 11:3, que: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”. Por esto la iglesia se guarda de la infidelidad para presentarse ante Dios como esposa fiel, sin mancha.

Infidelidad: Símbolo De Mancilla (mancha, suciedad) Y Afrenta Espiritual.

Número 5:29: Esta es la ley de los celos, cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se amancillare;

Infidelidad: Símbolo De Negligencia Y Prevaricación (pecar a sabiendas) Espiritual.

Jeremías 3:20: Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová.

Texto: «Honroso sea en todo el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios a los adúlteros los juzgará Dios». (Hebreos 13:4).

   Comentario del texto: 4. El matrimonio debe ser honrado por todos, y el lecho conyugal mantenido puro, porque Dios juzgará al adúltero y al inmoral sexual. De la segunda parte del sumario de la ley (“amarás a tu prójimo como a ti mismo”), el escritor pasa al mandamiento “no cometerás adulterio” (Ex. 20:14; Dt. 5:18). Se desplaza, además, del ámbito social al círculo privado del esposo y la esposa. El amor hacia el prójimo, quienquiera que sea, fluye más eficazmente de un hogar en el cual el esposo y la esposa trabajan juntos en amor mutuo. Cuando el matrimonio es honrado en el hogar, el amor fluye hacia la sociedad en numerosas formas. Por esta razón el escritor enfatiza la necesidad de mantener la santidad de la vida matrimonial.

En el Nuevo Testamento casi todos los escritores analizan el matrimonio, ya que un matrimonio estable es un bloque importante en el edificio de la sociedad. Asimismo, en este capítulo de exhortaciones el escritor de Hebreos instruye a los lectores acerca de una vida santa dentro de los lazos del matrimonio.

En realidad, él está diciendo: “Sea el matrimonio algo de profundo valor para todos ustedes”. El matrimonio es un tesoro que recibimos de Dios, que lo ha instituido. Por consiguiente, el matrimonio debe ser honrado por todos.

La frase, “y el lecho conyugal mantenido puro” es un eufemismo. El escritor advierte a la gente que no han de romper los votos matrimoniales cometiendo adulterio. El matrimonio es sagrado, y profanarlo es pecado. ¿Por qué es pecado tener relaciones sexuales fuera del vínculo matrimonial? Aquí está la respuesta: “Dios juzgará al adúltero y al inmoral sexual”.

El mundo en que vivimos considera la vida relajada como sin importancia: el sexo es diversión, no pecado. Pero ante los ojos de Dios el sexo ilícito es pecado y merece castigo. El escritor de Hebreos habla claramente a los ofensores y les advierte acerca del juicio de Dios (10:30–31). ¿Qué tipo de castigo administra Dios? La Escritura dice que “Ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni el prostituto masculino ni el ofensor sexual … heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9–10; Ef. 5:5; Ap. 21:8; 22:15). Ellos perecerán en su pecado. Los cristianos deben dar entonces el ejemplo de vivir vidas sexualmente puras (1 Ts. 4:7) y obedecer el mandamiento “no cometerás adulterio”.

1er Titulo: No hay pecado oculto ante el Dios Omnipresente. Versículos 11 al 13. También Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguno se descarriare, y le fuere infiel, y alguno cohabitare con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida en el acto (Léase: Jeremías 23:24. ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?; ▬ Gálatas 6:7. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.).

   Pecado Oculto: Esta expresión alude a la transgresión de la ley divina que es hecha de manera furtiva o escondida, actuando de forma disimulada y evitando ser visto. Esta transgresión secreta, queda reflejada en el v.13 mediante el uso de la expresión “amancillado ocultamente”, que en hebreo proviene del verbo “alám”, y su significado está relacionado “actuar a espaldas de una persona, apartándose de ella”; en este caso, sería una transgresión de la esposa “a espaldas del marido” o “apartada de él”. Esto da a entender que, el pecado oculto (en este caso, adulterio) deja en evidencia un distanciamiento entre los cónyuges por una acción que antes no era evidente, pues se estaba disimulando.

Esta parte de las Escrituras muestra que, Dios conoce que el género humano tiene una inclinación natural a desviarse del compromiso que implica el cumplimiento de su ley, apartándose de Dios de manera encubierta. Los estatutos divinos, le recuerdan al pueblo que Él es omnipresente, por lo que no puede ser burlado, el que pecare, aunque sea en lo oculto, recibiría ineludiblemente su castigo. En el Nuevo Pacto, Jesús enseñaba que nada secreto podría permanecer escondido ante Dios, por lo que el salvado es revestido, por el Espíritu Santo, del poder necesario para renunciar a lo oculto y vergonzoso, pues, esto le aparta de la comunión con Él.

   No Hay Pecado Oculto Ante El Dios Omnipresente, Todo Sale A La Luz.

Lucas 8:17: Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.

   El Salvado Ha Renunciado Al Pecado Oculto Para Vivir En Comunión Con Dios.

2ª a los Corintios 4:2: Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.

La palabra descarriarse: ¡Las Escrituras hablan bastante acerca de descarriarse, porque es un asunto muy serio con consecuencias muy severas!

Al leer la historia de Israel y Juda, vemos una generación tras otra descarriarse contra el Señor. Dios le dijo a Oseas: “…este mi pueblo adherido a la rebelión contra m” (Oseas 11:7). En hebreo, el significado es: “Mi pueblo tiene el hábito de darme las espaldas y alejarse de mí. ¡Siempre tuvieron esa tendencia!”

Y el clamor frecuente de Jeremías era: “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo…” (Jer. 3:14). “…oh, Jehová… porque nuestras rebeliones se han multiplicado… contra ti pecamos.” (14:7). “(Refiriéndose a Jerusalén) … porque sus rebeliones se han multiplicado, se han aumentado sus deslealtades.” (5:6) [En todos los casos en español, la Biblia se refiere a descarriarse como rebelión.]

El término descarriarse significa, sencillamente: “volviendo su espalda a Dios.” Irónicamente, el pueblo de Dios se descarrió la mayoría de las veces después de tiempos de gran bendición y prosperidad. A menudo, cuando Dios derramaba increíble misericordia sobre Israel, el pueblo se alejaba de l.

“Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Los Sacié, y adulteraron, … Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Juda, dice Jehová.” (versos Jer.  5:7, 11). El Señor está diciendo aquí “Los bendije, les favorece. ¡Y ahora, han vuelto sus espaldas a mí!”

   En este pasaje, Jeremías describe exactamente quien es un descarriado. Primero, una persona descarriada es alguien que una vez disfrutar las bendiciones y el favor de Dios. Caminante el Señor con un corazón devoto, humilde y amable. Le encantaba orar y escudriñar la palabra de Dios.

    Comentario de Jeremías 23: Los dos primeros versículos dan énfasis en que el Señor es tanto trascendente como inmanente. Es de suponer que los falsos profetas estaban diciendo que él estaba cerca, porque estaba en el templo, entonces no tendían que preocuparse de los mensajes dados por Jeremías que vendría el castigo del Señor, y que vendría por medio de los babilonios, porque Dios “reside” en el templo. Está cerca. Sin embargo, Jehovah insiste que no solamente está cerca, pero también está lejos, y no hay lugar fuera de su alcance. No habrá escondite para aquellas personas que querían huir de su presencia o del castigo que vendrá. La libertad de Dios de estar tanto lejos como cerca no puede ser negada. Él es soberano. Él llena tanto la tierra como el cielo.

   Comentario de Gálatas 6:7: Ahora el apóstol pasa a resumir no sólo lo que acaba de decir en cuanto a suplir las necesidades de los pastores, sino también en cuanto a todas las exhortaciones contenidas en su carta. Todo lo resume como sigue: 7. No os engañéis: Dios no es burlado; porque todo lo que un hombre siembra, eso también segará … Esta regla está vigente no sólo para los miembros de la iglesia; vale para todo ser humano. Dios no puede ser burlado. No permite que nadie se burle de su evangelio o de las exhortaciones implícitas en él. No pasará inadvertido que le menospreciemos pensando “Dios ha muerto”. Por el contrario, toda persona recibirá el pago según sus obras (véase sobre v. 5). Por supuesto, esto también quiere decir que la forma en que uno reaccione a la presente carta, en la que se defiende la doctrina de la justificación por la fe sin las obras de la ley contra sus detractores (sean legalistas o libertinos), no pasará desapercibida por Dios, sino que será definitivamente tomada en cuenta.

2° Titulo: El espíritu de celos causo sufrimiento y destrucción. Versículo 14. Sí viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado (Léase: Santiago 3:16. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.).

   Espíritu De Celos: Esta expresión tiene relación con un sentimiento que se instala en el alma (se refiere al espíritu humano de celos “ja ruaj adam”, Números 16:22), debido a la sospecha, inquietud o temor de que una persona estimada deposite su confianza o amor en otra. En este caso, se refiere al espíritu de celos originado en la sospecha del pecado de adulterio. Este sentimiento de duda queda reflejado en el v.14 mediante el uso de la expresión “espíritu de celos”, que se refiere al sentimiento de desconfianza del esposo hacia su esposa. La expresión “espíritu de celos” en hebreo es “ruaj qiná”, y, se puede traducir literalmente como “ataque de celos”. Esto da entender que, el sentimiento de celos o desconfianza que se instalaba en el marido, producía un efecto negativo que le impulsaba a rechazar a su mujer, a pesar de que la sospecha podía ser verdadera o falsa.

Esta parte de las Escrituras muestra que, el espíritu de celos es reflejo de la pérdida de la confianza, es decir, la sospecha de la infidelidad. Este sentimiento podía ser justo o injusto, ya que la infidelidad podía ser cierta o falsa. La ordenanza divina buscaba dejar en evidencia que el celo provocaba la pérdida total de la confianza provocando finalmente la separación, acompañada de ira y dolor. Esto sería muy importante en el futuro de Israel, pues la infidelidad a Dios le traería terribles consecuencias. En el Nuevo Pacto, la acción destructora del espíritu de celos permite distinguir el corazón regenerado de aquel que aún es carnal.

   El Espíritu De Celos Causa Sufrimiento Y Destrucción Actuando Con Ira Y Buscando La Venganza.

Proverbios 6:34: Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de la venganza.

   El Espíritu De Celos Que Causa Sufrimiento Y Destrucción Refleja Un Corazón Carnal Y No Espiritual.

1ª a los Corintios 3:3: porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?

    Santiago 3:15. Esa “sabiduría” no viene del cielo, sino que es terrenal, no es espiritual, es demoníaca. 16. Porque donde hay envidia y ambición egoísta, allí hay desorden y toda clase de mala costumbre.

La versión que utilizamos pone correctamente la palabra sabiduría entre comillas para indicar que esta sabiduría no es genuina. El texto mismo indica el origen y las características de esta supuesta sabiduría. Su origen no es celestial sino terrenal; sus rasgos peculiares son impíos y demoníacos. Santiago usa un lenguaje fuerte para describir el contraste absoluto entre la sabiduría que se origina en el hombre y la que viene de Dios.

El creyente que es realmente sabio ora continuamente a Dios en nombre de Jesús. Por medio de la oración se mantiene en comunión con la fuente de la sabiduría, pues Dios mismo dará generosamente a todo aquel que le pida (Stg. 1:5).

Lo contrario es igualmente cierto. Sin fe y oración una persona nunca puede obtener verdadera sabiduría. Las palabras que proceden de la envidia y de la ambición egoísta exhiben una falsa sabiduría que se origina en el hombre, no en Dios. Este tipo de sabiduría “no viene del cielo, sino que es terrenal”.

En este versículo Santiago detalla una serie de tres adjetivos que tienen un orden descendente:

  • terrenal
  • no espiritual
  • demoníaca

▬ a. “Terrenal”. Lo que el escritor desea decir es que lo terrenal se contrapone a lo que Dios origina en el cielo. Por ejemplo, la bestia que surge de la tierra (Ap. 13:11) desafía a todo lo que es santo y celestial. Y si el Espíritu de Dios está ausente de los asuntos terrenales, el pecado está presente.

b. “No espiritual”. En su primera epístola a la iglesia de Corinto, Pablo analiza la sabiduría que el Espíritu de Dios enseña. Pero, escribe Pablo, “el hombre sin Espíritu no acepta las cosas que vienen del Espíritu de Dios, porque son necedad para él, y no puede entenderlas porque se disciernen espiritualmente” (1 Co. 2:14; compárese también con Jud. 19). No ser espiritual, sin embargo, no debe ser entendido como carente de espíritu.

Además, el que abandona la fe sigue a “espíritus engañadores y cosas enseñadas por demonios” (1 Ti. 4:1).

c. “Demoníaca”. En el versículo precedente (v. 14). Santiago le dice a la persona cuyo corazón está lleno de “amarga envidia y ambición egoísta” que no niegue la verdad. Pero si a pesar de esto la niega, tal persona vive una mentira que encuentra su origen en el padre de la mentira, el demonio. Santiago llama a las cosas por su nombre: “Esa ‘sabiduría’ … es … del demonio”.

Cuando el demonio habla mentira, esto ya es malo. Cuando usa al mundo para perpetrar la mentira, es peor. Pero cuando los miembros de la iglesia se transforman en sus instrumentos para diseminar una sabiduría demoníaca, nos encontramos ante la peor de todas las situaciones. La carta de Santiago da la impresión de que el demonio empleaba a algunos de los miembros de la iglesia.

Santiago comprueba esto observando una verdad de conocimiento común: “Porque donde hay envidia y ambición egoísta, allí hay desorden y toda clase de mala costumbre”. Nótese la correlación específica que, mostrada gráficamente, es así:

donde ▬ allí

hay ▬ hay

envidia ▬ desorden

ambición egoísta ▬ toda clase de mala costumbre

Una cosa lleva inevitablemente a la otra en una secuencia de causa y efecto. Si tienes envidia encontrarás desorden.

   ¿Qué es la envidia? He aquí una explicación: “Envidia es la resentida y hasta odiosa aversión por la buena fortuna o bendición de otros”. Santiago llama “amarga” a la envidia (3:14). La envidia destruye la mutua confianza, arrasa con la unidad y es demoníaca en su designio. Tal como lo señala Santiago, la envidia genera desorden. La expresión desorden “parece tener algunas de las connotaciones negativas de nuestra palabra ‘anarquía.’”

Además, la ambición egoísta invariablemente lleva a la mala conducta, puesto que los motivos egoístas avasallan y finalmente eliminan el amor a Dios y al prójimo. En sí misma la ambición es una fuerza benéfica que busca promover el bienestar de otros. Pero cuando se vuelve egoísta, la misma degenera, en mala conducta. Cuando percibió celos y contenciones entre los corintios, Pablo los reprochó por ser mundanos (1 Co. 3:3). En cambio, los creyentes deben ser colaboradores de Dios.

Consideraciones prácticas acerca de 3:13–16

Santiago menciona dos tipos de sabiduría. Una que procede del cielo y otra de la tierra. El primeramente nos dice algo acerca de la sabiduría terrenal, antes de explicar el significado de la sabiduría celestial.

La sabiduría terrenal no es verdadera sabiduría, puesto que antepone el propio ego a cualquier persona o cosa. Cuando uno insiste estridentemente en ser el primero, es inevitable que haya serios conflictos.

Cuando permitimos que la envidia y el egoísmo entren en el círculo familiar, pronto encontramos que la estabilidad del hogar queda seriamente amenazada. Entonces el hogar queda lleno de tensión. Esto hace que el padre, la madre y los hijos estén inquietos, que disminuya su testimonio cristiano y se debilite su bienestar espiritual.

Tomemos a María como caso típico. Ella creó fricciones inexpresables en el círculo familiar de Moisés al insistir en ser la primera en Israel (Nm. 12:1–2). La fricción que ella causó en su familia y en su comunidad no es diferente a la que es creada hoy en día por los conflictos de personalidades que encontramos entre miembros de la iglesia. Estos problemas impiden seriamente la eficacia de muchas congregaciones en su ministerio. Para encontrar paz en la familia y en la iglesia debemos lograr la reconciliación, confesando el pecado, abandonando la ambición egoísta y orando por la misericordia, amor y paz del Espíritu de Dios.

3er Titulo:  Recurriendo al ungido de Dios, para obtener claridad. Versículo 15. entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima parte de un Efá de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado. (Léase: Hebreos 3:17. ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?; Hebreos 4:16. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.).

Recurriendo Al Ungido: Esta expresión alude a la acción de acudir a una instancia superior o autoridad para buscar consejo o resolver cualquier disputa. En este caso, el sacerdote, recibe la acusación del esposo en contra de la esposa, para luego resolver de acuerdo a lo estipulado en la ley divina. Esta acción de recurrir ante el sacerdote es mencionada en el v.15 mediante la expresión “traerá su mujer al sacerdote”. La palabra “traerá” en hebreo es “´vejebí”, y significa literalmente “y él llevará o acercará”, lo que hace referencia, también, a traer la ofrenda de cebada. Esta ofrenda representa la acción de “traer la duda ante el sacerdote”, pues la cebada era usada como alimento para animales que solo los pobres comían, por lo que no era usado como ofrenda consagrada, sino solo en este caso de duda. Todo esto da a entender que, acudir al sacerdote implicaba ser acompañado en el proceso de búsqueda de una solución al problema de infidelidad, fuese para bien o para mal.

Esta parte de la lección muestra que, la ordenanza divina consideraba importante que el sacerdote pudiera dirimir o resolver situaciones delicadas actuando con estricto apego a las instrucciones divinas. La voluntad de Dios era la preservación de la santidad y, por lo tanto, también de la comunión con Él. En el Nuevo Pacto, el pecador recurre al Ungido de Dios, perfecto sumo sacerdote, trayendo sus cuitas y dudas ante el trono de gracia. También, Dios delega por su Espíritu a sus ministros el don de apacentar su grey; a ellos recurre la iglesia para consejo espiritual.

   Recurriendo Al Ungido De Dios En La Tierra Para Obtener Claridad De Acuerdo Al Orden Divino.

Deuteronomio 21:5: Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Jehová tu Dios para que le sirvan, y para bendecir en el nombre de Jehová; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa.

   Recurriendo Al Ungido De Dios En Los Cielos Para Obtener Claridad Ante El Trono De La Gracia.

Juan 8:3-4: 3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.

   Hebreos 3:17. ¿Y con quienes estuvo indignado durante cuarenta años? ¿No fue con aquellos que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Habría mejorado la conducta de los israelitas a lo largo de los cuarenta años? La respuesta a esta pregunta está en Éxodo y en Números: Éxodo 17 relata la primera rebelión al principio del período de cuarenta años, y Números 25 registra el afrentoso pecado de inmoralidad al fin de dicho período. Los israelitas no habían cambiado: seguían siendo rebeldes y obstinados. Las únicas excepciones fueron, por supuesto, Josué y Caleb, que demostraron su fe y recibieron el privilegio de conquistar y poseer la tierra.

   Hebreos 4:16. Acerquémonos entonces al trono de gracia con confianza, para poder recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en nuestro tiempo de necesidad. ¡Que palabras tan alentadoras! Son muchas las veces a lo largo de su epístola en que el escritor exhorta a sus lectores, pero en este versículo en particular él tiene una palabra especial para nosotros. En esta ocasión él no exhorta a los creyentes a rectificar su modo de vivir; nos alaba por ir en oración a Dios y nos insta a hacerlo con confianza.

a. “Acerquémonos entonces al trono de gracia con confianza”. La invitación a acercarnos al trono de gracia implica que los lectores ya están haciendo esto. El escritor usa también este mismo verbo en Hebreos 10:22 (“acerquémonos a Dios con un corazón sincero en plena seguridad de fe”). Más tarde repite la misma invitación con palabras algo diferentes (véanse Heb. 7:25; 10:1; 11:6; 12:12, 22).

El verbo acercarse puede tener una connotación religiosa, ya que con frecuencia se refería a los sacerdotes, que en su servicio religioso se acercaban a Dios con sacrificios (Lv. 9:7; 21:17, 21; 22:3; Nm. 18:3).133 En Hebreos 4:16 el escritor nos exhorta a que nos acerquemos al trono de gracia en oración, puesto que el único sacrificio que el creyente puede traer es un corazón quebrantado y contrito (Sal. 51:17). El gran sumo sacerdote ya ha traído el sacrificio supremo al ofrecerse a sí mismo sobre la cruz a favor de su pueblo. El sumo sacerdote misericordioso y fiel invita al pecador débil y tentado a acercarse al trono de gracia.

¿Qué quiere decir la frase trono de gracia! Esta es una referencia explícita a la realeza del Hijo de Dios (Heb. 1:2–4). Jesús está sentado a la diestra de Dios y ha recibido autoridad plena en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18). Pero la palabra gracia implica que la referencia apunta también al sacerdocio de Cristo. El pecador que viene al trono con de gracia en arrepentimiento y fe encuentra la gracia perdonadora de Jesús.

Además, se exhorta a venir al trono con confianza; es decir, podemos venir osadamente (Heb. 3:6; 10:19, 35), no impetuosamente o en temor de juicio, pero sí “en plena confianza y con sinceridad y en la esperanza de la plenitud de la gloria de Dios”. Jesús invita a su pueblo a acercarse libremente, sin dudas. Es como si tuviera en su mano el cetro orado, y dijese: “¡Venid!”

b. “Para poder recibir misericordia y hallar la gracia”. Aunque los términos misericordia y gracia son entendidos por muchos como sinónimos, debe notarse la diferencia que hay entre ellos. Westcott señala la distinción sucintamente:

El hombre necesita misericordia por el fracaso pasado, y gracia para la obra presente y futura. También hay una diferencia en cuanto al modo de lograr cada una de ellas. La misericordia debe ser “tomada” al ser extendida al hombre en su debilidad; la gracia debe ser “buscada por el hombre según su necesidad”.

La misericordia de Dios le es enviada a pecadores que están en miseria o en dificultad; ellos reciben la compasión de Dios cuando se le acercan. Y en tanto que la misericordia de Dios se extiende a todas sus criaturas (Sal. 145:9), su gracia, tal como la señala el escritor de Hebreos en Hebreos 4:16, se extiende a todos aquellos que se acercan al trono de Dios. La misericordia es caracterizada como la tierna compasión de Dios; la gracia, como su bondad y amor.

c. “Que nos ayude en nuestro tiempo de necesidad”. El socorro es recibido en el momento justo, en la hora de necesidad. El escritor no dice que el socorro o la ayuda sea constante, sino más bien que alivia la necesidad del momento: dicha necesidad puede ser material, física, o espiritual. Cuando invocamos el nombre del Señor con fe y nos acercamos al trono de Dios, él nos escucha y nos contesta. El permanece presto a ayudar (véase Heb. 2:18).

Esta ayuda, en forma de gracia, viene cuando la tentación parece hacernos vacilar. Dios nos da los medios para encontrar una salida de nuestras tentaciones. Dios es fiel (1 Co. 10:13).

   Definición. El significado bíblico de Efá es una unidad de volumen antigua que la usaban los hebreos y los egipcios. Esta era el equivalente a unos 18 o 37 litros y se empleaba en el pesaje de granos como la lenteja. Con diez Efá se completaba un Omer. Se asumía que el Efá tenía una misma medida que el Bato, aunque esto no se confirma.

¿Cómo se usaba el Efá?

En las santas escrituras se utilizaba esta medida para referirse al peso de productos como la harina. También la usó el profeta Ezequiel a fin de advertir a los vendedores y a los jefes que no debían robar a sus hermanos. Más bien, tenían que disponer de básculas exactas y usar una medida fija de Efá en sus negocios.

Esto debido a que muchos empleaban unas balanzas en compra y otras en venta, pero siempre estas estaban a su favor. Por eso, los tratos con ellos eran deshonestos. Ahora bien, en levíticos se menciona el Efá como una medida alternativa hacia los pobres. Todos los israelitas debían hacer ofrendas a su Dios; esto podía ser complicado para los que no tenían recursos. Jehová estableció una alternativa que estuviera a la mano de los necesitados. En Israel, los frutos, granos, aceites y otros bienes, se almacenaban en un cobertizo nombrado Alfolí.

Cuando Rut regresó con su suegra a Israel, tuvo que salir a los campos a recoger lo que los trabajadores dejaban de la cosecha. Después de un arduo día de faena llegó a almacenar casi un Efá de cebada.

Su esfuerzo, tan noble hacia Nohemí, fue recompensada cuando Boaz un pariente de su esposo fallecido, la reclamó para sí. Este adinerado hombre las cuidó y les devolvió la alegría. Además, su primer hijo conservó la herencia y el apellido del individuo muerto, así que Nohemí ya no se sentía desdichada. Dejó de formar parte de ese grupo de mujeres viudas sin hijos, donde estaban Orfá, la esposa del difunto Quelion, y Rut.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Domingo 21 de enero de 2024 ED. DGO 21-01-2024

Domingo 21 de enero de 2024.“Advertencia Divina Contra El Pecado Que Destruye El Matrimonio”.

Lección: Números 5:11 al 15. También Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguno se descarriare, y le fuere infiel, y alguno cohabitare con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida en el acto; si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado; entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima parte de un Efá de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado.

   Comentario de: Sentencia de Dios sobre las esposas sospechosas de adulterio. – Como cualquier sospecha abrigada por un hombre contra su esposa, de que ella es o ha sido culpable de adulterio, esté bien fundada o no, es suficiente para sacudir la conexión del matrimonio hasta sus mismas raíces y socavar, junto con el matrimonio, el fundamento de la comunidad civil, era de la mayor importancia guardarse de este mal moral, que era tan absolutamente irreconciliable con la santidad del pueblo de Dios, designando un proceso en armonía con el espíritu de la ley teocrática, y adaptado para sacar a la luz la culpabilidad o la inocencia de cualquier esposa que hubiera caído en tal sospecha, y al mismo tiempo para advertir a las esposas volubles contra la infidelidad. Esto sirve para explicar no solo la introducción de la ley con respecto a la ofrenda de celos en este lugar, sino también la importancia general del tema y la razón por la que se describe de manera tan elaborada.

Números 5:12-15

Si la mujer de un hombre se apartó y fue culpable de infidelidad para con él (Números 5:13 es una cláusula explicativa), a través de (otro) hombre que se acostó con ella con emisión de semen, y fue oculto a los ojos de su marido, a causa de haberse contaminado en secreto, y no haber testigos contra ella, y no haber sido tomada (en el acto); pero si, con todo eso, vino sobre él un espíritu de celo, y tuvo celos de su mujer, y ella fuere amancillada… o no fuere amancillada, el hombre tomará su mujer al sacerdote, y traerá como ella ofrenda sacrificial, por cuenta de ella, la décima parte de un Efá de harina de cebada, sin poner aceite ni incienso, “porque es ofrenda de celo, ofrenda de memoria, para traer a la memoria la iniquidad”. Como el delito de la mujer, de que su marido la acusaba, era naturalmente negado por ella misma, y no podía ser sustentado por testigos ni probado por haber sido sorprendida en el acto, la única manera que quedaba para determinar si había algún fundamento o no. porque el espíritu de celos excitado en su esposo, y para prevenir una ruptura injusta del matrimonio divinamente designado, era dejar que la cosa fuera decidida por el veredicto de Dios mismo. Con este fin, el hombre debía traer a su esposa al sacerdote con una ofrenda sacrificial, que se llama expresamente קרבּנהּ, su ofrenda, traía עליה “por ella”, es decir, con una ofrenda de carne, el símbolo del fruto de su caminar y conducta ante Dios. Siendo el regalo del sacrificio de una esposa que se había apartado y era sospechosa de adulterio, esta ofrenda de carne no podía poseer el carácter de las ofrendas de carne ordinarias, que proyectaban el fruto de la santificación de la vida en buenas obras; no podía consistir, es decir, en harina fina de trigo, sino sólo en sémola de cebada. La cebada valía solo la mitad que el trigo (2 Reyes 7:1, 2 Reyes 7:16, 2 Reyes 7:18), de modo que solo las clases más pobres, o la gente en general en tiempos de gran angustia, usaba harina de cebada como alimento. su alimento diario (Jueces 7:13; 2 Reyes 4:42; Ezequiel 4:12; Juan 6:9, Juan 6:13), mientras que los que estaban en mejores condiciones lo usaban como forraje (1 Reyes 5:8). Se prescribía harina de cebada para este sacrificio, ni como señal de que la adúltera se hubiera comportado como un animal irracional (Filón, Jonatán, Talm., el Rabb., etc.), ni “porque las personas que presentaban la ofrenda invocaban el castigo de un crimen, y no del favor de Dios” (Cler., Ros.): porque la culpa de una mujer aún no estaba establecida; ni siquiera, tomando una visión más suave del asunto, para indicar que el oferente podría ser inocente, y en ese caso no se requería ninguna ofrenda Knobel), sino para representar la reputación cuestionable en la que se encontraba la mujer, o el ambiguo, sospechoso carácter de su conducta. Porque tal conducta como la de ella no procedía del Espíritu de Dios, y no se hacía en oración: aceite e incienso, los símbolos del Espíritu de Dios y la oración, no debían ser añadidos a su ofrenda. Era una ofrenda de celos (קנאת, un plural intensivo), y el objeto era sacar a la luz el motivo de esos celos; y a este respecto se llama la “ofrenda de recuerdo”, es decir, de la mujer, delante de Jehová (cf. Números 10:10; Números 31:54; Éxodo 28:12, Éxodo 28:29; Éxodo 30 :16; Levítico 23:24), a saber, “el recuerdo de la iniquidad”, trayendo a la memoria su crimen delante del Señor, para que pudiera ser juzgado por Él.

    Infidelidad, Pecado Que Destruye El Matrimonio: La infidelidad es una acción hecha a traición, representando de este modo una deslealtad respecto del compromiso que adquieren los cónyuges al comprometerse matrimonialmente. En este caso, se refiere a la posibilidad de que una esposa se descarriara y fuera desleal a su marido. Esta traición potencial queda reflejada en el v.12 mediante el uso de la expresión “y le fuere infiel”, refiriéndose a cohabitar una mujer con un hombre distinto a su esposo. La palabra “infiel” en hebreo es “maál”, y se utiliza para identificar actos “de infidelidad y traición a la confianza”, tanto en el matrimonio, como hacia Dios. Esto da a entender que, la ordenanza divina consideraba el matrimonio como una institución fundamental, pues de ella emanaba la familia, y su destrucción, producto de la infidelidad, afectaba gravemente el cumplimiento de la ley, especialmente en lo referido a los derechos de herencia.

Esta parte de las Escrituras muestra el potencial resultado de la degradación moral asociada a la infidelidad, mediante la cual es destruido el vínculo matrimonial y afectada la solidez de la familia. Es por esta razón que muchos de los pueblos que habitaban Canaán finalmente fueron expulsados de la tierra, por la contaminación que generaba la infidelidad descontrolada, que, en muchos casos era asociada al culto religioso pagano. Lamentablemente Israel, a lo largo de su historia, sucumbió ante este flagelo. En el Nuevo Pacto, Pablo advierte claramente, en 2 Corintios 11:3, que: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”. Por esto la iglesia se guarda de la infidelidad para presentarse ante Dios como esposa fiel, sin mancha.

Infidelidad: Símbolo De Mancilla (mancha, suciedad) Y Afrenta Espiritual.

Número 5:29: Esta es la ley de los celos, cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se amancillare;

Infidelidad: Símbolo De Negligencia Y Prevaricación (pecar a sabiendas) Espiritual.

Jeremías 3:20: Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová.

Texto: «Honroso sea en todo el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios a los adúlteros los juzgará Dios». (Hebreos 13:4).

   Comentario del texto: 4. El matrimonio debe ser honrado por todos, y el lecho conyugal mantenido puro, porque Dios juzgará al adúltero y al inmoral sexual. De la segunda parte del sumario de la ley (“amarás a tu prójimo como a ti mismo”), el escritor pasa al mandamiento “no cometerás adulterio” (Ex. 20:14; Dt. 5:18). Se desplaza, además, del ámbito social al círculo privado del esposo y la esposa. El amor hacia el prójimo, quienquiera que sea, fluye más eficazmente de un hogar en el cual el esposo y la esposa trabajan juntos en amor mutuo. Cuando el matrimonio es honrado en el hogar, el amor fluye hacia la sociedad en numerosas formas. Por esta razón el escritor enfatiza la necesidad de mantener la santidad de la vida matrimonial.

En el Nuevo Testamento casi todos los escritores analizan el matrimonio, ya que un matrimonio estable es un bloque importante en el edificio de la sociedad. Asimismo, en este capítulo de exhortaciones el escritor de Hebreos instruye a los lectores acerca de una vida santa dentro de los lazos del matrimonio.

En realidad, él está diciendo: “Sea el matrimonio algo de profundo valor para todos ustedes”. El matrimonio es un tesoro que recibimos de Dios, que lo ha instituido. Por consiguiente, el matrimonio debe ser honrado por todos.

La frase, “y el lecho conyugal mantenido puro” es un eufemismo. El escritor advierte a la gente que no han de romper los votos matrimoniales cometiendo adulterio. El matrimonio es sagrado, y profanarlo es pecado. ¿Por qué es pecado tener relaciones sexuales fuera del vínculo matrimonial? Aquí está la respuesta: “Dios juzgará al adúltero y al inmoral sexual”.

El mundo en que vivimos considera la vida relajada como sin importancia: el sexo es diversión, no pecado. Pero ante los ojos de Dios el sexo ilícito es pecado y merece castigo. El escritor de Hebreos habla claramente a los ofensores y les advierte acerca del juicio de Dios (10:30–31). ¿Qué tipo de castigo administra Dios? La Escritura dice que “Ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni el prostituto masculino ni el ofensor sexual … heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9–10; Ef. 5:5; Ap. 21:8; 22:15). Ellos perecerán en su pecado. Los cristianos deben dar entonces el ejemplo de vivir vidas sexualmente puras (1 Ts. 4:7) y obedecer el mandamiento “no cometerás adulterio”.

1er Titulo: No hay pecado oculto ante el Dios Omnipresente. Versículos 11 al 13. También Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguno se descarriare, y le fuere infiel, y alguno cohabitare con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida en el acto (Léase: Jeremías 23:24. ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?; ▬ Gálatas 6:7. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.).

   Pecado Oculto: Esta expresión alude a la transgresión de la ley divina que es hecha de manera furtiva o escondida, actuando de forma disimulada y evitando ser visto. Esta transgresión secreta, queda reflejada en el v.13 mediante el uso de la expresión “amancillado ocultamente”, que en hebreo proviene del verbo “alám”, y su significado está relacionado “actuar a espaldas de una persona, apartándose de ella”; en este caso, sería una transgresión de la esposa “a espaldas del marido” o “apartada de él”. Esto da a entender que, el pecado oculto (en este caso, adulterio) deja en evidencia un distanciamiento entre los cónyuges por una acción que antes no era evidente, pues se estaba disimulando.

Esta parte de las Escrituras muestra que, Dios conoce que el género humano tiene una inclinación natural a desviarse del compromiso que implica el cumplimiento de su ley, apartándose de Dios de manera encubierta. Los estatutos divinos, le recuerdan al pueblo que Él es omnipresente, por lo que no puede ser burlado, el que pecare, aunque sea en lo oculto, recibiría ineludiblemente su castigo. En el Nuevo Pacto, Jesús enseñaba que nada secreto podría permanecer escondido ante Dios, por lo que el salvado es revestido, por el Espíritu Santo, del poder necesario para renunciar a lo oculto y vergonzoso, pues, esto le aparta de la comunión con Él.

   No Hay Pecado Oculto Ante El Dios Omnipresente, Todo Sale A La Luz.

Lucas 8:17: Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.

   El Salvado Ha Renunciado Al Pecado Oculto Para Vivir En Comunión Con Dios.

2ª a los Corintios 4:2: Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.

La palabra descarriarse: ¡Las Escrituras hablan bastante acerca de descarriarse, porque es un asunto muy serio con consecuencias muy severas!

Al leer la historia de Israel y Juda, vemos una generación tras otra descarriarse contra el Señor. Dios le dijo a Oseas: “…este mi pueblo adherido a la rebelión contra m” (Oseas 11:7). En hebreo, el significado es: “Mi pueblo tiene el hábito de darme las espaldas y alejarse de mí. ¡Siempre tuvieron esa tendencia!”

Y el clamor frecuente de Jeremías era: “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo…” (Jer. 3:14). “…oh, Jehová… porque nuestras rebeliones se han multiplicado… contra ti pecamos.” (14:7). “(Refiriéndose a Jerusalén) … porque sus rebeliones se han multiplicado, se han aumentado sus deslealtades.” (5:6) [En todos los casos en español, la Biblia se refiere a descarriarse como rebelión.]

El término descarriarse significa, sencillamente: “volviendo su espalda a Dios.” Irónicamente, el pueblo de Dios se descarrió la mayoría de las veces después de tiempos de gran bendición y prosperidad. A menudo, cuando Dios derramaba increíble misericordia sobre Israel, el pueblo se alejaba de l.

“Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Los Sacié, y adulteraron, … Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Juda, dice Jehová.” (versos Jer.  5:7, 11). El Señor está diciendo aquí “Los bendije, les favorece. ¡Y ahora, han vuelto sus espaldas a mí!”

   En este pasaje, Jeremías describe exactamente quien es un descarriado. Primero, una persona descarriada es alguien que una vez disfrutar las bendiciones y el favor de Dios. Caminante el Señor con un corazón devoto, humilde y amable. Le encantaba orar y escudriñar la palabra de Dios.

    Comentario de Jeremías 23: Los dos primeros versículos dan énfasis en que el Señor es tanto trascendente como inmanente. Es de suponer que los falsos profetas estaban diciendo que él estaba cerca, porque estaba en el templo, entonces no tendían que preocuparse de los mensajes dados por Jeremías que vendría el castigo del Señor, y que vendría por medio de los babilonios, porque Dios “reside” en el templo. Está cerca. Sin embargo, Jehovah insiste que no solamente está cerca, pero también está lejos, y no hay lugar fuera de su alcance. No habrá escondite para aquellas personas que querían huir de su presencia o del castigo que vendrá. La libertad de Dios de estar tanto lejos como cerca no puede ser negada. Él es soberano. Él llena tanto la tierra como el cielo.

   Comentario de Gálatas 6:7: Ahora el apóstol pasa a resumir no sólo lo que acaba de decir en cuanto a suplir las necesidades de los pastores, sino también en cuanto a todas las exhortaciones contenidas en su carta. Todo lo resume como sigue: 7. No os engañéis: Dios no es burlado; porque todo lo que un hombre siembra, eso también segará … Esta regla está vigente no sólo para los miembros de la iglesia; vale para todo ser humano. Dios no puede ser burlado. No permite que nadie se burle de su evangelio o de las exhortaciones implícitas en él. No pasará inadvertido que le menospreciemos pensando “Dios ha muerto”. Por el contrario, toda persona recibirá el pago según sus obras (véase sobre v. 5). Por supuesto, esto también quiere decir que la forma en que uno reaccione a la presente carta, en la que se defiende la doctrina de la justificación por la fe sin las obras de la ley contra sus detractores (sean legalistas o libertinos), no pasará desapercibida por Dios, sino que será definitivamente tomada en cuenta.

2° Titulo: El espíritu de celos causo sufrimiento y destrucción. Versículo 14. Sí viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado (Léase: Santiago 3:16. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.).

   Espíritu De Celos: Esta expresión tiene relación con un sentimiento que se instala en el alma (se refiere al espíritu humano de celos “ja ruaj adam”, Números 16:22), debido a la sospecha, inquietud o temor de que una persona estimada deposite su confianza o amor en otra. En este caso, se refiere al espíritu de celos originado en la sospecha del pecado de adulterio. Este sentimiento de duda queda reflejado en el v.14 mediante el uso de la expresión “espíritu de celos”, que se refiere al sentimiento de desconfianza del esposo hacia su esposa. La expresión “espíritu de celos” en hebreo es “ruaj qiná”, y, se puede traducir literalmente como “ataque de celos”. Esto da entender que, el sentimiento de celos o desconfianza que se instalaba en el marido, producía un efecto negativo que le impulsaba a rechazar a su mujer, a pesar de que la sospecha podía ser verdadera o falsa.

Esta parte de las Escrituras muestra que, el espíritu de celos es reflejo de la pérdida de la confianza, es decir, la sospecha de la infidelidad. Este sentimiento podía ser justo o injusto, ya que la infidelidad podía ser cierta o falsa. La ordenanza divina buscaba dejar en evidencia que el celo provocaba la pérdida total de la confianza provocando finalmente la separación, acompañada de ira y dolor. Esto sería muy importante en el futuro de Israel, pues la infidelidad a Dios le traería terribles consecuencias. En el Nuevo Pacto, la acción destructora del espíritu de celos permite distinguir el corazón regenerado de aquel que aún es carnal.

   El Espíritu De Celos Causa Sufrimiento Y Destrucción Actuando Con Ira Y Buscando La Venganza.

Proverbios 6:34: Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de la venganza.

   El Espíritu De Celos Que Causa Sufrimiento Y Destrucción Refleja Un Corazón Carnal Y No Espiritual.

1ª a los Corintios 3:3: porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?

    Santiago 3:15. Esa “sabiduría” no viene del cielo, sino que es terrenal, no es espiritual, es demoníaca. 16. Porque donde hay envidia y ambición egoísta, allí hay desorden y toda clase de mala costumbre.

La versión que utilizamos pone correctamente la palabra sabiduría entre comillas para indicar que esta sabiduría no es genuina. El texto mismo indica el origen y las características de esta supuesta sabiduría. Su origen no es celestial sino terrenal; sus rasgos peculiares son impíos y demoníacos. Santiago usa un lenguaje fuerte para describir el contraste absoluto entre la sabiduría que se origina en el hombre y la que viene de Dios.

El creyente que es realmente sabio ora continuamente a Dios en nombre de Jesús. Por medio de la oración se mantiene en comunión con la fuente de la sabiduría, pues Dios mismo dará generosamente a todo aquel que le pida (Stg. 1:5).

Lo contrario es igualmente cierto. Sin fe y oración una persona nunca puede obtener verdadera sabiduría. Las palabras que proceden de la envidia y de la ambición egoísta exhiben una falsa sabiduría que se origina en el hombre, no en Dios. Este tipo de sabiduría “no viene del cielo, sino que es terrenal”.

En este versículo Santiago detalla una serie de tres adjetivos que tienen un orden descendente:

  • terrenal
  • no espiritual
  • demoníaca

▬ a. “Terrenal”. Lo que el escritor desea decir es que lo terrenal se contrapone a lo que Dios origina en el cielo. Por ejemplo, la bestia que surge de la tierra (Ap. 13:11) desafía a todo lo que es santo y celestial. Y si el Espíritu de Dios está ausente de los asuntos terrenales, el pecado está presente.

b. “No espiritual”. En su primera epístola a la iglesia de Corinto, Pablo analiza la sabiduría que el Espíritu de Dios enseña. Pero, escribe Pablo, “el hombre sin Espíritu no acepta las cosas que vienen del Espíritu de Dios, porque son necedad para él, y no puede entenderlas porque se disciernen espiritualmente” (1 Co. 2:14; compárese también con Jud. 19). No ser espiritual, sin embargo, no debe ser entendido como carente de espíritu.

Además, el que abandona la fe sigue a “espíritus engañadores y cosas enseñadas por demonios” (1 Ti. 4:1).

c. “Demoníaca”. En el versículo precedente (v. 14). Santiago le dice a la persona cuyo corazón está lleno de “amarga envidia y ambición egoísta” que no niegue la verdad. Pero si a pesar de esto la niega, tal persona vive una mentira que encuentra su origen en el padre de la mentira, el demonio. Santiago llama a las cosas por su nombre: “Esa ‘sabiduría’ … es … del demonio”.

Cuando el demonio habla mentira, esto ya es malo. Cuando usa al mundo para perpetrar la mentira, es peor. Pero cuando los miembros de la iglesia se transforman en sus instrumentos para diseminar una sabiduría demoníaca, nos encontramos ante la peor de todas las situaciones. La carta de Santiago da la impresión de que el demonio empleaba a algunos de los miembros de la iglesia.

Santiago comprueba esto observando una verdad de conocimiento común: “Porque donde hay envidia y ambición egoísta, allí hay desorden y toda clase de mala costumbre”. Nótese la correlación específica que, mostrada gráficamente, es así:

donde ▬ allí

hay ▬ hay

envidia ▬ desorden

ambición egoísta ▬ toda clase de mala costumbre

Una cosa lleva inevitablemente a la otra en una secuencia de causa y efecto. Si tienes envidia encontrarás desorden.

   ¿Qué es la envidia? He aquí una explicación: “Envidia es la resentida y hasta odiosa aversión por la buena fortuna o bendición de otros”. Santiago llama “amarga” a la envidia (3:14). La envidia destruye la mutua confianza, arrasa con la unidad y es demoníaca en su designio. Tal como lo señala Santiago, la envidia genera desorden. La expresión desorden “parece tener algunas de las connotaciones negativas de nuestra palabra ‘anarquía.’”

Además, la ambición egoísta invariablemente lleva a la mala conducta, puesto que los motivos egoístas avasallan y finalmente eliminan el amor a Dios y al prójimo. En sí misma la ambición es una fuerza benéfica que busca promover el bienestar de otros. Pero cuando se vuelve egoísta, la misma degenera, en mala conducta. Cuando percibió celos y contenciones entre los corintios, Pablo los reprochó por ser mundanos (1 Co. 3:3). En cambio, los creyentes deben ser colaboradores de Dios.

Consideraciones prácticas acerca de 3:13–16

Santiago menciona dos tipos de sabiduría. Una que procede del cielo y otra de la tierra. El primeramente nos dice algo acerca de la sabiduría terrenal, antes de explicar el significado de la sabiduría celestial.

La sabiduría terrenal no es verdadera sabiduría, puesto que antepone el propio ego a cualquier persona o cosa. Cuando uno insiste estridentemente en ser el primero, es inevitable que haya serios conflictos.

Cuando permitimos que la envidia y el egoísmo entren en el círculo familiar, pronto encontramos que la estabilidad del hogar queda seriamente amenazada. Entonces el hogar queda lleno de tensión. Esto hace que el padre, la madre y los hijos estén inquietos, que disminuya su testimonio cristiano y se debilite su bienestar espiritual.

Tomemos a María como caso típico. Ella creó fricciones inexpresables en el círculo familiar de Moisés al insistir en ser la primera en Israel (Nm. 12:1–2). La fricción que ella causó en su familia y en su comunidad no es diferente a la que es creada hoy en día por los conflictos de personalidades que encontramos entre miembros de la iglesia. Estos problemas impiden seriamente la eficacia de muchas congregaciones en su ministerio. Para encontrar paz en la familia y en la iglesia debemos lograr la reconciliación, confesando el pecado, abandonando la ambición egoísta y orando por la misericordia, amor y paz del Espíritu de Dios.

3er Titulo:  Recurriendo al ungido de Dios, para obtener claridad. Versículo 15. entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima parte de un Efá de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado. (Léase: Hebreos 3:17. ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?; Hebreos 4:16. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.).

Recurriendo Al Ungido: Esta expresión alude a la acción de acudir a una instancia superior o autoridad para buscar consejo o resolver cualquier disputa. En este caso, el sacerdote, recibe la acusación del esposo en contra de la esposa, para luego resolver de acuerdo a lo estipulado en la ley divina. Esta acción de recurrir ante el sacerdote es mencionada en el v.15 mediante la expresión “traerá su mujer al sacerdote”. La palabra “traerá” en hebreo es “´vejebí”, y significa literalmente “y él llevará o acercará”, lo que hace referencia, también, a traer la ofrenda de cebada. Esta ofrenda representa la acción de “traer la duda ante el sacerdote”, pues la cebada era usada como alimento para animales que solo los pobres comían, por lo que no era usado como ofrenda consagrada, sino solo en este caso de duda. Todo esto da a entender que, acudir al sacerdote implicaba ser acompañado en el proceso de búsqueda de una solución al problema de infidelidad, fuese para bien o para mal.

Esta parte de la lección muestra que, la ordenanza divina consideraba importante que el sacerdote pudiera dirimir o resolver situaciones delicadas actuando con estricto apego a las instrucciones divinas. La voluntad de Dios era la preservación de la santidad y, por lo tanto, también de la comunión con Él. En el Nuevo Pacto, el pecador recurre al Ungido de Dios, perfecto sumo sacerdote, trayendo sus cuitas y dudas ante el trono de gracia. También, Dios delega por su Espíritu a sus ministros el don de apacentar su grey; a ellos recurre la iglesia para consejo espiritual.

   Recurriendo Al Ungido De Dios En La Tierra Para Obtener Claridad De Acuerdo Al Orden Divino.

Deuteronomio 21:5: Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Jehová tu Dios para que le sirvan, y para bendecir en el nombre de Jehová; y por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa.

   Recurriendo Al Ungido De Dios En Los Cielos Para Obtener Claridad Ante El Trono De La Gracia.

Juan 8:3-4: 3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.

   Hebreos 3:17. ¿Y con quienes estuvo indignado durante cuarenta años? ¿No fue con aquellos que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Habría mejorado la conducta de los israelitas a lo largo de los cuarenta años? La respuesta a esta pregunta está en Éxodo y en Números: Éxodo 17 relata la primera rebelión al principio del período de cuarenta años, y Números 25 registra el afrentoso pecado de inmoralidad al fin de dicho período. Los israelitas no habían cambiado: seguían siendo rebeldes y obstinados. Las únicas excepciones fueron, por supuesto, Josué y Caleb, que demostraron su fe y recibieron el privilegio de conquistar y poseer la tierra.

   Hebreos 4:16. Acerquémonos entonces al trono de gracia con confianza, para poder recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en nuestro tiempo de necesidad. ¡Que palabras tan alentadoras! Son muchas las veces a lo largo de su epístola en que el escritor exhorta a sus lectores, pero en este versículo en particular él tiene una palabra especial para nosotros. En esta ocasión él no exhorta a los creyentes a rectificar su modo de vivir; nos alaba por ir en oración a Dios y nos insta a hacerlo con confianza.

a. “Acerquémonos entonces al trono de gracia con confianza”. La invitación a acercarnos al trono de gracia implica que los lectores ya están haciendo esto. El escritor usa también este mismo verbo en Hebreos 10:22 (“acerquémonos a Dios con un corazón sincero en plena seguridad de fe”). Más tarde repite la misma invitación con palabras algo diferentes (véanse Heb. 7:25; 10:1; 11:6; 12:12, 22).

El verbo acercarse puede tener una connotación religiosa, ya que con frecuencia se refería a los sacerdotes, que en su servicio religioso se acercaban a Dios con sacrificios (Lv. 9:7; 21:17, 21; 22:3; Nm. 18:3).133 En Hebreos 4:16 el escritor nos exhorta a que nos acerquemos al trono de gracia en oración, puesto que el único sacrificio que el creyente puede traer es un corazón quebrantado y contrito (Sal. 51:17). El gran sumo sacerdote ya ha traído el sacrificio supremo al ofrecerse a sí mismo sobre la cruz a favor de su pueblo. El sumo sacerdote misericordioso y fiel invita al pecador débil y tentado a acercarse al trono de gracia.

¿Qué quiere decir la frase trono de gracia! Esta es una referencia explícita a la realeza del Hijo de Dios (Heb. 1:2–4). Jesús está sentado a la diestra de Dios y ha recibido autoridad plena en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18). Pero la palabra gracia implica que la referencia apunta también al sacerdocio de Cristo. El pecador que viene al trono con de gracia en arrepentimiento y fe encuentra la gracia perdonadora de Jesús.

Además, se exhorta a venir al trono con confianza; es decir, podemos venir osadamente (Heb. 3:6; 10:19, 35), no impetuosamente o en temor de juicio, pero sí “en plena confianza y con sinceridad y en la esperanza de la plenitud de la gloria de Dios”. Jesús invita a su pueblo a acercarse libremente, sin dudas. Es como si tuviera en su mano el cetro orado, y dijese: “¡Venid!”

b. “Para poder recibir misericordia y hallar la gracia”. Aunque los términos misericordia y gracia son entendidos por muchos como sinónimos, debe notarse la diferencia que hay entre ellos. Westcott señala la distinción sucintamente:

El hombre necesita misericordia por el fracaso pasado, y gracia para la obra presente y futura. También hay una diferencia en cuanto al modo de lograr cada una de ellas. La misericordia debe ser “tomada” al ser extendida al hombre en su debilidad; la gracia debe ser “buscada por el hombre según su necesidad”.

La misericordia de Dios le es enviada a pecadores que están en miseria o en dificultad; ellos reciben la compasión de Dios cuando se le acercan. Y en tanto que la misericordia de Dios se extiende a todas sus criaturas (Sal. 145:9), su gracia, tal como la señala el escritor de Hebreos en Hebreos 4:16, se extiende a todos aquellos que se acercan al trono de Dios. La misericordia es caracterizada como la tierna compasión de Dios; la gracia, como su bondad y amor.

c. “Que nos ayude en nuestro tiempo de necesidad”. El socorro es recibido en el momento justo, en la hora de necesidad. El escritor no dice que el socorro o la ayuda sea constante, sino más bien que alivia la necesidad del momento: dicha necesidad puede ser material, física, o espiritual. Cuando invocamos el nombre del Señor con fe y nos acercamos al trono de Dios, él nos escucha y nos contesta. El permanece presto a ayudar (véase Heb. 2:18).

Esta ayuda, en forma de gracia, viene cuando la tentación parece hacernos vacilar. Dios nos da los medios para encontrar una salida de nuestras tentaciones. Dios es fiel (1 Co. 10:13).

   Definición. El significado bíblico de Efá es una unidad de volumen antigua que la usaban los hebreos y los egipcios. Esta era el equivalente a unos 18 o 37 litros y se empleaba en el pesaje de granos como la lenteja. Con diez Efá se completaba un Omer. Se asumía que el Efá tenía una misma medida que el Bato, aunque esto no se confirma.

¿Cómo se usaba el Efá?

En las santas escrituras se utilizaba esta medida para referirse al peso de productos como la harina. También la usó el profeta Ezequiel a fin de advertir a los vendedores y a los jefes que no debían robar a sus hermanos. Más bien, tenían que disponer de básculas exactas y usar una medida fija de Efá en sus negocios.

Esto debido a que muchos empleaban unas balanzas en compra y otras en venta, pero siempre estas estaban a su favor. Por eso, los tratos con ellos eran deshonestos. Ahora bien, en levíticos se menciona el Efá como una medida alternativa hacia los pobres. Todos los israelitas debían hacer ofrendas a su Dios; esto podía ser complicado para los que no tenían recursos. Jehová estableció una alternativa que estuviera a la mano de los necesitados. En Israel, los frutos, granos, aceites y otros bienes, se almacenaban en un cobertizo nombrado Alfolí.

Cuando Rut regresó con su suegra a Israel, tuvo que salir a los campos a recoger lo que los trabajadores dejaban de la cosecha. Después de un arduo día de faena llegó a almacenar casi un Efá de cebada.

Su esfuerzo, tan noble hacia Nohemí, fue recompensada cuando Boaz un pariente de su esposo fallecido, la reclamó para sí. Este adinerado hombre las cuidó y les devolvió la alegría. Además, su primer hijo conservó la herencia y el apellido del individuo muerto, así que Nohemí ya no se sentía desdichada. Dejó de formar parte de ese grupo de mujeres viudas sin hijos, donde estaban Orfá, la esposa del difunto Quelion, y Rut.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Domingo 21 de enero de 2024 ED. DGO 21-01-2024

Domingo 14 de enero de 2024.

Lección: Número 5, versículos 5 al 10. Además, habló Jehová a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra Jehová y delinquen, aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó. Y si aquel hombre no tuviere pariente al cual sea resarcido el daño, se dará la indemnización del agravio a Jehová entregándola al sacerdote, además del carnero de las expiaciones, con el cual hará expiación por él. Toda ofrenda de todas las cosas santas que los hijos de Israel presentaren al sacerdote, suya será. Y lo santificado de cualquiera será suyo; asimismo lo que cualquiera diere al sacerdote, suyo será.

    Comentario de Número 5: 5 al 10. Restitución en caso de traspaso. – Ningún delito contra la propiedad de un prójimo debía quedar sin expiación en la congregación de Israel, que acampaba o habitaba alrededor del santuario de Jehová; y el mal cometido no debía quedar sin restitución, porque tales crímenes implicaban infidelidad (מעל, véase Levítico 5:15) hacia Jehová. “Si un hombre o una mujer cometiere uno de los pecados de los hombres, cometiendo infidelidad contra Jehová, y la misma alma hubiere incurrido en culpa, confesará el pecado que cometió, y (el que lo hizo) pagará su deuda conforme a su suma” (בּראשׁו, como en Levítico 6:5), etc. האדם מכּל־חטּאת, uno de los pecados que ocurren entre los hombres, no “un pecado contra el hombre” (Lutero, Ros., etc.). El significado es un pecado, con el cual se cometió un מעל contra Jehová, es decir, uno de los actos descritos en Levítico 6:3-4, por el cual se hizo daño a la propiedad de un prójimo, por lo cual un hombre se hizo acreedor de una deuda, para cuya aniquilación se prescribía una restitución material de la propiedad del otro, junto con la adición de una quinta parte de su valor, y también la presentación de una ofrenda por el pecado (Levítico 6:4-7). Para protegerse de la perturbación del compañerismo y la paz en la congregación que surgiría de transgresiones como estas, la ley ya dada en Levítico 6:1 se renueva aquí y se complementa con la estipulación adicional de que, si el hombre que ha sido privado injustamente de algunos de sus bienes no tenía Goël, a quien se le podía hacer restitución de la deuda, la compensación debía pagarse a Jehová por los sacerdotes. El Goël era el pariente más cercano, sobre quien recaía la obligación de redimir a una persona que había caído en la esclavitud a causa de la pobreza (Levítico 25:25). La alusión al Goël en este sentido presupone que la persona herida ya no estaba viva. A esto se añaden, en Números 5:9 y Números 5:10, las instrucciones que están sustancialmente conectadas con esto, a saber, que toda ofrenda elevada ((Terumah), véase en Levítico 2:9) en las ofrendas sagradas de los hijos de Israel, que presentaban al sacerdote, le pertenecían a él (el sacerdote), y también todas las ofrendas sagradas que eran traídas por diferentes individuos. La referencia no es a sacrificios literales, es decir, ofrendas destinadas al altar, sino a ofrendas dedicatorias, primicias y cosas por el estilo. את־קדשׁיו אישׁ, “con respecto a cada hombre, sus ofrendas sagradas… para él (el sacerdote) serán; lo que cualquiera dé al sacerdote será suyo”. La segunda cláusula sirve para explicar y confirmar la primera. את: en cuanto a, con respecto a, quoad (ver Ewald, §277, d; Ges. §117, 2, nota).

  Definición: La prevaricación o prevaricato es un delito que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial a sabiendas de que dicha resolución es injusta y contraria a la ley.​ Es comparable al incumplimiento de los deberes del servidor público.​ (Wikipedia).

Dicha actuación es una manifestación de un abuso de autoridad. Está sancionada por el derecho penal, que busca la protección tanto del ciudadano como de la propia Administración. Para que este delito sea punible, debe ser cometido por un servidor o juez en el ejercicio de sus competencias.

La misión de los jueces es la de aplicar el derecho vigente al caso concreto. El ejercicio de esa función se denomina «jurisdicción», es decir, la esfera o el ámbito en el cual se puede desenvolver un funcionario judicial. Cuando un juez se aparta voluntariamente de la aplicación del derecho al caso concreto, comete un delito del derecho penal que se denomina prevaricato.

   Según el diccionario Bíblico: Prevaricación según la Biblia es transgredir la norma y violar a consciencia un compromiso que se ha establecido previamente. Un prevaricador se ha desviado del camino recto totalmente consciente de sus malas intenciones. En el Texto Sagrado se puede ver claramente que Dios castiga con fuerza este comportamiento pecaminoso.    La prevaricación siempre será un mal que se revertirá más temprano que tarde, porque es una injusticia terrible. Por ejemplo, robar algo que podría salvar a un prójimo muy necesitado.

La palabra prevaricación proviene del latín “praevaricatio, -ōnis” y se deriva del verbo “praevaricari” que significa no cumplir con el deber, ser sesgado en la justicia, torcerse o desviarse, salirse de la norma. Para saber qué es la prevaricación según la Biblia, veamos en el contexto en el que se menciona la palabra en las Sagradas Escrituras. En varios pasajes la prevaricación se usa para referirse a los graves pecados de los hombres y las naciones y las consecuencias que esto trae para su destino.

En Levítico 6, Dios le dice a Moisés que quien haya prevaricado tendría que devolver justicia a quien se la había arrebatado, haciendo sacrificios para expiar sus pecados ante Dios. También se deja claro sobre cómo el Señor reprenderá a quien haya incumplido con un juramento o promesa, que es uno de los sentidos que se da a la palabra prevaricación (Ezequiel 17:19-21; 15:7-8; Daniel 9:23-25).

En cuanto al exterminio de la prevaricación en el mundo, en el libro de Daniel se hace referencia a la gran tribulación, un período de 7 años en que la justicia divina caerá sobre la tierra. En ese período quienes hayan seguido a Jesús y hayan tenido fe inquebrantable en Dios no tendrán nada que temer. Sin embargo, quienes hayan cometido prevaricación e iniquidad serán juzgados y este se convertirá en el último juicio contra el pecado de Israel.

«PREVARICACION»: Corresponde a todas aquellas infracciones que se hacen a sabiendas, es decir, sabiendo hacer lo bueno. En este caso, se refiere a cometer pecados conociendo las ordenanzas que lo prohíben, torciendo o desviando la ley de Dios. Esta desviación de la le divina queda reflejada en el V.6 mediante el uso de la palabra “prevarican” refiriéndose a un comportamiento reñido con la voluntad de Dios. La palabra “prevaricar” en hebreo es “maál”, y se utiliza para identificar actos “de infidelidad traición a la confianza”, tanto hacia otras personas, como hacia Dios. Esto da a entender que las ordenanzas divinas no debían ser cumplidas de manera antojadiza, torciéndolas o acomodándolas a un pensamiento egoísta.

Esta parte de las Escrituras muestra el significado de la prevaricación mediante la cual el hombre se revela contra Dios. Israel luchó contra este pecado durante todo el periodo de vigencia de la ley mosaica, pues, siempre era tentado a torcer las ordenanzas divinas lo que, a la postre, le traería catastróficas consecuencias, siendo casi exterminado como nación. En el Nuevo Pacto, las Escrituras enseñan claramente que, la palabra de Dios no debe ser tergiversada ni torcida, acomodándola a un comportamiento negligente, pues, “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17). La prevaricación es un pecado grave, tal como lo dice Hebreos 10:26-27: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad ya no queda más sacrificio por los pecados sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”

   Referencias Bíblicas sobre prevaricato: Levítico 26:40 Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición,

Josué 22:22 Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra Jehová, no nos salves hoy.

Job 14:17 Tienes sellada en saco mi prevaricación, Y tienes cosida mi iniquidad.

Proverbios 12:13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; Mas el justo saldrá de la tribulación.

Ezequiel 15:8 Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor.

Daniel 8:13 Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?

La Prevaricación Y La Mentira Causan Destrucción Y Ruina Espiritual.

(Isaías 59:13): «el prevaricar mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira».

El Origen De La Prevaricación Es La Porfía Contra la Voluntad Divina.

(Jeremías 2:29): «¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová».

Texto: «Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición» (Levítico 26:40).

Comentario del contexto bíblico: El arrepentimiento permitiría recibir el perdón de Dios y la restauración a la bendición (26:40-46)

El v.4O comienza con la expresión “pero si’ (NVI), que no es traducida en la RV’60. Con eso da inicio a esta última sección que pretende proveer esperanza de restauración a pesar de las terribles calamidades anunciadas. Si había confesión, arrepentimiento y reconocimiento, encontrarían gracia de parte de Dios. Pero esa confesión solo serviría si procedía de un corazón quebrantado. En los vs.41-42 se usa la palabra kana (“humillarse”) que literalmente significa “ponerse de rodillas”. Con eso el Señor quería decirles que solo se “acordaría” de Su pacto cuando “humillaran su corazón incircunciso”.

Tanto Moisés como Pablo captaron que el tema de la circuncisión era mucho más profundo que realizar una marca en la carne. Se trataba de un símbolo de algo que Dios pretende hacer en el corazón de los creyentes (Dt. 30:6; Ro. 2:29). Cuando el corazón, es decir, el asiento de la fe, la voluntad y las decisiones, no está circuncidado, entonces permanece en oposición contra Dios. No conoce al Señor por lo cual no le cree ni le obedece. En lugar de que la Ley de Dios se vuelva su delicia, se transforma en un pesado yugo, una carga que hay que soportar o transgredir en la medida de las posibilidades. En cambio, un corazón circuncidado es uno que conoce a Dios, le cree y es transformado por esa relación. La fe es comprometida, de tal naturaleza que la santificación es natural y placentera, porque agradar a Dios llega a ser la meta de la vida. En definitiva, solo Dios puede circuncidar los corazones, pero lo realiza únicamente en aquellos que lo desean, que lo piden y que lo asumen como un privilegio y una nueva forma de vida.

Cuando el remanente “volviera en sí” y reconociera el pecado de sus ancestros y de ellos mismos, Dios se “acordaría” de Su pacto. Así comenzó la experiencia del éxodo, pues Dios se “acordó” de Su pacto con los patriarcas (Ex. 2:24). Ahora promete nuevamente que recordaría Su pacto con la nación, una expresión que significa fundamentalmente “retomar”, “volver a poner en acción las promesas de bendición y protección”, “avanzar de nuevo los propósitos eternos” que estaban siendo estorbados por la incredulidad y desobediencia.

PARA LA IGLESIA

   Así como en el caso de las bendiciones del PM, para aplicar estas enseñanzas a la época de la Iglesia es necesario recordar que este antiguo pacto fue establecido con Israel en el contexto geopolítico de una teocracia en la Tierra Prometida. Por lo tanto, hay muchas variables que no son pertinentes para el presente, aunque serán retomadas cuando regrese el Señor a instaurar Su Reino. Los principios eternos, no obstante, son aplicables en toda época.

Jesús habló a Israel en términos de las bendiciones y maldiciones del PM (Mt. 24-25; Mr. 13; Lc. 21). De manera que suponer que la Iglesia reemplazó simplemente a Israel y recibió las bendiciones del pacto, dejando las maldiciones a Israel, no hace justicia al texto, pues se perdería todo el propósito por el cual Dios levantó a Israel como nación. Pablo nos explica en Romanos 11:29 que el PM no fue invalidado de manera final por la incredulidad de la nación elegida. Aquellos que se arrepintieran y creyeran en el Mesías hallarían salvación (Ro. 11:26), precisamente en los términos de esperanza expresados en Levítico 26 y Deuteronomio 30. Jesús aseguró que Jerusalén será pisoteada hasta que se cumpla el “tiempo de los gentiles” (Lc. 21:24 cf. Ro. 11:25), lo que indica que viene algo después. Finalmente, el mensaje predicado por los apóstoles a Israel fue el ofrecimiento de restauración por un genuino arrepentimiento (Hch. 3:19), lo cual no habría tenido sentido si esa nación hubiera sido totalmente desechada del programa divino. En resumen, Dios no ha terminado Su trabajo con los herederos físicos de Abraham y la iglesia no reemplaza lo que Dios se propuso con ese pueblo.

En relación con la Iglesia, vale decir, los creyentes genuinos, no la iglesia institucional, el principio de las bendiciones por la obediencia y la disciplina por la desobediencia está plenamente vigente. Sin embargo, no se aplican los detalles de Levítico 26 o Deuteronomio 27-28 por las razones que ya hemos explicado y porque en la experiencia del PN, donde el Espíritu Santo ha escrito la voluntad de Dios en el corazón de los creyentes y les ayuda con Su poder a vivir en obediencia, sería totalmente contradictorio calificar de la actitud de los cristianos verdaderos en los términos con que comienza este capítulo 26, es decir, de aborrecimiento y desprecio a la Ley de Dios.

Sin embargo, no podemos perder de vista las advertencias del Señor en pasaje como el de Apocalipsis 2-3, donde dice que por la infidelidad puede llegar a quitar su “candelabro”, vale decir, su testimonio como pueblo de Dios.

Aunque la iglesia sufra persecución y exilio, el propósito de ello es totalmente diferente, pues la Iglesia no tiene una tierra a la cual regresar, sino que se sabe peregrina en este mundo. De hecho, la persecución arrecia precisamente cuando el testimonio es puro, provocando la ira del enemigo. En términos individuales es posible que la experiencia de Israel según Levítico 26 pueda hallar paralelo hasta cierto punto, pero no por estar bajo la Ley de Moisés, sino por el principio eterno de sembrar y cosechar. Por otro lado, habrá recompensas y pérdidas para los creyentes según sus obras cuando sean juzgados en el Tribunal de Cristo (1 Co. 3:10-15; 2 Co. 5:10). Pero en la era presente, el trato de Dios hacia los creyentes es el de un Padre amante que disciplina solo cuando es necesario con el fin de llevar a Sus hijos a la plenitud de su existencia (He. 12).

Al final de los tiempos vendrán severos juicios sobre todas las personas y pueblos que hayan rehusado obedecer la Palabra de Dios (Ap. 6-19). Sin duda, las calamidades de Apocalipsis hallan su fundamento en Levítico 26 y Deuteronomio 28. La época de la Iglesia se caracteriza por la paciencia de Dios, esperando que todos tengan oportunidad de conocerle y arrepentirse. Pero esta época donde la gracia nos sale al encuentro y el mundo entero está bajo el manto de la generosidad divina (Mt. 5:45; Hch. 17:25), es un tiempo limitado y el NT nos llama a temer cuando el plazo se acabe y Dios venga a limpiar y a terminar el trabajo de formar una Nueva Creación (cf. Hch. 17:30-31).

1er Titulo: Confesando el delito y restituyendo con justicia el daño causado. Versículos 5 al 7. Además, habló Jehová a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra Jehová y delinquen, aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó. (Léase: Levítico 6: 4 y 5. entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló, o todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente; lo restituirá por entero a aquel a quien pertenece, y añadirá a ello la quinta parte, en el día de su expiación. ▬ San Lucas 19:8. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.).

Comentario de Levítico: Lo mismo si se estafaba a un prójimo (6:4-7)

Si se defraudaba a otra persona jurando en el Nombre de Dios, se consideraba un sacrilegio, una ofensa contra Dios mismo. En este caso la gravedad “aumentaba”, pues violaba tanto el mandamiento de “no robar”, como el de usar en vano ei Nombre de Dios. Nuevamente vemos la obligación de reparar el daño y agregar un 20% extra antes de hacer expiación mediante el sacrificio.

La ofrenda de reparación es un ejemplo de la necesidad de lograr armonía en la relación con Dios y con otras personas. Es la manera de enseñar por medio de las ceremonias religiosas el resumen de la Ley contenido en los dos grandes mandamientos de amar a Dios y al prójimo (cf. Mt. 22:36-40; Lc. 10:25-28).

PARA LA IGLESIA

   La ofrenda de reparación (‘asham) era un asunto de convicción personal, pues solo Dios y el ofensor sabían lo ocurrido. De modo que confesar públicamente lo realizado y pagar todo lo defraudado, agregando incluso una compensación extra, era la evidencia de que el arrepentimiento era sincero y que, por tanto, Dios aceptaría el sacrificio para hacer expiación y perdonar.

Para los cristianos, un pasaje como este nos enseña cómo ve Dios las faltas, las promesas, las mentiras, etc. Además, nos revela que, aunque la sangre de Su Hijo tiene el poder para limpiar todo pecado, eso solo ocurre cuando hay un genuino arrepentimiento. A veces nada de lo que hagamos podrá reparar nuestros errores del pasado, pero cuando algo se puede hacer, dicha reparación es la evidencia del arrepentimiento, como ilustra por ejemplo la actitud de Zaqueo en Lucas 19:8 9. El mismo principio enseno Jesús en Mateo 5:23-24 y 6:12-14.

En la iglesia, el correcto énfasis en la gracia de Dios puede llevar a algunos al malentendido de que el arrepentimiento no tendrá tampoco costo alguno. Hemos de entender que, en términos del AT, Dios se santifica en quienes se acercan a Su presencia (Lv_ 10:3). Por lo mismo, siempre había una víctima que cargaba con el costo para limpiar una transgresión. Por tanto, este pasaje de Levítico es una ilustración práctica de lo que el Señor espera antes de buscar reconciliarnos con Él, y definitivamente forma la base para la teología del NT acerca de la confesión para el perdón de pecados sobre la base del sacrificio de nuestro Señor Jesús (1 Jn. 1:9).

Por otra parte, la confesión y reparación que hagamos del pasado tiene también un fuerte componente terapéutico, pues sana la opresión que se ha llevado en la conciencia. De modo que debemos recordar que hacer reparación es sanador, aunque sea duro de realizar.

Dejar de llevar una vida integra, tener un testimonio destruido o directamente ser de doble ánimo, afecta en última instancia también al Cuerpo de Cristo, trae desunión e invita a la influencia demoniaca y a la disciplina de Dios. Los verdaderos creyentes perciben claramente que, si no están en paz con su prójimo, no pueden adorar libremente al Señor.

Según Isaías 53:10, el Mesías prometido llegaría a ser la ofrenda por el pecado (‘asham) y con su ofrenda justificaría a muchos. Por tanto, entendiendo esa profecía en términos de Levítico, la muerte de Jesús ofreció tanta expiación como reparación.” De modo que nosotros no solo éramos pecadores por esencia ante Dios, sino que habíamos defraudado a Dios (con nuestra vida, prioridades, dones, bienes, servicio, etc.) y de esa manera vivíamos en sacrilegio. Éramos como leprosos necesitando sanidad; éramos como nazareos con votos quebrantados; éramos estafadores unos de otros. El sacrificio de Jesucristo satisfizo a Dios, pues no solo pagó por la pena del pecado, sino que hizo reparación por todo lo que la humanidad había defraudado. Todo eso recibimos por la gracia de Dios por medio de la fe. De

ahí en adelante hemos de vivir conforme a esa nueva condición, mostrando “frutos dignos de arrepentimientos” (Mt. 3:8).

Comentario de San Lucas 19: 8. Pero Zaqueo se puso de pie y dijo al Señor: Escúchame, Señor. Ahora mismo doy la mitad de mis posesiones a los pobres, y si he defraudado a alguien en algo, se lo devuelvo cuadruplicado.

Debemos suponer que Jesús ahora ha entrado en la casa del jefe de los publicanos. ¿No es natural creer también que a todos los que se reunieron allí él les dirigió las palabras de vida? La preocupación amorosa que Jesús había demostrado hacia Zaqueo hizo de éste un hombre cambiado.

Tan profundamente impresionado está, que en respuesta se levanta y afirma que aquí y ahora está dando la mitad de sus posesiones a los pobres. Esa es su ofrenda de acción de gracias.

¿Ha sido a veces culpable de (directa o indirectamente) cobrar demasiado dinero de alguien? Sí, lo ha sido. De modo que en presencia de todos ahora declara que va a devolver todo lo que ha tomado ilícitamente. No solamente eso, va a añadir algo más. La ley (Lv. 6:1–5; Nm. 5:7) exigía que en ciertos casos al hacer restitución se añadiese un quinto del dinero recibido injustamente—en este caso un quinto de lo que había cobrado demás. En otros casos había que hacer restitución doble (Ex. 22:4, 7, 9). Sin embargo, Zaqueo ha decidido ahora restituir no el doble sino cuatro veces la cantidad cobrada de más. De paso, ¿no tiende a probar esta restitución cuádruple además de “la mitad de mis posesiones” (esto para los pobres) que Zaqueo no puede haber sido groseramente deshonesto? ¿De otro modo, podría haber hecho una restitución tan generosa?

2° Titulo: Entregando la indemnización a quien es debido, para recibir el perdón. Versículo 8. Y si aquel hombre no tuviere pariente al cual sea resarcido el daño, se dará la indemnización del agravio a Jehová entregándola al sacerdote, además del carnero de las expiaciones, con el cual hará expiación por él. (Léase: Levítico 6:6 y 7. Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación. Y el sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender.).

  Comentario de Levítico: Lo mismo si se estafaba a un prójimo (6:6-7)

Si se defraudaba a otra persona jurando en el Nombre de Dios, se consideraba un sacrilegio, una ofensa contra Dios mismo. En este caso la gravedad “aumentaba”, pues violaba tanto el mandamiento de “no robar”, como el de usar en vano ei Nombre de Dios. Nuevamente vemos la obligación de reparar el daño y agregar un 20% extra antes de hacer expiación mediante el sacrificio.

La ofrenda de reparación es un ejemplo de la necesidad de lograr armonía en la relación con Dios y con otras personas. Es la manera de enseñar por medio de las ceremonias religiosas el resumen de la Ley contenido en los dos grandes mandamientos de amar a Dios y al prójimo (cf. Mt. 22:36-40; Lc. 10:25-28).

PARA LA IGLESIA

   La ofrenda de reparación (‘asham) era un asunto de convicción personal, pues solo Dios y el ofensor sabían lo ocurrido. De modo que confesar públicamente lo realizado y pagar todo lo defraudado, agregando incluso una compensación extra, era la evidencia de que el arrepentimiento era sincero y que, por tanto, Dios aceptaría el sacrificio para hacer expiación y perdonar.

Para los cristianos, un pasaje como este nos enseña cómo ve Dios las faltas, las promesas, las mentiras, etc. Además, nos revela que, aunque la sangre de Su Hijo tiene el poder para limpiar todo pecado, eso solo ocurre cuando hay un genuino arrepentimiento. A veces nada de lo que hagamos podrá reparar nuestros errores del pasado, pero cuando algo se puede hacer, dicha reparación es la evidencia del arrepentimiento, como ilustra por ejemplo la actitud de Zaqueo en Lucas 19:8 9. El mismo principio enseno Jesús en Mateo 5:23-24 y 6:12-14.

En la iglesia, el correcto énfasis en la gracia de Dios puede llevar a algunos al malentendido de que el arrepentimiento no tendrá tampoco costo alguno. Hemos de entender que, en términos del AT, Dios se santifica en quienes se acercan a Su presencia (Lv. 10:3). Por lo mismo, siempre había una víctima que cargaba con el costo para limpiar una transgresión. Por tanto, este pasaje de Levítico es una ilustración práctica de lo que el Señor espera antes de buscar reconciliarnos con Él, y definitivamente forma la base para la teología del NT acerca de la confesión para el perdón de pecados sobre la base del sacrificio de nuestro Señor Jesús (1 Jn. 1:9).

Por otra parte, la confesión y reparación que hagamos del pasado tiene también un fuerte componente terapéutico, pues sana la opresión que se ha llevado en la conciencia. De modo que debemos recordar que hacer reparación es sanador, aunque sea duro de realizar.

Dejar de llevar una vida integra, tener un testimonio destruido o directamente ser de doble ánimo, afecta en última instancia también al Cuerpo de Cristo, trae desunión e invita a la influencia demoniaca y a la disciplina de Dios. Los verdaderos creyentes perciben claramente que, si no están en paz con su prójimo, no pueden adorar libremente al Señor.

Según Isaías 53:10, el Mesías prometido llegaría a ser la ofrenda por el pecado (‘asham) y con su ofrenda justificaría a muchos. Por tanto, entendiendo esa profecía en términos de Levítico, la muerte de Jesús ofreció tanta expiación como reparación.” De modo que nosotros no solo éramos pecadores por esencia ante Dios, sino que habíamos defraudado a Dios (con nuestra vida, prioridades, dones, bienes, servicio, etc.) y de esa manera vivíamos en sacrilegio. Éramos como leprosos necesitando sanidad; éramos como nazareos con votos quebrantados; éramos estafadores unos de otros. El sacrificio de Jesucristo satisfizo a Dios, pues no solo pagó por la pena del pecado, sino que hizo reparación por todo lo que la humanidad había defraudado. Todo eso recibimos por la gracia de Dios por medio de la fe. De

ahí en adelante hemos de vivir conforme a esa nueva condición, mostrando “frutos dignos de arrepentimientos” (Mt. 3:8).

3er Titulo: El ministro de Dios es digno de su sustento. Versículos 9 y 10. Toda ofrenda de todas las cosas santas que los hijos de Israel presentaren al sacerdote, suya será. Y lo santificado de cualquiera será suyo; asimismo lo que cualquiera diere al sacerdote, suyo será. (Léase: 1ª Timoteo 5:17 – 18.  Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario. ▬ 1ª a los Corintios 9: 3 al 8. Contra los que me acusan, esta es mi defensa: ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley?).

   Comentario de 1ª Timoteo 5:17. Los ancianos que gobiernan bien sean tenidos por dignos de doble honor, especialmente los que trabajan en la predicación y la enseñanza.

La honra debida a las viudas sugiere el honor debido a los ancianos. Además, así como la palabra viuda fue usada primero en un sentido general (v. 3), pero después (v. 9) en el sentido de las que habían sido puestas en la lista y ejecutaban ciertas funciones en la iglesia, así la palabra presbítero aparece primero en el sentido general de viejo (5:1), pero ahora aparece como sinónimo de supervisor (obispo), señalando esta última designación el carácter de la obra del hombre, y la primera la edad y la dignidad que le corresponde por su edad y oficio.

Es claro que con las palabras obispo y anciano se está indicando la misma persona, porque en ambos casos se nos dice que estos hombres gobiernan y enseñan (cf. 1 Ti. 3:2, 5 con 5:17). No es extraño que un sobreveedor u obispo fuera llamado presbítero o anciano, porque en el antiguo Israel, en la sinagoga, y también en la iglesia primitiva los investidos con este oficio eran los hombres de mayor edad. En forma muy adecuada la palabra obispo (supervisor) se usa cuando el énfasis está puesto en su obra (1 Ti. 3:1), y la palabra anciano cuando el énfasis está puesto en el honor que le es debido (en este pasaje, 1 Ti. 5:17).

Es digno de notarse que aquí a Timoteo se le ordena que se preocupe de ver que los “ancianos que gobiernan excelentemente” (su sentido literal) sean honrados por la congregación. El apóstol debe de haber estado consciente del hecho de que en muchos casos los miembros de las iglesias tienden a olvidar esto. Están propensos a pensar que los obispos están viviendo en la calle Holgura, “especialmente los que trabajan en la predicación y la enseñanza”, o que, si algún honor se debe otorgar, debe ser por medio del sermón fúnebre. ¿Es sorprendente que muchos ministros sufran quebrantos nerviosos? ¿Y que entre ellos haya varios que estaban haciendo la obra a conciencia?

Las palabras “especialmente los que trabajan en la predicación (literalmente en la palabra) y enseñanza” muestran que ya en el tiempo de Pablo comenzaba a hacerse una distinción entre los que hoy llamamos “ministros” o “pastores” y los que aún llamamos “ancianos”. Todos gobiernan, y en cierto grado, todos enseñan, pero algunos (además de gobernar) trabajan en la predicación (exponiendo la Palabra a la congregación reunida), y en la enseñanza (impartiendo instrucción a la juventud, a los que buscan, y a todos los que tienen necesidad de ella). Ellos se especializan y trabajan arduamente en ello. La tarea les exige dedicar mucho tiempo y esfuerzo: predicar, enseñar, y prepararse para ello.

Ahora bien, todos estos ancianos que gobiernan excelentemente deben recibir “doble honor”. Pero, ¿qué se quiere decir con esta expresión? Las interpretaciones varían:

(1) honor y honorarios. Deben recibir honra y una recompensa material (Crisóstomo, C. Bouma).

(2) amplia paga, mejor remuneración, el doble del salario que reciben (algo así, pero con variaciones personales. Moffatt, White en Expositor’s Greek Testament, Williams).

(3) el doble del “honor” debido a las viudas, o una porción doble de las primicias de las viudas (Constituciones de los Santos Apóstoles II. xxviii; en el mismo sentido, Calvino, Lock).

(4) honor como hermanos y honor como gobernantes; u honor en cuanto a edad y honor en cuanto al oficio (Tertuliano, Bengel).

(5) honor como ancianos, honor adicional como quienes gobiernan en forma excelente (Lenski).

Yo creo que esta última interpretación es la correcta, y acepto la declaración de Lenski que el contexto mismo explica el “doble honor”. Sin embargo, este doble honor no debe ser interpretado como si quedara excluida toda idea de remuneración, y como si en conexión con el v. 18 el pensamiento diera a entender sencillamente esto: Los ancianos que gobiernan en forma excelente debieran recibir lo que es justo, a saber, doble honor; así como el buey que trilla recibe lo que le corresponde, esto es, manojos de espigas; y como el obrero recibe lo que le es debido, esto es, su salario (véase Lenski sobre el v. 18). De este modo toda noción de remuneración económica quedaría completamente excluida del “doble honor” debido a los ancianos que sirven bien y están en necesidad de ello. Pero eso puede ser difícilmente correcto, porque también en el caso de las viudas el honor debido a ellas inmediatamente fue ligado con el sostenimiento material (v. 3 y 4), y las analogías usadas por Pablo en el v. 18 ciertamente señalan en el mismo sentido en lo que respecta a los ancianos. Por lo tanto, la verdadera explicación parecería ser esta:

El anciano merece ser honrado; particularmente si su labor se destaca por su calidad. Este honor es debido especialmente a los que trabajan en la predicación y la enseñanza. Y esto implica, por cierto, donde sea necesario (y sería necesario especialmente en el caso del “ministro”) su trabajo debería también ser recompensado de un modo material. El hombre que dedica todo su tiempo y esfuerzo en la obra del reino (el “ministro”) ciertamente merece “un buen salario”. No es que la palabra “honor” en sí y por sí tenga aquí el sentido de honorario. Significa honor. Pero sería evidencia de falta de honor que la iglesia demande de un hombre la entera dedicación a la obra espiritual y que lo haga gratuitamente. La explicación que he dado no implica que todo anciano, o aun todo anciano que gobierna bien deba recibir salario. Todos los que gobiernan bien merecen doble honor, y en el caso de los que se dedican enteramente a la obra de la iglesia esto implica el derecho de remuneración (y esto implica más que eso; véase vv. 19, 20, 22).

    [18]. Porque la Escritura dice: No embozarás el buey que trilla Y Digno de su salario (es) el obrero.

Los dos dichos están claramente coordinados. Si el primero es “Escritura”, también lo es el segundo. Así una palabra dicha por Jesús es puesta a la par con un dicho del canon del Antiguo Testamento.

El primer dicho es cita de Dt. 25:4. Pablo hace un uso similar de él en 1 Co. 9:8–12. El cuadro es el de una era: un terreno circular expuesto al viento. A veces era una roca lisa en la cumbre de una colina. Las gavillas con el grano han sido desatadas y yacen en el piso, arregladas en círculos. Se hace caminar a los bueyes sobre las espigas para que por el impacto de las pezuñas el grano maduro caiga de las espigas. (Os. 10:11; Mi. 4:13). O, con el mismo propósito, se puede uncir los bueyes a una rastra sobre la cual se sienta o se para el conductor mientras guía los bueyes para que den repetidos giros (Jue. 8:7; Is. 28:27; 41:15). Esta rastra es una especie de trineo formado por dos tablas pesadas, atadas una al lado de la otra y curvadas hacia arriba en la parte delantera. Se le ponían debajo agudas piedras, para soltar los granos

de trigo.

   Ahora bien, los crueles paganos a veces embozaban los bueyes cuando trillaban, pero Jehová había prohibido claramente a Israel que hiciera esto. El propósito de esta orden era que los hombres pudieran ver la bondad de Dios; particularmente, que pudieran discernir este principio básico, a saber, que a todo obrero (sea el que hace el trabajo un buey, un obrero común, o un ministro del evangelio) Dios ha dado el derecho de participar de los frutos de su trabajo (el contexto en Deuteronomio tiene que ver con hombres, no con animales. Cf. 1 Co. 9:9, 10). En el caso presente esto significaría que “los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Co. 9:14).

El segundo dicho: “Digno de su salario (es) el obrero” se encuentra en esta forma precisa en Lc. 10:7 (En Mt. 10:10 el dicho ocurre de una forma ligeramente diferente: “el obrero es digno de su alimento”). Pablo y Lucas eran amigos y con frecuencia andaban juntos. Lucas había estado con Pablo durante el primer encarcelamiento en Roma (Col. 4:14; Film. 24). No es imposible que el evangelio de Lucas ya hubiese estado terminado. De aquí que, si esto es así, el apóstol estuviera en condiciones de citarlo. O también podría ser que estuviera citando una colección de dichos que presumiblemente fuera usada como fuente del Evangelio de Lucas.

Combinando las dos citas, y considerándolas a la luz del contexto precedente, notamos que Pablo está enfatizando que el respeto de que son dignos los ancianos que gobiernan bien, implica que los que entre ellos se dedican enteramente a la obra del evangelio tienen derecho a salario, y que este salario no les debiera ser retenido.

   Comentario 1ª los Corintios 9:3 al 8: [3]. Esta es mi defensa ante los que me examinan: [4]. ¿No tenemos derecho a comer y a beber?

a. División textual. La palabra esta podría referirse a los dos versículos precedentes (vv. 1, 2) o a los que siguen (vv. 4, 5). Los eruditos que conectan el versículo 3 a lo que precede, creen que el término esta se refiere al apostolado de Pablo que tiene a los corintios como sello. Por otra parte, los que piensan que el versículo 3 da comienzo a un nuevo párrafo, hacen que dos puntos introduzcan el versículo 4 como los derechos apostólicos de Pablo. De las dos interpretaciones, se debe preferir la segunda dado que el contexto general subraya los derechos de Pablo.

b. Defensa. La frase mi defensa representa otra dificultad. ¿Se refiere al testimonio que tuvo que dar ante algún tribunal (véase 4:3; Hch. 22:1)? El hecho de que las palabras se tomen de la terminología jurídica parece indicar a una respuesta afirmativa. Pero en vista de la distancia geográfica que separa a Pablo de sus inquisidores (él está en Éfeso, ellos en Corinto), parece que lo correcto es pensar de que habla figuradamente.

En el contexto de la epístola, ¿por qué habla Pablo de defensa? Debido a que Pablo era judío, no gentil, los cristianos gentiles de Corinto pensaban que él estaba atado a las leyes alimenticias de la ley. Al decir que se privará de comer carne, descarta la posibilidad de consumir carne sacrificada a ídolos. Defiende su derecho a no ejercer sus derechos. Los versículos que vienen después dan la respuesta de que Pablo tiene el derecho a comer, beber, a tener compañía y sostén (vv. 4, 5, 12). Pero se rehúsa a exigir sus derechos, porque desea promover la causa del evangelio. Anima a que compartan la mesa, pero se niega a comer comida sacrificada, para evitar herir la conciencia de algún hermano. Como cristiano redimido por Jesucristo, está libre de la ley de Moisés, pero escoge no hacer uso de esta libertad. Tiene el derecho de tener una esposa que lo acompañe, pero opta por permanecer célibe para que nada le estorbe en la predicación y enseñanza del evangelio.

El Señor ha dictaminado de que el obrero merece su salario (Lc. 10:7; 1 Ti. 5:18), así que los corintios tenían el deber de apoyar a Pablo económicamente, pues recibían instrucción de él. Pero cuando Pablo vivió en Corinto, en casa de Priscila y Aquila, se ocupó en su negocio de confección de carpas para mantenerse (Hch. 18:2,3). En cuanto a la predicación del evangelio de Cristo, Pablo dejó muy en claro a los corintios que él les servía gratis (v. 18).

c. Dudas. El hecho de que Pablo renunciase a sus derechos hizo que algunos corintios se hicieran algunas preguntas sobre su conducta. Pablo responde que es como si él enfrentase un juicio durante el cual sus interrogadores levantaban preguntas sobre su conducta.

Quizás estos criticones buscaban un apóstol cuya conducta satisficiera todas sus expectativas completamente. Ellos representaban a la minoría de la iglesia. Pero no lograron intimidarlo, pues el apóstol osadamente presenta su defensa y promueve así la causa de Cristo.

Pablo les pregunta a sus oponentes si él tiene derecho a comer y a beber. Esta pregunta reclamaba una respuesta afirmativa. En otras palabras, la iglesia debía proveerle de habitación y comida como pago por el trabajo desempeñado entre ellos. Aunque hay razones valederas para conectar este versículo (v. 4) con 8:9, donde aparece la palabra derecho dentro de una discusión sobre la libertad de comer, nos inclinamos a conectarlo con lo que sigue, no con lo que precede. Pablo ya no está hablando de comida sacrificial, sino de comer y beber a costa de la iglesia de Corinto. En los versículos siguientes, les informa a sus lectores que se ha refrenado de usar el privilegio de ser sostenido por la iglesia (vv. 15–18).

Realmente carecemos de información sobre los cargos que los oponentes de Pablo levantaban en contra de él. Nuestra explicación, entonces, no descansa en evidencia específica, sino en conjeturas.

   [5]. ¿No tenemos derecho a traer con nosotros una esposa creyente, como lo hacen el resto de los apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas?

a. «¿No tenemos derecho a traer con nosotros una esposa creyente?». Una traducción literal del griego sería: «una hermana (en el Señor), una esposa», que en una traducción más pulida es «una esposa creyente». Pablo pregunta si tiene derecho a viajar con una esposa como compañera. Tendrá que estar de acuerdo que tiene el derecho de estar casado y tener consigo una esposa como compañera de viaje. Es difícil determinar si Pablo estuvo alguna vez casado. Pero en vista del conocimiento que tenía de las intimidades matrimoniales (véase el comentario a 7:1–9), es plausible suponer que alguna vez fue casado.

La intimidad de la pareja se fortalece por el lazo de fe que los une en Cristo. Una pareja misionera se entrega completamente a la extensión de la iglesia. Si Pablo hubiese tenido una esposa que lo acompañase, ella hubiese sufrido miseria. Habría pasado hambre y sed, y habría carecido de ropa adecuada (véase 2 Co. 11:23–28).

b. «¿cómo lo hacen el resto de los apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas?». Aunque al libro de Hechos se le conoce como los Hechos de los Apóstoles, el libro sólo relata los hechos de dos apóstoles: Pedro y Pablo (a Juan sólo se le menciona en forma incidental).

La Escritura no informa nada acerca de las vidas y viajes de los apóstoles conocidos como los Doce. Pablo menciona «al resto de los apóstoles», lo que implica que él estaba bien informado acerca de sus viajes y circunstancias familiares, lo mismo que los corintios. Aparte de la tradición, que dice que Tomás viajó hasta la India, casi no sabemos nada del trabajo de los apóstoles. Suponemos que Pablo está pensando en los Doce y no en un círculo de apóstoles más amplio que incluyese a Bernabé, Andrónico y a Junias (Hch. 14:3, 14; Ro. 16:7; 1 Ts. 2:6).

Los hermanos del Señor son los que Mateo y Marcos mencionan en sus respectivos Evangelios: Jacobo, José, Simón y Judas (Mt. 13:55; Mr. 6:3). Juan informa que estos medios hermanos de Jesús no creyeron en Jesús durante su ministerio terrenal (Jn. 7:5).

Pero después de su resurrección, Jesús se le apareció a Jacobo (1 Co. 15:7). El día en que Jesús ascendió, sus hermanos, María su madre y las otras mujeres se reunieron con los apóstoles en el aposento alto (Hch. 1:14). Aparte de las epístolas de Santiago y Judas y de lo dicho en Hechos, no sabemos nada de la labor de los hermanos de Jesús.

Por supuesto que el nombre Cefas es el equivalente arameo de Pedro (Jn. 1:42). Los Evangelios relatan la vez que Jesús sanó a la suegra de Pedro en Capernaúm (Mt. 8:14, 15; Mr. 1:29–31; Lc. 4:38, 39). Pablo dice ahora que Pedro llevaba a su esposa a sus viajes misioneros. No es posible verificar si Pedro visitó alguna vez a la iglesia de Corinto. Pablo lo menciona varias veces en esta carta11 y ahora hasta menciona a su esposa. Por todo esto, suponemos que Pedro había visitado la iglesia de Corinto.

   [6]. ¿No tenemos Bernabé y yo derecho a abstenernos del trabajo físico?

Si interpretamos la pregunta (la primera) sobre el comer y el beber como afirmando que la iglesia tiene la obligación de darle sustento al apóstol, entonces encaja con esta tercera pregunta. Lo que Pablo está preguntando es si Bernabé y él tienen el derecho a dedicarse exclusivamente a la obra espiritual, y la respuesta es un rotundo sí. Si Pablo y Bernabé se dedican de esta manera a la obra del Señor, la iglesia tendría que sostenerlos económicamente. ¿Pero cómo encaja en todo esto la segunda pregunta? Si Pablo hubiese sido casado, la iglesia tendría que haberlo sostenido a él y a su esposa, lo que agregaba una carga económica mayor para la iglesia.

¿Por qué Pablo menciona a Bernabé? En Antioquía de Siria, Pablo y Bernabé habían tenido un desacuerdo (Hch. 15:39, 40) que los llevó a separarse. No obstante, Pablo menciona a Bernabé en su carta a los gálatas (véase Gá. 2:1–13). Si decimos que Pablo escribió esta epístola después del desagradable episodio de Antioquía, deducimos que el problema con su colega Bernabé ya estaba superado. Bernabé fue el compañero de Pablo en su primer viaje misionero a Chipre y al sur de Asia Menor. (Durante el segundo viaje de Pablo a Asia Menor, Macedonia y Grecia, lo acompañó Silas.) No sabemos si alguna vez Bernabé visitó Corinto. Pero sí podemos decir que, restaurado el compañerismo de estos dos amigos, se volvieron a encontrar, quizá hasta en el mismo Corinto.

Tanto Bernabé como levita y Pablo como fariseo habían aprendido un oficio para poder sostenerse. Sabemos que Pablo hacía carpas, pero nada sabemos de los negocios de Bernabé.

Aunque Pablo tenía el rango de maestro y la cultura griega menospreciaba el trabajo físico, el apóstol trabajaba con sus propias manos para generar sus propios recursos. No sorprende que las diferentes culturas chocaran y que los corintios plantearan preguntas acerca del proceder de Pablo. Él tenía el derecho a exigir que se le sostuviese, pero había rehusado valerse de este derecho.

Consideraciones prácticas en 9:3–6

   Cuando Dios instituyó el sacerdocio en Israel, también instituyó el diezmo. Los sacerdotes y levitas no recibirían tierras en la tierra prometida. Tendrían que recolectar los diezmos de los demás israelitas. Esta era la forma en que se sostendrían a sí mismos y la forma en que mantendrían el tabernáculo y el servicio religioso. A lo largo de la era veterotestamentaria, los descendientes de Leví se sostuvieron con los diezmos del pueblo de Dios. En el tiempo de Jesús, se observó estrictamente la práctica del diezmo. Los fariseos especialmente la observaron (Mt. 23:23). Aun la viuda pobre echó sus dos centavos a la alcancía del templo (Mr. 12:41–44), entregando todo lo que tenía.

Cuando Jesús envió a sus discípulos de dos en dos, les ordenó que no llevaran consigo dinero, comida o alforja (Mt. 10:5–9; Mr. 6:7–11; Lc. 9:3–5). Les dijo que el obrero era digno de su salario. Esta palabra les aseguró que Dios les proveería de todo lo que necesitaban. Jesús reglamentó que un obrero del reino de Dios debía recibir su sueldo del pueblo de Dios (Lc. 10:7).

En lo posible, pastores y misioneros deberían trabajar tiempo completo predicando y enseñando la Palabra de Dios. A su vez, el pueblo al que sirven debería apoyarlos financieramente, para que los pastores y misioneros puedan cubrir sus necesidades. Aunque el fabricar carpas tiene su lugar y propósito, el pueblo de Dios debería levantar los fondos necesarios para los ministros.

Finalmente, los miembros de la iglesia expresan su amor y gratitud al Señor al entregar con gozo sus diezmos y ofrendas (2 Co. 9:7). De domingo en domingo, presentan sus dones al Señor en un acto de adoración, esperando que se usen para la gloria de Dios.

▬ c. Servicio 9:7–8

Los estudiosos no se ponen de acuerdo en cómo dividir el capítulo en esta sección. Algunos creen que el versículo 7 pertenece al párrafo precedente (vv. 3–7), otros piensan que empieza un nuevo párrafo (vv. 7–12) y a otros les parece que la sección es más amplia (vv. 3–12).

La sección anterior (vv. 3–7) registra tres preguntas retóricas que demandan una respuesta positiva. Por el contrario, el versículo 7 introduce tres preguntas retóricas que demandan una respuesta negativa. El versículo 7 introduce los versículos 8–12, así que lo conectamos con esa sección. Las preguntas se relacionan con la agricultura y son reforzadas por una cita de la ley de Moisés (Dt. 25:4) en el versículo 9. Partiendo de esos ejemplos, Pablo les plantea a los corintios su derecho a esperar de ellos apoyo material.

   [7]. ¿O quién sirve en el ejercito a cuenta propia? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién pastorea un rebaño y no bebe de su leche?

a. «¿Quién sirve en el ejercito a cuenta propia?». Esta es la primera de tres preguntas que en este versículo demandan una respuesta negativa. El soldado recibe sus provisiones de su oficial superior, quien tiene que proveer a sus tropas con todo lo necesario, sea que venga de los depósitos del gobierno o de las naciones conquistadas. Si no lo hiciera, sus tropas se rebelarían. Ningún soldado serviría a cuenta propia en un ejército. Esto sería impensable.

Pablo no está pidiendo salario de los corintios, pero con este ejemplo defiende su derecho a suplir sus necesidades básicas. «‘Salario’ no es una buena traducción [en este texto] porque … nadie puede pagarse su propio sueldo».

b. «¿Quién planta una viña y no come de su fruto?». Esta pregunta también recibe una respuesta negativa. El ejemplo se toma de la vida agrícola con la que estaban familiarizados los destinatarios de esta epístola. Las palabras nos recuerdan el dicho proverbial de la ley de Moisés: «¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella?» (Dt. 20:6).

c. «¿O quién pastorea un rebaño y no bebe de su leche?». Todos responderán con un gran «nadie». El pastor tiene leche fresca todos los días, y los animales le entregan los productos lácteos necesarios para alimentar a su familia.

Estos tres ejemplos, el del soldado, el agricultor y el pastor, pertenecen a la cultura del tiempo apostólico; la Escritura con frecuencia representa al pueblo de Dios como un ejército, una viña y un rebaño. Con estas tres ilustraciones de la vida diaria, Pablo prueba sin dudas de que tiene derecho a que los corintios le paguen por su trabajo entre ellos.

   [8]. ¿Verdad que no digo estas cosas de acuerdo a lo que el hombre dice? ¿O acaso la ley no dice estas cosas? [9]. Porque en la ley de Moisés está escrito: «No pongáis bozal al buey que trilla».

a. «¿Verdad que no digo estas cosas de acuerdo a lo que el hombre dice?». El versículo 8 se refiere al mundo en que nos movemos diariamente y les recuerda a los lectores de los ejemplos que se dieron en el versículo 7. Los ejemplos de la vida diaria son instructivos, pero Pablo no fundamenta su argumento en observaciones axiomáticas.

b. «¿O acaso la ley no dice estas cosas?». Como lo hace repetidamente en su epístola, Pablo se vuelve a las Escrituras. Como la Palabra de Dios es fundamental, Pablo la cita a menudo cuando enseña. La expresión ley se refiere a la ley de Moisés. Pablo saca de la ley mosaica las palabras «No pondrás bozal al buey cuando trillare» (Dt. 25:4; véase 1 Ti. 5:18).

c. «Porque en la ley de Moisés está escrito». Calvino se pregunta por qué Pablo no recurrió a una ilustración de la ley que fuese más clara, pues podría haber hablado del obrero pobre que necesita su salario. Dios le dice al patrón: «En su día le darás su jornal» (Dt. 24:15). Pero Pablo presenta un argumento de menor a mayor: Si Dios quiere que el agricultor cuide de su buey, ¿no le requiere al hombre que cuide aún más del ser humano?

d. «No pongáis bozal al buey que trilla». El agricultor israelita desparramaba el grano sobre un suelo duro, liso y parejo. Se arrastraba sobre el grano una tabla llana, haciéndola más pesada poniéndole piedras o pidiéndole a alguien que se parara sobre ella.

La tabla era arrastrada por un par de bueyes o caballos que iban en círculos alrededor de un poste (cf. 2 S. 24:22–24). A veces el agricultor haría que los bueyes o caballos pisasen el grano (cf. Mi. 4:12–13). Al buey se le dejaba comer todo el grano que quisiese mientras tiraba del tablón. Si un judío le ponía bozal al buey, corría el riesgo de ser disciplinado en la sinagoga.

DIGNÓ DE SU SUSTENTÓ: Esta expresión alude a la retribución en mantención alimento, como resultado de un trabajo realizado. En este caso, el sacerdote, puede tener la ofrenda indemnizatoria que el ofensor le entregaba; y presentes que le llevaran. Este sustento es mencionado en el V.9-10 mediante la expresión “suya será”, refiriéndose a la posesión de parte de lo santificado. La expresión “suyo será en hebreo es “lo yiyé”, y significa literalmente “será para él”. Esto da a entender que, aquello que era presentado al sacerdote como indemnización por no haber parientes era del sacerdote, pues, se le daba específicamente al él; y todo presente que le llevaran, también le pertenecía.

Esta parte de la lección muestra, que la ordenanza divina consideraba importante que el sacerdote pudiera obtener sustento del trabajo que con fidelidad y obediencia desarrollaba. En este caso recibía la indemnización cuando no había otro pariente, y también otras cosas que el pueblo le llevaba expresamente a ellos. En el Nuevo Pacto, las Escrituras son claras al momento de especificar que, todo aquel que se entrega en fidelidad y obediencia a la obra es digno de ser sustentado por la iglesia.

MlNISTRO DE DIOS ES DIGNO DE SU SUSTENTO, MATERIAL Y ESPIRITUAL.

(Hechos 14:17): si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.

MINISTRO DE DIOS QUE DEDICA SU VlDA AL EVANGELIO ES DIGNO DE SU SUSTENTO.

(1 Corintios 9:13-14): ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio en pdf: Domingo 14 de enero de 2024

Domingo 7 de enero de 2024. “La impureza es incompatible con la Santidad de Dios”

Lección: Números 5:1 al 4. Jehová habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto. Así a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los echaréis, para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo habito. Y lo hicieron así los hijos de Israel, y los echaron fuera del campamento; como Jehová dijo a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel. 

   Comentario general del contexto bíblico: «Mantener limpio el campamento»:

Antes de que los peregrinos comenzaran su viaje, recibieron instrucciones cruciales acerca de sus responsabilidades espirituales, morales y sociales. Tres temas distintivos que se tratan en este capítulo se refieren al bienestar físico, ético y espiritual de esta comunidad en el desierto y las generaciones futuras. Son las impurezas físicas (1–4), las ofensas morales (5–10) y las tensiones domésticas (11–31).

Impurezas físicas (5:1–4)

Ahora, se les presta atención a aquellos temas que, aunque tienen una importancia divina, también son importantes física y socialmente en el viaje a través del desierto. La máxima prioridad era mantener el campamento libre de enfermedades o infecciones. Han aparecido temas similares tanto en Éxodo como en Levítico y se repetirán a lo largo del extenso mensaje de Moisés, que se conserva en Deuteronomio, cuando el viaje por desierto llegaba a su fin.

El Dios de Israel es santo, así que el comportamiento diario no debe ir en contra de ese atributo divino. Prácticas que corrompen no deben tener lugar dentro del campamento. Tres fuentes potenciales de peligro se resaltan en esta primera norma. Una persona leprosa era una amenaza para una comunidad primitiva. Cualquier flujo también se podía considerar un peligro potencial y, bajo el calor sofocante del desierto, un cuerpo en descomposición suponía un riesgo muy serio. Las enfermedades podían extenderse como un fuego incontrolado. Cualquiera que llegara a estar en contacto directo con un cadáver mientras atendía con amor a un pariente fallecido podía transmitir una enfermedad sin darse cuenta. Junto con las otras dos posibilidades de contagiar enfermedades, esa persona tenía que pasar algún tiempo fuera del campamento para cerciorarse de que era seguro regresar a esta comunidad nómada y muy vulnerable.

Detrás de esta primera serie de instrucciones sanitarias para la comunidad, había tres grandes temas doctrinales: la pureza, la presencia y la palabra de Dios.

▬ En primer lugar, Dios es santo. Estos transmisores potenciales de infección podían contaminar su campamento, un lugar en el que un Dios puro y santo había prometido habitar. Quitar de en medio a personas potencialmente dañinas temporalmente se convertía en una necesidad, además de un remedio para salvaguardar a la comunidad

▬ En segundo lugar, Dios está presente. Esta comunidad peripatética era el lugar donde yo habito en medio de ellos. Su sensibilidad hacia la presencia declarada de Dios era un factor crucial en su entendimiento del bienestar de la comunidad. No querían ofender al ojo de un Dios infinitamente puro, omnisciente y omnipresente.

▬ En tercer lugar, Dios habla. Cada uno de los tres problemas potenciales, físicos, morales y domésticos, que se tratan en este capítulo se presentan con una introducción idéntica: Y hablo el SENOR a Moisés (1, 5, 11). Había hablado claramente a su pueblo acerca de tales asuntos y la total obediencia es un requisito divino. En los temas físicos (1–4), al menos, hicieron tal como el SENOR había dicho a Moisés. Reconocieron la sabiduría de estas instrucciones tan protectoras, no importa lo incómoda que fuera la aplicación estricta de los patrones de la salud de la comunidad.

Gordon Wenham señala que, aunque “el Nuevo Testamento mantiene en alto la parte moral de estas normas contra la impureza, se suprimen cada una de las distinciones físicas simbólicas” que se mencionan aquí. Jesús tocó al enfermo de lepra, fue tocado por la mujer que sufría una hemorragia y dio vida a los muertos a través de un toque transformador. “Así declaró que estas condiciones que durante siglos habían separado de Dios al pueblo escogido por él ya no tenían importancia”.

Pensamiento 1: Versos 1-4

Retiro de Personas Inmundas fuera del Campamento. – Como Jehová, el Santo, habitaba en medio del campamento de Su pueblo, aquellos que estaban afectados con la inmundicia de la lepra (Lev 13), de un flujo de enfermedad, o de la menstruación (Levítico 15:2., Números 15) :19.), y aquellos que se habían vuelto impuros al tocar un cadáver (Números 19:11., cf. Levítico 21:1; Levítico 22:4), ya sea hombre o mujer, debían ser sacados del campamento, que no lo profanen con su inmundicia. La orden de Dios de sacar a estas personas del campamento fue cumplida de inmediato por la nación; e incluso en Canaán se observó hasta ahora, que los leprosos en todo caso eran colocados en casas especiales para pesticidas fuera de las ciudades (ver en Levítico 13: 45-46)

   Pensamiento 2: Para los cristianos es posible caer en malos hábitos y actitudes. Sin embargo, nos sorprendemos al ver que aún existe un pecado remanente en nosotros. Por eso, cuando caemos, un sentimiento de derrota nos ataca e incluso es tentador excusarnos en las circunstancias: «La vida es dura», «mi rutina está desordenada», «me siento solo o deprimido». Con este tipo de frases, dejamos la santidad personal relegada al fondo de la estantería.

Por eso es importante que los cristianos recordemos el llamado bíblico evidente a buscar la santidad. No debemos permitir que nuestras circunstancias nos engañen y hagan creer que nuestra pureza personal no importa o que puede ser postergada.

Dios nos dice: «Sean santos, porque Yo soy santo» (1ª P 1:16. porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.). Debemos reavivar la búsqueda de santidad personal, no por algún sentimiento de culpa que tengamos, sino porque la santidad es la esencia misma de nuestro Dios. Al meditar en su santidad, seremos impulsados a imitarle. Entonces, si deseamos ser santos, reflexionemos primero en la santidad de Dios y cómo se relaciona con su evangelio.

Una visión de la santidad de Dios

   Quizá el pasaje bíblico más conocido acerca de la santidad de Dios sea la visión de Isaías en el templo (Is 6). Allí la palabra «santo» para describir a Dios llama nuestra atención, pues es repetida tres veces. Pero hay una frase en el relato que suele pasarse por alto: «En el año de la muerte del rey Uzías» (v. 1).

¿Quién era Uzías y por qué se menciona aquí? El reinado de Uzías fue un tiempo de prosperidad en Judá. «Pero cuando llegó a ser fuerte, su corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente, y fue infiel al SEÑOR su Dios, pues entró al templo del SEÑOR para quemar incienso sobre el altar del incienso» (2 Cr 26:16).

El sacerdote Azarías, junto con ochenta valientes sacerdotes del Señor, se opusieron al rey. Le recordaron que no le correspondía quemar incienso al Señor, sino a los hijos de Aarón, consagrados para dicha tarea. Pero Uzías se llenó de ira; y mientras estaba enojado contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente. Así quedó hasta el día de su muerte, «y habitó en una casa separada, ya que era leproso, porque fue excluido de la casa del SEÑOR» (2 Cr 26:21).

La santidad de Dios no es un juego

   Uzías no entendía, ni le importaba entender, la santidad de Dios. Cuando fue confrontado con su pecado, su respuesta fue de ira. No tuvo vergüenza ni sintió temor por la presencia santa de Dios en el templo.

Cuando este rey leproso muere, el profeta Isaías recibe su visión: mira a Dios en su trono, alto y sublime. Los serafines a Su alrededor tienen tal temor y reverencia por este Dios santo, que dos de sus alas cubren sus rostros. ¡Ni siquiera se atrevían a mirar a Dios! La canción que entonan es: «Santo, Santo, Santo es el SEÑOR de los ejércitos, llena está toda la tierra de Su gloria» (v. 3).

El contraste entre Uzías e Isaías es sorprendente: Uzías entra a la presencia de Dios sin preocuparse, a la ligera, pero Isaías responde con reverencia y una confesión de su pecaminosidad. La santidad de Dios nos recuerda nuestra finitud y nuestro pecado. Por supuesto, la respuesta de Isaías se prefiere por sobre la de Uzías. El profeta es bendecido, pero Uzías es maldecido. La santidad de Dios no es un juego.

Sin embargo, cuando pensamos en la santidad de Dios, la mayoría de nosotros solo pensamos en la pureza moral de Dios. Ciertamente eso es parte de lo que significa que Dios es santo. Él es perfecto y sin pecado, como veremos más adelante. Pero su santidad incluye más que eso.

Estos son tres aspectos de la santidad de Dios que debemos tener en cuenta al reflexionar en ella y el evangelio:

   Texto: «Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.» (1ª a Los Tesalonicenses 4: 7).

Comentario del texto: 3–8. A causa del problema exegético envuelto en los versículos 3–8 y con el propósito de hacer ver la relación de las varias partes entre sí y a la vez con el todo, se hace necesario presentar estos seis versículos juntos, como una unidad, y hacerlo en tal forma que estas relaciones salten a la vista de inmediato.

   Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación,

(a) que os abstengáis de inmoralidad,

(b) que cada uno de vosotros sepa cómo tomar esposa para sí en santificación y honor, no en pasión de concupiscencia como los gentiles que no conocen a Dios;

(c) que (nadie) se propase de lo que es decoroso y defraude a su hermano en este asunto, porque vengador es el Señor en todas estas cosas, como anteriormente os hemos dicho y testificado solemnemente. Porque no nos ha llamado Dios a inmundicia sino a santificación. Por tanto, el que rechaza (este mandato), no rechaza a hombre sino a Dios que también os da su Santo Espíritu.

Así pues, queda en evidencia de inmediato, de acuerdo a la más simple construcción (también la más lógica según creemos) que las palabras Esta … voluntad de Dios …  vuestra santificación está en aposición.

Las tres clausulas coordinadas (a-b, y c) se agregan para posterior ilustración (en otras palabras, son cumbres del concepto vuestra santificación. (Véase también en el versículo 9.) Están en aposición con ella y le dan cierta aplicación limitada. También (b) arroja luz sobre (a), (a) sobre (b), (c) sobre (b), y (b) sobre (c). Aunque (b) y (c) son paralelas entre sí y en cierto sentido también con (a), sin embargo, pueden ser consideradas como ofreciendo una ilustración específica de (a).

   La cláusula “porque vengador es el Señor en todas estas cosas …” modifica a (a), (b), y (c) como las palabras mismas todas estas cosas lo indican. El sentido de la cláusula es: Dios venga la inmoralidad, y en particular, el tomar una esposa en pasión de concupiscencia, y la maldad de propasarse de lo que es justo, el defraudar al hermano en asuntos de relaciones maritales. Dios castiga al hombre que rehúsa caminar por la senda de la santificación. Esto es verdad, “porque Dios no nos llamó a inmundicia sino a santificación”. La cláusula final—“Por tanto, el que rechaza (esta instrucción) no rechaza a hombre sino a Dios que también os da su Santo Espíritu”—revela que por cuanto fue Dios mismo que nos llamó en relación con la santificación, quien se oponga a su amonestación, se opone rotundamente a él (véase sobre Juan 13:20; cf. 1 Sa. 8:7; Lc. 10:16), y es tanto más reprensible por cuanto el autor de la santificación es a la vez el gran don de Dios a la iglesia.

De lo que precede, entendemos que Pablo está discutiendo un asunto, no dos. Está discutiendo la santificación, y aquí en los versículos 3–8, en forma especial, el deber de cada uno de abstenerse de inmoralidad, como la que practican, por ejemplo, aquellos que en lugar de tomar una esposa y de hacerlo en forma tal que resulte en armonía con los requerimientos de la santificación, se dejan llevar por la lujuria; o, indiferentes a los límites de la decencia, entran en relaciones ilícitas, clandestinas, con la esposa o la hija de su hermano. Aunque el hermano que ha sido víctima de tales artimañas y así defraudado, no llegue nunca a descubrir el mal que fue hecho en contra de él, existe, no obstante, un Vengador, Dios (cf. Lv. 25:14, 17; Sal. 94:1). Esto lo había declarado Pablo en forma solemne cuando aún estaba con ellos.

Ojalá que los creyentes de Tesalónica, tan recientemente convertidos de un mundo en que semejantes prácticas pecaminosas prevalecían, tengan presente que fueron llamados para salir del mundo, y no con el propósito de cometer inmundicia. Que el llamado está en relación con la gran obra de santificación que el Espíritu Santo, don de Dios a la iglesia, está realizando en sus corazones. Respecto al nombre, carácter, venida, y obra del Espíritu Santo véase sobre Juan 14:16, 17, 26; 15:26; 16:7, 8, 13–15.

Esto, en breve, parece ser el claro significado de todo el pasaje (versículos 3–8). Existen, no obstante, ciertos traductores y comentadores partidarios de un punto de vista, que en un aspecto importante difiere radicalmente del nuestro. Su perspectiva equivale a lo siguiente: que Pablo en este breve párrafo condena dos vicios, que son inmoralidad y prácticas deshonestas en los negocios. El versículo 6 lo traducen entonces como sigue (o en este orden): “que nadie se propase y engañe a su hermano en negocios”. Creemos, sin embargo, que la razón la tienen los que traducen: “que nadie se propase de lo que es decoroso y defraude a su hermano en este asunto”.

Nuestros argumentos para adoptar esta traducción, “que nadie se propase de lo que es decoroso y defraude a su hermano en este asunto” son las siguientes:

(1) Cuando se inicia un tema con tanto sentimiento, y viene un brusco giro hacia algo totalmente diferente (como “en negocios”), nos toma de sorpresa. Pablo está hablando acerca de la santificación, y en conexión a esto, sobre la abstención de la inmoralidad y la inmundicia. La santificación, la inmoralidad, y la inmundicia, son las palabras claves de todo el pasaje (versículos 3–8).

(2) El mandato, “que cada uno de vosotros sepa tomar (κτᾶσθαι presente infinitivo; por tanto, no es poseer, para lo cual convendría más bien el tiempo perfecto) una esposa (literalmente vaso, que es un término usado también por los rabíes para esposa) para sí en santificación y honor” indudablemente está apoyando la idea de que la πρᾶγμα acerca de la cual Pablo habla en el versículo 6 es la de la pureza del sexo y relaciones maritales. Se debería elegir esposa para sí, y junto con esto, el poder santificador de Dios que es la motivación para dar a la esposa la honra debida, lo cual debería ser una realidad práctica. La maldad de defraudar vergonzosamente a un hermano (practicando la inmoralidad con su esposa o su hija) en lugar de tomar honestamente una esposa para sí, es aquí fuertemente condenada.

(3) Nuestra interpretación recibe también el apoyo de Pablo cuando dice en otro pasaje que guarda cierto paralelo: 1 Co. 7:2, y cf. versículo 39: a fin de no caer en la tentación de cometer inmoralidad el hombre deber tener su propia esposa. El matrimonio, además, ha de ser en el Señor.

(4) Los verbos a. propasarse, o atravesar o ser más astuto que (ὑπερβαίνω—ειν, que ocurren solamente aquí en el Nuevo Testamento), ya sea usado intransitivamente (propasarse de los que es justo) o transitivamente (ser más astuto que o engañar a fuerza de tretas al hermano), y b. tomar más que, tomar ventaja sobre, defraudar (πλεονεκτωε͂ιν), son muy adecuados en conexión con las prácticas inmorales en cuanto a relaciones sexuales. (No es correcto pensar que solamente se puedan aplicar a transacciones comerciales.) Tales pecados se practican comúnmente en secreto: el padre o el esposo no sospechan lo que está sucediendo y sus derechos son pisoteados; está siendo defraudado. Pero Dios lo sabe, ¡y procederá como vengador!

(5) En ningún lugar del Nuevo Testamento la palabra πράγμα significa negocio, sino que su significado es siempre cosa, asunto (algunas veces, hecho, práctica).

1er Titulo: Mandato Divino que el Siervo de Dios debe oír poro instruir. Versículos 1 y 2. Jehová habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto. (Léase: 2ª a Timoteo 2:2. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros; ▬ Malaquías 2:7. Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos.).

Comentario de 2ª Tim. 2:2: [2]. Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia (que es) en Cristo Jesús; y las cosas que has oído de mí entre muchos testigos, estas cosas encomiendan a hombres confiables, tales que sean capaces de enseñar también a otros.

Entonces, en vista de todo lo que se ha dicho en el capítulo 1—los ejemplos de fe y firmeza (Loida y Eunice, Pablo mismo, Onesíforo), el don del Espíritu Santo a Timoteo, la gran salvación que espera a quien persevera, el maravilloso llamamiento—que Timoteo se fortalezca (cf. 2 Ti. 1:6–8, 14; y en cuanto a la palabra misma, véase Hch. 9:22; 1 Ti. 1:12; 2 Ti. 4:17, y entonces Ro. 4:20; Ef. 6:10; Fil. 4:13) en esa gracia cristocéntricas que, como se señaló, le había sido dada antes de los tiempos de la eternidad (véase comentario sobre 2 Ti. 1:9). La fortaleza de Timoteo en la esfera de la gracia crecerá si cultiva el don que la gracia le concedió. La exhortación nuevamente está expresada en un lenguaje de un tierno afecto como el de un padre con su hijo; nótese el énfasis: “, pues” y el llamamiento al corazón: “hijo mío” (véase comentario sobre 2 Ti. 1:2). Lo que el padre (espiritual, Pablo) quiere del hijo (Timoteo) se encuentra en los vv. 1–7. Lo que el padre espiritual, como ejemplo para el hijo, está haciendo, se describe en los vv. 8–10a. Lo que todos los creyentes debieran recordar constantemente con respecto al modo en que se recompensa la fidelidad a Cristo, y se castiga la infidelidad, se declara en forma muy clara en los vv. 10b–13, y ya está implícito en los vv. 4–6.

Ahora bien, una forma segura de fortalecerse en la gracia es transmitir a otros las verdades que se han anidado en el corazón y que son guardadas en la memoria. En conformidad con esto, que Timoteo actúe como maestro. Aún más, que produzca maestros. Timoteo necesita esta experiencia, y lo que es mucho más importante, la iglesia necesita maestros. Pablo está a punto de partir de esta vida. Por largo tiempo ha llevado la antorcha del evangelio. De aquí que ahora la entrega a Timoteo, quien, a su vez, debe pasarla a los demás. El depósito que fue confiado a Timoteo (1 Ti. 6:20; 2 Ti. 1:14) debe ser depositado en manos de hombres dignos de confianza. Además, deben ser hombres que sean aptos para enseñar a otros (cf. 1 Ti. 3:2), de modo que estos otros también, como su maestro, estén instruidos en la verdad redentora de Dios.

Esta verdad redentora o evangelio de salvación, que Timoteo debe transmitir, aquí se describe como “las cosas que has oído de mí entre muchos testigos”. Esta expresión indudablemente se refiere a toda la serie de sermones y lecciones que el discípulo había oído de la boca de su maestro durante el tiempo que estuvo asociado con él desde el día en que por vez primera se encontraron.

Muchos habían sido los testigos de esta predicación y enseñanza. Que Timoteo recuerde que el mensaje que ha oído de boca de Pablo le ha sido entregado entre o en medio de muchos testigos o personas que estaban siempre dispuestas a apoyar el testimonio del apóstol.

Comentario de Malaquías 2:7: En medio de esta advertencia, los vv. 4–7 contienen quizá la expresión más feliz del AT sobre el sacerdocio. En este pasaje se define la vocación sacerdotal como compromiso de “vida” (jei2416), de “paz” (shalom7965) y de “justicia” (mishor4334); como un llamado de servicio y de reverencia a Dios; como un ministerio de enseñanza y proclamación de la verdad; y como una fuente de sabiduría divina. Cabe señalar que la representación del ministerio ideal incluye: (1) el temor del Señor (v. 5); (2) una correcta enseñanza de la Palabra de Dios (v. 6a); (3) un obediente andar con Dios, donde el ministro practica la verdad que enseña (v. 6b) y una labor pastoral efectiva con otros recuperándolos de las garras del pecado y haciéndolos volver a Dios mediante la exhortación y el ejemplo (v. 6c).

2° Titulo: Orden de eliminar lo contaminación por lo Omnipresencia Divino. Versículo 3. Así a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los echaréis, para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo habito. (Léase: Hebreos 12:1. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.).

   Comentario de Hebreos 12: Por medio de una serie de ejemplos tomados de la historia del pueblo de Dios, el escritor sigue exhortando a sus lectores. Anteriormente les había exhortado a perseverar en el cumplimiento de la voluntad de Dios (10:36); ahora les dice que corran su carrera con perseverancia y que miren a Jesús. Los creyentes de la época del Antiguo Testamento sólo tenían la promesa; en la época del Nuevo Testamento los creyentes tienen el cumplimiento de la promesa y, por consiguiente, ven a Jesús. 1. Por lo tanto, puesto que estamos rodeados por una nube tan grande de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba y el pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con perseverancia la carrera que nos está señalada. Los contemporáneos de los primeros lectores de Hebreos habían adquirido interés en los deportes. Los atletas competían en un estadio local, mientras que los espectadores se sentaban en gradas escalonadas alrededor de la arena deportiva. Si bien los cristianos quizá no estuvieran totalmente involucrados en esta actividad (ya que las competencias daban pie a excesos paganos), lo cierto es que ellos estaban totalmente familiarizados con los deportes de sus días. De allí que el escritor tome del mundo de los deportes las imágenes de los espectadores, la vestimenta y las condiciones de los competidores, y la competencia misma.

Nótense los siguientes puntos:

a. Nube. El escritor se coloca en el mismo nivel que el de sus lectores. Él está junto a ellos, ya que él mismo es un competidor junto con sus compañeros de competencia, él mira a las gradas y ve una multitud de espectadores. El escritor de Hebreos los llama “una nube tan grande de testigos”. Esta puede ser una expresión idiomática que signifique lo mismo que nuestro término una gran multitud. La palabra testigo, sin embargo, tiene dos significados. En primer lugar, se refiere a una persona que contempla la escena que está ante él; sus ojos y sus oídos le dicen lo que está sucediendo. En segundo lugar, esta palabra significa que una persona es capaz de hablar acerca de lo que ha visto y oído.

Los testigos no están callados. De hecho, el escritor de Hebreos dice acerca de Abel, “y por la fe él habla todavía, aunque está muerto” (11:4). Los héroes de la fe que se mencionan en el capítulo 11 hablan, pero lo hacen por medio de las páginas de la Escritura. Ellos nos alientan, por así decirlo, ya que la carrera que corremos tiene que ver con la causa de Cristo. Por medio de sus voces bíblicas, ellos nos alientan en nuestra competencia de fe. Los testigos nos rodean, porque tienen interés en nuestros logros (11:40).

b. Estorbo. “Despojémonos de todo lo que nos estorba”, dice el escritor. Él se fija en la indumentaria que usamos y en el estado físico en que nos encontramos. Para correr una carrera usamos ropa deportiva adecuada, que nos dé el peso mínimo y la máxima comodidad. Y para que se nos considere como corredores, nos esforzamos por quitar toda gordura adicional, fortaleciendo nuestros músculos. Todo lo que es voluminoso en nuestros cuerpos debe desaparecer, ya que nos estorba en la carrera que corremos.

¿Cuáles son los impedimentos que nos estorban? Jesús dice: “Estad alertas, no sea que vuestros corazones estén cargados de disipación y embriaguez y de las preocupaciones de la vida” (Lc. 21:34). Y Pablo enseña: “Pero ahora vosotros debéis desprenderos de cosas tales como las siguientes: ira, enojo, malicia, blasfemias y lenguaje soez de vuestros labios” (Col. 3:8; véanse también Stg. 1:21; 1 P. 2:1).

c. Pecado. Un estorbo no es en sí mismo un pecado, pero puede ser que, al molestar al contendiente, un estorbo se transforme en un pecado. El pecado enreda del mismo modo que una amplia toga que alcanzara el suelo enredaría a un corredor de los tiempos antiguos. Haced a un lado este estorbo, dice el escritor de Hebreos. “Quitémonos todo aquello que nos retrasa o nos retiene, y especialmente aquellos pecados que se enredan tan apretadamente alrededor de nuestros pies que nos hacen caer”.

El escritor es bastante específico. El llama al pecado el pecado. ¿Qué es lo que quiere decir? Él no contesta esta pregunta, pero otros pasajes de las Escrituras sugieren que el pecado de la codicia figura entre las primeras de las transgresiones humanas.

Recordemos que Eva cayó en pecado porque deseaba obtener sabiduría (Gn. 3:6). El último mandamiento del Decálogo prohíbe la codicia (Ex. 20:17; Dt. 5:21). Y este mandamiento sirve en realidad como resumen para indicar que los mandamientos que le preceden están dirigidos implícitamente en contra de la codicia del hombre. En su carta a los Colosenses, Pablo le llama idolatría a los malos deseos y a la codicia (3:5; véase también Ef. 4:22). Si bien el escritor de Hebreos se refiere a el pecado, él mismo deja abierto el significado preciso de esta palabra. La intención de su exhortación es que debemos evitar el pecado, porque estorba nuestros movimientos en la carrera que debemos correr.

d. Carrera. Cuando el escritor nos exhorta a “correr con perseverancia la carrera que nos está señalada”, él hace eco de las palabras de Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Ti. 4:7). Pablo dijo estas palabras al fin de su vida cuando ya sabía que se acercaba a la meta y que “la corona de la justicia” le aguardaba.

Nosotros, los contendientes, debemos correr la carrera con perseverancia. Nuestro objetivo es llegar a la meta. Pero mientras corremos por la pista que Dios nos ha señalado, mantenemos nuestros ojos fijos en Jesús. Él nos anima a perseverar en el torneo, ya que él ha corrido la misma carrera. Jesús es el que fortalece al corredor y le capacita para perseverar.

3er Titulo: Fiel cumplimiento o lo ordenado por Dios. Versículo 4. Y lo hicieron así los hijos de Israel, y los echaron fuera del campamento; como Jehová dijo a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel. (Léase: 1ª de Pedro 1:14. como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; ▬ Romanos 6:17 y 18. Pero gracias a Dios, que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.).

   Comentario de 1ª de Pedro 1:14: Una advertencia: [14]. Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían cuando vivían en la ignorancia.

“Como hijos obedientes”. Los que reciben una herencia casi siempre son los hijos de la persona que ha muerto y dejado un testamento. Nosotros somos llamados hijos, no por nacimiento sino por adopción. Entre los griegos y romanos del siglo primero, la adopción era algo bastante común. Un hijo adoptivo disfrutaba de los mismos privilegios que un hijo carnal, aun hasta el punto de compartir la herencia.

Los padres enseñan a sus hijos a ser obedientes, tanto así que la obediencia pasa a ser una segunda naturaleza de los hijos. Cabe esperarse la obediencia de los niños, pero no de los desconocidos. En sentido literal, Pedro llama a los destinatarios de su carta “hijos de la obediencia”. Esta es una expresión idiomática semita que en traducción significa “hijos obedientes”. Pero Pedro usa la redacción hijos de la obediencia para introducir el concepto de la santidad. La obediencia y la santidad son las dos caras de la misma moneda (véase vv. 2, 22).

“No se amolden a los malos deseos que tenían cuando vivían en la ignorancia”. La semejanza entre lo que Pedro y Pablo escriben es inequívoca en este pasaje. Pablo dice a sus lectores: “No os conforméis a este siglo, sino que transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento (Ro. 12:2). No tenemos argumento para decir que un escritor dependiera del otro. Antes bien, ambos presentan la verdad con una redacción similar.

El mundo tiene su propio estilo de vida, al cual los creyentes se sienten atraídos muchas veces, pero Pedro les advierte que no deben conformarse a los malos deseos que se destacan en el mundo. Los escritores del Nuevo Testamento exhortan continuamente en sus epístolas a los cristianos a que rechacen el modo de obrar del mundo y que vivan en obediencia a la Palabra de Dios.

Pedro hace referencia aquí al trasfondo de algunos de los destinatarios originales de esta carta. Eran paganos que vivían en ignorancia y estaban separados de Dios (cf. Ef. 4:18). Desconocían la ley moral de Dios y por eso su conducta estaba gobernada por malos deseos. En contraposición a esto, el judío había recibido “la palabra misma de Dios” (Ro. 3:2) y sabía que su primer deber era obedecer la ley de Dios (Lv. 18:4–5; Dt. 6:4–6). Vemos aquí, entonces, que Pedro no sólo se dirige a cristianos judíos, sino también a lectores que antes habían sido paganos (véase 2:10).

El mandamiento formulado en términos negativos, no se amolden (v. 14) es una prohibición, en tanto que el precepto positivo sed santos (v. 15) en una exhortación. Pedro sabe que para sus lectores la tentación de volver a su conducta anterior es real y que algunos de ellos quizás hayan sucumbido. Por eso, les manda que dejen de hacerle caso a sus deseos pecaminosos y que en cambio entreguen sus vidas a la obediencia y a la santidad de Dios.

   Comentario de Romanos 6:17-18:  Nótese lo siguiente:

▬ a. “Gracias a Dios” Pablo no alaba a la iglesia de Roma por haberse vuelto a Dios; él da gracias a Dios por haberlos llevado hasta donde se encuentran hoy. Véase también 7:25; y cf. 1 Co. 15:57; 2 Co. 2:14; 8:16; 9:15; 1 P. 2:9. Sin embargo, él también reconoce con generosidad que esta gente ha obedecido “de todo corazón”, es decir, no de un modo meramente formal sino con celo, al “modelo de enseñanza”, esto es, al evangelio o sana doctrina, tal como se estaba proclamando en todas partes en la comunidad cristiana, tanto entonces como después. 1 Ti. 1:10; 2 Ti. 1:13; 4:3; Tit 1:9; 2:1).

▬ b. “(el modelo) al cual fuisteis entregados”.

Hay quienes consideran que: “pero … fuisteis entregados” es una glosa (inserción no auténtica), y que Pablo simplemente dictó las palabras: “vosotros erais esclavos del pecado, pero habéis sido liberados …” Pero cualquiera que haya dedicado años al estudio de las epístolas de Pablo sabe que, si este razonamiento fuese correcto, uno tendría que encontrar cientos de glosas en estos escritos. La estructura de las oraciones del apóstol es muchas veces algo complicada.

   Pablo no dice: “… al modelo de enseñanza que aceptasteis”, sino (atribuyendo todo el honor a Dios) “al cual fuisteis entregados”.

▬ c. “y habiendo sido liberados del pecado, habéis entrado al servicio de la justicia”.

Para el creyente la libertad nunca significa pereza. Siempre significa oportunidad para servir. Nótese que los esclavos del pecado gozan (¿?) de una libertad que no merece tal nombre (véase v. 20). Por el contrario, los que han entrado al servicio de la justicia disfrutan de una verdadera libertad, a saber, la libertad del pecado; aunque no en el sentido de que nunca cometen más pecados, sino en el sentido que ¡el pecado ya no es su amo!

   Debemos ser liberados del pecado (6:17–18)

   Pablo no está desanimado sobre la situación de los cristianos romanos. Él comienza positivamente, diciendo “gracias a Dios” que de hecho están siguiendo a Dios con todo su corazón y venciendo el pecado en sus vidas. Al mismo tiempo, al dar gracias a Dios, está afirmando que es la gracia de Dios, no su propia capacidad de vivir la vida cristiana, lo que les ha permitido apartarse de una vida de pecado y elegir vivir correctamente para él.

Dios merece todo el crédito por el hecho de que “antes eran esclavos del pecado” y ahora están liberados de esa esclavitud. Como dice el versículo 16, han obedecido a Dios y se han sometido a su obra salvífica en sus vidas. Sus días encadenados a los poderes de las tinieblas han terminado, y han hecho un compromiso de fe “sincero” (NVI “de corazón”) con Cristo, lo que significa que se convirtieron radicalmente y se entregaron por completo a Dios.

El resultado de esta conversión es que han obedecido “al modelo de enseñanza que les fue transmitido”. Dios los ha transferido del reino del pecado, de las mentiras que el mundo les había enseñado, al reino donde se les enseña y aprenden a obedecer sus verdades.

El “modelo de enseñanza” se refiere al patrón doctrinal que toman estas verdades, pero aún más a la forma en que la enseñanza cristiana moldea o da forma al creyente. Los cristianos ya no están bajo la ley, pero todavía tienen que seguir sus propias enseñanzas doctrinales. Muchos han designado al Sermón del Monte como una Torá cristiana, el nuevo “patrón” de las leyes del reino. Estas nuevas formas moldean a los creyentes y los guían en la nueva vida en Cristo.

He dedicado mi vida a mantener este “modelo de enseñanza”, a poner a disposición de las iglesias un estudio bíblico serio. Estoy alarmado por la falta de estudio bíblico profundo que observo en las iglesias. Afirmamos creer que la Biblia es la palabra de Dios, pero la marginamos en nuestras vidas. Hay algunas grandes excepciones, como Bible Study Fellowhip, pero son contadas. Estoy orando para que esta serie de comentarios logre el hacer que los tesoros emocionantes de la palabra de Dios y su “modelo de enseñanza” sean accesibles y deseables tanto para el pastor como para los laicos.

El versículo 18 reitera lo que Pablo acaba de decir y resume el capítulo diciendo: “habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia.”. Los dos verbos son pasivos divinos, enfatizando a Dios como la fuerza central en la transferencia del nuevo conviértete del reino del pecado al de la justicia. Este versículo retoma el tema de la liberación o la libertad del vínculo del pecado, introducido por primera vez en 6:7 (“liberados del pecado”).

Cuando cedemos al pecado, nos sentimos abrumados por el poder seductor del mal. Cuando respondemos a Cristo, elegimos convertirnos en “esclavos de la justicia”. Es Dios quien nos permite hacerlo, y es el sacrificio de sangre de Cristo lo que lo hace posible. Dios nos ha llamado a una nueva relación consigo mismo y nos ha transferido del reino del pecado al reino de la justicia, permitiéndonos elevarnos por encima del pecado y vivir correctamente para él por medio de nuestras vidas. La “justicia”, como en el versículo 16, tiene principalmente un sentido ético, que trata con los resultados de la justificación (declarada correcta ante Dios) y la santificación (hecha justa y santa [v. 19] por el Espíritu): vivimos en este nuevo estado y realidad espiritual en nuestra conducta diaria.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf. Domingo 7 de enero de 2024

Domingo 31 diciembre de 2023.“Señalados por Dios para cumplir honrosa labor”

   Lección: Número Cap. 4, Vers. 34 al 49. Moisés, pues, y Aarón, y los jefes de la congregación, contaron a los hijos de Coat por sus familias y según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años; todos los que entran en compañía para ministrar en el tabernáculo de reunión. Y fueron los contados de ellos por sus familias, dos mil setecientos cincuenta. Estos fueron los contados de las familias de Coat, todos los que ministran en el tabernáculo de reunión, los cuales contaron Moisés y Aarón, como lo mandó Jehová por medio de Moisés. Y los contados de los hijos de Gersón por sus familias, según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años, todos los que entran en compañía para ministrar en el tabernáculo de reunión; los contados de ellos por sus familias, según las casas de sus padres, fueron dos mil seiscientos treinta. Estos son los contados de las familias de los hijos de Gersón, todos los que ministran en el tabernáculo de reunión, los cuales contaron Moisés y Aarón por mandato de Jehová. Y los contados de las familias de los hijos de Merari, por sus familias, según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años, todos los que entran en compañía para ministrar en el tabernáculo de reunión; los contados de ellos, por sus familias, fueron tres mil doscientos. Estos fueron los contados de las familias de los hijos de Merari, los cuales contaron Moisés y Aarón, según lo mandó Jehová por medio de Moisés. Todos los contados de los levitas que Moisés y Aarón y los jefes de Israel contaron por sus familias, y según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años, todos los que entraban para ministrar en el servicio y tener cargo de obra en el tabernáculo de reunión, los contados de ellos fueron ocho mil quinientos ochenta. Como lo mandó Jehová por medio de Moisés fueron contados, cada uno según su oficio y según su cargo; los cuales contó él, como le fue mandado.

Comentario general del contexto Bíblico: Un ministerio coordinado (3:17–4:49)

Las familias de los tres hijos de Leví (Gersón, Coat y Merari) formaron tres clanes y a cada uno se le asignó diferentes responsabilidades. Cuando se erigió el tabernáculo en el centro del campamento israelita, los gersonitas recibieron la responsabilidad de los utensilios del centro de adoración, el tabernáculo y la tienda, su cubierta, el velo de la entrada de la tienda de reunión, las cortinas del atrio, el velo para la entrada del atrio que está alrededor del tabernáculo y del altar, y sus cuerdas, conforme a todo su servicio.

Los coatitas debían cuidar los utensilios, el arca, la mesa, el candelabro, los altares, los utensilios del santuario con que ministran, el velo y todo su servicio (3:27–32).

Los meraditas debían encargarse del maderaje del tabernáculo, sus barras, sus columnas, sus basas, todos sus enseres y el servicio relacionado con ellos, las columnas alrededor del atrio con sus basas, sus estacas y sus cuerdas (3:33–37).

Cada uno de los tres clanes tenía responsabilidades específicas y se organizó el transporte de estos elementos considerables de manera concreta a medida que el campamento se movía de un lugar a otro (4:1–33). Los sacerdotes debían preparar los diferentes componentes para el transporte y, cuando el campamento estuviera para trasladarse, los coatitas debían transportarlos. Pero que no toquen los objetos sagrados pues morirían (4:15). Los sacerdotes debían asignar a cada uno de ellos su trabajo y su carga (4:19). Los tres clanes tenían que trabajar bajo las órdenes (4:33) de los sacerdotes Eleazar (4:16) e Itamar (4:28, 33).

Se contaban a las tres tribus y se entregaban los mejores años de los hombres de treinta años en adelante hasta los cincuenta, para servir en la tienda de reunión (4:43).

El Señor se aseguraba de que cada uno recibiera su trabajo, según su ministerio o según su cargo (4:49). No había lugar para planes ambiciosos, un espíritu competitivo ni rivalidad por sus obligaciones. Todos debían trabajar con una relación armoniosa los unos con los otros y en sumisión diligente a sus compañeros, los sacerdotes. Esto anticipaba las relaciones interdependientes y de apoyo mutuo que debían existir en la iglesia cristiana primitiva. Por desgracia, esta idea noble y enriquecedora no fue siempre evidente en la historia posterior ni de Israel ni de la iglesia.

Reflexión

Al reflexionar acerca de estos primeros capítulos, miramos más allá de los registros de números, formalidades sacerdotales y requisitos ceremoniales, para ver el retrato inspirado del Dios que estableció estas estipulaciones. Estos censos y normas son un escenario extraño para nosotros en una cultura diferente, pero la enseñanza acerca de Dios que está detrás de este material introductorio es igual de crucial para hoy en día que para su tiempo. Antes de comenzar su viaje por el desierto, se les recordaba la naturaleza y los atributos del Dios que les estaba guiando hacia una nueva tierra.

En primer lugar, Dios habla. “El SEÑOR habló” (1:1) en su campamento en el desierto al pie del monte Sinaí y seguiría hablándoles a través de su siervo Moisés durante sus viajes y a lo largo de su historia. Su palabra (un tema clave en todo el libro) debe ser escuchada, creída, valorada, obedecida y compartida.

En segundo lugar, Dios es poderoso. Estaba allí en Sinaí, comunicándose con ellos un año después de su salida de la tierra de Egipto (1:1). Es el lenguaje de redención. Eran un pueblo único para quien Dios había actuado de guía, liberador, guerrero y proveedor. No tienen por qué temer al futuro. Un Dios todopoderoso supliría sus necesidades generosamente y siempre serían victoriosos, a su lado, si le escuchaban atentamente y respondían a su voz.

En tercer lugar, Dios es fiable. Contar la población masculina de Israel era un testimonio extraordinario de que Dios era fiel en mantener sus promesas. Cuando los israelitas entraron en Egipto (Jacob y sus hijos), eran un total de setenta personas. Recién rescatados de Egipto, ese número había aumentado a proporciones colosales. Lo que había resultado incomprensible para Abraham cuando no tenía hijos, se había hecho gloriosamente real para Moisés. Lo que Dios dijo había ocurrido; su pueblo era imposible de contar, como los granos de arena del desierto o las estrellas de la noche.

El Señor ciertamente tendría que cumplir la otra promesa hecha al patriarca en el mismo momento: “Te daré… toda la tierra de Canaán como posesión perpetua”. Con esta confianza, debían marchar hacía su destino prometido.

En cuarto lugar, Dios es soberano. Había escogido a Moisés y a Aarón como sus siervos para esta empresa, y también había establecido que otros miembros varones de la tribu de Leví fueran sus ayudantes. Al saber siempre lo que es mejor, Dios en su gracia hace planes para su pueblo creyente; siempre deben confiar en que, cuando obra soberanamente con ellos, continuamente está actuando con misericordia.

En quinto lugar, Dios está presente. Que fuera soberano no significaba que tuvieran que pensar que era remoto y distante, reinando en el trono de una eternidad lejana.

Estaba junto a ellos en su campamento, una verdad que se capta gráficamente en el lugar central que se le otorgaba a la tienda de reunión, donde manifestaba su presencia en medio de ellos.

En último lugar, Dios es santo. Dios estaba presente, pero no debían abusar de ello comportándose de forma despreocupada o irreverente. Los detalles prácticos de la disposición del campamento aseguraban que todos los hombres, mujeres y niños hebreos fueran conscientes de la distancia adecuada que había entre su Dios santo y su pueblo, que tenía necesidades morales, físicas y espirituales.

   Versículos 34-48

Terminación del alistamiento prescrito y declaración del número de hombres calificados para el servicio en las tres familias levíticas: a saber, 2750 coatitas, 2630 gersonitas y 3200 meraritas, en total, 8580 levitas aptos para el servicio: un número que lleva una justo proporción al número total de levitas varones de un mes arriba, a saber, 22,000.

   Verso 49

“Conforme al mandamiento de Jehová, los designaron por mano de Moisés (es decir, bajo su dirección), cada uno para su servicio, y su carga, y sus cosas ordenadas (פּקדיו), es decir, las cosas asignadas a él en el tiempo de la reunión como su cargo especial (ver Éxodo 38:21).

Referencias Bíblicas: Hechos 1:23. «Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.»

Escoger hombre para la guerra: 2ª de Sam. 17:1. «Entonces Ahitofel dijo a Absalón: Yo escogeré ahora doce mil hombres, y me levantaré y seguiré a David esta noche»

1ª de Cor. 16:15. «Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.»

Los Hechos 3:25. «Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.»

Nehemías 8:13. «Al día siguiente se reunieron los cabezas de las familias de todo el pueblo, sacerdotes y levitas, a Esdras el escriba, para entender las palabras de la ley»

Definiciones: Señalado: Acción de señalar: Nombrar o determinar persona. día. Hora, lugar o cosa para algún Fin.

▬ Efectivamente. los levitas fueron señalados por Dios para administrar y ocuparse: de las; cosas sagradas, entrando así a su exclusivo servicio; Nm 1: 47-51: Nm 3:6-8: Nm 3:23-26; Nm 3:29, 31.36 y 37.

▬ De acuerdo con el texto áureo. Dios exige para su servicio hombres que tengan buen testimonio y sean llenos del Espíritu Santo: Hch 6:3 al 6: 1ª Ti. 3:2-4 y 7; Ef. 5:18-20; 3 Jn. 11 y 12.

   Texto: Los Hechos Cap. 6, Vers. 3. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 

Comentario del texto: Pongamos atención a los siguientes puntos: (Hermanos, busquen de entre ustedes, a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encargaremos de este trabajo)

a. Los Doce. Esta es la única vez en Hechos que Lucas usa el término descriptivo los Doce para referirse a los apóstoles. Lucas usa esta expresión para indicar que junto al cuerpo de los doce apóstoles hay otro cuerpo de siete administradores que atienden a las necesidades de la creciente iglesia. Hasta ahora los Doce han tenido toda la responsabilidad tanto de atender a las necesidades espirituales como a las físicas de los creyentes. Pero ha llegado el momento de pedir ayuda.

Llaman entonces a toda la comunidad cristiana para hacer una importante decisión. Es muy probable que no todos hayan estado presentes, porque de ser así, el procedimiento se habría complicado demasiado. Los Doce están a cargo de la reunión y presentan a los creyentes el punto que les preocupa: “No es justo que nosotros dejemos de enseñar la palabra de Dios para servir a las mesas”. Su tarea prioritaria era enseñar y predicar el evangelio de salvación. Debido a su posición de líderes, los apóstoles han asumido también la tarea de atender a los necesitados. Pero este trabajo secundario no debe detener la predicación de la palabra de Dios. Deben dedicarse a la oración y al ministerio de la palabra (v. 4).

Los Doce entonces, con la ayuda de la comunidad de creyentes, dan con la solución: elegir a algunos hombres para que ayuden en el servicio de las mesas. El sentido de la palabra mesas se relaciona con la frase distribución diaria, la cual se refiere tanto a compartir alimento como asignar sumas de dinero para la compra de los alimentos. En la iglesia sin duda que hay hombres calificados para realizar esta tarea. Por eso los apóstoles proponen que se elija a siete.

b. Siete varones. Hagamos algunas consideraciones. Primero, el número siete representa el número de plenitud. Los apóstoles sugieren el número, la iglesia selecciona a siete varones y los apóstoles los ordenan. Segundo, en este pasaje, Lucas se abstiene de usar el término diácono, aunque dice que los apóstoles ordenaron a siete varones para el oficio especial de ministrar a los pobres (véase también Fil. 1:1; 1 Ti. 3:8–13). Tercero, los elegidos debían reunir dos requisitos: tenían que tener una buena reputación y debían estar llenos del Espíritu Santo y de sabiduría. Por supuesto, para la tarea de distribuir alimentos y dinero la persona que lo haga debe tener una reputación que esté por encima de cualquier reproche y una recomendación que sus pares o superiores pudieran hacer de él con todo gusto (c.f. 10:22; 16:2; 22:12). También, para ayudar a los necesitados la persona debe estar llena del Espíritu Santo y ser muy sabia (véase Nm. 27:16–18).

Para el Espíritu Santo no hay separación alguna entre lo religioso y lo secular; él se da por igual a los apóstoles como a los siete varones elegidos. En realidad, Esteban y Felipe no sólo distribuyen el alimento y manejan las finanzas, sino que también predican la Palabra y realizan milagros (vv. 8–10; 8:6).

c. Oración. “Pero nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”. La tarea que los apóstoles deben hacer es, primero, ser constantes en la oración. Esta es exactamente la forma en que Lucas proyecta a los apóstoles y a la iglesia (véase 1:14; 2:42; 4:24). Y lo segundo es enseñar y predicar el evangelio de Cristo (véase especialmente 5:20, 42).

1er Titulo: Familia consagrada para el servicio de Dios. Vers. 34 al 37. Moisés, pues, y Aarón, y los jefes de la congregación, contaron a los hijos de Coat por sus familias y según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años; todos los que entran en compañía para ministrar en el tabernáculo de reunión. Y fueron los contados de ellos por sus familias, dos mil setecientos cincuenta. Estos fueron los contados de las familias de Coat, todos los que ministran en el tabernáculo de reunión, los cuales contaron Moisés y Aarón, como lo mandó Jehová por medio de Moisés. (Léase: Los Hechos 21:8 y 9. Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. ▬ 2ª a Timoteo 1:5. trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.). 

Definición: familia: Grupo formado por una pareja en matrimonio y sus hijos y. entendido en un sentido más amplio, por las personas que tienen lazos de parentesco.

▬ A la familia de Coat le correspondió trasladar las cosas más sagradas del del tabernáculo, por esto debían estar consagradas de lo contrario podían morir: Nm -1:15; Nm 4:17-20: Nm 18:3-5; 1ª Cr 15:13-15.

▬ Ejemplos digno de imitar, de familias que se consagraron al servicio de nuestro Dios: Jos 24: I4 y 15: Gn 18: 17-19; 1ª Co 16:15 y 16: Pr 22:6.

Comentario de Hechos 21: [8-9] 8. Al día siguiente partimos, vinimos a Cesarea, entramos a la casa de Felipe el evangelista, uno de los Siete, y nos hospedamos con él. 9. El tenía cuatro hijas que eran vírgenes y que profetizaban.

El texto griego no da indicación alguna en cuanto a si Pablo viajó a Cesarea a pie o en barco. Si traducimos el verbo en el versículo anterior (v. 7) como “continuó”, es lógico suponer que la continuación del viaje desde Tolemaida a Cesarea se efectuó por mar.

Cuando Pablo y sus compañeros llegan a Cesarea, no se siente un extraño en la ciudad, porque ya la había visitado dos veces en sus viajes hacia y desde Jerusalén (9:30; 18:22). Aquí vive Felipe, uno de los siete diáconos en Jerusalén (6:5). Es llamado “el evangelista” por sus esfuerzos evangelísticos en Samaría (8:4–13) y a lo largo de la costa del Mediterráneo desde Azoto a Cesarea (8:40). En las dos décadas que siguieron a su primera aparición en público, Felipe se estableció en la ciudad puerto de Cesarea. Lucas añade el interesante comentario de que Felipe tenía cuatro hijas solteras que tenían el don de la profecía. Desafortunadamente, no nos da más detalles, así es que no podemos saber absolutamente nada acerca de la naturaleza de sus profecías. La palabra «profetizaban» debe ser interpretada en armonía con la referencia de Pablo a los dones del Espíritu (1 Co. 11:5; 14:1, 39). Evidentemente, estas cuatro mujeres eran versadas en las Escrituras y, como su padre, evangelizaban a la sociedad gentil en medio de la cual vivían.

Por los padres de la iglesia del siglo II sabemos que, con el tiempo, Felipe y sus hijas se trasladaron a la ciudad de Hierápolis, en el occidente de Asia Menor, donde murieron y fueron sepultados.

Comentario de 2ª Tim. 1:5. Pablo dice que confiesa su gratitud a Dios. Aunque pronto sufrirá la muerte de un criminal, no tiene miedo de hablar acerca de servir a Dios, porque al proclamar el evangelio ha hecho lo que su conciencia purificada por el Espíritu Santo le ha dictado (sobre el significado de conciencia véase comentario sobre 1 Ti. 1:5; y en cuanto a pura conciencia, véase sobre 1 Ti. 3:9). En este respecto era como sus padres o antepasados (cf. 1 Ti. 5:4, pero en ese pasaje la palabra se usa con referencia a progenitores que aún viven). Ellos también servían al mismo Dios, y ellos también lo hacían con una conciencia limpia. El pensamiento es el mismo que se expresa en Hch. 24:14, 15: “Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza (la cual está dirigida hacia Dios) en Dios … de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos”.

Los “padres” de este pasaje son, con toda probabilidad, los “padres” del pasaje de Hechos. El servicio rendido es el mismo en ambos casos.

Por tanto, lo que Pablo enfatiza es que él no ha introducido una nueva religión. Esencialmente lo que ahora cree es lo que Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Isaías y todos los antepasados piadosos también creían. Hay continuidad entre la antigua y la nueva dispensación. Los antepasados creían en la resurrección; Pablo también. Esperaban la venida del Mesías; Pablo proclama el mismo Mesías que en forma real había hecho su aparición. Es Roma la que ha cambiado de actitud. Es el gobierno que, después del incendio de la capital en el año 64, ha empezado a perseguir a los cristianos. La conciencia de Pablo es pura. El prisionero goza de paz en el corazón y en la mente.

Literalmente, Pablo dice: “a quien yo desde mis antepasados sirvo”. Quiere decir, “a quien sirvo con una fe derivada de mis antepasados”, esto es, con una fe que tuvo sus raíces en la religión de ellos, y es, por lo tanto, similar a la de ellos. Por eso se justifica la traducción: “a quien yo, como mis antepasados, sirvo”.

Al agregar, “cuando me acuerdo constantemente de ti en mis oraciones noche y día”, Pablo está diciendo que cada vez que se acuerda de Timoteo lo ve como a un hombre que de la misma manera sirve al Dios verdadero con una conciencia pura. Es en sus suplicaciones noche y día (véase comentario sobre 1 Ti. 5:5) que el apóstol se deleita en el recuerdo siempre recurrente de Timoteo. Estas suplicaciones son acompañadas por (y probablemente hasta cierto punto, provocadas por) un ardiente anhelo: “anhelando verte”.

Para este profundo anhelo hay dos motivos expresos: uno viene de adentro, el otro de afuera. La motivación desde el interior se declara con estas palabras: “al revivir en mi memoria (o: regresar a mi mente) tus lágrimas”. Es enteramente probable que cuando Pablo y Timoteo se separaron por última vez, Timoteo haya derramado lágrimas. Sin duda, Pablo mismo lo había hecho, pero ahora no se refiere a sus lágrimas, sino a las de Timoteo. Esta separación no era la mencionada en 1 Ti. 1:3. sino una muy posterior que con toda probabilidad ocurrió después del regreso del apóstol de España. no el punto 4, sino el 8. Por medio de sus lágrimas, el joven había mostrado cuán sincera y genuina era su dedicación a Pablo, cuán tierno y cordial su afecto, y cuán profunda y punzante su tristeza ante el pensamiento de la separación, especialmente ante las circunstancias que entonces vivían. Recordemos: era un tiempo de persecución religiosa; realmente, Pablo estaba próximo a ser capturado. El recuerdo de las lágrimas de amor de Timoteo hacía que Pablo anhelara verlo nuevamente. El apóstol estaba ansioso de hacer venir a su amigo para que lo visitase en su celda en Roma.

   La motivación externa es algo oscura. Todo lo que Pablo dice es: “habiendo recibido un recordatorio de tu fe no fingida” (literalmente: sin hipocresía). No sabemos cómo llegó a Pablo este recordatorio exterior. Algunos intérpretes opinan que acababa de ocurrir algo en Roma que había hecho que el apóstol recordara la fe de Timoteo. Otros creen que Pablo había recibido una carta de Timoteo. Aún hay otros que sugieren que alguien, que sabía todo sobre la infancia del joven y su conversión, había visitado al apóstol en la prisión, y que este amigo había contado de memoria incidentes del remoto pasado en la vida del ausente Timoteo. Cualquiera que haya sido la naturaleza precisa del recordatorio externo, un hecho es cierto: como resultado de ambas motivaciones, la interna y la externa, el alma de Pablo se llena del anhelo de ver a Timoteo.

Pablo está convencido que Timoteo no es un creyente sólo para cuando las cosas andan bien, sino que la fe de este “amado hijo” es de la clase (ἥτις) que primero habitó en su abuela Loida y en su madre Eunice.

El apóstol no dice que la abuela y la madre de Timoteo habían “servido a Dios con una conciencia pura”, sino que la fe había hecho morada en sus corazones primero; después en el corazón de Timoteo. ¿Qué quiere dar a entender por fe aquí? ¿Era solamente una fe israelita al estilo del Antiguo Testamento, o era fe en Cristo Jesús como el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento? Yo pienso que el segundo punto tiene todas las probabilidades de su parte:

(1) Hch. 16:1 enseña claramente que tan pronto como se presenta a la madre de Timoteo al principio del segundo viaje misionero, se la llama “creyente judía”. Ese calificativo, “creyente”, es el que con una ligera modificación se usa en el mismo capítulo con respecto a Lidia (“fiel”, Hch. 16:15). Eso fue después del bautismo de Lidia. Antes de su conversión a la fe cristiana se la llama “una que adoraba a Dios” (Hch. 16:14).

(2) El mismo capítulo también enseña que después que el carcelero hubo obedecido la exhortación de los misioneros se le llamó creyente (Hch. 16:31, 34).

(3) En la terminología de Pablo, son “creyentes” las personas de la antigua dispensación que confiaron en las promesas cristocéntricas, por ejemplo, Abraham, y los de la nueva dispensación que reciben a Cristo como el cumplimiento de estas promesas (Ro. 4:12; Gá. 3:9). En lo que respecta a la nueva dispensación, “creyentes” son los cristianos (2 Co. 6:15). Según Lucas, los judíos convertidos a la fe cristiana son “creyentes de los de la circuncisión” (Hch. 10:45).

Por lo tanto, parece que la abuela Loida (viviendo, quizás, con su hija) y la madre Eunice se habían convertido en alguna fecha no posterior a la del primer viaje misionero de Pablo, de modo que habían visto en Cristo el cumplimiento de las promesas, y habían puesto su confianza en él; y además, estas dos mujeres, al parecer, habían cooperado con Pablo en la gloriosa obra de gracia que resultó en la conversión de Timoteo.

2° Titulo: Elegidos conforme al propósito divino. Vers. 38 al 45. Y los contados de los hijos de Gersón por sus familias, según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años, todos los que entran en compañía para ministrar en el tabernáculo de reunión; los contados de ellos por sus familias, según las casas de sus padres, fueron dos mil seiscientos treinta. Estos son los contados de las familias de los hijos de Gersón, todos los que ministran en el tabernáculo de reunión, los cuales contaron Moisés y Aarón por mandato de Jehová. Y los contados de las familias de los hijos de Merari, por sus familias, según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años, todos los que entran en compañía para ministrar en el tabernáculo de reunión; los contados de ellos, por sus familias, fueron tres mil doscientos. Estos fueron los contados de las familias de los hijos de Merari, los cuales contaron Moisés y Aarón, según lo mandó Jehová por medio de Moisés. (Léase: Los Hechos 13:2. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. ▬ 1ª de Pedro 1:2. elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.).

   Definición: Elegido: Tomada una persona de entre otros para un determinado fin.

▬ El propósito de Dios. al elegir a los hijos de Gerson y Merari. era el traslado del tabernáculo y sus elementos. Sagrada labor que les honraba: Nm 3:25 y 26: Nm 3:35-37: Nm 7:4-8.

▬ En este periodo de la gracia en Cristo. Dios es el que elige a sus siervos por medio del Espíritu Santo. con el propósito que le sirvan en su obra: Hch 13:1-4; Hch 8:26-29, 39 y 40; Hch 9:15-17 y 20; Hch 1:8,23-26.

Comentario de Los Hechos 13:2.

a. “Adorando ellos al Señor y ayunando”. El término adoración, un término religioso típicamente veterotestamentario, describía originalmente el servicio de los sacerdotes en el templo de Jerusalén (véase, p.ej. Lc. 1:23). Pero en el versículo 2, Lucas por primera vez lo aplica a la práctica cristiana. De esta manera está mostrando continuidad con el pasado, pero también está sugiriendo sutilmente un énfasis diferente, más espiritual. En la nueva forma de adoración, no vemos al sacerdote ante el altar, sino a cada creyente de la iglesia en oración.

En estos versículos, Lucas también indica que los cristianos en Antioquía combinaban la oración con la costumbre judía del ayuno; estas dos prácticas eran celebradas juntas sólo en ocasiones especiales (véase 14:23).

El contexto inmediato de los versículos 2 y 3 pareciera restringir la referencia a la adoración a los cinco profetas y maestros que Lucas ha mencionado (v. 1). Pero habría a lo menos tres objeciones a esta interpretación. Primero, un culto de adoración se realiza para que participen en él todos los creyentes de la iglesia. Segundo, toda la iglesia de Antioquía participó en comisionar a Bernabé y Saulo, ya que, al regresar, los misioneros informaron a la iglesia lo que Dios había hecho (14:27). Y tercero, el Espíritu Santo mueve a toda la iglesia y no sólo a cinco personas para ocuparse en el trabajo misionero.

b. “El Espíritu Santo dijo: ‘Apártenme a Bernabé y a Saulo, para la obra para la cual los he llamado’”. Mientras la iglesia oraba, el Espíritu Santo habló a través de los profetas dando a conocer su voluntad. Dios, mediante su Espíritu, agranda a la iglesia y elige a sus siervos para que hagan la tarea que él les encarga. Dios, entonces, elige a Bernabé y a Saulo para la obra misionera.

Jesús había llamado a Pablo para que fuera un apóstol a los gentiles, pero tanto él como Bernabé habían estado enseñando en la iglesia de Antioquía. Ahora, el Espíritu Santo revela a los creyentes su voluntad de que ambos se dediquen a una tarea específica: proclamar las Buenas Nuevas al mundo. Para la iglesia de Antioquía esto significa que al comisionar a Bernabé y a Pablo estarían perdiendo a dos maestros muy capacitados; que tendrían que prometer respaldarlos mediante la oración; y que Antioquía seguiría siendo un centro para las misiones.

Tanto Pablo como Bernabé habían sido llamados para ser apóstoles a los gentiles. En realidad, cuando Lucas se refiere a ellos en su primer viaje misionero, los llama “apóstoles” (14:14; y véase 1 Co. 9:1–6). La tarea que el Espíritu Santo les asigna es dar a conocer al mundo el evangelio de Cristo y extender la iglesia hasta los confines de la tierra (compare 1:8).

c. “Les impusieron las manos y los enviaron”. Después de un período de ayuno y oración, los dirigentes de la iglesia de Antioquía impusieron sus manos sobre Bernabé y Pablo. En Damasco, Ananías había hecho lo mismo con Pablo y de esta manera Pablo había recibido el don del Espíritu Santo (9:17). Aunque por varios años Bernabé y Pablo habían enseñado el evangelio de Cristo, la iglesia en Antioquía, oficialmente, les ordenó para que fueran misioneros a los gentiles. No fue sino hasta después que Dios los llamó para la tarea tan especial de proclamar el evangelio al mundo grecorromano (compare Gá. 1:16) que la iglesia antioqueña llevó a cabo la ceremonia externa de ordenarlos. El servicio de ordenación muestra claramente que misioneros e iglesia están unidos en el trabajo de las misiones.

Comentario de 1ª Pedro 1:2. Que han sido escogidos según el previo conocimiento de Dios Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre.

En tres cláusulas separadas Pedro describe tres actos del Trino Dios. El Padre conoce de antemano, el Espíritu santifica y Jesucristo espera obediencia de los a quienes ha limpiado de pecado. Estas tres cláusulas explican el término escogidos (v. 1).

Nótense los siguientes puntos:

a. Conocimiento previo. “Según el previo conocimiento de Dios Padre”. La mayoría de los traductores están a favor de vincular la palabra escogidos con las tres cláusulas preposicionales: según el previo conocimiento de Dios Padre, por la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados por su sangre.

Algunas traducciones siguen al pie de la letra el orden del texto griego: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los escogidos que son peregrinos de la Dispersión en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia, según el conocimiento previo de Dios Padre”.54 Pero la fuerza de la oración centra la atención en la expresión escogidos, ya que el concepto conocimiento previo está directamente relacionado con la elección.

   ¿Qué es el conocimiento previo? Es mucho más que la capacidad de predecir hechos futuros. Incluye la soberanía absoluta de Dios para determinar e implementar su decisión de salvar al hombre pecador. La palabra conocimiento aparece en el sermón de Pentecostés de Pedro, en el cual declara a su auditorio judío que Jesús “os fue entregado por el propósito determinado y conocimiento previo de Dios” (Hch. 2:23). Pedro da a entender que Dios obró según su plan y propósito soberano que había determinado de antemano.

Pablo también se refiere al conocimiento previo. El verbo conocer previamente aparece en Romanos 8:29: “Porque a los que antes conoció, también les predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (VRV). Pablo indica que los conceptos conocimiento previo y predestinación van juntos. Conocer de antemano y predestinar fueron actos de Dios llevados a cabo antes de la creación de este mundo (véase Ef. 1:4–5). La palabra previo y el prefijo pre‐ en la frase conoció previamente y predestinó (Ro. 8:29) denotan precisamente eso.

Volviendo a la primera epístola de Pedro, notamos que éste, al escribir acerca de Cristo, menciona la enseñanza acerca de la elección cuando dice: “A él se le escogió [destinó] antes de la creación del mundo” (1:20).

Con perfecta comodidad Pedro entreteje la doctrina de la Trinidad en el paño de su epístola. Esta doctrina era aceptada y entendida entre la comunidad cristiana, de manera que los escritores del Nuevo Testamento no tenían necesidad de presentarla, explicarla o defenderla contra posibles ataques judíos.

Pedro habla del Dios Padre, del Espíritu y de Jesucristo (véase también Ef. 1:3–14). El orden que escoge es arbitrario, porque no está interesado en una secuencia determinada, sino en la función que cada persona de la Trinidad cumple. Dios Padre conoce de antemano y escoge al pecador. Al describir a Dios como Padre, Pedro da a entender que las personas que Dios ha elegido y a quienes Pedro llama “escogidos” son sin duda hijos de Dios. Gozan de un gran privilegio, ya que son parte del pacto que Dios ha hecho con su pueblo:

“Seré un Padre para vosotros, y vosotros seréis mis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. (2 Co. 6:18)

   Nótese que los escogidos de Dios “han sido escogidos [elegidos] según el previo conocimiento de Dios Padre”. ¿Cómo se lleva a cabo la elección del hombre? Se efectúa mediante el poder del Espíritu Santo, que limpia de pecado a los escogidos.

b. Santificación. Pedro escribe su epístola a los que han sido “escogidos … por la obra santificadora del Espíritu”. Cuando Pedro habla de la obra santificadora del Espíritu Santo, subraya la diferencia que hay entre un Dios santo y un hombre pecador. El Espíritu obra cuando presenta al hombre como santo y aceptable ante Dios; el hombre pecador no puede, empero, entrar ante la presencia de un Dios santo a menos que Dios lo santifique por medio de su Espíritu. Pedro no es el único que enseña acerca de la obra santificadora del Espíritu Santo. Pablo dice prácticamente lo mismo a la iglesia de Tesalónica: “Desde el principio Dios os escogió para salvación por medio de la santificación por el Espíritu y la creencia en la verdad” (2 Ts. 2:13).

El griego original indica que la obra santificadora del Espíritu es una actividad o proceso continuo en vez de una acción ya cumplida que resulta en un estado de perfecta santidad. En este proceso el hombre no queda pasivo mientras actúa el Espíritu. También el hombre está profundamente preocupado. Pedro exhorta a los creyentes: “Así como es santo quien los llamó, sean santos en todo lo que hagan; porque está escrito: ‘Sean santos, porque yo soy santo’” (1:15–16).

c. Obediencia y rociamiento. ¿Con qué fin santifica el Espíritu a los escogidos? Pedro dice que es: “para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre”. El repite su referencia a la obediencia en versículos subsiguientes de este capítulo: “Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían cuando vivían en la ignorancia” (v. 14); “Ahora que ustedes se han purificado al obedecer a la verdad, y por eso tienen un sincero amor por sus hermanos, ámense unos a otros de corazón, profundamente” (v. 22).

En el texto griego Pedro dice, literalmente, “para obediencia y rociamiento de la sangre de Jesucristo”. Por medio de los términos obediencia y rociamiento Pedro hace una referencia a la confirmación del pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel (véase Ex. 24:3–8). Moisés leyó el Libro del Pacto al pueblo. “Ellos respondieron: ‘Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos’” (v. 7). Entonces Moisés roció sangre sobre el pueblo y dijo: “He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros de acuerdo a todas estas cosas” (v. 8). El escritor de la epístola a los Hebreos comenta que Jesús derramó su sangre para quitar los pecados del pueblo de Dios (9:18–28; 12:24).

Pedro declara que, mediante el sacrificio de su muerte en la cruz, Jesús redimió y adquirió a los escogidos (cf. 1:18–19). Es así que vemos, en resumen, que el Trino Dios les ha dado tres privilegios distintivos: Dios el Padre los conoce de antemano, Dios el Espíritu Santo los santifica y Jesucristo los limpia de pecado por medio del rociamiento con su sangre. Y aunque el derramamiento de sangre se haya efectuado una vez y para siempre, su significancia tiene un efecto constante y se constituye en un proceso perdurable. Jesucristo sigue limpiándonos del pecado.

d. Saludo. Las palabras: “Gracia y paz a ustedes en abundancia,” aparecen también en 2 Pedro 1:2 (y véase también Judas 2). Este saludo es algo típico en los escritores del Nuevo Testamento que escriben cartas. Con ligeras variantes, Pablo, Santiago, Juan, Judas y el escritor de Hebreos mandan saludos y bendiciones al principio o al fin de sus epístolas.

El término gracia es comprensivo; abarca los conceptos de la misericordia, del amor y del perdón del pecado. Gracia es lo que Dios ofrece al hombre. Paz, por otra parte, es un estado de felicidad interior que el poseedor manifiesta exteriormente ante su prójimo. En cierto sentido, los conceptos de gracia y paz están mutuamente relacionados en el sentido de que el primero es la causa y el segundo, la consecuencia.

Es decir, el don de Dios de la gracia resulta en la paz.

“Una traducción literal de este saludo sería “gracia y paz os sean multiplicadas” (VRV).

Consideraciones doctrinales acerca de 1:1–2

   Pedro, que era un pescador inculto de Galilea (Hch. 4:13) y más tarde líder de la iglesia de Jerusalén, escribe ahora una carta a los cristianos que viven en el Asia Menor. Da comienzo a su carta con un encabezamiento en el cual enseña a sus lectores verdades cristianas fundamentales: la doctrina de la elección y la doctrina de la Trinidad. Pedro dirige su epístola a “los elegidos de Dios … que han sido escogidos”. Da a conocer que la elección es obra de Dios, que Dios quiere tener un pueblo propio y que el Dios Trino cuida de sus elegidos.

   La doctrina de la elección proporciona consuelo genuino y gran ánimo al pueblo de Dios. Al elegir a su pueblo, Dios exige de ellos una respuesta de gratitud. Espera que obedezcan sus mandamientos y cumplan su voluntad. Con todo, él conoce nuestras debilidades y flaquezas y entiende que a veces caemos en pecado. Por eso ha puesto a nuestro alcance el poder santificador del Espíritu y el efecto permanente del rociamiento con la sangre de Cristo.

Hay un precioso manantial de sangre de Emanuel,

Que purifica a cada cual que se sumerge en él.

¡Eterna fuente carmesí! ¡Raudal de puro amor!

Se lavará por siempre en ti el pueblo del Señor.

—William Cowper (Trad. M. N. Hutchinson)

3er Titulo: Terminando fielmente la labor encomendada por Dios. Vers. 46 al 49. Todos los contados de los levitas que Moisés y Aarón y los jefes de Israel contaron por sus familias, y según las casas de sus padres, desde el de edad de treinta años arriba hasta el de edad de cincuenta años, todos los que entraban para ministrar en el servicio y tener cargo de obra en el tabernáculo de reunión, los contados de ellos fueron ocho mil quinientos ochenta. Como lo mandó Jehová por medio de Moisés fueron contados, cada uno según su oficio y según su cargo; los cuales contó él, como le fue mandado. (Léase: Josué 11:15. De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés. ▬ 2ª Timoteo 4:7. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.).

   Definición: Terminar: Hacer que una cosa llegue a su fin.

▬ Moisés cumpliendo fielmente lo ordenando por Dios, al terminar de contar la tribu de Levi, tal como le fue mandado: ejemplo de obediencia que debemos imitar: Nm 1:1-3; Nm 1:44-46 ▬ 53 y 54: Nm 2:1-2 y 34; Josué 11:14-16.

▬ Que hermosa exhortación se nos hace a través del ejemplo del apóstol Pablo. de terminar nuestra carrera con gozo por haber cumplido las ordenanzas de nuestro Dios: 1ª Co 9:24-27: Fil 3:13-15; 1ª Tim 6:11-14; Heb: 12:1 y 2.

   Resumen de los objetivos alcanzados, Josué 11:15-23

Esta sección recuerda que Josué ha tenido éxito en esta nueva campaña debido a la obediencia total a la voluntad de Dios, “sin omitir nada de todo lo que Jehovah había mandado a Moisés” (v. 15). De esta forma, el autor está diciendo que la historia de Israel es un continuo cumplimiento de las promesas divinas hechas a Moisés como principal protagonista de la liberación de la esclavitud. Hay todo un proyecto, un destino delineado por la omnisciencia de Dios que si bien encuentra tropiezos en la desobediencia del ser humano aún esto es usado para cumplir con las promesas que Dios hizo en beneficio de estos mismos hombres.

No es fácil comprender cómo se lleva a cabo el cumplimiento de estas promesas, porque lo más importante no es comprenderlo para creerlo sino creerlo para comprenderlo. El objetivo del autor del libro de Josué (“el maestro”; ver Introducción) era alimentar la fe de los israelitas antes que confundirlos acerca del cómo se llevaron a cabo las tomas de estas tierras y para ello se presuponía que había fe en Israel.

Los relatos históricos fortalecían la esperanza y la confianza en que Dios actuaría de la misma forma en el “hoy” (Yom 3117; ver 4:9; 5:9; 6:25; 7:26; 8:28, 29; 9:27; 10:27; 13:13; 14:14; 15:63; 16:10; 22:3, 16, 18, 22, 29, 31; 23:9; 24:15) de los primeros lectores, pero que al mismo tiempo esperaba una respuesta igualmente obediente de ellos como lo hizo Josué. Una expresión muy significativa aparece en los vv. 16 y 23. Dice: “Así tomó Josué toda esta tierra”. Da la nota predominante del proceso que está viviendo el pueblo, pues el éxito del líder es una demostración que Jehovah está con ellos.

El pasaje ofrece una visión panorámica de las tierras poseídas, divididas en varias zonas geográficas: las colinas, la tierra de Gosén (es decir la tierra pastoril de Gabaón, 10:41), el valle, las llanuras y las montañas de Israel (o sea el Carmelo). La descripción destaca la variedad geográfica como característica de la región. En síntesis, se muestra que toda oposición ha sido derrotada y que la posesión de Canaán es una realidad que abarca un buen número de ciudades. Se destaca (v. 21) especialmente la derrota de los anaquitas, pues ellos fueron visitados por los espías (Núm. 13:33) que regresaron con informes desalentadores a Moisés. El v. 20 es una reflexión teológica sobre el porqué los pueblos fueron derrotados. En ella se afirma de manera muy natural la soberanía de Dios sobre la historia y cómo él usa las actitudes de los hombres para llevar a cabo sus planes. El texto va más allá para decir (v. 20) que Jehovah mismo es la causa de esas actitudes.

En la actualidad, algunos estarían muy contentos con especular acerca de cómo Dios provoca en los seres humanos resistencia a sus planes para de esta manera cumplirlos finalmente sin tener en cuenta su voluntad. Sin embargo, y a pesar del menosprecio que muchos comentaristas hacen del texto, es importante señalar que la manera como el autor del texto bíblico entiende la acción de Dios no debe dar espacio para explicaciones fáciles que están siempre enmarcadas dentro de una lógica muy humana y racional. No obstante, puede decirse que como el propósito de Dios era entregar en manos de los hebreos a estos reyes y ciudades, su endurecimiento de corazón fue una preparación para su propia destrucción.

    Comentario de 2ª Timoteo 4:7. Su resumen por fe del pasado: Cuando el apóstol continúa: “la grandiosa batalla he peleado”, nuevamente está usando el lenguaje de la fe; porque es claro que un incrédulo al describir la vida de Pablo posterior a su conversión, la habría denominado como una “necedad” o aun como “insana”, o como “completa locura” (cf. Hch. 26:24), ciertamente no como “la grandiosa batalla”. Pero Pablo, por medio del mismo ordenamiento de las palabras que seleccionó (poniendo cada uno de los tres objetos delante del verbo; véase mi traducción), enfatiza que verdaderamente fue la “hermosa”, grandiosa, o noble, batalla la que ha peleado; que no fue el sendero tomado al azar, sino la carrera programada la que había corrido; que su vida, considerada ahora como acabada, había sido gobernada no por el antojo o capricho del momento, sino por aquella fe personal que por la gracia de Dios había guardado hasta el mismo fin.

Cuando Pablo resume así su pasado, no se está jactando, sino “en el Señor”. Está relatando lo que la gracia ha logrado en el corazón del “principal de los pecadores”. Por eso no pone el énfasis en el pronombre yo, sino en “la grandiosa batalla”, “la carrera”, “la fe”.

Cuando el apóstol resume su vida como cristiano bajo el simbolismo de “la grandiosa batalla”, la figura subyacente es probablemente una lucha, una pelea en el cuadrilátero, o una competición (véase comentario sobre 1 Ti. 4:7b, 8; 6:12). El tercio de la comparación es un prodigioso esfuerzo de energía contra un poderoso enemigo.

Había sido una batalla contra Satanás; contra principados y potestades, gobernadores de las tinieblas de este mundo en lugares celestiales; contra el vicio y la violencia de judíos y paganos; contra el judaísmo entre los gálatas; contra el fanatismo entre los tesalonicenses; contra las contiendas, la fornicación y los litigios entre los corintios; contra el gnosticismo incipiente entre los efesios y colosenses; de fuera, conflictos de dentro, temores; y finalmente, pero no menos, contra la ley del pecado y muerte que obraba en su propio corazón.

Pero Pablo puede decir triunfalmente: “La grandiosa batalla he peleado”. Es vano decir que esto no es la estricta verdad porque Pablo todavía no había llegado al patíbulo. Cuando la muerte está muy cerca y es muy cierta, es fácil a la mente proyectarse hacia el futuro cercano desde el cual entonces mira hacia el pasado y se regocija no solamente en ese pasado, sino en la bendición presente que el pasado ha producido. Nuestro Señor usa un lenguaje similar que debe ser explicado en forma similar (véase C.N.T. sobre Jn. 17:4).

Cuando el apóstol añade, “la carrera he terminado”—una carrera de obstáculos, por cierto—, enfatiza el hecho de que en su vida como creyente ha cumplido plenamente ese ministerio a que el Señor lo ha llamado (el pasaje que arroja luz sobre esto es Hch. 20:24); su ojo, como el de un corredor avezado, ha estado todo el tiempo fijo en el punto final de la carrera: la gloria de Dios por medio de la salvación de pecadores (Gá. 2:2; 5:7; Fil. 2:16; cf. Heb. 12:1, 2).

Pablo era ciertamente un hombre con esta única y santa pasión, con este único objetivo en sus pensamientos, de modo que la figura de la carrera es muy apropiada, todo lo cual se hace evidente por palabras como las siguientes:

“A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos … Corred de tal manera que lo obtengáis … Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios … Como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos” (1 Co. 9:22–24; 10:31–33). Y cf. 3:7–14.

   Al resumir el pasado, Pablo deja, finalmente, a un lado las metáforas y escribe: “La fe he guardado”. Aquí, como en 1 Ti. 6:12, el sentido probablemente no sea: “He cumplido mi promesa” (o “fidelidad”) ni “He mantenido la verdadera doctrina” (fe en el sentido objetivo), sino, en armonía con el presente contexto, “He retenido mi confianza personal en Dios, mi confianza en todas sus promesas cristocéntricas. En la arena espiritual de la vida no solamente he batallado arduamente y corrido bien, sino también he sido sostenido hasta el fin por la convicción profundamente arraigada de que recibiré el premio, el glorioso galardón” (véase el versículo siguiente).

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Domingo 31 diciembre de 2023

Domingo 24 de diciembre de 2023. “Familia Escogida Por Dios Para El Traslado Del Tabernáculo”

   Lección: Número Cap. 4, versículos 29 al 33. Contarás los hijos de Merari por sus familias, según las casas de sus padres. Desde el de edad de treinta años arriba hasta el de cincuenta años los contarás; todos los que entran en compañía para servir en el tabernáculo de reunión. Este será el deber de su cargo para todo su servicio en el tabernáculo de reunión: las tablas del tabernáculo, sus barras, sus columnas y sus basas, las columnas del atrio alrededor y sus basas, sus estacas y sus cuerdas, con todos sus instrumentos y todo su servicio; y consignarás por sus nombres todos los utensilios que ellos tienen que transportar. Este será el servicio de las familias de los hijos de Merari para todo su ministerio en el tabernáculo de reunión, bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. 

Familia Escogida Por Dios: La biblia enseña que Jesús y el padre uno es (Juan 1:1-4), y que además Jesús es el unigénito hijo de Dios (Hebreos 1:1-4). Este término familiar indica que Dios considera a Jesús como un miembro de la familia. A los creyentes nacidos de nuevo se nos dice que también somos miembros de esta familia (Romanos 9:8; 1 Juan 3:1-2). ¿Cómo podemos llegar a ser parte de esta familia de Dios? Cuando escuchamos el evangelio, confesamos nuestros pecados, y ponemos nuestra fe y confianza en Jesucristo, en ese momento nacemos en el reino de Dios como sus hijos y nos convertimos en herederos con él por toda la eternidad (Romanos 8:14-17).

Mientras que a Jesús se le considera como el hijo unigénito de Dios, a los creyentes se les denomina hijos nacidos en la familia de Dios que necesitan crecer y madurar en la fe (Efesios 4:11-16), e hijos y herederos adoptados en su familia (Gálatas 4:4-7). La gracia y la misericordia infinita de Dios se revela en Efesios 1:5-6, donde dice que él redime pecadores, quienes han sido “adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”.

Como hijos de Dios, ¿qué heredamos? Nada menos que el reino de Dios (Mateo 25:34; 1 Tesalonicenses 2:12; Hebreos 12:28). Efesios 1:3 nos dice que los creyentes son bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Estas bendiciones espirituales son innumerables, eternas, permanecen en Cristo, y nosotros como sus hijos recibimos estas bendiciones por la gracia de Dios. Como hijos terrenales, en algún momento heredaremos lo que nuestros padres nos dejen después de su muerte. Pero en el caso de Dios, los creyentes ya estamos cosechando los beneficios de nuestra herencia al tener paz con él a través del sacrificio de su hijo en la cruz. Otras de las recompensas de nuestra herencia son el sello del Espíritu Santo a partir del momento en que creemos en Cristo (Efesios 1:13-14), que es lo que nos empodera para vivir para Dios en el presente, y el saber que nuestra salvación está segura para la eternidad (Hebreos 7:24-25).

Ser parte de la familia de Dios es la mayor bendición que se le ha dado a los creyentes, y la que debería hacer que nos postremos de rodillas en humilde adoración. No podemos hacer nada para merecerlo, puesto que es el don de amor, misericordia y gracia de Dios hacia nosotros, no obstante, estamos llamados a ser hijos e hijas del Dios viviente (Romanos 9:25-26). ¡Que todos respondamos con fe a su invitación!

“Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes Dios no les tenía compasión, pero ahora les tiene compasión”. 1 Pedro 2.10.

Ésta es una referencia bíblica al pueblo judío escogido por Dios, quien por Su compasión (y sus planes de redención del mundo), también fue extensivo a los gentiles, es decir al resto de la humanidad; ahora, todos somos pueblo de Dios, siempre y cuando lo recibamos en nuestro corazón.

Pero aún hay más, ahora que somos Su pueblo, ésta es Su promesa; “Pero ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. 1 Pedro 2.9a.

Todo esto puede interpretarse de dos formas: como pueblo y como persona. Para Dios, somos parte de su familia; ÉL es nuestro Padre. Como pueblo; dispuestos a una consagración activa y celosa de su Ministerio (de su Servicio). Como nación santa; somos Su pueblo apartado para ÉL. Como pueblo: heredado por Dios.

Pero déjenme plantearle lo más importante, tenemos como pueblo una responsabilidad personal, cada uno de nosotros, de tal manera que eso nos convierte en lo siguiente: Como hombre; su papel o rol (en estos tiempos no le toca de otra manera a la mujer si es el caso), ser sacerdote de su familia, es decir, ser una persona dedicada y consagrada a Dios, además de ofrecer sacrificios, que en estos tiempos corresponde a la adoración, alabanza, oración e intersección por los suyos principalmente, sin menoscabo de los demás. Como persona; ser santo, es decir ser apartado para Dios y además heredero del reino de Dios.

¿Y todo esto qué finalidad tiene? “Y esto es así para que anuncien las obras maravillosas de Dios, el cual los llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa”. 1 Pedro 2.9b.

   Texto: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.» (San Juan 15:16).

    Comentario de San Juan 15:16. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Aunque los discípulos son amigos de Cristo, esto no quiere decir que estén en el mismo nivel con él. En la tierra los amigos generalmente se escogen entre sí, pero la amistad de la que Jesús habla es diferente. Es unilateral en su origen. No se produjo por un acercamiento gradual de ambos lados, como ocurre a menudo entre los hombres, sino que la produjo sólo Jesús. Las palabras, “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros”, ponen de relieve el carácter libre, independiente y espontáneo del amor de Cristo.

El fundamento del amor por nosotros nunca está en nosotros, siempre está en él, porque incluso aparte de su amor por nosotros Dios es amor. Es amor en su misma esencia. El carácter incondicional y soberano de este amor divino se manifiesta también en pasajes como los siguientes:

“No por ser vosotros más que todos los pueblos os has querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó … os ha sacado con mano poderosa” (Dt. 7:7, 8).

“Por mí, por amor de mí mismo lo haré” (Is. 48:11).

“Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no te tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Dn. 9:19).

“Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia” (Os. 14:4).

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8).

“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos” (no: “porque previó que íbamos a ser santos” Ef. 1:4).

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 4:10).

“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Jn. 4:19).

Fue Cristo quien había elegido a estos hombres para sí de entre el mundo de tinieblas (véase sobre versículo 19), a fin de que fueran sus seguidores y como tales dieran fruto, y esto no sólo por un tiempo o a ratos sino permanentemente. Para este fin también los había elegido; es decir, los había apartado del mundo y les había prometido darles las habilidades requeridas. Como se ha indicado antes, el dar fruto se refiere a la producción de los efectos de la gracia divina, como los mencionados en Gá. 5:22—amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, autocontrol—; Ef. 5:9; Col. 1:6; He. 12:11; y Stg. 3:18. Pero ante 4:36 y 12:24, pasajes en los que el término “frutos” indica almas salvadas por la eternidad, no está desde luego fuera de lugar señalar que las buenas obras en las que Jesús piensa se mencionan no como fin en sí mismas sino como medio para la conversión de otros, y de esta manera para la gloria de Dios, a través del sendero indicado en Mt. 5:16 (“para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”).

Estamos totalmente de acuerdo con el Dr. F. W. Grosheide que la elección de la que habla este pasaje no es para un oficio determinado sino la que corresponde a todo cristiano. Todos los creyentes son escogidos de entre el mundo (versículo 19) para producir frutos (versículos 2, 4, 5, 8). Aunque esto es un acto que ocurre en el tiempo, tiene su base en la elección “antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4; cf. Jn. 17:24).

El permanecer en Cristo se recompensa con el dar frutos, y a través del dar frutos, también con la oración contestada. El verdadero discípulo pide frutos, porque estos frutos complacen a Dios. Pide a Dios que le dé lo que esté de acuerdo con su voluntad. Pide esto; no como si él mismo (el discípulo) tuviera algún mérito, sino solo sobre la base de los méritos de Cristo y en total armonía con su revelación (en consecuencia, en el nombre de Cristo). En consecuencia, el versículo 16 concluye con las palabras: para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Aquí se da el pensamiento de 15:7; véase sobre ese versículo. En el versículo 16, sin embargo, no encontramos el impersonal “se te hará”, sino el muy personal, “El … lo dé”. El Padre ama al Hijo; por ello, ama a aquellos que hacen lo que el Hijo les pide.

1er Titulo: Edad establecida para trabajos determinados. Versículos 29 y 30. Contarás los hijos de Merari por sus familias, según las casas de sus padres. Desde el de edad de treinta años arriba hasta el de cincuenta años los contarás; todos los que entran en compañía para servir en el tabernáculo de reunión. (Léase: San Lucas 3:23. Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí. ▬ 1ª Timoteo 4:12. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.).

Verso 29-30

Servicio de los Meraritas. – Números 4:29 y Números 4:30, como Números 4:22 y Números 4:23. פּקד, reunir, es decir, numerar, equivalente a ראשׁ נשׁא, tomar el número.

Comentario de Lucas 3: 23a. Ahora bien, Jesús mismo, supuestamente hijo de José, era como de treinta años cuando comenzó (su ministerio). En nuestro estudio de 3:1, 2 se mostró ya que la teoría según la cual Jesús “era como de treinta años” a fines del 26 d.C. o alrededor de esta fecha, concuerda con otros datos bíblicos (Mt. 2; Jn. 2:20). Nm. 4:47 nos enseña que los levitas comenzaban su servicio a la edad de treinta años. Fue también a esta edad que José llegó a ser “primer ministro” de Egipto (Gn. 41:46), y que David llegó a ser rey (2 S. 5:4).170 Por lo tanto, no es extraño que Jesús comenzara (se entiende: su ministerio) a esta edad.

▬23 “Jesús mismo, al comenzar (su ministerio), tenía unos treinta años”. Esto no significa que hasta entonces no haya hecho nada. Por el contrario, véase Lc. 2:52. Él era ya una bendición mucho antes de cumplir la edad de treinta años. Pero más o menos en la época en que alcanzó esta edad comenzó su ministerio activo, su misión pública. El problema de mucha gente es que jamás comienzan realmente el ministerio de desempeñar el sacerdocio de los creyentes. Ellos simplemente se dejan llevar por la corriente, son pasivos. ¡Entre tanto el mundo perece! Un pasaje que deberíamos repetirnos vez tras vez es el de Jn. 9:4, “Nos es necesario hacer las obras del que me envió entretanto que el día dura; la noche viene cuando nadie puede trabajar”.

   Vv. 23–38 “Jesús … hijo de Elí … hijo de Adán, hijo de Dios,” Debidamente interpretada, esta genealogía nos enseña no sólo cuan cerca está Jesús a la humanidad, sino también cuán cerca de Dios, en cierto sentido, está la humanidad. Hacemos referencia a la cercanía descrita en Jn. 3:16, el pasaje que enseña la doctrina “del Dios que amó de tal manera al mundo”. La salvación prometida en este pasaje es para “todo aquel que cree en el Hijo unigénito de Dios”. La salvación es para ellos únicamente. Para ellos todos.

Comentario de 1ª a Timoteo 4: 12. Que nadie tenga en poco tu juventud.

Se puede suponer que hacia el año 51, cuando Timoteo se unió a Pablo, en el segundo viaje misionero, aquel había llegado a una edad entre los 22 y los 27 años. Es difícilmente probable que el apóstol hubiera permitido que un joven menor se le hubiera reunido para una obra tan difícil. Además, sabemos que Timoteo debe de haber alcanzado un grado de madurez ya durante el primer viaje misionero de Pablo, porque fue entonces cuando confesó su fe. Si este cálculo es correcto, ahora Timoteo tiene, hacia el año 63, entre 34 y 39 años. Según Ireneo, la primera etapa de la vida abarca treinta años y se extiende hacia adelante hasta los cuarenta. Por lo tanto, Timoteo todavía era “un joven”. Además, debe de haber sido considerado demasiado joven para el puesto que ocupaba: representante apostólico y como tal, jefe sobre todos los presbíteros en las iglesias de Éfeso y sus alrededores.   Estos presbíteros (como el mismo nombre lo indica), en el antiguo Israel, en la sinagoga de tiempos posteriores y también en la iglesia primitiva—que en muchos sentidos era copia de la sinagoga—eran generalmente viejos o por lo menos hombres maduros. Y aquí está Timoteo, un hombre mucho más joven y, además, persona naturalmente reservada y tímida, ¡ejerciendo autoridad sobre quiénes son sus mayores por quizás 10 y hasta 40 años! De aquí el mandamiento: “Que nadie tenga en poco tu juventud”. El griego dice: “Que nadie piense poco de ti”. Timoteo no debe permitir que nadie lo desprecie por causa de su juventud. Debe hacer que se le respete debido a su oficio. Pero debe lograr esto no “haciéndose el grande” o jactándose de sus credenciales, sino conduciéndose como un hombre consagrado, de sabio consejo y de sabiduría práctica. El respeto al hombre significará respeto al oficio que desempeña. De aquí que Pablo prosiga: Antes sé modelo de los creyentes en palabra, en conducta, en amor, en fe, en pureza. De un modo completamente natural y orgánico, debe conquistar el respeto de todos los creyentes. Nótese que Pablo no dice realmente que Timoteo debe llegar a ser un modelo que los creyentes deben seguir (véase sobre 1 Ts. 1:7; 2 Ts. 3:9), sino que cada vez más, en forma creciente, debiera ser el modelo de lo que los creyentes son, y esto en cinco aspectos:

▬ a. en palabra, esto es, en la conversación personal (en cuanto a predicación véase el versículo siguiente).

▬ b. en conducta, esto es, en costumbres, hábitos, modo de tratar a las personas, etc.

▬ c. en amor, esto es, en un profundo apego personal a sus hermanos y una genuina preocupación por su prójimo (incluidos sus enemigos), buscando siempre la promoción del bienestar de todos.

d. en fe, esto es, en el ejercicio de ese don de Dios que es la raíz de la cual brota el amor (nótese: aquí probablemente el amor indique la relación horizontal; la fe, la relación vertical).

▬ e. en pureza (véase también 1 Ti. 5:2), esto es, en completa conformidad, de pensamiento y hecho, con la ley moral de Dios.

2° Titulo: Clara instrucciones para cumplir el deber asignado. Versículos 31 y 32. Este será el deber de su cargo para todo su servicio en el tabernáculo de reunión: las tablas del tabernáculo, sus barras, sus columnas y sus basas, las columnas del atrio alrededor y sus basas, sus estacas y sus cuerdas, con todos sus instrumentos y todo su servicio; y consignarás por sus nombres todos los utensilios que ellos tienen que transportar. (Léase: 2ª a Timoteo 4:5. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. ▬ Colosenses 3:23. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.).

Verso 31-32

Números 4:31 y Números 4:32, como Números 3:36 y Números 3:37. “El cargo de su carga” (su carga), es decir, las cosas que era su deber llevar.

Comentario de 2ª de Timoteo 4: 5. Sin embargo, tú … Cf. 3:10, 14. Nótese el agudo y doble contraste. El v. 5 es tanto el clímax de los vv. 1–5 como la introducción a los vv. 5–8. Como clímax, traza un contraste entre Timoteo y la voluble multitud descrita en los vv. 3 y 4. Como introducción, traza un contraste entre Timoteo, todavía en medio de la pelea, y Pablo que ha peleado la grandiosa pelea. En el principio del versículo predomina el primero de estos contrastes; al final, el segundo.

Pablo escribe: sé sobrio en todo, sufre trabajos, haz la obra de evangelista, cumple al máximo tu ministerio. La persona sobria es tranquila, estable y cuerda (véase 1 Ts. 5:6, 8).

No se encuentra embriagado con el anhelo de cosas sensacionales o sentimentales. No aparta sus oídos de la verdad para volverse a los mitos. El apóstol requiere que Timoteo muestre esta actitud calma y bien equilibrada “en todas las cosas”. Esto quiere decir, por supuesto, que también con respecto a sufrir por la causa del evangelio Timoteo no debe buscar los sufrimientos, por una parte, ni quejarse de ellos por la otra. Simplemente, debe hacer la obra de evangelista (predicador del evangelio, Hch. 21:8; Ef. 4:11), perfectamente dispuesto a soportar maltratos cuando quiera que le toque sufrir, aun gozándose cuando se le tenga por digno de sufrir deshonra por el nombre de Cristo (Hch. 5:41; en cuanto al verbo, véase 2 Ti. 2:9; cf. el verbo similar en 2 Ti. 1:8). No debe permitir que nada lo detenga, pero debe cumplir su ministerio del evangelio al máximo: predicando la palabra, estando preparado a tiempo y fuera de tiempo, redarguyendo, reprendiendo y amonestando con toda paciencia y doctrina.

   Comentario de Colosenses 3:23, 24. Todo lo que hagáis poned vuestra alma en el trabajo (literalmente, “trabajad del alma”), como para el Señor y no para los hombres.… En espíritu, la gente deja de ser esclava tan pronto como empieza a trabajar para el Señor, y ya no más para los hombres en primer lugar. En consecuencia, éste era el consejo más provechoso que se le pudiera dar a un esclavo. Además, mediante la cooperación sincera con su amo, obedeciendo en todas formas, y haciendo esto mientras su amo está completamente enterado que el servicio era dado por un cristiano, el esclavo estaría promoviendo la causa y el honor de su Señor. El amo empezaría a pensar, “Si la religión cristiana hace esto por los esclavos, debe ser maravillosa”.

Pablo continúa, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa, a saber, la herencia. Aunque el esclavo recibiese de su amo terrenal mucho menos de lo que debería recibir, con todo sabe que recibirá de su amo celestial todo lo que ha sido destinado para él por la gracia de Dios.

Aunque la salvación es completamente “por gracia” y definitivamente no “por obras” (Ef. 2:8, 9; Tit. 3:5), no obstante, esta recompensa de vida eterna será dada “de acuerdo a las obras” (2 Co. 5:10; Ap. 20:12, 13; también Ecl. 12:14; 1 Co. 3:10–15; 4:5; Gá. 6:7). Además, la recompensa es “la herencia”, probablemente sugiriendo las siguientes ideas:

a. es una dádiva (una persona no gana una herencia).

b. es inalienable (1 R. 21:3; He. 9:15).

c. fue legada al que la recibe, y así es suya por derecho (cf. Is. 1:27); e implica la muerte del testador (He. 9:16).

Como regla, los esclavos no son herederos (Gn. 15:3; Ro. 8:15–17; Gá. 4:7). Pero los esclavos a los que Pablo se refiere aquí heredan, porque su amo es Cristo: (Es) el Señor Cristo (a quien) vosotros servís. Por tanto, ¡que siempre vivan “como bajo el ojo” de su Señor! Para la expresión “el Señor Cristo”, véase Ro. 16:18. Estas son las únicas dos veces que aparece en el Nuevo Testamento. El Señor ungido es el patrón del esclavo. ¡Qué privilegio y honor!

3er Titulo: Obediencia debida a la autoridad establecida por Dios. Versículo 33. Este será el servicio de las familias de los hijos de Merari para todo su ministerio en el tabernáculo de reunión, bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. (Léase: Tito 3:1. Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. ▬ Hebreos 13:17. ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?).

Verso 32-33. con respecto a todos sus instrumentos, es decir, todas las cosas que se usan para montar, sujetar o deshacer las vigas, pernos, etc.; ver Números 3:36 y Éxodo 27:19.

   Comentario de Tito 3: 1 y 2. Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que sean obedientes, preparados para toda obra buena, que no difamen a nadie, que no sean contenciosos, sino amables, mostrando toda mansedumbre hacia toda persona. Aunque los creyentes, por tener una mente dirigida hacia lo celestial, esperan con gozo el día de la gloriosa aparición de aquel que los compró con su propia sangre preciosa, no deben olvidar jamás su deber en la tierra. Tito debe recordarles esto (cf. 2 Ti. 2:14), a fin de que en todo tiempo ellos puedan ser buenos ciudadanos y buenos vecinos.

En cuanto a la relación del cristiano y el estado, véase también comentario sobre 1 Ti. 2:1–7; cf. Mt. 17:24–27; 22:15–22; Ro. 13:1–7; 1 P. 2:13–17. La expresión “Recuérdales que se sujeten”, probablemente implica que Pablo había hablado a los cretenses de este importante asunto cuando estuvo con Tito en la isla (cf. 2 Ts. 2:5). Además, por los escritos de Polibio y de Plutarco, parece que los cretenses estaban irritados y en efervescencia bajo el yugo romano. Por lo tanto, es posible que esta circunstancia tuviera algo que ver con la naturaleza de este recordatorio. Diversos comentaristas han señalado que mientras se ordenó a Timoteo en Éfeso que se preocupara de ver que los creyentes no dejaran de orar por los gobernantes, a Tito se le dice que haga recordar a los cretenses que se sometan a los gobernantes. Pero véase también Ro. 13:1–7. De todos modos, el mensaje cristiano será falto de efectividad a menos que, en obediencia al quinto mandamiento en su sentido más amplio, los creyentes “den a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”.

Entonces, a quienes no solamente gobiernan en realidad, sino que como tales han sido investidos de autoridad divina (Ro. 13:1)—por eso, “a gobernadores y autoridades”—es que los creyentes deben, no solamente en forma exterior y en general someterse, sino que deben obedecerles interiormente, cumpliendo con un corazón dispuesto todos los mandamientos en particular; por ejemplo, los que tienen que ver con pagos de impuestos, el observar una conducta ordenada, el mostrar honradez en los negocios, etc. (La excepción a que se refiere Hch. 5:29 es válida cuando quiera que las regulaciones humanas atropellan la ley de Dios).

   No solamente eso, pero cuando quiera que se presenta la necesidad—piénsese en epidemias, guerras, conflagraciones, etc.—los creyentes deben estar dispuestos a mostrar su buen espíritu, en completa cooperación con el gobierno que los protege. Nótese la misma conexión en Ro. 13:3. No solamente deben estar “enteramente equipados”, sino también “dispuestos” y deseosos para toda obra buena (cf. Tit. 3:1 y 2 Ti. 3:17).

La expresión “preparados para toda buena obra” forma un puente natural entre los deberes que los creyentes tienen hacia el gobierno y los que tienen hacia sus prójimos.

En los cinco requisitos que siguen, se observa claramente un clímax. Es lógico que los creyentes no deben difamar a nadie (véase comentario sobre 1 Ti. 6:4). Muchos creyentes ni siquiera necesitarán este recordatorio. El insultar y usar de un lenguaje abusivo ciertamente está fuera de lugar para cualquier persona, y ciertamente para los creyentes.

Una exigencia más estricta es la que requiere que el creyente no sea contencioso o rencilloso (cf. 1 Ti. 3:3). Pero de ellos se espera más que la ausencia de un vicio. Debe mostrarse una virtud positiva en todos los contactos con los de fuera de la iglesia: los cristianos deben ser amables (véase también 1 Ti. 3:3), esto es, dispuestos a ceder el provecho personal, deseosos de ayudar al necesitado, bondadosos para con el débil, considerados hacia los caídos, siempre llenos con el espíritu de dulce cordura. Ciertamente el clímax se alcanza con las palabras: “mostrando toda mansedumbre hacia toda persona” (cf. 2 Ti. 2:25). Nótese el juego de palabras206, reflejado también en RV60 y VM. Parece que no es difícil mostrar algo de mansedumbre con algunas personas. Tampoco lo es mostrar toda (esto es completa, total) mansedumbre a algunas personas, o algo de mansedumbre a toda persona. ¡Pero mostrar toda mansedumbre a toda persona, aun para todos los cretenses “mentirosos, bestias brutas, vientres ociosos”, era una tarea imposible sin la gracia especial de Dios!

Comentario de Hebreos 13: 17. Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a su autoridad. Ellos velan por vosotros como hombres que deben rendir cuentas. Obedecedles para que su tarea sea gozosa y no una carga, porque eso no sería provechoso para vosotros. En este versículo en particular, el escritor enfatiza tres cosas.

a. Se demanda obediencia. Aquellos líderes que habían hablado la Palabra de Dios en épocas pasadas ya no estaban presentes. Se les debe recordar por su conducta y fe, dice el escritor de Hebreos (13:7). Otros líderes en sucesión han ocupado sus lugares. El escritor no se interesa en la posición de estos líderes— no da ninguna indicación si se trate de ancianos, o supervisores, o predicadores o maestros. En vez de hacer esto, le pide al lector que los obedezca.

Prevalecía entre algunos de los lectores la falta de obediencia. Nótese, por ejemplo, la amonestación del escritor a no “dejarse llevar por todo tipo de doctrinas extrañas” (13:9). Los dirigentes necesitaban ayuda y aliento. Por lo tanto, es oportuna la petición de que se les obedezca y se acepte su autoridad. Por supuesto, los lectores podrían preguntarse si esta autoridad era autoimpuesta por los líderes o delegada a ellos por Cristo. Si un dirigente es un ministro dedicado de la Palabra de Dios, él demuestra de ese modo que Cristo le ha dado su autoridad. Y si Cristo le ha confiado la tarea de asumir el liderazgo, la gente no debe cuestionar su autoridad (Hch. 20:28; Ef. 4:11; 1 P. 5:1–3).

b. Cuidado proporcionado. Los dirigentes habían tomado seriamente la tarea que Dios les había dado. “Ellos velan por vosotros”. Esto significa que ellos realmente perdían el sueño por cuidar el bienestar espiritual de los creyentes. Tienen en claro las palabras que Dios le dijera al profeta Ezequiel: “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: de cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano” (3:17–18, RV 1960).

Los dirigentes permanecen con la congregación, están atentos al cuidado de los miembros, los nutren espiritualmente, alejan los ataques engañosos y administran la disciplina cuando es necesario. Juan Calvino escribe: “Cuanto más grande sea su carga, tanto mayor ha de ser el honor que merecen; ya que cuanto más trabajo hace alguien a nuestro favor, y cuantas más dificultades y peligros enfrenta por nosotros, tanto mayores son nuestras obligaciones para con él”.507 Estos dirigentes deben rendir cuentas a Dios, ya que él es su supervisor. Eso no quiere decir que los miembros no deban rendir cuentas. Ciertamente deben hacerlo. También a ellos se les pide que trabajen juntos en armonía de modo que la tarea de los dirigentes sea un gozo y no una carga.

c. Gozo experimentado. A lo largo de su epístola, el escritor ha expresado la responsabilidad compartida que tienen los creyentes. Por ejemplo, él exhorta a los lectores a alentarse unos a otros, “para que ninguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado” (3:13). De modo similar, ellos, como cuerpo, deben responder a sus dirigentes, porque entonces hay gozo en las relaciones interpersonales dentro de la iglesia. Ellos reciben las bendiciones de Dios obedeciendo a los dirigentes que Dios les ha dado. Si todos responden favorablemente, la obra de sus dirigentes se hace cada vez más gozosa.

Cuando los miembros se niegan a obedecer y no les tienen respeto a sus dirigentes, la obra de la iglesia se vuelve una carga. Los miembros deben darse cuenta de que ni ellos ni los dirigentes son dueños de la iglesia. La iglesia pertenece a Jesucristo, ante quien los lectores son responsables. Si ellos hacen que la vida y obra de los dirigentes sea difícil, ellos mismos serán los perdedores. Los dirigentes pueden dar testimonio ante el Señor de que han advertido a la persona descarriada que escogió no apartarse de su pecado. Esa persona morirá en su pecado, pero los dirigentes estarán libres de culpa (Ez. 3:19). En definitiva, entonces, es el Señor quien venga y juzga a su pueblo (Heb. 10:30; Dt. 32:35–36; Sal. 135:14). Con buen juicio pastoral y con prudencia, el escritor de Hebreos señala que un informe triste en vez de gozoso acerca de la conducta espiritual de los lectores no será de ventaja para ellos.

Amén, Para La Honra Y Gloria De Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Domingo 24 de diciembre de 2023

Domingo 17 de diciembre de 2023. “Dios Encomienda Sagrada Labor A Sus Colaboradores”

  Lección: Números Cap. 4. Vers. 21 al 28. Además, habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma también el número de los hijos de Gersón según las casas de sus padres, por sus familias. De edad de treinta años arriba hasta cincuenta años los contarás; todos los que entran en compañía para servir en el tabernáculo de reunión. Este será el oficio de las familias de Gersón, para ministrar y para llevar: Llevarán las cortinas del tabernáculo, el tabernáculo de reunión, su cubierta, la cubierta de pieles de tejones que está encima de él, la cortina de la puerta del tabernáculo de reunión, las cortinas del atrio, la cortina de la puerta del atrio, que está cerca del tabernáculo y cerca del altar alrededor, sus cuerdas, y todos los instrumentos de su servicio y todo lo que será hecho para ellos; así servirán. Según la orden de Aarón y de sus hijos será todo el ministerio de los hijos de Gersón en todos sus cargos, y en todo su servicio; y les encomendaréis en guarda todos sus cargos. Este es el servicio de las familias de los hijos de Gersón en el tabernáculo de reunión; y el cargo de ellos estará bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. 

Comentario general del contexto bíblico: Versículos 21-26

El servicio de los gershonitas se presenta en Números 4:21-23 de la misma manera que el de los coatitas en Números 4:1-3; y en Números 4:24-26 se describe de acuerdo con el breve aviso y explicación ya dado en (Números 3:24-26. y el jefe del linaje de los gershonitas, Eliasaf hijo de Lael. A cargo de los hijos de Gersón, en el tabernáculo de reunión, estarán el tabernáculo, la tienda y su cubierta, la cortina de la puerta del tabernáculo de reunión, las cortinas del atrio, y la cortina de la puerta del atrio, que está junto al tabernáculo y junto al altar alrededor; asimismo sus cuerdas para todo su servicio.).

Verso 27

Su servicio debía ser realizado “de acuerdo con la boca (es decir, de acuerdo con la designación) de Aarón y sus hijos, con respecto a todo lo que llevaban (todo lo que habían de llevar), y todo lo que hacían”. – “Y vosotros (los sacerdotes) les asignaréis para que atendieran (a cargo) todo su transporte”, es decir, todas las cosas que debían llevar. בּמשׁמרת פּקד, para dar en custodia. La combinación de פּקדבּ a בּ נתן, dar en la mano de una persona, en (Génesis 27:17. y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo.); y no hay ninguna razón satisfactoria para las enmiendas del texto que propone Knobel.

Verso 28

“Su cargo ((mishmereth)) está en manos de Itamar”, es decir, debe ser llevado a cabo bajo su supervisión (cf. Éxodo 38:21. Estas son las cuentas del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio, las que se hicieron por orden de Moisés por obra de los levitas bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón).

Pensamiento (como resumen) Una vez que el arca se cubrió de manera segura, los otros muebles se cubrieron de manera similar. Primero cubrieron la mesa de pan, luego el candelero y el altar de oro del incienso, y finalmente el altar de la ofrenda quemada. Los diferentes recipientes e implementos pertenecientes a cada mueble también fueron embalados. Cada uno de estos objetos sagrados estaba equipado para bastones, y los kathathitas llevaban los muebles sobre sus hombros.6 Era importante que los muebles estuvieran cubiertos para que algunos levitas inquisitivos no los miraran e incurrieran en el juicio de Dios (vv. 16–20). El hijo de Aarón, Eleazar, estaba a cargo de la obra de los coathitas (3:32), y también era su tarea llevar el aceite para el candelero, el incienso para el altar de oro, la harina para la ofrenda de la comida diaria y la santa Aceite de unción (4:16).

Los gershonitas y meraritas tenían carros para llevar sus cargas, pero los kathathas no tenían ninguna (7: 1–9). El mobiliario sagrado del tabernáculo debía ser llevado sobre los hombros de los siervos santificados de Dios. Cuando David trajo el arca a Jerusalén, no obedeció esta regla y condujo a la muerte de Uza (2 Sam. 6). Los coathitas eran portadores de cargas, pero sus cargas eran preciosas, muy importantes para la gente y designadas por el Señor. Ciertamente, consideraban un privilegio llevar los sagrados muebles del santuario sobre sus hombros a través del desierto.

Los meraritas (3: 33–37; 4: 29–33, 42–45) fueron 6,200, de los cuales 3,200 tenían la edad adecuada para servir (v. 44). Acamparon al norte del tabernáculo y tuvieron a Zuriel como su líder. Tenían una tarea especialmente difícil porque llevaban las tablas pesadas del tabernáculo, así como las barras, pilares y zócalos de plata en los que encajan los pilares. No es de extrañar que Moisés les dio cuatro carros y ocho bueyes para ayudarlos con su trabajo (7: 8. y a los hijos de Merari dio cuatro carros y ocho bueyes, conforme a su ministerio bajo la mano de Itamar hijo del sacerdote Aarón.). Ithamar, el hijo de Aarón, supervisó su ministerio.

Toda esta información sobre el ministerio de los levitas nos recuerda que nuestro Dios está preocupado por los detalles y quiere que su trabajo sea realizado por las personas que Él ha elegido y de la manera que Él ha designado. Nada en el campamento de Israel fue dejado al azar o al artificio humano. Cada levita y sacerdote conocían sus responsabilidades y se esperaba que “sirvieran a Dios de manera aceptable con reverencia y temor piadoso” (Hebreos 12:28. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia). Cuidar el tabernáculo era un trabajo serio, una cuestión de vida o muerte.

Los capítulos también nos recuerdan que no todos tienen las mismas cargas que soportar. Los gershonitas y los meraritas podían poner sus cargas en carros, pero los kathathas tenían que llevar sus cargas sobre sus hombros. Hay algunas cargas que podemos compartir (Gá. 6: 2. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.), pero hay otras cargas que solo podemos soportar (. v. 5. porque cada uno llevará su propia carga.).

Finalmente, debemos notar que nuestro Dios cree en la organización, pero la organización es un medio para un fin y no un fin en sí mismo. A uno de mis compañeros de trabajo en la Iglesia Moody le gustaba decir: “Recuerda, la iglesia es un organismo, no una organización”. Pero le recordaría que, si un organismo no está organizado, ¡morirá! Sí, la iglesia es un organismo espiritual vivo, pero también es una organización. Si un ejército no está organizado, no puede luchar contra el enemigo con éxito; Si una familia no está organizada, no experimentará más que caos y confusión.

Dios estaba preparando a su pueblo para atacar a las naciones enemigas y derrotarlos. Era importante que el campamento fuera ordenado y que se organizara el trabajo del tabernáculo. De lo contrario, la adoración no agradaría a Dios y la guerra llevaría a la derrota.

Vivimos en una época no muy diferente a la descrita en el libro de Jueces, cuando “cada hombre hizo lo que era correcto ante sus propios ojos” (Jueces 17: 6; 18: 1; 19: 1; 21:25). Pero la palabra de Dios para su pueblo es justamente lo contrario: “Mira que haces todas las cosas de acuerdo con el patrón que se te muestra en la montaña” (Heb. 8: 5. los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. RV1960; ver Ex. 25:40. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.).

Cuando la obra de Dios se hace a la manera de Dios, en obediencia a la verdad de Dios, nunca faltará la bendición de Dios. (comentado por Warren W. Wiersbe).

   Definición. El significado bíblico de sagrado se relaciona con todo aquello que ha sido bendecido, inspirado o designado por Dios para su adoración, lealtad y servicio, es decir que el término “sagrado” también se refiere también a aquellas personas, cosas u objetos que al ser provenientes del Señor son merecedores de respeto y devoción, quedando totalmente prohibida su daño o transgresión.

Para comprender el significado bíblico de sagrado es importante destacar que la Biblia también hace referencia de la palabra “profano” e “impuro” como una antítesis de todo lo sagrado, estableciendo una clara incompatibilidad entre los términos. Todos los elementos instituidos por Dios cómo sus leyes, objetos y espacios de adoración se consideran Sagrados y son intocables, puros virginales, no pueden ser objeto de manipulación o uso por intereses personales y egoístas, es decir que no se les puede faltar el respeto ya que esto es considerado un pecado y por así decirlo un crimen contra la voluntad de Dios, las Sagradas Escrituras definen esta acción bajo el término de “sacrilegio” y el peor de ellos es la profanación que consiste en la introducción de elementos impuros en los rituales y espacios de servicio al Señor.

1 Samuel 21:4 «El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres.»

1 Samuel 21:6 «Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados.»

1 Reyes 8:4 «Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y levitas.»

Números 18:29. «De todos vuestros dones ofreceréis toda ofrenda a Jehová; de todo lo mejor de ellos ofreceréis la porción que ha de ser consagrada.»

1ª de Corintios 3:8. «Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.»

Proverbios 14.23. «En toda labor hay fruto; Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.»

Nota de Sagrado: “Sagrado” indica algo “separado”, inviolable, digno de profundo respeto. En realidad, se trata de algo distinto, pero no necesariamente separado de lo “profano” o “secular”. En las religiones, lo sagrado indica todo lo que se refiere a Dios o a su misterio, pero no necesariamente separado de la creación, sino más bien “trascendente”.

Dios es siempre “santo”, más allá de todo lo creado, pero íntimamente presente, inmanente. Toda la creación habla de él. Su “nombre”, es decir, su realidad más profunda, es de santidad, como trascendiendo todo lo que él ha creado, pero que sigue conservando y amando. El “sacrilegio” consiste en profanar algo sagrado, es decir, algo que pertenece a Dios (cfr. CEC 2120). La “blasfemia” es la profanación del nombre de Dios.

La relación con Dios, que es un acto de la virtud de la religión, incluye este sentido de lo sagrado, como actitud de profundo respeto. En realidad, a Dios, trascendente e infinitamente santo, se le encuentra en la creación, en el corazón y, especialmente, en su Palabra revelada. El prepara un encuentro definitivo con el hombre en el más allá.

El sentido de lo sagrado se adquiere a partir del propio corazón (donde Dios está íntimamente presente), a partir de las cosas creadas (donde Dios está presente por su inmensidad), a partir de los hermanos (creados por el mismo Dios, Padre de todos). Lo “sagrado” da sentido a lo “profano” o “secular”, en armonía con los designios de Dios sobre su creación y sobre la historia. La distinción no es separación ni dicotomía, sino armonía salvífica.

   Texto: «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo». (Efesios Cap. 4. Vers. 11 y 12.).

Comentario del texto: 11. Y fue él quien dio a algunos (ser) apóstoles; y a algunos, profetas; y a algunos, evangelistas; y a algunos, pastores y maestros. El Cristo ascendido dio lo que había recibido: hombres que habían de rendir servicio a la iglesia en forma especial. Antes de describir cada uno de los grupos mencionados en este pasaje, corresponde hacer las siguientes observaciones generales:

  • 1. La intención de Pablo no es proporcionarnos una lista completa de oficiales según se ve al hacer una comparación con 1 Co. 12:28. En el último pasaje hay algo así como una enumeración similar pero no hay mención específica de evangelistas. La combinación “pastores y maestros” también se omite, pero se añaden otros funcionarios no incluidos en Ef. 4:11.

Aunque no existe justificación bíblica alguna para la tendencia a eliminar la idea de “oficio” y “autoridad”, ya que estos conceptos están claramente implicados en Mt. 16:18, 19; Jn. 20:23; Hch. 14:23; 20:28; 2 Co. 5:3, 4; 10:8; 1 Ti. 1:18; 3:1, 5; 4:14; 5:17; 2 Ti. 4:1, 2; Tit. 1:5–9; 3:10, no obstante, “el énfasis en este pasaje (Ef. 4:11) no se halla en los apóstoles, profetas, etc., como oficiales, sino como dones de Cristo a su iglesia”.

  • 2. La razón por qué en 4:11ss el apóstol, cuyo corazón se conmueve por los perdidos (1 Co. 9:22) no enfatiza aquí el crecimiento numérico de la iglesia sino más bien su crecimiento en amor y otras cualidades espirituales, puede haber sido que lo último es requisito indispensable de lo primero.
  • 3. Para que la iglesia pueda ser fuerte debe tener no solamente buenos líderes (v. 11) sino además buenos y activos seguidores (v. 12). La plena salvación no se puede obtener hasta que todos los hijos de Dios la obtengan juntos, hecho que Pablo expresa hermosamente en 2 Ti. 4:8, y que aquí en Efesios lo pone en relieve por medio del uso constante de la palabra todos (1:15; 3:18, 19; 6:18).
  • 4. Puesto que aquí en 4:11 todos aquellos que sirven a la iglesia en forma especial—no solamente “apóstoles, profetas, y evangelistas”, mas también “pastores y maestros”—son designados como dones de Cristo para la iglesia, ellos deben ser objetos del amor de toda la iglesia. Si, al estar ellos representando verdaderamente a Cristo, son rechazados, entonces el rechazado es Cristo mismo.
  • 5. Y, por otro lado, hay aquí implicada una amonestación para los líderes mismos, a saber, que los dones no les fueron dados a ellos para su bien personal sino en beneficio del cuerpo de Cristo, la iglesia.

A continuación, se da una breve descripción de los “dones” aquí enumerados:

▬ a. Apóstoles, en sentido estricto de la palabra, son los Doce y Pablo. Ellos son los testigos titulares de la resurrección de Cristo, revestidos de autoridad eclesiástica universal y vitalicia sobre vida y doctrina, pero introducidos aquí, como ya se ha indicado, con el fin de enfatizar el servicio que rinden. Una amplia presentación de las características del apostolado plenario se ofrece en N.T., 1 y 2 Timoteo y Tito.

▬ b. Profetas, nuevamente en el sentido estricto de la palabra (puesto que en el sentido amplio cada creyente es un profeta), son los órganos ocasionales de la inspiración, por ejemplo, Agabo (Hch. 11:28; 21:10, 11). Juntamente con los apóstoles se describen como “el fundamento de la iglesia”. Véase también sobre 2:20 y 3:5; y véase Hch. 13:1; 15:32; y 21:9.

c. Evangelistas, tales como Felipe (así designado en Hch. 21:8; su actividad se describe en Hch. 8:26–40) y Timoteo (2 Ti. 4:5), son misioneros itinerantes, de rango menor que los apóstoles y profetas. A Felipe se le menciona primero como uno de los siete hombres elegidos “para servir a las mesas” (Hch. 6:2). Timoteo era uno de los ayudantes y representantes

de Pablo. Para mayores detalles acerca de él y la naturaleza de su obra véase N.T. sobre 1 y 2 Timoteo y Tito. Sabemos que Timoteo fue ordenado para su ministerio (1 Ti. 4:14), como también Felipe (Hch. 6:6). ¿Para qué clase de ministerio fueron estos hombres ordenados? En el caso de Felipe es evidente que fue ordenado como “diácono” aunque el término diácono no se usa en Hechos 6. ¿Hemos entonces de suponer que cuando fue usado por el Señor para la conversión del eunuco etíope estaba obrando, por decirlo así, “por cuenta propia”, o sirviendo en un oficio diferente? Igualmente, ¿hemos de dar por sentado que Timoteo sirvió en dos ministerios diferentes: a. como vicario apostólico, y b. cómo evangelista? ¿No es acaso más armonizable con la información bíblica que deduzcamos de Hechos 6 que los únicos hombres aptos para ser elegidos diáconos debían ser aquellos “llenos del Espíritu de sabiduría”, “llenos de fe”, y que, de consiguiente, Felipe fue diácono evangelista? ¿Hacemos plena justicia al oficio de diácono si pasamos por alto este punto de vista? ¿Y no está acaso la situación de Timoteo indicando también la flexibilidad de su oficio? Si Timoteo, como evangelista o misionero itinerante, puede servir mejor a los intereses de la iglesia siendo representante de Pablo, ¿por qué no ha de funcionar como tal? En igual forma hoy día, en lugar de estar multiplicando ministerios, ¿no sería mejor poner en práctica toda la implicación de este oficio e imitar la flexibilidad de la iglesia primitiva, considerando además que los carismas especiales de la iglesia primitiva no son nuestros en el presente? La iglesia de hoy no es capaz de producir un apóstol como Pablo, ni un profeta como Agabo. No necesita de un Timoteo para servir como delegado apostólico, ni un Felipe, a quien le hablara un ángel del Señor y que fuese “arrebatado” por el Espíritu. Sin embargo, al igual que la iglesia primitiva, la de hoy tiene ministros, ancianos, y diáconos. También tiene el Espíritu Santo como en aquel entonces. Y ahora tiene la Biblia en forma completa. Ojalá que todos los oficios sean usados al máximo según lo demanden las circunstancias, y en un espíritu de verdadero servicio.

▬ d. Pastores y maestros. Es mejor considerarlos un grupo. Hodge observa, “No existe evidencia en las Escrituras de haber un grupo de hombres autorizados para enseñar, pero no autorizados para exhortar. El caso es poco menos que imposible” Estoy totalmente de acuerdo con esto. Lo que aquí tenemos, por tanto, es una designación de ministros de congregaciones locales, “ancianos docentes (o supervisores)”. Por medio de la exposición de la Palabra ellos pastorean sus rebaños. Cf. Hch. 20:17, 28; también Jn. 21:15–17. Tal cosa no se puede hacer debidamente sin amor al Señor.

   [12]. Se declara ahora el propósito de los dones de Cristo: a fin de equipar enteramente a los santos para la obra de ministerio, con miras a la edificación del cuerpo de Cristo. V. M. divide este versículo en tres frases separadas como sigue: “para perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Siguiendo esta línea se hallan las versiones A.V., A.R.V., y R.S.V. En primer lugar, se debe señalar que el original no habla de “la obra del ministerio” sino de “la obra de ministerio”, vale decir, de realizar servicios específicos de varias clases. Pero aun con este cambio sería siempre una traducción pobre, puesto que podría dejar fácilmente la impresión de que los santos pueden ser “perfeccionados” sin servirse los unos a los otros y a la iglesia. No debe haber coma entre la primera y la segunda frase. Una solución mejor, según mi parecer, es la que favorecen Salmond y Lenski. Ellos eliminan las dos comas. La idea resultante es que Cristo dio a algunos hombres como apóstoles, otros, como profetas, etc., con el propósito de “perfeccionar” (cf. 1 Ts. 3:10; Heb. 13:21; 1 P. 5:10) o proveer el equipo necesario para todos los santos para la obra de ministrar los unos a los otros a fin de edificar el cuerpo de Cristo. Cedo a la posibilidad de que esta construcción sea la correcta. El significado entonces no diferiría muy substancialmente de la tercera traducción principal, a la cual yo, junto con varios otros, todavía daría preferencia. De acuerdo a este punto de vista, la oración no lleva dos comas (V. M., etc.) tampoco es sin coma (Salmond y Lenski) sino que lleva una coma, y ésta va después de la palabra “ministerio”. Esto deja ver que el propósito inmediato de los dones de Cristo es el ministerio realizado por todo el rebaño; su propósito fundamental es la edificación del cuerpo de Cristo, vale decir, la iglesia (véase sobre 1:22, 23).

La lección importante aquí enseñada es que no solamente los apóstoles, profetas, evangelistas, y aquellos llamados “pastores y maestros”, sino que la iglesia entera debe estar ocupada en la labor espiritual. Aquí se está poniendo en relieve “el sacerdocio universal de los creyentes”. “¡Ojalá que todo el pueblo de Jehová fuese profeta!” (Nm. 11:29). La asistencia a la iglesia debería significar más que “ir a escuchar al Rev. X”. A menos que, en relación con el culto, haya una adecuada preparación, un deseo de comunión cristiana, una participación de todo corazón, y un espíritu de adoración, existe el peligro que se transforme en un sacrilegio dominical. Y también, durante la semana cada miembro debe equiparse a sí mismo para realizar un “ministerio” definido, sea impartiendo aliento a los enfermos, enseñando, evangelizando al vecindario, distribuyendo tratados, o cualquier obra para la cual esté especialmente equipado. El significado de 4:11, 12 es, además, que la tarea de los oficiales de la iglesia es equipar a la iglesia para estas tareas. Es, sin embargo, importante añadir a todo esto que “la efectividad del testimonio positivo y consciente del cristiano depende en gran parte de la vida del creyente en aquellos momentos no dedicados a tal testimonio”

1er Titulo: Necesaria madurez para realizar trabajos sagrados. Vers. 21 al 23. Además, habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma también el número de los hijos de Gersón según las casas de sus padres, por sus familias. De edad de treinta años arriba hasta cincuenta años los contarás; todos los que entran en compañía para servir en el tabernáculo de reunión. (Léase: 1ª a Timoteo 3:6 y 7. no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.).

    1ª a Timoteo 3:6 y 7. no un recién convertido, para que no sea cegado por el orgullo y caiga en la condenación del diablo. 7. También debe tener un testimonio favorable de los de afuera, para que no caiga en descrédito y lazo del diablo.

no un recién convertido

Sin embargo, un miembro de la congregación podría poseer todas las características mencionadas anteriormente, y todavía no estar calificado para servir como obispo. Podría ser un novato, uno que se ha convertido recientemente, sea viejo o joven. Carece de la madurez y el prestigio que se necesita para ser obispo. Es un novicio. Literalmente el apóstol dice: “no un neófito” (acusativo de νεόφυτος, recién plantado; de donde, planta nueva: Job 14:9; Sal. 128:3; 144:12; Is. 5:7). La iglesia es el campo de Dios (1 Co. 3:9). Los creyentes son sus plantas (1 Co. 3:6). Por medio de un pequeño cambio en la metáfora Pablo también dice que han llegado a ser “una-planta-con-Cristo” (Ro. 6:5). Cf. C.N.T. sobre Jn. 15:1–8.

La elección de un neófito podría tener resultados desastrosos para él mismo y, por lo tanto, para la iglesia. Así que no debe ser elegido un novicio “para que no sea cegado por el orgullo”. El verbo significa literalmente “envuelto en humo”, el humo de la arrogancia en este caso. Véase 1 Ti. 6:4; 2 Ti. 3:4. El resultado sería “caiga en la condenación del diablo (condenación = κρίμα)”. Esto indudablemente significa “la condenación pronunciada contra el diablo”. Cf. 2 Ti. 2:26. Leemos acerca de esta sentencia de condenación en 2 P. 2:4 El orgullo siempre conduce a la caída. A fin de evitarla, la iglesia no debe elegir a un principiante como obispo.

En armonía con esta norma, en su primer viaje misionero, Pablo no designó ancianos en toda iglesia sino hasta cuando las visitó por segunda vez (Hch. 14:23). También nótese que Timoteo mismo no fue ordenado inmediatamente después de su conversión. Habiendo sido conducido a Cristo en el primer viaje misionero de Pablo, no fue ordenado hasta después (en el segundo viaje misionero, por lo menos).

La regla: “En cuanto sea posible no se elegirán neófitos para el obispado de la iglesia” se tuvo en cuenta también en el caso de

José, llamado Barsabás, y Matías

“Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo … uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección” (Hch. 1:21, 22). De hecho, Pablo mismo, después de su conversión el año 33/34 d.C., pasó tres años en Arabia antes de hacer obra efectiva en Tarso y Antioquía, y no fue comisionado para ir en su primer viaje misionero hasta pasados ¡diez años de su conversión!

Habiendo terminado la lista de requisitos que tienen que ver con la estimación en que el hermano es tenido por los demás miembros de la iglesia, el apóstol procede ahora a señalar la opinión de los de afuera (los que no pertenecen a la iglesia) con respecto a él: Irreprensible en la estimación de los de afuera

   También debe tener un testimonio favorable de los de afuera. Aun delante de ellos el candidato a obispo, y también el obispo que ya está en el cargo, debe tener una buena reputación. La necesidad de sumar esta cualidad viene del hecho de que con frecuencia “los de afuera” conocen mejor al hombre en cuestión que los miembros de la iglesia. Por ejemplo, frecuentemente ocurre que la mayoría o todos los relacionados con él en sus ocupaciones diarias son inconversos. El juicio de ellos es de alguna importancia. Además, la iglesia trata de ejercer una influencia poderosa para bien sobre el mundo, llevando a los pecadores a Cristo. La mala reputación de un obispo ante el mundo no es de ayuda en el logro de este propósito.

Ahora bien, es un hecho que la frecuentemente adversa opinión del mundo en cuanto al cristiano es motivada por el odio que le tienen a Cristo (Ro. 15:3; Heb. 13:12, 13). Pero, lo que Pablo está pensando no es en esta liviana estimación. Lo que quiere decir es que con el fin de ser un efectivo obispo el hermano debe ser conocido aun por la gente del mundo con quienes está (o ha estado) en contacto, como un hombre de carácter, un hombre contra el cual no es posible levantar ningún cargo justo de infamia moral. Debe ser posible decir con referencia a él: “Se conduce correctamente con los de afuera” (N.T. sobre 1 Ts. 4:12. Cf. Col. 4:5).

Una persona que no tiene este testimonio favorable y que a pesar de ello es elegido obispo en la iglesia, podría fácilmente “caer en descrédito”. Pero aquí, por esta vez, “el reproche del mundo” no es crédito para el miembro de la iglesia. Ahora no es un honor, como lo es en otros pasajes donde la misma palabra “descrédito” (reproche) aparece (Ro. 15:3; Heb. 10:33; 11:26; 13:13—“vituperio”, RV60).

Podemos imaginarnos que, la mañana siguiente a la elección de esta persona inmerecida para el oficio, los hombres que trabajan con él lo saludarían con la burlesca exclamación: “¿Qué hemos sabido? ¿Te han hecho realmente anciano a ti?” Y el diablo se reirá de gozo.

   Además, tal persona puede fácilmente ponerse muy osada, pensando: “Si con esta conducta puedo subsistir y todavía ser elegido anciano, puedo hacer todo lo que quiera”. De este modo caerá en lazo del diablo, esto es, en la trampa del diablo, por lo tanto, en su poder. Véase especialmente 2 Ti. 2:26; luego 1 Ti. 6:9; finalmente, Lc. 21:35; Ro. 11:9; y para un sinónimo, véase C.N.T. sobre Jn. 6:61. Tener una buena reputación con los de afuera de la iglesia, bajo las condiciones más favorables, debe ser considerado una bendición.

Madurez: La madurez espiritual se logra a través de parecernos cada vez más a Jesucristo. Después de la salvación, cada cristiano comienza el proceso de crecimiento espiritual, con la intención de ser más maduro espiritualmente. Según el apóstol Pablo, es un proceso continuo que nunca terminará en esta vida. En Filipenses 3:12-14, hablando de pleno conocimiento de Cristo, Pablo les dice a sus lectores: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Al igual que Pablo, hemos de proseguir continuamente hacia un conocimiento más profundo de Dios en Cristo.

La madurez cristiana requiere un reordenamiento radical de nuestras prioridades, cambiando de complacernos a nosotros mismos para agradar a Dios y aprender a obedecerle. La clave de la madurez es la coherencia y la perseverancia en hacer aquellas cosas que sabemos que nos acercan a Dios. Estas prácticas son conocidas como las disciplinas espirituales e incluyen cosas tales como lectura y el estudio de la biblia, la oración, la comunión con los hermanos, el servicio y la administración. Aún sin importar cuán duro pudiéramos trabajar en eso, nada sería posible sin la activación del Espíritu Santo dentro de nosotros. Gálatas 5:16 nos dice que debemos “caminar en el Espíritu”. La palabra griega usada aquí para “caminar” significa en realidad “caminar con un propósito a la vista”. Más adelante en el mismo capítulo, Pablo nos dice una vez más que debemos “caminar por el Espíritu”. Aquí, la palabra traducida “caminar” tiene la idea de tomar las cosas “paso a paso, un paso a la vez”. Es aprender a caminar bajo la instrucción de otro, del Espíritu Santo. Ser lleno del Espíritu significa que caminamos bajo el control del Espíritu. En la medida que nos sujetemos más y más al control del Espíritu, también veremos un aumento en el fruto del Espíritu en nuestras vidas (Gálatas 5:22-23). Esto es característico de la madurez espiritual.

Cuando llegamos a ser cristianos, recibimos todo lo que necesitamos para la madurez espiritual. Pedro nos dice que “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder [de Dios], mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 Pedro 1:3). Sólo Dios es nuestro recurso y todo el crecimiento viene por gracia a través de él, pero somos responsables de escoger obedecer. Pedro nuevamente nos ayuda en esta área: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:5-8). La esencia de la madurez espiritual es el ser eficaces y fructíferos en el conocimiento del señor Jesús.

1ª de Corintios 14:20. «Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.»

Hebreos 6:1-6. «Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite. Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.»

Gálatas 5:22-23. «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley»

2° Titulo: Especificas órdenes de Dios que se deben cumplir. Vers. 24 al 26. Este será el oficio de las familias de Gersón, para ministrar y para llevar: Llevarán las cortinas del tabernáculo, el tabernáculo de reunión, su cubierta, la cubierta de pieles de tejones que está encima de él, la cortina de la puerta del tabernáculo de reunión, las cortinas del atrio, la cortina de la puerta del atrio, que está cerca del tabernáculo y cerca del altar alrededor, sus cuerdas, y todos los instrumentos de su servicio y todo lo que será hecho para ellos; así servirán. (Léase: Jeremías 1:7. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.).

   Jeremías 1: Los vv. 7 y 8 son distintos a todos los demás relatos de un llamamiento. Dios dice que ni la edad ni la falta de experiencia es importante. Estos no eran lo más importante para Jehovah, sino la capacidad de la persona para seguirle y para cumplir su voluntad. Es un asunto como el físico: cada acción tendrá una reacción correspondiente. Dios envía; el profeta va. Dios manda y el profeta cumple.

La vida de un profeta no era suya, dependía de Dios y su palabra. Sin duda alguna Jeremías había leído las palabras que se encuentran en Deuteronomio 18:18, y sabía de esta relación especial entre Dios y su siervo, Moisés. Además, sabía de la promesa que Jehovah había hecho a Moisés en aquel momento: “Les levantaré un profeta como tú, de entre sus hermanos. Yo pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mande” (Deut. 18:18). Durante su largo ministerio de unos 50 años Jeremías sabía que estaba hablando la palabra de Dios. Nunca tuvo que inventar el mensaje porque Dios le dio el mensaje que tenía que dar (comp. 37:16, 17; 38:14–18). Él mismo declara: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí. Tus palabras fueron para mí el gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado por tu nombre, oh, Jehovah Dios de los Ejércitos” (15:16).

El argumento de Jeremías de que era joven y no sabía hablar tenía una respuesta inmediata. No debía decir que era demasiado joven ni tener miedo porque Jehovah iba a darle las palabras y estar con él para que no tuviera miedo al dar el mensaje de Jehovah al pueblo. Él estaría presente para librarse del miedo. Más de una vez Jehovah le “libró” de una situación peligrosa, tal como “libró” al pueblo de la esclavitud (comp. Éxo. 3:8; 5:23; 12:27; 18:4–10). Dios le daba la autoridad, y fuerza física y espiritual para ser su profeta y cumplir la misión encomendada.

Jehovah sabía que Jeremías estaría más convencido y más estimulado para su misión con un acto simbólico, y así tocó su boca y le aseguró con esta acción que había puesto sus palabras en su boca.

Esto era semejante también a la experiencia de Isaías (comp. Isa. 6:6–8). El caso de Ezequiel era distinto: él comió las palabras y estas llegaron a ser parte de su propio ser. La palabra de Dios estaba dentro de él (comp. Eze. 2:8–3:3). Con la acción de tocar la boca de Jeremías, Jehovah afirmó que le había puesto sobre naciones y sobre reinos para llevarles el mensaje de juicio y castigo, pero también de esperanza y restauración.

Este título de ser profeta a las naciones llegó a ser una realidad durante el ministerio de Jeremías. Jeremías vivía en Anatot, el pueblo donde los descendientes de Abiatar habían sido desplazados por Salomón (comp. 1 Rey. 1:26, 27, 35) pero seguramente esta familia sacerdotal sabía de la apostasía reinante en Judá y probablemente había conocido la destrucción de Samaria, la capital de Israel, el Reino del Norte, por los asirios. Sin duda, hablaban de los eventos internacionales y sus efectos en su pueblo. Así el joven Jeremías habría tenido conocimientos de las actividades internacionales y los esfuerzos de Asiria, Babilonia y Egipto para expandir sus fronteras. Jeremías sabía que Judá sería amenazada por alguno de ellos en un momento específico y que su responsabilidad iba a ser de llevar las palabras de Jehovah a su nación.

En los últimos capítulos del libro (45–51) hay la larga sección de los “oráculos contra las naciones”, en la cual el profeta presenta los extensos mensajes de castigo, pero también de bendición, a varias de las naciones que habían tenido un impacto sobre la vida de Israel y Judá. Estos no son los únicos oráculos que se encuentran en el libro porque Jeremías fue llamado a servir en un tiempo de convulsión internacional y Jehovah le llamaba para dar su mensaje frecuentemente. De esta forma, desde el principio Dios le permitía ver la ruina que viene de las naciones “del norte”. Más tarde, el profeta dará las palabras de Jehovah de los Ejércitos: “He aquí que el mal irá de nación en nación y un gran huracán se desatará desde los extremos de la tierra” (25:32).

Los seis verbos del v. 10 indican la naturaleza doble de la obra de Jehovah y su profeta: arrancar, desmenuzar, arruinar, destruir, edificar y plantar. Definen la manera por la cual Dios iba a obrar con las naciones. Los primeros cuatro son negativos. Afirman que ninguna tradición histórica, ningún plan político, ninguna estrategia defensiva, puede asegurar la supervivencia de una nación que se encuentra bajo el juicio de Dios. Y afirman que ninguno de ellos podría evitar el plan de Jehovah para bendecir y restaurar a un pueblo.

La palabra “cumplir” tiene un significado muy profundo en la Biblia. En su etimología, proviene del latín “complere”, que significa “llenar por completo”. Esto nos da una pista de la importancia que tiene esta palabra en el contexto bíblico, ya que implica llevar algo hasta su plenitud o totalidad.

En la Biblia, el término “cumplir” se utiliza en diferentes contextos y con distintos significados. En primer lugar, se refiere a la realización de una promesa o un propósito divino. Por ejemplo, en Mateo 5:17, Jesús dice: “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir”. Aquí, Jesús está afirmando que él es el cumplimiento de las profecías y la ley del Antiguo Testamento.

Además, la palabra “cumplir” también se utiliza para describir la obediencia a los mandamientos de Dios. En Juan 14:15, Jesús dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Aquí, “guardar” implica cumplir y obedecer los mandamientos de Jesús, lo cual es una muestra de amor hacia él.

Otro aspecto importante del significado bíblico de “cumplir” es la idea de llevar a cabo una misión o un propósito específico. Por ejemplo, en Lucas 4:18-19, Jesús cita el pasaje de Isaías 61:1-2 y dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor”. Aquí, Jesús está indicando que ha sido enviado por Dios para cumplir una misión específica de proclamar el evangelio y llevar sanidad y liberación a las personas.

En resumen, el significado bíblico de la palabra “cumplir” implica llevar algo hasta su plenitud o totalidad. Se refiere a la realización de promesas y propósitos divinos, la obediencia a los mandamientos de Dios y la ejecución de una misión específica. Es una palabra que nos recuerda la importancia de vivir en conformidad con la voluntad de Dios y de llevar a cabo aquello para lo cual hemos sido llamados.

Levítico 22:21 Asimismo, cuando alguno ofreciere sacrificio en ofrenda de paz a Jehová para cumplir un voto, o como ofrenda voluntaria, sea de vacas o de ovejas, para que sea aceptado será sin defecto.

Deuteronomio 27:10 Oirás, pues, la voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos, que yo te ordeno hoy.

1 Samuel 1:20 Aconteció que, al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.

1 Reyes 5:9 Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar, y la enviaré en balsas por mar hasta el lugar que tú me señales, y allí se desatará, y tú la tomarás; y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia.

1 Reyes 6:12 Con relación a esta casa que tú edificas, si anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre;

2 Crónicas 30:12 En Judá también estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón para cumplir el mensaje del rey y de los príncipes, conforme a la palabra de Jehová.

3er Titulo: imprescindible sujeción a los superiores para cumplir bien la labor. Vers. 27 y 28. Según la orden de Aarón y de sus hijos será todo el ministerio de los hijos de Gersón en todos sus cargos, y en todo su servicio; y les encomendaréis en guarda todos sus cargos. Este es el servicio de las familias de los hijos de Gersón en el tabernáculo de reunión; y el cargo de ellos estará bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón. (Léase: Romanos 13:1. Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. ▬ 1ª de Pedro 5:5. Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.).

   Romanos 13: 1. Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. En términos literales Pablo dice: “Sométase toda alma …”, pero la palabra “alma”, tal como aquí se la usa, significa persona, ser humano. El apóstol, al escribir bajo la inspiración divina, desea que todos se sometan voluntariamente a las autoridades de gobierno que en aquel entonces había. Por obra de la providencia divina el gobierno romano de la época de Pablo era de tal naturaleza que era posible, dentro de su marco, cumplir con la voluntad de Dios y consagrarse totalmente a él. Tal cual Pablo lo dice:

   Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen han sido establecidas por Dios. Los magistrados civiles a los que Pablo hace referencia, desde el emperador hasta los gobernantes de menor rango, debían al fin y al cabo su nombramiento y derecho de gobernar a Dios. Era por su providencia y su voluntad que ellos habían sido nombrados para mantener el orden, promover la buena conducta y castigar la maldad.

Pensamiento 2: La orden básica de Pablo es “someterse” o “estar sujeto” a las autoridades. Este verbo (hypotassō) está detrás de los pasajes esposo-esposa, así como de los pasajes del gobierno ciudadano, y significa colocarse voluntariamente debajo de aquellos a quienes Dios les ha dado autoridad. Pablo les está pidiendo a los romanos que acepten a las autoridades seculares que están sobre ellos y que estén dispuestos a tomar su lugar apropiado en los estratos sociales de su día.

Hay tres advertencias críticas al argumento de Pablo: (1) La sumisión no indica inferioridad sino una subordinación voluntaria; en Efesios 5:21 se les dice a los creyentes que “sométanse unos a otros”. (2) En Hechos 5:29 Pedro le dice al Sanedrín: “¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!” (cf. 4:19). El poder del gobierno sobre los santos no es absoluto. Siempre que las reglas de la sociedad contradicen la voluntad de Dios, los creyentes están obligados a perseguir la desobediencia civil. (3) La sumisión no depende de cuán “bueno” sea el gobierno, y el cristiano no obtiene un pase para someterse si el gobierno es malo. Aquí Pablo está ordenando la sumisión a un gobierno supremamente malvado en un momento en que uno de los emperadores más malvados de la historia, Nerón, estaba llegando al poder. Dios elimina a un gobierno malvado, no a nosotros, pero podemos oponernos a sus malas decisiones y advertirle del juicio divino por venir.

Los dos términos para gobierno aquí son “autoridades” (vv. 1–2) y “gobernantes” (v. 3). Algunos piensan que esto es equivalente a los “principados y potestades” de Pablo en 1 Corintios 15:24; Efesios 3:10; 6:12; Colosenses 1:16; 2:10, 15, donde describe los poderes demoníacos. Esta era la opinión de Martín Lutero. Si es así, Pablo estaría representando tanto al gobierno como a los poderes cósmicos que subyacen en el mundo secular. Sin embargo, pocos toman ese enfoque por varias razones:

(1) cuando “autoridades” se refiere a fuerzas celestiales, siempre se combina con “gobernantes”. (2) Nunca se pagan impuestos a las fuerzas demoníacas. (3) Nadie requiere jamás sumisión a poderes demoníacos. En resumen, estos son funcionarios del gobierno romano y no fuerzas cósmicas. No hay indicios de posesión demoníaca de las autoridades humanas aquí.

La razón por la cual los creyentes deben presentar es que “no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él”. La autoridad de Dios no se limita a la esfera religiosa. Este es su mundo creado, y él está a final de cuentas de él. Los funcionarios no poseen autoridad heredada o debido a conexiones políticas, sino enteramente porque Dios se las ha dado.

Además, las “que existen” tienen que incluir tanto a los malos gobernantes como a los buenos. Esta es la enseñanza combinada del Antiguo Testamento (Pr 8:15–16; Is 45:1; Da 2:21, 37; 4:17; 5:21); en el judaísmo (Sabiduría de Salomón 6:3; Sirac 10:4; 17:17; 1 Enoc 46:5); y en el Nuevo Testamento (1 Pedro 2:13–14). Incluso la “bestia” o anticristo, en Apocalipsis 13:5, 7, “recibió” su autoridad de Dios. Los gobernantes indignos serán juzgados, pero en el tiempo de Dios, no en el nuestro. Los santos se someten a su autoridad dada por Dios y dejan que él se encargue del resto.

Dado que los gobernantes han sido “establecidos por Dios”, tienen su autoridad. Pablo dice esto dos veces para enfatizar. Son “nombrados” por él y gobiernan en su lugar, y le dan cuentas. Esto no significa que el pueblo de Dios permanezca de brazos cruzados y no diga nada frente a los gobiernos malvados. El punto es que el mal en el gobierno exige una advertencia profética en lugar de una revuelta activa. Nuestra tarea es llamar a las autoridades a la rendición de cuentas y advertirles del juicio si se niegan a seguir a Dios y gobernar con rectitud. Esto es lo que hicieron los profetas con los gobernantes malvados de Israel y Judá. Su reacción no fue una rebelión armada sino la condenación ante Dios y la búsqueda de reformas.

    1ª de Pedro 5:5. Asimismo ustedes, jóvenes, sométanse a los que son mayores de edad. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.”

Observemos estos puntos:

▬ a. Someter. Pedro se vuelve a los jóvenes y usa la expresión, asimismo. En la epístola de Pedro esta frase puede no significar más que el escritor está haciendo una transición en su consideración (véase 3:1 con su explicación). La frase, pues, es más o menos el equivalente del adverbio conectivo también.

   Por consiguiente, Pedro primero instruye a los ancianos a demostrar su disposición a servir y a ser modelos para los creyentes. Luego, les dice a los jóvenes que se sometan a los que son mayores que ellos. ¿Está Pedro considerando aquí primeramente el oficio de anciano y luego un oficio ocupado específicamente por jóvenes? Si bien la Escritura introduce el oficio de anciano (1 Ti. 3:1–7; Tit. 1:5–9), no menciona ningún oficio específico para los jóvenes. Es cierto que en la iglesia antigua los jóvenes cumplían ciertas tareas en los oficios de sepelio (Hch. 5:6, 10); y que Pablo instruye a Timoteo para que “trate a los jóvenes como hermanos” (1 Ti. 5:1), y a Tito para que los anime a ser sobrios (Tit. 2:6). Pero el Nuevo Testamento no aporta ninguna evidencia de que estos jóvenes sirviesen en algún cargo oficial.

Por consiguiente, si tenemos en cuenta esta falta de evidencia, no podemos comprobar que Pedro esté pensando en estos jóvenes como diáconos.

Cuando consideramos este versículo vemos claras líneas de subordinación. El trasfondo cultural es evidente. El escritor judío del primer siglo, Filón, observa que la secta denominada Esenios separaba a los hombres mayores de los jóvenes. El sábado, en sus sinagogas, “distribuidos en filas según sus edades, los jóvenes estaban por debajo de los mayores, y se sentaban decorosamente como cuadraba con la ocasión…

¿Se refiere el vocablo griego que traducimos “ancianos” (“mayores de edad” v. 5) a la función (véase v. 1) o a la edad? Dado que Pedro no menciona ningún oficio específico para los jóvenes en el versículo 5, colegimos que está pensando en edad y función. Una interpretación no elimina la otra. Una palabra puede tener dos significados cuando un escritor da indicaciones a tal efecto. Por ejemplo, Pablo confirma un cambio como este en el significado para la palabra presbyteros en 1 Timoteo 5:1 (“hombre mayor”) y en 1 Timoteo 5:17 (“anciano”).

Pedro enseña que en la iglesia los ancianos están llamados a ocupar posiciones de liderazgo; exhorta luego a los hombres más jóvenes a someterse a ellos. Insta también a estos jóvenes a mostrar respeto y deferencia por los que son de edad más avanzada. La implicación es que ellos aprenden así obediencia y humildad de sus mayores, y que al mismo tiempo se capacitan para tomar posiciones de liderazgo en la iglesia y en la comunidad.

b. Humildad. Tanto para la generación mayor como para la más joven, la humildad debe ser el sello de la vida cristiana. Pedro escribe: “Revístanse todos de humildad en su trato mutuo”. ¿Es la palabra todos restrictiva o inclusiva? En el sentido restrictivo se aplica a los jóvenes, de modo que los versículos 5a y 5b conforman una unidad. Pero esta combinación deja el resto de la oración gramáticamente desconectada de la que la precede. La mayoría de los traductores, por consiguiente, han optado por el significado inclusivo de todos. Han combinado el versículo 5b y el 5c, de modo tal que 5a forma una oración separada.

“Revístanse todos de humildad en su trato mutuo”. El griego da una descripción interesante de esta acción de revestirse de humildad. La palabra vestir o revestir significa atarse una prenda de ropa. Por ejemplo, los esclavos acostumbraban a anudar un pañuelo o un delantal blanco sobre su ropa para distinguirse de los hombres libres. La sugerencia es que los cristianos deben atar a su conducta la humildad de modo que se los pueda reconocer. Pedro exhorta a los lectores a atar la humildad a sus personas una vez y para siempre. En otras palabras, permanece con ellos por el resto de sus vidas.

¿Qué es la humildad? Jesús invita a sus seguidores a aprender de él la humildad. Invita a todos los que están cansados y cargados a venir a él y a aprender. Porque, dice él, “soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11:29). La humildad se manifiesta cuando consideramos a otros mejores que nosotros mismos (Fil. 2:3). La humildad es una de las virtudes cristianas, junto con la compasión, la amabilidad, la bondad y la paciencia (Col. 3:12). La Escritura también advierte en contra de la falsa humildad, que tiene apariencia de sabiduría y que demuestra su inutilidad en un despliegue de “adoración autoimpuesta” (Col. 2:18, 23). Finalmente, Pedro enseña a sus lectores cómo deben vivir como cristianos al decirles, entre otras cosas, que deben ser “compasivos y humildes” (3:8).

c. Autoridad. “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes”. Pedro sustenta su exhortación con una apelación a la Escritura. El cita Proverbios 3:34, que en Hebreos difiere ligeramente de la redacción griega, pero no en su significado: “[Dios] escarnecerá de los escarnecedores y a los humildes da gracia”. Es posible que este pasaje circulara en sinagoga y en la iglesia como dicho proverbial, ya que Santiago también cita este versículo (4:6).

El creyente debe saber que Dios ha provisto para él todo lo que necesita. “El creyente nada posee que no haya recibido, nada es a no ser por la gracia de Dios, y aparte de Cristo nada puede hacer”. De atribuirse algo a sí mismo, no sólo estaría robando a Dios, sino que también se encontraría con él como su adversario. Por consiguiente, el cristiano vive humildemente con su Dios (Mi. 6:8).

   Definición. El significado bíblico de sujeción se refiere a la acción de sujetar o unir. Por ejemplo, podemos encontrarnos esta palabra en Timoteo 3 en donde se enuncia que la mujer esté con sus hijos en total sujeción. La sujeción en la Biblia tiene un significado de completar o unir, podemos ver esta palabra en otros enunciados en donde viene a significar sobretodo la acción de crear una unión o complemento.

La palabra sujeción en su más estricto significado, viene a significar aquello que viene a sujetar o aquello que ya está sujeto y no puede desprenderse.

Esta palabra aparece también en Timoteo 2, en donde se dice que la mujer tiene que aprender en silencio y con toda sujeción. En este apartado lo que podemos leer entre líneas, es que se refiere a que la mujer aprenda para sí misma y guarde (o una) sus conocimientos para sí misma, haciendo una unión consigo misma de esos conocimientos.

1ª de Timoteo 2:11. «La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.»

1ª Timoteo 3:4. «que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad»

Hebreos 13:7: «Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe

1ª a los Corintios 16: 15-16. «Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.»

Amén, para la honra y gloria de Dios.

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