Domingo 1 de octubre de 2023. “Linaje escogido para el servicio de Dios”

Lección: Número Cap. 3. Versículos 5 al 10. Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Haz que se acerque la tribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para que le sirvan, y desempeñen el encargo de él, y el encargo de toda la congregación delante del tabernáculo de reunión para servir en el ministerio del tabernáculo; y guarden todos los utensilios del tabernáculo de reunión, y todo lo encargado a ellos por los hijos de Israel, y ministren en el servicio del tabernáculo. Y darás los levitas a Aarón y a sus hijos; le son enteramente dados de entre los hijos de Israel. Y constituirás a Aarón y a sus hijos para que ejerzan su sacerdocio; y el extraño que se acercare, morirá. 

Comentario general del contexto Bíblico: Una necesidad práctica (3:5–10):

Los sacerdotes recién consagrados de la familia de Aarón necesitaban compañeros fiables como ayudantes en el trabajo. Estas personas, escogidas por Dios, debían ayudar a Aarón y a sus otros hijos, Eleazar e Itamar, y a sus sucesores en el oficio. Tendrían que encargarse de las obligaciones para con él y para con toda la congregación delante de la tienda de reunión, para cumplir con el servicio del tabernáculo (3:7). Estas personas, que les brindarían apoyo, debían ayudar a los sacerdotes y proteger al pueblo. Hombres de entre treinta y cincuenta años de la tribu de Leví tenían que trabajar como compañeros responsables del “tabernáculo y todos sus utensilios” (1:50). Esos papeles prácticos se definen en versículos posteriores.

Estos hombres también debían actuar como guardianes del pueblo. Sus tiendas estarían ubicadas alrededor de la tienda de reunión, asegurándose de que el tabernáculo no sería profanado por personas no consagradas que pudieran entrar allí.

Incluso los levitas no podían entrar en el santuario, puesto que cualquier persona excepto Aarón y sus hijos que se acerque será muerto (3:10).

En los años siguientes, los sacerdotes podían ejercitar su papel como representantes espirituales de Dios, ayudantes pastorales y guardianes morales en medio de la comunidad solamente si los aspectos prácticos de su trabajo eran respaldados por este equipo de compañeros que les ayudaban.

Pensamiento 1: 3:5-10 Aquí se definen las labores de los levitas. Tenían que servir al sacerdote Aarón y ministrar. Específicamente, las dos labores que los Levitas tenían a su cargo, eran ayudar a Aarón «a los sacerdotes» en ei ministerio. que debiera traducirse mejor como “montar guardia’ (v.7 heb. shamar mishmeret), en el sentido de estar atentos a los servicios necesarios. A su vez, “servicio del Tabernáculo’ (v.7,8), debiera traducirse mejor como “hacer el trabajo pesado del Tabernáculo” (heb. ‘abad ‘abodah hamishcan) de desmantelar, transportar y levantar el Tabernáculo. Este último trabajo es descrito con detalle en el capítulo 4. El v.8 resume apropiadamente el trabajo que se esperaba de los levitas: Números 3:8 (RVC) Diles que cuiden por los hijos de Israel todos los utensilios del Tabernáculo de reunión y todo lo relacionado con ellos, y ministren en el servicio del Tabernáculo.

El trabajo pesado les tocaba cuando el campamento estaba en movimiento. La mayor parte del tiempo los levitas formaban la guardia que impedía que alguien se acercara a la tienda. La frase “será muerto” implica una ejecución judicial (cf. 1:51; 3:10,38; 18:7). De hecho. incluso los sacerdotes debían estar preparados para ejecutar a cualquiera que intentara efectuar labores sacerdotales sin estar facultado para ello (ver por ejemplo Ex. 32:25-29; Nm. 25:7-10).

El trabajo específico asignado a los levitas claramente delimitaba sus funciones. Ellos no podían servir como sacerdotes y ofrecer sacrificios u otros oficios dentro del Tabernáculo.

El Dr. Keil aporta un iluminador comentario en relación con esta sustitución de los levitas por los primogénitos de Israel:

Por este arreglo. el cuidado y el servicio del santuario era transferido a una tribu, la cual podía y debía entregarse a esta vocación sin intereses divididos, no solo se aseguró una realización de este servicio más ordenada de lo que podría efectuarse por medio de los primogénitos de todas las tribus; sino que, en cuanto a lo concerniente a la nación, el cumplimiento de sus obligaciones en relación con el servicio que debía prestar. indudablemente fue facilitado. Además. los levitas hablan demostrado serios más aptos de todas las tribus para este puesto por medio de su firme y fiel defensa del honor del Señor en la adoración del becerro de oro (Ex. 32:26s). Es este espíritu. que distinguía a la tribu de Levi, donde indudablemente podemos descubrir la razón por la que fueron escogidos por Dios para servir en el santuario. y no en el hecho de que Moisés y Aarón pertenecerán a la tribu, y desearan formar una casta jerárquica de los miembros de su tribu, como las que se pueden hallar entre otras naciones… “

Pensamiento2: El don de los levitas (vv. 5–13). Dios miró a Israel como su hijo primogénito (Ex. 4:22). Había salvado al primogénito de Israel en la Pascua, pero había matado a los primogénitos de Egipto (11: 1–7; 12: 29–30). Por esta razón, todo varón primogénito en Israel, ya sea humano o animal, pertenecía al Señor y tenía que ser redimido por un sacrificio (13: 1–2, 11–13; 22: 29–30; 34: 19–20; Lucas 2: 7, 22–23).

La nación entera de Israel debía ser un “reino de sacerdotes” ante Dios (Ex. 19: 5–6), y Él designó un sacerdocio especial para ayudar a su pueblo a obedecer su ley y dar testimonio de su bondad. Los levitas fueron el regalo de Dios a los sacerdotes, sustituye a los primogénitos redimidos de Israel, que ya pertenecían a Dios. Los levitas hicieron para el Señor y los sacerdotes el servicio que los primogénitos habrían hecho, porque los levitas ministraban en su lugar.

LINAJE ESCOGIDO

El pueblo de Dios es un linaje escogido; “linaje” significa descendencia de sangre. El linaje es algo importante, ningún padre puede ignorar su descendencia, si un hijo descubre que su padre, por ejemplo, es un importante empresario y demuestra su descendencia y linaje, le corresponde legalmente la herencia; el padre no puede negar su parentesco con ese hijo porque su herencia genética así lo comprueba. La identidad y el linaje de cada uno de nosotros tiene suma importancia y son muy custodiados por la ley. Para Dios la descendencia también es muy importante. Dios le dijo a satanás en Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Dios dijo a Satanás que de la descendencia de la mujer levantaría a alguien que le heriría en el calcañar. Satanás había hecho caer a Adán y Eva; podríamos parafrasear este versículo de la siguiente manera: “De estos que tu hiciste caer, yo levantaré una descendencia que te hará caer a ti y te pisará la cabeza”. Y sucedió como lo dijo Dios: Adán tuvo dos hijos, Caín y Abel y este último muerto en manos de Caín, fue sustituido por otro hijo llamado Set. Set dio origen a un linaje de donde nació Abraham, Isaac, Jacob, Booz, Isaí, David, hasta que finalmente concluimos en Jesús. La descendencia es como un río. Analicemos el río Nilo: Tiene su origen en el lago Alberto, recorre miles de kilómetros, pasa por innumerables países, hasta que culmina en el mar Mediterráneo, no obstante, el río sigue siendo el mismo. Lo mismo ocurre con el linaje; se habla de “capital genético”, es decir, cada familia tiene un capital genético, su genoma posee ciertas características, de tal manera que una persona no puede negar su descendencia de otra porque su información genética así lo dice. Dios trata con linajes y muchas veces no entendemos y decimos: “¿Qué culpa tiene el hijo de que su padre sea malo?” Si eres mujeriego, alcohólico, y traes un hijo al mundo, ¿por qué Dios tiene que hacerse cargo de ese hijo que Dios puso a tu cargo? La Biblia dice en Éxodo 20:4: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. ¡El bendice a millares por una sola persona! Dice la Biblia que Dios encontró una persona que le agradó: Abraham, quien fue su amigo y le dijo: “Te bendeciré y serán benditas en ti todas las familias de la tierra, sacaré descendencia de Abraham y bendeciré todas las razas y familias de la tierra por amor a él. Sacaré hijos de Abraham y todos aquellos que crean en Jesús y le reciban en su corazón, les daré potestad de ser mis hijos y descendientes de Abraham”. ¿Por qué? Porque Dios escogió un linaje a partir de Abraham. De Abraham nació Isaac, de él nació Jacob, a quien le nacieron doce hijos que conformaron las doce tribus de Israel y de ellas escogió Dios a la tribu de Judá; (sigan el “río”) de ella, Dios tomó a David y de los muchos hijos de David, escogió a Salomón y así sucesivamente hasta que llegamos a Jesús quien le habría de pisar la cabeza a Satanás. En resumen, el linaje escogido es JESUS. El linaje es una cuestión de sangre, ¿cómo es pues que podemos llegar a ser linaje escogido? ¡Dios hace una operación fabulosa! ¡Nos cambia el linaje! Esto no puede hacerlo la ciencia, pero Dios sí lo puede hacer. Nos pone su “genoma”, por lo tanto no importa en qué barrio has nacido ni quién es tu padre o madre pues eres “linaje escogido” por causa del linaje de Abraham, por la fe.

DEBEMOS SER INJERTADOS EN CRISTO

Dice Juan 1:12: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios…” ¿Cómo es ese engendramiento? Dice la Biblia que hemos sido comprados y emblanquecidos por la sangre de Cristo, también dice que se hizo la paz entre Dios y nosotros por causa de la sangre de Cristo; dice la Biblia que la vida está en la sangre, cuando la sangre de Cristo nos ha sido aplicada, significa que la vida de Cristo vino a nosotros y en ese instante quedamos injertados en Cristo. En Monte Beraca tenemos unos rosales que no sirven para nada. ¿Cómo los obtuvimos? ¡De las rosas que le regalé a mi esposa en el día de su cumpleaños! Me dije: “Aprovecharé las hermosas rosas que le voy a regalar, para plantarlas luego en Beraca”. Fue así que de los 80 tallos salieron aproximadamente 360 estacas las que plantamos y comenzaron a brotar, pero si bien las rosas eran buenas, los tallos eran débiles y no sirvieron para “engendrar” buenas rosas. ¡Tenía 300 rosales que no servían para nada! Llamamos entonces a un jardinero, quien injertó en ellos yemas de buenos rosales y después sí: ¡Obtuvimos excelentes rosas! Así también somos nosotros, hasta que Cristo no viene a nuestras vidas, somos como esos rosales espinosos y lánguidos, pero luego que somos “injertados” en Cristo y comienza a fluir dentro nuestra la savia de Jesús, comenzamos a dar fruto abundante, Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. No hablamos de un linaje humano sino divino. No sirve eso de “voy a ir al cielo porque no le hago mal a nadie” o “me porto bien”. No es necesario hacerse “el bueno”, Dios no nos eligió porque tengamos algo que sirva sino porque él tiene algo que sí sirve: ¡La sangre de Cristo aplicada a nuestras vidas! Ella injerta la vida de Dios en nosotros. ¡Dios puede levantar linaje escogido de las piedras y hasta de ti!

Llega un momento en la historia de la humanidad en que el Espíritu Santo interviene en la descendencia humana y engendra en el vientre de María un ser santo sin contaminación de sangre llamado Jesús; cuando Dios creó a Adán puso en él, vida y esa vida era eterna, pero por culpa del pecado Adán murió y todos nosotros juntamente. Sin embargo, Dios intervino en el linaje de la humanidad y levantó un hombre con una sangre perfecta, con vida eterna y ni la cruz, ni Satanás pudieron quitarle la vida porque él es el autor de la vida; Jesús levanta un nuevo linaje y le llama “nación santa, pueblo adquirido”, porque el derramamiento de su sangre fue el precio que pagó para rescatarnos del otro linaje que teníamos cuando estábamos en pecado.

¿Qué importancia tiene ser del linaje escogido? En el tiempo de antes, si eras hijo del faraón, te hacían reverencia porque según ellos, el faraón era hijo del dios sol, ser de un linaje escogido significa que por tus venas corra sangre especial. ¿Por tus venas corre la sangre preciosa de Cristo?

REAL SACERDOCIO

Dice asimismo la Biblia que somos “sacerdotes reales”: En el pueblo de Israel los sacerdotes pertenecían a un linaje especial, a la tribu de Levi y dentro de esta tribu, estaban los descendientes de Aarón a quienes se les confería el privilegio de ser “sumos sacerdotes”; también ser rey significaba pertenecer a otro linaje, a la tribu de Judá. No se elige el sacerdocio, es algo que está en el corazón de Dios y quien se entromete en el sacerdocio sin que lo llamen, será cortado por Dios. Muchos me dicen: “Está bueno tener una iglesia, hagamos una iglesia a medias…¡Te desafío a que abras una iglesia! Yo no elegí ser pastor, quería ser arquitecto, pero él me hizo pastor”.

“…vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio”, dice el pasaje que hemos leído al principio de esta lección. Hay otro sacerdocio, el “sacerdocio real”. En la Biblia aparecen dos castas sacerdotales; una pertenece a Aarón que es sombra del sacerdocio de Jesús en el Nuevo Testamento y la otra pertenece a Jesús. Dice la Biblia que Abraham dio los diezmos de todo y fue bendecido por el sacerdote Melquisedec de quien no se conoce genealogía (Hebreos 7:1-3). Jesús es tipo de Melquisedec; hasta Cristo llegaron las genealogías, pero luego de él ya no son necesarias, porque todo aquel que le recibe en su corazón y le acepta como su Señor, se ha constituido en real sacerdote.

CONCLUSIÓN

¡Tu has sido llamado por Dios para ser bendición del mundo! Eres el fruto de una elección divina, se te ha dado una investidura sacerdotal, santa. No tienes opciones, tu no elegiste ser sacerdote, o aceptas el llamado o lo desprecias. ¡No elegiste ser sacerdote, Dios te eligió! Mi hija no eligió ser mi hija, yo la engendré y aunque “llore y patalee” seguirá siendo hija mía. ¡Eso mismo ocurre con nuestra relación con Dios! ¿Perteneces al pueblo de Dios? Él te ha escogido, pero es tu decisión aceptarle en tu vida. ¡Hoy es tu día! ¡Hoy puedes ser “injertado” en el linaje de Dios! Sólo abre tu corazón a su Hijo Jesús y pídele que aplique su sangre sobre tu vida limpiando tus pecados. ¡El pondrá su vida en ti!

Ref.: «acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne» (Rom. 3:3).

«Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación» (Hechos 27:26).

«Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación.» (Hechos 13:26).

   Texto: «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable». (1ª de Pedro Cap. 2. Versíc. 9).

Comentario del texto áureo 9. Pero ustedes son pueblo escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las virtudes de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa. El contraste es evidente; el término adversativo, pero señala la diferencia entre los incrédulos desobedientes y el pueblo escogido de Dios. Siguiendo un orden ascendiente, Pedro enumera las gloriosas riquezas de los creyentes en términos que se acercan al asombro. El griego indica que él se dirige a ellos en forma personal y enfática al usar el pronombre plural ustedes. ¿Cómo describe Pedro a los creyentes? Lo hace en los siguientes términos:

   ▬ a. “Un pueblo escogido”. Pedro le escribe a gente que vivía antes de que el templo de Jerusalén fuese destruido. Pedro, siendo judío, se dirige a muchos cristianos judíos y a cristianos de origen gentil. Además, habla a todos los creyentes de todo tiempo y lugar que leen esta epístola. Con un conocimiento pleno del Antiguo Testamento, Pedro aplica su lenguaje a sus lectores, porque los ve como el pueblo escogido de Dios. Él toma prestada las palabras de la profecía de Isaías, quien registró lo dicho por el Señor: “Mi pueblo, mi escogido; este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicarán (Is. 43:20–21). Pedro, entonces, ve a los creyentes como cuerpo de Cristo, es decir, como iglesia.

Otras traducciones tienen el término raza en vez de pueblo. Los miembros de una raza tienen un antepasado en común y por medio de ese antepasado están relacionados unos con otros. Por ejemplo, Abraham es el padre de la raza judía. Los cristianos llaman a Dios “Padre” por medio de Jesucristo, y están emparentados como hermanos y hermanas. Además, dado que Jesús ha sido escogido por Dios (vv. 4, 6), ellos también son llamados pueblo escogido de Dios (1:1; cf. Dt. 10:15; 1 Sm. 12:22).

b. “Real sacerdocio”. Pedro continúa describiendo las gloriosas riquezas que poseen los creyentes. Los llama “real sacerdocio”. En el versículo él habla de un sacerdocio santo, frase que es significativa a la luz del mandamiento de ser santos (1:15–16). El adjetivo calificativo real, sin embargo, añade la dimensión del reino y del rey. En el reino de los sacerdotes (cf. Ex. 19:6), hay un rey. De hecho, el Mesías es a la vez sacerdote y rey, tal como lo profetizó Zacarías: “El llevará gloria y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado (6:13; véase también Heb. 7:14–17; Ap. 1:5–6). En tanto que Zacarías describe al Mesías proféticamente como sacerdote real, Pedro revela que los creyentes ya son sacerdotes de un sacerdocio real.

c. “Nación santa”. Una vez más Pedro se apoya en la fraseología del Antiguo Testamento. Él toma prestado el lenguaje de Exodo 19:6 (véase también Dt. 7:6; Is. 62:12). Pedro recurre al uso de terminología nacional y política, pero quiere que sus lectores entiendan estos términos de un modo no político. Por tal razón califica la palabra nación con el adjetivo santa.

Una nación está formada por ciudadanos que residen en una determinada zona, que obedecen estatutos y reglamentos, y que se esfuerzan por el bienestar de su sociedad. Los ciudadanos de una “nación santa”, sin embargo, tienen sus características comunes por medio de Jesucristo. Pedro describe al pueblo de Dios como una nación santa, lo que significa que sus ciudadanos han sido apartados para el servicio de Dios.

d. “Pueblo que pertenece a Dios”. A lo largo de las edades Dios ha reclamado a su propio pueblo para sí (véase Mal. 3:17; Hch 20:28; Tit. 2:14). Este pueblo, que difiere de las naciones del mundo, es su posesión especialmente apreciada. Son independientes de los vínculos nacionales, porque tienen una relación especial con Dios. Pertenecen a Dios, que los ha comprado con la sangre de Jesucristo.

e. “Para que proclamen las virtudes”. Pedro señala cuál es la tarea del pueblo especial de Dios. Como hábil pastor que es, Pedro se dirige a sus lectores personalmente. Dice: “Para que proclamen las virtudes de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa (cf. Is. 43:21). En todas partes ellos deben proclamar vocalmente las virtudes, hechos, poder, gloria, sabiduría, gracia, misericordia, amor, y santidad maravillosos de Dios. Por medio de su conducta deben dar testimonio de que son hijos de la luz y no de las tinieblas (Hch. 26:18; 1 Ts. 5:4).

Pedro da a entender que en tiempos antiguos sus lectores vivían en la oscuridad espiritual. Dios los llamó al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo y los redimió del poder de las tinieblas. Mediante el evangelio de Cristo, Dios los llamó al reino de su Hijo (Col. 1:13).

1er Titulo: Distinción que exige una completa disipación. Versículos 5 y 6. Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Haz que se acerque la tribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para que le sirvan. (Léase: Número 8:9 al 11. Y harás que los levitas se acerquen delante del tabernáculo de reunión, y reunirás a toda la congregación de los hijos de Israel. Y cuando hayas acercado a los levitas delante de Jehová, pondrán los hijos de Israel sus manos sobre los levitas; y ofrecerá Aarón los levitas delante de Jehová en ofrenda de los hijos de Israel, y servirán en el ministerio de Jehová. ▬ Los Hechos 9:6. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.).

Distinción es un término que procede del latín distinctĭo y que hace referencia al procedimiento y al resultado de distinguir. Este verbo, por su parte, indica el conocimiento de la diferencia existente entre dos o más cosas; el hecho de lograr que algo se distinga; o la demostración de la alta estima que se siente por un individuo.

La distinción, por lo tanto, es aquella diferencia que hace que una cierta cosa no resulte igual a otra. Por ejemplo: “No hay distinción entre este coche y el modelo anterior”“El microprocesador ayuda a la distinción de esta computadora frente a las máquinas de otros fabricantes”“Me resulta difícil establecer una distinción entre ambos productos”.

En otro sentido, distinción es el galardón o título concedido a alguien y el objeto material que representa al honor otorgado. El concepto puede utilizarse como sinónimo de premio“El escritor peruano Mario Vargas Llosa recibió el año pasado la mayor distinción del mundo de las letras”“El futbolista uruguayo viajó a Suiza para recibir su distinción como mejor jugador del campeonato mundial”“La labor del diputado en la defensa de los derechos humanos mereció una distinción por parte de una organización no gubernamental”.

    Ref. «Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal.» (Éxodo 8:23).

«Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar (sin distinción). Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón» (Hechos 11:12).

«donde no hay griego (no hay distinción) ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos» (Colosenses 3.11).

Comentario de Número 8:9-11 ▬ 18-19 (sirve para los 2 subtitulo de referencia) La pureza externa es indispensable para el que ha sido limpiado internamente. Solo se logra, en todas las épocas, por medio de la fe y a través del derramamiento de la sangre de un sustituto. Un novillo se sacrificaría para la ofrenda completamente quemada (holocausto) (Lv. 1:3-9); el segundo novillo era para cubrir pecados involuntarios (Lv. 4:1-12).

Los representantes de la comunidad de Israel impusieron las manos sobre los levitas como señal de que la comunidad los estaba invistiendo para el ministerio con la alta autoridad de representarlos ante el Señor. Recordemos que el censo de los levitas con edades entre treinta y cincuenta años arrojó un total de 8.580 personas, por lo que la imposición de manos debió tomar un tiempo prolongado. Aquí se aclara que los levitas podían comenzar sus labores a la edad de veinticinco años (8:24), posiblemente para aprender el trabajo durante los primeros cinco años, antes de ser considerados completamente como parte del contingente que desarrollaba las pesadas y precisas labores a su cargo. Tan pesadas eran estas tareas que a los cincuenta años quedaban excluidos, aunque podían continuar realizando labores de vigilancia en el santuario junto a sus hermanos (8:25-26).

El paralelo con la imposición de manos de los levitas sobre los novillos que serían sacrificados en su lugar, hace de los levitas un “sacrificio vivo” para que, a través de este acto simbólico, pudieran transferir a los levitas la obligación que descansaba sobre los primogénitos de la nación, como posesión de Yahweh, quienes a su vez representaban a todo el pueblo escogido. Es más, los levitas debían ser ofrecidos como una ofrenda mecida, como señala Números 8:13 (RVC) Presentarás entonces a los levitas delante de Aarón y de/ante de sus hijos, y me los ofrecerás como ofrenda (heb. tenufah = “ofrenda mecida”). Al respecto, Keil agrega un interesante comentario:

Esta transferencia debía ser completada al ofrecer Aarón a los levitas como ofrenda mecida delante de Yahvé a favor de los hijos de Israel, i.e., por medio de ofrecerlos al Señor simbólicamente como un sacrificio presentado por parte de los israelitas La ceremonia del mecimiento indudablemente consistía en conducir a los levitas solemnemente hasta el altar y luego de regreso.

Esta entrega personal y totalmente comprometida es la que Dios pide de cada creyente (vea Ro. 12:1-2). La consagración de los levitas tiene una rica enseñanza para nosotros. Los levitas fueron dedicados como si se tratara de ofrendas mecidas que luego serian sacrificadas, en sustitución de los primogénitos (cf. Ex. 13:2; Nm. 3:45ss). Obviamente, ellos mismos no serían sacrificados, pues el Antiguo Testamento prohibía los sacrificios humanos, por lo que unos animales fueron inmolados en sustitución de los levitas. No obstante, los levitas fueron dados a Aarón y los sacerdotes (8:13,19), con el fin de ejercer

un ministerio completamente consagrado para el servicio del Tabernáculo (8:15,17). Ese ministerio duraría 25 años (8:24). Sin duda, en su calidad de sustitutos del pueblo, los Levitas fueron una figura del Unigénito de Dios, el Señor Jesucristo. Por otra parte, en su consagración para el servicio, prefiguraron a los siervos llamados por Dios para administrar Su iglesia (Hch. 6:1-6; 1 Ti. 3:8-13).

Comentario de los Hechos 9:6: Ahora levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”.

Hay cierta disparidad de criterio entre los comentaristas respecto a la expresión “Señor” usada por Pablo. Algunos dicen que, porque aún no conocía a Jesús como el Mesías, la forma “Señor” que Pablo usa tiene una connotación de simple respeto. Pero el escenario: Pablo botado rostro al suelo rodeado por una brillante luz y una voz celestial que le habla en arameo, indica que era consciente de que se estaba enfrentando a Jesús, el Señor resucitado y ascendido (véase vv. 17, 27; 22:14; 26:15).

Por supuesto, Pablo está confundido. Hasta ahora estaba convencido que al perseguir a los cristianos estaba haciendo la voluntad de Dios, pero he aquí que ahora escucha a Jesús llamándole a la realidad. Aunque en sus cartas a los corintios parece indicar que conocía a Cristo durante su ministerio terrenal (2 Co. 5:16), no hay evidencia consistente de que él y Jesús se hallan alguna vez encontrado. Aunque, por supuesto, había escuchado a los cristianos proclamando la resurrección y ascensión del Señor. Estos hechos se hacen realidad ahora que Jesús mismo le habla. Todo temeroso, pregunta: “¿Quién eres, Señor?”

Jesús replica, “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Nótese que él usa su nombre terrenal, Jesús que le fue dado el día de la circuncisión (Lc. 2:21). Jesús habla a Pablo desde los cielos, y éste se da cuenta que las palabras pronunciadas por Esteban son verdaderas: “Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre sentado a la diestra de Dios” (7:56). Jesús vive, resucitado de entre los muertos y sentado a la diestra de Dios en los cielos. En el griego, Jesús en realidad está diciendo: “Sí, no tengas ninguna duda, yo soy Jesús”. Y agrega, “a quien tú mismo estás persiguiendo” para enfatizar la acusación que directamente le dirige. Es decir, cuánto ha venido haciendo a los cristianos, lo ha venido perpetrando contra Jesús. Por tal razón, Jesús dice dos veces que el perseguido ha venido siendo él. En otras palabras, Pablo entiende que él ha pecado contra Jesús, lo cual más tarde habría de reconocer repetidamente en sus cartas (1 Co. 15:9; Gá. 1:13, 23; Fil. 3:6).

Jesús le da instrucciones y le dice, “Levántate y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer”. Pablo apenas tiene tiempo para darse cuenta que Jesús se le ha aparecido cuando escucha la orden de entrar en Damasco. Jesús se hace cargo de él, y el que poco antes respiraba amenazas de muerte y destrucción, obedece.

Nótese que Jesús sólo le dice a Pablo que entre a la ciudad donde recibirá otras instrucciones. En este momento, Jesús no dice nada acerca del papel de Pablo como apóstol a los gentiles. Primero Pablo tendrá que ser aceptado por los cristianos de Damasco y llegar a ser uno de los discípulos de Cristo. Luego, tendrá que aceptar que Jesús lo ha comisionado para proclamar el nombre de Cristo a los gentiles, a los reyes, y a la nación israelita (v. 15). Y, por último, deberá ser preparado para sufrir en el nombre de Jesús (v. 16).

2° Titulo: Designados para desempeñar labores santas en el Tabernáculo. Versículos 7 al 9. y desempeñen el encargo de él, y el encargo de toda la congregación delante del tabernáculo de reunión para servir en el ministerio del tabernáculo; y guarden todos los utensilios del tabernáculo de reunión, y todo lo encargado a ellos por los hijos de Israel, y ministren en el servicio del tabernáculo. Y darás los levitas a Aarón y a sus hijos; le son enteramente dados de entre los hijos de Israel. (Léase: Números 8: 18 y 19. Y he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel. Y yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de entre los hijos de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario. ▬ 2ª a Timoteo 2:2. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.).

Designación, del latín designatĭo, es la acción y efecto de designar. Este verbo refiere a señalar o destinar a alguien o algo para un fin, a indicar o a denominar.

Por ejemplo: “La designación del entrenador se demorará dos o tres días más, según confirmó el presidente del club”“Estoy ansioso por la designación del nuevo jefe de la oficina”“El gobernador anunció la designación de Roberto Patora como ministro de Medio Ambiente”.

Qué es una designación

Una designación puede referirse a un cargo o puesto asumido por una persona. Cuando una autoridad designa a un sujeto para que asuma una responsabilidad, le está otorgando ciertas competencias en una determinada área.

Ref. «y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad» (2ª Cor. 8.19).

«Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén» (1ª Cor. 16:3).

«Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó» (1ª de Samuel14:14).

Comentario de 2ª Timoteo 2.2: Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia (que es) en Cristo Jesús; y las cosas que has oído de mí entre muchos testigos, estas cosas encomienda a hombres confiables, tales que sean capaces de enseñar también a otros.

Entonces, en vista de todo lo que se ha dicho en el capítulo 1—los ejemplos de fe y firmeza (Loida y Eunice, Pablo mismo, Onesíforo), el don del Espíritu Santo a Timoteo, la gran salvación que espera a quien persevera, el maravilloso llamamiento—que Timoteo se fortalezca (cf. 2 Ti. 1:6–8, 14; y en cuanto a la palabra misma, véase Hch. 9:22; 1 Ti. 1:12; 2 Ti. 4:17, y entonces Ro. 4:20; Ef. 6:10; Fil. 4:13) en esa gracia Cristocéntrica que, como se señaló, le había sido dada antes de los tiempos de la eternidad (véase comentario sobre 2 Ti. 1:9). La fortaleza de Timoteo en la esfera de la gracia crecerá si cultiva el don que la gracia le concedió. La exhortación nuevamente está expresada en un lenguaje de un tierno afecto como el de un padre con su hijo; nótese el énfasis: “, pues” y el llamamiento al corazón: “hijo mío” (véase comentario sobre 2 Ti. 1:2). Lo que el padre (espiritual, Pablo) quiere del hijo (Timoteo) se encuentra en los vv. 1–7. Lo que el padre espiritual, como ejemplo para el hijo, está haciendo, se describe en los vv. 8–10a. Lo que todos los creyentes debieran recordar constantemente con respecto al modo en que se recompensa la fidelidad a Cristo, y se castiga la infidelidad, se declara en forma muy clara en los vv. 10b–13, y ya está implícito en los vv. 4–6.

Ahora bien, una forma segura de fortalecerse en la gracia es transmitir a otros las verdades que se han anidado en el corazón y que son guardadas en la memoria. En conformidad con esto, que Timoteo actúe como maestro. Aún más, que produzca maestros. Timoteo necesita esta experiencia, y lo que es mucho más importante, la iglesia necesita maestros. Pablo está a punto de partir de esta vida. Por largo tiempo ha llevado la antorcha del evangelio. De aquí que ahora la entrega a Timoteo, quien, a su vez, debe pasarla a los demás. El depósito que fue confiado a Timoteo (1 Ti. 6:20; 2 Ti. 1:14) debe ser depositado en manos de hombres dignos de confianza. Además, deben ser hombres que sean aptos para

enseñar a otros (cf. 1 Ti. 3:2), de modo que estos otros también, como su maestro, estén instruidos en la verdad redentora de Dios.

Esta verdad redentora o evangelio de salvación, que Timoteo debe transmitir, aquí se describe como “las cosas que has oído de mí entre muchos testigos”. Esta expresión indudablemente se refiere a toda la serie de sermones y lecciones que el discípulo había oído de la boca de su maestro durante el tiempo que estuvo asociado con él desde el día en que por vez primera se encontraron.

Muchos habían sido los testigos de esta predicación y enseñanza. Que Timoteo recuerde que el mensaje que ha oído de boca de Pablo le ha sido entregado entre o en medio de muchos testigos o personas que estaban siempre dispuestas a apoyar el testimonio del apóstol.

3er Titulo: Constituyendo un sacerdocio exclusivo. Versículo 10. Y constituirás a Aarón y a sus hijos para que ejerzan su sacerdocio; y el extraño que se acercare, morirá. (Léase: Hebreos 5:4. Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. ▬ Los Hechos 13: 1 al 3. Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.).

   Constituir – Diccionario Español (Del lat. constituere).1. tr. Formar, componer, ser. El Sol y los planetas constituyen el sistema solar. El robo constituye delito. 2. tr. Establecer, erigir, fundar. Constituir una familia, un Estado. U. t. c. prnl. Constituirse en tribunal. 3. tr. Asignar, otorgar, dotar a alguien o algo de una nueva posición o condición. El testamento le constituyó heredero universal. 4. tr. p. us. Obligar a alguien a hacer algo. Constituir en una obligación. 5. prnl. Asumir obligación, cargo o cuidado. Se constituyó en fiador. Se constituyó por su guardador.

Ref. «Y David respondió a Aquis: Muy bien, tú sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, yo te constituiré guarda de mi persona durante toda mi vida.» (1ª de Samuel 28.2).

«Entonces David respondió a Mical: Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová.» (2ª de Sam. 6:21).

«Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino.» (Daniel 6:1).

   Comentario de Hebreos 5:4: Los eruditos discuten si Hebreos 5:4 debe formar parte versículo precedente o del siguiente. ¿Termina el párrafo en el versículo 4, o es que comienza uno nuevo con ese versículo? Los versículos 4 y 5 forman una unidad por la simple razón de que demuestran paralelismo—así como Aarón fue, así también Cristo. Por consiguiente, será preferible comenzar un nuevo párrafo con el versículo 4. [4]. Nadie se arroga este honor; debe ser llamado por Dios, tal como lo fue Aarón.

En estos versículos el escritor de Hebreos centra su atención en el sacerdocio de Cristo, destacando los siguientes puntos.

▬ a. La honra del cargo. El cargo de sumo sacerdote es un honor que Dios confiere a la persona que asume los deberes del oficio. El sumo sacerdote, desde los tiempos de Aarón hasta la destrucción del templo en el año 70 d.C., disfrutaba de un adecuado reconocimiento por parte de la comunidad hebrea. Mas allá de toda duda, el sumo sacerdote ocupaba, junto con el líder civil, el cargo más alto del país.

El escritor, sin embargo, enfatiza que nadie se arroga tal honor para su propia satisfacción. Nadie ocupa el cargo de sumo sacerdote simplemente para entrar a la presencia de Dios en el Día de la Expiación, para recibir el respeto de la comunidad israelita, o para usar la hermosa vestidura y turbante del sumo sacerdote. (Lv. 8:7–9). La honra asociada con el cargo proviene del cumplimiento de los deberes asignados al sumo sacerdote. Él debe servir a Dios en nombre de su pueblo. Él es su representante. El cumple el papel de mediador como intercesor por la remisión del pecado.

▬ b. El llamado de Dios. Además, el sumo sacerdote debía ser llamado por Dios a este honroso cargo. Por supuesto, esto no significa que no hubiera excepciones en la historia de Israel. Pero el escritor de Hebreos no está interesado en aberraciones; él menciona el nombre de Aarón para recordar que Dios inauguró el sumo sacerdocio con Aarón.

En términos contemporáneos, esto significa que sólo aquel que haya sido llamado por Dios debe asumir el cargo de pastor o ministro del evangelio. El presidente de cierto seminario se dirigió una vez a un grupo de estudiantes de nuevo ingreso y, tras las palabras de bienvenida, les dijo lo siguiente a estos aspirantes a teólogos: “A menos que Dios les haya llamado para el ministerio, no los queremos aquí”.

Todo aquel que es conscripto para un oficio sagrado debe ser llamado por Dios. De no ser así, el mismo se constituye en una afrenta a Dios y en una provocación para su pueblo. Es decir, él se eleva a sí mismo por sobre el pueblo a quien quiere representar, exhibe un espíritu orgulloso en vez de humilde; y, a causa de que su concepto de la santidad es deficiente, tiene una percepción pervertida de Dios.

▬ c. Semejanza con una diferencia. El paralelismo entre Aarón y Cristo es expresado en términos del cargo que estos ocupan. Nótese, por ejemplo, que el escritor no usa el nombre Jesús, sino que usa Cristo, nombre que describe el cargo y la tarea del Hijo de Dios. Así como Aarón fue llamado y designado por Dios (Ex. 28; Nm. 16–17) para servir como sumo sacerdote, del mismo modo “Cristo tampoco tomó sobre sí la gloria de ser sumo sacerdote”. Nótese que el termino honra en Hebreos 5:4 es sinónimo de la palabra gloria.

Sin embargo, la diferencia entre Aarón y Cristo es profunda, puesto que Dios (tal como este versículo lo implica) ha coronado a Cristo con gloria y honra como sumo sacerdote. Jesús no se apropió presuntuosamente del cargo de sumo sacerdote.

▬ d. El Hijo de Dios. El escritor de Hebreos parece anticipar la objeción que alguien podría presentar, a saber, que Jesús y Aarón, aparte de algunas pocas semejanzas que tienen que ver con la función de sumo sacerdote, tienen muy poco en común. Eso es cierto, dice el escritor; y una vez más cita el Salmo 2:7, donde Dios le dice al Hijo: Tú eres mi Hijo hoy he llegado a ser tu Padre.

El escritor usó por primera vez esta cita para comparar al Hijo con los ángeles (Heb. 1:5). Ahora, esta cita del sumo del salmo contrasta indirectamente a Cristo con Aarón. Jesús es el Hijo de Dios, y sin embargo es llamado y designado por Dios para servir como sumo sacerdote.

En Hebreos 4:14, el escritor combina los conceptos de hijo y de sumo sacerdote. Dice Geerhardus Vos: “Él le da un valor excepcionalmente alto al sumosacerdocio de Cristo, y deriva su eminencia del hecho de ser Hijo”.

Ahora bien, es cierto que el Salmo 2 enfatiza el estado real de Hijo, que recibió las naciones como herencia y las gobierna con un cetro de hierro. Pero entonces, objeta alguien, ¿puede el Cristo ser al mismo tiempo sumo sacerdote? El escritor anticipa la pregunta y, como ya lo ha hecho anteriormente, usa el Antiguo Testamento para dar una respuesta y probar lo que está diciendo.

▬ e. El sacerdote de Dios. La idea del rey-sacerdote aparece en el Antiguo Testamento en varios lugares. La primera referencia que notamos se encuentra en Génesis 14:18, donde se introduce a Melquisedec como rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Más adelante, en el Salmo 110:1 David habla de la realeza: “Siéntate a mi diestra hasta que haga de tus enemigos una tarima para tus pies”.

En el Salmo 110:4 la referencia que se hace apunta al sacerdocio: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Finalmente, Zacarías, que simbólicamente menciona al Renuevo (es decir, al Mesías), escribe lo que dice el Señor Todopoderoso:

Es él quien edificará el templo del SENOR, y él será revestido de majestad y se sentará en su trono y gobernará. Y él será sacerdote en su trono. Y habrá armonía entre los dos. [6:13]

El escritor de Hebreos estaba completamente familiarizado con la enseñanza del Antiguo Testamento. A fin de ser preciso en cuanto al tipo de sacerdocio que Jesús asumió, él cita el Salmo 110:4: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Debemos notar que, así como Dios se dirige a su Hijo en el Salmo 2:7, también se dirige a él en el Salmo 110:1 y 4. De este modo Dios anuncia la realeza y el sacerdocio de su Hijo. “La epístola a los hebreos es la única de entre los libros del Nuevo Testamento que llama a Cristo sacerdote”. La causa de esta falencia quizá pueda ser hallada en la historia del pueblo judío. Durante muchos siglos los judíos habían esperado un rey de la casa de David. Este rey los libraría de la opresión extranjera. Y este rey no podía ser sacerdote porque el linaje de David provenía de la tribu de Judá; los sacerdotes eran descendientes de Aarón, de la tribu de Leví. Por consiguiente, Jesús era conocido como rey. Al nacer, los magos lo llamaron “rey de los judíos” (Mt. 2:2), y este apelativo fue común durante el juicio y la crucifixión de Jesús. Él no era conocido como sacerdote.

Ya en el primer capítulo de Hebreos, el escritor citaba el Salmo 110:1 como evidencia irrefutable de la realeza de Cristo. Ahora en el capítulo 5 él cita el Salmo 110:4 para describir la singular función y propósito del sacerdote de Cristo. El escritor deja ya en claro, aunque explica los detalles en el capítulo 7, que el sacerdocio de Jesús difiere del de Aarón. Jesús es “un sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.

Comentario de Los Hechos 13: 1 al 3: Se comisiona a Bernabé y Pablo:

En los primeros tres versículos de este capítulo, Lucas continúa su relato acerca de la iglesia en Antioquía y la presenta como un importante centro de la fe cristiana (11:19–30). Uno de los primeros ministerios de la iglesia de Antioquía fue enviar ayuda a los creyentes de Jerusalén que estaban sufriendo por la hambruna (11:27–30). Luego, ganó prominencia cuando envió misioneros al mundo gentil, comenzando con Chipre y Asia Menor y siguiendo con Macedonia y Grecia. Lucas la menciona catorce veces, mientras que Pablo sólo lo hace una vez (Gá. 2:11). A medida que la iglesia va creciendo, Lucas llama la atención a Antioquía y no a Jerusalén como el centro de la actividad. Decisivamente pone a la iglesia en Antioquía al mismo nivel de la de Jerusalén cuando menciona los principales nombres de los dirigentes de esa iglesia.

[1]. En la iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, el que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.

Hagamos las siguientes observaciones:

▬ a. La iglesia. En los primeros doce capítulos de Hechos, la palabra iglesia se refiere consistentemente a la asamblea de los cristianos en Jerusalén. Pero cuando los creyentes en Antioquía reciban instrucción de Bernabé y Pablo, Lucas se refiere a ellos como una iglesia (11:26). Los cristianos en Antioquía llegaron a constituirse en iglesia cuando escucharon y predicaron el evangelio regularmente, recibieron instrucción en cuanto a la fe, nombraron a sus dirigentes e implementaron su visión para la misión al mundo. Sin embargo, sabemos que la iglesia es un cuerpo aun si sus miembros proceden de diferentes lugares y países. Los creyentes en Antioquía, por lo tanto, pertenecían a la misma iglesia a la que pertenecían los de Jerusalén.

▬ b. El oficio. Había allí un grupo de profetas y maestros. Si partimos del griego, resulta difícil discernir si las palabras profetas y maestros se refieren a dos oficios separados o si una persona podía ser profeta a la vez que maestro. Pablo, por ejemplo, habla de “pastores y maestros” (Ef. 4:11); desde su perspectiva, una persona llena un solo oficio con una función doble. Además, él pone a los profetas en una categoría por separado, la que es ubicada en la lista después de los apóstoles. Esto nos lleva a la conclusión de que el Nuevo Testamento revela una diferencia entre profetas y maestros. “Dado que los maestros exponen las Escrituras, cuidan de la tradición acerca de Jesús y explican los fundamentos del catecismo, los profetas, no estando limitados por las Escrituras o la tradición, hablan a la congregación sobre la base de revelaciones” (véase 1 Co. 14:29–32). Lucas describe a Bernabé y a Pablo como maestros en la iglesia antioqueña (11:26), pero en la lista de cinco nombres (13:1) él no dice nada específico en cuanto a quien es un maestro y quien es un profeta, y de esta forma deja el asunto sin resolver.

▬ c. Los nombres. De los cinco dirigentes de la iglesia, Bernabé ocupa el primer lugar de la lista. Esto se entiende si se tiene en cuenta que la iglesia de Jerusalén lo comisionó para ministrar a las necesidades espirituales de los creyentes de Antioquía (11:22).

La próxima persona en la lista es Simeón, llamado Niger. Es de asumir que otros también se llamaban Simeón, por lo tanto, es necesaria una identificación adicional. La palabra niger (que en latín quiere decir negro) indudablemente se refiere a la complexión y a la ascendencia étnica de Simeón. Dado que Lucas lo menciona junto con Lucio de Cirene, no es remota la posibilidad de que Simeón fuera también oriundo de África del Norte. No podemos averiguar si este Simeón sea el mismo Simón de Cirene, quien ayudó a Jesús a cargar con la cruz (Mt. 27:32), o si Lucio es aquel a quien Pablo menciona enviando saludos a los hermanos de Roma (Ro. 16:21). Ambos hombres probablemente estaban entre aquellos refugiados que, habiendo salido de Jerusalén a causa de la persecución que siguió a la muerte de Esteban, llegaron hasta Antioquía, habiendo sido oriundos de Chipre y de Cirene (11:19–20).

Les sigue Manaén. Su nombre es una forma griega de la palabra hebrea Menaḥem que quiere decir “consolador”. Lucas dice “que se había criado con Herodes el tetrarca”. Esto permite suponer que lo que Lucas está tratando de decir es que Manaén era un hermano de leche de Herodes Antipas, el tetrarca de Galilea y Perea (4:27; Mt. 14:1–12; Mr. 6:14–29; Lc. 3:1). Manaén, persona influyente de alcurnia real y cristiano de Antioquía, proveyó a Lucas con información acerca de Herodes Antipas y posiblemente de otros miembros de la familia de Herodes.

La última persona es Pablo, incluido aquí por su nombre hebreo, Saulo. Por invitación de Bernabé él había ido a la iglesia antioqueña como maestro, precisamente cuando el trabajo empezaba a ser demasiado grande para Bernabé (11:25–26). “Entre los veteranos de Antioquía, con notable modestia, él se sentía contento con ocupar el último lugar”.

[2]. Adorando ellos al Señor y ayunando, el Espíritu Santo dijo, “Apártenme a Bernabé y a Saulo para la obra para la cual los he llamado”. [3]. Entonces después que hubieron ayunado y orado, les impusieron las manos y los enviaron.

▬ a. “Adorando ellos al Señor y ayunando”. El término adoración, un término religioso típicamente veterotestamentario, describía originalmente el servicio de los sacerdotes en el templo de Jerusalén (véase, p.ej. Lc. 1:23). Pero en el versículo 2, Lucas por primera vez lo aplica a la práctica cristiana. De esta manera está mostrando continuidad con el pasado, pero también está sugiriendo sutilmente un énfasis diferente, más espiritual. En la nueva forma de adoración, no vemos al sacerdote ante el altar, sino a cada creyente de la iglesia en oración.

En estos versículos, Lucas también indica que los cristianos en Antioquía combinaban la oración con la costumbre judía del ayuno; estas dos prácticas eran celebradas juntas sólo en ocasiones especiales (véase 14:23).

El contexto inmediato de los versículos 2 y 3 pareciera restringir la referencia a la adoración a los cinco profetas y maestros que Lucas ha mencionado (v. 1). Pero habría a lo menos tres objeciones a esta interpretación. Primero, un culto de adoración se realiza para que participen en él todos los creyentes de la iglesia. Segundo, toda la iglesia de Antioquía participó en comisionar a Bernabé y Saulo, ya que, al regresar, los misioneros informaron a la iglesia lo que Dios había hecho (14:27). Y tercero, el Espíritu Santo mueve a toda la iglesia y no sólo a cinco personas para ocuparse en el trabajo misionero.

▬ b. “El Espíritu Santo dijo: ‘Apártenme a Bernabé y a Saulo, para la obra para la cual los he llamado’”. Mientras la iglesia oraba, el Espíritu Santo habló a través de los profetas dando a conocer su voluntad. Dios, mediante su Espíritu, agranda a la iglesia y elige a sus siervos para que hagan la tarea que él les encarga. Dios, entonces, elige a Bernabé y a Saulo para la obra misionera.

Jesús había llamado a Pablo para que fuera un apóstol a los gentiles, pero tanto él como Bernabé habían estado enseñando en la iglesia de Antioquía. Ahora, el Espíritu Santo revela a los creyentes su voluntad de que ambos se dediquen a una tarea específica: proclamar las Buenas Nuevas al mundo. Para la iglesia de Antioquía esto significa que al comisionar a Bernabé y a Pablo estarían perdiendo a dos maestros muy capacitados; que tendrían que prometer respaldarlos mediante la oración; y que Antioquía seguiría siendo un centro para las misiones.

Tanto Pablo como Bernabé habían sido llamados para ser apóstoles a los gentiles. En realidad, cuando Lucas se refiere a ellos en su primer viaje misionero, los llama “apóstoles” (14:14; y véase 1 Co. 9:1–6). La tarea que el Espíritu Santo les asigna es dar a conocer al mundo el evangelio de Cristo y extender la iglesia hasta los confines de la tierra (compare 1:8).

▬ c. “Les impusieron las manos y los enviaron”. Después de un período de ayuno y oración, los dirigentes de la iglesia de Antioquía impusieron sus manos sobre Bernabé y Pablo. En Damasco, Ananías había hecho lo mismo con Pablo y de esta manera Pablo había recibido el don del Espíritu Santo (9:17). Aunque por varios años Bernabé y Pablo habían enseñado el evangelio de Cristo, la iglesia en Antioquía, oficialmente, les ordenó para que fueran misioneros a los gentiles. No fue sino hasta después que Dios los llamó para la tarea tan especial de proclamar el evangelio al mundo grecorromano (compare Gá. 1:16) que la iglesia antioqueña llevó a cabo la ceremonia externa de ordenarlos. El servicio de ordenación muestra claramente que misioneros e iglesia están unidos en el trabajo de las misiones.

Consideraciones doctrinales en 13:1–3

   A la luz del trabajo realizado por Bernabé y Pablo, ¿cuál es lo significativo en la ordenación que recibieron en Antioquía? Primero, hasta ahora ni Pablo ni Bernabé han sido llamado un apóstol, pero cuando Lucas relata los sucesos de su primer viaje misionero les da el título de apóstoles (14:14). Segundo, los dos misioneros muestran milagrosos poderes de sanidad, predican el evangelio a judíos y a gentiles, y poseen autoridad igual a la que tienen los apóstoles Pedro y Juan. Y tercero, el paralelo entre Pedro y Pablo es evidente cuando sanan a un paralítico (3:1–10 y 14:8–10), reprenden a un mago o hechicero (8:18–24 y 13:6–12), y organizan iglesias (8:14–17 y 14:21–25). ¿Qué significa la ordenación de Bernabé y de Pablo? Los dos hombres “fueron consagrados a un trabajo que sería reconocido como el trabajo de los apóstoles y en el cual ellos actuarían con autoridad apostólica, manteniendo una posición correspondiente a la de los Doce”.

Además, notemos el paralelo entre los doce apóstoles y Bernabé y Pablo. El Espíritu Santo llena a los doce apóstoles en Jerusalén el día de Pentecostés con lo cual quedan capacitados para dirigirse a las multitudes judías (2:1–41). Y el mismo Espíritu Santo dirige a la iglesia en Antioquía para que designen a Bernabé y a Pablo para que proclamen el evangelio a las multitudes gentiles. Los Doce están ocupados en la formación de la iglesia en Jerusalén que crece rápidamente, mientras Bernabé y Pablo son enviados por la iglesia antioqueña a organizar iglesias hasta los confines de la tierra (1:8).

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Domingo 1 de octubre de 2023

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