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Semana del 10 al 16 de junio de 2024. “El Verdadero Cristiano Buscará Siempre Agradar A Dios, Conforme Al Ejemplo De Jesucristo”

   Lectura Bíblica: Romanos 15: 1 al 3. Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.

   Nota: El comienzo del capítulo 15 tiene la apariencia de un nuevo principio. En realidad, el apóstol resume lo que ha estado diciendo sobre los débiles, e indica cuál ha de ser la actitud de los fuertes hacia ellos. Pero el comienzo no se detiene allí. Pronto se amplía en su alcance y fija la atención de toda la congregación—y de todos aquellos que posteriormente serán puestos en contacto con esta carta—en Cristo, cuyo ejemplo de abnegación a favor de otros debiera ser seguido tanto por los débiles como por los fuertes.

   Cuando Pablo dice: “Nosotros que somos fuertes”, se ubica a sí mismo entre los fuertes. Y cuando continúa: “debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles”, quiere decir, “Hay una obligación moral-espiritual que pesa sobre nosotros, los fuertes; a saber, no pensar solamente en nosotros sino también en las necesidades de otros, y en el caso que nos ocupa, en las necesidades de los que son débiles”. (Véase 1 Co. 10:33. como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.)

    (15:1 al 3) Fraternidad—ministerio—débil—debilidades: en una iglesia fuerte, el que está firme soporta las debilidades del débil. Los creyentes débiles son descritos en el capítulo 14. Son …

  • los que juzgan, se quejan, murmuran, y critican (cp. 14:2-3, 10, 13).
  • los que todavía confían en una conducta legalista, una conducta de prohibiciones y mandatos (Ro. 14:1, 14-15).
  • los que desobedecen la Palabra de Dios y están en contra de mandatos específicos de Dios (Ro. 14: 10-12, 16-23).

   La palabra «soportar» (bastazein) no significa soportar en el sentido de aguantar y tolerar en una actitud molesta. Significa llevar consigo al débil, sostenerlo, llevarlo como un padre o madre llevarla a un hijo: con amor y ternura, con comprensión y cuidado.

   -1. ¿Cómo podría prevalecer en la iglesia una actitud como la descrita? La Escritura da claramente la respuesta: «Cada uno de nosotros agrade a su prójimo.» Es así de simple: no nos agrademos a nosotros mismos. sino agrademos a nuestro prójimo; vivamos para su bienestar y edificación. No importa lo que queramos …

  • el lugar donde quisiéramos ir,
  • la bebida que deseemos tomar,
  • la comida que nos gustaría comer,
  • la película que desearíamos ver.
  • la cosa que quisiéramos comprar,

   … sí va a ser piedra de tropiezo para nuestro hermano, no lo hagamos. Agradamos, ayudamos, sostenemos y vivimos para el bienestar de nuestros hermanos y hermanas para que puedan ser edificados y fortalecidos en la fe.

   – 2. El creyente tiene el mayor de todos los modelos en todo el mundo para negarse a sí mismo y vivir para el prójimo: Jesucristo mismo. «Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo».

  • Los oprobios lanzados contra Dios —la maldición, el rechazo, la incredulidad, la negación, la hostilidad, toda la deshonra y rebelión contra Dios— hirieron el corazón de Cristo. En consecuencia, Cristo se presentó para llevar los oprobios lanzados contra Dios: vino a la tierra y cargó con el pecado de los oprobios e hizo posible que toda persona alabara a Dios en lugar de insultar su glorioso nombre. El celo por quitar toda la deshonra arrojada contra Dios consumió a Cristo y cayó sobre Él. (Cp. Sal. 69: 19-20. Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio; Delante de ti están todos mis adversarios. El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; Y consoladores, y ninguno hallé.)

   Note el punto: Cristo no vino para agradarse a sí mismo. No oró: «Padre quita de mi esta copa de sacrificio y negación, no importa lo que sea». Su oración fue: «Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú» (Mt. 26:39). Jesucristo es el ejemplo del creyente que busca agradar a otros en lugar de agradarse a sí mismo.

   «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser Igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente basta la muerte, y muerte de cruz» (Fil. 2:5-8).

   «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1 P. 2:21).

   «Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los Injustos para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu» (1 P. 3:18).

   «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» (Is. 53:5).

   Pensamiento 1. ¡Qué espíritu glorioso prevalecería en la iglesia si esto realmente fuese puesto en práctica como las Escrituras dicen: por «cada uno de nosotros»!

   «En todo os be enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir» (Hch. 20:35).

   «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo» (Gá. 6:2).

   «Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y maltratados como que vosotros mismos estáis en el cuerpo» (He. 13:3).

   «La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo» (Stg. 1:27).

    Pensamiento 2. Note cuán transformador es este punto. El creyente serio ya no pregunta si una conducta dudosa es correcta y moral, sino si es buena para su hermano. ¿Edificará esto a su hermano?

   «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos» (Mr. 12:30-31).

   «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os be amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Jn. 13:34-35).

   «El amor no hace mal al prójimo: así que el cumplimiento de la ley es el amor» (Ro. 13:10).

   «Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Ro. 14:19).

   «Por lo cual nos gozamos de que seamos nosotros débiles, y que vosotros estéis fuertes; y aun oramos por vuestra perfección» (2 Co. 13:9).

   «Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Gá. 5:14).

   «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes» (Ef. 4:29).

   «Si en verdad cumplís la ley real, conforme a las Escrituras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Stg. 2:8).

Nota del expositor Bíblico: El ejemplo de entrega de Cristo, para pagar una deuda que no le pertenecía, alienta al joven a considerar que no estamos aquí para agradarnos a nosotros mismos sino a Dios que nos llamó para su gloria.

1er Titulo: El joven convertido agrada a Dios cuando soporta en amor al débil. Versículo 1. Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. (Léase: Gálatas 6:1 y 2. Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. ▬ 1ª a los Tesalonicenses 5:14. También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.).

   No se complazcan a ustedes mismos sino también a los débiles (15:1): Pablo ha estado revelando que está de acuerdo con el grupo fuerte y ahora nos hace explícita la identificación con ellos, comenzando el versículo: “los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles” (dynatai, el adjetivo afín de dynamai, “ser capaz” o “tener la fuerza”). Luego, Pablo ordena a los fuertes que reduzcan sus reacciones exageradas y que literalmente “sobrelleven las debilidades de los no fuertes”. “Debilidades” son esa pobre fe que los obliga a obedecer las leyes alimentarias, los días santos y otras regulaciones. Pablo está usando un lenguaje que recuerda a Gálatas 6:2, “Ayúdense unos a otros a llevar [= “soportar”] sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo”.

   Es difícil saber exactamente qué le está pidiendo Pablo a los fuertes. Ciertamente no quiere que les muestren a los débiles el error de sus caminos. Eso es lo que ha estado causando las dificultades, como lo deja claro en el capítulo 14. Les dijo a los fuertes en 14:13–18 que aceptaran a los débiles y que no dañaran su fe. Por lo menos, los exhorta aquí a no dominar a los débiles sino a llevar sus cargas. Esto significa más que solo tolerancia para sus puntos de vista; los fuertes deben tratar de entender de dónde vienen y por qué, así como adoptar un enfoque amoroso hacia ellos en general. Pablo quiere que sean empáticos con los débiles y que muestren una compresión amable del problema.

    A medida que se vuelven compasivos con los cristianos judíos débiles, los fuertes “no deben hacer lo que les agrada”. Deben negarse a alardear de su libertad y proclamar su posición superior sin tener en cuenta las convicciones de los débiles. Es un llamado a la prudencia, la compasión y una conciencia profunda de lo importante que es el problema para estos cristianos judíos. Deben querer fortalecer a los débiles, no derribarlos, y hacer un esfuerzo adicional para hacerlo. Esto es en realidad una obligación cristiana en general (“debemos”) que nos incluye a todos. Dios lo requiere de nosotros.

   Mostrad este amor a todos Gálatas 6.1-2: En contraposición a la rudeza (5:26), el apóstol coloca la mansedumbre. Y dice: 1. Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna transgresión, vosotros que sois espirituales restauradle con un espíritu de mansedumbre … Digamos que aquí tenemos a una persona que, sin haber planeado deliberadamente efectuar una mala obra o embarcarse en un rumbo extraviado, “es sorprendido en una transgresión”. Aun antes de darse cuenta total de la naturaleza éticamente reprensible o injuriosa del acto, ya lo ha cometido. Fue “sorprendido”. Entonces se presenta la pregunta, ¿Cómo debe tratarse dicho caso? La respuesta es que los miembros de la iglesia que son más consistentes en seguir los impulsos del Espíritu (5:16, 18, 25), deben, en un espíritu de dulzura o mansedumbre (cf. 5:23), restaurar al que cometió la falta. La palabra restaurar significa arreglar, esto es, hacer que algo o alguien vuelva a su posición anterior de integridad o pureza. De este modo se usa para la reparación de redes (Mt. 4:21; Mr. 1:19) y para el proceso de perfeccionar el carácter humano (2 Co. 13:11 “perfeccionados”). Cf. Lc. 6:40; 1 Ts. 3:10. La idea principal aquí es con toda seguridad la siguiente: “La acción a seguir respecto al transgresor debe ser positiva, no negativa. No le dañéis, sino que ayudadle. Tratadle como os gustaría ser tratados si estuvieseis en su lugar”. Continúa: mirando constantemente a ti mismo—nótese el cambio del plural (“vosotros que sois espirituales, etc.”) al singular—no sea que tú también seas tentado. La rudeza o la jactancia no le queda bien a la persona que en cualquier momento pueda ser tentada también. En lugar de ser santurrón y arrogante, cada uno debe orar según lo que dice pasajes como Mt. 6:14; 26:41; Mr. 14:38; Lc. 22:40. La persona que piensa que está firme debe cuidar mucho más de sí mismo, no sea que caiga (1 Co. 10:12, 13).

   Nótese cómo Pablo mismo practicaba lo que enseñaba. ¿No era cierto que muchos de los gálatas habían errado, y no poco sino seriamente? Con todo, aunque él no los perdonó (1:6; 3:1ss; 4:11; 5:7), ¿acaso no los trató tiernamente (4:12ss,19, 20)? Este capítulo comienza con una palabra cariñosa, “hermanos”, véase sobre 6:18.

   En completa armonía con el versículo precedente, Pablo dice: 2. Llevad los unos las cargas de los otros. Esto no significa sólo “tolerar” o “aguantar unos a otros”. Significa: “hombro a hombro soportar el peso de la carga de cada miembro”. Cada uno debe poner su hombro bajo las cargas debajo de las cuales este o aquel miembro gime, sea la carga que fuere. Estas

cargas deben cargarse171 colectivamente. Aunque la frase “las cargas de los otros” es muy general y se puede aplicar a todo tipo de aflicción opresiva capaz de ser compartida con la hermandad, sin embargo, debe recordarse que el punto de partida para esta exhortación (véase sobre 6:1) es el deber de extender la mano para ayudar al hermano a fin de que él pueda vencer su debilidad espiritual.172 Continúa: y cumplid así la ley de Cristo. Esta ley de Cristo es el principio de amor de los unos para con los otros que Cristo mismo estableció (Jn. 13:34; véase también Gá. 5:14; cf. Stg. 2:8). Sin embargo, Cristo no sólo promulgó esta ley, sino que también la ejemplificó. Nótese la ternura con que la trató a: la mujer pecadora (Lc. 7:36–50), el ladrón penitente (Lc. 23:43), Simón Pedro (Lc. 22:61; cf. Jn. 21:15–7), un inválido (Jn. 5:14) y a la mujer que fue hallada en adulterio (Jn. 8:11). Nótese también la recepción maravillosamente generosa con la que, según la parábola del hijo pródigo que Cristo pronunció, se recibe al penitente que regresa. Pablo constantemente nos muestra el ejemplo de Cristo (Ro. 15:3–8; 2 Co. 8:9; Fil. 2:5–8), como también el precepto de Cristo.

   Lo que sigue a continuación está en íntima conexión con la idea presentada en los versículos 1 y 2. La conexión que hay con el versículo 1 se puede expresar como sigue: “mirando constantemente a ti mismo, no sea que tú también seas tentado … porque si alguno se imagina que es algo …” Y la conexión con el versículo 2 sería esta: “Llevad los unos las cargas de los otros, porque nadie puede estar firme por sí solo … porque si alguno se imagina que es algo …” Por consiguiente, el apóstol escribe: 3. Porque si alguno se imagina que es algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Lo que nos hace tiernos y generosos, humildes y mansos, compasivos y serviciales hacia los demás es el hecho de darnos cuenta de lo poco que somos nosotros. Esto no quiere decir que alguien debe desesperarse, pensando, “No soy nada, y soy totalmente incapaz para hacer cualquier obra del reino”. Muy por el contrario, Pablo afirma, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). El sentimiento malsano con que uno se desprecia a sí mismo es una injusticia hacia el Dador de todo don perfecto. Pablo no aceptaría nada así. Él está consciente que cuando el Espíritu Santo distribuyó sus dones, él (Pablo) no fue pasado por alto. Por eso, él se llama a sí mismo un perito arquitecto (1 Co. 3:10), un administrador de los misterios de Dios (1 Co. 4:1; cf. 9:17). Se clasifica por sobre diez mil ayos (1 Co. 4:15). Sabe que él puede hablar en lenguas “más que todos vosotros” (1 Co. 14:18). Está convencido que como apóstol ha “trabajado más abundantemente” que cualquiera (1 Co. 15:10). Véase también 2 Co. 11:22, 33; Gá. 1:1, 14 y Fil. 3:4–6. Pero atribuye todos esos dones al Dador de ellos (Ro. 12:3; Gá. 6:14), y jamás pide algún crédito personal por ninguna virtud o talento (Ro. 7:24, 25; 1 Co. 4:7). Además, debemos recordar que Pablo no está diciendo, “Porque si alguno se imagina que es algo, se engaña a sí mismo”. Lo que afirma es, “Porque si alguno se imagina que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”. Pablo está atacando el espíritu de presunción. Este fue el error que hizo que Pedro negase al Señor (Mt. 26:33, 35; Mr. 14:29, 31; Lc. 22:33; Jn. 13:37), y que impidió que el fariseo fuese bendecido (Lc. 18:9–14), así como mucho antes trajo a Goliat a su derrota (1 S. 17:42–44), y la de Benadad (1 R. 20:1ss), de Edom (Abd. 1–4), y Nabucodonosor (Dn. 4:30; cf. Is. 14:21ss). Véase también Ap. 3:17; 18:7.

   1ª a los Tesalonicenses 5:14. En virtud del hecho de que, al instar a los tesalonicenses a ser respetuosos con sus líderes, Pablo pensaba especialmente en las personas desordenadas que hicieron necesaria esta amonestación, no es de extrañar que la próxima instrucción comience entonces: Y os instamos, hermanos, amonestad a los desordenados, alentad a los de poco ánimo, ayudad a los débiles, ejerced paciencia para con todos.

   En la congregación de Tesalónica había tres grupos que necesitaban atención especial: los desordenados, los de poco ánimo, y los débiles.

   La palabra desordenados y de poco ánimo (ὁ λιγόψυχος-οι—las “almas pequeñas”—, Is. 35:4 en la LXX) no ocurre en ningún otro lugar en el Nuevo Testamento. La palabra débiles (ἀσθενής-εῖς, i.e., sin fuerza) ocurre frecuentemente, y se usa tanto en caso de debilidad física (Mt. 25:39, 43, 44; Lc. 10:9; Hch. 4:9; 5:15, 16) como de enfermedad moral y espiritual (Ro. 5:6; 14:1; 1 Co. 8:7, 9, 10; 9:22; 11:30; etc.).

   Ya hemos encontrado a cada uno de estos grupos anteriormente. Así, los desordenados—es decir, los que caminan irregularmente como soldados que marchan a destiempo en las filas—son los fanáticos, entremetidos, y haraganes (4:11, 12; 5:12, 13; y cf. 2 Ts. 3:10). Los de poco ánimo son probablemente los preocupados por los amigos y parientes que habían partido y/o por su propia condición espiritual (4:13–18; 5:4, 5, 9). Y los débiles bien podían ser los que se caracterizaban por su tendencia hacia la inmoralidad (4:1–8). Así interpretado, cada pasaje se explica a la luz de los otros dentro de la misma epístola, sin que se introduzcan cosas nuevas. Estamos, por supuesto, prontos a admitir que esta presentación podría ser inexacta. Así, por ejemplo, el tercer grupo (“los débiles”) bien pudo haber incluido a aquellos individuos que, aunque espiritualmente inmaduros, no se hallaban necesariamente en peligro de traspasar los límites de la decencia en asuntos relacionados con el sexo. Además, estos tres grupos hasta cierto punto pueden trasladarse.

   Es tan claro como el día que estas amonestaciones están dirigidas a la congregación entera—obsérvese la palabra hermanos (véase sobre 1:4)—es decir, en cada caso, a todos los miembros excepto a los que se mencionan específicamente en la amonestación. Así, todos menos los desordenados deben amonestar a los desordenados; todos excepto los de poco ánimo deben alentar a los de poco ánimo, etc. Ha de ejercitarse la mutua disciplina por todos los miembros. Es un error dejar todo esto solamente en manos de pastores y ancianos.

   En cuanto a los imperativos en presente empleados aquí, en primer lugar, Pablo pide a los hermanos amonestar a los desordenados. Sobre el verbo véase el comentario sobre el versículo 12. La amonestación podría tomar la forma sugerida por Pablo mismo en 4:11, 12; 5:12, 13. Es lógico que los de poco ánimo deben ser alentados (véase sobre 2:11 y sobre Juan 11:31). Los débiles deben ser ayudados, o sea, no deben ser abandonados. Los hermanos deben “apegarse” a ellos, proveyéndoles toda la asistencia moral y espiritual necesaria.

  Así, en lugar de rechazar rápidamente a alguien, ya sea desordenado, de poco ánimo, o débil, se debe mostrar paciencia (o longanimidad, μακροθυμία) hacia todos. Cf. Gá. 5:22; Ef. 4:2.

2° Titulo: Debemos participar en la edificación de nuestro prójimo. Versículo 2. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. (Léase: Gálatas 5:14. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.; ▬ 1ª a los Tesalonicenses 5:11. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.).

   Agradar al prójimo (15:2–3): En el versículo 2, Pablo dice lo mismo de dos maneras. Deberíamos “apoyar a los débiles”, lo que significa que nos negamos a agradarnos a nosotros mismos, pero también, buscamos “agradar al prójimo para su bien”, es decir, a los débiles, “por su bien”. Ciertamente, Pablo tiene el mandato central de Levítico 19:18 en mente, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, volviendo a su enseñanza en Romanos 13:8–10. Si bien puede estar dirigiéndose a ambos grupos aquí, el contexto muestra que su enfoque principal sigue siendo el fuerte, que tenía la mayor obligación (v. 1). El amor se redefine como un deseo de agradar al otro.

   Los fuertes deben llegar a comprender la mentalidad cristiana judía, y su objetivo debe ser agradar al débil espiritual (véase Ro12:1–2 sobre la voluntad “agradable” de Dios). Agradar se define de dos maneras: su bien y su edificación (como en 14:19). Esto significa buscar lo mejor para ellos espiritualmente y, como en 14:15, lo que no les traerá el tipo de daño espiritual que puede destruirlos. El objetivo es ayudar a los débiles a crecer en el Señor, a “edificarlos” en Cristo, fortalecer a sus compañeros creyentes en el Señor. Los fuertes deben dejar de castigar a los débiles por sus deficiencias con respecto a la ley y comenzar a ayudarlos a maximizar la obra del Espíritu en sus vidas. Esta es una lección importante para nosotros. Si los calvinistas y los Arminianos o los dispensacionalista y los reformados intentaran entenderse y apreciarse mutuamente a este nivel de profundidad, habría menos divisiones en las iglesias de las que hay.

   Gálatas 5:14: Cuando Pablo previene a los gálatas que no conviertan la libertad en una oportunidad para la carne, sino que se sirvan los unos a otros por amor, él coloca el servicio en contra del egocentrismo, lo positivo contra lo negativo. Pablo hace esto con frecuencia: véase Ro. 12:21; 13:14; 1 Co. 6:18–20; Ef. 4:28, 31, 32; 5:28, 29; 6:4; Col. 3:5–17; 1 Ts. 4:7, etc. El vicio sólo puede ser vencido por la virtud, la cual es un don del Espíritu y la responsabilidad del hombre. Continúa: 14. Porque toda la ley se cumple, en una palabra, a saber: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pablo está citando Lv. 19:18. También podríamos decir que está citando las palabras de Jesús (Mt. 22:39, 40; Mr. 12:31; Lc. 10:27; cf. Mt. 7:12; 19:19; Ro. 13:8–10; y 1 Co. 13). Por tanto, el amor es tanto el resumen (epítome interpretativo o condensación) como la realización práctica de toda la ley moral dada por Dios, vista como una unidad. Por cierto, en armonía con el contexto precedente inmediato (“servíos por amor los unos a otros”) el apóstol aquí se refiere especialmente a la segunda tabla de la ley, no a la primera, pero la primera tabla está al trasfondo, ya que ambas son inseparables (1 Jn. 4:20, 21). Pablo enseña siempre que, aunque sería un grave error decir que el pecador debe amar a Dios y a su prójimo para poder ser salvo, es del todo cierto que el “santo” salvado por gracia, a causa de una profunda gratitud por (y a fuerza de) esta salvación ama a Dios y a su prójimo. Aunque el amor y las obras que el amor produce no deben ser considerados como condiciones previas para la salvación, con todo son muy importantes como frutos de la obra del Espíritu Santo en el corazón del hombre. Una vez que se entiende esto, llega a ser evidente que Pablo es completamente consecuente cuando, por un lado, mantiene que el creyente no está bajo la ley, más, sin embargo, por el otro, hace énfasis en que está “bajo la ley de Cristo” (1 Co. 9:21; y véase Gá. 6:2).

   Se ha dicho que la regla citada aquí no difiere en ningún aspecto de la regla de los moralistas no cristianos. Sin embargo, la semejanza sólo es superficial. La motivación que tiene el creyente para obedecer este mandamiento es la gratitud por la redención consumada por Cristo; el poder para realizarla es proporcionado por el Espíritu de Cristo (Gá. 5:1, 13, 25; cf. Ef. 3:16, 17; 4:20ss; 5:1ss); y Cristo es el que da el ejemplo de obediencia (Jn. 13:24).

   Cuando se hace la pregunta, “Pero, ¿quién es mi prójimo?” (Lc. 10:29), la respuesta es: quienquiera que por la providencia de Dios entre en contacto con nosotros; cualquiera que podamos ayudar de cualquier forma, aun cuando nos odie y en ese sentido sea nuestro “enemigo” (Mt. 5:43–48). En esto también Cristo nos ha dado el ejemplo supremo (Lc. 23:34; cf. 1 P. 2:21–24). Además, la parábola del buen samaritano (Lc. 10:25–37) prueba que, en lugar de preguntar, “¿Quién es mi prójimo?” cada persona debe “hacerse prójimo” para aquel que puede ayudar en cualquier forma.

   1ª Tesalonicenses 5:11. La relación entre 5:10 y 11 es muy paralela a la relación existente entre 4:17 y 18. Tal como en el capítulo 4 la cláusula, “Y así estaremos siempre con el Señor” fue seguida por “Por tanto alentaos unos a otros con estas palabras”, así también aquí en el capítulo 5 la cláusula “A fin de que … vivamos en comunión con él” es seguida de Por lo tanto alentaos unos a otros, y edificaos unos a otros, como de hecho lo estáis haciendo.

   Esta última expresión, “como de hecho lo estáis haciendo” ya ha sido explicada en conexión con 4:10. Mediante la mutua instrucción y el mutuo aliento cuya base se halla en el párrafo precedente (aliento contenido en afirmaciones tales como “Vosotros no estáis en tinieblas”, “Vosotros sois todos hijos del día”, “Porque Dios no nos designó para ira sino para la adquisición de salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo … para que vivamos en comunión con él”), los creyentes de Tesalónica realizarían una valiosísima obra personal: edificándose el uno al otro; por cuanto la iglesia como también el creyente en particular constituyen el edificio de Dios, el templo de Dios, 1 Co. 6:19.

3er Titulo: Cristo, ejemplo de entrega y amor para agradar al Padre. Versículo 3. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí. (Léase: San Mateo 26:39. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.; 1ª de Juan 3:16. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.).

   Pablo recurre al ejemplo de Cristo en el versículo 3: “Porque ni siquiera Cristo se agradó así mismo”. No vivió su vida para satisfacer sus propios deseos, sino que vivió para servir a los demás. Este fue el corazón de las narraciones de la tentación (Mateo 4:1–11 = Lucas 4:1–13), en las cuales Satanás tentó a Jesús a buscar su propia gloria y a complacerse a sí mismo en lugar de a su Padre. Esta tentación está en el centro del significado del pecado, el deseo egocéntrico de vivir para nosotros.

   Ahora Pablo cita las Escrituras, uno esperaría un pasaje que señalara el estilo de vida sacrificial de Jesús y su muerte por nosotros. Sin embargo, es un poco sorprendente que Pablo cita el Salmo 69:9, un pasaje sobre Cristo experimentando burlas y calumnias por causa de Dios: “Sobre mí han recaído los insultos de tus detractores”. En este contexto, “tus” habla sobre Dios el Padre y “sobre mí” es Cristo.

   El Salmo 69 es un salmo de lamento en donde David describe las luchas de una víctima justa, y Pablo lo vio cumplido en Jesús. Es uno de los pasajes del Antiguo Testamento que se citan con mayor frecuencia sobre la muerte de Jesús en la cruz (Marcos 15:35–36 y paralelos; Juan 2:17; 15:25; Hechos 1:20; Romanos 11:9). Los “insultos” aquí se refieren a la burla que Jesús sufrió en la cruz, el acto supremo de sacrificio propio; véase Romanos 5:8, donde la muerte de Jesús a manos de sus enemigos “demuestra su amor por nosotros”.

   Pablo dice que cuando el Mesías voluntariamente llevó la culpa en la cruz, se convirtió en el modelo para todos nosotros de una vida vivida para agradar a Dios en lugar de a uno mismo. Si Cristo soportó tales insultos, hasta una muerte sacrificial, para los cristianos romanos, ¿por qué no podrían aquellos cuya fe es fuerte soportar la pérdida de algunas libertades por el bien de los cristianos más débiles que hay entre ellos? Los juicios de los débiles contra los fuertes deben ser soportados con serenidad. Es por el bien mayor de la iglesia para que se honre el nombre de Dios y se fortalezca la comunidad.

   San Mateo 26.39: En el Getsemaní, Jesús sufrió angustia y oró

   La agonía continúa y aun se intensifica. Pero ahora se agrega el relato de la oración de Cristo (ya introducido brevemente en el v. 36) al de su agonía. 39. Y yéndose un poco más lejos, cayó con el rostro en tierra en oración, diciendo: Padre mío … El Maestro no quiere ser distraído durante su oración. Por eso deja atrás aun a los tres. Pero no se va muy lejos, porque desea todavía estar en contacto con ellos. Habiendo llegado a un lugar adecuado se arroja con el rostro en tierra, en un espíritu de profunda reverencia y temor ante su Padre celestial, mientras la tristeza y la angustia continúan y aun crecen con cada momento que pasa. Se dirige al objeto de su oración en la forma más íntima diciendo: “Padre mío”. Acerca de esta expresión y otras relacionadas, véase sobre 5:14b–16; 6:9; 7:21–23; 12:50, 16:17. En cuanto a posiciones para la oración y su significado. Prosigue: … si es posible líbrame de esta copa; sin embargo, no como yo quiero, sino como tú quieres. “Esta copa”, véase sobre 20:22. Lc. 22:43 relata que vino “un ángel del cielo y le fortaleció”. Esto bien podría considerarse una respuesta a su oración, porque aunque no le fue retirada la copa, se le dio fuerzas para llevarla a la boca y beberla hasta dejarla vacía. El mismo evangelista afirma en el versículo siguiente que “estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”.

   Ya se ha indicado la naturaleza de la copa (véase sobre el v. 37). Jesús ahora pide ser librado de ella, es decir, que pase de él. La naturaleza completamente sin pecado, en realidad ejemplar, de la oración se ve en el hecho de que la oración principal “líbrame de esa copa” es introducida por la oración subordinada “si es posible”, la que a su vez se ve aclarada por las palabras “sin embargo, no como yo quiero, sino como tú quieres”. Jesús se está sometiendo enteramente a la voluntad del Padre.

   Nunca podremos nosotros, que ni siquiera conocemos como funciona la interacción entre nuestro cuerpo y alma, comprender cómo en estos solemnes momentos se relacionaba la naturaleza humana de Cristo con la divina, o viceversa. La unión de esta naturaleza humana con la divina dio un valor infinito al intenso sufrimiento experimentado por la naturaleza humana de Cristo. Por eso su sufrimiento, de principio a fin, fue todo suficiente, esto es, suficiente para el pecado de todo el mundo.

   1ª de Juan 3:16: 16. En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo dio su vida por nosotros. Y nosotros debemos dar nuestras vidas por nuestros hermanos.

   Juan es un pastor y un maestro. Como sabio pastor se pone a la altura de sus lectores usando la primera persona plural nosotros. Y como maestro les recuerda a sus lectores el mensaje del evangelio cuando dice: “Conocemos, es decir, “hemos aprendido nuestra lección y la conocemos bien”.

   ¿Pero qué es lo que conocemos? Conocemos lo que es el amor. Juan centra su atención no en las ilustraciones tomadas de la vida diaria, sino del supremo ejemplo del amor, la saber, “Jesucristo, [quien] dio su vida por nosotros”. En síntesis; sabemos lo que es el amor, porque hemos oído el mensaje del evangelio.

   La muerte de Jesús en la cruz no es una muerte pasiva comparable con la muerte en el sacrificio de un animal. Jesucristo murió de una muerte activa y determinada. Por propia voluntad dio su vida por su pueblo. Entonces, si Jesús dio su vida por nosotros, ¿cuál es nuestra obligación para con él? En el siglo XIX, Frances R. Havergal formuló esta pregunta por medio de un himno:

Mi vida di por ti,

Mi sangre derramé,

Por ti inmolado fui,

Por gracia te salvé;

Por ti, por ti inmolado fui,

¿Qué has dado tú por mí?

Por ti, por ti inmolado fui,

¿Qué has dado tú por mí?

   Juan tiene una respuesta, ya que escribe: “Y nosotros debemos dar nuestras vidas por nuestros hermanos”. Cuando él dice debemos, impone una obligación moral: así como Jesús extiende su amor dando su vida, del mismo modo el cristiano debe expresar su amor por los creyentes estando dispuesto a dar su vida por ellos. Cuando el honor del nombre de Dios, el avance de su iglesia y la necesidad de su pueblo demandan que amemos a nuestros hermanos, debemos demostrar nuestro amor a cualquier costo—aun al punto de arriesgar y perder nuestras vidas.

Consideraciones prácticas acerca de 3:16–18

   Hoy en día en muchas familias en el divorcio, la deserción y la separación crean pesares y amarguras incontables. Parejas que en el momento de su boda declararon que se amarían mutuamente “hasta que la muerte los separe” exhiben una dura indiferencia cuando contemplan el divorcio. Sus votos matrimoniales yacen rotos como piezas de porcelana en un piso de cemento. ¿Qué fue lo que falló?

    El amor se desvaneció porque no podía florecer en un ambiente en el cual siempre se toma y nunca se da. El amor sólo puede prosperar en un ambiente donde se le permite dar, porque el amor genuino es un dar con sacrificio.

   Obsérvese el ejemplo divino. No hay nada que Dios ame más que poder dar. Es más, él nos amó tanto que entregó a su Hijo Unigénito para morir por nosotros (Jn. 3:16), y fue por amor a su pueblo que Jesús entregó su vida Juan dice: “Nosotros debemos dar nuestras vidas por nuestros hermanos”.

   ¿Qué espera el Señor en el matrimonio? Que el esposo y la mujer se respeten y se amen mutuamente hasta el punto de estar dispuestos a dar la vida el uno por el otro. Cuando el esposo y la esposa se cuidan tiernamente el uno al otro, imitando el ejemplo de Cristo con su amor de sacrificio, experimentarán que Dios los mantiene unidos en el amor matrimonial y bendice su hogar y su familia con años de felicidad conyugal.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Semana del 10 al 16 de junio de 2024

Destacado

Semana del 03 al 09 de junio de 2024.“Obrar Con Fe, Alienta La Mutua Edificación Y Libra De Condenación”

   Lectura Bíblica: Romanos 14: 14 al 23. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

    Comentario general del contexto Bíblico: (14: 19) Propósito de los creyentes: seguir las cosas que traen paz y edificación. Este es el propósito mismo de los creyentes mientras están sobre la tierra: llevar paz a los hombres y edificarles. Los hombres deben obtener la paz con Dios y unos con otros y deben ser edificados en Cristo. Los creyentes tienen tanto el mensaje de paz como el de crecimiento; en consecuencia, deben seguir solamente aquellas cosas que darán la paz y edificarán a los hombres.

   «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres» (Ro. 12:18).

   «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (He. 12:14).

   «Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación» (Ro. 15:2).

   «En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica» (1 Co. 8:1).

   «Hágase todo para edificación» (1 Co. 14:26).

   «¿Pensáis aún que nos disculpamos con vosotros? Delante de Dios en Cristo hablamos; y todo, muy amados a vuestra edificación» (2 Co. 12:19).

   «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes» (Ef. 4:29).

   (14:20) Libertad vs. libertinaje: no destruyas o arruines la obra de Dios en la vida de otra persona-es pecado hacerlo. Una persona, niño o adulto, es mucho más importante que tener el derecho de comer y beber ciertas cosas o asistir y participar de ciertas actividades sociales y recreativas.

   «Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar» (Mt. 18:6).

   «Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poder tropiezo a mi hermano» (1 Co. 8:13).

   «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros» (Gá. 5:13).

   «No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Fil. 2:4).

   «Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de DIOS» (1 P. 2:16).

   (14:21) Libertad vs. libertinaje; influencia-testimonio: nada hagas que cause tropiezo a un hermano. Notemos con cuánta claridad hablan las Escrituras: alimentos, vino -nada- vale tanto como para que valga la pena hacer tropezar al hermano, niño o adulto. Lo que está bien para uno puede ser la caída para el otro, porque los hombres influyen sobre los niños y otros adultos, y el hecho no es debatible. La persona débil, sea niño o adulto puede hacer algo …

  • porque todos los demás lo hacen.
  • porque no quiere ir contra la gente.
  • porque simplemente no quiere ser diferente.
  • porque no quiere ser criticado, ridiculizado, o ser impopular.
  • porque es de carácter débil.
  • porque mira a sus amigos (o padres) y los idolatra.

   «En todo os be enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir» (Hch. 20:35).

   «Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones» (Ro. 14:1).

   «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos» (Ro. 15:1).

   «Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles» (1 Co. 8:9).

   «Y por el conocimiento tuyo se perderá el hermano débil por quien Cristo murió» (1 Co. 8:11).

   «Me ha hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me be hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos» (1 Co. 9:22).

   «Ninguno busque su propio bien, sino el del otro [bienestar]» (1 Co. 10:24).

   «No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Fil. 2:4).

   (14:22-23) Libertad vs. libertinaje-condenación del ego: cuidado que no te condenes. Hay tres maneras en que el creyente puede evitar el condenarse a sí mismo.

▬ 1. Guardando su fe. Fe significa creer una persona que puede hacer cierta cosa y que eso es aceptable a Dios. Si un creyente se siente libre de hacer cierta cosa entonces puede hacerla, pero debe ser hecha en privado delante de Dios. No debe ser hecha en público y delante de los hombres. Se debe comer y beber en privado. Hacer aquello en privado y ofrecerlo a Dios con acciones de gracias es la única manera en que es aceptable. Si no puede ser ofrecida a Dios con acciones de gracias, no debe hacerse.

2. No yendo contra la conciencia. El creyente no debe condenarse a sí mismo en lo que hace o permite hacer en su vida y en su hogar. (Recordemos: los hijos, y la esposa o el marido están siendo influenciados por lo que el creyente hace.)

3. Actuando en fe, con la convicción de que Dios aprueba la actividad. Si hay alguna duda, note cuán enérgica y claramente las Escrituras hablan: «Lo que no es de fe es pecado». Si un creyente no puede comer, beber y hacer las cosas en fe -sabiendo es aceptable a Dios- entonces está cometiendo un pecado.

   «Pero sin fe es Imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (He. 11:6).

   «Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado» (Stg. 4:17).

   «Peca el que menosprecia a su prójimo; más el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado» (Pr. 14:21).

   «El pensamiento del necio es pecado» (Pr. 24:9).

Nota del expositor: Limitar nuestras libertades en aras del buen testimonio y de la edificación mutua, es un acto de fe que alienta al débil y no le provoca ofensa ni tropiezo.

1er Titulo: Protegiendo la obra de Dios en los creyentes débiles. Versículos 19 y 20. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. (Léase: 1ª a los Corintios 8:13. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano. ▬ Romanos 15:1 y 2. Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.).

   Comentario de Romanos 14:19. Busquemos entonces las cosas que llevan a la paz y a la edificación mutua.

   Nótese lo siguiente:

▬ a. Paz es un don que Dios en Cristo imparte a la iglesia (Jn. 14:27; 16:33; 20:19, 21, 26; Ro. 15:33; 16:20; 2 Co. 13:11). Él es “el Dios de paz” (Fil. 4:9; 1 Ts. 5:23; 2 Ts. 3:16). Por lo tanto, la paz genuina es “el don de Dios” (Fil. 4:7).

   Esto no significa, empero, que debemos dar esta paz por sentada. Al contrario, aquí en 14:19 se nos recuerda que es nuestro deber “buscar las cosas que llevan a la paz”. Esto está de acuerdo con el pensamiento de Pedro (1 P. 3:11), con el del escritor de la epístola a los hebreos (12:14), y, mucho antes, con el del salmista (34:14).

▬ b. Edificación mutua. Esta expresión demuestra que Pablo visualiza a la iglesia como un edificio. Esto implica que se trata de un cuerpo unido. Sin embargo, no debe pensarse que este edificio está terminado. No, está siempre elevándose (Ef. 4:16). Aun las piedras individuales distan de ser cosas estáticas. Si las cosas van como deben, las piedras están en proceso de ser hechas cada vez más hermosas. Lo que, es más, ¡se trata de piedras vivas! (1 P. 2:5).

   El material de construcción principal es el amor (Ef. 4:16). Esta es más importante, aunque la libertad. “Cuidaos de que el ejercicio de vuestra libertad no se transforme en una piedra de tropiezo para el débil” (1 Co. 8:9). En realidad, el amor es mejor aún que el conocimiento. “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Co. 8:1).

    Vers. 20. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En efecto, todo es limpio, pero es malo para una persona comer lo que causa tropezar (a otro).

   Ya hemos tomado nota que en el v. 16 Pablo se dirigía a los fuertes. No hay razón para creer que en los versículos que vienen inmediatamente a continuación—inclusiva el v. 20—él esté dirigiendo sus palabras de advertencia y exhortación a un grupo diferente. La primera parte del pasaje no causa ninguna dificultad. Pablo vuelve a la segunda persona singular, que usara por última vez en el v. 15. Esto aumenta la fuerza de sus amonestaciones.

   Tras haber alentado momentos antes la obra de la edificación, el apóstol advierte ahora en contra de hacer lo opuesto, a saber, destruir o derribar (cf. Mt. 5:17; 24:2; 26:61; 27:40; 2 Co. 5:1; Gá. 2:18). Este destruir es tanto peor porque tiene que ver con la obra de Dios en el corazón y la vida del hermano débil, y porque se hace solamente por algo material, a saber, ¡la comida!

   Y si alguien llegara a objetar que está perfectamente bien que la persona fuerte coma lo que le gusta, visto que toda comida es limpia, como Pablo mismo acaba de admitir (14:14; cf. Mr. 7:19–23; 1 Ti. 4:4), la contestación es: “No cabe duda que todo es puro, pero es erróneo—malo, nocivo—que una persona coma algo que causa tropezar (a otro)”.

   En el original, sin embargo, esta cláusula final del v. 20 está comprimida en muy pocas palabras: “pero malo para una persona el comer con una piedra de tropiezo [o: con ofensa]”.

   La pregunta surge: “¿Quiere Pablo decir que la persona fuerte debe estar en guardia, no sea que por su comer esté dando ofensa al hermano débil?” ¿O está él diciendo: “Está mal que la persona débil coma con una conciencia turbada”?. De estas dos, según lo ve el presente intérprete, es la primera la que merece la preferencia. Las razones son: (a) No sólo en el contexto que inmediatamente le antecede, sino también en el que le sigue (v. 21) Pablo se está dirigiendo a los fuertes. Es natural, entonces, suponer que lo hace también aquí en el v. 20. (b) Esta conclusión hace que este pasaje armonice con el v. 13b, en el que Pablo exhorta a los fuertes a dejar de criticar a los débiles. (c) En otra parte, en un contexto parecido, el apóstol declara: “Por consiguiente, si lo que como hace caer a mi hermano en pecado, nunca volveré a comer carne, para no hacerle pecar” (1 Co. 8:13).

    Comentario 2: Paz y edificación mutua (14:19)

   Después de discutir las implicaciones de sus luchas internas y la necesidad de otro camino para sus energías, Pablo vuelve a exhortar y les dice lo que deben hacer: “Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación”.

   La realidad del reino de Dios en medio de ellos exige armonía entre los diversos grupos que componen la iglesia. El verbo traducido “esforcémonos” es diōkōmen, que en el presente continuo tiene la idea de un esfuerzo incesante para producir una cosa. La iglesia está sumida en conflictos y mala teología, entonces se necesitará una gran cantidad de trabajo guiado por el Espíritu para que las cosas avancen en la dirección correcta.

La idea de buscar la paz es frecuente en el Nuevo Testamento. Es un aspecto esencial de la vida en el Espíritu. El punto de Pablo es que la paz en la comunidad requiere una energía muy grande, por lo que deben perseguirla con todo lo que poseen y hacerlo bajo la fuerza que el Espíritu les proporciona. Los fuertes hasta ahora han sacrificado la paz por su libertad cristiana.

   La paz se logra al perseguir las cosas que contribuyen a la “mutua edificación”. Si los fuertes trabajaran para edificar a los débiles en lugar de hacer alarde de su libertad religiosa frente a ellos, la paz sería la consecuencia natural. Pablo dice esto bien en Efesios 4:12–13, donde los líderes deben “a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo”.

   Esto se hace individualmente a través de la consejería, pero es probable que Pablo piense colectivamente en toda la iglesia con su enfoque transformado para centrarse en el pueblo unido de Dios que crece en Cristo. Los débiles y los fuertes deben dejar de enfocarse en ganar el debate y centrarse en edificarse mutuamente en Cristo para lograr la paz y una adoración y alegría unidas en Cristo.

    1ª Corintios 8:13. Por tanto, si la comida hace que mi hermano caiga en pecado, no volveré a comer carne jamás, para evitar que mi hermano tropiece.

   La conclusión es que Pablo mismo hace las veces de líder, aun estando físicamente ausente. Si el cristiano espiritualmente fuerte no cumple con su deber de fortalecer al débil, Pablo se pone como ejemplo. Este versículo contiene una oración condicional que indica a una realidad cierta. Los lectores pueden estar seguros que Pablo hará lo que les dice.

   Pablo usa la palabra general comida, en lugar de carne sacrificada, tema que había sido el centro de la discusión (véase los vv. 1, 4, 7, 10). El asunto de la comida no debiera ser una piedra de tropiezo para nadie en la iglesia. Pablo mismo reprendió a Pedro y a Bernabé por negarse a comer con los cristianos gentiles de Antioquía (Gá. 2:11–14). Él y sus colaboradores fueron los que llevaron la carta del concilio de Jerusalén a los cristianos gentiles (Hch. 15:29). Los cristianos judíos hasta se negaban a comprar carne en el mercado gentil por miedo a comer carne que hubiese sido ofrecida a un ídolo. Se apegaban completamente a la ley de Moisés (cf. Hch. 21:20). Los cristianos gentiles también eran cuidadosos cuando comían con amigos no cristianos.

   Por el bien de su hermano, Pablo dice «no volveré a comer carne jamás, para evitar que mi hermano tropiece». En el siguiente capítulo de esta carta dirá claramente: «A los débiles me he hecho débil para ganar a los débiles. A todos me he hecho de todo para por todos los medios salvar a algunos» (9:22). Pablo estaba listo a dejar de comer ciertas comidas, si esto promovía la causa de Cristo, la diseminación del evangelio y el crecimiento de la iglesia.

¿Quiere decir Pablo que todo cristiano debe hacerse vegetariano? De ningún modo. Pero está listo a llegar a cualquier extremo, si esto evita que sea herida la conciencia de cualquiera por quien Cristo murió.34 Y si esto implica no comer carne por un tiempo, Pablo adoptará esa medida. Estaba listo a someter su libertad cristiana al principio del amor. Pablo le pide a cada creyente que muestre un genuino amor cristiano que cumpla el resumen de la ley: amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y el alma, y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mt. 22:37–39). Por cierto, Agustín expresa un mandamiento similar: «Mientras ames a Dios y a tu prójimo, puedes hacer lo que te plazca y no caerás en pecado».

    No se complazcan a ustedes mismos sino también a los débiles (Romanos 15:1)

    Pablo ha estado revelando que está de acuerdo con el grupo fuerte y ahora nos hace explícita la identificación con ellos, comenzando el versículo: “los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles” (dynatai, el adjetivo afín de dynamai, “ser capaz” o “tener la fuerza”). Luego, Pablo ordena a los fuertes que reduzcan sus reacciones exageradas y que literalmente “sobrelleven las debilidades de los no fuertes”. “Debilidades” son esa pobre fe que los obliga a obedecer las leyes alimentarias, los días santos y otras regulaciones. Pablo está usando un lenguaje que recuerda a Gálatas 6:2, “Ayúdense unos a otros a llevar [= “soportar”] sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo”.

   Es difícil saber exactamente qué le está pidiendo Pablo a los fuertes. Ciertamente no quiere que les muestren a los débiles el error de sus caminos. Eso es lo que ha estado causando las dificultades, como lo deja claro en el capítulo 14. Les dijo a los fuertes en 14:13–18 que aceptaran a los débiles y que no dañaran su fe. Por lo menos, los exhorta aquí a no dominar a los débiles sino a llevar sus cargas. Esto significa más que solo tolerancia para sus puntos de vista; los fuertes deben tratar de entender de dónde vienen y por qué, así como adoptar un enfoque amoroso hacia ellos en general. Pablo quiere que sean empáticos con los débiles y que muestren una compresión amable del problema.

   A medida que se vuelven compasivos con los cristianos judíos débiles, los fuertes “no deben hacer lo que les agrada”. Deben negarse a alardear de su libertad y proclamar su posición superior sin tener en cuenta las convicciones de los débiles. Es un llamado a la prudencia, la compasión y una conciencia profunda de lo importante que es el problema para estos cristianos judíos. Deben querer fortalecer a los débiles, no derribarlos, y hacer un esfuerzo adicional para hacerlo. Esto es en realidad una obligación cristiana en general (“debemos”) que nos incluye a todos. Dios lo requiere de nosotros.

   Agradar al prójimo (15:2–3)

   En el versículo 2, Pablo dice lo mismo de dos maneras. Deberíamos “apoyar a los débiles”, lo que significa que nos negamos a agradarnos a nosotros mismos, pero también, buscamos “agradar al prójimo para su bien”, es decir, a los débiles, “por su bien”. Ciertamente, Pablo tiene el mandato central de Levítico 19:18 en mente, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, volviendo a su enseñanza en Romanos 13:8–10. Si bien puede estar dirigiéndose a ambos grupos aquí, el contexto muestra que su enfoque principal sigue siendo el fuerte, que tenía la mayor obligación (v. 1). El amor se redefine como un deseo de agradar al otro.

   Los fuertes deben llegar a comprender la mentalidad cristiana judía, y su objetivo debe ser agradar al débil espiritual (véase Ro12:1–2 sobre la voluntad “agradable” de Dios). Agradar se define de dos maneras: su bien y su edificación (como en 14:19). Esto significa buscar lo mejor para ellos espiritualmente y, como en 14:15, lo que no les traerá el tipo de daño espiritual que puede destruirlos. El objetivo es ayudar a los débiles a crecer en el Señor, a “edificarlos” en Cristo, fortalecer a sus compañeros creyentes en el Señor. Los fuertes deben dejar de castigar a los débiles por sus deficiencias con respecto a la ley y comenzar a ayudarlos a maximizar la obra del Espíritu en sus vidas. Esta es una lección importante para nosotros.    Si los calvinistas y los Arminianos o los dispensacional y los reformados intentaran entenderse y apreciarse mutuamente a este nivel de profundidad, habría menos divisiones en las iglesias de las que hay.

   Pablo recurre al ejemplo de Cristo en el versículo 3: “Porque ni siquiera Cristo se agradó a sí mismo”. No vivió su vida para satisfacer sus propios deseos, sino que vivió para servir a los demás. Este fue el corazón de las narraciones de la tentación (Mateo 4:1–11 = Lucas 4:1–13), en las cuales Satanás tentó a Jesús a buscar su propia gloria y a complacerse a sí mismo en lugar de a su Padre. Esta tentación está en el centro del significado del pecado, el deseo egocéntrico de vivir para nosotros.

   Ahora Pablo cita las Escrituras, uno esperaría un pasaje que señalara el estilo de vida sacrificial de Jesús y su muerte por nosotros. Sin embargo, es un poco sorprendente que Pablo cita el Salmo 69:9, un pasaje sobre Cristo experimentando burlas y calumnias por causa de Dios: “Sobre mí han recaído los insultos de tus detractores”. En este contexto, “tus” habla sobre Dios el Padre y “sobre mí” es Cristo.

   El Salmo 69 es un salmo de lamento en donde David describe las luchas de una víctima justa, y Pablo lo vio cumplido en Jesús. Es uno de los pasajes del Antiguo Testamento que se citan con mayor frecuencia sobre la muerte de Jesús en la cruz (Marcos 15:35–36 y paralelos; Juan 2:17; 15:25; Hechos 1:20; Romanos 11:9). Los “insultos” aquí se refieren a la burla que Jesús sufrió en la cruz, el acto supremo de sacrificio propio; véase Romanos 5:8, donde la muerte de Jesús a manos de sus enemigos “demuestra su amor por nosotros”.

   Pablo dice que cuando el Mesías voluntariamente llevó la culpa en la cruz, se convirtió en el modelo para todos nosotros de una vida vivida para agradar a Dios en lugar de a uno mismo. Si Cristo soportó tales insultos, hasta una muerte sacrificial, para los cristianos romanos, ¿por qué no podrían aquellos cuya fe es fuerte soportar la pérdida de algunas libertades por el bien de los cristianos más débiles que hay entre ellos? Los juicios de los débiles contra los fuertes deben ser soportados con serenidad. Es por el bien mayor de la iglesia para que se honre el nombre de Dios y se fortalezca la comunidad.

2° Titulo: Llamado a no practicar nada que cause tropiezo, ofensa y debilitamiento al hermano. Versículo 21. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. (Léase: 1ª a los Corintios 10:32 y 33. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos. ▬ 2ª a los Corintios 6.3. No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado.).

   Comentario de Romanos 14: 21-22: Después de declarar que es lo malo, una expresión respecto a lo bueno procede naturalmente.: 21. Es mejor no comer carne o no beber vino o no hacer cualquier otra cosa que cause tropezar a tu hermano.

   No es la intención del apóstol “establecer la ley” en cuanto a comer y beber. No está dando una orden, sino que está, más bien, de modo paternal al fuerte a limitar voluntariamente el uso de su libertad, y a hacerlo por consideración a su débil hermano en Cristo; que en presencia de esa persona débil él se abstenga del privilegio de comer carne. Es el mismo Pablo, que en el v. 15 decía: “Porque si tu hermano queda seriamente turbado por lo que comes, ya no andas en amor”, el que habla aquí en el v. 21.

   Hay tres cosas de las cuales, según el v. 21, se aconseja a la persona fuerte que se abstenga, por consideración a los que son débiles:

◘a. comer carne.

◘b. beber vino

◘c. hacer cualquier otra cosa que cause tropezar a “tu hermano”.

   En lo referente a (a) abstenerse de comer carne, esto procede naturalmente del pensamiento expresado en los vv. 2, 15, 16, 20.

   En lo referente a (b) abstenerse de beber vino, cabe decir que sin otra información adicional es probablemente imposible determinar con exactitud por qué Pablo añade esto. Según algunos esto no significa que los débiles realmente se abstenían de la bebida, sino que se menciona sólo porque en el v. 17 Pablo había hecho referencia a comer y beber. Por otra parte, me parece preferible la opinión de Murray, compartida por muchos otros expositores, a saber, que beber vino era parte de los escrúpulos del débil. No se aclara la razón de esta abstinencia. ¿Se habrán abstenido los débiles del uso del vino porque el vino era usado como libación en los sacrificios de animales? Lo cierto es que no sabemos, pero véase también Dn. 1:8, 16.

   En lo referente a (c), el apóstol “simplemente está recomendando a otros lo que por algún tiempo ha sido ya su propia regla”. Cf. 1 Co. 8:13.

   Comentario 2: No coma nada que haga tropezar a otro (Romanos 14:20–21)

   Pablo muestra su desafío al afirmar inequívocamente: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida”. Es un pecado dañar espiritualmente a un compañero creyente para que puedas alardear de tu libertad. La conciencia de los débiles no les da otra opción: no pueden comer carne, ya que podría no ser kosher. Los fuertes tienen la opción: pueden comerlo o no. Depende de ellos resolver este problema, y Pablo espera que hagan lo mejor para los creyentes más débiles y para la comunidad en general.

   Lo declara firmemente porque las repercusiones son graves: podrían “destruir la obra de Dios”. El peligro no es solo ofender la conciencia demasiado sensible de alguien. “La obra de Dios” incluye la obra redentora de Cristo y la obra de salvación en estos creyentes más débiles. Si no actúan juntos, se desatarán dos fuerzas destructivas: los creyentes individuales serán destruidos espiritualmente (vv. 15–16, 20b), y la obra de Dios en la comunidad como un todo, será destruida (v. 20a).

   De modo que el versículo 21 proporciona la solución: “Más vale no comer carne ni beber vino, ni hacer nada que haga caer a tu hermano”. Pablo invierte su modo de hablar por el efecto: es malo comer carne si dañará a otro, y es bueno abstenerse de participar si ayuda a la situación. Esta es la única vez en donde Pablo menciona el vino en este pasaje. En el Antiguo Testamento, solo las personas que habían tomado un voto nazareo se abstuvieron de beber vino, y no había regulaciones de la Torá en su contra (Nm 6:2–4; Jue 13:7). En la iglesia romana, lo más probable es que los mismos cristianos judíos hiper conservadores que evitaban la carne porque no cumplía con los estándares kosher evitaban el vino porque podría haberse usado en bebidas dedicadas a los dioses. Los fuertes deben estar dispuestos a no comer carne y beber vino para no dañar la conciencia de un compañero creyente. Pablo expande esto agregando “ni hacer nada” para mostrar que está involucrado un principio universal. El cristiano maduro no hará nada que pueda dañar espiritualmente a otro creyente.

   Comentario de 1ª Cor. 10:32-33: [31]. Por tanto, sea que comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

   En estas últimas observaciones, Pablo expresa los mismos sentimientos que expone en más detalle en una de las cartas de la prisión: «Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él» (Col. 3:17). Pablo exhorta a los corintios a que vivan para la gloria de Dios, a que sean positivos sin ser ofensivos, y que hasta en la actividad diaria de comer y beber, exalten la bondad y la gracia de Dios.

   No podremos glorificar a Dios, a menos que nuestras vidas estén en armonía con él y sus preceptos. Ningún rasgo de nuestra conducta debe impedir que la gloria de Dios se refleje a través de nosotros. En otras palabras, en todo lo que hacemos y decimos, no importa cuán insignificante sea, el mundo debe ser capaz de ver que somos el pueblo de Dios. Nuestro principal objetivo en nuestra vida debe ser exaltar la gloria de Dios (cf. 1 P. 4:11).

   [32]. No ofendáis ni a judíos, ni a griegos ni a la iglesia de Dios, [33]. así como yo agrado a todos en todo, sin buscar mi propio provecho sino el de muchos, para que así sean salvados.

a. «No ofendáis». En este resumen, Pablo reitera en términos positivos lo que dio a entender en las preguntas que planteó en los versículos precedentes (vv. 27–30). Un cristiano debe procurar vivir en forma irreprochable dondequiera que se encuentre. Anteriormente Pablo había escrito que con los judíos se comportaba como judío, con los gentiles Como gentil, y con los débiles como débil, a fin de ganarlos para Cristo (véase 9:19–23). Aquí vuelve a mencionar las categorías judío, gentil (aquí: griego) y el término abarcador de iglesia de Dios.

   No debemos de pensar que Pablo no imponía las demandas de Cristo por miedo a ofender. Por el contrario, con osadía les decía a judíos y griegos que se volvieran a Dios y que pusiesen su fe en Jesucristo (Hch. 20:21). No obstante, presentar el evangelio de Cristo en forma efectiva requiere tacto, cortesía y persistencia. Pablo trataba de acomodarse a todos, y al concluir esta sección, invita a todos a que sigan su ejemplo.

   Notemos que Pablo incluye a los miembros de la iglesia. Como creyentes individuales, tienen la obligación corporativa de velar unos por otros. Si un miembro débil de la iglesia es ofendido, se ofende a toda la congregación, y ella debiera responder. «Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él», dirá Pablo más adelante (12:26).

b. «Así como yo agrado a todos en todo, sin buscar mi propio provecho sino el de muchos». En esta y otras cartas, Pablo se pone como ejemplo de conducta cristiana, al punto de decirle a los corintios que sean sus imitadores.

   ¿Qué tipo de ejemplo es Pablo? Trata de agradar a todos en todo. A primera vista, pareciera conquistar el favor de otros. Pero si miramos con más cuidado, veremos que es consistente con su enseñanza de amar al prójimo como a sí mismo, a fin de mostrarle el camino de salvación en Cristo. Pablo nunca pidió algo para sí, aun cuando tenía el derecho de recibir apoyo económico por su trabajo (9:12–18). Prefería trabajar haciendo carpas para sostenerse. Como artesano se identificaba con la gente de bajos recursos (véase el comentario a 9:22). Estaba listo a ayudar a todos, no importa quién fuese el que le pidiese ayuda, un judío, un gentil o un cristiano. Pero en todo lo que hacía, buscaba glorificar a su Dios llevando a la gente a Cristo. Por consiguiente, podía escribir que nada hacía para su propio provecho, sino el de muchos.

c. «Para que así sean salvados». Este es el objetivo que Pablo persigue en su vida: llevar a la gente al conocimiento salvífico de Cristo. El verbo principal de está oración de propósito está en voz pasiva, y tiene a Cristo como el agente tácito: «sean salvos por Cristo». Como apóstol, Pablo sirve a quien lo envió como fiel embajador que proclama el evangelio y explica el camino de salvación. Dios espera que sus emisarios sean fieles a su Palabra en su labor de llamar a mujeres, niños y hombres a la conversión. Sin embargo, Pablo no tiene el poder para salvar a la gente, pues esa no es una prerrogativa humana, sino iniciativa divina. A través de la obra expiatoria de Jesucristo y la acción del Espíritu Santo, Dios concede salvación a su pueblo.

   Comentario de 2ª Corintios 6:3. No damos a nadie ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea desacreditado. En el versículo anterior (v. 2), Pablo introduce una cita del Antiguo Testamento, a fin de prestar apoyo bíblico al ruego de Dios y al ministerio de la reconciliación de Pablo (5:20; 6:1). Ahora comenta la conducta de los siervos de Dios, volviendo de nuevo al familiar tema de que él y sus colaboradores deben estar por encima de todo reproche (cf. 1:12; 2:17; 4:1–2; 12:19).

   Los ministros del evangelio de Cristo deben esforzarse en ser intachables en su conducta, de manera que nadie que los observe pueda sentirse ofendido. Si proclaman la Palabra de Dios, pero dejan de seguir sus enseñanzas, están negando la verdad, destruyendo a la iglesia e insultando a su Amo y Señor. Pablo mismo constituye un ejemplo al no dar ocasión alguna para que su conducta sea criticable (p. ej., véase 1 Co. 9:18). James Denney escribe: «El objetivo final de un evangelista no consiste en evitar toda ocasión de escándalo, debe ser, más bien, su regla principal de conducta».

   En la primera cláusula del versículo 3, el texto griego refuerza la negación duplicándola. Pablo dice literalmente: «No damos a nadie ninguna oportunidad para ofenderse». La mayoría de los traductores vierten el texto como «ninguna ofensa a nadie»; pero otros prefieren la versión «ofensa en ninguna manera» (cf. KJV, NKJV, NASB, NEB, REB, Cassirer). El contexto se usa para apoyar a cualquiera de ambas versiones, pues puede argumentarse que, en el versículo 3, Pablo llama la atención a una persona (cualquiera) y luego, por contraste, presenta una lista de adversidades (ninguna) en los sucesivos versículos (4–10). Por el contrario, se puede decir también que las frases en ninguna manera (v. 3) y en todo (v. 4) se refuerzan entre sí. No obstante, la primera traducción tiene más peso por su naturaleza personal. Siempre que alguien encuentra una oportunidad de escandalizar, ni hombre ni mujer dejarán de aprovecharla. Por eso, Pablo necesita que no exista causa alguna que pueda dar lugar a que alguien se ofenda.

   ¿Por qué está Pablo tan interesado en no ofender a nadie? Su respuesta es: «Para que nuestro ministerio no sea desacreditado». Pero, sobre todo, Pablo quiere salvaguardar el ministerio del evangelio, que él ha recibido del Señor.15 Sabe que es ministro del nuevo pacto (3:6), que sirve en un ministerio de justicia (3:9) y que tiene a su cargo el ministerio de la reconciliación (5:18).

   En las cartas de Pablo, la palabra ministerio o servicio ocurre veintitrés veces, doce de las cuales se hallan en esta epístola.16 El énfasis en esta sola palabra muestra la importancia que Pablo le otorga al ministerio y cómo lo trata con el máximo respeto. «Lo que importa es su ministerio, no su persona».

   La conducta de un pastor nunca debe ser un impedimento para la obra del ministro del evangelio. Un pastor es, siempre y en primer lugar, un ministro de la Palabra y, después, un siervo del Señor para su pueblo. En siglos pasados, las iniciales V.D.M. (ministro de la Palabra del Señor), se escribían a continuación del nombre del pastor, para indicar su llamamiento al ministerio de la Palabra de Dios. Cuando un ministro del evangelio rompe la ley moral de Dios, la iglesia ya no puede seguir testificando en el mundo. La iglesia se convierte en un hazmerreír, porque la mancha de su pecado es un grito de la contradicción entre las palabras y las obras. Un hecho pecaminoso anula el mensaje del evangelio. Para el ministro y para cada miembro de la iglesia, todo debe estar al servicio de la proclamación de las buenas nuevas de Cristo. Por eso, Pablo se recomienda a sí mismo y a sus colaboradores como siervos de Dios.

3er Titulo: La vida de fe, hace prestar atención al débil y nos exime de condenación. Versículos 22 y 23. ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado. (Léase: Romanos 12:3. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. ▬ Romanos 14:1. Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.).

   Comentario de vers.  22-23: No cabe duda que el apóstol estaba dando un consejo excelente e inspirado al decir: 22. Lo que tú crees (en cuanto a estas cosas), guárdalo entre tú y Dios. Nótese el fuerte énfasis en el pronombre tú, que en el original aparece al comienzo mismo de la oración. Es como si Pablo estuviese escuchando, con su imaginación, a un creyente “fuerte”; pero uno a quien le encanta oírse a sí mismo. Ese sonoro hablador está diciendo: Yo insisto en mi libertad; y yo digo que yo no permitiré que nadie interfiera con esa ilimitada libertad mía”, etc. Y es como si Pablo, por así decirlo, contestase: “Es mejor que tú guardes entre ti y Dios esa convicción que tú tienes”. Y luego añade: Bienaventurada la persona que no necesita condenarse a sí misma por lo que aprueba; con lo que quiere decir, internamente feliz aquella persona—a saber, el creyente “fuerte”—que evita traer sobre sí misma el juicio de Dios por insistir en el ejercicio de su “libertad” aunque tal insistencia resulta en daño para su hermano “débil”.

   Frente a la persona que no necesita condenarse a sí misma está la que “tiene recelos”, y por consiguiente “es condenada”.

   Pablo dice: 23. Pero aquel que tiene recelos al comer está condenado, porque (su comer) no (procede) de la fe … El creyente “débil”—es decir, la persona que no está segura de estar haciendo lo correcto, pero que “vacila” (cf. 4:20) cuando come (carne)—está condenado. Esto es así porque su comer “no procede de la fe”, es decir, “no está en armonía con una convicción interior de estar haciendo lo que está en consonancia con su fe cristiana.

   Esta persona peca porque trata de silenciar la voz de su conciencia. Está convencido de que lo que está a punto de hacer es malo, y sin embargo lo hace. Por lo tanto, peca. Pablo dice: y todo aquello (que) no (procede) de la fe es pecado; es decir, cualquier pensamiento, acción, etc., que no procede de la convicción interior de estar en consonancia con la fe de la persona en Dios—o, por decirlo de otro modo—cualquier acción que es contradicha por la propia conciencia cristiana—, es pecado. De veras, la conciencia de la persona no es el juez final de sus acciones, sean ya las pasadas, las presentes, o las que se contemplan. El juez final es Dios, o, si uno lo prefiere, la Palabra de Dios. Pero esto no altera el hecho que aun para la persona que no haya alcanzado a estar totalmente informada respecto a la voluntad de Dios revelada en su Palabra, es malo oponerse por medio de sus actos a la voz de su conciencia cristiana.

   Comentario 2: Vive al nivel de tu fe (14:22–23)

   Mantén tus opiniones para ti (14:22)

   La orden de Pablo aquí es un poco desconcertante en la superficie. Literalmente dice: “La fe que tienes, mantenla entre tú y Dios”. A primera vista, parece que Pablo les está diciendo a los romanos que no compartan su fe cristiana con los demás. Pero a lo largo del capítulo 14, la “fe” no es la fe salvadora o la fe cristiana en general, sino la “fe” de los grupos fuertes y débiles para creer lo que Cristo dijo acerca de que la ley ya no es vigente para el pueblo de Dios. Esta fe es una convicción sobre el lugar de la ley en la vida cristiana en relación con los tres temas de este capítulo: comer carne, observar días santos y beber vino.

   Él está instruyendo a los cristianos gentiles fuertes para que formen sus convicciones con cuidado, pero no para obligar a los cristianos judíos débiles. Entienden que las leyes alimentarias y otras restricciones ya no se aplican en la era del nuevo pacto bajo Cristo. Pero presionarlos de tal manera que los cristianos débiles se dañen espiritualmente es un pecado grave; por lo tanto, los cristianos fuertes deben mantener sus creencias entre ellos y Dios. Dios honra sus puntos de vista y el estilo de vida cristiano que resulta de ellos. Sin embargo, no honrará nada que cause división y daño.

   En el resto de los versículos 22–23, Pablo se dirige tanto a los fuertes como a los débiles. Él le da al fuerte una bienaventuranza: “Dichoso aquel a quien su conciencia no lo acusa por lo que hace”. Hay tres posibles interpretaciones de esto: (1) Pablo podría estar desafiando a los fuertes a no culparse a sí mismos por hacer tropezar a los débiles; (2) podría alentar a los fuertes a que, una vez que se hayan examinado cuidadosamente a sí mismos, sean libres de participar de la comida y el vino sin ninguna condenación; o (3) podría significar que tanto los débiles como los fuertes actúen de acuerdo con lo que les dice su conciencia y no se castiguen por hacerlo. Es poco probable que Pablo se dirija a ambos aquí, y el lenguaje no encaja del todo siendo un desafío. Lo más probable es que Pablo pretendiera que este versículo animara a los fuertes a hacer lo correcto (la segunda posición). Él les dice a los fuertes que pueden estar seguros de que Dios los bendecirá cuando sigan a su conciencia y “aprueben” la carne y el vino mientras participan de ellos. Él cree que sus creencias son correctas, y no hay necesidad de que él o cualquier otra persona juzguen estas prácticas.

   Pablo en el versículo 23 advierte a los débiles que sean fieles a sus propias conciencias. Lo que sería correcto para un grupo sería incorrecto para otro, ya que todos los cristianos son responsables ante Dios de vivir de acuerdo con el nivel de su fe. Para ellos, el punto es que “Pero el que tiene dudas en cuanto a lo que come se condena; porque no lo hace por convicción”. Su conciencia les ha dado un sistema de fe que no acepta que la ley mosaica ya no sea vigente. Ahora deben vivir por esa fe.

   Para los débiles comer carne conduciría a la condenación divina porque no lo harían de acuerdo con su fe. Estarían comiendo con “duda”, sin la fe que lo hace justo a la vista de Dios. La conclusión de Pablo es que “todo lo que no se hace por convicción es pecado.”. Dios espera que cada uno de sus hijos esté a la altura del nivel de fe que han alcanzado. Si bien es cierto que toda la carne y la bebida son aceptables para Dios, aquellos cuya fe no lo permite caerían en pecado si participan de esto. Y de hecho sería pecado, porque estarían actuando en contra de sus conciencias dadas por Dios.

El conflicto en Roma es similar a muchos debates en la actualidad, con creyentes fuertes que se dan cuenta de que Cristo nos ha liberado de los lazos de la ley, pero tienden a señorearse sobre los débiles. El problema es que cuando destruyen los argumentos de los débiles y prueban su argumento, hacen más daño que un bien. Destruyen su débil comprensión, pero al hacerlo también destruyen su fe cristiana. Además, el buen nombre de Cristo estaba siendo difamado en la comunidad por estos terribles resultados. En tales debates, la preocupación por la vida espiritual de nuestros adversarios debe prevalecer sobre simplemente ganar el debate.

   Cualquier cosa que mejore la vida espiritual de la comunidad del reino debe ser nuestra prioridad. Si ejercer nuestra libertad lastima a otro cristiano, debemos renunciar a ejercerla sobre estos temas. La meta de la vida cristiana no es ejercer nuestra libertad a toda costa, sino hacer lo que traerá justicia, paz y alegría al pueblo de Dios. La entrega sacrificial de los derechos por el bien del reino traerá placer a Dios y ganará la aprobación de quienes nos rodean.

   Debemos trabajar con toda nuestra energía para dejar de pelear y comenzar a edificarnos mutuamente en Cristo. Eso traerá paz a la comunidad dolida y nos permitirá convertirnos en un pueblo de Dios en lugar de una comunidad dividida. En debates como en Romanos, los fuertes son libres de ejercer sus convicciones y disfrutar de los resultados, pero deben mantener sus convicciones entre ellos y Dios y abstenerse de forzar a los cristianos débiles (v. 22). Los débiles deben honrar su nivel de fe y negarse a participar de cualquier cosa si tienen dudas al respecto (v. 23). En la película Chariots of Fire, para el corredor olímpico Eric Liddell hubiera sido incorrecto comer afuera o practicar deportes los domingos. Dios honró sus convicciones, y estar a la altura de ellas le dio el poder de gestionar a algunos obstinados. Los fuertes deben entender esto y honrar esa convicción. Los débiles deben permitir que guíen sus vidas. Todos debemos vivir nuestras convicciones y seguir los mandatos de nuestras conciencias, tratando de fortalecer a los que nos rodean, establecer la paz y la armonía en la comunidad del reino de Dios.

   Piensa moderadamente sobre la medida de tu fe (12:3)

   Pablo pasa a pedir “moderación” con respecto a nuestro lugar en la comunidad mesiánica. Comienza con “por la gracia que se me ha dado”, una referencia a su conversión del camino a Damasco (Hechos 9), ahí donde Dios lo llamó a la fe en Cristo y lo encomendó a los gentiles (Hechos 26:17–18). En esencia, Pablo está apelando a su autoridad apostólica. Entonces, cuando dice: “Les digo a todos ustedes”, no se trata solo de una solicitud amable, sino de una orden autorizada. “Cada uno” de sus lectores con sus mentes renovadas también debe ser renovado en sus juicios.

   Si dice que te amoldas al mundo, “pensarás en ti mismo más de lo que deberías”, es decir, serás engreído y orgulloso. Si el Espíritu te transforma, “pensarás en ti mismo con un juicio sobrio”, es decir, serás humilde y buscarás servir en lugar de ser servido (Marcos 10:45 de Cristo). Pensar con sobriedad es tener la perspectiva divina: somos esclavos de Dios (Ro 6:16, 18, 22) y de quienes nos rodean (Gá 5:13), queriendo usar siempre nuestros dones para servirles. Nos colocamos debajo de otros en lugar de encima (véase Filipenses 2:3–4).

   Una estimación adecuada de nosotros mismos se lleva a cabo cuando “la medida de la fe” está operando en nosotros (literalmente “de acuerdo con la fe que Dios ha distribuido a cada uno de ustedes”). Hay dos formas de entender esto: la “medida” podría ser el estándar de nuestra fe compartida en la comunidad. Nos examinamos sobre la base de esa fe común que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. Por otro lado, podría ser esa medida diferente o “distribuida” que se nos da como Dios quiere y según hemos aceptado “por fe” (véase también el v. 6).

   La solución debe surgir del contexto en los versículos 4–8 y los dones espirituales dados a cada creyente para que puedan servir a la iglesia. La medida de la fe en este sentido es la fe dada a todos los cristianos para recibir los dones que Dios tiene para ellos. Dios le ha dado a cada uno la misma fe, pero la usamos para aceptar los diferentes dones que tiene para cada uno de nosotros. La fe es la misma, pero los dones son diferentes. En este sentido, ambas opciones son viables, ya que cada una se ajusta a una de las dos caras de la moneda. En cualquier caso, debemos tener una humildad correcta cuando nos examinamos de acuerdo con los diferentes dones que Dios nos ha asignado. No puede haber orgullo, porque todos los dones son importantes para Dios y necesarios en la iglesia. Aquellos deben ser recibidos por fe, y los usamos para ser servidores.

   Acepta a los débiles sin juzgar (14:1)

   Los gentiles “fuertes” aún pueden ser el grupo de poder primario en Roma, por lo que Pablo les ordena que “reciban al que es débil en la fe”. “Recibir”, se refiere a la fuerte necesidad de considerarlos creyentes e iguales ante los ojos del Señor. Habían sido marginados en la comunidad. Esta sección es una exhortación para la unidad y la armonía en la iglesia, por lo que los fuertes deben recibir a los débiles como parte vital de la iglesia y como hermanos y hermanas en Cristo.

Pablo usa el título peyorativo “al que es débil en la fe” para describir a los creyentes cuyas tendencias ascéticas y dependencia de las leyes alimentarias fueron menospreciadas por la mayoría de los cristianos gentiles. Estos no eran judaizantes, cuyo problema era que reemplazaron a Cristo con la ley y, por lo tanto, eran más judíos que cristianos. Si ese fuera el caso, Pablo los habría condenado como lo hizo con sus oponentes en Gálatas y Filipenses 3. Su uso de la ley no era una base para la salvación, sino una parte de su adoración requerida. Las regulaciones no eran la base de su fe cristiana sino el resultado de su fe.

   Por “fe”, Pablo quiere decir que creían que tenían que seguir estas prácticas para caminar con Cristo adecuadamente. Muchas congregaciones cristianas judías de hoy encajarían en esta descripción, ya que todavía siguen las leyes alimentarias como parte de su adoración y estilo de vida. Para Pablo “aceptar a los débiles” significaba que ninguno de los dos grupos juzgaba correctamente sobre las “opiniones” de la comida (14:2), los días santos (v. 5) y beber vino (v. 21).

   Esto no significa que los debates estaban prohibidos en la iglesia primitiva. Lucas elogió a los cristianos de Berea, quienes “todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba” y los puso como modelo (Hechos 17:11). En cambio, los debates ásperos fueron prohibidos. Pablo está llamando a la unidad en medio de diversas creencias, a una búsqueda de la verdad que refleje la aceptación de los demás y nuestras diferencias sin juzgarnos mutuamente. Deberíamos debatir cuestiones doctrinales; siempre estamos buscando la verdad. Pero a menos que estemos tratando con las verdades centrales de la fe, debemos ser “hierro que se afila con el hierro” y aceptar las diferencias sin juzgar, dándonos cuenta de que podríamos estar equivocados y también respetando otros puntos de vista.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Semana del 03 al 09 de junio de 2024: Descarga aquí estudio completo en pdf:

Semana del 20 al 26 de mayo de 2024. “En El Reino De Dios Prima La Vida Espiritual, Y No Es Comida Ni Bebida”

   Lectura Bíblica: Romanos 14: 14 al 18. Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; más para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. No sea, pues, vituperado vuestro bien; porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 

   Comentario general: [1]. (14: 14-15) Tropiezo ▬ juzgar ▬ critica ▬ actividad social cuestionable: juzgad sólo una cosa: si eres tropezadero a tu hermano. La palabra «tropiezo» (proskamma) significa un obstáculo puesto en el camino de alguien. La expresión «Ocasión de caer» (skandalon) significa poner trampa, lazo, hacer algo que hace que la persona tropiece y caiga. Tiene referencia en particular al acto de dirigir o hacer que alguien peque. La exhortación es fuerte: los creyentes no deben criticarse y juzgarse unos a otros; deben juzgarse a sí mismos. Cada creyente debe estar siempre examinando su propia vida a fin de asegurarse de que …

  • no está poniendo tropezadero a su hermano en el camino a Dios, ni siquiera un solo obstáculo o impedimento de ninguna especie.
  • no está haciendo una sola cosa que haga que su hermano tropiece y caiga en pecado.

   Si un creyente está constantemente examinando su vida y cuidando de no convertirse en piedra de tropiezo, no tiene tiempo de juzgar y hablar de su hermano. Hay tres conductas muy prácticas que nos impedirán poner tropiezos en el andar de nuestro hermano hacia Dios.

♦1. Primero, debemos mirar qué cosas son inmundas según el criterio de nuestro hermano. Y simplemente, si piensa que alguna conducta o actividad es inmunda, no la hagamos. Las Escrituras nos dan un gran principio en estos tres versículos, un principio que revolucionaría la conducta de los creyentes y de gran parte de la sociedad si sólo se hiciera lo que Dios dice.

   Note las palabras «nada es inmundo en sí mismo». La situación inmediata de la iglesia primitiva tenía que ver con comer ciertos alimentos y observar ciertos días. Sin embargo, el hecho es aplicable a actividades cuestionables que enfrenta cada generación de creyentes. En su forma pura y natural, toda la creación de Dios es aceptable a Dios. Lo que el hombre hace las convierte en impuras.

  • La uva es pura, pero el hombre la toma y hace bebidas alcohólicas que dañan el cuerpo humano y llevan a una conducta inmoral.
  • La comunión es pura; pero el hombre la toma y la convierte en una atmósfera relajada, festiva que lleva a poner en peligro al cuerpo humano, conduce a pensamientos y conversaciones sugerentes y a una conducta inmoral.
  • la vegetación y las plantas de los bosques son puras, pero el hombre las toma y hace toda clase de drogas intoxicantes, bebidas, y alimentos dañinos para el cuerpo humano y llevan a una conducta injusta e inmoral.

   El punto es este: debido a lo que el hombre hace con las cosas y actividades de la tierra, los creyentes deben cuidarse de las cosas que los hombres convierten en inmundas y de las cosas que otros creyentes consideran inmundas. No debemos hacer nada que haga tropezar a nuestro hermano.

   «Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano» (Ro. 14:13).

   «Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió» (Ro. 14:15).

  «Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles» (1 Co. 8:9).

   «Un poco de levadura leuda toda la masa» (Gá. 5:9).

   «El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo» (1 Jn. 2:10).

♦ 2. Segundo, debemos andar en amor con el hermano.

   Notemos:

   No tenemos que hacer nada que perjudique al hermano. ¡Imaginémonos! No tenemos que causarle «pesar»; no debemos causarle ningún tipo de miseria o perturbación. (¡Qué impacto producirla esto sobre las iglesias y el mundo si pusiéramos en práctica este mandamiento!)

   No debemos hacer nada que destruya a un hermano. Este es un mandamiento enérgico: «No lo destruyas» [me apollue]. Las palabras significan herir y dañar hasta el punto de destruir. Tal conducta es absolutamente prohibida para el creyente cristiano. No tenemos que hacer absolutamente nada que destruya o arruine a nuestro hermano.

   Pensamiento. Piense en el juicio que vendrá sobre algunos a causa de sus juicios y críticas, sus quejas y divisionismo, sus hábitos y conducta, su beber y festejar. Basta con mirar la naturaleza misma de algunos que están constantemente causando problemas y siendo piedra de tropiezo para jóvenes y viejos por igual.

   «Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poder tropiezo a mi hermano» (1 Co. 8:13).

   «Ninguno busque su propio bien, sino el del otro [bienestar)» (1 Co. 10:24).

   «El amor no hace mal al prójimo: así que el cumplimiento de la ley es el amor» (Ro. 13:10).

   «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradamos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación» (Ro. 15:1·2).

   «Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Gá. 5:14).

   «Si en verdad cumplís la ley real, conforme a las Escrituras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Stg. 2:8).

♦ 3. Tercero, debemos tener presente que Cristo murió por nuestro hermano. Esta es una clara razón por la que no debemos causar pesar, y mucho menos destruir a nuestro hermano: Cristo murió por él. El argumento es fuerte: si Cristo le amó tanto como para morir por él, entonces debemos amarle en forma suficiente como para renunciar a unos pocos deseos y actividades.

   «Y por el conocimiento tuyo se perderá el hermano débil por quien Cristo murió» (1 Co. 8:11).

   «Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Co. 5:15).

    «Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él» (Col. 1:21-22).

   [2]. (14: 16-18) Critica ▬ libertad cristiana vs. libertinaje: no dar ocasión para la crítica. Se puede abusar de la libertad cristiana. El creyente puede ser libre de comer y beber algunas cosas y libre de ir y participar de ciertas actividades, pero no debería hacerlo. ¿Por qué? Porque su conducta sería considerada mala. Dos hechos deben ser recordados por los creyentes cuando piensan en cosas indiferentes.

▬ 1. La preocupación del creyente es el reino de Dios, no el placer. Note: el reino de Dios no consiste en comida o bebida; esto es, no tiene que ver con las cosas externas sino con el corazón. No es pecado abstenerse de comidas y bebidas y de actividades cuestionables; por lo tanto, el creyente debe mantenerse alejado de cualquier cosa que cause pesar a otros o les haga tropezar. El reino de Dios es …

  • justicia: ser y hacer lo correcto; establecer y mantener el bien más elevado que sea posible con Dios y los hombres.
  • paz: estar en una relación correcta con Dios y el hombre, y conservar esa relación; trabajar para que exista el bien más elevado entre Dios y el hombre.
  • gozo: experimentar la plenitud y felicidad de una correcta relación con Dios y el hombre; producir el fruto de estar en una relación correcta con Dios y el hombre.

   El punto es éste: el creyente debe estar preocupado con las personas y la relación con Dios y consigo mismo, no con el derecho de comer, beber y llevar una vida social. Su propósito primario es alcanzar a los hombres y edificarles, no causarles pesar y hacerles tropezar.

▬ 2. El creyente que pone el bienestar espiritual de la gente por delante de sus propios deseos agrada a Dios y a los hombres. Note un punto crucial: esta es la persona que es aceptable a Cristo, la persona que es un creyente genuino. El que profesa conocer a Dios ha hecho una profesión cuestionable …

  • si no ama a Dios tanto como para hacer lo que Él dice.
  • si no ama a su hermano y a sus semejantes lo bastante como para evitarles el pesar y no series de tropiezo.

   «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt. 7:21).

   «Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí» (Mr. 7:6).

   «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn. 14:21).

   «Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra» (Tit. 1:16).

   Note otro hecho: el creyente que busca el bienestar de su hermano será aceptable a los hombres.

   «No es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba» (2 Co. 10:18).

   «Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Ti. 4:12).

   «De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama que la plata y el oro» (Pr. 22:1).

    «Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento» (Ec. 7:1)

Nota del expositor: «El joven que es lleno del Espíritu Santo, debe someter su libertad en cuanto a la comida, en beneficio del débil, recibiendo la bendición de agradar a Dios y a los hombres».

 

1er Titulo: El conocer a Dios permite al hombre juzgar a conciencia la pureza de los alimentos. Versículo 14. Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; más para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. (Léase: Los Hechos 10:15. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. ▬ 1ª a los Corintios 10: 23 al 26. Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud.).

   No hay comida impura a menos que alguien crea que es así (14:14)

   Luego, Pablo hace una declaración clara sobre las leyes de lo limpio y lo inmundo, y muestra inequívocamente que está totalmente de acuerdo con los fuertes. La ley del Antiguo Testamento consideraba algunas cosas como “comunes” y causaban contaminación. Tales reglas definieron lo que era santo, o apartado para Dios. Cuando Cristo vino, todas esas diferencias se centraron en él. Las leyes de lo limpio y lo inmundo ya no eran necesarias ya que Cristo cumplió o completó su propósito en el esquema divino de las cosas. Pablo se dio cuenta de esto tanto a través de su experiencia de Cristo como a través de las enseñanzas de Cristo sobre la ley (Mateo 5:17–20; Marcos 7:19).

   Mientras Pablo está de acuerdo con los fuertes en su libertad de la ley, agrega una advertencia muy importante que los fuertes no entendieron: “Si algo es impuro, lo es solamente para quien así lo considera”. El fuerte debe respetar la conciencia de una persona que no está de acuerdo con él en esto, porque la conciencia religiosa de cualquier persona es esencial para su propio caminar con el Señor. Los fuertes deben comprender que las personas difieren en su capacidad para comprender una verdad y ver hacia dónde conducen los argumentos. El ejercicio de la libertad no siempre es el mejor camino para seguir, ya que puede dañar seriamente a otro cristiano con una conciencia diferente. Debemos honrar las convicciones de otra persona por encima de nuestra libertad de hacer lo que mejor creamos para nosotros mismos.

    Los Hechos 10:14. Pedro contestó, “Ciertamente no, Señor. Nunca he comido nada impuro e inmundo”. 15. Y la voz le habló por segunda vez, “No consideres inmundo lo que Dios ha hecho limpio”. 16. Esto ocurrió por tres veces; e inmediatamente el objeto fue tomado arriba en el cielo.

(a). “Ciertamente no, Señor. Nunca he comido nada impuro e inmundo”. Cuando Pedro ve a los animales y oye la voz que le dice, “Levántate, Pedro. Mata y come”, responde usando algunas palabras dichas por el profeta Ezequiel cuando Jerusalén pasaba por un período de hambruna:

   “Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda”. [Ez. 4:14] Pedro oye la voz de Dios hablándole; en su reacción, se dirige a Dios como Señor. Él sabe que si Dios habla desde los cielos es porque algo importante está ocurriendo. Dos ejemplos de ello fueron el bautismo de Jesús y su transfiguración (Mt. 3:17; 17:5). Que Dios le hable a Pedro es algo significativo. Marca la entrada de los gentiles en la iglesia, de acuerdo con la voluntad de Dios, su plan y propósito.

   El prejuicio cultural de Pedro está tan arraigado en él que fuertemente rehúsa obedecer la orden de Dios de que mate y coma. Aludiendo a la Escritura (Ez. 4:14), le parece estar en la razón al objetar la orden divina. Le dice al Señor que nunca ha comido nada impuro e inmundo y que así ha respetado la barrera entre judíos y gentiles.

   ¿Cuál es el significado de las palabras impuro e inmundo? Los judíos podían comer la carne de sólo los animales que Dios había declarado limpios: los rumiantes y todos aquellos con la pezuña hendida. Los demás animales eran impuros e inmundos. El lienzo que descendió del cielo contenía animales de ambos tipos. Cuando Dios le dijo a Pedro que matara y que comiera, no hizo ninguna distinción entre las dos categorías. Pedro, sin embargo, estableció la diferencia; es más, consideró impuros a los animales puros debido a su asociación con aquellos.

(b). “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”. Esta es la segunda vez que una voz habla desde el cielo y da respuesta a la objeción legítima de Pedro. La voz transmite el mensaje que Dios, quien formuló las leyes sobre la alimentación de su pueblo Israel puede también anular dichas leyes de acuerdo a su soberana voluntad. Dios ha hecho a los animales puros, por lo tanto, Pedro y los judíos cristianos pueden pasar por alto las leyes sobre comida que han venido observando desde los días de Moisés (c.f. Ro. 14:14). Literalmente, el texto griego puede ser traducido así: “Lo que Dios ha hecho limpio, no lo sigas llamando impuro”.

   ¿Cuándo abolió Dios las leyes sobre alimentación en relación con los cristianos judíos? La vigencia de estas leyes cesó en el mismo momento en que Dios quitó la barrera entre judíos y gentiles. La abolición de estas leyes significa que los cristianos, tanto judíos como gentiles, entran en una nueva relación y se aceptan mutuamente como iguales en la iglesia. La barrera es quitada por Dios, el mismo que la había establecido.

(c). “Esto ocurrió por tres veces”. La voz celestial es incapaz de convencer a Pedro antes que se haga oír por tres veces. Pedro debe haber recordado la enseñanza de Jesús en el sentido que no contamina al hombre la comida que entra por su boca (Mt. 15:11). Tres veces la voz celestial habla a Pedro y le dice que Dios ha purificado todos los alimentos. Por implicación, Dios le está enseñando que con la abolición de las leyes sobre la alimentación él puede ahora reunirse con los gentiles y tener comunión en la mesa con ellos. Después de oír la voz celestial por tres veces, Pedro está convencido. Y de pronto, cuando el portavoz en jefe de los doce apóstoles y líder de la iglesia de Jerusalén atiende a la voz, la sábana es llevada de nuevo al cielo. Este regreso al cielo de nuevo indica que Dios mismo ha abierto el camino para el ministerio del evangelio a los gentiles.

    1ª de corintios 10: 23-26. [23]. «Todo está permitido», pero no todo es provechoso. «Todo está permitido», pero no todo edifica. 24. Que nadie busque su propio provecho, sino el del prójimo.

   «Todo está permitido’, pero no todo es provechoso». Este lema de los corintios ya apareció anteriormente (6:12), pero en el contexto de la inmoralidad sexual: algunos cristianos de Corinto se tomaban libertades respecto a su vida social. En este versículo, Pablo vuelve a citar el lema, pero ahora lo aplica al asunto de comer carne de la carnicería (v. 25).

   Lo breve del lema todo está permitido oscurece lo que Pablo quiere decir. Aquí no ocurre el pronombre me (cf. 6:12; véase Eclesiástico 37:26–28), así que es improbable que hable sólo de sí mismo. El contexto sugiere una aplicación más amplia: hasta los filósofos en los círculos helénicos planteaban preguntas similares sobre la libertad, y los judíos eran expertos en preguntar qué era permitido y qué no. Por eso, los ministros judíos proveyeron de cientos de mandamientos y estipulaciones humanas. Creían que el hombre bueno era libre, porque su conducta era irreprochable. No obstante, dentro de la membresía de Corinto, al parecer algunos cristianos judíos cuestionaban la libertad cristiana de Pablo. En el capítulo 10, respecto al asunto de la idolatría, Pablo se dirige a los cristianos judíos. Pero el desafío de Pablo no sólo venía del sector judío, también surgía del sector gentil.

   Pablo tiene una contra respuesta al lema de los corintios: «pero no todo es provechoso». Aludiendo implícitamente a los intereses egoístas de algunos, Pablo afirma que el egoísmo hace nula la posibilidad de recibir premios.

b. «‘Todo está permitido’, pero no todo edifica». Pablo repite el lema, pero esta vez responde de otra forma, habla de lo que no edifica. La labor de edificar es siempre algo que uno hace por otros. Así que, es lo opuesto a lo que nos aprovecha, el beneficio no es para nosotros. Pablo enseñó a los corintios que el amor y la búsqueda de la paz llevan a la edificación mutua (8:1; Ro. 14:19).

c. «Que nadie busque su propio provecho, sino el del prójimo». Continuando su consejo pastoral para los creyentes de Corinto, Pablo añade una oración que nos recuerda exhortaciones de otras de sus cartas: «Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo» (Ro. 15:2) y «Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás» (Fil. 2:4). El contenido de todas estas exhortaciones hace eco de la enseñanza de Jesús, cuando él resumió el Decálogo, diciendo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt. 22:39). Pablo nota que este resumen es el cumplimiento de la ley (Ro. 13:10) y Santiago lo llama la ley real (Stg. 2:7).

   No es fácil velar por los intereses de otro. Por naturaleza estamos inclinados a buscar primero nuestro propio bien, y después, si queda tiempo y medios, pensamos en los demás. Jesús enseñó la parábola del buen Samaritano para mostrarles a los expertos en la ley del Antiguo Testamento cómo amar al prójimo (Lc. 10:25–37). El mandato de Pablo de buscar el bien de los demás refuerza su contra respuesta, pero no todo edifica. Edificar y buscar el bien de los demás son la misma cosa.

   [25]. Comed todo lo que vendan en la carnicería sin hacer preguntas por motivos de conciencia.

a. «Comed todo lo que vendan en la carnicería». Pareciera un poco brusca la transición entre este versículo y el anterior. Por cierto, los editores del Nuevo Testamento griego empiezan aquí un nuevo párrafo, indicando con esto que Pablo se mueve a un nuevo asunto. Quizá podríamos decir que Pablo debió haber introducido sus ejemplos prácticos (vv. 25–27) de una forma más apropiada, pero también hay que reconocer que sigue con el mismo tema. Lo que hace es mezclar los principios del ejercicio de la libertad cristiana con aplicaciones a las circunstancias que encontrarán los destinatarios.

   Una de esas circunstancias era el comprar en una carnicería (véase también el comentario al capítulo 8). En el antiguo Corinto a la carnicería se le llamaba makellon, un término que también aparece en el latín (macellum). Los rabinos permitían que los judíos de la dispersión comprasen carne en el makellon, pero estipulaban que no debía ser carne sacrificada a ídolos. Además, el carnicero debía declarar que sólo tenía carne kosher, esto es, acorde al ritual judío. ¿Pero qué del cristiano gentil que pertenecía a la iglesia de Corinto? Ellos no tenían problema. El ciudadano ordinario de Corinto compraba carne que a menudo no tenía conexión alguna con la idolatría. C. K. Barret comenta: «El problema de la eidōlothyta [=carne sacrificada a un ídolo] rara vez habría ocurrido, y es posible que nunca hubiera surgido en una iglesia gentil como la de Corinto, si los creyentes judíos no lo hubiesen levantado (quizá fueron los del grupo de Cefas)».

b. «Comedsin hacer preguntas por motivos de conciencia». Cuando Pablo aconseja a sus lectores a que coman carne sin preguntar por su procedencia, se dirige a los judíos cristianos, pues son ellos los que insistirían en comprar y consumir sólo comida kosher. Pero el consejo de Pablo contradice deliberadamente la enseñanza judía. Pablo pensaba que una vez que la carne llegaba a la carnicería, perdía su significado religioso.

   De seguro que no es al cristiano fuerte que Pablo anima a comer, ya que eran ellos los que hacían caer a otros (véase el v. 32). Tampoco es probable que de repente quiera persuadir al débil (8:1) a que coma comida sacrificial. El apóstol más bien les habla a sus compatriotas. A los judíos les molestaba la conciencia si comían comida que pudiese no cumplir con las reglamentaciones judías. Los cristianos judíos le consultan a Pablo qué dice la Escritura al respecto.

   [26]. Porque «Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella». Cuando Pablo da un consejo pastoral, por lo general prevé de que tendrá oposición y, por tanto, establece lo que enseña apelando a la Escritura. En esta oportunidad cita las conocidas palabras del Salmo 24:1, que tienen un mensaje similar a otros salmos (Sal. 50:12; 89:11).

   La literatura judía nos informa que la cita de este Salmo en particular se usaba al orar antes de las comidas. «El contenido y propósito principales de estas bendiciones eran alabar y agradecer a Dios por su abundante bondad, la que ha derramado sobre sus criaturas y, al mismo tiempo, pedirle permiso para gozar de los frutos de este mundo, porque del Señor es la tierra y su plenitud’ [Sal. 24:1]». Es obvio que Pablo piensa en la hora de la comida, pues más adelante habla de participar en una comida y de dar gracias (v. 30).

   Mientras que los rabinos empleaban las palabras del Salmo 24:1 a la hora de la comida, Pablo añade una interpretación adicional que acepta y agradece todo tipo de comidas. Aquí oímos el eco de la voz celestial que le dijo a Pedro «Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro» (Hch. 10:15; véase los vv. 9–16). Por implicación, los cristianos judíos podían comprar en la carnicería y no debían preguntar por el origen de la carne cuando comían. Aunque Pablo no añade una conclusión cuando cita el Salmo 24:1 para fundamentar su argumento, lo que intenta decir es claro. Aun si la carne fue ofrecida a un ídolo, no debe ser un asunto de conciencia para los corintos, porque Dios es el Señor de la creación. El sentido del Salmo 24:1 se refleja en el comentario que Pablo hace sobre la creación: todas las cosas existen por Dios el Padre y el Señor Jesucristo (8:6). El Señor lo ha creado todo y es él quien santifica la comida. Por tanto, los cristianos deben de recibirla de su mano como una respuesta a la oración: «Danos hoy nuestro pan cotidiano» (Mt. 6:11).

2° Titulo: Debemos atender con amor al débil, para no darle ocasión de caer. Versículo 15. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. (Léase: San Mateo 18: 14. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. ▬ 1ª a los Corintios 8:10 al 12. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.). 

   La tesis: no exijan su libertad y destruyan al otro (14:15–16)

   Aquí Pablo va más allá, cambiando a la segunda persona del singular “tu” para un mayor impacto. Los fuertes no solo deben abstenerse de discutir su caso con demasiada fuerza alrededor de los débiles; incluso deben abstenerse de ejercer su libertad entre ellos. Ambas partes son hermanos y hermanas entre sí, y ningún hermano quiere causar angustia innecesaria a los miembros de su propia familia.

   Estos cristianos judíos fueron “escandalizados” (NVI “angustiados”) ante la llamada libertad cristiana de los fuertes para ignorar la ley del Antiguo Testamento y comer cualquier carne que quisieran. Cuando los fuertes forzaron el problema, ambos alteraron la conciencia de los débiles y los lastimaron espiritualmente. A estos cristianos débiles se les dice primero (y algunos están convencidos) de que están equivocados, y luego ven a los fuertes comer alimentos prohibidos, y su conciencia se pone aún más angustiada. La progresión de Pablo en este versículo es enfática: cuando los débiles ven a los fuertes ejercer su libertad, primero son terriblemente heridos (“angustiados”) y luego “destruidos”, lo que significa que se apartan por completo de sus creencias cristianas.

   Pablo les dice a los fuertes, “ya no te comportas con amor. No destruyas, por causa de la comida, al hermano por quien Cristo murió. No hay preocupación por la fe o la vida espiritual de la persona, solo por ganar el debate y probar que el otro está incorrecto. Pablo hace esto aún más enfático al agregar que el que está siendo destruido es alguien “por quien Cristo murió”. Jesús entregó su vida en la cruz como un sacrificio expiatorio por la salvación de esa persona, y los fuertes los han llevado a la ruina espiritual en aras de ejercer su libertad cristiana y ganar el debate.

   Los cristianos no deben ejercer su libertad de ninguna manera en la que se pueda dañar a otra persona espiritualmente. Hacerlo es no “andar en amor” (del griego literal en el v. 15), que es la característica esencial del verdadero seguidor de Cristo (12:9–21). En las diferencias de convicción teológica, el pueblo de Dios debe respetar las convicciones de los demás evitando hacer lo que les pudiera ofender. Pablo se sintió libre de comer lo que antes veía como alimentos inmundos, pero también era libre de negarse a hacerlo cuando otros cristianos con él fueron condenados a hacerlo. ¡La libertad cristiana también se ve cuando nos abstenemos de una acción!

   Pablo concluye su punto en el versículo 16 afirmando: “no den lugar a que se hable mal del bien que ustedes practican”. Literalmente dice: “Por lo tanto, no dejes que tus cosas buenas sean blasfemadas / calumniadas”. Mientras algunos piensan que “el bien” se refiere generalmente a todas las bendiciones del pacto de Dios (o tal vez al evangelio), es más probable que Pablo tenga la intención específica de resumir el conocimiento de los fuertes de que las leyes alimentarias ya no estaban vigentes. La libertad de comer todo y cada uno de los alimentos es realmente una buena cosa, pero si esta libertad alguna vez llevó a la fe de otros creyentes a ser destruida, entonces el nombre de Cristo sería “blasfemado” o “mencionado como malo”, tanto por dentro como fuera de la iglesia. El mismo nombre de Cristo sería difamado como resultado de la devastación espiritual causada por estos cristianos “fuertes” demasiado celosos.

   Lo que es bueno en sí mismo puede tener consecuencias terribles si no se usa sabiamente. El daño espiritual infligido por el debate resultaría en que la iglesia y al Cristo a quien sirven fueran blasfemados por muchos. Sobre todo, es obligatorio que ambas partes del conflicto vivan sobre la base del amor, honrando y respetando las convicciones honestas de la otra parte. Los fuertes deben considerar que los débiles no son peones manipulados en la “verdad” sino hermanos y hermanas a quienes quieren ayudar a crecer y a quienes respetan por completo en términos de su caminar con el Señor. Demasiados incrédulos dicen: “¿Por qué debería ser cristiano? No se llevan bien entre sí, entonces, ¿por qué debería pensar que ser cristiano me traerá paz y felicidad? “Debemos cambiar esta percepción, que se basa en demasiados datos válidos. Tenemos que ganarnos el derecho a ser escuchados.

   San Mateo 18:14. Jesús continúa: 14. Así tampoco es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos. En estrecha conexión con el versículo precedente, debemos concluir que lo que Jesús está afirmando en forma tan enfática es que el Padre celestial está definitivamente interesado en cada una de sus ovejas, sí, aun en cada una de sus ovejas errabundas. Al enviar a su Hijo al mundo está rescatando ovejas que se han extraviado. El Padre se complace en esto. Véase Lc. 15:7, 20, 22–24. Lo mismo ocurre con el Hijo. Véanse Mt. 9:12, 13; Lc. 19:10; Jn. 10:11, 14. Los discípulos también tienen que participar en este tipo de obra. Véanse Mt. 9:36–10:1; Jn. 4:35.

   La verdad que aquí se revela es ciertamente muy consoladora. La enseñanza de toda la Escritura es que Dios ha revelado su voluntad de que ninguno se pierda, sino que todos sean salvos y que esto es su delicia. En conformidad con esto, véanse los siguientes pasajes: Dt. 5:29; Sal. 81:13; Is. 45:22; 48:18; Ez. 18:23, 32; 33:11; Mt. 11:28, 29; Jn. 7:37; 2 P. 3:9; Ap.

22:17. Véase también sobre Mt. 9:37, 38 y 23:37 (cf. Lc. 13:34).

    1ª de Corintios 8:10-12. Porque si alguien te ve a ti que tienes conocimiento comiendo en el templo de un ídolo, ¿no será envalentonada la conciencia del débil llevándolo a comer la comida ofrecida a los ídolos?

Nótese las siguientes observaciones:

a. Cenar. Tomando una situación de la vida diaria, Pablo imagina a un cristiano espiritualmente fuerte sentado comiendo en un templo de un ídolo. Este creyente podría haber sido invitado a una celebración que se llevaba a cabo en uno de los muchos comedores de un templo. La carne que se consumiría sería la de un animal ofrecido a un ídolo. El fuerte argumentaría que el ídolo no es otra cosa que piedra tallada y que la carne no era más que comida ordinaria. Su fe en Dios permanecería fuerte. Además, no quería romper sus relaciones familiares y con sus amigos. Se sentía obligado a asistir a la fiesta a la que había sido invitado y tomaba la cena como una ocasión para compartir con parientes y amigos. En virtud de su firme conocimiento de la fe cristiana, no vería nada malo en hacerse presente en una comida festiva en uno de los comedores del templo.

   Aunque Pablo ilustra el problema ocupando la expresión pronominal a ti, su intención es plantear algo que ocurría con frecuencia. Por ejemplo, era muy posible que Erasto, que era director de obras públicas de Corinto (Ro. 16:13) y miembro de la iglesia local, tuviera que asistir a dichas comidas.

   Como Pablo apoya la libertad cristiana, no reprocha al creyente que come en el comedor de un templo. Correctamente observa que el creyente espiritualmente fuerte no está adorando un ídolo, sino que gozando de la compañía de familiares y amigos. Por contraste, en otro pasaje (10:19, 20) Pablo ataca la idolatría y describe el pecado de adorar ídolos. Ahora llama la atención, no al comer en un comedor, sino al efecto que esta acción puede tener en el hermano débil. Esta acción tiene el potencial de empujar al débil a la idolatría.

b. Conciencia. Es muy probable que el hermano débil no sea judío, pues al judío no le pasaría por la mente entrar en un templo para comer carne que ha sido sacrificada a un ídolo. El hermano débil es más bien un gentil que hace poco se convirtió al cristianismo y cuyo conocimiento espiritual es limitado y cuya conciencia es débil. Ahora Pablo levanta una pregunta irónica: «El comer en un templo, ¿envalentona la conciencia del hermano débil?

   La conducta del fuerte guía al débil, pero lo guía a descarriarse. Si una persona espiritualmente débil entra en el comedor y come, su conciencia es contaminada, no fortalecida (véase el v. 7). Por eso no es el hermano débil, sino su conciencia débil la que es envalentonada. La voz interna de la conciencia ya no lo mantiene a raya. Al comenzar su discusión sobre esta materia, Pablo hizo ver que el conocimiento envanece y el amor edifica (v. 1). Pablo ahora reitera la misma idea en diferentes palabras. Una conducta carente de amor y consideración puede ser desastrosa, especialmente para los débiles espiritualmente que se dejan llevar por el ejemplo del fuerte. La persona que tiene conocimiento es del todo responsable por la salud espiritual del débil. Su conducta inconsiderada constituye un pecado contra Cristo.

   [11]. Porque el hermano débil por quien Cristo murió es destruido por tu conocimiento.

   Cuando el hermano débil come carne sacrificada en un templo pagano, asocia su acto con la adoración al ídolo. El remordimiento de la conciencia destruye su confianza. En vez de ser edificado es destruido. Pablo apunta las consecuencias de la conducta del hermano que tiene conocimiento, el cual intencionalmente pasa por alto las objeciones que levanta el débil. Pablo hace notar que la conducta inconsiderada del sabiondo destruye al «hermano débil por quien Cristo murió».

   En este versículo Pablo habla sobre la vida espiritual de los cristianos débiles. Tres cosas hay que tener en consideración al explicar el punto de vista de Pablo:

   Primero, el ordenamiento sintáctico que Pablo usa hace que cada palabra tenga importancia. Subraya en especial los verbos murió y es destruido. Estos dos verbos son las palabras claves. En esta oración, el verbo es destruido está en tiempo presente e indica que la acción ya se está produciendo. El hermano débil «está siendo destruido». El tiempo presente indica a una acción en progreso, pero no quiere decir que el hermano débil «ya se perdió».

   Segundo, el contexto inmediato (v. 12) registra el verbo herir, dañar en el tiempo presente. Pablo usa este verbo como un sinónimo que explica el sentido de «es destruido».

   Finalmente, el pasaje paralelo de Romanos 14:15 y su contexto iluminan este versículo. «Ahora bien, si tu hermano se angustia por causa de lo que comes, ya no te comportas con amor. No destruyas, por causa de la comida, al hermano por quien Cristo murió». Si Cristo pagó el sacrificio supremo muriendo por el hermano débil, lo menos que el hermano fuerte puede hacer es mostrar amor a sus hermanos absteniéndose de comer ciertas comidas. Este versículo tiene como fin mostrar el contraste entre la muerte de Cristo y la dureza de los fuertes de Corinto.

   El texto requiere dos observaciones adicionales. Primero, Pablo no está enseñando que el cristiano fuerte puede hacer que el débil espiritual se pierda, pues no dice «pecador» u «hombre», sino «hermano». Esto implica que Cristo continúa protegiendo a esta persona del peligro y que lo ayudará a estar firme (Ro. 14:4). En suma, si Cristo amó tanto a este hermano que murió por él, también lo ayudará a resistir la tentación. Segundo, algunas traducciones introducen un verbo auxiliar: «puede perderse» (CB), «puede perecer» (VM), para comunicar la probabilidad de perderse, pero no la realización de ella. La falta de amor de parte de los fuertes impide el crecimiento espiritual del hermano débil. No obstante, Cristo lo ha redimido y lo ha santificado (1:2) teniéndolo como su hermano (cf. Heb. 2:10, 11).

   Pablo ya no habla en forma general, sino que aborda a los fuertes personalmente. Escribe «tu conocimiento», llamando la atención a la carencia de amor en la actitud de aquellos corintios envanecidos por su conocimiento (v. 1). Además, el uso del pronombre personal tu parece indicar que el problema involucraba a un número de personas. Pablo contrasta la muerte de Cristo—como el amor más grande que pudiera haber—con el conocimiento carente de amor de algunos cristianos. De esta forma, Pablo anima a sus lectores a expresar su amor a los hermanos débiles de la iglesia.

   [12]. De esta forma pecáis contra Cristo cuando pecáis contra vuestros hermanos y herís su débil conciencia.

   Para concluir, el apóstol apunta al centro del problema. Dos veces emplear el verbo pecar en la misma oración. El griego enfatiza esto colocando pecáis casi al principio de la oración y al final de ella.

   Nótese lo siguiente:

a. Pecáis contra Cristo. Al usar el tiempo presente pecáis, Pablo indica que los corintios están en el proceso de cometer el pecado de no amar a Cristo. El tiempo presente apunta a que insultan a Cristo en forma terrible, aun cuando su dureza se dirige contra sus propios hermanos en Cristo.

   Cuando la luz celestial cegó a Pablo, camino a Damasco, Jesús le preguntó por qué lo perseguía. Anonadado, Pablo le preguntó a Jesús por su identidad. Jesús le respondió: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues» (Hch. 9:5; 22:8; 26:15). Jesús es uno con sus hermanos y hermanas. Esto hace que una ofensa contra un creyente sea una ofensa contra Jesús (véase Mt. 25:41).

b. Contra vuestros hermanos. Los creyentes fuertes pecan contra sus hermanos, es decir, contra la iglesia. Su pecado está en la actitud que toman hacia sus hermanos en Cristo. Esto hace que no sean sus hermanos sino ellos los culpables que se enfrentarán con el juicio. En una batalla, los soldados no deben disparar sus armas contra sus compañeros. Los cristianos que pecan contra sus hermanos, pecan contra Dios, teniendo que enfrentar a Dios en su calidad de Juez que puede «salvar o destruir» (Stg. 4:12).

c. Hiriendo su débil conciencia. Una traducción literal de la frase sería: «hiriendo la conciencia de ellos, la cual está en una condición débil». Cristianos que se espera que animen e instruyan a sus hermanos, más bien hieren su débil conciencia repetidamente. «Lo que requiere una atención compasiva es tratado brutalmente, de manera que su sensibilidad es adormecida». Desde un punto de vista objetivo, el creyente fuerte de Corinto hería continuamente la débil conciencia de su hermano, induciéndolo a comer comida sacrificada. No lo hería físicamente, sino espiritualmente. Hería una conciencia ya débil, haciéndole insensible. Desde un punto de vista subjetivo, la débil conciencia herida del creyente hace que pierda su autoestima.

3er Titulo: Andar conforme al espíritu agrada a Dios y a los hombres. Versículos 16 al 18. No sea, pues, vituperado vuestro bien; porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. (Léase: Gálatas 6:8 al 10. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. ▬ Colosenses 1:9-10. Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.)

   El objetivo: justicia, paz y alegría (14:16–18)

   Pablo concluye su punto en el versículo 16 afirmando: “no den lugar a que se hable mal del bien que ustedes practican”. Literalmente dice: “Por lo tanto, no dejes que tus cosas buenas sean blasfemadas / calumniadas”. Mientras algunos piensan que “el bien” se refiere generalmente a todas las bendiciones del pacto de Dios (o tal vez al evangelio), es más probable que Pablo tenga la intención específica de resumir el conocimiento de los fuertes de que las leyes alimentarias ya no estaban vigentes. La libertad de comer todo y cada uno de los alimentos es realmente una buena cosa, pero si esta libertad alguna vez llevó a la fe de otros creyentes a ser destruida, entonces el nombre de Cristo sería “blasfemado” o “mencionado como malo”, tanto por dentro como fuera de la iglesia. El mismo nombre de Cristo sería difamado como resultado de la devastación espiritual causada por estos cristianos “fuertes” demasiado celosos.

   Lo que es bueno en sí mismo puede tener consecuencias terribles si no se usa sabiamente. El daño espiritual infligido por el debate resultaría en que la iglesia y al Cristo a quien sirven fueran blasfemados por muchos. Sobre todo, es obligatorio que ambas partes del conflicto vivan sobre la base del amor, honrando y respetando las convicciones honestas de la otra parte. Los fuertes deben considerar que los débiles no son peones manipulados en la “verdad” sino hermanos y hermanas a quienes quieren ayudar a crecer y a quienes respetan por completo en términos de su caminar con el Señor. Demasiados incrédulos dicen: “¿Por qué debería ser cristiano? No se llevan bien entre sí, entonces, ¿por qué debería pensar que ser cristiano me traerá paz y felicidad? “Debemos cambiar esta percepción, que se basa en demasiados datos válidos. Tenemos que ganarnos el derecho a ser escuchados.

   Cuestiones de observancia legal como comer y beber no son de lo que se trata el reino. Pablo les recuerda a los romanos lo que realmente le importa a Dios, y ninguna trata de cuestiones divisivas como las leyes alimentarias. Me pregunto si Dios hoy nos dirá algo como: “No debiste desperdiciar la energía y el tiempo de la iglesia peleando por cosas como películas, que música en la adoración Dios prefiere, o incluso el rapto o la predestinación”. Definitivamente vale la pena debatirlos y estudiarlos, pero nunca deben convertirse en fines en sí mismos o para dividir iglesias.

   Pablo aclara claramente: “Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas y bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo”. La iglesia romana no debía enfatizar asuntos periféricos. Estos no son completamente inútiles, pero deberían estar en la periferia y en el tiempo correcto. Los aspectos esenciales del reino deberían estar en el foco central. Curiosamente, este es el único lugar en Romanos en donde Pablo menciona el reino de Dios, y es a la discusión sobre temas centrales del reino. El reino está irrumpiendo en este mundo como prueba de que los últimos días están aquí, y es hora de tomar en serio lo que realmente importa.

   La iglesia debería estar experimentando armonía y una unidad centrada en “justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo”, exactamente lo que la discusión estaba poniendo en peligro. Cada uno de estos tres aspectos, representa un aspecto crítico en Romanos.

◘ 1. La justicia es el tema central del libro y es el núcleo de la soteriología (la doctrina de la salvación). Se refiere tanto a la justificación del creyente como al estilo de vida justo que resulta (véase 1:17; 3:21–26). Hay tres etapas: somos declarados justos por Dios cuando somos justificados sobre la base del sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz, luego somos hechos rectos por el Espíritu cuando somos santificados o apartados por su poderosa presencia, y luego vivimos correctamente para Dios al poner en práctica la nueva vida que Cristo nos ha dado.

◘ 2. La paz resulta de la justificación (5:1) y la presencia de El Espíritu en nuestras vidas (8:6, 14–17). Pablo quiere reemplazar el conflicto y el problema en Roma con la paz de Dios. Esto solo ocurrirá cuando las personas que están en desacuerdo entre sí entreguen sus vidas completamente a Cristo y comiencen a cuidarse mutuamente.

◘ 3. La alegría aparece aquí por primera vez en Romanos, pero Pablo concluirá esta sección con una oración para que la “alegría y paz” “llene” la iglesia romana a través del “poder del Espíritu Santo” (15:13). La alegría es la emoción natural que acompaña a la presencia del Espíritu en nuestras vidas. Incluso nuestras pruebas están destinadas a producir un gozo inexplicable a medida que el Espíritu se hace cargo y da la vuelta a todo en nuestro nombre (Stg 1:2–4; 1Pe 1:6–7).

   Las situaciones divisivas se invierten cuando el Espíritu Santo se hace cargo. Los conflictos destructivos no se revertirán por el simple esfuerzo humano, pero con la presencia guiadora del Espíritu, el comportamiento justo puede finalmente traer a la iglesia la paz que necesita y la alegría que proporcionará la prueba de que el reino de Dios una vez más ha triunfado. Para lograr esto, los gentiles fuertes deben moderar sus demandas arrogantes y comenzar a preocuparse más por el desarrollo espiritual de los débiles que por su preciosa libertad.

   En el versículo 18, Pablo les dice a los romanos cómo pueden lograr este objetivo. Deben comenzar a servir “de esta manera a Cristo” (literalmente, “en esto sirve a Cristo”). Hay alguna pregunta sobre exactamente a qué se refiere “esto” aquí. Podría significar (1) “servir a Cristo en este asunto”, es decir, en el conflicto; o (2) ayudar a la iglesia a buscar “justicia, paz y alegría” en lugar de la victoria sobre el otro en el conflicto; o (3) “en el Espíritu Santo”; o tal vez (4) al enfocar el reino en el tema. En el contexto, el “esto” probablemente se refiere a la totalidad del versículo 17: el reino vivo que produce justicia, paz y gozo. Hasta que los cristianos en Roma se den cuenta de la centralidad del reino, nunca resolverán el problema. Lo mismo puede decirse de los problemas similares en nuestros días. El Espíritu debe reemplazar nuestros dogmas cómodos con valores más amplios del reino, y luego podemos ubicar nuestros debates sectarios en la perspectiva adecuada.

   Cuando eso suceda, los dos grupos se unirán en una iglesia y finalmente cumplirán su propósito divino verticalmente (están “agradando a Dios”) y horizontalmente (su servicio “aprobado por sus semejantes”). Cuando los fuertes subordinan su libertad a verdades del reino más importantes, Dios se complacerá con ellos. En esto, Pablo alude a 12:1, donde la presentación de todo nuestro ser agrada a Dios. Al igual que en esa presentación del yo a Dios, este es un acto de sacrificio propio. Entonces la aprobación vendrá de quienes nos rodean, probablemente los mismos que habrían “blasfemado” por destruir a los cristianos débiles en el versículo 16. La imagen parece ser que la gente los está probando para ver si merecen condena o aprobación. Cuando sirven a Cristo y traen paz a la comunidad siguiendo la guía del Espíritu, ganan la aprobación de los demás.

   Gálatas 6:8 al 10. [8]. Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, y el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. Sembrar para la carne significa dejar que la vieja naturaleza se exprese libremente. De la misma forma, sembrar para el Espíritu significa dejar que el Espíritu se exprese como él quiere. El que hace esto último es aquel que anda por el Espíritu (5:16), y que está siendo dirigido por el Espíritu (5:18). ¿Qué es lo que pasará con estos dos representantes de los bandos opuestos? Ya en esta vida, pero especialmente en y después de la resurrección en el día final, aquel que estuvo sembrando para agradar a su carne, del campo de la carne segará destrucción, ruina total. Por otra parte, el que sembró para agradar al Espíritu, del campo del Espíritu cosechará la vida eterna.

   Los dos términos “corrupción” y “vida eterna” deben ser entendidos en un sentido doble: cuantitativo y cualitativo. En cuanto al primero, los dos son parecidos: ambos durarán para siempre. La “corrupción”, por ejemplo, lejos de indicar una aniquilación, señala una “destrucción eterna” (2 Ts. 1:9). “La vida eterna” (expresión frecuente en los Evangelios, especialmente en el Evangelio de Juan—Jn. 3:16, etc.—pero también en Hch. 13:46, 48; Ro. 2:7; 5:21; 6:22, 23; 1 Ti. 1:16; 6:12; Tit. 1:2; 3:7, frecuentemente también en 1 Juan—3:15, etc.—Jud. 21) tiene la misma duración (Mt. 25:46). Cualitativamente, y esto tanto respecto al alma como al cuerpo, las dos expresiones forman un fuerte contraste. Los que sembraron para la carne serán levantados para vergüenza y condenación eterna (Dn. 12:2). Su gusano no morirá, ni se apagará su fuego (Mr. 9:48). Su morada estará en las tinieblas de afuera (Mt. 8:11, 12; 22:13; 25:10–13). Por el otro lado, aquellos que sembraron para el Espíritu resplandecerán como la luz del firmamento y como las estrellas por los siglos de los siglos (Dn. 12:3). Ellos llevarán la imagen del celestial (1 Co. 15:49), y físicamente serán hechos conforme al cuerpo de la gloria de Cristo (Fil. 3:21). Serán como Cristo, porque le verán tal como él es (1 Jn. 3:2). Para el sentido cualitativo de la expresión “vida eterna”, véase también sobre Gá. 3:11; cf. C.N.T. sobre Juan 3:16.

   [9]. La idea de cosechar (vv. 7 y 8) prosigue en este versículo, pero ahora con la idea de la perseverancia en el bien hacer que se requiere de los creyentes, si es que van a cosechar las bendiciones de la vida eterna. También parecería haber una conexión entre el versículo 9 y el asunto mencionado en el v. 6. Además, en cuanto a el “bien hacer” la conexión que hay entre el v. 9 y el 10 es obvia. Pablo dice: Y no nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo segaremos, si no desmayamos. “Hacer el bien”—literalmente, hacer lo que es bello— es un concepto muy amplio, tan abarcador como “andar por el Espíritu” y “ser dirigido por el Espíritu”. Véase también Ro. 7:21; 2 Co. 13:7; y 2 Ts. 3:13. En cada uno de estos pasajes el significado es general, es decir, la expresión “hacer el bien” no se limita a “dar algo a los pobres”. Habiendo admitido esto, también debemos afirmar que la idea de proveer a los necesitados (en cualquier sentido) no está excluida. ¿No es un ingrediente esencial del hacer el bien esta obra de caridad y de dar dirección espiritual? De hecho, es del todo posible que en el contexto presente Pablo esté pensando especialmente en “ayudar a todo aquel que tiene necesidad”, sea de cosas materiales: comida, vestido, albergue (véase Gá. 2:10; 2 Co. 6:6); o espirituales: instrucción, ánimo, consejo, etc.; o las dos cosas. La exhortación contenida en este versículo bien podría tenerse como un comentario del versículo 2, “Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”.

   Cuando el apóstol dice, “No nos cansemos (véase especialmente Lc. 18:1; 2 Ts. 3:13) de hacer el bien”, está indicando una debilidad bien conocida de la naturaleza humana (véase 5:7). Hacer el bien requiere un esfuerzo continuo, un trabajo constante; pero la naturaleza humana, amiga de lo fácil, carece de perseverancia, pronto se desanima. Esto ocurre especialmente cuando los resultados demoran en aparecer, cuando los que debieran cooperar no ayudan, y cuando pareciera que no nos llega ninguna recompensa. Es enteramente posible que fuese esta idea—a saber, el aparente atraso en cuanto al cumplimiento de la promesa respecto al regreso de Cristo con el galardón para sus siervos—lo que molestaba a los gálatas. Así que el apóstol les recuerda que segaremos “a su debido tiempo”, mas no como nosotros lo determinemos sino como Dios lo ha decretado en su plan eterno. Es entonces que la recompensa de gracia —¡no de méritos! — será conferida. La recibiremos si no nos desanimamos y no nos damos por vencidos (cf. Heb. 12:3, 5). Continúa: [10]. Por tanto, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos … Otra vez lo negativo—“No se cansen”, “No se desmayen”—es seguido por lo positivo, “Hagamos bien”. El perseverar en las buenas obras como un producto de la gracia es algo que Pablo constantemente está instando (3:3; 5:7, 18, 25; 6:2). Dios preserva a su pueblo por medio de la perseverancia de ellos. El poder para perseverar procede de él; la responsabilidad es de ellos. Por consiguiente, mientras tengamos oportunidad—y dado que la tenemos—hagamos bien a todos en cada y toda oportunidad que se nos presente. El creyente ha sido puesto en la tierra con ese propósito. La mejor forma de preparar para la segunda venida de Cristo es usar al máximo toda oportunidad para servirle. Además, este servicio debe rendirse a todos sin tomar en cuenta la raza, la nacionalidad, la clase, la religión, el sexo o cualquier otra cosa. Así como el amor activo de nuestro Señor traspasó fronteras (Lc. 9:54, 55; 10:25–37; 17:11–19; Jn. 4:42; 1 Ti. 4:10), el nuestro también debe hacerlo. Sin embargo, esto no significa que no haya áreas de preocupación especial. Esto ha de esperarse. Los padres, por ejemplo, tienen un deber para con sus vecinos, pero su primera obligación es para con sus niños. Lo mismo sucede aquí. Pablo dice: y especialmente a los que pertenecemos a la familia de la fe. En esto también debemos imitar a nuestro Padre celestial, “que es Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen”. Para la explicación de este texto, véase C.N.T. sobre 1 Ti. 4:10. Nótese bien la expresión, llena de consuelo, “la familia de la fe”. Todos los creyentes constituyen una familia, “la familia del Padre” (véase C.N.T. sobre Ef. 3:14, 15). Véase también 1 Co. 3:9; Ef. 2:19; 1 Ti. 3:15; y no nos olvidemos del Salmo 133. Con la expresión “la familia de la fe” se indica a quienes participan del evangelio. En cuanto a la ayuda material, ¿no sería del todo probable que esta “familia de la fe” misma fuese la que estuviera en mayor necesidad de ayuda?

    Colosenses 1:9 y 10. [9]. La cláusula de Pablo que contiene 218 palabras comienza aquí en el versículo 9 y llega hasta el versículo 20. Sin embargo, la preeminencia de Cristo se establece comenzando con el versículo 15, continuando hasta el versículo 20. Por lo tanto, 1:9–14 puede considerarse como una unidad de pensamiento por sí mismo, una conmovedora descripción de la oración que Pablo y sus asociados elevan por los colosenses. En el original, esta parte de la cláusula— seis versículos en total—contiene 106 palabras. Esta sección empieza como sigue: Y por esta razón, es decir, no sólo a causa del amor que se mencionó en el versículo que precede en forma inmediata, sino sobre la base de todas las evidencias de la gracia de Dios en la vida de los colosenses, como se describen en los versículos 3–8, desde el día que lo oímos jamás hemos cesado de orar por vosotros. Pablo quiere decir que él y sus asociados (Timoteo, véase v. 1; Epafras y otros que también son mencionados en 4:10–14) comenzaban ahora a orar “como nunca antes habían orado”; esto es, concediendo que antes habían estado orando por esta iglesia, las noticias que habían llegado hasta el apóstol con la llegada de Epafras habían producido un notable aumento de oración, intercesión ferviente, y esto con gran regularidad (“jamás hemos cesado de orar”). Esto nos trae a la mente la vez que la predicación de Pablo acreció en Corinto después de la llegada de Silas y Timoteo (Hch. 18:5).

   El apóstol creía firmemente en “la comunión en oración”: a. él (y sus asociados) estaba orando por los destinatarios, y b. a su vez se les pedía a los destinatarios que oraran por él. Para el punto a. véase la columna 1; para el b. la columna 2. Nótese como en cada uno de los ejemplos que vienen a continuación tanto la certeza de que Pablo ora por los destinatarios como la petición (expresa o tácita) de que ellos oren por él, aparece en la misma carta: Ro 1:9; Ef. 1:16; Fil. 1:4; Col. 1:9, 1 Ts 1:2; 2 Ts. 1:11; Flm. 4. Columna b: Ro. 15:30; Ef. 6:18-19; Fil. 3:17, 4:9; Col. 1:9; 1 Ts. 5:25; 2 Ts 3:1; Flm. 22

   En base a las bendiciones que ellos ya habían recibido, el apóstol pide favores adicionales. Animado por las evidencias de la gracia de Dios que ya estaban presentes, pide por pruebas adicionales. Ese es el significado de “Y por esta razón”, etc. El Señor no desea que su pueblo pida por demasiado poco. El no desea que vivan pobremente y con mezquindad en la esfera espiritual. ¡Que vivan rica y suntuosamente, en armonía con el Sal. 81:1!

   Ahora bien, la oración que aquí se registra en los versículos 9b–14 debe compararse con las oraciones de Pablo que se hallan en las otras epístolas de su primer encarcelamiento en Roma (Ef. 1:17–23; 3:14–21; Fil. 1:9–11). Al combinarlas, nos damos cuenta de que el apóstol ora que aquellos a quienes se dirige sean enriquecidos en cosas tales como sabiduría, conocimiento, poder, paciencia, longanimidad, gozo, gratitud y amor. Además, notamos que Jesucristo (aquí “el Hijo de su amor”) es considerado como aquel a través de quien son derramadas estas gracias sobre el creyente, y que la gloria de Dios (aquí, “dando gracias al Padre”) es reconocida como el propósito máximo de todas las cosas. Verdaderamente, de ninguna forma puede uno permitirse ignorar las lecciones de Pablo sobre la vida de oración.

   Pablo acaba de usar la palabra orar. Ahora añade pidiendo. El término más general y comprensivo es “orar”, el cual señala cualquier forma de expresión reverente dirigida a la deidad, sin importar si “nos asimos de Dios” mediante una intercesión, súplica, adoración o acción de gracias. Pero pidiendo es mucho más específico, pues indica que se está haciendo una petición definida y humilde. Véase también Fil. 4:6; 1 Ti. 2:1 para varios sinónimos de oración. La oración continúa como sigue, que seáis llenos con el conocimiento claro de su voluntad (conocimiento que consiste) en toda sabiduría y entendimiento espiritual. En vano trataremos de servir a Dios si no sabemos qué es lo que desea de nosotros (Hch. 22:10, 14; Ro. 12:2). Ahora bien, el conocimiento al que se alude aquí no es un conocimiento abstracto o teórico. Tal conocimiento meramente teórico puede ser obtenido por un cristiano nominal, y en efecto hasta cierto punto por un incrédulo declarado y aun por Satanás mismo. Pablo tampoco tiene en mente un depósito de información oculta, tal como el conocimiento de algunas contraseñas. Este conocimiento tampoco es del género de la gnosis misteriosa que los maestros del tipo gnóstico pretendían tener para sus “iniciados”. Por el contrario, es una comprensión profunda de la naturaleza de la revelación de Dios en Jesucristo, una revelación maravillosa y redentora; y es un discernimiento que produce fruto para la vida práctica, como lo indica también el contexto inmediato (v. 10). Este conocimiento fluye de la comunión con Dios y lleva a una comunión aún más profunda. Por tanto, este conocimiento claro (πίγνωσις) trasforma el corazón y renueva la vida. Todas las veces que esta palabra se usa en el Nuevo Testamento, tiene este sentido definido: Ro. 1:28; 10:2; Ef. 1:17; 4:13; Fil. 1:9, 10; Col. 1:9, 10; 2:3; 3:10; 1 Ti. 2:4; 2 Ti. 2:25; 3:7; Tit. 1:1; Flm. 6; He. 10:26; 2 P. 1:2, 3, 8; 2 P. 2:20; y cf. el verbo de la misma raíz en 1 Co. 13:12. Compárese también el trasfondo del Antiguo Testamento: “El principio de la sabiduría es el temor a Jehová” (Pr. 1:7; cf. 9:10; y también Sal. 25:12, 14; 111:10). Pablo ora para que los destinatarios sean llenos del conocimiento rico, profundo y experimental de la voluntad de Dios. No hay duda de que aquí se alude intencionalmente al error gnóstico, con el cual los falsos maestros estaban tratando de desviar a los colosenses del camino correcto. Es como si Pablo estuviese diciendo: “El conocimiento claro de la voluntad de Dios (que es lo que principalmente estamos pidiendo para vosotros) es incomparablemente más rico y satisfaciente que el conocimiento o gnosis que los defensores de herejías les ofrecen”. Este conocimiento penetrante, que es parte del equipo espiritual del cristiano, consiste en “toda sabiduría y entendimiento espiritual”. Esa sabiduría es la habilidad de usar los mejores medios para alcanzar la meta más alta, a saber, una vida para la gloria de Dios. Y equivale a un entendimiento que es a la vez espiritual y práctico. Tal entendimiento pues, no se deja engañar por las tretas de Satanás, la seducción de la carne o las presuntuosas pretensiones de los falsos maestros. Semejante sabiduría y entendimiento—para la combinación de estas dos palabras, véase Ex. 31:3; 35:31, 35; Is. 10:13; 11:2; etc.—es la obra del Espíritu Santo en los corazones humanos. Para las características de la verdadera sabiduría véase también el precioso pasaje de Stg. 3:17.

    [10–12]. El propósito práctico o el resultado que se espera de este conocimiento claro (el cual es el punto de partida de la oración de Pablo por los colosenses) se expone a continuación: de modo que viváis vidas dignas del Señor (cf. Ef. 4:1; Fil. 1:27; 1 Ts. 2:12; 3 Jn. 6). El apóstol y los que están con él oran pidiendo que los colosenses puedan “andar” (cf. Gn. 5:22, 24; 6:9, etc.) o conducirse en armonía con las responsabilidades que su nueva relación con Dios les impone, y en armonía con las bendiciones que esta nueva relación proporciona. No debe haber nada de indiferencia en esta forma de vida. Por el contrario, debe ser de (su) completo agrado (véase además sobre 3:22), debe ser un esfuerzo consciente por agradar a Dios en todo (cf. 1 Co. 10:31; 1 Ts. 4:1). El hecho de que esta conducta que glorifica a Dios será efectivamente el resultado de haber sido lleno del conocimiento claro de su voluntad, es algo fácil de ver, ya que mientras más le amen, más desearán obedecerle en pensamiento, palabra y obra.

   El apóstol pasa ahora a describir esta vida de santificación mediante cuatro participios:

(1) en toda buena obra llevando fruto.

   Pablo atribuye a las buenas obras un inmenso valor cuando son consideradas como el fruto—no la raíz—de la gracia. Ef. 2:8–10 es su propio comentario.

(2) y creciendo en el conocimiento claro de Dios.

   Nótese que el apóstol hace del conocimiento claro de Dios tanto el punto de partida (v. 9) como también la característica resultante (v. 10) de la vida que agrada a Dios. Esto no debe extrañarnos, ya que el conocimiento verdadero y experimental de Dios produce siempre una creciente medida de esta misma gracia. Por esto, aunque desde el mismo principio de la historia, Job ya conocía a Dios, con todo después de un tiempo considerable él pudo testificar:

“De oídas te había oído;

Mas ahora mis ojos te ven.

Por tanto, me aborrezco,

Y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:5, 6)

   Los siguientes pasajes tienen un significado muy similar: “Irán de poder en poder” (Sal. 84:7). “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Pr. 4:18). El apóstol mismo, a pesar que ya conocía a Cristo, sigue todavía orando por un conocimiento más grande: “a fin de conocerle” (Fil. 3:10).

(3) siendo fortalecidos con toda fortaleza.

   La sentencia que dice “el conocimiento es poder” es una verdad en la vida espiritual más que en ninguna otra parte. Cuando una persona crece en el conocimiento claro de Dios, su fuerza y valor aumentan. La divina presencia que mora en él lo capacita para decir, “todo lo puedo en aquel que infunde poder en mí” (Fil. 4:13). Pablo añade, en conformidad con su glorioso poder. “En conformidad con” es una expresión mucho más fuerte que “de” o “por”. Cuando un multimillonario da algo “de” sus riquezas para una buena causa, bien podría estar dando muy poco; pero si dona “en conformidad con” sus riquezas, la cantidad será cuantiosa. El Espíritu Santo no sólo da “de” sino que da “en conformidad con”. Ef. 1:19–23 nos muestra por qué el poder de Dios es, por cierto, “glorioso”. Aquello para lo cual es capacitado el cristiano por esta fuerza en acción (κράτος) se declara por las palabras de forma que podáis ejercer toda clase de paciencia y longanimidad. La paciencia es la gracia de poder permanecer firme, es la valentía de perseverar en la ejecución de la tarea que uno ha recibido de Dios a pesar de todas las dificultades y aflicciones, es el rehusarse a sucumbir a la desesperación o a la cobardía. Es un atributo humano, y se manifiesta en relación a las cosas, esto es, en relación a las circunstancias en que una persona se ve envuelta: aflicción, sufrimiento, persecución, etc. La longanimidad caracteriza a la persona que, en relación con aquellas personas que se le oponen o afligen, ejercita paciencia, rehusando rendirse a la pasión o a la explosión de ira. En los escritos de Pablo se la relaciona con tales virtudes como la bondad, la misericordia, el amor, la benevolencia, la compasión, la mansedumbre, la humildad, la clemencia, y con un espíritu perdonador (Ro. 2:4; Gá. 5:22; Ef. 4:2; Col. 3:12, 13). A diferencia de la paciencia, esta longanimidad no sólo es un atributo humano, sino también es un atributo divino. Se le atribuye a Dios (Ro. 2:4; 9:22), a Cristo (1 Ti. 1:16), como también al hombre (2 Co. 6:6; Gá. 5:22; Ef. 4:2; Col. 3:12, 13; 2 Ti. 4:2). Otra distinción es que la longanimidad se muestra en nuestra actitud hacia las personas y no hacia las cosas. Consideradas como virtudes humanas, tanto la paciencia como la longanimidad son dones de Dios (Ro. 15:5; Gá. 5:22), y ambas son estimuladas por la esperanza, por la certeza de que Dios cumplirá sus promesas (Ro. 8:25; 1 Ts. 1:3; 2 Ti. 4:2, 8; He. 6:12).

(4) con gozo dando gracias al Padre.

   Gracias a la fuerza que Dios les imparte, los creyentes pueden, aun en medio de tribulaciones, dar gracias con gozo y regocijarse con acción de gracias (cf. Mt. 5:10–12; Lc. 6:22, 23; Hch. 5:41; 2 Co. 4:7–17; Fil. 1:12–21). Esta acción de gracias se dirige al Padre, ya que él es quien nos da libremente todas las cosas (Ro. 8:32) a través del “Hijo de su amor” (v. 13). Pablo enfatiza la necesidad de dar gracias una y otra vez (2 Co. 1:11; Ef. 5:20; Fil. 4:6; Col. 3:17; 1 Ts. 5:18). Por lo que respecta a este contexto, las razones por las que los colosenses deben dar gracias al Padre se expresan en los versículos 12b, 13. Aquí, pues, se hace notar que el Padre es quien os hizo aptos para participar de la herencia de los santos en la luz. Así como el Señor en la antigua dispensación proveyó para Israel una heredad terrena, la cual fue distribuida por suerte entre las varias tribus y unidades más pequeñas de la vida nacional (Gn. 31:14; Nm. 18:20; Jos. 13:16; 14:2; 16:1, etc.), de la misma forma ha provisto para los colosenses una porción o parte en la heredad que es mejor. Esta gente provenía principalmente del mundo gentil, y en un tiempo estuvieron “separados de Cristo, alienados de la república de Israel y extraños a los pactos de la promesa, no teniendo esperanza y sin Dios en el mundo”. Pero “ahora, en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo” (Ef. 2:12, 13).

   El hecho de que esta participación es un asunto de gracia soberana y que nada tiene que ver con el mérito humano, está bien claro, ante todo, por la palabra misma que se usa, a saber, herencia: uno recibe una herencia como una dádiva; uno no la gana. Además, este hecho también se enfatiza por las palabras, “quien os hizo aptos”. El mejor comentario de este versículo es la declaración que Pablo hace en 2 Co. 3:5: “nuestra suficiencia viene de Dios”. Es Dios quien hace dignos a aquellos que en sí mismos no son dignos, y quien los capacita en esta forma para participar de la herencia.

   La herencia de los santos quiere decir la herencia de los creyentes redimidos, esto es, de aquellos individuos humanos que, habiendo sido sacados fuera de las tinieblas y colocados en la luz, están consagrados a Dios. Aunque algunos comentaristas son de la opinión de que aquí, en Col. 1:12, la palabra santos se refiere a ángeles, sin embargo, no existe ninguna base que sostenga este punto de vista. Pablo ama la palabra santos, y vez tras vez la usa en sus epístolas. Ni una sola vez la usa para referirse a ángeles, sino siempre para los redimidos (véase Ro. 1:7; 8:27; 12:13; 15:25, 26, 31; 16:2, 15; 1 Co. 1:2; 6:1, 2; 14:33, etc.). Ni 1 Ts. 3:13 es una excepción a la regla.

   Esta herencia “de los santos” es al mismo tiempo la herencia “en la luz”. Esta es “la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Co. 4:6). Es “el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Ro. 5:5); “la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento” (Fil. 4:7); el “gozo inefable y lleno de gloria” (1 P. 1:8).

   El hecho de que en la Escritura la palabra luz efectivamente se usa para expresar en una forma metafórica todas esas ideas y muchas más, está claro por los siguientes pasajes, en cada uno de los cuales la palabra luz es usada en un contexto que la interpreta:

   La palabra luz se usa en conexión con:

(1) santidad, ser santificado (Hch. 20:32; 26:18, 23). Estos pasajes son de especial importancia, ya que aparecen en declaraciones pertenecientes a Pablo.

(2) la revelación divina: verdad, y penetración en esa revelación: conocimiento (Sal. 36:9; 2 Co. 4:4, 6).

(3) amor (1 Jn. 2:9, 10).

(4) gloria (Is. 60:1–3).

(5) paz, prosperidad, libertad, gozo (Sal. 97:11; Is. 9:1–7).

    Dado que Dios mismo en su mismísimo ser es santidad, omnisciencia, amor, gloria, etc., y dado que él es para su pueblo la fuente de todas las gracias que hemos mencionado arriba en los puntos (1) al (5), él es luz en sí mismo. “Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1 Jn. 1:5). Jesús dijo, “Yo soy la luz del mundo” (Jn. 8:12). Como tal Dios es en Cristo la salvación de su pueblo. La luz y la salvación son, por tanto, sinónimos (Sal. 27:1; Is. 49:6). Lo mismo sucede con la luz y la gracia o el favor divino (Sal. 44:3).

   Lo contrario a la luz son las tinieblas, las que, por consiguiente, son el símbolo de Satanás y sus ángeles; por lo tanto, son también el símbolo del pecado, la desobediencia, rebelión, ignorancia, ceguera, falsedad, odio, ira, vergüenza, lucha, carencia, esclavitud y tristeza, como lo muestran varios de los pasajes que hemos citado arriba, bajo (1) al (5), y muchos otros también.

   Por lo tanto, lo que el apóstol está afirmando aquí en Col. 1:12 es que el Padre de su amado Hijo Jesucristo— y, por consiguiente, nuestro Padre también—en virtud de su gracia soberana, ha hecho a los colosenses dignos de y competentes para participar de la herencia de los santos en el reino de la salvación plena y libre. No es difícil contestar la siguiente pregunta: “¿este reino es presente o futuro?” En principio los colosenses ya están en él. Ya han sido “transferidos al reino del Hijo de su amor” (Col. 1:13; cf. Ef. 2:13). La posesión plena, sin embargo, pertenece al futuro. Es “la esperanza que está reservada en los cielos para vosotros” (Col. 1:5). Del Señor recibirán la recompensa, a saber, la herencia (Col. 3:24). Véase también Ef. 1:18; Fil. 3:20, 21; y cf. He. 3:7–4:11. Pablo ora—porque debe recordarse que esto todavía es parte de su oración—que los colosenses puedan constante y gozosamente dar gracias a Dios por todo esto.

Amén, para la honra gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Semana del 20 al 26 de mayo de 2024

Destacado

Semana del 13 al 19 de mayo de 2024.

  Lectura Bíblica: Romanos 14: 10 al 13. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.

   Comentario general del contexto bíblico:

[1]. (14: 10-12) Juicio: dejar el juicio a Dios.

  • ¿Por qué juzgas y críticas a tu hermano?
  • ¿Por qué desprecias y miras con desdén a tu hermano?

    Las preguntas son enérgicas y perturbadoras debido a que muchos creyentes son culpables de esto delante de Dios.

    Note la palabra «hermano». La persona criticada y juzgada es un hermano y lo que está haciendo procede de una sincera convicción de que es la voluntad de Dios o es aceptable por Dios (vv. 5-6). Entonces, ¿por qué te pones en el lugar de Dios y lo criticas y lo juzgas? ¡Cuidado! Porque «todos compareceremos ante el tribunal de Cristo» (v. 10). Cada uno de nosotros será juzgado por Cristo, no por otro hermano.

◘ a. Toda rodilla se doblará ante Cristo, no ante otra persona. Toda lengua confesará a Dios, no a otro hermano. Ninguno de nosotros es Dios; por lo tanto, no tenemos absolutamente ningún derecho de juzgarnos y criticarnos unos a otros. Solamente Dios es el juez de los hombres.

    «Porque escrito está: vivo yo dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios» (Ro. 14:11).

   «Por lo cual Dios también le exaltó basta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre» (Fil. 2:9-11).

   «¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado» (Ap. 15:4).

   «Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. Por mí mismo hice juramento, de mi boca salló palabra en justicia, y no será revocada: que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua» (ls. 45:22-23).

◘ b. Cada uno dará a Dios razón de sí. No vamos a ser llamados a dar razón de otros delante de Dios. Vamos a rendir cuentas de nosotros mismos. Cada uno será responsable de sí mismo solamente. Dios no va a preguntarnos qué pensamos o sabemos de Esteban o de Rut. Cada uno se parará solo delante de Dios y dará razón de su propia conducta solamente.

   «Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos» (Mt. 25:32).

   «Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo» (Jn. 5:22).

   «Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos» (Hch. 10:42).

   «Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando Fe a todos con haberle levantado de los muertos» (Hch. 17:31).

   «En el día que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio» (Ro. 2:16).

   «Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo» (Ro. 14:10).

    «Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios» (1 Co. 4:5).

   «Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino» (2 Ti. 4:1).

    [2]. (14: 13-15) Tropiezo ▬ juzgar ▬ critica ▬ actividad social cuestionable: juzgad sólo una cosa: si eres tropezadero a tu hermano. La palabra «tropiezo» (proskamma) significa un obstáculo puesto en el camino de alguien. La expresión «Ocasión de caer» (skandalon) significa poner trampa, lazo, hacer algo que hace que la persona tropiece y caiga. Tiene referencia en particular al acto de dirigir o hacer que alguien peque. La exhortación es fuerte: los creyentes no deben criticarse y juzgarse unos a otros; deben juzgarse a sí mismos. Cada creyente debe estar siempre examinando su propia vida a fin de asegurarse de que …

  • no está poniendo tropezadero a su hermano en el camino a Dios, ni siquiera un solo obstáculo o impedimento de ninguna especie.
  • no está haciendo una sola cosa que haga que su hermano tropiece y caiga en pecado.

   Si un creyente está constantemente examinando su vida y cuidando de no convertirse en piedra de tropiezo, no tiene tiempo de juzgar y hablar de su hermano. Hay tres conductas muy prácticas que nos impedirán poner tropiezos en el andar de nuestro hermano hacia Dios.

♦1. Primero, debemos mirar qué cosas son inmundas según el criterio de nuestro hermano. Y simplemente, si piensa que alguna conducta o actividad es inmunda, no la hagamos. Las Escrituras nos dan un gran principio en estos tres versículos, un principio que revolucionaría la conducta de los creyentes y de gran parte de la sociedad si sólo se hiciera lo que Dios dice.

   Note las palabras «nada es inmundo en sí mismo». La situación inmediata de la iglesia primitiva tenía que ver con comer ciertos alimentos y observar ciertos días. Sin embargo, el hecho es aplicable a actividades cuestionables que enfrenta cada generación de creyentes. En su forma pura y natural, toda la creación de Dios es aceptable a Dios. Lo que el hombre hace las convierte en impuras.

  • La uva es pura, pero el hombre la toma y hace bebidas alcohólicas que dañan el cuerpo humano y llevan a una conducta inmoral.
  • La comunión es pura; pero el hombre la toma y la convierte en una atmósfera relajada, festiva que lleva a poner en peligro al cuerpo humano, conduce a pensamientos y conversaciones sugerentes y a una conducta inmoral.
  • la vegetación y las plantas de los bosques son puras, pero el hombre las toma y hace toda clase de drogas intoxicantes, bebidas, y alimentos dañinos para el cuerpo humano y llevan a una conducta injusta e inmoral.

   El punto es este: debido a lo que el hombre hace con las cosas y actividades de la tierra, los creyentes deben cuidarse de las cosas que los hombres convierten en inmundas y de las cosas que otros creyentes consideran inmundas. No debemos hacer nada que haga tropezar a nuestro hermano.

   «Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano» (Ro. 14:13).

   «Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió» (Ro. 14:15).

  «Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles» (1 Co. 8:9).

   «Un poco de levadura leuda toda la masa» (Gá. 5:9).

   «El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo» (1 Jn. 2:10).

▬ 2. Segundo, debemos andar en amor con el hermano.

   Notemos:

   No tenemos que hacer nada que perjudique al hermano. ¡Imaginémonos! No tenemos que causarle «pesar»; no debemos causarle ningún tipo de miseria o perturbación. (¡Qué impacto producirla esto sobre las iglesias y el mundo si pusiéramos en práctica este mandamiento!)

   No debemos hacer nada que destruya a un hermano. Este es un mandamiento enérgico: «No lo destruyas» [me apollue]. Las palabras significan herir y dañar hasta el punto de destruir. Tal conducta es absolutamente

prohibida para el creyente cristiano. No tenemos que hacer absolutamente nada que destruya o arruine a nuestro hermano.

   Pensamiento. Piense en el juicio que vendrá sobre algunos a causa de sus juicios y críticas, sus quejas y divisionismo, sus hábitos y conducta, su beber y festejar. Basta con mirar la naturaleza misma de algunos que están constantemente causando problemas y siendo piedra de tropiezo para jóvenes y viejos por igual.

   «Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poder tropiezo a mi hermano» (1 Co. 8:13).

   «Ninguno busque su propio bien, sino el del otro [bienestar)» (1 Co. 10:24).

   «El amor no hace mal al prójimo: así que el cumplimiento de la ley es el amor» (Ro. 13:10).

   «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradamos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación» (Ro. 15:1·2).

   «Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Gá. 5:14).

   «Si en verdad cumplís la ley real, conforme a las Escrituras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Stg. 2:8).

▬ 3. Tercero, debemos tener presente que Cristo murió por nuestro hermano. Esta es una clara razón por la que no debemos causar pesar, y mucho menos destruir a nuestro hermano: Cristo murió por él. El argumento es fuerte: si Cristo le amó tanto como para morir por él, entonces debemos amarle en forma suficiente como para renunciar a unos pocos deseos y actividades.

   «Y por el conocimiento tuyo se perderá el hermano débil por quien Cristo murió» (1 Co. 8:11).

   «Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Co. 5:15).

    «Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él» (Col. 1:21-22).

   Nota del expositor de la juventud: «Todo salvado que posee una firme esperanza de comparecer ante el tribunal de Cristo tendrá especial cuidado en el trato hacia sus hermanos en la fe, ya que allí se conocerá la intención del corazón que nos puede privar de recibir el galardón completo»

1er Titulo: El juicio ante el tribunal de Cristo será perfecto y justo, no así el juicio entre hermanos. Versículos 10. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. (Léase: San Mateo 7: 1 al 3. No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ▬ 2ª a los Corintios 5:10. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.).

    Comentario de Pablo da exhortaciones finales (14:10–12): No juzgues: Dios es el juez (14:10)

    En el versículo 10, Pablo regresa a su estilo de diatriba anterior (véase 2:1–4, 17–24). Comienza con una pregunta directa y con una amonestación en orden inverso al versículo 3, exhorta a los romanos por juzgarse y despreciarse unos a otros. Él llama a los oponentes en cada caso “su hermano” para enfatizar el hecho de que este es un miembro de la familia de Dios al que están rechazando. Se han erigido como jueces y no tienen derecho a hacerlo en la comunidad de Dios.

    En los versículos 7–9, Pablo les recordó que Cristo es el Señor de todos, y que todo le rinde cuentas. Extiende esa imagen aquí al recordarles que “¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios!”. Solo Dios es el juez, y aquellos que asuman ese papel se presentarán ante Dios en el juicio. Sus hermanos cristianos responden solo a él y no a otros cristianos.

   En 2 Corintios 5:10, Pablo dice que “es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo”, no ante el tribunal de otros cristianos, y para que “cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo “. Esto proporciona otra exhortación importante para no juzgarse mutuamente cuando no estamos de acuerdo sobre cuestiones no esenciales (no centrales). Algunos de nosotros podemos preferir un estilo de adoración más tradicional, otros una adoración más libre. Algunos prefieren himnos, otros, canciones más contemporáneas. Dios bendice a cada grupo y estilo que honestamente lo adora. ¡Sin embargo, continuamos luchando por tales cosas!

    Todos se doblarán ante Dios (14:11)

   El punto del versículo 10 es que solo Dios es el juez. Para fundamentar esto, Pablo cita a Isaías 45:23 “He jurado por mí mismo”, dice el Señor “se doblará toda rodilla, y por mí jurará toda lengua”. La cita de Pablo sigue a Isaías de cerca, excepto por la apertura “he jurado por mí mismo”. Esta es una fórmula introductoria común (véase especialmente Is 49:18 y también Jer 22:24; Ez 5:11)

   Probablemente, Pablo lo usa aquí para reunir los contextos de Isaías 45:23 y 49:18, donde Dios aborda las quejas de Israel sobre si los había abandonado al prometer que sus hijos exiliados serían devueltos a su madre. En Isaías 45 promete que redimirá soberanamente a su pueblo y obligará a las naciones a inclinarse ante ellos. En ambos contextos, él solo tiene el control soberano como juez de las naciones y su propio pueblo.

   Los cristianos juiciosos de Roma “se doblarán” ante el Señor y “confesarán” (el significado de exomologeō) su error ante Dios, o enfrentarán el tribunal de Dios en el futuro. Mientras que “confesar” puede significar rendir homenaje a Dios (“alabar” o “reconocer”), en el contexto del juicio en los versículos 10 y 12 hay una advertencia implícita en el versículo 11 que hace que “confesar” encaje bastante bien. Para honrar a Dios, primero debemos confesar nuestros pecados.

   Para Pablo, los débiles y los fuertes estaban bajo acusación por el pecado de arrogancia al juzgarse unos a otros. Necesitaban confesar su error y estar bien con él.

   Jesús comienza esta sección diciendo: Mateo: 7:1. No juzguéis (a los demás) … Como en 6:1, 19, 20; 7:7, etc., primero se declara el principio y luego se lo explica. ¿Qué quiso decir exactamente el Señor cuando dijo: “No juzguéis”? ¿Quiso decir que toda forma de juzgar y sin ninguna calificación queda prohibida, de tal modo que no se nos permite formar opinión ni expresarla con respecto al prójimo, por lo menos que con respecto a él jamás debemos expresar en voz alta una opinión adversa o desfavorable? A la luz de lo que Jesús mismo dice en este mismo párrafo (v. 6), donde indica que debemos considerar a ciertos individuos como perros y puercos, y a la luz de Jn. 7:24; cf. 1 Co. 5:12; 6:1–5; Gá. 1:8, 9; Fil. 3:2; 1 Ts. 2:14, 15; 1 Ti. 1:6, 7; Tit. 3:2, 10; 1 Jn. 4:1; 2 Jn. 10; 3 Jn. 9, y de muchos otros pasajes que se podrían agregar, es claro que no se trata de una condenación tan completa contra la formación de una opinión acerca de una persona y de expresarla.

   Jesús mismo había llegado a ciertas conclusiones acerca de los escribas y fariseos, y no vaciló en expresarlas (Mt. 5:20; 6:2, 5, 16; 15:1ss; 23:1ss). Aunque es cierto que nosotros no podemos leer lo que está en el corazón de nuestro prójimo, en la forma que Jesús podía hacerlo (Jn. 2:24, 25), de modo que nuestro juicio debe ser más reservado y nunca debe ser final, nada hay en la enseñanza sea de Cristo mismo o de los apóstoles después de él que nos exima de la obligación de formarnos opiniones acerca de las personas y actuar sobre la base de esas opiniones, lo cual también implica que a veces será nuestro deber expresar nuestros juicios. Mt. 7:1 ha sido usado a veces para excusar el descuido en el ejercicio de la disciplina eclesiástica, pero a la luz de su contexto, y también de 18:15–18 y Jn. 20:23, tal uso de este pasaje no tiene justificación alguna.

   Entonces, ¿qué quiso decir Jesús? Quiso decir (vv. 3–5) que es malo que alguien concentre su atención en la mota que hay en el ojo de su hermano y mientras está así ocupado, pasar por alto la viga que tiene en su propio ojo. Aquí el Señor está condenando el espíritu de censura, el juicio áspero, el justificarse a sí mismo juzgando a los demás, el juicio sin misericordia, sin amor, como también lo enseña claramente el pasaje paralelo (Lc. 6:36, 37). Es necesario ser crítico y discriminador; ser hipercrítico es malo. Uno debiera evitar el decir lo que es falso (Ex. 23:1), innecesario (Pr. 11:13), y cruel (Pr. 18:18).

   El pecado que aquí se condena era muy común, lo que queda demostrado, por ejemplo, por el hecho de que David condenó a muerte al rico que, según se le había hecho creer a David, había robado y muerto la corderita del pobre, no comprendiendo que al condenarlo de ese modo David se estaba condenando a sí mismo (2 S. 12:1–7).

   Esta inclinación a descubrir y condenar severamente las faltas reales o imaginarias de los demás, mientras se pasan por alto con ligereza las propias que con frecuencia son más graves violaciones de la ley de Dios, era común entre los judíos (Ro. 2:1s), especialmente entre los fariseos (Lc. 18:9; Jn. 7:49), y es común siempre y en todo lugar. Según las palabras de Jesús aquí en 7:1, para que no seáis juzgados, la persona justa ante sus propios ojos, que tiene por costumbre andar encontrando faltas en los demás, debe recordar que él mismo puede esperar ser condenado, y esto no solamente por los hombres sino también, y especialmente, por Dios, como 6:14, 15 ya ha indicado. Cf. 18:23 -25.

   Con el fin de dar más énfasis, se repite en una fraseología algo distinta el pensamiento expresado en 7:1b: 2. Porque con el juicio con que juzgáis, vosotros mismos seréis juzgados; y según la medida con que medís, se os medirá. Significado: La norma de juicio que vosotros aplicáis a los demás será aplicada a vosotros. Si juzgáis sin misericordia, seréis juzgados sin misericordia. Igualmente, si juzgáis con compasión, seréis juzgados y tratados con compasión. Entonces será derramada en vuestro regazo “medida buena, apretada, remecida y rebosando”. Así seréis juzgados y recompensados por Dios, ciertamente (6:14, 15; cf. Ro. 2:16; 3:6), pero no se excluyen los agentes humanos (Lc. 6:34, 38).

    2ª Corintios 5:10. Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba recompensa por las cosas que haya hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo.

▬ a. «Por lo tanto, es nuestro anhelo agradarle». Pablo ya está llegando al final de su enseñanza sobre este tema y, sobre la base de los versículos precedentes, dice «por lo tanto». Ahora invierte el orden de las dos cláusulas: «lejos de casa» y «en casa» (v. 8), y vuelve a la secuencia original (v. 6). Esta inversión no establece ninguna diferencia en la comprensión del pasaje. Tanto si los creyentes están en el cuerpo o fuera del cuerpo, no importa; porque lo que ellos desean es agradar al Señor. ¿Quiere decir esto que, en el estado intermedio, los creyentes no pueden agradar al Señor? La respuesta es no. Pablo no se está dirigiendo a quienes ya han muerto y están con el Señor. Él les está hablando a sus lectores, que están vivos. Nos exhorta a que sirvamos al Señor de una manera tal que, tanto a Dios como a nuestro prójimo les agrade siempre nuestra conducta (Ro. 14:18; Heb. 13:21).

▬ b. «Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo». Cuando Pablo escribe «todos nosotros», ¿se refiere a todo el mundo? El Nuevo Testamento enseña que cada uno debe comparecer ante el tribunal de Dios o de Cristo (Hch. 10:42; 17:31; Ro. 14:10; 2 Ti. 4:1; 1 P. 4:5). Pero aquí la construcción griega muestra que se dirige a los cristianos corintios y, presumiblemente, a sus adversarios en aquella iglesia. Nadie va a quedar libre de ser citado a comparecer ante el tribunal, pues la palabra que Pablo usa es «debemos»; la orden de comparecer ante el tribunal tiene un origen divino, pues es Dios quien, a través de Cristo, ordena el citatorio. El acusado debe responder ante Dios (Ro. 14:10) y recibir de Cristo la sentencia.

▬ c. «Para que cada uno reciba recompensa por las cosas que haya hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo». Cada persona se presenta ante el tribunal y oye el veredicto, que se basa en su conducta en este mundo. Cuando el Señor vuelva (1 Co. 4:5), todas las obras, buenas o malas, saldrán a la luz. En ese momento, el Señor asignará recompensas a cada persona por las obras que haya realizado mediante la instrumentalidad de su cuerpo, mientras estaba en la tierra. Jesús dice: «¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho» (Ap. 22:12).

   Pablo no está enseñando aquí una doctrina que diga que la salvación se gana por las buenas obras. Dios no nos acepta por las obras que, en sí mismas, están contaminadas por el pecado, sino por la obra meritoria de Jesucristo. Calvino observa: «Habiéndonos así recibido en su favor, él también acepta misericordiosamente nuestras obras, y es de esta inmerecida aceptación que depende la recompensa».

2° Titulo: El creyente glorificado dará cuenta de sí con toda humildad. Versículos 11 y 12. Porque escrito está:  Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. (Léase: Isaías 45:23 al 25. Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel. ▬ Apocalipsis 22: 11-12. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

   Todos daremos cuentas a Dios (Romanos 14:12)

   Este versículo hace explícito el punto de los versículos 10–11: “Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios”. El énfasis está en “cada uno de nosotros”, enfatizando el hecho de que cada ser humano se presentará ante Dios bēma (asiento real judicial) y responder por sus vidas. Todos los creyentes, así como los no creyentes, serán examinados y evaluados por la calidad de la forma en que vivieron sus vidas. Este tema se llama lex talionis, “la ley del talión”, y significa que Dios nos pagará con perfecta justicia por lo que hacemos con nuestras vidas: el castigo perfecto por los pecados y la recompensa perfecta por una conducta justa.

   Si nos juzgamos unos a otros, nuestras acciones son de este mundo y seremos juzgados a su vez por Dios. Si permitimos que Dios sea el juez, como lo exigen las Escrituras, nosotros mismos seremos juzgados justamente, y la unidad en la iglesia será restaurada. Entonces el resultado será una recompensa.

   En 14:1–12, Pablo se dirige a los creyentes judíos y gentiles que luchan por la naturaleza vinculante de la ley. Los gentiles se dieron cuenta de que Cristo había negado las leyes alimentarias (Marcos 7:19), mientras que los seguidores judíos pensaban que todavía eran obligatorias. Se juzgaban y se condenaban mutuamente por el tema, y Pablo exige tolerancia y aceptación uno al otro. Esta no es simplemente una situación histórica interesante; tenemos luchas internas tan grandes hoy en día sobre temas como la música de la iglesia, el lugar de las mujeres en la iglesia o el calvinismo versus el arminianismo.

   Estos y otros problemas similares no tienen una solución fácil, y los creyentes los debatirán hasta que el Señor regrese. Pablo ofrece una solución brillante. Mientras ambas partes realmente están tratando de vivir para el Señor y ejercitar sus puntos de vista para honrarlo, Dios los acepta, y también al resto de nosotros. Debemos respetar y aceptar a los demás y darnos cuenta de que Dios los está usando tanto como a nosotros para su servicio.

    Cuando juzgamos a otros por tales asuntos, estamos asumiendo la autoridad que le pertenece solo a Dios, y nuestro grupo está reemplazando a Dios como el foco central de nuestro ministerio. Incluso si nuestra opinión sobre el tema es correcta, pero los del otro lado están sirviendo a Dios y se niegan a condenarnos, entonces a ellos Dios los honrará, no nosotros. Cristo es Señor y Juez, y todo lo que hacemos debe estar centrado en Cristo. Esto es lo que los débiles y los fuertes en Roma estaban olvidando.

    Cada uno de nosotros estará ante Dios y responderemos no solo por cómo estamos sirviendo al Señor sino también por cómo nos tratamos unos a otros. Debe haber una unidad más profunda en la iglesia que la que se ha visto hasta ahora. Dios está mirando nuestras relaciones unos con otros. Él quiere usar los ámbitos de nuestra iglesia de la misma manera que usó a los débiles y fuertes en Roma; él quiere mezclarnos en un arma evangelística para derrotar a Satanás y ganar a los perdidos. él exige esta unidad, y todos le daremos cuentas en el juicio final sobre cómo nos tratamos y si trabajamos juntos para su gloria.

Apocalipsis 22:11. «Que el malo siga haciendo el mal, y que el vil siga siendo vil, y que el justo siga haciendo lo justo, y que el santo siga siendo santo». La práctica de Juan de presentar contrastes es obvia en estas cuatro cláusulas. Las dos primeras plantean aspectos negativos y las dos últimas positivos. Las cláusulas primera y tercera son paralelas, al igual que lo son la segunda y la cuarta. Es decir, hacer el mal se contrapone a hacer lo que es justo, y ser vil es lo opuesto a ser santo.

  1. que el malo siga haciendo el mal 3. que el justo siga haciendo lo justo
  2. y que el vil siga siendo vil 4. y que el santo siga siendo santo

   La primera y la tercera frase subrayan las acciones de la persona, en tanto que la segunda y la cuarta enfatizan el carácter de la persona. Las cláusulas segunda, tercera y cuarta comienzan con la conjunción y, que es característica del estilo de Juan de escribir con frases coordinadas.

   En las cláusulas se utilizan cuatro veces los imperativos en tercera persona en griego y se representan en español con el término que y el subjuntivo. Las frases con que pueden ser el que de exhortaciones positivas (como «que el malo vuelva de su camino» o el que de conformidad (como «que lo deje»). Se hace la objeción a esta interpretación que las cuatro frases representan un mismo mandato y, por tanto, deben entenderse «en la misma forma imperativa». Sin embargo, Juan ha dividido la humanidad en los dos grupos de los que hacen el mal y son viles y los que practican la justicia y son santos.

   La palabra seguir que se encuentra en las cuatro cláusulas indica un proceso permanente. Conduce o a una vida de degradación o a una vida de santidad. «O se crece en gracia y estatura como cristianos o se cae más profundo en el endurecimiento e indiferencia como pecador; no se puede permanecer estático». El pecador y el santo o avanzan o retroceden en su vida espiritual. El pecador retrocede de la incredulidad a la desobediencia, de la desobediencia a la negligencia, de la negligencia ala apostasía, y de la apostasía al endurecimiento del corazón. E1 santo sigue progresando en una vida que conduce de la fe a la práctica de la obediencia, de la obediencia al gozo, y del gozo a la felicidad eterna en el Señor. El carácter del pecador endurecido es definitivamente anticristiano, pero el de los santos se destaca por la justicia y la santidad.

3er Titulo: Llamado a evitar el juicio y tropiezo entre hermanos en la fe. Versículo 13. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. (Léase: San Mateo 18: 6 y 7. Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! ▬ Proverbios 3:3 y 4. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión. Ante los ojos de Dios y de los hombres.).

   Comentario de Romanos 14:13: AMOR Y UNIDAD EN LA COMUNIDAD. NO SEAS DE TROPIEZO

   La fricción entre los creyentes gentiles fuertes y los cristianos judíos débiles continúa, pero ahora Pablo se dirige específicamente a los fuertes, cuya libertad para seguir la ley ha planteado un problema. Se han vuelto tan presumidos en su estatus de superioridad que lo han vuelto como un arma, y la ausencia de amor cristiano ha hecho de la verdad un instrumento negativo que amenaza con destruir la fe de muchos de sus hermanos y hermanas más débiles. La advertencia es construir la fe de los demás en lugar de derribarla. A veces, tener razón tiene sus inconvenientes, especialmente cuando lleva a una suposición arrogante de que se supone que todos deben aceptar su superioridad y hacer lo que usted les dice.

Es común ver este pasaje organizado alrededor de un marco quiástico:

A Advertencia contra ser de tropiezo (v. 13)

B Nada es impuro (v. 14)

C No destruyas a otro haciendo hincapié en tu libertad (v. 15)

D El reino de Dios significa paz y alegría (vv. 16–18)

D′ Busque la paz y la edificación mutua (v. 19)

C′ No destruyas la obra de Dios (v. 20a)

B′ Toda la comida está limpia (v. 20b)

A′ Advertencia contra ser un obstáculo (vv. 21–23)

No juzgue ni sea un bloque de huelga (14:13–18)

    Pablo comienza esta sección reprendiendo a los romanos por juzgar, lo que resume los versículos 1–12. El problema en Roma era la hostilidad entre los conversos gentiles y judíos por guardar la ley del Antiguo Testamento, se juzgaban y se condenaban entre sí. En 14:3b, 10, los culpables de juicio fueron los débiles, y en 14: 3a, 10, los fuertes son culpables de despreciar a los débiles. Aquí Pablo castiga a ambos grupos por juzgarse mutuamente. En los siguientes versículos, los fuertes son los objetos de la reprensión, y Pablo afirma la tesis de la sección en el versículo 13: propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano.

   La advertencia contra los que sean de tropiezo (14:13)

   Se suponía que los fuertes iban a liderar el camino en la iglesia dialogando con los débiles sobre los conflictos. En cambio, agravaron la situación al menospreciar a sus adversarios. Después de dar instrucciones a ambos grupos para que dejen de emitir juicios, Pablo utiliza un juego de palabras excelente para dirigir la atención hacia los fuertes y su responsabilidad en esta situación. Él les dice que en lugar de “juzgar” (krinō) sobre los débiles, deberían “decidir” (krinō; “proponerse” en la NVI) “no poner tropiezos ni obstáculos” a los creyentes débiles. El verbo puede significar tanto “juzgar” como “proponerse” o “decidir” una cosa. Les exhorta a proponerse no condenar a los débiles (v. 13a) o herirlos (v. 13b), sino a edificarlos. En lugar de juicios negativos, quiere que los fuertes hagan discernimientos positivos.

   Pablo les dice que no pongan dos cosas delante de los débiles que son prácticamente sinónimos. Un “tropiezo” (proskomma) es un estorbo en la vida de una persona que la lleva a caer espiritualmente en pecado. Un “obstáculo” (skandalon) representa un enredo o trampa que atrapa algo. Ambos términos se refieren a una serie de transgresiones que destruyen la fe de una persona y conducen a la apostasía.

   Pablo no especifica cómo se lleva a cabo esto, pero existe un acuerdo general sobre el proceso probable que causa el fracaso de la fe de muchos de los cristianos débiles. El obstáculo está relacionado con la comida que los débiles creen que es inmunda (v. 14). Los argumentos contundentes de los fuertes podrían hacer que muchos de los débiles violen sus conciencias al comer carne sin estar “firmes en sus propias opiniones” (v. 5). Cuando esa convicción fue revocada, la fe de los débiles fue quitada. Abandonarían no solo sus creencias con respecto a las leyes alimentarias sino también la fe cristiana en general.

   Por eso debemos aprender a respetar las convicciones religiosas honestas de quienes nos rodean, siempre y cuando estén anclados en la palabra y en la Trinidad. Un buen ejemplo serían las creencias que algunos cristianos tienen sobre el alcohol, las películas, los juegos de cartas y el baile. Aquellos que se sienten libres de participar en tales cosas mientras ejerzan su juicio nunca deben burlarse o menospreciar a aquellos que creen de manera diferente. Hacer que se adhieran a sus estándares podría dañarlos espiritualmente y causar su caída. En resumen, los fuertes no deben hacer alarde de su libertad frente a los débiles y, por lo tanto, hacerles daño espiritualmente. Más bien, debemos respetar sus conciencias, darnos cuenta de que Dios los acepta tal y como son y no participar en el consumo de alcohol, ir al cine, etc., cuando estemos con ellos.

   Mateo 18:6 y7: Cuidarlos, guardándolos a ellos y a vosotros mismos de caer en tentación. En consecuencia, Jesús continúa: 6. Pero cualquiera que haga pecar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, es mejor que se le cuelgue al cuello una pesada piedra de molino y que se ahogue en lo profundo del mar. Aquí el Salvador pone lo negativo (el no recibir a los pequeños sino hacerlos pecar) en contraste con lo positivo (recibirlos) del versículo precedente. Es claro que el Señor está hablando de las posibilidades que podrían surgir, y con frecuencia surgen, cuando alguna persona “mundana” (véase el v. 7), sea dentro o fuera de la iglesia visible, comete el grave pecado de tratar de hacer extraviar a uno de los verdaderos hijos de Dios. Está diciendo que aun cuando el pecado haya sido planeado contra solamente uno de los que son tan preciosos ante los ojos de Dios, resultaría preferible la muerte física para el que así maquina; sí, la muerte de la especie más terrible.

   El mal al que Jesús se refiere aquí, a saber, hacer que alguien—uno de los hijos amados de Dios—peque, se refiere claramente a poner en su camino tentaciones a hacer mal, trampas, seducciones engañosas, como es claro del v. 7.

   Entonces Jesús está diciendo que es preferible que a tal persona se le cuelgue al cuello una pesada piedra de molino (literalmente, piedra movida por medio de burro) y que sea ahogado en lo profundo del mar (literalmente, “sea sumergido en el mar, en el mar del mar”), esto es, que con esta pesada piedra de molino al cuello, que haría más seguro el que se ahogase, sea llevado lejos de la costa, donde las ondulantes aguas del mar turbulento o del océano son muy profundas, y que allí sea sumergido en esta tumba líquida de la que es completamente imposible el regreso.

   La piedra de molino mencionada por Jesús es la piedra superior de las dos entre las que se muele el grano. La referencia no es a la piedra de molino a mano sino a la piedra mucho más pesada impulsada por un burro. En el centro de la piedra de arriba, sea de molino a mano o movido por burro, hay un agujero a través del cual se echa el grano que va a ser molido entre las dos piedras. La presencia de este agujero explica la frase “que se le cuelgue al cuello una pesada piedra de molino”.

   Para resumir, lo que Jesús está diciendo en los vv. 1–6 es esto: que en vez de luchar por llegar a ser el más grande en el reino de los cielos (v. 1), dañando a los demás en el proceso de lograrlo en vez de cuidarlos (v. 6), el discípulo más bien debiera aprender a olvidarse de sí mismo y concentrar su atención y su amor sobre los pequeños de Cristo, sobre los corderos de la manada y sobre todos los que con humilde confianza (o con confiada humildad) se parecen a estos corderos. Al recibirlos, estarán recibiendo al Señor de ellos (v. 5).

   Ellos aprenderán a hacer esto si ellos mismos también se hacen como estos niños, como este pequeño a quien Jesús ha tomado en sus brazos. Ese es el único camino a la grandeza en el reino de los cielos (v. 2–4).

   Sobre el tema de a. dañar a otros haciéndolos caer en tentación (v. 7, cf. v. 6), o b. permitir que uno mismo sea descarriado (vv. 8, 9), Jesús prosigue así: 7. ¡Ay del mundo por sus tentaciones! Los que inducen a otros a pecar y no se arrepienten de este terrible mal muestran que pertenecen “al mundo”, a la humanidad ajena a la vida de Dios.646 No todas estas personas sobre las que se pronuncia esta maldición profética—exactamente lo opuesto a una bienaventuranza (5:3–12)—deben ser consideradas como que de partida están necesariamente fuera del reino, cuando se toma este concepto en su sentido más amplio. Aun los discípulos mismos deben estar en guardia, como Jesús acaba de mostrar (véase vv. 3, 6), a menos que pertenezcan “al mundo” que se esfuerza por inducir a los hijos de Dios al pecado. La gravedad de cometer este pecado surge del hecho de que fue por medio de la tentación que entró el pecado en la humanidad (Gn. 3:1–6) y todavía se extiende de ese modo (1 Ti. 6:9; Stg. 1:12). La tentación es del diablo, el gran tentador (Mt. 4:1; Jn. 8:44; 1 P. 5:8), cuyas maquinaciones son muchas (véase Ef. 6:11). La sustancia de la maldición pronunciada sobre el mundo se indica en el v. 8 (“el fuego eterno”) y en el v. 9 (“el infierno de   fuego”) Sin embargo, en el presente reino de pecado es imposible acabar con todas las tentaciones, con toda inducción al pecado: Porque deben venir las tentaciones … Es de la naturaleza misma del pecado que se extiende. Sería más fácil impedir que los jacintos acuáticos obstruyan los ríos navegables de Florida que impedir que la tentación cubra los senderos de la raza humana, incluida aun la iglesia. Pero, aunque es imposible erradicar las tentaciones, por la gracia de Dios es posible prevenir que uno mismo pertenezca a la comparsa de los tentadores. Por eso Jesús añade: pero ¡ay del hombre que es responsable de las tentaciones! o, más literalmente, “a través de quien viene la tentación”. Ni el decreto eterno de Dios ni los hechos de la historia ofrecen excusa alguna para el terrible pecado de inducir a otros al mal. Véanse Lc. 22:22; Hch. 2:23.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Semana del 13 al 19 de mayo de 2024

Destacado

SEMANA DEL 06 AL 12 DE MAYO. “EL CREYENTE FIEL Y VERDADERO, DEBE BUSCAR HONRAR A DIOS EN TODO”.

LECCION: ROMANOS 14: 5 AL 9. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 

    Comentario del 1er y 2° título: (14:5-6) Conducta, creyentes: estar plenamente convencidos de una buena o mala conducta. Los judíos habían hecho una cantidad de reglas respecto del «Sabbath» y las festividades especiales.

   «Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardaos los días, los meses, los tiempos y los años» (Gá. 4:9-10).

   «Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a día de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo» (Col. 2:16·17).

   Este también parecía ser un tema calurosamente debatido entre los creyentes judíos y gentiles de la iglesia de Roma. Pero también el tema es mucho más amplio que la simple observancia de los días festivos; incluye todas las restricciones humanas impuestas sobre los hombres por creyentes e iglesias legalistas. Sin embargo, al decir esto es necesario repetir: las Escrituras no se refieren a mandamientos que se encuentran en la Biblia. Los mandamientos e instrucciones de las Escrituras deben ser observados. Este pasaje trata de las tendencias legalistas de los hombres, esto es, las reglas y restricciones que algunas personas establecieron pensando que eran prácticas buenas y recomendables.

   Además, es necesario mencionar otro hecho. Pablo no está sugiriendo que el día del Señor no es importante. No está indicando que es correcto ignorar, descuidar o usar mal el día del Señor. ¡Jamás! Lo que está atacando es la actitud que pone en lugar del cristianismo un día cristiano. El día del Señor es muy importante para Dios, porque es el día establecido para la adoración de su Hijo, para descanso y reposo de sus seguidores. Sin embargo, el creyente no debe adorar el día, sino adorar al Señor de todos los días.

   El punto es este. Sea lo que fuere que el creyente haga. Debe estar plenamente persuadido de que está en lo correcto y no está haciendo mal. Note dos cosas.

   –1. El creyente debe estar plenamente persuadido en su mente cuando está tratando de asuntos indiferentes. El creyente debe hacer la decisión por si mismo; nadie más puede decidir por él.

Pero note:

  • Debe asegurarse de que se trata de un asunto cuestionable, que no está cubierto por algún mandamiento de las Escrituras.
  • Debe ser honesto e inteligente al decidir si la conducta es correcta
  • No debe violar su propia conciencia de ninguna manera, ni en la más pequeña medida.
  • Debe estar completamente seguro de que no hace mal.

   -2. El creyente debe vivir según él ve y entiende la voluntad de Dios. El punto es muy sencillamente planteado: un hombre dedica cada día al Señor y ve cada día como el día del Señor; otros hombres dedican cada día al Señor, pero cree que el domingo y los días sagrados son más especiales y significativos y debieran ser especialmente apartados para Dios. Note que la misma actitud prevalece en cuanto a los alimentos: un hombre da gracias a Dios y come de todo; otro da gracias y come solamente vegetales. El punto que cabe notar es que …

  • ambos hombres dedican cada día al Señor y le adoran. Difieren solamente en que un hombre aparta algunos días para dedicarlos a una celebración más extensa dedicada a Dios.
  • ambos hombres dan gracias a Dios por sus alimentos. Difieren solamente en lo que están comiendo.

   Ahora notemos el factor fundamental: los corazones de ambos hombres están puestos en Dios. Ambos hombres están dedicando sus vidas a adorar y servir a Dios, y ambos dan gracias a Dios por lo que tienen. Sus corazones están en buena relación con Dios. Las diferencias entre ambos son externas y tienen que ver con cosas materiales: días y comidas. Por lo tanto, ambos son aceptables ante Dios. Ambos están plenamente persuadidos de que están haciendo bien delante de Dios.

    (14:7-9) Dedicación-comprados-posesión-rendirse: ten cuidado con lo que haces. Hay dos razones supremas por las que el creyente debe vigilar lo que hace.

   ▬ 1. El creyente pertenece a Cristo tanto en la vida como en la muerte.

  • No vive para sí mismo: no hace lo que quiere, ni sigue sus propios deseos; no hace lo suyo propio, ni deja cabida a sus propios deseos y pasiones.
  • No muere para sí mismo: no toma la muerte en sus propias manos ni espera manipular la muerte para sí mismo.

   El creyente no vive para sí mismo; vive para Cristo. Ha puesto su vida y su muerte en las manos de Cristo, rindiendo a Cristo todo lo que Él es. Mientras vive, es del Señor; y cuando muere, es del Señor. El dominio del Señor se extiende no solamente a esta vida, sino también a la otra vida. No importa dónde esté el creyente o qué esté haciendo, es del Señor. El Señor es su Señor, porque el creyente ha puesto su vida y su muerte bajo el cuidado y la protección del Señor. El Señor es el Amo y Dios de su vida; en consecuencia, el creyente vigila cuidadosamente lo que hace: se asegura de que lo que hace agrada a su Señor, porque el bienestar de su vida y su muerte están bajo el amparo del Señor.

   «Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven» (Lc. 20:38).

   «Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos» (Ro. 14:8).

   ▬ 2. El creyente ha sido comprado por la muerte y resurrección del Señor. Cristo murió llevando sobre sí el pecado del creyente, de manera que el creyente fuese librado del juicio venidero sobre el pecado. El creyente tiene fe en la muerte de Cristo. Él cree que…

  • cuando Cristo murió, él murió simbólicamente con Cristo.
  • cuando Cristo pendía de la cruz, el creyente colgaba simbólicamente en la cruz con Cristo. ¿Cómo? Por la fe. Dios ama tanto al hombre que cuando un hombre verdaderamente cree en la muerte de Cristo por sus pecados, Dios toma fe de ese hombre y la cuenta como la muerte de Cristo, como si el creyente hubiese muerto con Cristo. Lo mismo ocurre con la resurrección de Cristo. Cuando el hombre cree verdaderamente en Cristo, Dios cuenta la creencia del hombre como la resurrección de Cristo. El hombre es identificado con Cristo en la resurrección de Cristo, y recibe una nueva vida que es al mismo tiempo abundante y eterna.

   Lo fundamental es esto: fue con este propósito que Cristo murió y resucitó para que pudiera ser el Señor de los vivos y los muertos. Él es ei Señor de todos los creyentes, sea que vivan sobre esta tierra o que hayan muerto y entrado en el cielo. El verdadero creyente ha sido comprado por la muerte y resurrección del Señor Jesús. El creyente no se pertenece a sí mismo: no puede actuar egoísta y pecaminosamente al hacer decisiones en cuanto a comportamiento. Debe obedecer y agradar al Señor, porque el Señor ha comprado el derecho de vida y muerte del creyente.

   «Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Ro. 6:10-11).

   «Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que, si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Co. 5:14-15).

   «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gá. 2:20).

Nota del Expositor: «El grado de madurez del cristiano lo llevará a discernir, cómo honrar a Dios en lo que dice relación con los días y comidas, para evitar los conflictos entre hermanos, sabiendo que el dueño de todo es Jesucristo nuestro Señor.»

1er Titulo: Pleno convicción, por medio del Espíritu Santo, en el servicio diario y agradable a Dios. Versículo 5. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. (Léase: Los Hechos 2:46 y 47. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos; ▬ Gálatas 4:8 al 11. Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.).

   Comentario del texto: Días santos: libre en sus propias opiniones (14:5)

   La persona débil “considera un día más importante que otro” mientras que el fuerte “considera iguales todos los días”. Literalmente, el débil “juzga un día más importante que otro” por razones religiosas, mientras que el fuerte “juzga cada día igual”. Es difícil saber con certeza el contexto de este conflicto en aquellos días. Algunos intérpretes han pensado que se trata de una visión gentil de los poderes mágicos asociados con ciertos días los cuales los dioses han bendecido, pero es más seguro un problema judeocristiano. Quizás sean las festividades judías como el Día de la Expiación o la Fiesta de los Tabernáculos, o tal vez sea un debate sobre el día de reposo.

    Si es el día de reposo, Pablo podría estar hablando sobre el debate del primer siglo durante el sábado (el Shabbat del Antiguo Testamento) versus el domingo (la adoración del Nuevo Testamento en el Día del Señor). El grupo débil siguió la práctica judía de adoración el sábado, mientras que el fuerte eligió el domingo. (La adoración del domingo comenzó bastante temprano en la historia de la iglesia, como vemos en Hch 20:7; 1Co 16:2; Ap 1:10.) En la iglesia de Roma, las dos partes estaban divididas sobre tales cosas, pero Pablo dice que debería ser un tema abierto. Cualquiera que sea la posición que uno prefiera, “Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones”. Ambos enfoques son viables, y el único requisito es ser fiel al Señor y fiel a sus convicciones.

   De hecho, la enseñanza de Pablo aquí puede ser una nueva aplicación de “renovar la mente” en 12:2. Con el Espíritu transformando los procesos de pensamiento de cada hijo de Dios, las dos partes deben pensar detenidamente sobre el tema, permitiendo que la otra parte los presione a mirar los problemas nuevamente, y luego tomar una decisión adecuada. No existe una verdad única en asuntos como este, y Pablo quiere que cada lado respete al otro.

   Esta es una forma saludable de pensar a través de muchos problemas doctrinales. He usado esta perspectiva para examinar temas como el rapto, el problema carismático, la predestinación o la seguridad del creyente y las mujeres en la iglesia. Se puede ver que la Palabra de Dios apoya a ambas partes, y nunca las resolveremos por completo. Pablo pide una unidad más profunda y respeto por el otro lado en cada caso. Esto no significa que no podamos llegar a una conclusión; tengo opiniones firmes sobre cada uno de estos temas. Significa que no podemos estar absolutamente seguros, y la opinión del otro lado es viable.

    Comentario de Los Hechos 2:46 y 47:  [46]. Día a día reuniéndose en el templo, partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sinceridad de corazón, [47ª]. alabando a Dios, y gozando favor con todo el pueblo. Lucas continúa describiendo la vida en la comunidad cristiana. El prologa la descripción de las actividades de los creyentes con la expresión día a día. Los cristianos en Jerusalén van al templo, el que para ellos es la casa de Dios. Ellos se consideran a sí mismos judíos que han visto el cumplimiento de las Escrituras del Antiguo Testamento a través de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Se reúnen en los patios del templo, presumiblemente en el área conocida como el Pórtico de Salomón (3:11; 5:12) donde oran y alaban. Disfrutan de una completa unidad en un contexto que se compara con la llegada de la primavera con su impresionante explosión de colores, esplendor y perfecta armonía. De parte del pueblo judío en general como de sus dirigentes religiosos en particular, los cristianos no han recibido ningún tipo de oposición todavía. Sus vidas son ejemplares, tanto que a través de su conducta ellos pueden guiar a otros a Cristo.

   Diariamente se reúnen en sus casas para comer el pan y reafirmar la unidad que poseen en Cristo. Por supuesto, comer pan en las casas difícilmente pudo haber sido de interés noticiero, ya que es costumbre y de esperar. Sin embargo, Lucas compara la unidad y armonía de los creyentes en el templo con su solidaridad en las comidas comunes en hogares privados. Los cristianos “comían juntos con alegría y sinceridad de corazón”.

   Aunque Lucas no da más explicación sobre esto, la práctica de tener comidas comunes es comparable a las fiestas de amor mencionadas directa e indirectamente por Pablo en su carta a la iglesia de Corinto (1 Co. 11:20–22), por Pedro (2 P. 2:13) y por Judas (Jud. 12). Walter Bauer explica la fiesta de amor como “una comida en común servida por los primitivos cristianos en conexión con los cultos de la iglesia y con el propósito de fomentar la expresión del amor fraternal”. En Jerusalén, los creyentes disfrutan estas comidas “cada día” (v. 46a), como Lucas lo indica en el griego. Por consiguiente, debemos distinguir las comidas en común con la celebración de la Cena del Señor (v. 42).

    Lucas enfatiza la unidad, la armonía, el gozo y la sinceridad de los creyentes. Estos elementos son frutos del Espíritu Santo, quien está actuando en los corazones y vidas de los primeros cristianos. En Hechos, Lucas repetidamente menciona el gozo o la alegría, muchas veces en relación con la influencia del Espíritu Santo (véase, p. ej., 8:8, 39; 13:48, 52; 15:3; 16:34). Por otro lado, la expresión sinceridad aparece sólo una vez en el Nuevo Testamento. Se deriva de una palabra que significa terreno suave, llano, sin ninguna piedra que desfigure la superficie del suelo.

   “Alabando a Dios, y gozando favor con todo el pueblo”. La primera frase relaciona a Dios y el otro al pueblo. Estructuralmente, ambas frases son parte del versículo anterior (v. 46) en el cual Lucas describe las actividades diarias de los creyentes. ¡Qué testimonio de verdadero cristianismo! Estos creyentes viven una vida de alabanza a Dios y como resultado, son reconocidos por el pueblo. Son exponentes del poder del evangelio y la presencia del Espíritu Santo. Son testimonios vivientes para Cristo. Aquí está trabajando la iglesia misionera: el pueblo observa la conducta cristiana de los convertidos hablando en favor de la iglesia y son atraídos a Cristo.

   [47b]. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que se salvaban. Lucas concluye esta sección diciendo que el Señor añadía nuevos convertidos a la iglesia. Nótese, primero, que usa el título el Señor para Jesús, no para Dios. Luego, el Señor Jesús continúa su trabajo de extender la comunidad cristiana. De los habitantes de Jerusalén toma tres mil personas, los convierte y los añade como creyentes a la iglesia. Lucas se refiere a los convertidos como “los que se salvaban”. Es decir, el Señor es el agente en el trabajo de salvar a su pueblo, para el cumplimiento de la profecía de Joel: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (v. 21; Jl. 2:32). Y finalmente, nótese la palabra diariamente. Este término debe tomarse con la frase descriptiva “los que se salvaban”. Aquí no está implícita la idea de un proceso de salvación gradual de individuos creyentes, sino que indica que el milagro de la salvación ocurre diariamente. También hoy día el Señor continúa añadiendo a su iglesia y llamando a personas a adquirir su ciudadanía espiritual en la ciudad llamada Sión. Con John Newton, humildemente, pero en un tono de victoria, los creyentes cantan,

    Comentario de Gálatas 4:8, 9. ¿Estarán dispuestos los gálatas a sacrificar ahora la seguridad de la plena redención que poseen por medio de Cristo, la adopción de hijos, la bendita morada del Espíritu, la libertad de acceso al Padre, y el hecho de ser herederos? ¿De veras van a volver a su anterior condición de esclavitud, con la sola diferencia que cambiarían un tipo de esclavitud (al paganismo) por otro (al judaísmo)? Es claro que el apóstol vuelve al asunto que lo movió al principio a escribir su carta. Al igual que en 1:6–10 y 3:1ss, otra vez se dejan ver los truenos en el cielo y la luz de los relámpagos. Pablo escribe: Sin embargo, en aquel tiempo, dado que no conocíais a Dios, erais esclavos de aquellos que por naturaleza no son dioses. Hubo un tiempo en que los gálatas, la mayoría paganos, estuvieron sin el conocimiento salvador de Dios. No se está negando que en virtud de la manera en que Dios ha creado al hombre, existe cierto tipo de conocimiento de Dios y de su ley inherente a la mente humana. Aun los paganos muestran la ley escrita en sus corazones (Ro. 2:14, 15). Tampoco se quiere negar que todos los hombres—incluyendo, por eso, a los no cristianos—obtienen de la revelación general una cierta cantidad de conocimiento de los atributos de Dios (Ro. 1:19, 20). Que todo este conocimiento es verdaderamente importante se enseña claramente en los pasajes que hemos citado. Pero no se puede encontrar conocimiento salvador aparte de Cristo. Aunque los paganos tienen cierto conocimiento de Dios, no le dan la gloria y el agradecimiento que se le debe (Ro. 1:21). No le reconocen, sino que en su perversidad sirven a la criatura antes que al Creador, y cambian la gloria de Dios por la “semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y reptiles”, haciéndolos su objeto de culto. Esta falta insensata e impía de no querer reconocer a Dios termina en la esclavitud de aquellos que son culpables de ella, una esclavitud a sus propias invenciones impías: dioses que realmente no son dioses, lo que es evidente por su misma naturaleza, ya que son objetos de madera, piedra, etc. No tienen respiración, poder, sabiduría y ningún interés en el hombre. En lugar de ayudar al hombre en medio de sus dificultades, ellos mismos necesitan ser llevados por hombres (Is. 46:1; contrástese Is. 63:9). La idolatría siempre produce esclavitud, no sólo esclavitud de temor, sino esclavitud de degradación moral y espiritual de toda clase. Esta era, pues, la condición anterior de la mayor parte de las personas a las que Pablo aquí se dirige.

   Pero había ocurrido un gran cambio, tal como Pablo lo indica: pero ahora que habéis llegado a conocer a Dios … En su maravillosa gracia, agradó a Dios enviar a Pablo, Bernabé, etc. a predicar el evangelio a estos miserables. Y por medio de la obra del Espíritu Santo los gálatas llegaron a conocer el verdadero Dios tal como se manifiesta en Jesucristo. Pablo nos dirá más en los versículos 12–15 sobre esta experiencia fundamental y dramática que tuvieron los gálatas. Con todo, aquí en el versículo 9 él añade un punto muy importante: o más bien, ser conocidos por Dios … Esta es una expresión llena de significado glorioso. Significa mucho más que el hecho de que Dios tuviera un mero conocimiento de la existencia de ellos, o que él simplemente los conociera. En el caso de los gálatas, por lo menos, significa “que Dios les visitó en su misericordia” (así Juan Calvino). En vista de lo que el apóstol dice en el v. 6 (“sois hijos”) ¿no es posible que las palabras de este texto también estén llenas de un rico significado, como el siguiente: que han sido reconocidos como propios de Dios; que por lo tanto, Dios ha puesto su amor sobre ellos y les ha escogido para vida eterna? Por cierto, que esto no se aplicaría a cada uno de ellos, pero bien podría aplicarse a la mayor parte de ellos, si damos por sentado que Dios bendijo esta carta a sus corazones. Esto nos trae a la mente pasajes como estos: “Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas” (Jn. 10:14); “El Señor conoce a los que son suyos” (2 Ti. 2:19). Véase también Gn. 18:19; Ex. 32:12, 17; Nah. 1:7; Jn. 10:28; y Ro. 8:28, en todos los cuales la afirmación de que Dios conoce o ha conocido (o preconocido) una persona es rica en significado para salvación. Cuando Pablo dice, “… pero ahora que habéis llegado a conocer a Dios, o más bien ser conocidos por Dios”, claramente enfatiza el hecho que “le amamos porque él nos amó primero”. De modo que aquí, al igual que en el v. 7 (véase sobre ese pasaje), tenemos un renovado énfasis en la soberanía de Dios en la realización de la salvación del hombre. Y ésta era precisamente la lección que los gálatas necesitaban, y que, en un sentido, todos necesitamos.

   En este momento los gálatas eran culpables de haberse deslizado, de tal forma que Pablo dice: (considerando estos hechos) ¿cómo (es) que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos por los cuales queréis estar otra vez esclavizados? Pablo estaba escandalizado de ver cómo hombres que habían sido tan bendecidos con el evangelio de la libre y generosa gracia de Dios en Cristo Jesús, ahora, a causa de la influencia de los falsos maestros, estuviesen volviéndose atrás a aquellos “rudimentos del mundo” (v. 3) que aquí se describen como “débiles y miserables”. Lo que era peor es que estaban haciendo esto por propia elección. Antes habían estado en esclavitud debido a la frívola enseñanza de los ritualistas y sacerdotes paganos. Se les había enseñado a obedecer toda clase de prescripciones sobre cómo descubrir la voluntad de los dioses por medio de agüeros, la utilidad del trato duro del cuerpo y el sometimiento al hado ciego. Véase sobre 5:1. Había estipulaciones morales derivadas de la naturaleza, las costumbres y el capricho de los hombres. Habiendo sido liberados de todo este desatino, ¿querían volver a estar esclavizados, esta vez por las ordenanzas judías? Pablo llama a estos “rudimentos” débiles y miserables, porque no tienen ningún poder de ayudar al hombre en ninguna forma. Al comentar este versículo y al aplicarlo a su día, Lutero nos dice que él conoció monjes que celosamente trabajaban para agradar a Dios para su salvación, pero mientras más trabajaban, más miserables, impacientes, inseguros y atemorizados se volvían. Y añade, “La gente que prefiere la ley al evangelio es como el perro de Esopo, el cual perdió su carne por tratar de arrebatar la imagen que se formaba en el agua … La ley es débil y pobre, el pecador es débil y pobre: dos mendigos enclenques que tratan de ayudarse mutuamente. No lo pueden lograr. Sólo se fatigarán el uno al otro. Pero por medio de Cristo el débil pecador es revivido y enriquecido para vida eterna”.

   El apóstol pasa a dar una ilustración que arroja mucha luz sobre lo que él quiere decir cuando habla de volverse a los débiles y pobres rudimentos: 10. Guardáis los días y los meses y las estaciones y los años. Dado que en todo el argumento precedente Pablo ha dejado bastante claro que está atacando principalmente la falsa doctrina que afirma que el camino de salvación está por las obras de la ley (2:16, 19; 3:2, 5; 10–13, 17, 21; 4:5), y dado que al hablar de “la ley” se refiere específicamente a la de Sinaí que vino a la existencia cuatrocientos treinta años después de que se diera la promesa a Abraham, Isaac, y Jacob, se desprende que aquí en 4:10 no está hablando de días, meses, etc. que pertenecen a este o aquel sistema de culto pagano, ni tampoco a algún sistema de culto mezclado (“sincretismo”), sino que específicamente a los sábados, los días de luna nueva, temporadas festivas que pertenecían al ciclo judío, y o bien a. el sábado y los años de jubileo, o b. el nuevo año (rosh Hashaná) en el primer día del mes Tishri (septiembre u octubre). Pablo está diciendo que la obediencia estricta a tales días y festivales no tiene nada que ver con la obtención del favor divino. Semejante superstición es totalmente vana como fundamento sobre el cual construir la esperanza de ser justificado en los ojos de Dios; ¡no es más que arena movediza! Por cierto, aunque en lo profundo de su corazón Pablo no ha perdido las esperanzas en cuanto al bienestar eterno de los gálatas, tal como lo expresa una y otra vez (1:11; 3:4, 15; 4:6, 7, 9, 15, 16, 19; 5:10), es como si sacudiera la cabeza completamente disgustado, al reflexionar en el hecho de que un apego rígido y afanoso a la ley mosaica respecto a los días sagrados y a toda clase de reglas y ordenanzas de hechura humana que tenían que ver con esas celebraciones, estaba tomando el lugar de la sencilla fe en Jesucristo para la salvación plena y libre. Semejante destino le deja perplejo. ¿No han aprendido nada esos gálatas? Esto parece ser el sentido de las palabras: 11. Temo por vosotros, no sea que quizá haya trabajado en vano entre vosotros. Nótese la palabra quizá o pudiera ser, extrañamente pasada por alto en algunas traducciones, pero que tiene su importancia, ya que muestra que el apóstol no ha decidido que todos sus esfuerzos en pro de los gálatas han sido pérdida de tiempo. Aunque, por cierto, ésta es una de las afirmaciones más sombrías que el apóstol hace en su carta, de tal forma que, como algunos piensan, el péndulo de sus emociones (oscilando entre la esperanza y el temor) se vuelca del todo en el lado negativo, aun cuando no se ha cerrado la puerta de la esperanza. Gá. 4:11 no está en conflicto con otro texto un tanto similar, 3:4. Y el noble propósito de 4:11 como el de 3:4 es de “despertar las mentes de los gálatas al ejercicio del arrepentimiento”.

2° Titulo: La alimentación debe ser para honrar a Dios y no motivo de división. Versículo 6. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. (Léase: 1ª a los Corintios 10:28 al 33. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias? Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos; ▬ 1ª a Timoteo 4:1 al 5. Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.).

   Comentario del texto: Come carne o abstente, pero da gracias (14:6):

   Es difícil exagerar la importancia de este versículo para entender las diferencias entre las iglesias. La mayoría de los grupos sienten que ellos (y solo ellos) están en lo correcto en sus demandas doctrinales y prácticas. Dios soporta a los demás (a veces), pero no está contento con ellos. Pablo puede tener a los “fuertes” especialmente en mente aquí; saben que tienen razón y miran con desprecio a los débiles (v. 3). Él deja en claro que mientras los débiles realmente busquen glorificar al Señor en sus prácticas, Dios los honrará y los aceptará a ellos y a sus puntos de vista. Si solo nos diéramos cuenta de la verdad en esto, se podría evitar una gran cantidad de aspereza entre grupos distintos.

    La clave es que ambos grupos se aseguren de que cualquier cosa por la que se sientan condenados, la expresen “al Señor”, es decir, en la adoración santa y profunda. Mientras Dios y su adoración sean centrales, lo complacerán. Pablo proporciona tres ejemplos en los versículos 5 y 6: observar días santos, comer carne y abstenerse de comer carne. Tanto los grupos débiles como los fuertes son aceptables para Dios, siempre y cuando estén sinceramente tratando de honrar al Señor en estas prácticas. Pueden estar equivocados al tener que seguir las leyes de alimentarias, pero Dios los honra a ellos y a sus convicciones porque están usando sus puntos de vista para adorarlo y servirlo.

     La preocupación principal no solo debe ser el deseo de tener la verdad, sino también glorificar a Dios en cada área de la vida. Ya sea que coman carne o se abstengan de comerla, Dios los aceptará siempre que “den gracias a Dios”, lo cual Pablo repite para enfatizar la aceptación divina. Cualquier lado del debate que abracen, pueden estar seguros de una satisfacción de Dios si la práctica va acompañada de una sincera acción de gracias. Pablo usa un ejemplo especial de la oración de acción de gracias a la hora de comer (el pueblo judío ofreció dos oraciones a la hora de comer). Mientras estén “firmes en sus propias convicciones” (v. 5) y profundamente agradecidos (v. 6), pueden estar seguros de la bendición de Dios, en cualquier lado que elijan.

   ¿A quién prefería Dios: Lutero, Calvino, Wesley o Menno Simons? Pablo diría que Dios amaba, aceptaba y los usaba a todos por igual. Además, Dios usa todos los grupos que fundaron hasta el día de hoy y está complacido con cada uno de ellos, siempre que busquen la verdad y lo glorifiquen en la vida de su iglesia. Es cierto que los temas en los versículos 5–6 son prácticas más que creencias doctrinales, pero el dogma está profundamente detrás de ambas prácticas, y las dos no pueden separarse. Las prácticas siempre provienen de creencias.

   Sin embargo, no podemos tomar este principio para mostrar que cualquier movimiento que se llame cristiano debe ser tolerado y aceptado. Existe la herejía, y Pablo dijo en Gálatas 1:8–9 que cualquiera que proclame “un evangelio distinto del que les hemos predicado ¡que caiga bajo maldición!”. Los movimientos de los que estamos hablando anteriormente están de acuerdo en los asuntos cardinales—La Trinidad, la deidad de Cristo, la expiación sustitutiva, la necesidad de la cruz para el perdón de los pecados—, pero difieren en cuestiones no cardinales como la soberanía versus la responsabilidad o el momento de la segunda venida. En esto podemos respetarnos y estar en desacuerdo sin rencor.

   Comentario de 1ª a los Corintios 10:28 al 33. Pero si alguien os dijere, «esta carne fue ofrecida a un ídolo», no la comáis, por consideración al que lo dijo y por motivos de conciencia. [9.] No me refiero a vuestra conciencia, sino a la del otro, pues ¿por qué será juzgada mi libertad por la conciencia de otro?

▬ a. «Pero si alguien os dijere ‘esta carne fue ofrecida a un ídolo’». El texto griego no comunica la idea de certidumbre y hecho real de la oración condicional del versículo precedente (v. 27a). Por el contrario, Pablo menciona una circunstancia que podría sorprender a un cristiano que fue invitado a comer a la casa de un gentil. Podría ocurrir algo como esto: hay otros invitados presentes y todos conversan animadamente. Cuando se llega al tema de la religión cristiana, alguien da a conocer que la carne que se come procede de la carnicería de un templo pagano. En ese momento el cristiano es puesto a prueba y debe proceder de acuerdo a sus creencias religiosas.

   El que reveló la procedencia de la carne podría ser un cristiano escrupuloso, el anfitrión gentil o un incrédulo. Muchos eruditos favorecen la primera posibilidad, ya que en el versículo 29a Pablo explícitamente menciona la conciencia de otra persona. Se conjetura de que el informante es un cristiano débil y que el que recibe la información es un cristiano fuerte. ¿Pero un cristiano primero averiguaría la procedencia de la comida y después se quedaría a cenar? Claro que no. ¿Seguiría a propósito el ejemplo del cristiano fuerte, para después sufrir de una conciencia culpable? Tampoco. Por otra parte, ¿podría la respuesta de un cristiano afectar la conciencia de un gentil? Claro que sí, por lo que se ve por la amplia observación de Pablo en el versículo 32, en la que incluye a judíos, griegos y miembros de la iglesia. Aunque la escena que se nos presenta es muy parca en detalles, nos parece que debe haber sido el anfitrión gentil o algún otro no cristiano el que planteó el asunto.

   Pablo coloca la palabra griega hierothyton en boca del gentil, la cual apunta a carne que fue faenada como parte de un rito pagano. Pablo usa la palabra para mostrar que era el término preciso que los gentiles usaban. Él prefiere la expresión griega eidolothyton, la cual hasta en la transliteración revela que se trata de comida que fue sacrificada a un ídolo. Era común que judíos y cristianos usasen el término en forma peyorativa para referirse a las prácticas gentiles.

b. «No la comáis, por consideración al que lo dijo y por motivos de conciencia. No me refiero a vuestra conciencia, sino a la del otro». En el griego, el mandamiento es directo y se aplica a algo que está ocurriendo: ¡Parad de hacer lo que estáis haciendo! En este caso se pone en peligro la causa de Cristo, así que más le vale al cristiano no acudir al lema «Todo está permitido» (v. 23). Lo que debería es preguntarle al informante por qué mencionó el asunto de la carne sacrificada. Si el cristiano es puesto a prueba, debe darse cuenta de que el incrédulo lo observa para ver si se apega a los principios cristianos de conducta. Tiene el deber de honrar a su Señor y de prosperar la causa del evangelio. Si al comer carne sacrificada a ídolos, desacredita la fe cristiana delante de los no creyentes, lo que estará haciendo es alejar al incrédulo de Cristo.

   Aunque en el versículo 28 Pablo no dice a qué conciencia se refiere, es iluminador detenerse en el siguiente versículo (v. 29a), pues allí se hace un contraste entre la conciencia del cristiano y la del informante. Pablo usa una palabra griega que puede traducirse por «distinta». Así que, dice: «No me refiero a vuestra conciencia que os da libertad, sino a una conciencia que es distinta y que pertenece al informante». Lo que hace es recordarle al cristiano que quiere hacer uso de su libertad, que tiene que ser sensible a la conciencia del no creyente.

   [Ñ29b]. Pues ¿por qué será juzgada mi libertad por la conciencia de otro? [30]. Si participo con acción de gracias, ¿por qué se me acusa de algo por lo cual di gracias?

a. «Pues ¿por qué será juzgada mi libertad por la conciencia de otro?». ¿Quién es el que habla en este versículo? De la gama de respuestas que presentan los estudiosos, selecciono dos. Pablo podría estar repitiendo el comentario de un cristiano fuerte, aunque la primera persona singular (en participo y di gracias) y los pronombres y me podrían apuntar a Pablo mismo. Si Pablo estuviese citando las palabras de un cristiano fuerte, habríamos esperado alguna frase introductoria como: «¿por qué diréis vosotros: ‘mi libertad es juzgada por la conciencia de otro’?». Como este no es el caso, el pronombre personal debe referirse a Pablo mismo.

   ¿Qué trata de comunicar Pablo con esta pregunta? A la luz de los dos capítulos precedentes (8 y 9), en los cuales explica ampliamente la libertad cristiana, quiere decir que la libertad cristiana debe operar en el contexto del amor a Dios y al prójimo. El verbo juzgar puede interpretarse en el sentido desfavorable de «condenar». Esta interpretación se refuerza por la presencia del verbo acusar en el siguiente versículo (v. 30). Por eso, Calvino opina que otros nos condenarán si usamos mal nuestra libertad cristiana. «Si usamos nuestra libertad como nos dé la gana, de manera que causemos ofensa al prójimo, el resultado será que condenarán nuestra libertad. Por consiguiente, nuestro error y falta de consideración hará que se condene este incomparable don de Dios».

   La libertad cristiana que Pablo promueve en sus epístolas es la de «sírvanse unos a otros en amor» (Gá. 5:13). Esta libertad jamás debe provocar desprecio y el escarnio de creyentes o de incrédulos, porque entonces ha perdido su objetivo.

b. «Por la conciencia de otro». Si esta frase se traduce en forma literal habría que tomar el adjetivo otro y conectarlo con conciencia de la siguiente manera: «por otra conciencia». Algo así se ve en «ajena conciencia» (NTT). Pero el sentido del versículo es que el adjetivo otro apunta a una persona, y así traducen el resto de las versiones. Pablo no especifica a quién pertenece la conciencia.

c. «Si participo con acción de gracias, ¿por qué se me acusa de algo por lo cual di gracias?». Esta segunda pregunta continúa la anterior (29b). Pablo dice que, si él ora, pero otros (sea el hermano débil, el anfitrión o el gentil) cuestionan su decisión de comer comida sacrificada, su oración queda descalificada. Especialmente los gentiles preguntarán «¿qué tipo de religión es esta?» Pensarán que la conducta del cristiano no es más que fingimiento e hipocresía. Por tanto, nadie debe dar razones a otros para insultar la religión cristiana. Pablo presenta su consejo en la forma de preguntas diseñadas para que nadie ponga en duda su sinceridad cristiana, y en los versículos 29b y 30 les dice a los corintios que deben actuar con prudencia.

   Aun la traducción comunica un juego de palabras entre acción de gracias y di gracias. La acción de gracias es parte de las oraciones que judíos y cristianos le ofrecen a Dios antes de comer. De esta forma se agradece la provisión diaria de comida y bebida (véase el comentario del v. 26). La acción de gracias reconoce a Dios como el dador de la comida. Pero si un cristiano no puede orar con sinceridad debido a la fuerte crítica que recibe, debería abstenerse de comer carne sacrificada, a fin de evitar que la causa de Cristo sea vilipendiada (cf. Ro. 14:6). Con todo, un cristiano sigue teniendo la libertad de comer todo lo que se le ponga por delante, aun si decide abstenerse.

   [31]. Por tanto, sea que comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

   En estas últimas observaciones, Pablo expresa los mismos sentimientos que expone en más detalle en una de las cartas de la prisión: «Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él» (Col. 3:17). Pablo exhorta a los corintios a que vivan para la gloria de Dios, a que sean positivos sin ser ofensivos, y que hasta en la actividad diaria de comer y beber, exalten la bondad y la gracia de Dios.

   No podremos glorificar a Dios, a menos que nuestras vidas estén en armonía con él y sus preceptos. Ningún rasgo de nuestra conducta debe impedir que la gloria de Dios se refleje a través de nosotros. En otras palabras, en todo lo que hacemos y decimos, no importa cuán insignificante sea, el mundo debe ser capaz de ver que somos el pueblo de Dios. Nuestro principal objetivo en nuestra vida debe ser exaltar la gloria de Dios (cf. 1 P. 4:11).

    [32]. No ofendáis ni a judíos, ni a griegos ni a la iglesia de Dios, [33]. así como yo agrado a todos en todo, sin buscar mi propio provecho sino el de muchos, para que así sean salvados.

a. «No ofendáis». En este resumen, Pablo reitera en términos positivos lo que dio a entender en las preguntas que planteó en los versículos precedentes (vv. 27–30). Un cristiano debe procurar vivir en forma irreprochable dondequiera que se encuentre. Anteriormente Pablo había escrito que con los judíos se comportaba como judío, con los gentiles como gentil, y con los débiles como débil, a fin de ganarlos para Cristo (véase 9:19–23). Aquí vuelve a mencionar las categorías judío, gentil (aquí: griego) y el término abarcador de iglesia de Dios.

   No debemos de pensar que Pablo no imponía las demandas de Cristo por miedo a ofender. Por el contrario, con osadía les decía a judíos y griegos que se volvieran a Dios y que pusiesen su fe en Jesucristo (Hch. 20:21). No obstante, presentar el evangelio de Cristo en forma efectiva requiere tacto, cortesía y persistencia. Pablo trataba de acomodarse a todos, y al concluir esta sección, invita a todos a que sigan su ejemplo.

   Notemos que Pablo incluye a los miembros de la iglesia. Como creyentes individuales, tienen la obligación corporativa de velar unos por otros. Si un miembro débil de la iglesia es ofendido, se ofende a toda la congregación, y ella debiera responder. «Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él», dirá Pablo más adelante (12:26).

b. «Así como yo agrado a todos en todo, sin buscar mi propio provecho sino el de muchos». En esta y otras cartas, Pablo se pone como ejemplo de conducta cristiana, al punto de decirle a los corintios que sean sus imitadores.

   ¿Qué tipo de ejemplo es Pablo? Trata de agradar a todos en todo. A primera vista, pareciera conquistar el favor de otros. Pero si miramos con más cuidado, veremos que es consistente con su enseñanza de amar al prójimo como a sí mismo, a fin de mostrarle el camino de salvación en Cristo. Pablo nunca pidió algo para sí, aun cuando tenía el derecho de recibir apoyo económico por su trabajo (9:12–18). Prefería trabajar haciendo carpas para sostenerse. Como artesano se identificaba con la gente de bajos recursos (véase el comentario a 9:22). Estaba listo a ayudar a todos, no importa quién fuese el que le pidiese ayuda, un judío, un gentil o un cristiano. Pero en todo lo que hacía, buscaba glorificar a su Dios llevando a la gente a Cristo. Por consiguiente, podía escribir que nada hacía para su propio provecho, sino el de muchos.

c. «Para que así sean salvados». Este es el objetivo que Pablo persigue en su vida: llevar a la gente al conocimiento salvífico de Cristo. El verbo principal de está oración de propósito está en voz pasiva, y tiene a Cristo como el agente tácito: «sean salvos por Cristo». Como apóstol, Pablo sirve a quien lo envió como fiel embajador que proclama el evangelio y explica el camino de salvación. Dios espera que sus emisarios sean fieles a su Palabra en su labor de llamar a mujeres, niños y hombres a la conversión. Sin embargo, Pablo no tiene el poder para salvar a la gente, pues esa no es una prerrogativa humana, sino iniciativa divina. A través de la obra expiatoria de Jesucristo y la acción del Espíritu Santo, Dios concede salvación a su pueblo.

   Comentario de 1ª a Timoteo 4:1 al 5. [1]. Pero el Espíritu dice expresamente que en tiempos venideros algunos se apartarán de la fe. “El Espíritu dice”, esto es, “está ahora diciendo”. ¿A quién estaba hablando el Espíritu? Hch. 20:29,30 me lleva a pensar que el apóstol quiso decir “a mí” (quizás también a otros). Entonces, el Espíritu está diciendo que “en tiempos venideros”—eras de esta nueva dispensación, eras definitivamente señaladas en la presciencia de Dios—algunos se apartarán o apostatarán de la fe (en sentido objetivo), del cuerpo de verdad redentora, la religión cristiana.

    El Espíritu estaba diciendo esto expresamente (“en palabras claras”). No había dudas ni vaguedad al respecto. Doce años antes, hablando a los ancianos de las iglesias de la misma región en que Timoteo estaba ahora laborando, Pablo les había dicho: “Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”. Pocos años después de ese discurso anotado en Hechos 20, al escribir a los Colosenses desde su primer encarcelamiento en Roma, el apóstol les había advertido contra la aceptación del error de que la fe en Cristo y su obra expiatoria debía ser suplementada por creencias ascéticas y las prácticas correspondientes (Col. 2). Y ahora, al escribir a Timoteo desde Macedonia, el Espíritu Santo le informa claramente que el error, ya presente en su forma incipiente, crecerá y se desarrollará en la forma indicada en el v. 3.

   Los hombres se apartarán de la fe prestando atención a espíritus seductores y a doctrinas de demonios. Como el contexto lo indica (y también véase 1 Jn. 4:6 donde el “espíritu seductor” se pone en contraste con el “Espíritu de verdad”), estos espíritus no son hombres, sino demonios. Como planetas erráticos entre las constelaciones, estos espíritus vagan; más aún, hacen que los hombres vaguen. Seducen, descarrían. Cuando uno les presta oídos está prestando atención a doctrinas de demonios (cf. 2 Co. 4:4; Ap. 13:11, 14).

   [2]. Estas doctrinas están (encarnadas) en (las) declaraciones hipócritas de quienes hablan mentiras.

   Como Satanás hizo uso de la serpiente para engañar a Eva, y esto por medio de una declaración hipócrita (Gn. 3:1–5: estaba escondiendo su verdadero objetivo; porque mientras pretendía elevar a Eva a un nivel superior de gloria, para que pudiera ser “como Dios”, su verdadero propósito era destronar a Dios y tomar él el trono para sí), así estos espíritus seductores o demonios hacen uso de hombres que hablan mentiras, y que hablan piadosa y eruditamente a fin de esconder su propia arrogancia o inmoralidad.

   Estos hipócritas se describen como teniendo la conciencia cauterizada (literalmente, “que están cauterizados en cuanto a su propia conciencia”). Al argumentar constantemente con la conciencia, al acallar sus advertencias y apagar el sonido de su campana, finalmente han llegado al punto en que la conciencia ya no les molesta. El entristecer al Espíritu Santo ha llevado a resistirlo, y el resistirlo a apagarlo. Entonces, por medio de su propia rebelión y obstinación, la conciencia habrá sido cauterizada (y esto será permanentemente). Se les ha endurecido. Un buen ejemplo es Balaam (Nm. 22:12, 19, 21, 32; 25:1–3; 2 P. 2:15; Ap. 2:14).

   [3]. Su enseñanza será—o es—tan mala como su carácter: y prohibiendo (a la gente) casarse y (mandando) abstenerse de los alimentos.

   Los principios producen frutos. Los falsos maestros aquí descritos, probablemente aceptan como uno de sus puntos de partida la tesis: Todo lo que es físico o sensual contamina. No es difícil ver la forma en que este principio hizo que con el tiempo los seguidores del error le pusieran mala cara al matrimonio. Los alimentos también serían condenados, aunque, por supuesto, no en forma absoluta. El ayuno sería elogiado.

   Un cumplimiento temprano de la profecía se produjo en el segundo siglo. No es difícil comprender la forma en que los escrúpulos ritualistas judaicos, ya evidenciados en la cercana Colosas y en otros lugares (véase Col. 2 y cf. Ro. 14), hicieron alianza con la filosofía dualista pagana. Tenían en común el ascetismo, la renunciación a las comodidades de la vida con miras a lograr la felicidad y la perfección.

   La secta sincretista del segundo siglo (véase p. 27) en que la profecía se cumplió en parte, era el gnosticismo, que elevaba la gnosis, esto es, el conocimiento, a una posición de prominencia por sobre la pistis, esto es, la fe. Según este sistema, el buen Dios—el Dios de la nueva dispensación—no podía haber creado el mundo, porque el mundo es materia, y la materia es el asiento del mal. Fue el Jehová del Antiguo Testamento, el Demiurgo, el que creó el mundo, el cuerpo humano, la materia. Estos son nuestros enemigos. Deben ser derrotados. Por eso, todos los gnósticos favorecían “el abuso de la carne”. Pero este abuso de la carne puede expresarse en dos imperativos diametralmente opuestos: a. “Apártate de ella”;

▬ 1. “Véncela dándole rienda suelta”. La primera era defendida por los gnósticos ascetas, entre ellos, Marción, Saturnino y Taciano (véase Tertuliano, Contra Marción, I. xxix; Ireneo, Contra las herejías, I. xxviii); la segunda forma era la de los gnósticos antinomianos o licenciosos, tales como los nicolaítas. Aquí en 1 Ti. 4, el Apóstol Pablo predice y al mismo tiempo advierte la herejía de los primeros. El apóstol Juan (1 Jn. 3:4–10; Ap. 2:15, 20, 24), el apóstol Pedro (2 P. 2:12–19), y Judas (vv. 4, 8, 11 y 19) combaten la segunda. Pero las dos nunca están muy separadas. Pablo en realidad combate las dos variedades, porque no solamente tenemos estas declaraciones aquí en 1 Ti. 4, sino también la de 2 Ti. 3:1–9 (para la aplicación cerintiana de la tesis básica del gnosticismo, véase C.N.T. sobre Jn. Vol I, pp. 33, 83, 84).

   Pero este es solamente un cumplimiento. Hay otros después; porque, aunque en sus formas antiguas el gnosticismo ha dejado de existir, su espíritu ha estado en evidencia repetidas veces a través de los siglos. También en nuestros tiempos, cuandoquiera que se le ponga mala cara al Antiguo Testamento, cuandoquiera que la razón humana es exaltada por sobre la fe cristiana, cuandoquiera que la tesis: “el pecado es real y en esencia es rebelión contra Dios” sufra rechazo, o cuandoquiera que la capacidad humana de salvarse a sí mismo sea proclamada (lo cual constituye una negación de Cristo como el único y perfecto salvador), el fantasma del gnosticismo anda al acecho nuevamente.

   El gnosticismo desprecia las ordenanzas de Dios, por ejemplo, la del matrimonio (Gn. 2:24) y la referente a los alimentos (Gn. 1:29, 30 y especialmente, Gn. 9:3). Estos seguidores del error, cuya venida Pablo en cierta medida describe, pero mucho más predice, mandan a los hombres que se abstengan de los alimentos que Dios creó para que quienes creen y conocen la verdad puedan participar de ellos con acción de gracias (literalmente, que Dios creó para participar de ellos con acción de gracias por los que creen y reconocen la verdad).

   Estas palabras se refieren a los alimentos, no al matrimonio. Por cierto, por implicación son aplicables a ambos, pero directamente sólo a los alimentos. El apóstol ha expresado su punto de vista favorable al matrimonio y la familia en pasajes tales como 1 Ti. 2:15; 3:2, 4, 12. Con respecto a los alimentos, entonces, nótese que Dios—el único Dios verdadero, que es el mismo en ambas dispensaciones—los creó. Por eso, no pueden ser malos o contaminantes. Y los creó con un propósito definido, a saber, “participar con agradecimiento” (1 Co. 10:30), de tal modo que el círculo se complete, y lo que vino de Dios pueda, en forma de gratitud, serle devuelto. Pero el hombre natural no puede derramar su corazón en gratitud a Dios. Por eso Pablo añade: “quienes creen y conocen la verdad”. La gozosa aceptación de la verdad conduce, no al ascetismo sino a la participación con acción de gracias. Este pensamiento recibe un énfasis mayor cuando Pablo continúa:

   [4]. Porque, todo lo creado por Dios es bueno, y nada es para desecharse, si se recibe con acción de gracias. Esta oración confirma el pasaje precedente. Los alimentos que fueron creados para el consumo con acción de gracias son excelentes. En realidad, toda criatura de Dios es excelente: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gn. 1:31). Nada es para desecharse, como si fuera malo o como si fuera el asiento del mal. Últimamente la ciencia está empezando a descubrir que lo que se consideraba sin valor para el hombre podría llegar a ser una fuente de gran bendición; en realidad, podría llegar a solucionar el problema alimenticio de futuras generaciones; piénsese por ejemplo en “alimentos vegetales del océano”.

Toda criatura de Dios es excelente:

(a) Por la misma razón de que Dios la creó

y

(b) Porque también la consagró.

   De aquí que Pablo prosiga:

   [5]. Porque es consagrado por la Palabra de Dios y la oración. Por medio de la bendición de Dios y por medio de nuestra confiada oración, ha sido consagrado (cf. 2 Ti. 2:21), esto es, apartado para uso santo, elevado hacia la esfera espiritual. Para el cristiano comer y beber no son actividades seculares (1 Co. 10:31). Cuando, antes de participar del alimento, pronuncia su petición y acción de gracias, Dios al mismo tiempo pronuncia su palabra de bendición (cf. Dt. 8:3). Recuerda su pacto de gracia (Sal. 11:5).

3er Titulo: Al ser propiedad de Cristo, el creyente tiene plena seguridad en Él. Versículos 7 al 9. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.  (Léase: San Juan 10:27 y 28. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano; ▬ 2ª a los Corintios 5:15. y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.).

   Comentario del texto: Vivimos y morimos para el Señor, no para nosotros mismos (14:7–8)

   Pablo ancla teológicamente sus exhortaciones de los versículos anteriores en 7–9, extendiendo la verdad de “para Señor” en el versículo 6. El punto es que cuando “vivamos o muramos” (v. 8), no lo hacemos por nosotros mismos sino para Dios. Todo en la vida se relaciona con Dios y no solo con nosotros mismos. Tanto los débiles como los fuertes lo habían olvidado. Su propósito se había convertido en probar la superioridad de su propio grupo en lugar de glorificar y adorar al Señor. No debemos hacer nada en la vida solo para beneficiarnos a nosotros mismos o a nuestros movimientos. El conflicto entre grupos puede tener el beneficio de convencer a las personas para que dejen otro grupo y se unan al nuestro, pero nunca dará gloria a Dios.

   Esto hace un eco de Romanos 1:21 de que aquellos que se unen a tales disputas religiosas ejemplifican los “inútiles razonamientos” y el “insensato corazón” del mundo, pero no honran a Dios. Esto es especialmente cierto con respecto a nuestra muerte, ya que solo Dios controla ese evento, y todo lo que podemos hacer es rendirnos a su voluntad y asegurarnos de que estemos tan centrados en él en la vida que nuestra muerte también lo glorifique. Nuestro objetivo en todo momento no es la gloria de nuestro grupo sino la devoción a Dios y honrarlo solo a él.

   Pablo concluye: “Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. No pertenecemos a nuestra denominación ni a nuestro ministerio. Más bien, ministramos dentro de esos parámetros en la devoción a Dios para magnificar su nombre. No somos la figura central; ni siquiera somos necesarios. Más bien, estamos ubicados donde Dios quiere para proclamar sus verdades y honrar su nombre. Dios no nos necesita; él nos ha permitido servir, y nos alegramos de nuestro privilegio.

Al final del versículo 8, Pablo les recuerda a sus lectores que “del Señor somos”. Son sus hijos (8:14–17) y sus esclavos (6:15–22). Es natural que el sirviente viva para complacer al amo (14:4), y eso es todo lo que importa. El conflicto le quita energía a nuestra verdadera meta y propósito, y reemplaza a Dios con nuestro propio grupo como el foco central. La verdad es importante, pero los debates solo valen la pena siempre y cuando nos respetemos y nos neguemos a permitir que el debate se degenere en un conflicto sectario.

   Este pasaje nos recuerda que Dios honra y usa ambos grupos. Todo, desde el inicio de la vida hasta su cierre natural en la muerte, es del Señor. No somos el centro de nada de lo que hacemos, ni de nuestro andar. Más bien, nuestras actividades y logros, incluidos los grupos a los que nos hemos dedicado, sirven solo al Señor y deben honrarlo solo a él. Nunca se deben atrever a convertirse en un fin en sí mismos. Si lo hacen, no lograrán cumplir su verdadero propósito.

    Cristo, el Señor de los muertos y los vivos (14:9)

   El núcleo de todo en el versículo 8 fue el hecho que “del Señor somos”, y Pablo sigue esto al recordarles a los romanos que esta es la razón por la cual “murió Cristo y volvió a vivir”. Con su sangre nos compró para Dios; como nos dice 1 Corintios 6:19–20, “Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio”. Colocar nuestra propia agenda por delante de Dios es un pecado, porque niega nuestra verdadera relación con él e ignora las implicaciones de la muerte redentora de Cristo.

   Cristo murió y volvió a la vida para que pudiéramos pertenecerle a Dios (v. 8), y “para ser Señor tanto de los que han muerto como de los que aún viven”. Su muerte fue el pago del rescate (3:24) que compró para nosotros a Dios, y como resultado fue elevado a la gloria como el Señor de todos, tanto de los muertos como de los vivos. Él es el Señor de los muertos porque será el Juez en el juicio final, y será el Señor del cielo.

   Aquí hay mucho más en juego que solo la armonía de la comunidad. Si Jesús es el Señor de la iglesia y de cada uno de sus miembros, el tipo de conflicto que experimentó la iglesia romana no debería ser posible. Si cada uno de nosotros es uno con él, entonces somos uno los unos de los otros. Las disputas de la iglesia son mucho más serias que solo una tensión colectiva; ponen en peligro tanto la gloria de Dios como el señorío de Cristo.

   Como dije en mis comentarios sobre el versículo 6, debemos distinguir las doctrinas centrales de los asuntos no centrales. La iglesia ejerció una disciplina severa cuando las doctrinas clave de la fe estaban involucradas, como los judaizantes en Gálatas o Filipenses 4 o los herejes en 1–2 Timoteo o 1 Juan. Los debates no centrales exigen diálogo y tolerancia, como lo ejemplifica aquí Pablo sobre la observación de la ley. Cuando los judaizantes hicieron de guardar la ley un medio de salvación en los gálatas, Pablo lo consideró una herejía. Los cristianos judíos romanos guardaron la ley no como un medio de salvación sino como un modo de adoración, esto no era una herejía.

    Comentario de San Juan 10: 27, 28. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Si se examina esta sublime frase desde un punto de vista puramente formal se advierten seis partes distribuidas en una hermosa relación recíproca. Se podría representar de la siguiente manera:

   Sin embargo, debe subrayarse que es así sólo desde un punto de vista formal. No está bien basar conclusiones doctrinales equivocadas en esta distribución retórica, y decir, por ejemplo, que, de hecho, los seis elementos son simultáneos. Es evidente que nadie se puede hacer a sí mismo oveja (6:38, 44; 10:29); las ovejas no oyen la voz hasta que esa voz ha sido primero emitida; y las ovejas no siguen hasta que el pastor las ha sacado del redil y va adelante de ellas (10:3, 4). Además, porque el buen pastor da a las ovejas vida eterna, éstas nunca mueren y nadie las arrebatará de la mano del pastor. Las ovejas no son pasivas. ¡Claro que no! Escuchan; siguen. Pero la acción procede del don. Ellas mismas son el don del Padre al Hijo. Este pensamiento se pone de relieve en este mismo contexto (versículo 29).

   Los seis elementos se han mencionado antes con ligeras variaciones. En consecuencia, para su explicación nos referimos simplemente a los pasajes en los que estas verdades ya se han expresado. Tenga la bondad de referirse a los siguientes pasajes:

-1. Mis ovejas oyen mi voz. Véase sobre 10:3, 8, 16.

-2. Y yo las conozco. Véase sobre 10:3, 14.

-3. Y ellas me siguen. Véase sobre 10:4, 5.

-4. Y les doy vida eterna. Véase sobre 10:10 y sobre 3:16.

-5. Y no perecerán. Véase sobre 3:16.

-6. Y nadie las arrebatará de mi mano. Véase sobre 10:12.

   Lo que aquí se afirma, en consecuencia, equivale brevemente a esto: “Mis ovejas—que lo han llegado a ser porque mi Padre me las ha dado (10:29)—se esfuerzan por captar el sonido de mi voz. Lo hacen constantemente. Me obedecen con fidelidad, colocando toda su confianza en mí. Yo las conozco, reconociéndolas como mías. Me siguen a mí y se apartan de los extraños. Les doy aquí y ahora (al igual que en el futuro) esa vida que tiene sus raíces en Dios y que pertenece al futuro, al reino de gloria. En principio esa vida pasa a ser posesión de ellas incluso antes de que lleguen al cielo. Esa vida es la salvación plena y gratuita, y se manifiesta en la comunión con Dios en Cristo (17:3); en el compartir el amor de Dios (5:43), su paz (16:33) y su gozo (17:13). En consecuencia, difiere en calidad de la vida que caracteriza a la era actual, ya que es el extremo opuesto. Nunca acaba. Las ovejas ciertamente no perecerán nunca; es decir, nunca entrarán en el estado de ira, la condición de ser apartadas para siempre de la presencia del Dios de amor. Y nadie les arrebatará de mi mano (simbolizando mi poder)”.

   Algunos comentaristas insisten en que cuando Jesús afirma “No perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”, no quiere realmente decir esto. Están tan seguros de que hay creyentes que, después de todo, se pierden, que no están dispuestos a aceptar lo que es el sentido obvio de la Biblia. Pero debe tenerse presente, como se ha mostrado antes que en el cuarto Evangelio la idea de la predestinación (y a veces también su corolario: la perseverancia de los santos, el ser protegido por el poder de Dios de modo que permanecen unidos a él hasta el final) se subraya constantemente (véase 2:4; 4:34; 5:30; 6:37, 39, 44, 64; 7:6, 30; 8:20; 13:1; 18:37; 19:28). Por ello, es totalmente vano negar esto y refugiarse en un pasaje que, considerándolo sólo a primera vista, puede parecer estar en conflicto con esta enseñanza constante. Por ello, a menudo se utiliza 15:6 para negar lo que Juan enfatiza con tanta claridad; pero véase lo que decimos en ese versículo. La base de la salvación del hombre descansa siempre en Dios, no en el hombre. Este punto no lo captan los que enseñan que el hombre puede, después de todo, liberarse del poder de Dios. En consecuencia, Dios viene a ser destronado, y se pierde el consuelo de la seguridad de la salvación.

   Comentario de 2ª de Corintios 5:15. Y él murió por todos para que los que viven ya no vivan más para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

a. «Y él murió por todos». Con la conjunción y, Pablo repite las palabras del versículo 14. Vuelve al uso literal del verbo morir, para referirse a la muerte de Cristo en el Gólgota. Pero la breve cláusula que contiene la palabra todos, se explica con una frase más extensa.

b. «Para que los que viven ya no vivan para sí». El propósito de la obra redentora de Cristo consiste en que su pueblo, liberado de la maldición del pecado, goce ahora de una vida de comunión con él. Ya no están muertos espiritualmente, sino que han recibido la nueva vida en Cristo. Los propósitos egoístas y las ambiciones han sido desechados, pues ahora el propósito de los creyentes es vivir por aquel que murió por ellos. Pablo dice: «Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni ninguno de nosotros muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, ya sea que vivamos o muramos, somos del Señor» (Ro. 14:7–8).

c. «Sino para aquel que murió y resucitó por ellos». En el original griego, el énfasis recae sobre la frase por ellos, que es una frase que se coloca, enfáticamente, entre «aquel que» y «murió y resucitó». Pablo llama la atención sobre esta frase y desea que sirva de explicación de la cláusula anterior («y murió por todos»). Afirma que Cristo murió y fue resucitado en favor de aquellos que ahora viven para él y producen frutos espirituales (Ro. 6:11; 7:4). Por medio de su muerte, los liberó del poder de este mundo. Y por su resurrección, los coloca bajo su poder, para que le sirvan como ciudadanos de su reino. Finalmente, los conceptos, murió y resucitó, están íntimamente relacionados a la frase por ellos y la gobiernan. Decimos que Cristo murió como sustituto nuestro; pero decir que resucitó como nuestro sustituto, es inexacto. Por consiguiente, con respecto a su resurrección, Cristo es nuestro precursor (Fil. 3:21). Dios lo levantó de los muertos con el propósito de que nosotros también seamos como él. Cristo es las primicias de la cosecha de la resurrección (1 Co. 15:20, 49).

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aqui estudio completo en pdf: Semana del 06 al 12 de mayo de 2024

Destacado

Semana del 22 al 28 de abril de 2024.“Sabía Conducta Del Cristiano Maduro Frente A Los Débiles En La Fe”.

   Lectura Bíblica:  Romanos 14:1 al 4. Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.

    Comentario general del contexto Bíblico: [1] (14:1-2) Creyentes, deber ▬ fraternidad ▬ ministerio ▬ debilidad espiritual ▬ recibir: recibid al hermano débil. La palabra «recibir» (proslambano) significa dar la bienvenida, aceptar. tomar para sí. Sin embargo, hay un hecho significativo acerca de la palabra que debemos destacar. Significa … recibir a la persona débil de la misma manera que Dios en su gracia recibe a los hombres.

  • tomar para sí a la persona débil como Dios graciosamente toma para sí a los hombres.

   El creyente debe «recibir» al hermano débil de la misma manera que Dios le recibe a él. La exhortación es a la vez tierna y enérgica, exigente y esperanzadora. Es enérgica y exigente en que da al creyente la oportunidad de actuar como Dios actúa, y da al creyente débil gran esperanza de ser cuidado y protegido. Ahora bien, note dos instrucciones acerca del acto de recibir al hermano débil.

▬1. El hermano débil debe se r recibido sin críticas ni discusiones sobre s u debilidad. No debe haber dudas ni disputas al recibirle. Debe ser recibido con los brazos abiertos como Dios recibe al hombre.

   «Así que los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos» (Ro. 15:1).

    «Me ha hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos» (1ª Co. 9:22).

▬2. Existen diferencias de opinión entre los cristianos en cuanto a cómo deben vivir, acerca de lo que es permitido o no permitido por Dios. Por ejemplo, un cristiano cree que puede comer de todo, mientras otro creyente cree que debe ser vegetariano. Parece que la iglesia romana estaba tratando exactamente este problema. Desde su historia más remota los

judíos tenían una larga lista de normas que regían la alimentación (cp. Lv. 11: 1ss), de modo que había divisiones dentro de la iglesia entre los judíos y gentiles con vertidos acerca de cuán estrechamente debían observarse estas leyes, si es que había que observarlas. Sin embargo, la disputa no se l imitaba a las leyes alimenticias. Las Escrituras se aplican a todas las reglas, escrúpulos, tabúes y restricciones de conducta que algunos creyentes e iglesias dicen que debieran regular nuestras vidas. Sin embargo. habiendo dicho esto, es absolutamente esencial notar dos hechos.

   ▬ a. Este pasaje no trata de los mandamientos claros de Dios; trata de aquellas conductas acerca de las que hay claras diferencias de opiniones entre los hombres. No hay discusión en cuanto a los mandamientos de Dios en las Escrituras: deben ser obedecidos. En realidad, la madurez cristiana se mide por la obediencia a Cristo. (Véase nota-Mt. 5:17-18 para ampliar la discusión.)

   «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama sed amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn. 14:21).

   «Si guardareis mis mandamientos. permaneceréis en mi amor; así como yo be guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor … Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando» (Jn. 15:10, 14).

   «¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros» (1 S. 15:22).

▬ b. La persona que es vegetariana. esto es, que rige su vida por reglas estrictas, es llamado hermano «débil». ¿Por qué la observancia de reglas estrictas hace que se llame a ese creyente cristiano «débil»? (Véase Estudio a fondo 1. libertad cristiana Ro 14:2 para su desarrollo).

   ESTUDIO A FONDO 1

   (Romanos 14:2) Libertad cristiana: tanto el cristiano débil como et cristiano firme pensaban que el otro era el débil. Esto es importante de ver, porque ambos están sujetos a criticar y condenar al otro (v. 3ss).

   Pablo enfrentaba el problema de la libertad cristiana con frecuencia: por lo tanto. es un excelente ejemplo a considerar en la discusión del tema. Pablo estaba dispuesto a hacerse todo a todos los hombres cuando el principio no estaba en juego. pero. cuando el principio estaba en juego. no cedía.

   Por ejemplo. Pablo hizo circuncidar a Timoteo. de acuerdo a la ley de Moisés; sin embargo. aquí en Romanos exhorta a los creyentes a ignorar las observancias exteriores y a resistirlas hasta lo sumo. En otro caso no quiso que Tito fuese circuncidado en otra circunstancia (Gá. 2:3-5); y advirtió a los gálatas que si eran circuncidados de nada les valía Cristo. Estarían renunciando a la salvación. ¿Cuál es la diferencia?

   Cuando las reglas y observancias se transforman en medios de salvación. se convienen en una herejía fatal, y en el caso de Tito y de los gálatas esto era lo que estaba pasando. Las reglas y observancias son contrarios al método de Dios para la salvación de los hombres. Hay un mundo de diferencia entre un hombre que se acerca a Dios por medio de reglas y el hombre que se aproxima a Dios por medio de Cristo. El primero cree que se salva por las obras. esto es, por la moral que significa guardar las reglas; mientras el segundo cree que es salvado por Cristo y por Cristo solamente.

   El problema del hermano débil es que está un tanto confundido con respecto a la forma en que viene su limpieza diaria. Siente un cierto impulso de conciencia que le lleva a observar reglas para mantener limpia su vida. Piensa que conserva el favor de Dios haciendo más obras. No ha madurado al punto de entender que aun su limpieza cotidiana viene de la justicia de Cristo.

   Hay esencialmente dos razones por la que el hombre estricto o que juzga es débil en la fe.

   ▬1. Todavía cree en la necesidad de las obras. En lo profundo de su ser todavía cree que puede obtener algún favor de Dios haciendo algunas cosas y absteniéndose de otras: cosas que no se enseñan en la Biblia, que surgen de sus propios razonamientos y de los de otras personas como dignos de elogio y beneficiosos. En algún grado. todavía está tratando de ganar y mantener una relación correcta con Dios por medio de sus propias obras. No ha aceptado plenamente el camino de la gracia y el amor de Dios. No ha entendido todavía que es aceptado sobre la base de la justicia de Cristo. y en su justicia solamente. Aún no ha entendido -no completamente—que está destituido y siempre estará destituido de la gloria de Dios. incapaz de realizar cualquier obra o acto en forma perfecta. No ha entendido que debe confiar en el amor de Dios para ser tenido por justo en Cristo cada día. No está completamente liberado de la creencia en las obras y en la justicia propia.

   ▬2. No conoce el sentido de la libertad cristiana. Ve el cristianismo como una cuestión de reglas y regulaciones. Y rige su vida por estas reglas y observancias. En muchos casos el solo pensamiento de la libertad cristiana le aterra.

   Ahora. habiendo dicho esto. es de importancia suprema que el creyente tenga presente su deber como cristiano (véanse notas-Ro. 6: l-2: 6: l4-15). Hay mandamientos y prohibiciones dadas en la Biblia acerca de las cuales no hay dudas. El creyente debe obedecerlas incuestionablemente (véanse notas-Ro. 14:13-15; 15:1-3; cp.Éx.20:1ss; Ro. 1:29ss; Ga. 5:19ss; Ef. 4:17ss).

    [2] (14: 3-4) Juzgar a Otros-criticar: no despreciar ni juzgar a otros. Cuando el creyente firme y el creyente débil se encuentran, ambos están sujetos a graves pecados.

  • El creyente que entiende su libertad en Cristo tiene la tendencia a despreciar al hermano débil. La palabra despreciar (exoutheneito) significa mirar hacia abajo, desdeñar, tratar como insignificante y completamente equivocado.
  • El creyente débil, el creyente que siente que debe observar algunas reglas como algo adicional, está sujeto a juzgar (krineto), a criticar, a censurar.

   Se dan tres razones para no despreciar y juzgar a otros, tres razones que quedan como advertencias para los creyentes.

▬1. Dios mismo ha recibido al creyente firme. El creyente que camina en la libertad de Cristo y no vive una vida estricta ha sido aceptado por Dios, no importa lo que el creyente más legalista pueda pensar. Puede haber algunas reglas religiosas de confección humana que no observa. pero ha confiado en Cristo. y obedece la Palabra de Dios, Por lo tanto, no debe ser criticado y juzgado, pero debe ser aceptado en la comunión de creyentes más legalistas.

▬2. Nadie tiene derecho de juzgar a un siervo del Señor. Note: ambos creyentes pertenecen al Señor; ambos son siervos del Señor. Por lo tanto. solamente el Señor tiene derecho de juzgarlos. Los creyentes no tienen derecho o hacer el papel de Dios y juzgarse unos a otros. No tienen derecho a condenar y juzgar cada uno las obras del otro, porque no se pertenecen el uno al otro. Cada uno pertenece a Cristo; por lo tanto, solamente Él determina si ellos quedan en pie o caen, si son aceptados o rechazados.

▬3. Dios mantendrá en pie al creyente. No hay cuestión al respecto: el creyente estará en pie, porque Dios es poderoso para mantenerle firme.

   «Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará basta el día de Jesucristo» (Fil. 1:6).

   «Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy se1uro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. (2ª Ti. 1:12).

   «Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos» (2 TI. 4:18).

   «[Vosotros] que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero» (1ª Ped. 1:5).

   «He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por donde quiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré basta que haya hecho lo que te be dicho» (Gn.28:15).

   «Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; más la descendencia de los impíos será destruida» (Sal. 37:28).

   «Es el que guarda las veredas del juicio, y preserva el camino de sus santos» (Pr. 2:8).

    Nota 1: Pablo describe el conflicto sobre las leyes alimentarias (14:1–4)

Esta sección se puede organizar en torno al problema (vv. 1–4), los detalles detrás del problema (vv. 5–9) y una advertencia final contra el juicio crítico (vv. 10–12). La NVI tiene la apertura “pero” (de), y nos muestra que Pablo ve esta actitud de juzgar como antitética al mandato de “amarse unos a otros” que domina 12:9–13:14. Él lo ve también como un resultado adicional de la “carne” en 13:11–14. Los fuertes y los débiles no son movimientos cristianos viables, sino grupos “carnales”, ya que ignoran el amor en sus conflictos.

Nota 2 del expositor juvenil: «Los hermanos maduros poseen una gran responsabilidad frente a los débiles, recibiéndoles con afecto, evitando su menosprecio y juicio, ya que Dios a ambos ha llamado».

1er Titulo: Correcta actitud del creyente maduro ante los débiles en la fe. Versículo 1. Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. (Léase: 1ª a los Corintios 9:22. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. ▬ 1ª a los Tesalonicenses 5:14. También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.).

   Acepta a los débiles sin juzgar (14:1): Los gentiles “fuertes” aún pueden ser el grupo de poder primario en Roma, por lo que Pablo les ordena que “reciban al que es débil en la fe”. “Recibir”, se refiere a la fuerte necesidad de considerarlos creyentes e iguales ante los ojos del Señor. Habían sido marginados en la comunidad. Esta sección es una exhortación para la unidad y la armonía en la iglesia, por lo que los fuertes deben recibir a los débiles como parte vital de la iglesia y como hermanos y hermanas en Cristo.

   Pablo usa el título peyorativo “al que es débil en la fe” para describir a los creyentes cuyas tendencias ascéticas y dependencia de las leyes alimentarias fueron menospreciadas por la mayoría de los cristianos gentiles. Estos no eran judaizantes, cuyo problema era que reemplazaron a Cristo con la ley y, por lo tanto, eran más judíos que cristianos. Si ese fuera el caso, Pablo los habría condenado como lo hizo con sus oponentes en Gálatas y Filipenses 3. Su uso de la ley no era una base para la salvación, sino una parte de su adoración requerida. Las regulaciones no eran la base de su fe cristiana sino el resultado de su fe.

   Por “fe”, Pablo quiere decir que creían que tenían que seguir estas prácticas para caminar con Cristo adecuadamente. Muchas congregaciones cristianas judías de hoy encajarían en esta descripción, ya que todavía siguen las leyes alimentarias como parte de su adoración y estilo de vida. Para Pablo “aceptar a los débiles” significaba que ninguno de los dos grupos juzgaba correctamente sobre las “opiniones” de la comida (14:2), los días santos (v. 5) y beber vino (v. 21).

   Esto no significa que los debates estaban prohibidos en la iglesia primitiva. Lucas elogió a los cristianos de Berea, quienes “todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba” y los puso como modelo (Hechos 17:11). En cambio, los debates ásperos fueron prohibidos. Pablo está llamando a la unidad en medio de diversas creencias, a una búsqueda de la verdad que refleje la aceptación de los demás y nuestras diferencias sin juzgarnos mutuamente. Deberíamos debatir cuestiones doctrinales; siempre estamos buscando la verdad. Pero a menos que estemos tratando con las verdades centrales de la fe, debemos ser “hierro que se afila con el hierro” y aceptar las diferencias sin juzgar, dándonos cuenta de que podríamos estar equivocados y también respetando otros puntos de vista.

   1ª a los Corintios 9:22. A los débiles me he hecho débil para ganar a los débiles. A todos me he hecho de todo para por todos los medios salvar a algunos.

   Hacemos dos observaciones:

a. Adaptación. «A los débiles me he hecho débil para ganar a los débiles». Pablo ahora vuelve a su discusión sobre los cristianos con conciencia débil (8:9–13). Pablo ha completado el círculo al revisar la libertad que tiene en Cristo. Así, habla acerca de su relación para con el débil. Hubiéramos esperado un equilibrio sintáctico que incluyese al fuerte, pero a Pablo no le interesa comparar al fuerte con el débil. El fuerte era libre en Cristo y no tenía cargo de conciencia cuando comía carne sacrificada a ídolos. Los débiles eran los corintios que tenían una conciencia débil; necesitaban del consejo y ánimo que Pablo les pudiera dar para ser fortalecidos en su fe (Ro. 14:1; 15:1).

   El versículo 22 da a entender que en este pasaje particular Pablo también podría haber estado pensando en ganar para el Señor a los corintios económicamente débiles. Anteriormente en la carta afirmó que entre aquellos que Dios había llamado no había muchos poderosos, ni muchos de noble cuna, sino que Dios había escogido al débil e insignificante para avergonzar a los fuertes (1:26–28). Ahora Pablo hace resonar el mismo mensaje cuando escribe: «A los débiles me he hecho débil». En el contexto usa el verbo ganar para hablar de llevar a judíos (vv. 19, 20) y gentiles (v. 21) al conocimiento de Cristo. Pero cuando habla de los débiles, cuya conciencia era débil, no usa el verbo ganar. Los débiles ya conocen a Jesucristo como Salvador, pero por tener una conciencia débil necesitan la ayuda de los fuertes.

   Creemos que con la oración me he hecho débil para ganar a los débiles (v. 22) Pablo podría estar comunicando una doble connotación. En otras palabras, se refiere a los débiles de conciencia y a los débiles económicamente. Hay que considerar que, al ministrar en Corinto, Pablo se identificó en palabra y hecho con los pobres. Su trabajo fabricando carpas era una clara demostración de que se ponía de lado de los económicamente débiles (Hch. 18:1–4). Pablo mismo pertenecía a la clase alta, como lo demostraba la educación que recibió. Sin embargo, no tenía ningún reparo en ponerse su delantal y gorro para trabajar en su rubro. La alta sociedad grecorromana lo despreciaría por su denigrante trabajo, pero la clase baja lo aceptaría gustoso.65 La clase alta pensaba que el taller no era un lugar para el hombre libre sino para el esclavo. Con todo, Pablo estaba listo a identificarse con el pobre para ganarlos para Cristo.

b. Realidad. «A todos me he hecho de todo para por todos los medios salvar a algunos». El apóstol es un modelo para todo el que quiera ganar a la gente para Cristo. Pablo se acomodaba a las diferentes situaciones de cada cultura. Con los judíos vivía como judío, y con los gentiles como gentil (dentro de los límites del mandamiento de Cristo). Se hizo débil a los débiles, para así ser de todo para todos.

   Los oponentes de Pablo podrían tildarlo de ineficaz, inestable y cambiante. En este caso, estarían mal entendiendo completamente sus motivaciones, al no darse cuenta de la intención misionera de los esfuerzos de Pablo: llevar al evangelio a la mayor cantidad de gente posible.

   Pablo estaba convencido de que al predicar las buenas nuevas de salvación, Dios abriría el corazón de cada uno de los elegidos para salvación. Si a Dios le había placido salvar a Pablo, quien se llamaba a sí mismo el primero de los pecadores (1 Ti. 1:15), el Señor Jesucristo podía entrar en el corazón de cualquiera que viviese en tinieblas. Pablo era un instrumento en las manos de Dios para traer a los pecadores al Señor mediante el evangelio.

   Pablo predicaba y aconsejaba, pero el verdadero trabajo de salvación pertenecía a Dios. En pocas palabras, Pablo manifiesta un realismo sobrio, cuando escribe que al acomodarse a todos los hombres lo hace «para por todos los medios salvar a algunos». Algunos manuscritos leen «salvar a todos», pero la evidencia favorece el texto que hemos adoptado: «salvar a algunos». Por supuesto que Pablo sería el primero en afirmar que, aunque él trabajaba duro para presentar el evangelio a todos, sólo Dios efectuaba la salvación (Fil. 2:13). Trabajaba para salvar a todos, pero sabía que sólo algunos responderían al evangelio (véase 10:33; Ro. 11:14).

   1ª Tesalonicenses 5:14. En virtud del hecho de que, al instar a los tesalonicenses a ser respetuosos con sus líderes, Pablo pensaba especialmente en las personas desordenadas que hicieron necesaria esta amonestación, no es de extrañar que la próxima instrucción comience entonces: Y os instamos, hermanos, amonestad a los desordenados, alentad a los de poco ánimo, ayudad a los débiles, ejerced paciencia para con todos.

   En la congregación de Tesalónica había tres grupos que necesitaban atención especial: los desordenados, los de poco ánimo, y los débiles.

   La palabra desordenados y de poco ánimo (ὁ λιγόψυχος-οι—las “almas pequeñas”, Is. 35:4 en la LXX) no ocurre en ningún otro lugar en el Nuevo Testamento. La palabra débiles (ἀσθενής-εῖς, i.e., sin fuerza) ocurre frecuentemente, y se usa tanto en caso de debilidad física (Mt. 25:39, 43, 44; Lc. 10:9; Hch. 4:9; 5:15, 16) como de enfermedad moral y espiritual (Ro. 5:6; 14:1; 1 Co. 8:7, 9, 10; 9:22; 11:30; etc.).

   Ya hemos encontrado a cada uno de estos grupos anteriormente. Así, los desordenados—es decir, los que caminan irregularmente como soldados que marchan a destiempo en las filas—son los fanáticos, entremetidos, y haraganes (4:11, 12; 5:12, 13; y cf. 2 Ts. 3:10). Los de poco ánimo son probablemente los preocupados por los amigos y parientes que habían partido y/o por su propia condición espiritual (4:13–18; 5:4, 5, 9). Y los débiles bien podían ser los que se caracterizaban por su tendencia hacia la inmoralidad (4:1–8). Así interpretado, cada pasaje se explica a la luz de los otros dentro de la misma epístola, sin que se introduzcan cosas nuevas. Estamos, por supuesto, prontos a admitir que esta presentación podría ser inexacta. Así, por ejemplo, el tercer grupo (“los débiles”) bien pudo haber incluido a aquellos individuos que, aunque espiritualmente inmaduros, no se hallaban necesariamente en peligro de traspasar los límites de la decencia en asuntos relacionados con el sexo. Además, estos tres grupos hasta cierto punto pueden trasladarse.

   Es tan claro como el día que estas amonestaciones están dirigidas a la congregación entera—obsérvese la palabra hermanos (véase sobre 1:4)—es decir, en cada caso, a todos los miembros excepto a los que se mencionan específicamente en la amonestación. Así, todos menos los desordenados deben amonestar a los desordenados; todos excepto los de poco ánimo deben alentar a los de poco ánimo, etc. Ha de ejercitarse la mutua disciplina por todos los miembros. Es un error dejar todo esto solamente en manos de pastores y ancianos.

   En cuanto a los imperativos en presente empleados aquí, en primer lugar, Pablo pide a los hermanos amonestar a los desordenados. Sobre el verbo véase el comentario sobre el versículo 12. La amonestación podría tomar la forma sugerida por Pablo mismo en 4:11, 12; 5:12, 13. Es lógico que los de poco ánimo deben ser alentados (véase sobre 2:11 y C.N.T. sobre Juan 11:31). Los débiles deben ser ayudados, o sea, no deben ser abandonados. Los hermanos deben “apegarse” a ellos, proveyéndoles toda la asistencia moral y espiritual necesaria.

   Así, en lugar de rechazar rápidamente a alguien, ya sea desordenado, de poco ánimo, o débil, se debe mostrar paciencia (o longanimidad, μακροθυμία) hacia todos. Cf. Gá. 5:22; Ef. 4:21.

2° Titulo: El Apóstol enseñando a evitar disensiones entre los hermanos. Versículos 2 y 3. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. (Léase: Romanos 15:7. Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. ▬ Colosenses 2:16 y 17. Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.).

   Diferentes tipos de fe en las leyes alimentarias (14:2): El principal asunto en debate es sobre las leyes alimentarias. “A algunos su fe” (los cristianos gentiles, que creían que las leyes alimentarias habían sido abrogadas) “les permite comer de todo, pero hay quienes son débiles en la fe” (los creyentes judíos, que creían que las leyes alimentarias aún eran necesarias) y “solo comen verduras “.

   Pocos judíos eran vegetarianos, ya que la ley exigía carne de la cual se había drenado la sangre adecuadamente, y no había razón para abandonarla por completo. La mayoría de los movimientos vegetarianos en el primer siglo fueron gentiles, por lo que algunos se han preguntado si se trataba de un movimiento gentil. Esto tiene poco sentido, y es probable que la respuesta se encuentre en la eventualidad histórica. Desde el momento de la revuelta de los macabeos en el siglo II a.C., las leyes alimentarias fueron una prueba importante de la fidelidad a Dios y su ley. Además, dado que habían sido expulsados de Roma unos años antes, después de regresar, a los judíos les resultó difícil obtener carne kosher. Pensaron que era mejor hacerse vegetariano que arriesgarse a comer carne que no era kosher. En cualquier caso, los creyentes gentiles los menospreciaban por no tener la fuerza suficiente para entregar sus restricciones de la Torá a la nueva era de Cristo y fe.

   Mandato de aceptarse unos a otros (15: 7a)

Ahora Pablo cierra su discusión. La exhortación a “aceptarse mutuamente” encierra a toda la unidad, al inicio (14:1) y ahora concluyendo (15:7). En 14:3, la base de este mandato es que “Cristo los aceptó a ustedes”. Hay dos pequeñas diferencias con respecto al capítulo 14: Pablo se dirigió solo a los fuertes, mientras que aquí incluye a ambos grupos; allá estaba Dios recibiéndolos, mientras que aquí es Cristo.

   La razón para aceptarse unos a otros (15:7b)

En la segunda parte del versículo, el mandato de Pablo se mueve de la dimensión horizontal (la iglesia en la tierra) a la vertical (la relación Dios-humanidad) y continúa con el tema sobre la armonía interna del pueblo de Dios que es vital para su andar con Dios como un todo. Está en el corazón de la doctrina del Nuevo Testamento sobre la comunión de creyentes, como se ve en Hechos 2:44 (“Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común”) y 4:32 (“Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar”). Para que esto suceda, los santos deben ignorar sus pequeñas diferencias y “aceptarse mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios”. Son parte de la familia de Dios y miembros del mismo cuerpo. Todo esto se ha logrado para la gloria de Dios, y en esto participamos en armonía como pueblo de Dios. Sin la unidad de cada grupo como parte de una familia completa, la gloria de Dios en la tierra está amenazada.

   El fuerte: no desprecie; el débil: no condene (14:3)

Pablo comenzó dirigiéndose solo a los fuertes; ahora amonesta a ambos grupos. Los fuertes menosprecian a los débiles o “los desprecian”, y los débiles “condenan” o juzgan a los fuertes. Aquellos sin convicciones dietéticas pensaban que los demás eran inferiores. Cristo había negado las leyes alimentarias (Marcos 7:19), por lo que sintieron desprecio por la ignorancia de los creyentes judíos. Aquellos con convicciones fuertes pensaban que los creyentes gentiles violaban las leyes del Señor y los condenaron por pecar “deliberadamente” (Nm 15:30). Tenga en cuenta la inclusión: el versículo 1 comienza con la orden “reciban al que es débil”, mientras que el versículo 3 termina diciendo a los débiles que “Dios ha aceptado” a los fuertes. Pablo advierte a ambos grupos que dejen de juzgarse porque Dios los ha aceptado a ambos.

Es un pecado rechazar a aquellos a quienes Dios ha aceptado. Crecí en una iglesia que a menudo peleaba por cuestiones legalistas como jugar a las cartas (podía jugar Rook, pero no juegos que usaran cartas con rostros), ir al cine [incluso ver películas como Ben-Hur o The Sound of Music (Sonrisas y lágrimas)], el baile social o las bebidas. Si bien este es un paralelismo cercano al tema legalista en Romanos 14, el principio también se aplica a las disputas sobre las doctrinas como el tema carismático, el rapto de la iglesia y el calvinismo versus el arminianismo. Debemos aprender a aceptar estar en desacuerdo sobre asuntos no cardinales. No es que no sean importantes. Más bien, es que Dios ha aceptado ambos lados, por lo que debemos aceptarnos unos a otros, incluso sin estar de acuerdo.

   Colosenses 2:16, 17. Pablo sigue hablando ahora en consonancia con lo que ha venido diciendo acerca de la argumentación persuasiva (2:3), la filosofía, las vanas sutilezas, las tradiciones de los hombres y los rudimentos del mundo (2:8), que caracterizaban el pensamiento y la propaganda de estos falsos maestros, y las demandas de la ley (2:14), a las que habían agregado sus propios preceptos. De modo que dice, Por tanto, no permitáis que se os juzgue en asuntos de comida o bebida, o en cuanto a una fiesta o luna nueva o día de reposo.… El aspecto judío de la herejía de Colosas se deja ver aquí claramente. No obstante, también es evidente que este error iba más allá de ser una mezcla de religión judía y cristianismo (a lo cual se le llama judaísmo), ya que los falsos maestros de Colosas no sólo juzgaban a los hermanos sobre asuntos de comida, sino también en cosas de bebida, a pesar de que con respecto a esto último el Antiguo Testamento contenía muy pocas prohibiciones (Lv. 10:9; Nm. 6:3; Jue. 13:4, 7, 14), aunque está por demás decir que la falta de moderación se condena vigorosamente (Is. 5:11, 12; Am. 6:6; Pr. 20:1). En cuanto a la comida, parece que los falsos maestros habían colocado sus propias regulaciones por sobre las leyes que el Antiguo Testamento había dado sobre animales limpios e inmundos (cf. Lv. 11). También habían tratado de imponer ciertas restricciones en conexión con algunas fiestas—pensemos en la Pascua, el Pentecostés, la Fiesta de los Tabernáculos, y otras más quizá (cf. Lv. 23)—sobre novilunios (cf. Nm. 10:10; 28:11), y el día de reposo (cf. Ex. 20:8–11; 31:14–16). Por todo esto, entonces, se vislumbraba una tendencia marcadamente ascética. El propósito principal que tenían los falsos maestros al poner tanto énfasis en todos esos reglamentos, era convencer a los colosenses que, para alcanzar la salvación, se necesitaba y era imprescindible guardar estrictamente todas esas prescripciones; y si no para la salvación como tal, por lo menos para la plenitud, la perfección en la salvación (véase sobre los vv. 9, 10). Pablo procede a sentar una fuerte advertencia en contra de esta implícita negación del carácter todo suficiente de Cristo, y lo hace diciendo: cosas que—aun en su legítimo contexto, a saber, el Antiguo Testamento— sólo eran una sombra de aquellas que estaban por venir, pero el objeto que arroja la sombra se encuentra en Cristo.

   ¿Por qué tener como indispensable el someterse a preceptos sobre comida, cuando Aquel que fue anunciado por el maná de Israel se nos ofrece él mismo como el Pan de vida? (Jn. 6:35, 48). ¿Cómo puede considerarse la Pascua (cf. Ex. 12) como una observancia necesaria para la perfección espiritual, si “nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”? (1 Co. 5:7). ¿Qué justificación habría para imponer a los que se convierten del mundo gentil la observancia del sábado judío, cuando Aquel que trae el descanso eterno exhorta a todos a que vayan a él? (Mt. 11:28, 29; cf. He. 4:8, 14). Ciertamente, una sombra que es arrojada por una persona que se aproxima, podría ser de valor. Por ejemplo, es posible que uno esté esperando ansiosamente a una persona, pero sucede que está parado de tal forma que, al aproximarse la persona, por un momento sólo se ve su sombra. Pero esa sombra no sólo garantiza que el visitante está por llegar, sino que hasta provee un esbozo parcial que lo describe. Así también, los preceptos del Antiguo Testamento habían servido para un buen propósito. Pero ahora que Cristo y la salvación en él han llegado, ¿pueden seguir siendo útiles aquellas sombras? Aunque no era malo que los judíos, acostumbrados desde la infancia a todas esas cosas, observaran (por un período de transición) esas costumbres como simples costumbres, sin relacionarlas en absoluto con la salvación, con todo era totalmente erróneo atribuirles un valor que no tenían y tratar de imponerlas sobre los gentiles. Y si esto era así con respecto a las prescripciones del Antiguo Testamento, lo sería mucho más en cuanto a prescripciones de fabricación humana y de carácter ascético, las cuales eran impuestas, añadidas y, a veces, hasta colocadas en lugar de la ley de Dios. De este modo, entonces, se estaba negando la toda suficiencia y preeminencia de Cristo. Y éste, después de todo, era el error principal.

3er Titulo: Cuidado de no menospreciar y juzgar ligeramente a quien Dios puede sostener. Versículo 4. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. (Léase: Colosenses 3:23 al 25. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. ▬ Santiago 4:11 y 12. Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?).

  Dios los acepta: no juzguen (14:4): Esta sección de apertura concluye con un fuerte desafío: “¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro?” Basado en el versículo 3, Pablo habla especialmente a los débiles que están “juzgando” a los fuertes, pero el sentimiento abarca a ambos grupos. Pablo castigó a los judíos por juzgar en 2:1, ya que su firme control sobre los rituales de la Torá los llevó a levantarse como jueces de todos los demás grupos. Aun así, Pablo probablemente se dirige a ambos lados aquí y conduce al material de los versículos 5–9. En Romanos 11:18, 20 Pablo también exhortó a sus lectores gentiles contra la arrogancia, considerándose “superiores a esas otras ramas”, porque Dios tampoco “los perdonará”.

   La arrogancia de cualquiera al considerarse superior como para imponerse sobre los demás ofende profundamente a Pablo. El término “sirviente” (oiketēs) es un “esclavo doméstico”, y el amo es ciertamente Dios. En el mundo romano la peor forma para una persona de mostrar sus modales era interferir con el esclavo de otra persona. ¿Cuánto más cierto es esto cuando el amo de ese esclavo es Dios mismo?

   El punto de Pablo aquí es que el esclavo ya sea que “se mantenga en pie, o que caiga, es asunto de su propio señor”, no de un extraño. Toda aprobación (de pie) o rechazo (caída) proviene de Dios, por lo que está mal que alguien más se entrometa en nuestra relación con Dios. Esto debe aplicarse con mucho cuidado a la luz de otros pasajes de las Escrituras que parecen contradecir esto, como Hebreos 3:13, “exhórtense unos a otros diariamente, siempre y cuando sea ‘Hoy’, para que ninguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado “(mi traducción). Se supone que debemos involucrarnos en la vida de oración para animarnos cuando sea necesario y exhortarnos cuando sea necesario. Hacemos esto por amor y para mantener una unidad y armonía en el grupo. La clave es negarse a juzgar a los demás. Cuando exhortamos lo hacemos por amor y evitamos ser prejuiciosos.

   Los débiles no están siendo guiados por el Espíritu, sino que juzgan a aquellos con quienes no están de acuerdo. Esto constituye lo que Santiago llama “discriminación”, para que se conviertan en personas que “juzgan con malas intenciones” (Stg 2:4). En lugar de preocuparse por el bienestar de aquellos a quienes exhortan, los débiles aquí se preocupan solo por lo que supone que es correcto. Quieren ganar en lugar de llegar a la verdad. No hay amor, solo desprecio por el otro.

Solo los juicios de Dios importan, y Pablo exige que los débiles se den cuenta de que “el Señor tiene poder para sostenerlo”. El pueblo de Dios será aprobado porque el Señor está con ellos. Como dice Pedro, “a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos” (1Pe 1:5). Los fuertes no son simplemente aceptados sino también protegidos por el poder de Dios (“es capaz” = “tiene el poder”). La presencia de Dios en sus vidas no se basa en sus actividades externas (lo que comen) sino en su confianza interna (en quien creen). Este tema también ilustra la importancia de la tolerancia en nuestros días. Este siglo pasado ha sido un ejemplo incesante de pelear por cosas no esenciales en la iglesia. En el futuro, de lo único que podemos estar seguros es que Satanás continuará queriendo que peleemos por las cosas equivocadas.

   Colosenses 3:23, 25. Todo lo que hagáis (cf. v. 17), poned vuestra alma en el trabajo (literalmente, “trabajad del alma”), como para el Señor y no para los hombres.… En espíritu, la gente deja de ser esclava tan pronto como empieza a trabajar para el Señor, y ya no más para los hombres en primer lugar. En consecuencia, éste era el consejo más provechoso que se le pudiera dar a un esclavo. Además, mediante la cooperación sincera con su amo, obedeciendo en todas formas, y haciendo esto mientras su amo está completamente enterado que el servicio era dado por un cristiano, el esclavo estaría promoviendo la causa y el honor de su Señor. El amo empezaría a pensar, “Si la religión cristiana hace esto por los esclavos, debe ser maravillosa”.

   Pablo continúa, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa, a saber, la herencia. Aunque el esclavo recibiese de su amo terrenal mucho menos de lo que debería recibir, con todo sabe que recibirá de su amo celestial todo lo que ha sido destinado para él por la gracia de Dios.

   Aunque la salvación es completamente “por gracia” y definitivamente no “por obras” (Ef. 2:8, 9; Tit. 3:5), no obstante, esta recompensa de vida eterna será dada “de acuerdo a las obras” (2 Co. 5:10; Ap. 20:12, 13; también Ec. 12:14; 1 Co. 3:10–15; 4:5; Gá. 6:7). Además, la recompensa es “la herencia”, probablemente sugiriendo las siguientes ideas: ▬ a. es una dádiva (una persona no gana una herencia), ▬ b. es inalienable (1 R. 21:3; He. 9:15), ▬ c. fue legada al que la recibe, y así es suya por derecho (cf. Is. 1:27); e implica la muerte del testador (He. 9:16).

   Como regla, los esclavos no son herederos (Gn. 15:3; Ro. 8:15–17; Gá. 4:7). Pero los esclavos a los que Pablo se refiere aquí heredan, porque su amo es Cristo: (Es) el Señor Cristo (a quien) vosotros servís. Por tanto, ¡que siempre vivan “como bajo el ojo” de su Señor!

   Para la expresión “el Señor Cristo”, véase Ro. 16:18. Estas son las únicas dos veces que aparece en el Nuevo Testamento. El Señor ungido es el patrón del esclavo. ¡Qué privilegio y honor!

   [v. 25]. Pablo continúa, Porque, dando a entender quizá, “deberéis obedecer estas instrucciones, porque” el que hace mal sufrirá (las consecuencias de) lo que hizo mal. Y no hay parcialidad. Según Ridderbos, estas palabras sólo se refieren al amo del esclavo. Y el significado es que, aunque el esclavo a veces tenga que sufrir alguna injusticia de parte de su amo, ese amo no quedará impune Por otra parte, Lenski la limita sólo al esclavo, “el mal permanece sobre los hombros del esclavo, y la llevará hasta el juicio”. El observa que “no se menciona a los amos hasta más adelante” La opinión que tiene Lightfoot difiere de ambos. Él dice, “Es mejor suponer que ambos están incluidos”. Yo creo que esta última posición es la mejor. La razón que tengo es que en Ef. 6:8 se expresa una idea casi paralela, sólo que ahí se habla de aquel que hace bien (en lugar del que hace mal, como en Col. 3:25), en un contexto donde definitivamente se menciona que la afirmación concierne los dos, esclavo y libre. La oración de Efesios es como sigue, “… sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre”.

   Comentando sobre Col. 3:25, Lightfoot dice: “La advertencia surge del caso del esclavo, pero se extiende «en el próximo versículo, Col. 4:1» al caso del amo”.

   Si el esclavo no hace caso de las admoniciones que se han dado, cosechará lo que sembró. Que ninguna persona de la iglesia de Colosas piense que, dado que Pablo se portó tan bondadosamente con Onésimo, también aprobaba lo que éste había hecho a su amo. La regla es universal (Gá. 6:7). Se aplica a cada esclavo, sin importar quien sea. Y aún se aplica a cada amo. Con Dios no hay parcialidad (Lv. 19:15; Mal. 2:9; Hch. 10:34; Ef. 6:9; Stg. 2:1); literalmente, “no recibimiento de cara” (de allí, “acepción de personas”).

   Santiago 4:11-12. Queridos amigos, puesto que Dios nos amó así nosotros debemos también amarnos unos a otros. Nadie ha visto nunca a Dios; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros, y su amor se ha cumplido en nosotros. El eco de Juan 3:16 resuena en toda la primera parte del versículo 11, excepto que aquí Juan es mucho más personal: “Puesto que Dios nos amó así”. Él emplea el tiempo pasado amó para indicar el elemento histórico en el ministerio y muerte de Jesús: el don supremo del amor. Por consiguiente, Juan escribe la pequeña palabra así que significa “de tal manera”. Es decir, Dios nos amó hasta el punto de enviar a su propio Hijo a morir por nosotros en la cruz del Calvario. En un rapto de asombro Pablo expresa su gratitud cuando escribe: “¡Gracias sean dadas a Dios por su don indescriptible!” (2 Co. 9:15).

   La segunda parte del versículo 11—“nosotros debemos también amarnos unos a otros”—transmite el resumen de la ley (Mt. 22:39). Dios nos da un mandamiento (Lev. 19:18) con una obligación moral (compárese con 3:16). Somos receptores del amor de Dios y debemos, por nuestra parte, amarnos unos a otros. Juan no da a entender que debiéramos descuidar el amar a Dios, sino que él, como Pablo y Santiago, pone el énfasis en el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Ro. 13; 9; Gá. 5:14; Stg. 2:8). Si nuestro amor por Dios debe manifestarse en nuestro amor por el prójimo, entonces cumplimos el mandamiento de amar a Dios y a nuestro prójimo, y nuestro amor mutuo es genuino.

   “Nadie ha visto nunca a Dios” (compárese con Ex. 33:20; Dt. 4; 12; Jn. 1:18; 1 Tim. 1:17; 6:16). Juan explica lo que quiere decir, en el contexto más amplio cuando escribe: “El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto” (v. 20). Podemos ver a nuestro prójimo, pero no podemos ver a Dios. Aunque digamos que amamos a Dios nuestras palabras carecen de significado a menos que les demos expresión visible mostrando nuestro amor los unos por los otros. Debemos ver y amar a Dios por medio de nuestro prójimo.

   “Si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se ha cumplido en nosotros”. Juan reafirma su enseñanza de que si obedecemos los mandamientos de Dios, él vive en nosotros y nosotros en él (3:24).

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Semana del 22 al 28 de abril de 2024

Semana del 15 al 21 de abril de 2024. “Llamado Urgente A Despertar Ante El Inminente Retorno De Cristo”.

   Lecturas bíblicas:  Romanos 13:11 al 14. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.

   Comentario general del contexto Bíblico: El creyente y el peligro de los tiempos, 13: 11-14

   (13: 11-14) introducción: el tiempo es importante, muy importante para la mayoría de las personas. Sin tiempo, el hombre no vive; no existe. La única cosa que no quiere es quedar sin tiempo. Por lo tanto, es de gran importancia que cada hombre conozca la amenaza del tiempo.

   ◘ 1. El creyente debe conocer el tiempo (v. 11).

   ◘ 2. Es tiempo de despertar del sueño (vv. 11-12).

   ◘ 3. Es tiempo de desechar las obras de las tinieblas y vestir las armas de luz (v. 12).

   ◘ 4. Es hora de anda r derecho (v. 13).

   ◘ 5. Es tiempo de vestirse del Señor Jesucristo y no proveer para la carne (v. 14).

(13:11-14) Otro bosquejo: además se dan cuatro cuadros en este pasaje.

  • 1. Cuadro 1: Dormir vs. despertar (v. 11).
  • 2. Cuadro 2: Tiniebla vs. luz (v. 12).
  •   3. Cuadro 3: Andar derecho vs. andar torcido (v. 13).
  •   4. Cuadro 4: Vestirse de Cristo vs. vestir la carne (v. 14).

    [1]. (13:11) Tiempo-historia, puntos fundamentales: el creyente debe conocer el tiempo. La palabra «conociendo» (eridotes) significa asegurarse de que conoces; no dejes de conocer. La palabra «tiempo» (ton kaíron) significa períodos críticos; el período estratégico o especial de tiempo.

   ¿Qué período estratégico o crítico del tiempo quiere decir?

   ¿Cuál es e l período de la historia humana que no debemos descuidar?

  • El día de «nuestra salvación», día que está más cerca que cuando creímos.
  • El día que se acerca, el día cuando encontraremos al Señor Jesucristo cara a cara.

   [2]. (13: 11-12) Tiempo-dedicación-sueño espiritual: es tiempo de despenar del sueño. (Véase Estudio a fondo 1, Sueño Ro. 13:11 para ampliar la discusión.) Demasiados creyentes están durmiendo y no prestan atención a lo que está ocurriendo en el mundo; demasiados no velan, no observan los signos de los tiempos. Demasiados son complacientes y apáticos. que dejan transcurrir la vida perezosamente con poco compromiso de servir a Cristo. Son demasiado pocos los que hacen frente a las necesidades de las masas sufrientes y moribundas del mundo. Es hora de «despertar» (egerthenai) del sueño: hora de levantarse, de despertar y mover se. Es tiempo de ponerse en pie y mover se para actuar -ahora- antes que sea demasiado tarde. La exhortación es enérgica, y hay dos razones para su energía.

▬1. Nuestra salvación está más cerca que cuando creímos. La palabra «Salvación» se está usando en un sentido futuro refiriéndose al día glorioso en que estaremos plenamente salvados. Es el día cuando nuestra salvación será consumada. y seremos liberados del presente siglo malo y seamos perfeccionados para vivir eternamente en la presencia de Dios. El punto es dramático: el día está más cerca que cuando creímos. Despiértate del sueño ▬levántate▬ presta atención:

  • Mira la situación mundial.
  • Mira las señales.
  • Mírate a ti mismo.
  • Mira tu cuerpo, su condición.
  • Mira la vida, su inseguridad.
  • Mira el tiempo.

   El día de la salvación, el día de nuestra redención está más cerca que cuando creímos.

   «Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca» (Lc. 21 :28).

   «En estos postreros días (Dios) nos ha hablado por el Hijo, quien constituyó heredero de todo, por quien así mismo hizo el universo» (He. 1:2).

   «Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. Ea lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos de diversas pruebas» (1 P. 1:5 -6).

   «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo» (1 Jn. 2:18; cp. Z TI. 3:1; 2 P. 3 :3; Jud. 18).

▬2. El juicio está cerca. La noche está avanzada; el día se acerca. ¿Qué día? El día en que nos encontraremos con Dios cara a cara, ya sea a través de la muerte o por el retomo del Señor Jesucristo. El tiempo es fugaz. pasa tan rápidamente, de modo que hay que prepararse.

   «Prep6rate para venir al encuentro de tu Dios» (Am. 4:12).

   «Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Mt. 3:3).

   «[El Hijo del Hombre] es como el hombre que, yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuando vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad» (Mr. 13:34-37).

   «Velad debidamente y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo (1 Co. 15: 34)

   «Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de los muertos, y te alumbrar6 Cristo» (Ef. 5:14).

   «Por lo tanto, no durmamos como los dem6s, sino velemos y seamos sobrios» (1 Ts. 5:6).

ESTUDIO A FONDO 1

(13:11) Tiniebla espiritual-carnal: está el sueño de la falsa seguridad; el sueño de la apatía. la complacencia y la negligencia; y el sueño de la indiferencia.

   [3]. (13 :12) Tinieblas ▬ luz: es tiempo de desechar las obras de las tinieblas y vestir las armas de luz.

◘ 1. Las obras de las tinieblas son las obras que los hombres hacen encubiertos por las tinieblas y desean mantener en secreto. Son pecados que los hombres …

  • quieren mantener en secreto.
  • se avergüenzan.
  • saben que son inaceptables.
  • temen los resultados.
  • saben que les causarán daño.
  • saben que harán gran perjuicio.

   «Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron m6s las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas» (Jn. 3:19-20).

   «La noche est6 avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vist6monos las armas de la luz» (Ro. 13:12).

   «y no participéis en las obras Infructuosas de las tinieblas, sino m6s bien reprendedlas; porque vergonzoso es aún hablar de lo que ellos hacen en secreto» (Ef. 5:11.).

   «Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan» (1ª Ts. 5:7).

   «Y oyeron la voz de Jebov6 Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehov6 Dios entre los árboles del huerto» (Gn. 3:8).

   «En las tinieblas minan las casas que de día para sí señalaron; no conocen la luz» (Job 24:16).

   «El que encubre sus pecados no prosperara; más el que los confiesa y se aparta alcanzara misericordia» (Pr. 28:13).

   «¡Ay de los que se esconden de Jebov6, encubriendo el consejo, y sus obras est6n en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?» (ls. 29: 15).

   «¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mi Espíritu, añadiendo pecado a pecado!» (Isaías. 30:1).

   «Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jebov6; Jehová ha abandonado la tierra» (Ez. 8:12).

◘ 2. Las armas de luz son completamente diferentes de las vestiduras de las tinieblas. Note que la imagen es de uno que se está vistiendo solo. El creyente tiene que quitarse todo pecado u obras de las tinieblas de que haya estado vestido. y tiene que desecharlas, arrojarlas lejos. Una vez que se ha desvestido. Surge la pregunta: ¿Qu~ se va a poner el creyente? Lo que se pone es sorprendente: n o se le dice que se ponga vestiduras de luz: se le dice que vista las armas de luz. El creyente debe estar vestido con el pesado escudo y la protectora armadura de luz: un escudo y protección tan llena de esplendor, gloria y brillo que no puede ser penetrado por las obras de las tinieblas. ¿Que es la armadura de luz?

  1. Es la armadura de justicia (2 Co. 6:7).

   «Antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios … en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra» (2 Co. 6:4, 7).

  1. Es la armadura de Dios (véanse bosquejo y notas Ef. 6: 10 -20).
  • el cinto de la verdad.
  • la coraza de justicia.
  • el calzado del evangelio.
  • el escudo de la fe.
  • el yelmo de la salvación.
  • la espada del Espíritu. la Palabra de Dios.
  • el recuso sobrenatural del soldado: la oración.

   «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que pod61s estar firmes contra las asechanzas del diablo» (Ef. 6:10-11).

    «Pero nosotros que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo» (1 Ts. 5:8).

   [4] (13:13) Pecado: es tiempo de andar derecho. La palabra «honestamente» (euschemonos) significa apropiado, honorable. decente. noble. El creyente debe caminar honestamente delante de Dios. Debe llevar una vida de honestidad. decencia y nobleza. Debe vivir con honor y honestidad delante de Dios. Debe caminar en el día. sin esconderse ni tratar de esconder algo. Las Escrituras mencionan seis pecados en particular que el creyente debe desechar y de los que debe apartarse para siempre.

1. Glotonerías (komoís): juergas, farras, fiestas. diversión, intemperancia, orgías, jolgorio irrestricto y corrupción, dar rienda suelta a los apetitos básicos.

   «y manifiestas son las obras de la carne … envidias, homicidios, borracheras, orgía, y cosas semejantes a estas: acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios» (Gá. 5:19, 21).

   «Baste ya al tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgía, disipación y abominables Idolatrías. A Estos les parece cosa extraña que vosotros no corríais con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan, pero ellos dar6n cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos» (1 P. 4:3-5).

2. Borracheras (methais): tomar bebidas o drogas intoxicantes para afectar los sentidos y facultades; intoxicarse por lujuria o placer; tratar de «achisparse» o emborracharse; buscar la relajación de las restricciones morales por causa del placer corporal.

   «Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida y venga de repente sobre vosotros aquel día» (Lc. 21:34).

   «NI los fornicarios, ni los Idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos ni los maldicientes, ni los estafadores hendar6n el reino de Dios. Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co. 6:10-11).

   «¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez!» (Hab. 2:15).

3. Fornicación (Koitais): inmoralidad sexual, adulterio, sexo premarital.

   «Y de Igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío» (Ro. 1:27).

4. Disoluciones (aselgeiais): sensualidad. desenfreno, libertinaje, juerga; homosexualidad, lascivia, llevar una vida de libertinaje, juerguista e inmoral. Es deseo excesivo, lujuria desbocada que consume los pensamientos y la conducta de la persona a través de …

  • modas y trajes.
  • libros y panfletos.
  • películas y fotos.
  • canciones y música ..
  • bailes y fiestas.
  • conversaciones y chistes.
  • insinuaciones y gestos.
  • toques y comportamientos.

   «Habéis vivido [los ricos] en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza» (Stg. 5:5).

   «Pues hablando palabras Infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error» (2 P. 2:18).

5. Disensiones (eridi): contención, disputa, discusión. Es el anhelo profundo de la persona que quiere reconocimiento, honor, posición y autoridad. Es un espíritu que está en constante competencia con otros. que lo llevará a uno adelante …

  • derribando a otros.
  • pasando por alto a otros.
  • culpando a otros.
  • reteniendo el progreso de otros.
  • ignorando a otros.
  • descuidando a otros.

   «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo» (Fil. 2:3).

   «Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes» (2 Ti. 2:14).

   «Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido» (2 Ti. 2:24).

   «El que pasando se deja llevar de la Ira m pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas» (Pr. 26:17).

▬6. Envidias (zeloi): celos que causan daño a otros. Mira la posición, el reconocimiento y el éxito de los demás con ojo celoso. Le molesta el éxito de otros.

   «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece» (1 Co. 13:4).

   «No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidándonos unos a otros» {Gá. 5:26).

   «Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad» (Stg. 3:14).

   «EI corazón apacible es vida de la carne; más la envidia es carcoma de los huesos» (Pr. 14:30).

   «No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo» (Pr. 23:17).

   «No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos» (Pr. 24:1).

   [5] (13: 14) Creyente-vestido espiritual: es tiempo de vestirse del Señor Jesucristo y no hacer provisión para los deseos de la carne. Note dos cosas.

-1. Tenemos que vestirnos del Señor Jesucristo. Nuevamente la imagen es vestirnos solos. Tenemos que vestirnos de Cristo y de su justicia. Estamos tan íntimamente unidos a Él y a su justicia como lo estamos a nuestras ropas. Esto significa dos cosas.

◄a. Jesucristo se convierte en nuestra vestidura. Como nuestra vestidura Él …

  • nos toca. •nos cubre. •nos protege. •nos esconde. •nos da calor.

◄b. Estamos envueltos en Jesucristo. Estar en Él significa que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser en Él: en su vida, pensamientos y conducta. En consecuencia, debemos …

  • mirar solamente lo que Él miraría.
  • oír solamente lo que Él oiría.
  • hablar solamente como Él hablaría.
  • tocar solamente lo que Él tocaría.
  • comer y beber solamente lo que Él comería y bebería.
  • pensar solamente en aquello que Él pensaría.

   «Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:24).

   «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús» (Fil. 2:5).

   «SI, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde esta Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en pos de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col. 3:1-3).

   «Y revestido del nuevo, el cual conforme a la Imagen del que lo creó …» (Col. 3:10, 11).

   «Y decía a todos: Sí alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lc. 9:23).

-2. No debemos hacer provisión para la carne. La idea es que no demos entrada a la carne y sus concupiscencias; nosotros no cedemos ante la carne ni le damos libertinaje a la carne. No cumplimos los deseos de la carne.

  • SI tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno• (Mt. 5:29).
  • Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado• {Ro. 6:6).
  • Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne• (Ro. 13:14).

   «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne• (Gá. 5:16).

  • Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, Impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es Idolatría• {Col. 3:5).
  • Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma• (1 P. 2:11).
  • Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios• (1 P. 4:2).

Nota del expositor: Urgente llamado del Apóstol a examinarnos o nosotros mismos, si andamos en tinieblas o en luz, considerando lo inminente venido de Cristo.

1er Titulo: El sueño espiritual entenebrece la esperanza del cristiano. Versículo 11. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. (Léase: 1ª a los Tesalonicenses 5:4 al 8. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. ▬ 1ª de Pedro 1:13. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado).

Despierta de tu sueño (13:11)

La apertura de Pablo “hagan esto” probablemente se refiere no solo al mandato de amar en los versículos 8–10 sino a todas las exhortaciones éticas de los capítulos 12–13. Podría parafrasearse, “vive para Cristo de esta manera”. Debemos vivir correctamente “conscientes del tiempo en que vivimos” (literalmente “conociendo el tiempo”), una frase usada en 3:26; 8:18; 11:5 para la era actual de salvación que anticipa la era final de gloria. El tiempo es corto y el regreso de Cristo es inminente, como en Hebreos 10:25, “ahora que vemos que aquel día se acerca”.

A la luz de la cercanía del regreso de Cristo, Pablo declara con fuerza: “Ya es hora de que despierten del sueño”. El énfasis de Pablo está en “ya es hora”. No hay argumento para hacer no hacer nada hoy, o dejarlo para mañana acostado en la cama por una hora extra, posponiendo el ajetreo del día. ¡El reloj está funcionando y cada minuto cuenta!

Esto es similar al himno de Efesios 5:14, “Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos y te alumbrará Cristo”. En Efesios, los durmientes son incrédulos, mientras que aquí son creyentes. Allí despertar es para conversión, mientras que aquí es comenzar a vivir plenamente para Cristo. En 1 Tesalonicenses 5:6–8, Pablo usa la imagen de dormir para los paganos cuyas vidas están definidas por aquellos que “duermen de noche”, mientras que los cristianos “pertenecen al día”. Levantarse del sueño significa negarse a participar en estos hechos oscuros y una determinación de vivir a la luz del Señor.

Pablo está acusando a muchos cristianos de parecerse a los paganos. Estas personas han estado durmiendo espiritualmente, y cuando deberían estar alertas y trabajando para el Señor, no han estado haciendo nada de valor. Este no es momento para la pereza espiritual, “pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos”. Pablo hace el comentario aquí no solo porque ha pasado el tiempo sino también para hacer un punto teológico, enfatizando la inminencia (para el tema, vea v. 13) del eschatón, el “fin” de la historia, cuando Cristo librará al mundo del mal. Entonces los santos serán entregados y vindicados, pero también darán cuenta de la calidad de su vida. En el tiempo presente, deben asegurarse de estar espiritualmente despiertos y activos para el Señor.

2° Titulo: Armaduras espirituales para resistir las obras de las tinieblas. Versículo 12. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. (Léase: Efesios 5:8 al 14. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aún hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. ▬ Efesios 6:11 al 13. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.).

Se acerca el día, así que pónganse la armadura de la luz (13:12)

Pablo vuelve a la imagen del día y la noche para anclar su advertencia: “La noche está muy avanzada y ya se acerca el día”. La noche es un símbolo común de la oscuridad del pecado (Sal 139:12; Is 21:11–12; 1Ts 5:2, 5, 7), y el día es el día del Señor, el tiempo cuando el juicio caerá sobre los enemigos de Dios y su pueblo (Jl 1:15; Am 5:18; Ro 2:5, 16) y la vindicación vendrá para los creyentes (Jl 3:18; 1Co 1:8; Ef 4:30). El mensaje de advertencia continúa, con el final de la era acercándose rápidamente, cuando el bien conquistará al mal de una vez por todas.

Solo hay una forma de prepararse para ese día: “manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor “(1 Corintios 15:58). Para ilustrar esto, Pablo recurre a la imagen de quitarse la ropa vieja y sucia y ponerse ropa nueva y limpia: “dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz”. Él usa esta metáfora a menudo para imaginar cambios éticos reemplazando los malos hábitos con los buenos. En Efesios 6:14 y 1 Tesalonicenses 5:8 lo usa para ponerse la armadura de Dios. Pablo advierte contra ponerse ropa normal cuando necesitamos una armadura.

Las “obras de la oscuridad” serían los pecados que caracterizan esta era del mal presente (2Co 6:14; 1Ts 5:4–5). Debemos desechar todas esas tendencias malvadas y vestirnos con su armadura de luz. La armadura, como en Efesios 6:14–17, contiene tanto armas defensivas que nos protegen de los engañosos empujes de espada de Satanás como armas ofensivas que nos permiten vencer los poderes del mal. Entonces “la armadura de la luz” nos protege de los poderes de la oscuridad y nos da las armas para producir la victoria en la guerra cósmica.

En medio de la batalla cósmica contra Satanás, no podemos pretender alcanzar la neutralidad. Estamos en batalla luchando por el Señor, o somos destruidos por las fuerzas oscuras. Pablo está pidiendo una actitud de sacrificio en tiempos de guerra y un enfoque centrado en la seriedad de la guerra. No hay tiempo ni lugar para soldados perezosos e ineficaces o para desertores en el ejército de Dios.

3er Titulo: Vestirse de Cristo nos aparta de los deseos carnales. Versículos 13 y 14. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. (Léase: San Juan 15:1 al 6. Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. ▬ Colosenses 3:10 y 12. y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, ▬ 12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia).

Compórtate decentemente (13:13)

Para vivir apropiadamente como los habitantes de Dios del día, necesitamos un nuevo tipo de comportamiento cristiano. Como soldados de Cristo en pie de guerra (véase 2Ti 2:3–4), nuestro deber es “comportarnos decentemente, como durante el día”. “Decente” (euschēmonōs) significa literalmente “de buena apariencia”, pero Pablo no está haciendo hincapié en la idea de la apariencia externa aquí. Más bien, el énfasis está en la conducta apropiada o correcta, como en 1 Corintios 14:40, “todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden”, la “manera apropiada” está determinada por los estándares éticos de Dios.

Pablo usa otra de sus metáforas favoritas para ilustrar esto, la idea de “vivir” (“comportarse” literalmente del griego peripateō, “andar”). Los cristianos deben vivir una vida tan ejemplar que cuando las personas los examinan, su conducta es irreprochable (véase 1 Pedro 2:12).

“Como a la luz del día” continúa la tensión ya / todavía no, esto lo hemos visto a menudo en Romanos (8:18, 19, 28; 11:26–27; 12:19). Nosotros, como hijos de Dios, caminamos en los días que él nos ha dado, pero lo hacemos a la luz del último día, cuando nos encontremos con el Señor en el aire y comience la eternidad. En el presente experimentamos todas las bendiciones de ser hijos del nuevo pacto (Efesios 1:3), y en esta nueva realidad estamos obligados a vivir adecuadamente (= “decentemente”) a los ojos de Dios.

Luego, Pablo cambia y enumera una lista de vicios de las “obras de la oscuridad” que debemos “dejar a un lado” (v. 12), enfatizando lo opuesto a la conducta apropiada. Él proporciona tres pares de artículos que podrían ser etiquetados “pecados de la oscuridad”:

  1. No en orgías ni borracheras. Algunos combinan estos en una categoría, “borrachera descontrolada”, pero es mejor mantenerlos separados ya que Pablo los enumera todos en pares. Describe las fiestas salvajes y las borracheras tan populares en los días de Pablo y en los nuestros. Lamentablemente, esto hoy se ha convertido en una epidemia en los campus universitarios, un comportamiento prácticamente esperado. Pablo usa sustantivos en plural para demostrar la naturaleza repetida de estas prácticas pecaminosas. Las fiestas salvajes de los emperadores y los murales en muchas paredes romanas descubiertas por los arqueólogos ejemplifican el exceso que Pablo tiene en mente.
  2. No en inmoralidad sexual y libertinaje. El primer par describió las fiestas desinhibidas, y ahora Pablo recurre a los pecados sexuales que los caracterizaron. Estas fueron orgías salvajes con todo tipo de perversión. El primer término (koitais) describe el pecado sexual en sí (transcrito como la palabra en español coito), y el segundo término (aselgeiais) el estilo de vida que sigue. Los pecados de estos dos primeros pares van juntos y vuelven a la lista de la humanidad depravada en 1:18–32.
  1. No en disensiones y envidias. Aquí cambia de la vida de fiesta a los pecados sociales, denotando la envidia que caracteriza a la humanidad no regenerada y la disputa que resulta de esto. No hay un ejemplo mejor que en las luchas políticas y las disputas mezquinas de la propia Roma. Siempre que una población entera se dedique a “querer ser el número uno”, dominarán los celos y la lucha. Este es un problema tan grande hoy, e incluso muchas iglesias están destrozadas por tales egoístas luchas internas. En esta tercera categoría, Pablo está apuntando la división de los cristianos romanos sobre la carne ofrecida a los ídolos en 14:1–15:13.

Vístete con Cristo (13:14)

En el versículo 12, Pablo exhortó a los creyentes romanos a “ponerse” un nuevo conjunto de ropa, la armadura de la luz. Ahora el nuevo conjunto de ropa es el mismo Cristo: “revístanse ustedes del Señor Jesucristo” (véase Juan 8:12, “Yo soy la luz del mundo”). Muchos piensan que Pablo tiene en mente el bautismo, como en Gálatas 3:27, “porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo”. Sin embargo, esto va más allá e incluye todo el proceso de conversión, como en Romanos 6:3, “todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte”. En Cristo hemos muerto al pecado y a las malas prácticas. La vida cristiana se define como hacer a un lado la ropa sucia del pecado y vestirse de Cristo.

Cuando somos convertidos y luego bautizados en Cristo, desechamos lo viejo y nos ponemos el nuevo yo (Ef 4:22–24). Cuando eso ocurre, nos unimos a la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Ro 6:3–6) y comenzamos un proceso de por vida de dejar atrás este mundo y ser más y más como él. Nuestras mentes son transformadas por el Espíritu (Ro 12:2), y nos convertimos en siervos de Cristo y su pueblo (Ro 12:3–8).

El mandato de Pablo aquí se centra en la vida espiritual presente que resulta de estar vestido con Cristo, involucrando el proceso de llegar a ser como Cristo. Algunos lo han considerado un evento único sobre la base del tiempo aoristo griego, pero esto malinterpreta la fuerza de ese tiempo, que considera un evento como un todo único en lugar de una acción de una vez por todas. Aquí el verbo es global, mirando la inversión con la persona de Cristo como un proceso de devenir. Somos traídos a la familia de Dios, y en la conversión nos despojamos del viejo yo y nos ponemos (=nos vestimos con) el nuevo (véase v. 12 arriba). Así comienza nuestra vida cristiana que se parece más a Cristo y lo convierte cada vez más en el Señor de nuestra vida.

Las implicaciones negativas de esto es que “no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa”. Las cosas de Cristo y los deseos de la carne son completamente antitéticas. En 8:1–17, Pablo definió la carne como las tendencias pecaminosas que todos tenemos, el deseo de vivir para uno mismo y las cosas de este mundo. Esto proporciona un resumen del problema del pecado desarrollado a lo largo de los versículos 11–13, ya que los vicios de las tinieblas podrían etiquetarse como “los deseos de la carne”. La guerra entre la carne y el Espíritu fue el tema de 8:1–17 (once veces allí), y este tema está en el corazón de la victoriosa vida cristiana. El poder del pecado en nuestras vidas solo puede ser vencido en Cristo a través del poder del Espíritu.

Para ganar la victoria sobre la carne, comenzamos con el proceso de pensamiento. Debemos “pensar” cuidadosamente en los peligros cuando nos permitimos buscar “gratificar la carne” y considerar seriamente cómo vencer esta fuerza oscura destructiva a través de la presencia poderosa del Espíritu. En lugar de buscar la gratificación carnal, nuestro proceso de pensamiento transformado abarca las cosas de Cristo en lugar de la carne, y la victoria es nuestra.

Esta sección detalla la responsabilidad del pueblo de Dios para con quienes lo rodean, tanto al gobierno como al prójimo. Pablo desarrolla aquí una imagen completa de las relaciones cristianas en todas las facetas de la sociedad, comenzando con la sumisión y el respeto por los gobernantes de la tierra y pasando hacia el amor por cada habitante de la tierra, creyentes e incrédulos por igual.

Su mandato de someterse a la autoridad gubernamental es revolucionario. Toda autoridad humana, incluso si es parte de un régimen totalitario como el de Roma, en realidad es dada por Dios. Nos sometemos a sus decretos, y cuando esos pronunciamientos no están de acuerdo con la voluntad de Dios, él los revertirá y eliminará a los gobernantes malvados a su propio tiempo.

Ambos debemos ceder a las leyes del gobierno y confiar en que Dios las revertirá cuando sea necesario. Pablo nos advierte que, si ignoramos esas reglas que provienen simultáneamente de Dios y del estado, recibiremos una retribución justa. Los impuestos son un ejemplo importante del respeto y honor que debemos dar a nuestros gobiernos. No les pagamos como un signo opcional de nuestro honor, sino parte de nuestra obediencia a Dios con respecto al funcionamiento de nuestra nación. Es más que un deber secular que podemos ignorar; es un requisito si queremos obedecer a Dios.

A nivel local, Dios nos ha colocado en este mundo para vivir su amor en las relaciones interpersonales. Cuando amamos a quienes nos rodean, cumplimos sus propias leyes sobre relacionarnos con los demás en la segunda mitad de los Diez Mandamientos. Esto no es posible hasta que su amor guíe nuestras actitudes hacia nuestro prójimo.

Debemos poner las fuerzas que Dios ha puesto a nuestra disposición para trabajar en nuestras vidas e ir a la guerra contra las fuerzas oscuras que controlan este mundo. Una vez que nos damos cuenta de que estamos viviendo en los últimos días y que tenemos armas de luz disponibles, debemos “ponernos la armadura completa de Dios” (Ef 6:10–18) y participar en la batalla contra los poderes de este mundo. Mientras nos sometemos al gobierno, también vamos a la guerra contra las fuerzas oscuras que a menudo guían las decisiones que rigen este mundo. Esta aparente paradoja es lo que significa ser un cristiano espiritual en una era secular.

Si somos hijos del día en lugar de criaturas de la noche, nuestro estilo de vida debe caracterizarse por los caminos de Cristo. Desecharemos la vida salvaje de la gente que se fiestera que nos rodea y viviremos una vida de amor para la gloria de Dios. Nuestra meta en la vida es glorificar y agradar a Dios en lugar de la carne, y nuestro placer no viene de satisfacer a la carne sino de servir a Dios y a su pueblo.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Semana del 15 al 21 de abril de 2024

Semana del 08 al 14 de abril de 2024.“El Amor Al Prójimo Es El Cumplimiento De La Ley”.

Lectura Bíblica: Romanos 13:8 al 10.  No debáis a nadie nada, sino el amaro unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.

   Nota del expositor Bíblico: ◄La naturaleza misma de Dios es el amor y su mayor demostración fue dar su vida en rescate por la humanidad. Cuando Dios habita en el creyente, este amor se manifiesta sinceramente en favor del prójimo, cumpliendo así la Ley de Dios►.

   Comentario general del contexto bíblico: El creyente y sus conciudadanos, 13:8-10

(13:8-10) l ntroducci6n: los mandamientos de Dios a los creyentes son claros y enérgicos, especialmente cuando tratan con su prójimo. esto es, con los conciudadanos del mundo. Las leyes de Dios son pocas, pero son notables.

  1. La ley básica (v. 8).
  2. El amor prohíbe el adulterio (v. 9).
  3. El amor prohíbe el homicidio (v. 9)
  4. El amor prohíbe robar (v. 9).
  5. El amor prohíbe el falso testimonio (v. 9).
  6. El amor prohíbe codiciar (v. 9).
  7. El amor es la suma de todos los mandamientos (v. 9).
  8. El amor no hace mal al prójimo (v. 10).

   [1] (13:8) Amor- deudas: hay una ley fundamental que resume todas las demás leyes de los hombres. Es sorprendente pensar que todas las leyes de la vida humana puedan resumirse en una sola ley, sin embargo, se puede hacer. La ley que abarca todas las demás leyes es la de amar. Las Escrituras dicen claramente: «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley» (v. 8). Note dos puntos significativos.

   -1. El creyente no tiene que deber nada a nadie. A primera vista, el versículo parece decir que el creyente no debe pedir préstamos ni endeudarse con ningún hombre. A la luz de lo que acaba de enseñarse esto es verdad, y es tanto la voluntad de Dios como un deber que el creyente debe llevar a la práctica. El creyente debe dar el ejemplo al pagar a los hombres honra cuando debe honra, así como al pagar deudas en dinero (v. 7).

   ¿Cómo funciona este mandamiento en la práctica cotidiana? ¿Significa este mandamiento que el creyente no debe jamás pedir un préstamo en dinero o comprar en base a un plan de crédito pagadero en cuotas periódicas, por ejemplo? una casa o un coche? Por cierto, hay diversas interpretaciones sobre la relación de este mandamiento con las diversas sociedades y con las prácticas monetarias. Tres cosas se pueden decir claramente y debieran ser la práctica diligente de todos los creyentes.

◘ a. El creyente no debe comprar nada que no necesite realmente. El dinero debiera ser utilizado para hacer frente a las necesidades de un mundo que se tambalea bajo el peso del hambre, la enfermedad y las muertes masivas cada día.

◘ b. El creyente no debe comprar a menos que pueda hacer frente a la obligación de pagar lo que compró.

◘ c. Si el creyente tiene que comprar un artículo costoso como un coche o una casa y contrae la obligación de hacer pagos periódicos, debe ser capaz de cubrir sus pagos o no debe comprar el artículo. En realidad, nada debe mientras la cuota no esté vencida, pero sí debe en el momento en que la cuota llega a su vencimiento. Si no paga en la fecha su compromiso está cometiendo una clara desobediencia a Dios.

   El punto es éste: un creyente no debe estar endeudado a nadie. La gente del mundo vive para el mundo y su dinero y sus posesiones. Es todo que tienes; sin embargo. juzgan a los hombres por cuánto tienen. No importa que la persona sea cristiana o no cristiana, es juzgada por su situación financiera. Si un creyente no paga prontamente lo que debe y sus obligaciones, se considera poco ética y deshonesta, un ladrón. Y lo es, porque ha tomado algo que pertenece a otro. Además, ha engañado y mentido al hombre a quien compró el ítem. Convenció al hombre que quería y era capaz de pagar, y ahora no paga lo que debe.

   Sencillamente, el cristiano creyente siempre debe pagar sus cuentas y cumplir sus obligaciones. Nunca tiene que deber nada a ningún hombre para no dañar el nombre de Cristo, y alejar a los hombres del Reino de Dios debido a que se han formado una opinión negativa de los creyentes cristianos. El creyente debe ser irreprensible, y una de las formas más significativas de vivir en forma irreprochable es no deber a nadie nada: pagar las cuentas y cumplir las obligaciones puntualmente.

   «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpias lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia». (Mt. 23:25).

   «Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que, Impuesto, Impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra» (Ro. 13:7).

   «He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de Jos ejércitos» (Stg. 5:4).

   «Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Vé y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede» (2 R. 4:7).

«Mejor es lo poco con justicia que la muchedumbre

de frutos sin derecho» (Pr. 16:8).

   «Amontonar tesoros con lengua mentirosa, es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte» (Pr. 21:6).

   «Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que Injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejaré, y en su postrimería será insensato» (Jer. 17:11).

   «¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salarlo de su trabajo!» (Jer, 22:13).

   «Y he aquí que batí mis manos a causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en medio de ti» (Ez. 22:13).

   -2. El creyente no tiene que deber a nadie nada sino el amor. El amor hará más que cualquier otra virtud por ganar personas para Jesucristo y por el advenimiento de la sociedad ideal. Como dice este versículo. el amor cumple la ley. Así que, si cada uno ama a los demás, entonces cada uno estará cumpliendo la ley; y la sociedad y vida ideal que todos anhelamos se convertirá en una realidad. Esto se ve claramente en este pasaje: en efecto, es el mayor énfasis de estos versículos. Dios está diciendo a los creyentes que se amen unos a otros con el fin de demostrar lo que la sociedad puede llegar a ser. El mundo y la sociedad pueden vivir en amor sí se vuelven a Él. Sin embargo, si Jos creyentes viven endeudados y cometen los pecados que consideraremos luego, entonces no son diferentes del mundo. Demuestran ser hombres que han hecho una falsa profesión de fe. Los creyentes llegan a ser solamente hipócritas, nada más. Por esta razón los creyentes deben obedecer a Dios: «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley» (v. 8).

   El tema de los puntos siguientes es cómo cumple la ley el amor.

Note que las leyes mencionadas son las leyes que tratan acerca de la conducta del hombre hacia su prójimo, todas las cuales han sido tomadas de Jos diez mandamientos. El amor cumple los mandamientos de Dios.

   [2]. (13:9) Adulterioamor: el amor prohíbe el adulterio. «No cometerás adulterio». Note dos puntos significativos.

   -1. En el contexto de Jos diez mandamientos, el adulterio se refiere a todas las formas de inmoralidad sexual. Esto incluiría el sexo antes del matrimonio, la homosexualidad y todas las desviaciones sexuales.

    -2. El amor prohíbe el adulterio, esto es el sexo fuera del vínculo matrimonial. ¿Cómo puede el amor prohibir un acto de amor? ¿No es el sexo un acto de amor, un acto en que se comparte mutuamente una experiencia que enriquece la vida? Las Escrituras dicen:

  • Sí, en caso practicarse dentro de Jos límites de un matrimonio verdadero, esto es, un matrimonio que esté verdadera y espiritualmente unido por Dios.
  • No, si es una experiencia ajena a verdadero matrimonio, con una pareja que no es aquella con la fuera unido en verdadero matrimonio por Dios.

   Las Escrituras son estrictas y claras en este punto. Note cuidadosamente Jo que dicen las Escrituras:

   «Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, esté fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca» (1 Co. 6:18).

   ¿En qué sentido es la inmoralidad sexual un pecado contra el cuerpo humano? ¿Cómo puede el cuerpo de una persona ser afectado por la inmoralidad? Hay cinco formas en que el cuerpo es afectado por la inmoralidad sexual.

   -1. La inmoralidad sexual destruye la racionalidad de la persona y su inteligencia. Este es un punto crítico que lo ve claramente la persona honesta y pensadora. Los hombres y las mujeres son criaturas racionales; por lo tanto, pueden mirarse a sí mismos y su mundo, estudiar, aprender y saber lo que ocurre cuando un hombre y una mujer tienen relación sexual. El sexo es el medio de procreación, esto es, de tener hijos y conservar la especie humana. Ahora, note: es a través del acto sexual que el ser más íntimo de la persona, sus genes, su naturaleza, fluyen hacia la otra persona para producir una nueva vida. Esto es, el sexo involucra la parte más privada e íntima de la persona: los genes mismos y su naturaleza. Así que, por su naturaleza misma, el sexo es el acto más íntimo y privado de una persona. Por este acto solamente, una criatura racional sabe que el sexo requiere algo de privada, alguna limitación. Pero hay mucho más que pensar al respecto que nos dice cuán privado y limitado debe ser el sexo.

   Considere el tener y procrear hijos. Por naturaleza la mujer no puede tener hijos por sí misma. Se necesita un hombre y una mujer. Un hombre y una mujer tienen un hijo, y tener un hijo requiere…

  • las partes más privadas de sus dos cuerpos.
  • el acto más íntimo de sus dos cuerpos.

   Por lo tanto, mientras crían el hijo, las criaturas morales y racionales saben que los dos son uno para el otro. ¿Por qué? El hombre y la mujer han puesto su propia naturaleza y sus genes en el hijo, y el hijo tiene la naturaleza y Jos genes de ellos; en consecuencia …

  • son ellos Jos que tienen que criar el hijo.
  • están unidos, sus genes y sus naturalezas, dentro del cuerpo del hijo.

   No hay un lazo y una relación más íntimo, no hay un amor, confianza, o esperanza mayor que la unión de Jos tres. El hombre ha dado a la mujer su propia naturaleza, y la mujer, voluntariamente, ha recibido su naturaleza y ha dado tanto su naturaleza como la de su marido al hijo. Los tres están unidos en una relación que es única, no importa cuánto se ignore, se niegue o se abuse de ella. El marido y la mujer y su relación sexual es una relación única, muy especial. Pero note esto: Jos hombres y las mujeres forman un grupo aparte del mundo animal por su racionalidad. Este es uno de Jos rasgos que hace que la relación sexual sea diferente de la relación entre animales. Ellos pueden saber quiénes son y lo que está ocurriendo mientras Jos animales no lo saben. El hombre y las mujeres pueden saber que sus relaciones no son simplemente al estilo animal. Por Jo tanto, cuando tienen relaciones inmorales hacen caso omiso de ello, y descuidan, violentan, abusan y perjudican sus mentes. Hacen lo que saben que no debe hacerse. Como Dios dice:

   «Porque la Ira de Dios se revela desde el cielo contra toda Impiedad e Injusticia de los hombres que detienen con Injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto [en sus mentes), pues Dios se lo manifestó» (Ro. 1:18-19).

   «Porque cuando los gentiles… hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos» (Ro. 2:14-15).

   -2. La inmoralidad sexual destruye el cuerpo de una persona en el hecho de que rebaja su cuerpo al nivel del animal. Es simplemente el punto de vista equivocado del hombre. Considera al hombre como una bestia, desestimando al espíritu del hombre. Declara que la vida es para vivirla al nivel de la pasión y el instinto-ignorando la vida del espíritu.

   -3. La inmoralidad sexual destruye el cuerpo de una persona en que corrompe el más íntimo templo del Espíritu Santo. Las Escrituras declaran que el cuerpo humano fue hecho para ser templo del Espíritu Santo. Dios creó al hombre para que sea su hijo. El hombre es espíritu y cuerpo, y cuando un hombre cree verdaderamente en Cristo, se dice que Cristo entra a morar en el cuerpo del hombre. Por lo tanto, cuando un hombre comete inmoralidad sexual, destruye su cuerpo; esto es, viola, usa mal y abusa del templo de Dios.

   -4. La inmoralidad sexual destruye el cuerpo de una persona porque usa el cuerpo humano como un objeto o herramienta para satisfacer los impulsos y pasiones. Evita que el cuerpo alcance su pleno potencial. Ignora la satisfacción, la paz, la realización y el desarrollo tanto del espíritu como de la mente que viene de una unión obrada por Dios.

   -5. La inmoralidad sexual destruye el cuerpo de una persona porque crea toda suerte de problemas emocionales y espirituales en las personas involucradas. Tener sexo fuera del matrimonio crea sentimientos de culpa y pensamientos negativos en la persona, lo reconozcan o no. Después de un acto ilícito, cuando la persona está a solas con sus pensamientos, piensa en su vida y tiene la sensación de carencia y de necesidad. No importa qué persona sea y no importa cuánto tiempo haya estado involucrado en una mala conducta sexual, hay tiempos cuando una persona piensa en su vida y la necesidad de algo más significativo. Dios ve que todos tenemos estos pensamientos. Son una salvaguarda para intentar que regresemos al Señor. El mal comportamiento sexual consume nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestro espíritu hasta que quedamos destruidos, a menos que nos arrepintamos y nos volvamos a Dios.

   Ahora bien, el énfasis de este punto es éste: el amor prohíbe la inmoralidad sexual. Una persona que realmente ama nunca destruiría el cuerpo de su ser querido. Alguien que ama honestamente a otra persona nunca querría causarle problemas a ese ser querido.

   «Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón» (Mt. 5:27-28).

   «Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación [Inmoralidad]» (Ro. 1:26-29).

   «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarlos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados [homosexuales], ni los que se echan con varones» (1 Co. 6:9).

   «Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia… acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo be dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios» (Gá. 5:19, 21).

   «Recibiendo el galardón de su Injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites [fiestas, farras] cada día. Estos son Inmundicias y manchas, quienes aun cuando comen con vosotros, se recrean en sus errores. Teniendo los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad» (2 P. 2:13-15).  

   [3] (13:9) Homicidio: el amor prohíbe matar. «No matarás La ley contra el homicidio es el sexto mandamiento (Éx. 20: 13; Dt.5: 17). Dios dio el mandamiento de proteger la vida humana. La vida debe ser respetada y cuidada; nadie puede quitar la vida a nadie, ni la propia vida ni la vida de otra persona. Las sociedades civilizadas siempre han considerado el homicidio como un delito grave y digno de juicio. Sin embargo, note lo que las Escrituras dicen:

   «Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego» (M t. 5:21-22).

   «Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida» (1 Jn. 3:15).

   «Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio» (M t. 19:18).

   «Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida» (1 P. 4:15).

   Cristo dice que la ira y el odio son equivalentes al homicidio. Así que la respuesta para resolver el problema del homicidio es dejar la ira y el odio. ¿Cómo? Las Escrituras tienen la respuesta. Mira …

◘ el versículo 8: «El que ama al prójimo, ha cumplido la ley».

◘ el versículo 9: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

◘ el versículo 10: «El amor no hace mal al prójimo».

◘ el versículo 10: «El cumplimiento de la ley es el amor».

   El amor es la respuesta a la ira, al odio y al homicidio. Es deber de los hombres amarse unos a otros: Dios lo espera y lo pide. Pero, ¿cómo? No basta con decir simplemente que los hombres deben amarse mutuamente. Las palabras solas no quitarán la ira, el odio y el homicidio del mundo. ¿Cómo pueden los hombres apartarse de la ira y del odio hacia el amor? La respuesta se encuentra en el pueblo de Dios, en aquellos que siguen a Dios y ya están amando a los demás.

   ◘ El pueblo de Dios debe mostrar amor ante el mundo más claramente y con mayor vigor que nunca antes.

   ◘ El pueblo de Dios debe proclamar más que nunca antes el amor al mundo, explicando cómo puede el hombre cambiar su corazón del odio al amor.

   Dicho en forma muy sencilla, los cristianos creyentes deben demostrar lo que es amar y deben proclamar cómo es que una persona puede cambiar su corazón de la ira y el odio al amor. Hay cuatro pasos para lograr el cambio del corazón y aprender a amar.

    -1. La persona debe llegar a conocer a Dios y ser nacido de Dios por medio de su Hijo Jesucristo. La Biblia dice claramente que el verdadero amor es posible solamente si una persona es nacida de Dios.

   «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros» (1 Jn. 4:7-11).

   -2. La persona debe pensar en el amor de Dios y entenderlo. Cuando una persona llega verdaderamente a conocer el amor de Dios, entonces amará a los demás. En efecto, si no ama a los demás, la Biblia dice que es porque no conoce el amor de Dios. En consecuencia, el modo de cambiar el corazón de una persona de la ira y el odio al amor, es compartir con ella el amor de Dios.

   «En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos» (1 Jn. 3:16).

   -3. La persona debe pedir al Espíritu Santo el don del amor. El Espíritu Santo de Dios puede estimular a los hombres para que se amen unos a otros si lo buscan.

   «Seguid [buscad] el amor» (1 Co. 14:1; cp. 1 Co. 13:1-13).

   «Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Ro. 5:5).

   «Mas el fruto del Espíritu es amor» (Gá. 5:22).

   -4. La persona debe procurar obedecer diligentemente el mandamiento muy especial del Señor Jesús.

   «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, sí tuviereis amor los unos con los otros» (Jn. 13:34-35).

   [4] (13:9) Robar-ministrar-necesidades del mundo: el amor prohíbe robar. «No hurtarás» (Éx. 20: 15; Dt. 5: 19). En la Biblia la palabra «hurtar» (klefeis) significa engaño, estafa, tomar algo de otra persona en forma incorrecta, sea legal o ilegalmente. Note que las leyes de los hombres no constituyen la regla determinante si una persona está robando o no. Esto es lo que con tanta frecuencia se entiende mal en cuando a lo que es hurtar.

   ◘ Los hombres pueden usar la ley para robar.

   ◘ Los hombres pueden robar a otros sin siquiera quebrantar la ley.

   ◘ Los hombres pueden recibir demasiado de algo, mucho más de lo que necesitan, algo que lícitamente pertenece a otros.

   Dicho con mucha sencillez, la Biblia enseña que hurtar es apoderarse de algo que lícitamente pertenece a otros. Hay por lo menos tres formas de robar.

    -1. Una persona roba tomando algo que realmente es posesión o propiedad personal de otra persona. Si le pertenece y lo tomamos, entonces somos culpables de robo. Puede ser algo tan simple como un lápiz de la oficina o la respuesta de otro estudiante en una prueba, o podría ser algo tan complejo como una malversación de fondos por medio de la contabilidad. Si lo hacemos, hemos quebrantado el mandamiento de Dios y somos culpables como ladrones.

   «No defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador» (Tit. 2:10).

   «Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno» (1 P. 4:15).

   «El peso falso es abominación a Jehová; más la pesa cabal le agrada» (Pr. 11:1).

   «El que compra dice: Malo es, malo es; más cuando se aparta, se alaba» (Pr. 20:14).

   «Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte» (Pr. 21:6).

   «Mercader que tiene en su mano peso falso, amador de opresión» (Os. 12:7).

   -2. Una persona roba cuando acumula y amontona más de lo que necesita. Retener es robar. Es …

   ◘ guardar lo que no hace falta para las necesidades propias.

   ◘ retener algo que otros necesitan con urgencia.

   ◘ extraer lo que la naturaleza y la tierra han provisto para hacer frente a las necesidades de la población humana.

   ◘ guardar el conocimiento los dones y las bendiciones que Dios ha dado para que se usen en el bienestar de un mundo desesperado lleno de tantos seres menos privilegiados y menos dotados.

   Podemos darle el nombre que deseemos, pero para Dios es robo. Dios puso en la tierra suficientes recursos para enfrentar las necesidades de su pueblo, y ha dado a los hombres la capacidad y el mandato de sojuzgar la tierra y señorear sobre ella. Consideremos más de cerca su mandato:

   «Y los bendijo [al hombre y a la mujer] Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra» (Gn. 1:28).

   La tierra debe ser sojuzgada y quedar bajo el dominio del hombre. Dios mandó a los hombres que desarrollen la tecnología necesaria para explorar el universo y controlar la naturaleza, para alimentar, vestir y dar habitación y salud a la gente. Note lo que Dios está diciendo. Él no dice esto: solamente unos pocos son los que van a tener los beneficios y bendiciones de la tierra. Dios está diciendo esto: Los hombres deben amarse mutuamente y compartir juntos las bendiciones de la tierra. Cuando los hombres usan su habilidad, otorgada por Dios, para hacer dinero y producir bienes, y luego comienzan a retener y a acumular, están robando; están reteniendo para sí lo que lícitamente pertenece a los demás. En consecuencia, tendrán una pérdida catastrófica en el nuevo mundo. Sufrirán una completa devastación (Lc. 12:20; 16:22-23). ¿Por qué? Porque no amaron lo suficiente para hacer aquello para lo que ellos y sus talentos particulares fueron puestos en esta tierra: proveer para los menos dotados y menos afortunados.

   «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan ni hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni orfo corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Mt. 6:19-21).

   «Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado» (Le. 3:13).

    «El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga que compartir con el que padece necesidad» (Ef. 4:28).

   «Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición» (1ª a Ti. 6:9).

   «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son Inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para si buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna (1 TI. 6:17-19).

   «Precio recibieron en ti para derramar sangre; Interés y usura tomaste, y a tus prójimos defraudaste con violencia; te olvidaste de mí, dice Jehová el Señor» (Ez. 22:12).

   -3. Una persona roba viviendo extravagantemente, muy por encima de lo necesario. Hay quienes dan para enfrentar las necesidades urgentes de un mundo que llora, pero no viven con sacrificio. Reservan para sí en forma abundante, y complacen su carne …

◘ con vestiduras.

◘ con recreación.

◘ con posesiones.

◘ con propiedades.

◘ con comidas.

◘ con joyas.

◘ con viviendas.

◘ con medios de transporte.

   Muchos en las naciones industrializadas son culpables de egoísmo a pesar de la lástima y la preocupación que dicen sentir

por los necesitados del mundo. Sin embargo, preocuparse y dar algo no basta para cumplir la demanda de Dios de que compartamos y ayudemos a enfrentar las necesidades que hay alrededor del mundo. Cada día que despertamos y nos levantamos, el mundo está tambaleándose bajo el peso de las masas …

◘ que están hambrientas y muriendo de hambre.

◘ que no tienen agua para beber.

◘ que no tienen ropa adecuada.

◘ que están enfermos y sin medicina.

◘ que carecen de techo.

◘ que no tienen alguien que les enseñe.

   No cabe dudas, los medios para ayudar a los necesitados del mundo existen hoy en día. La carencia no es potencial humano ni recursos; lo que hace falta es un compromiso de dar con sacrificio los recursos e ir a involucrarse personalmente. Los extravagantes y complacientes consigo mismos están robándole a los necesitados, y los mejor dotados no están haciendo frente a las necesidades de los menos dotados. La escena es trágica, porque Dios puso a los más dotados en la tierra para satisfacer sacrificialmente las necesidades de los menos dotados. Pero en lugar de hacer frente a sus necesidades, los más dotados viven con excesiva comodidad y placer complaciendo los caprichos de su carne.

   «Anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme» (Mt. 19:21).

   «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia» (Mt. 23:25).

   «Pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y abogan la palabra, y se hace Infructuosa» (Mr. 4:19)

   «Vended lo que poséis, y dad limosna; haceos bolsas    que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. (Lc. 12:33).

   «Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de carga de trigo, edificasteis casas de piedra labrada, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas» (Am. 5:11).

   ¿Cuál es la respuesta? Amor: amar a la gente bastante como para dejar de robarles. Sin embargo, debemos siempre recordar que las palabras no bastan. Decir a una persona que deje de robar no impedirá que robe. Deben darse algunos pasos prácticos.

   ‣a. La persona debe seguir a Cristo dando todo lo que es y todo lo que tiene para los pobres. Cristo proclama esto en forma inconfundible una y otra vez (Lc. 18: 18-30).

   «Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (Lc. 14:33).

   «Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Lc. 8:22-25).

   «El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad» (Ecl. 5:10).

   ‣b. La persona debe dejar de hacerse el necio y empezar a hacer tesoros en el cielo; debe recordar que su alma puede ser pedida esta misma noche.

   «Y [el rico] dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados por muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será. Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios» (Lc. 12:18-21).

   ‣c. La persona debe tener la verdad ante su mente: una vida complaciente y egoísta que descuida e ignora a los pobres lo llevará al infierno.

   «Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno [cielo] de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno» (Lc. 16:19-23).

   ‣d. La persona debe dar todo lo que tiene y no tratar de estafar a Dios.

   «Pero cierto hombre llamado Ana nías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? Y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron» (Hch. 5:1-5).

   ‣e. La persona debe hacer su trabajo como servidor del Señor Jesús. En realidad, la Biblia dice que está trabajando para el Señor Jesús.

   «Siervos [empleados], obedeced en todo a vuestros amos terrenales [empleados], no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís» (Col. 3:22-24).

   «Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres» (Ef. 6:5-7).

   ‣ f. La persona debe trabajar para ganar más de lo necesario a fin de ayudar a otros.

   «El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad» (Ef. 4:28).

   [5] (13:9) Falso testimonio: el amor prohíbe el falso testimonio contra su prójimo. «No hablarás contra tu prójimo falso testimonio» (Éx. 20: 16; Dt. 5:20). Cuando se piensa en este mandamiento, la mayoría de la gente piensa en un tribunal, y piensa que mentir contra alguien en la corte es lo que se encuentra prohibido. Es cierto: dar falso testimonio significa que no debemos mentir contra una persona que está sometida a juicio por algún delito. Debemos decir la verdad cuando estamos testificando en favor o en contra de alguien. Pero hablar falso testimonio significa mucho más que no mentir contra alguien en el tribunal. Hablar falso testimonio se refiere a cualquier tipo de mentira, y las hay de varias clases, de las que debemos cuidamos diligentemente.

   -1. Está la calumnia: pensar algo malo contra una persona y darlo a conocer haciendo una deformación de una acción de alguien; destruir la reputación y la vida de una persona divulgando alguna noticia mala respecto de tal persona.

   «Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré; no sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso» (Sal. 101:5).

   «El que encubre el odio es de labios mentirosos; y el que propaga calumnia es necio» (Pr. 10:18).

   -2. Está el rumor, chisme o cuento: divulgar cuentos grandes o pequeños inofensivos o dañinos, imaginarios o reales; divulgar malas noticias que uno ha imaginado u oído.

   «Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran» (1 Ti. 5:13).

   «Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno» (1 P. 4:15).

   «No andarás chismeando entre tu pueblo» (Lv. 19:16).

   «El que anda en chismes descubre el secreto; más el de espíritu fiel lo guarda todo» (Pr. 11:13).

   «El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos» (Pr. 16:28).

   «Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda» (Pr. 26:20).

   -3. Están las alusiones sugestivas: suscitar una mala impresión sobre alguien; fomentar la idea de que algo podría ser posiblemente cierto; plantar en la mente la posibilidad de algo impropio o indecente.

   «No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso» (Éx. 23:1).

   «Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando» (Jer. 9:4).

    -4. Está el engaño: pensar o querer que algo sea verdadero, y aceptarlo como cierto y divulgarlo; engañarse uno mismo y a otros para que piensen que algo es verdadero; defraudarse a uno mismo y a otros aceptando malas noticias como verdaderas, cuando realmente no se conoce la verdad; creer uno mismo las malas noticias y hacerlas creer a otros.

   «El que habla verdad declara justicia; más el testigo mentiroso, engaño» (Pr. 12:17).

   «No seas sin causa testigo contra tu prójimo, y no lisonjees con tus labios» (Pr. 24:28).

   -5. Están las acusaciones y las críticas: acusaciones hechas contra alguien ante una tercera persona; divulgar las faltas y fracasos de una persona o conversadas con alguien distinto de la persona afectada; hablar con alguien sobre las debilidades y faltas de otra persona; condenar, culpar y censurar a una persona ante otras en su ausencia.

   «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros» (Mt. 5:11-12).

   «Teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo» (1 P. 3:16).

   «Porque oigo la calumnia de muchos; el miedo me asalta por todas partes, mientras consultan juntos contra mí e idean quitarme la vida» (Sal. 31:13).

   -6. Está la exageración y la adulación exagerada: exagerar la verdad sobre una persona; elogiar en exceso a alguien; representar falsamente a alguien; pintar una falsa representación de una persona.

   «No haré ahora acepción de personas, ni usaré con nadie títulos lisonjeros» (Job 32:21).

   «El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el suelto de lengua» Pr. 20:19).

   «La lengua falsa atormenta al que ha lastimado, y la boca lisonjera hace resbalar» (Pr. 26:28).

   «El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua» (Pr. 28:23).

   «El hombre que lisonjea a su prójimo, red tiende delante de sus pasos» (Pr. 29:5).

   «Jehová destruirá todos los labios lisonjeros, y la lengua que habla jactanciosamente» Sal. 12:3).

   «Sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis ni encubrimos avaricia; Dios es testigo» (1ª de Ts. 2:4-5).

   «El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán y le detestarán las naciones» (Pr. 24:24).

   A la luz de lo que es un falso testimonio, parece que Dios no ha dejado un espacio para comentar las malas noticias con otros. Este es el punto que Dios quiere alcanzar: no debemos comentar malas noticias respecto de otras personas, porque es imposible conversar de una mala noticia respecto de alguien sin dar algo de falso testimonio. En algún grado la mala noticia es siempre …

  • abultada y aumentada.
  • tergiversada y alterada.
  • mal entendida e incompleta.

   Así que, cuando se sabe un pecado, un fracaso o una mala noticia, Dios espera que esa persona reciba amor y consuelo. Dios espera que la persona sea llevada al arrepentimiento y sea restaurada. Dios no quiere que la persona sea destruida por el falso testimonio.

  Hay cuatro hechos que cabe notar en cuanto a dar falso testimonio.

   -1. Normalmente el falso testimonio se comparte con seres queridos y buenos amigos, personas que consideramos dignas de confianza. Así que, siempre tenemos la sensación de que a nuestros seres queridos y amigos podemos confiarles las malas noticias. Sin embargo, lo que no se tiene en cuenta es que nuestros seres queridos y amigos tienen a su vez buenos amigos en quienes confiar. Y de esa manera las malas noticias se difunden más y más lejos, y causan más y más perjuicio a la causa de Cristo. Dios sabe que esta es la forma de ser de la gente; esta es la razón por la que prohíbe a su pueblo que comente los fracasos, sean verdaderos o falsos, a menos que sea con la persona afectada.

   -2. Llevar cuentos acerca de una persona, sean verdaderos o falsos, siempre hiere a la persona. La persona acerca de la cual se habla tiene un corazón como el nuestro: un corazón que está expuesto a heridas, sufrimientos y dolores. Por lo tanto, cuando se comentan tales cuentos, vamos a ocasionar dolor y heridas, a veces un dolor muy grande a la persona y a sus seres queridos. (Imagine cómo se siente Dios al respecto.)

   «Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen; contra mí piensan mal» (Sal. 41:7).

   «Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran basta las entrañas» (Pr. 18:8).

   «Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio» (Pr. 25:18).

   -3. La persona que lleva los cuentos, dando falso testimonio, será juzgada por Dios, no importa quién sea.

   «Estando atestados de toda injusticia…, engaños y malignidades; murmuradores, detractores…, quienes, habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignas de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican» (Ro. 1:29-30, 32).

   «Al que solapadamente Infama a su prójimo, yo lo destruiré; no sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso» (Sal. 101:5).

   «El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras perecerá» (Pr. 19:9).

   -4. Si una persona ama de verdad, no hablará falso testimonio delante de nadie. Tratará con la persona afectada, procurando su restauración a la fe. Note: el amor no trata ásperamente a la persona, degradándola, sino con amorosa ternura, y en poder, siendo guiado por el Espíritu Santo de Dios.

   «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo» (Gá. 6:1-2).

   «He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados» (ls. 57:18).

   «Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios» (Sal.141:3).

   [6]. (13:9) Codicia: el amor prohíbe la codicia. «No codiciarás» (Ex.20: 17; Dt. 5:21). La palabra «codiciar» (epithumeseis) significa anhelar y desear. Una persona puede desear cosas buenas y malas; la palabra puede ser usada tanto en buen sentido como en el sentido malo (cp. 1 Co. 14:1 para el buen sentido). En el contexto presente, el creyente no debe codiciar en el mal sentido. Si ama al prójimo y a sus conciudadanos no codiciará.

Note dos puntos.

   -1. El mandamiento condena no solamente el acto pecaminoso, sino el deseo de pecar. Deseo es lo que la codicia es; anhelar o desear es lo que significa la codicia. Precede al hecho. De modo que este mandamiento toca al corazón mismo de lo que el hombre es en lo profundo de su ser. Delata lo más interno del ser del hombre, mostrándole que los anhelos de su corazón son malos. ¿Por qué decimos esto? Porque desear y anhelar es algo natural. Es un hecho de la naturaleza del hombre que anhelemos cosas que otros tienen. Podríamos no anhelar lo que tienen; esto es, podríamos no querer robar sus posesiones, pero anhelamos tener cosas como las que ellos tienen. Codiciar es malo. ¿Por qué? Porque hace que enfoquemos nuestra atención, energía y esfuerzos -nuestras vidas- en acumular más y más. Dejamos de lado a Dios y no ponemos atención a las necesidades de un mundo tambaleante bajo el peso de masas hambrientas y moribundas. El amor se enfoca en compartir y ayudar a la gente, no en anhelar cosas. Hay un mundo de diferencia entre centrar la vida de uno en la gente y no en las cosas.

   El punto es éste: el mandamiento «No codiciarás» delata el corazón del hombre. Muestra que somos depravados, básicamente pecadores, y que necesitamos un Salvador. Necesitamos desesperadamente a Alguien que puede cambiar nuestros corazones y volverlos a Dios y a las necesidades de nuestros semejantes: las masas perdidas y moribundas del mundo.

  -2. Note las cosas que se nos prohíbe codiciar. El décimo mandamiento es claro: No codiciarás …

  • la casa de tu prójimo: las provisiones personales.
  • la mujer de tu prójimo: compañía y amor.
  • el siervo o la criada de tu prójimo: empleados, posición, empleo, autoridad.
  • el buey ni el asno de tu prójimo: posesiones, propiedades, riquezas.

   Y, por si la lista no incluyese todo lo que el prójimo tiene, Dios añade: «No codiciarás … cosa alguna de tu prójimo». Miremos el mandamiento como un todo.

   «No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo» (Éx. 20:17).

   El creyente que ama a su prójimo y a sus conciudadanos no codiciará lo que ellos tienen. En lugar de codiciar sus posesiones, centrará su atención en bendecirles y edificarles. Los animará a conocer al Señor y a rendir sus vidas a la gran tarea de hacer frente a las necesidades de un mundo perdido y moribundo.

   «Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lc. 12:15).

   «Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos» (Ef. 5:3).

   «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, Impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es Idolatría» (Col. 3:5).

   «Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo» (Fil. 3:18-19).

   «Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición. Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Ti. 6:9-10).

«También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros» (2 Ti. 3:1-2).

   «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé ni te dejaré» (He. 13:5).

   «Porque desde el más chico de ellos basta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta basta el sacerdote, todos son engañadores» (Jer. 6:13).

   «Y vendrán a ti como viene el pueblo [en la Iglesia], y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia» (Ez. 33:31).

   «Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad» (MI. 2:2).

   [7] (13:9) Amor: el amor es la suma de los mandamientos, no importa qué mandamiento sea. El mandamiento real es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Se supone que hemos de amarnos a nosotros mismos, pero no debemos amarnos a nosotros mismos solamente. Dios espera que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

   [8]. (13: 10) Amor-prójimo-fraternidad: el amor no hace mal al prójimo. Hacer mal contra una persona no significa la acción misma de hace el mal o de hacer llegar el mal contra una persona. Hacer mal significa …

  • pensar mal.
  • desear y esperar el mal.
  • planear y concebir el mal.
  • practicar y hacer el mal.
  • retener el bien.

   Note el último hecho que con frecuencia se pasa por alto, pero las Escrituras afirman claramente que retener el bien de una persona es malo.

   «No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle. No Intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti» (Pr. 3:27-29).

  Una persona que ama no obrará el mal, por el contrario, hará el bien. Amará a sus conciudadanos, los prójimos de este mundo. ¿Qué significa amar? Las Escrituras desglosan algunos actos prácticos que están incluidos en el amor.

  • El amor es sufrido (soporta larga y pacientemente).
  • El amor es benigno.
  • El amor no tiene envidia (no es celoso).
  • El amor no es jactancioso (no alardea, no se jacta).
  • El amor no se envanece (no es vanaglorioso, arrogante, orgulloso).
  • El amor no hace nada indebido (inconveniente, bruta, indecente y descomedidamente).
  • El amor no busca lo suyo (no es egoísta, egocéntrico, insistente en los derechos propios).
  • El amor no se irrita fácilmente (no es susceptible, irritable, no se resiente, no es quisquilloso).
  • El amor no guarda rencor (no piensa el mal, no alberga malos pensamientos, no da importancia al mal que se le hizo).
  • El amor no se goza en la injusticia (lo malo, pecado, mal, iniquidad), más se goza en la verdad (lo justo, en la justicia).
  • El amor todo lo soporta.
  • El amor todo lo cree (tiene fe en todo, bajo todas las circunstancias).
  • El amor todo lo soporta (nunca vacila; no se debilita; tiene el poder de soportar).

   El llamamiento a los creyentes es amar a su prójimo: a todos sus semejantes del mundo. El amor de Dios debe ser demostrado ante el mundo a través de nosotros. Hay que dar al mundo la oportunidad de ver el amor de Dios en acción de modo que ellos, también lleguen a ser adoradores de Él por medio de su Hijo, el Señor Jesucristo. El mandamiento es claro:

   «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley …. Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ro. 13:8-9).

   «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para edificación» (Ro. 15:1-2).

   «Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Gá. 5:14).

   «Si en verdad cumplís la ley real, conforme a las Escrituras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Stg.2:8).

1er Titulo: Demostraciones prácticos que don cuento del amor al prójimo. Versículo 8. No debáis a nadie nada, sino el amaro unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. (Léase: Deuteronomio 24:14 y 15. No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado. ▬ Proverbios 24:17 y 18. Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes. Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón; No sea que Jehová lo mire, y le desagrade, Y aparte de sobre él su enojo.).

    La única deuda: amarse unos a otros (13:8)

   Pablo comienza estos próximos versículos reformulando la apertura del versículo 7: “Paguen a cada uno lo que le corresponda”. Los cristianos están obligados a pagar todas las deudas en su totalidad no solo a la sociedad sino también a Dios. Ahora él extiende ese punto metafóricamente para incluir la deuda que el amor por los demás nos impone. Esta es la única deuda que nunca se puede pagar en su totalidad; las demandas del amor nunca cesan. Sin embargo, al mismo tiempo, es la única deuda que aceptamos voluntaria y alegremente.

   La diferencia principal aquí es que Pablo hace al amor inclusivo; “amarse unos a otros”. Cuando el amor guía nuestras relaciones, nos entregamos tan a fondo que estamos virtualmente endeudados el uno con el otro. A medida que el amor gobierne nuestras interacciones, nuestra obligación de cuidarnos y sacrificarnos mutuamente continuará y a su vez diremos imaginariamente: “Te debo mi vida”.

   Se ha debatido si Pablo tiene principalmente en mente a los creyentes o a no creyentes. Ciertamente, el mandato cubre ambos, con un ligero énfasis en la comunidad cristiana, como en Gálatas 6:10, “siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe”. En 12:9–13 el amor era enfocado dentro de la comunidad, pero en 12:14–21 se extendió a los extraños, incluso a aquellos que eran enemigos del pueblo de Dios. Entonces, la obligación es amar a todos los que nos rodean (Mateo 5:44, “Ama a tus enemigos”), pero hay que mantener un vínculo especial con los demás santos. Al enfatizar “amarse unos a otros”, Pablo muestra que tiene especialmente en mente las relaciones cristianas.

   Esto es tan crítico para los creyentes que Pablo dice: “quien ama al prójimo ha cumplido la ley”. Introduce el tema de la ley para prepararse para el tema de la carne ofrecida a los ídolos en 12:1–15:13. La solución para ese tema que era causa de división en Roma es permitir que el amor guíe a la comunidad. Pablo quiere que sus lectores romanos se den cuenta de que la ley ya se ha cumplido en Cristo y la nueva ley del amor que trajo a este mundo (cf. Juan 13:34). Cuando nos entregamos a otros en el amor de Cristo, la ley se completa en nosotros.

Por “cumplido la ley” Pablo podría referirse a que el creyente que ama guarda o cumple la ley perfectamente, pero es más probable que conlleve la connotación de cumplimiento escatológico. El cristiano amoroso entra en la nueva era de cumplimiento en Cristo, y la experimentamos los últimos días de una manera nueva cuando permitimos que el amor de Cristo guíe nuestras relaciones sociales. Esta meta del amor perfecto no se puede lograr finalmente en esta vida, pero debemos luchar por eso y continuar creciendo en ella.

2° Titulo: Mandamientos Divinos que tienen plena vigencia. Versículo 9. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Léase: San Marcos 12:29 al 31. Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.).

   Los mandamientos cumplidos en “Ama a tu prójimo” (13:9)

   Para profundizar la idea del amor como cumplimiento de la ley, Pablo muestra que el amor resume la segunda tabla de los Diez Mandamientos. La primera tabla (números uno a cuatro) se centra en las relaciones con Dios, y la segunda (cinco a diez) en las relaciones con los demás. Cita en orden aquí el séptimo (adulterio), el sexto (asesinato), el octavo (robo) y el décimo (codicia) de los mandamientos. ¡Cuando amamos a nuestro prójimo en Cristo, ese amor encierra la segunda mitad de los Diez Mandamientos en nosotros!

   Pablo quiere hacer eco de las enseñanzas de Jesús (Marcos 12:29–31), donde dijo que la ley se completa en dos principios: “ama al Señor tu Dios” (Dt 6:4–5, resumiendo la primera tabla) y “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18, resumiendo la segunda tabla). “Prójimo” tanto aquí como en Marcos 12 se refiere a creyentes y no creyentes. “Como a ti mismo” supone que las personas básicamente se aman a sí mismas y exige que el mismo esfuerzo se extienda al cuidado de los demás.

   Este amor sacrificial “resume” la ley, otra forma de decir que “cumple” la ley. No significa que este sea simplemente un nuevo enfoque para la ley, sino que es una nueva ley que al mismo tiempo completa la antigua y la reemplaza. Cuando amamos en Cristo nos unimos al nuevo pacto y seguimos la nueva “ley de Cristo” (Mt 5:17–20; Gá 6:2).

3er Titulo: Maravilloso efecto del amor sincero hacia el prójimo Versículo 10. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. (Léase: 1° a Corintios 13:4 al 7 y 13. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. ▬ 13Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.).

   Conclusión: el amor cumple la ley (13:10)

   En 12:9–21, Pablo argumentó que el amor hace bien a los demás; aquí lo repite, pero en forma negativa: “El amor no perjudica al prójimo”. Este es el propósito de la ley ordenado por Dios hacia las relaciones. En este sentido, el mandamiento de amar resume el verdadero propósito de la ley, permitir que el pueblo de Dios experimente el bien que él tiene para ellos y el bien de tener el privilegio de hacer el uno por el otro. Con respecto a la familia de Dios, nosotros debemos “respetamos y honramos mutuamente” (12:10), y con respecto a los no cristianos, los “bendecimos y no los maldecimos” (12:14). Mostramos amor a cada uno de nuestros vecinos y tratamos de garantizar que no les ocurra ningún daño. Al hacerlo, cumplimos con la ley.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio completo en pdf: Semana del 08 al 14 de abril de 2024

Semana del 18 al 24 marzo de 2024. “Respetar Y Obedecer A Las Autoridades Superiores, Deber De Todo Cristiano”

   Lectura bíblica: Romanos 13: 1 al 4. Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 

   Nota del expositor juvenil: “Dios establece todas las autoridades, por tanto, todo cristiano debe respetarlas y obedecerlas mientras estén conforme a la palabra de Dios. Quien así hace, vivirá seguro y confiado, no como los que hacen mal, sobre quienes vendrá el justo castigo.”

   Referencias Bíblicas: «Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.» (1ª Pedro 2:17).

«Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.» (1ª Pedro 5:5).

«Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; No te entremetas con los veleidosos.» (Proverbios 24:21).

   RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO Y EL PRÓJIMO (13:1–14)

   Este tema llega al lector de la nada, por lo que algunos han pensado que fue agregado a la carta de Romanos algún tiempo después. Sin embargo, esta hipótesis es innecesaria. Sería lógico que Pablo siguiera una discusión sobre persecución con una sección sobre la principal fuente de perseguidores para los cristianos, el gobierno romano. El reto en 12:9, 14, 17, para responder a la opresión del mal con buenas acciones, naturalmente, llevaría a esta sección, por lo que tiene mucho sentido ponerla donde está.

   Todavía no se había producido ninguna persecución oficial, pero se había producido una gran cantidad de sentimiento anticristiano. Esto fue justo al final de los tres viajes misioneros (Hechos 13–19), y Pablo está escribiendo Romanos durante su estadía en Macedonia en su camino para llevar la ofrenda para los pobres a Jerusalén (Hechos 20:1–3). Era el año 57, y la joven iglesia había experimentado bastante oposición en cada uno de los viajes misioneros. Por lo tanto, tendría mucho sentido para Pablo en esta coyuntura explorar la relación de la iglesia con el gobierno secular, que tenía el poder de la vida y la muerte sobre ellos. En este momento, Nerón estaba en el trono, pero aún no se había convertido en el malvado déspota en el que se convertiría unos años más tarde. Aun así, había signos de inquietud y un sentimiento anticristiano venidero. Claudio había expulsado de Roma a judíos y cristianos debido a disturbios judíos contra la iglesia en el año 49, y Hechos describe problemas locales en casi todas las ciudades en donde Pablo había evangelizado.

   Varios también ven una conexión con 12:2, “No se amolden al mundo actual”. Algunos de los lectores de Pablo pueden haber entendido ese mandato de rechazar cualquier conexión con el mundo, incluidas las autoridades seculares. Pablo quiere que se den cuenta de que Dios desea que nos mantengamos separados del mundo, pero que sigamos siendo parte de él. El viejo adagio sigue siendo correcto: no queremos tener una mentalidad tan celestial que no tengamos ningún bien terrenal. Jesús claramente expone los principios de la relación de los cristianos con el estado en toda su enseñanza, y Pablo está claramente familiarizado con eso. En Mateo 17:24–27, Jesús declaró que, si bien hasta cierto punto los hijos de Dios están exentos de los deberes terrenales como los impuestos, los pagarán de todos modos como parte de su testimonio al mundo, para demostrarles a todos que apoyan a las estructuras seculares que Dios ha establecido en su mundo. Luego, en Mateo 22:15–22 Cristo enseñó que sus seguidores son responsables de “dar al César lo que es del César”. Tanto Pablo como Pedro en 1 Pedro 2:13–17 son parte de una tradición catequética cristiana que se desarrolló a partir de los principios formativos de Jesús. El deber cristiano no es la desconexión sino la transformación de la sociedad. Deben reformar los males en la sociedad y participar en eliminar el mal dentro de ella en lugar de olvidarla.

   Hay dos partes en la enseñanza de Pablo sobre el gobierno en los versículos 1–7, primero encontramos un ensayo sobre el sometimiento a los poderes seculares como parte de la sumisión a Dios (1–4) y luego una aclaración sobre la importancia de someterse por el bien de la conciencia y un conjunto de ejemplos sobre el pago de impuestos (5–7). Dos secciones sobre cómo vivir la vida cristiana cierran el énfasis ético en este capítulo, primero la responsabilidad de la iglesia de estar unidos en el amor (vv. 8–10) y segundo la importancia de vivir a la luz del pronto regreso del Señor. (vv. 11–14)

   Los creyentes deben presentarse a las autoridades (13:1–4)

El debate principal en esta sección es sobre la relación de las tres cláusulas “pues/porque” en los versículos 1, 3–4. Lo más probable es que formen tres peldaños, cada uno agregando información a su vez. En los primeros dos versículos, Pablo dice que la persona que se niega a someterse será juzgada por Dios. Luego, en el versículo 3, aclara que los malvados también serán juzgados por el estado y deben temer a los gobernantes designados por Dios, y en el versículo 4 agrega que los funcionarios son los que “imparten justicia” de Dios contra aquellos que hacen alarde de su rebelión contra las leyes establecidas

   Comentario 2: El creyente y el estado:

   (13: 1 al 7) introducción: ¿Cuál es la relación entre el creyente y el estado? La pregunta ha sido debatida a través de Jos siglos. ¿Qué es superior, la iglesia o el estado? Dios no se anda con rodeos al tratar el problema, y Jo que tiene que decir al creyente verdadero resulta sorprendente a algunas personas. Sencillamente Dios espera que el creyente genuino viva como un testimonio de la justicia (haciendo lo justo) mientras esté sobre la tierra.

  1. Someterse a las autoridades civiles (v. 1).
  2. Las autoridades son ordenadas por Dios (vv. 1-2).
  3. El gobierno ha sido ordenado para promover el bien y refrenar el mal (vv. 3-5).
  4. El gobierno ha sido ordenado para proporcionar beneficios por medio de los impuestos (vv. 6-7).

    [1] (13: 1) Gobierno-estado-Autoridades civiles: los creyentes deben someterse a las autoridades civiles. No importa cómo ni quién haya designado la autoridad civil. Puede haber sido designada por un senado, por un ejército o por el pueblo. Hay que obedecer a la autoridad, sea justa o injusta, legítima o ilegítima.

   No obstante, cabe notar la esfera de autoridad. El gobierno tiene autoridad solamente en la esfera civil. La autoridad del gobierno no se extiende más allá de su posición. Por ejemplo, cuando Pablo ordena a las mujeres que obedezcan a sus esposos. se les pide que les obedezcan como maridos, no como amos ni como reyes. Los hijos deben obedecer a sus padres como padres, no como a soberanos. Lo mismo ocurre con las autoridades del gobierno.

   Cuando las leyes del gobierno civil entran en conflicto con mandamientos explícitos de Dios, el cristiano debe decir: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch. 5:29). Cuando un gobernador se arroga derechos divinos, el creyente debe responder «no», porque el gobernante está traspasando la esfera de autoridad civil que Dios le otorgó. El gobernante está invadiendo un territorio que no es el suyo (véase nota-Ro. 12: 18). Pero el creyente cristiano debe decir que «·sí» a todos los asuntos civiles que no entren en conflicto con los mandamientos de Dios. Las Escrituras dan varias razones para ello. (Véanse Ti. 2:2; Tit. 3:1; 1 P. 2:13-17 para ampliarla discusión.)

   [2] (13: 1-2) Gobierno: el gobierno ha sido establecido por Dios; esto es, la existencia, la autoridad, la posición, los cargos de gobierno han sido ordenados por Dios. Es la voluntad de Dios que exista el gobierno y que tales personas tengan autoridad para gobernar dentro del estado. Las tres son instituciones ordenadas por Dios: la familia, la iglesia) el gobierno. Los tres existen porque Dios les ha dado los medios por los cuales los hombres tienen que relacionarse unos con otros y con Él como Dios. Dios ha ordenado …

  • que la familia exista como el medio por el cual los miembros de la familia estén juntos y que la función de los padres sea el gobierno interno de la familia.
  • que la iglesia exista como el medio por el cual la gente tiene comunión con Dios, y que sea función de los lideres de la iglesia ejercer la autoridad interna de la iglesia.
  • el gobierno exista como el medio por el cual los ciudadanos se relacionan entre sr, y que la tarea de los funcionarios de gobierno sea ejercer la autoridad dentro del estado.

    Las instituciones y sus autoridades son ordenadas por Dios, y los hombres son responsables de la forma en que desarrollan sus funciones. Cada una de las tres instituciones tiene líderes que son fieles y hacen una excelente tarea, y cada una tiene líderes que son completamente desobedientes a Dios y hacen un pésimo trabajo. Esto incluye a los que tienen la autoridad dentro de los diversos niveles de gobierno, así como a hombres que sirven en diversos niveles en las otras dos instituciones. El hecho para recordar es que el gobierno ha sido ordenado por Dios, y las autoridades son responsables ante Él: ellos rendirán cuenta a Dios.

   «Sométase toda alma a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. (Ro. 13:1).

   «Abominación es a los reyes hacer Impiedad, porque con justicia será afirmado el trono» (Pr. 16:12).

   «Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre il se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia» (ls. 16:5).

   Sin embargo. el énfasis del pasaje no está en las autoridades del gobierno: el énfasis está en el creyente y su deber hacia el estado. Normalmente el creyente puede hacer muy poco en cuanto al modo que las autoridades del gobierno conducen sus asuntos, pero el creyente puede hacer mucho en cuanto a su conducta como ciudadano dentro del estado; y Dios es muy claro en lo que respecta a la conducta del creyente. Tenga presente que cuando Pablo dio estas instrucciones quien reinaba como emperador era el infame Nerón.

  1. El creyente no debe resistir a las autoridades del gobierno porque hacerlo equivale a oponer resistencia a lo establecido por Dios. Note tres cosas.

▬ a. El cristiano no debe llegar a confundirse con un movimiento ni con el gobierno nacional. Cristo no tiene nada que ver con insurrecciones, rebeliones, o con la desobediencia civil. Los cristianos no deben identificarse con homicidios ni asesinatos; no deben ser conocidos como terroristas. No deben causar estragos entre la gente ni destruir comunidades.

   ▬ b. Al creyente se permite una sola excepción para oponer resistencia al gobierno. Cuando los gobernantes comienzan a ejercer dominio personal e inmoral sobre la vida humana, entonces el creyente debe obedecer a Dios y no a los hombres. El creyente siempre debe seguir la rectitud, esto es, la moralidad y la justicia. Sin embargo, note un punto fundamental: la moralidad y la justicia que se quiere alcanzar debe ser la moralidad y la justicia de las Escrituras y no una moralidad y justicia de confección humana. (Véase nota-Ro. 13:1 para ampliar la discusión.)

   ▬ c. Los líderes del mundo están en las manos de Dios y desarrollan su papel bajo su soberana administración. Este es un gran consuelo para el corazón de los creyentes cristianos (aunque no lo sea para el incrédulo), porque significa que Dios está obrando en los asuntos de los líderes mundiales. Tiene el mundo en sus manos. Él toma el fracaso y los males de las naciones y de sus líderes y hace que «a los que aman a Dios todas las cosas ayuden a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Ro.8:28).

▬ 2. El creyente que resiste a la autoridad será condenado. La palabra «condenación» (krima) significa juicio. La idea es que el creyente desobediente tendrá que enfrentar el juicio de Dios si desobedece las leyes justas del gobierno. Algunos autores piensan que esto se refiere al juicio ante las autoridades civiles. No hay duda, si el creyente es sorprendido transgrediendo las leyes del estado, será castigado. Sin embargo, las autoridades civiles podrían no sorprender jamás al creyente; pero Dios conoce cada ley quebrantada por el creyente, y por resistir las leyes del estado el creyente quebranta la ley de Dios. En consecuencia, el creyente es culpable delante de Dios y será juzgado por Dios.

   «Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien» (1 P. 2:13-14).

   «Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión» (Esd. 7:26).

   «Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; no te entremetas con los veleidosos; porque su quebrantamiento vendré de repente; y el quebrantamiento de ambos, ¿quién lo comprende’?» (Pr. 24:21-22).

   [3] (13:3-5) Gobierno: el gobierno ha sido ordenado para promover el bien y restringir el mal. Note tres puntos.

   ▬1. Los gobernantes no se han establecido para restringir las buenas obras, sino el mal. Las autoridades y leyes civiles existen para restringir el mal; de modo que, cualquier creyente que quebrante la ley puede esperar un castigo del estrado. Por esta razón el creyente debiera …

  • temer al estado tanto como para obedecer sus leyes.
  • hacer lo que es bueno y lícito.

   Al tener respeto y hacer lo que es bueno y licito, el creyente tiene alabanza del estado. La idea es que el creyente contribuye al bien y al buen nombre del estado. Ayuda a edificar la justicia y la verdad dentro del estado, y por lo tanto puede ser ciudadano de un estado bueno y digno de elogio. El creyente recibe alabanza del estado; se le permite vivir en paz como ciudadano del estado.

   «No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo» (Éx.22:28).

   «Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios» (Ec. 8:2).

   «Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (M t. 22:21).

   «Pablo dijo: No sabía hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito esté: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo» (Hch. 23:5).

   «Sométase toda alma a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas» (Ro. 13:1).

   «Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra» (Tit. 3:1).

   «Por causa del Señor someteos a toda institución humana» (1 P. 2:13).

   «Honrad a Dios. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey» (1 P. 2:17).

   Pensamiento. Note que el gobierno y la ley civil son una restricción sobre el mal. El poder del mal y la corrupción es tan fuerte que cuando los hombres no tienen ley, se lanzan en un desenfreno de egoísmo y pecado. La historia y la transgresión de las leyes en comunidades, ciudades, sociedades y aun en familias proveen una extensa evidencia. Cuando no existe el derecho y no se establecen leyes, el mal corre desenfrenado. La sociedad necesita desesperadamente atender a este hecho.

   «Conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los Impíos y pecadores, para los Irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina» (1 Ti. 1:9-10).

▬ 2. Los gobernadores son ministros de Dios para bien: proteger el bienestar de sus ciudadanos. Note que la autoridad civil gobierna para el bien del ciudadano. Este versículo sencillamente está repasando lo que ya ha sido dicho en los tres versículos anteriores.

▬ a. La función del gobernante ha sido ordenada por Dios para bien; es para el bienestar de los ciudadanos.

    «El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habré un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios» (2 S. 23:3).

    «Y dijo a los Jueces: Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis en lugar de Jehová, el cual esté con vosotros cuando juzgáis» (2 Cr. 19:6).

   «Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor» (Sal. 2:10-11).

   «Misericordia y verdad guardan al rey, y con clemencia se sustenta su trono» (Pr. 20:28).

   «El rey con el juicio afirma la tierra; más el que exige presentes la destruye» (Pr. 29:4).

   ▬b. Ha de temer el creyente romper las leyes del estado porque la autoridad civil existe para mantener orden por castigar a los hacedores del pecado o los que rompen la ley.

   «Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien» (1 P. 2:13-14).

▬ 3. El creyente debe obedecer al estado a causa de la conciencia, así como por temor al castigo. Hay dos razones para obedecer la ley civil:

  • A causa de la ira, esto es, el temor del castigo por parte del estado.
  • A causa de la conciencia, esto, es por temor al castigo divino.

   Hay dos forma s en que se involucra la conciencia. Primero, se dice al cristiano creyente que Dios ha establecido el gobierno y que resistir al gobierno equivale a resistir la ordenación de Dios. En con secuencia. e l creyente tiene un principio que gobierna su conciencia: hacer un mal uso de su ciudadanía es resistir la voluntad de Dios y violar su conciencia.

   Segundo, la conciencia determina el estado del ser de un individuo. Una conciencia tranquila trae paz al hombre; un a conciencia inquieta produce intranquilidad y dolor. El hombre que se rebela contra su gobierno perturba su conciencia y vive bajo el inquieto temor de ser sorprendido y castigado.

   «Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres» (Hch. 24:16).

   «Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que, con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido [ciudadanía) en el mundo, y mucho más con vosotros» (1ª Co. 1: 11).

   «El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida». (1ª Tim. 1 :5).

   «Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos» (1ª Ti. 1:19).

   «Que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia» (1ª Ti. 3 :9).

   «¿Y a quienes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?» (He. 3:18).

   «Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo Injustamente» (1 P. 2:19).

   «Teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo» (1 P. 3:16).

1er Titulo: En la obediencia a las autoridades superiores se reconoce la soberanía de Dios. Versículos 1. Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. (Léase: Daniel 2:21. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. ▬ Judas 1:8. No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores.).

   Dios ha establecido las autoridades (13:1)

  La orden básica de Pablo es “someterse” o “estar sujeto” a las autoridades. Este verbo (hypotassō) está detrás de los pasajes esposo-esposa, así como de los pasajes del gobierno ciudadano, y significa colocarse voluntariamente debajo de aquellos a quienes Dios les ha dado autoridad. Pablo les está pidiendo a los romanos que acepten a las autoridades seculares que están sobre ellos y que estén dispuestos a tomar su lugar apropiado en los estratos sociales de su día.

   Hay tres advertencias críticas al argumento de Pablo: (1) La sumisión no indica inferioridad sino una subordinación voluntaria; en Efesios 5:21 se les dice a los creyentes que “sométanse unos a otros”. (2) En Hechos 5:29 Pedro le dice al Sanedrín: “¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!” (cf. 4:19). El poder del gobierno sobre los santos no es absoluto. Siempre que las reglas de la sociedad contradicen la voluntad de Dios, los creyentes están obligados a perseguir la desobediencia civil. (3) La sumisión no depende de cuán “bueno” sea el gobierno, y el cristiano no obtiene un pase para someterse si el gobierno es malo. Aquí Pablo está ordenando la sumisión a un gobierno supremamente malvado en un momento en que uno de los emperadores más malvados de la historia, Nerón, estaba llegando al poder. Dios elimina a un gobierno malvado, no a nosotros, pero podemos oponernos a sus malas decisiones y advertirle del juicio divino por venir.

   Los dos términos para gobierno aquí son “autoridades” (vv. 1–2) y “gobernantes” (v. 3). Algunos piensan que esto es equivalente a los “principados y potestades” de Pablo en 1 Corintios 15:24; Efesios 3:10; 6:12; Colosenses 1:16; 2:10, 15, donde describe los poderes demoníacos. Esta era la opinión de Martín Lutero. Si es así, Pablo estaría representando tanto al gobierno como a los poderes cósmicos que subyacen en el mundo secular. Sin embargo, pocos toman ese enfoque por varias razones:

   (1) cuando “autoridades” se refiere a fuerzas celestiales, siempre se combina con “gobernantes”. (2) Nunca se pagan impuestos a las fuerzas demoníacas. (3) Nadie requiere jamás sumisión a poderes demoníacos. En resumen, estos son funcionarios del gobierno romano y no fuerzas cósmicas. No hay indicios de posesión demoníaca de las autoridades humanas aquí.

   La razón por la cual los creyentes deben presentar es que “no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él”. La autoridad de Dios no se limita a la esfera religiosa. Este es su mundo creado, y él está a final de cuentas de él. Los funcionarios no poseen autoridad heredada o debido a conexiones políticas, sino enteramente porque Dios se las ha dado.

   Además, las “que existen” tienen que incluir tanto a los malos gobernantes como a los buenos. Esta es la enseñanza combinada del Antiguo Testamento (Pr 8:15–16; Is 45:1; Da 2:21, 37; 4:17; 5:21); en el judaísmo (Sabiduría de Salomón 6:3; Sirac 10:4; 17:17; 1 Enoc 46:5); y en el Nuevo Testamento (1 Pedro 2:13–14). Incluso la “bestia” o anticristo, en Apocalipsis 13:5, 7, “recibió” su autoridad de Dios. Los gobernantes indignos serán juzgados, pero en el tiempo de Dios, no en el nuestro. Los santos se someten a su autoridad dada por Dios y dejan que él se encargue del resto.

   Dado que los gobernantes han sido “establecidos por Dios”, tienen su autoridad. Pablo dice esto dos veces para enfatizar. Son “nombrados” por él y gobiernan en su lugar, y le dan cuentas. Esto no significa que el pueblo de Dios permanezca de brazos cruzados y no diga nada frente a los gobiernos malvados. El punto es que el mal en el gobierno exige una advertencia profética en lugar de una revuelta activa. Nuestra tarea es llamar a las autoridades a la rendición de cuentas y advertirles del juicio si se niegan a seguir a Dios y gobernar con rectitud. Esto es lo que hicieron los profetas con los gobernantes malvados de Israel y Judá. Su reacción no fue una rebelión armada sino la condenación ante Dios y la búsqueda de reformas.

   Referencias Bíblicas: Proverbios 8:15-16: «Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.»

Esdras 1:2. «Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.»

Genesis 41:39 al 41. «Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.»

2° Titulo: Severa consecuencia para todo aquel que se opone a la autoridad legítima. Versículo 2. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. (Léase: 2ª de Pedro 2:9 y 10. sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores. ▬ Tito 3:1. Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.).

Los que se rebelan son juzgados por Dios (13:2)

   Dios ha establecido a los gobernantes de este mundo, de modo que el que “todo el que se opone a la autoridad”, y las leyes que Dios ha instituido, se rebela contra Dios y hace caer el juicio sobre sus cabezas. La NVI traduce bien el versículo 2: “todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido”. Hay un juego de palabras entre “establecido” (tassō) e “instituido” (diatassō), de modo que se puede parafrasear de esta manera: “Dios los ha establecido, así que cuando nos rebelamos contra ellos, en realidad nos estamos rebelando contra las ordenanzas de Dios”.

   Esta rebelión no es solo un acto único sino una actitud establecida, una vida continua de oposición a las cosas de Dios. La continua negativa de las personas a obedecer las leyes de Dios “recibirán castigo”, probablemente tanto el juicio divino como las sanciones legales de los tribunales de justicia. En realidad, dado que los funcionarios humanos “están al servicio de Dios” (v. 4) que hacen su voluntad, los juicios terrenales son juicios de Dios. Con la perspectiva ya / todavía no enfatizada tan a menudo en Romanos, el énfasis aquí está en el castigo inmediato (el lado humano) que conduce al juicio final (el lado divino).

   Referencias Bíblicas: Números 16: 2 y 32. «y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. ▬ Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes.»

   Daniel 6:24 y 28. «Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos. ▬ Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.»

   Número 12: 1 y 10. «María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. ▬ Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.»

3er Titulo: El ejercicio de la autoridad castiga el mal y premia el bien. Versículos 3 y 4. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. (Léase: Proverbios 11:27. El que procura el bien buscará favor; Mas al que busca el mal, éste le vendrá.  ▬ 1ª de Pedro 2:13 y 14. Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.). 

   Los gobernantes también juzgan al malhechor (13:3)

   La primera razón para someterse a las autoridades seculares es que Dios las ha establecido por su propio poder (v. 1). Ahora Pablo explica una segunda razón: son una fuente de terror para los infractores de la ley, porque Dios ha hecho del gobierno su instrumento para castigar a todos los que hacen lo malo. Sin embargo, no son un terror para “los que hacen lo bueno”. Dios también los ha convertido en su instrumento de elogio para los buenos ciudadanos. Esto es similar a 1 Pedro 2:14: “a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien”. El gobierno es amigo de los justos, pero es el enemigo de los malhechores, que se enfrentan al castigo por sus crímenes.

   Algunos pueden decir que este pasaje es algo ingenuo, pero Pablo no solo ha tenido buenas experiencias con el gobierno hasta este momento de su escritura. Él ha visto el lado feo en Hechos 16:22–23, 37 (Filipos); y 2 Corintios 11:25–26 (sus carencias en el ministerio). Él es deliberadamente positivo aquí porque se está centrando en la voluntad de Dios y las responsabilidades del estado hacia Dios. Dios se encargará de las terribles decisiones que los gobernantes pueden tomar y nos pide que confiemos en él para hacerlo. Pablo exige que sus lectores se pregunten “¿Quieres librarte del miedo a la autoridad?”. La única forma es “hacer lo bueno y tendrás su aprobación”.

   Hay dos opciones: terror para el que hace lo malo y aprobación para el que hace lo bueno. “Aprobar” significa “alabanza”, y aquí también proviene tanto de la autoridad secular como de Dios. Algunos intérpretes piensan que Pablo no solo está llamando a las buenas obras, sino también a lo que se le llamó “obra de caridad”, es decir, realizar acciones cívicas y dar regalos a la ciudad para garantizar el bienestar de los ciudadanos. Esto se elogió en el mundo romano y haría que los cristianos se enamoraran del público. Ciertamente eran incluidas en las buenas obras a las que Pablo estaba animando

   Los gobernantes están al servicio de Dios para impartir justicia (13:4)

   Pablo ahora explica la verdadera relación del gobierno con Dios, y explica de manera final por qué los creyentes deberían someterse a las autoridades. Por definición, son “servidores de Dios”, y para los malhechores es quien “imparte justicia” de Dios. Las consecuencias son extremadamente graves por romper las reglas que gobiernan la sociedad. Los oficiales que supervisan las reglas son el “siervo” o “ministro” de Dios (diakonos, dándoles el equivalente secular de “ministros” en la iglesia), y en este versículo se muestra su doble trabajo como servidores para el bien y servidores de Dios para castigar.

   “Castigar” literalmente significa “justicieros [ekdikos] para la ira”, un afín al término “venganza” en 12:19. Solo Dios puede vengar el mal, pero el estado es su servidor al vengarse de las personas malvadas. Esta imagen muestra un castigo grave contra aquellos que ignoran las leyes de Dios que gobiernan la sociedad. Aquellos que hacen el mal deberían “tener miedo”, porque el estado “no en vano lleva la espada”.

   El poder de la espada estaba reservado para los oficiales romanos, y la ley romana estaba etiquetada como ius gladii, “la ley de la espada”. Una persona que violaba la ley podía ser castigada. “Llevar la espada” connota principalmente la pena de muerte, pero en realidad todo el énfasis de la justicia romana estaba en la equidad del sistema. Los infractores de la ley recibirían solo lo que sus crímenes merecían, y se llamaba lex talionis, “la ley del talión”, lo que significaba que el castigo era exactamente igual al crimen. Esto no significó que siempre terminaba de forma justa, pero era un intento por serlo.

   Referencias Bíblicas: Josué 6:24 y 25. «Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro. Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.»

   Salmo 1:6. «Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá.»

   Nahum 1:7 y 8. «Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían. Mas con inundación impetuosa consumirá a sus adversarios, y tinieblas perseguirán a sus enemigos.»

Amén para la honra y gloria de Dios.

Descargue aquí estudio en pdf: Semana del 18 al 24 marzo de 2024

Semana del 11 al 17 de marzo de 2024. “Llamado A Vivir En Paz Y Armonía Con El Prójimo”

  Lectura Bíblica: Romanos 12: 18 al 21. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. 

   Comentario general del contexto bíblico: No es venganza sino hacer lo correcto (Romanos 12:17–19)

   Ahora Pablo regresa a las relaciones con los no cristianos. Se dirige a cómo el pueblo de Dios debe responder al maltrato y la persecución, ordenando: “No paguen a nadie mal por mal”. Esta es la otra cara del versículo 9, “aborrezcan el mal”. Cuando los no salvos hacen lo que es malo para nosotros, no debemos tratar de desquitarnos de ellos. En el versículo 14, Pablo les dijo a sus lectores que “bendigan y no maldigan”, y aquí deben negarse a tomar represalias de cualquier manera. Si los creyentes hacen esto, no nos convertimos en mejores que el autor de esa mala acción. Cristo rechazó esta actitud de ojo por ojo (Mateo 5:38–39; Pablo bien puede aludir a eso aquí), al igual que la iglesia primitiva (1Ts 5:15; 1Pe 3:9). Cristo mismo proporcionó el modelo perfecto en su negativa a “no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia” (1 Pedro 2:23).

    Luego, Pablo presenta el lado positivo: “Procuren hacer lo bueno delante de todos”. El verbo traducido “procuren” significa “pensar de antemano” y requiere pensar cuidadosamente y prestar atención a lo que es correcto hacer cuando enfrentamos maltrato o engaño por parte de alguien Debemos hacer no solo lo que sabemos que es correcto, sino también lo que “todos”, incluidos los propios opresores, saben que es correcto. Pablo puede estar aludiendo a Proverbios 3:4, “Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente”. Nuestra respuesta siempre debe ser tomar el camino alto. Como en 1 Pedro 2:12, nuestros calumniadores “observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación” como resultado de esto. Nuestra actitud los condenará, luego los convencerá y finalmente los convertirá.

   Algunos han dudado de la traducción NVI aquí, ya que aparentemente tiene incrédulos que proporcionan el estándar para las actitudes cristianas. Prefieren traducir “hacer lo correcto para todos” en lugar de “delante de todos”. Sin embargo, es mejor dejarlo como está. Esto no significa que los no salvos establezcan el estándar, sino que lo que hacemos es reconocido por todos, incluidos los no creyentes, como un comportamiento perfecto.

   En el versículo 18, Pablo continúa ordenando acciones que elogiarán los no creyentes a los creyentes. Si “procuran hacer lo bueno delante de todos”, naturalmente “vivirán en paz con todos”. Una vez más, como en los versículos 14 (bendiga a los perseguidores) y el versículo 17 (venganza), aquí también tenemos un dicho en el cuál Jesús reflexionó, a saber, Marcos 9:50 (“vivir en paz unos con otros”) y Mateo 5:9 (“Dichosos los que trabajan por la paz”). El tema de las relaciones pacíficas con los demás es frecuente en las Escrituras.

   Pablo se da cuenta de que no siempre es posible en un mundo caído mantener relaciones armoniosas, por lo que menciona: “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes”. Todo lo que podemos hacer es tratar de vivir en paz con los demás; no podemos forzar la paz en aquellos que están empeñados en el conflicto. No podemos “vivir en paz” a menos que nuestros vecinos lo quieran tanto como nosotros. El mismo tema de esta sección supone que a menudo no será posible que la paz reine por mucho tiempo. Si nuestros vecinos deciden odiarnos y tomar medidas contra nosotros, no hay nada que podamos hacer al respecto, excepto asegurarnos de que ninguno de los culpables de su odio recaiga sobre nuestros hombros.

   En los versículos 17–19, el desafío positivo (a la paz) ocurre en medio, y está rodeado por ambos lados de la exhortación a no buscar venganza. Pablo regresa a ese tema en el versículo 19, “No tomen venganza”. Este es un mandato difícil, porque los seres humanos, por su naturaleza, se enfrentan unos contra otros, y todos a menudo queremos desquitarnos.

   Israel, como muchas naciones en el mundo antiguo, estableció “ciudades de refugio”. Estos eran lugares de asilo donde aquellos que habían matado accidentalmente a alguien podían evitar daños mientras se solucionaba la situación. La Torá estipulaba que en algunos casos un asesino podía ser ejecutado por un “vengador” (Nm 35:19–21; Dt 19:12), un miembro de la familia de la víctima elegida para ejecutar a la parte culpable. En caso de muerte accidental, la ciudad de refugio protegió al perpetrador de este vengador. Las cosas cambiaron con el advenimiento de Cristo. En lugar de venganza personal, el pueblo de Dios ahora debe “dejar el castigo en las manos de Dios”, el tema en Romanos 1:18; 2:5, 8; 3:5;5:9; y 9:22. La palabra correcta en el versículo 19, “dar lugar a la ira”, por lo que es posible que Pablo esté hablando de nuestra propia ira o incluso la de nuestro enemigo, pero eso es dudoso. En la mayoría de los lugares en Romanos, la “ira” ha tratado con el juicio final, pero aquí es la ira continua de Dios que trae justicia a su pueblo maltratado y oprimido. La justicia de Dios contra el pecado presente anticipa el momento final de la historia humana, cuando tal comportamiento depravado será erradicado de una vez por todas. Dios determinará cuándo se corregirán tales errores, ya sea ahora o más tarde o hasta el regreso de Cristo. Nuestra tarea es colocar todas las injusticias en su mano y permitirle decidir cuándo reivindicarnos.

   Para anclar este mandato crítico, Pablo cita a Deuteronomio 32:35: “Mía es la venganza; yo pagaré”. Esto aparece cerca del final del cantar de Moisés, donde Yahvé promete que reivindicará a su pueblo y vengará su sangre. El punto de Pablo aquí es que solo Dios tiene el derecho de vengar el mal y la rectitud moral de hacerlo correctamente. Esto es difícil de hacer, ya que va en contra de nuestro deseo humano de venganza. La persona merece sufrir, pero “pagar … mal por mal” (v. 17) no nos hará mejores que el que nos hizo daño en primer lugar. La única respuesta es dejar la venganza a Dios.

   El medio por el cual podemos hacer esto es a través de una petición que deje la venganza a Dios y le pida que traiga justicia para nosotros. Esto se ejemplifica en los “salmos imprecatorios” (Salmo 12; 35; 52; 57–59; 69; 70; 83; 109; 137; 140), y también en Apocalipsis 6:10, “¿Hasta cuándo Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?”. Este tipo de oraciones no son producto de una ética antigua que era sub cristiana. En realidad, dejan la venganza a Dios en lugar de tomarla en su propia mano, le piden a Dios que haga lo que ha prometido aquí: “pagar” el dolor. No es tanto una represalia sino una vindicación lo que el hijo de Dios herido está buscando. Este clamor por la justicia no es un fin en sí mismo, sino un medio para un fin. Cuando dejamos el dolor y la venganza a Dios, sabiendo que efectivamente él hará justicia, encontramos la fuerza para perdonar a quienes no lo merecen y para liberarnos de una vida de amargura.

Alimenta a tu enemigo: ascuas de fuego amontonarás en su cabeza (12:20)

   Con el deseo de venganza detrás de nosotros, Pablo dice que podemos cumplir con el siguiente aspecto de su requerimiento: hacer el bien y mostrar amor a nuestros enemigos (vv. 9, 14, 17). Se dirige a Proverbios 25:21–22 para anclar esto: “«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber”. La comida y la bebida son frecuentes símbolos bíblicos de buenas obras, y Jesús en su Sermón de la Llanura (el equivalente de Lucas al Sermón del Monte) tenía una lista completa de cosas concretas para hacer y así mostrar amor a los enemigos (Lucas 6:27–36). Si hemos cedido todos los pensamientos de venganza a Dios, somos libres de hacer lo inesperado: devolver el bien por el mal que se nos da. Se nos pide que demostremos amor a nuestros enemigos a través de actos de bondad, pero Jesús hizo mucho más que esto: “cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro 5:8). Esto nos da un modelo para el resto de nuestras vidas.

   Los académicos están divididos sobre el significado de la siguiente frase de Pablo: “Actuando así, harás que se avergüence de su conducta” [literalmente ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza]. Podría referirse a condenar la vergüenza causada por las buenas acciones cuando son devueltas por malas acciones, o al juicio de Dios derramado sobre las cabezas de nuestros enemigos por el mal que han hecho. No creo que aquí solo se refiera a una u otra, sino a ambas cosas. Ambas interpretaciones se ajustan tanto a las imágenes bíblicas como al contexto. El fuego es un símbolo frecuente de juicio, y las buenas obras a menudo convencen a las personas de sus pecados y provocan la conversión.

   Las dos interpretaciones, vergüenza y juicio, describen los dos resultados dependiendo de cómo respondan los perpetradores a las buenas acciones que les hacen. Si responden con vergüenza y conversión, Dios los perdona y los salva. Si rechazan la bondad, Dios derrama su juicio sobre ellos. Este pasaje bien puede proporcionar un aspecto faltante de 1 Pedro 2:12, en el que los pecadores ven las buenas obras de los creyentes y “glorifican a Dios en el día de salvación”, asumiendo su conversión. Esto deja en claro que las buenas obras traen convicción y vergüenza por sus actos malvados, lo que lleva a su conversión. Los que se niegan a arrepentirse están bajo el juicio divino.

Conclusión: venzan el mal con el bien (12:21)

   Esta sección culmina con el mandato de “No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien”. Este tema ha resonado en Romanos 12: “odio … mal” y “aferrarse al … bien” (v. 9), “bendice” en lugar de “maldecir” perseguidores (v. 14), buscar la paz (v. 18) y dejarle la venganza a Dios (v. 19). Especialmente cuando damos comida y bebida a nuestros enemigos (v. 20), vencemos sus malas acciones con el bien. Si buscamos venganza y agregamos nuestros actos malvados a los de ellos, entonces el mal perpetrado contra nosotros nos conquistará y nos convertirá en réplicas de nuestro enemigo. Puede que tengamos la satisfacción de “ganar”, pero en realidad habremos perdido todo.

Puede haber un doble significado aquí también. Ser “vencido por el mal” podría referirse tanto al acto malvado perpetrado contra nosotros como a la amargura malvada en nuestro propio corazón. Juan 16:33 habla de vencer al mundo, y en Apocalipsis 2–3 cada una de las cartas a las siete iglesias termina con una promesa al “vencedor” (NVI “al que salga vencedor”, 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21). Al pagar a la persona malvada con bondad, el seguidor de Cristo se convierte en un vencedor en la carrera de la vida.

   Este pasaje es casi equivalente a 1 Corintios 13 en la profundidad de su descripción del amor en el núcleo de la familia de la iglesia. En las relaciones con otros creyentes y no creyentes, el amor es un profundo compromiso y preocupación por quienes nos rodean. Nos dedicamos por completo a apoyar a otros y hacerlos sentir queridos y apreciados, y al mismo tiempo servimos a Dios con todas nuestras fuerzas al permitir que el amor reine en nosotros. El uno fluye hacia el otro, a medida que nuestro servicio a Cristo se refleja y se hace real en nuestro servicio a su pueblo.

   Estos versículos son una guía para la verdadera vida cristiana. Casi todo está aquí: cuidar a los demás en un caminar profundo con Cristo, avivarnos por el Espíritu. Nuestro caminar con Cristo y el Espíritu precede a nuestras acciones. Cuando somos fervientes para servir al Señor, es natural servir a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, así como a aquellos que aún no se han vuelto a Cristo, incluidos aquellos que nos lastiman. Esto nos permitirá vivir correctamente incluso cuando las pruebas de la vida nos abruman, porque nuestro gozo en Cristo y nuestra capacidad de perseverar en tiempos difíciles nos permitirán vivir triunfalmente en las buenas y en las malas.

   Nuestro servicio al Señor no solo se ejemplifica en nuestro ministerio a la iglesia. También se refleja en la forma en que tratamos a los incrédulos, incluso a nuestros perseguidores. Nuestra preocupación no debe ser de vengarnos, sino de ser los canales de bendición de Dios para ellos, que sin duda significa principalmente oraciones por su conversión. Aquí vivimos en armonía y hacemos el bien a todos los que nos rodean, pero especialmente a nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

   Todos hemos sido profundamente heridos en nuestra vida, y en algunos casos no hemos olvidado ni perdonado el acto despreciable cometido contra nosotros. Este pasaje hace que sea esencial hacerlo pronto, tanto por nuestro bien como por el bien del reino. Debemos estar listos para tomar el modelo de Cristo y aplicar su perdón a nosotros a nuestro perdón por los demás. Es un requisito del reino, porque el testimonio de la iglesia en el mundo está en juego. Nuestra propia paz mental y el caminar con Cristo se pierde si permitimos que nuestra naturaleza carnal reine. La oración imprecatoria a través de la cual dejamos nuestro deseo de venganza a Dios es una respuesta maravillosa, ya que permite que su corazón perdonador guíe nuestras actitudes.

    La bendición del versículo 14 se explica en el versículo 20. Los actos de bondad traen convicción a los corazones y a las mentes de los no salvos, y toman uno de esos caminos. O rechazan la presencia convincente del Espíritu (Juan 16:8–11) y se enfrentan a las brasas del juicio divino, o se vuelven a Dios en respuesta a la convicción ferviente, sienten arrepentimiento y se convierten a una vida en el Señor. Incluso nuestro sufrimiento tiene un propósito redentor: lograr la salvación de nuestros perseguidores. Esto es lo que significa vencer al mal. La clave para esto es una vida de amor, comenzando con el amor de Dios, pasando al triunfo del amor en la iglesia, y finalmente a nuestras relaciones con los no creyentes.

Aporte del expositor de la juventud: «En medio de una sociedad cada vez más sumida en lo violencia, Dios demanda que su pueblo, sea un pueblo de paz, confiando en el justo juicio de Dios, practicando la benignidad, respondiendo con bien al mal».

1er Titulo: El joven cristiano como instrumento de paz. Versículo 18. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. (Léase: Hebreos 12:14. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. ▬ Romanos 14:19. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.)

   (12: 18) Paz-fraternidad-guerra-divisiones: el creyente debe vivir en paz con todos los hombres. Sin embargo, la paz no siempre es posible. Hay dos calificativos.

  • Si es posible, el creyente debe vivir en paz con todos los hombres. Sin embargo, no es siempre posible. Algunas personas son perturbadoras: gruñones, quejumbrosos, buenos para disentir, divisivos, peleadores, egoístas, líderes egocéntricos, buscadores de una imagen, que andan a la caza del poder, belicosos. Algunas personas no tienen interés en vivir en paz con el creyente.
  • En cuanto dependa de vosotros, el creyente debe vivir en paz con todos los hombres. El creyente debe trabajar por la paz cuanto le sea posible. Algún nivel de armonía y concordia se puede lograr por lo menos por algún tiempo. El creyente nunca debe darse por vencido, no mientras haya esperanzas de tener algún grado de paz. Debe lograr cuanta paz le sea posible. Sin embargo, la paz no siempre es posible con todos.

   Ahora note dos puntos significativos que merecen una cuidadosa consideración y reflexión por parte de todo creyente.

▬1. La causa del conflicto no debe venir del creyente. Debe tratar, por todos los medios posibles, de traer la paz y mantener la paz (Ro. 12:20; e p. M t. 5:39-41). Sin embargo, esto podría ser imposible debido a la maldad de otros o porque el control de la paz no está en sus manos. Es posible que algunos no vivan apaciblemente. Siguen dando rienda suelta a cada capricho y llevan una vida de repugnante libertinaje. Ese tipo de vida a menudo amenaza la paz y la seguridad, la preservación y la vida de uno, de la familia y de los amigos.

▬2. ¿Qué es lo que determina si un creyente debe volver la otra mejilla o defenderse? Por ejemplo, Jesús pasó su vida combatiendo la maldad y el pecado, y no siempre puso la otra mejilla (Jn. 19:22-23); tampoco lo hizo Pablo (Hch. 23:2-3). Pablo exhortaba a los creyentes a no permitir el libertinaje y era estricto en el mandato. Por ejemplo, dijo que, si por pereza un hombre no trabaja, no debe comer (2 Ts. 3:7, 1 0).

   El principio directriz para el creyente es claro: «No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» (Ro. 12:21). Hay ocasiones en que un atacante, si le permitimos continuar atacando, se siente estimulado en su mala naturaleza de desenfreno y libertinaje. Si se le permite continuar, su mal vence al creyente, ya sea desde adentro por la amargura y el deseo de venganza, o desde afuera tomando el dominio. Así, el creyente no debe sacrificar la verdad para preservar la paz. No se debe permitir que el mal venza a la verdad.

   «SI el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas» (Ec. 10:4).

   «SI es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos Jos hombres» (Ro. 12:18).

   «Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Ro. 14:19).

   «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor». (He. 12:14).

   (Hebreos 12:14) Creyente, deber ▬ Paz ▬ Santidad: El gran deber del creyente es seguir la paz y la santidad. La palabra “seguir” (diokete) significa correr detrás de, rastrear, buscar y perseguir. Da la idea de rapidez y resistencia, de perseguir acaloradamente y mantenerse detrás de la paz y la santidad. Vivimos en un mundo que está lleno de personas malas y corruptibles a quienes les importa un bledo la paz y la santidad y así consiguen lo que quieren. Sin embargo, el creyente no debe darse por vencido, porque tanto la paz como la santidad son las razones mismas por la que está en la tierra. El peligro del creyente tiene dos aspectos.

 ▬1. El creyente debe seguir la paz (eirenen) con todos los hombres. El hecho de que tenga que seguir la paz quiere decir que la paz no siempre es posible alcanzarla.

=> Algunas personas en la iglesia son alborotadoras: que rezongan, se quejan, murmuran y critican. Algunas son lideres egocéntricos llenas de orgullo; algunas personas en la iglesia son egoístas y egocéntricas y se preocupan más por salir adelante y hacer lo que les parezca que por la paz. El “yo” se pone delante de Cristo, de la iglesia y de su misión.

=> Algunas personas del mundo son alborotadoras y le causan grandes problemas al creyente. Se oponen al creyente: lo ridiculizan, vituperan, se burlan de él, lo maldicen, abusan de él, lo persiguen, lo ignoran, y lo aíslan.

=> Algunas personas del mundo son alborotadoras del mundo: disidentes, divisoras, luchadoras, buscadoras de ego, edificadoras de poder, y belicistas. Algunas personas no tienen interés en la paz cualquiera que sea, a menos que puedan hacer su voluntad.

   Sucede lo siguiente: El creyente debe seguir la paz con todos los hombres, no importa quiénes sean. El propósito mismo para que el creyente esté en la tierra es traer paz entre los hombres y Dios y entre los hombres y todos los hombres. Por ende, el creyente debe hacer todo cuanto pueda para vivir en paz con todos y para guiar a otros a vivir en paz.

   El creyente debe vivir en paz con todos los hombres. El creyente debe obrar por la paz tanto como le sea posible. Algunas veces se puede alcanzar cierto nivel de armonía y concordia. El creyente nunca debe darse por vencido, no mientras quede esperanza para cierto grado de paz. Él debe lograr tanta paz como sea posible. Sin embargo, recuerden, la paz no siempre es posible alcanzarla, no con todo el mundo.

   Ahora note dos elementos significativos que todo creyente necesita considerar cuidadosamente.

▬ a. La causa del conflicto no debe surgir de un creyente. Él debe intentar todo cuanto sea posible para traer paz y para mantenerla (Ro. 12:20; cp. Mt. 5:39-41). Sin embargo, puede que sea imposible por la perversidad de otros o porque no está en sus manos el control de la paz. Es posible que algunos no vivan apaciblemente. Continúan permitiéndose cada capricho y llevan una vida licenciosa y repugnante. Tal modo de vida con frecuencia amenaza la paz y la seguridad, la preservación y la vida de uno mismo y los familiares y amigos.

▬ b. ¿Qué es lo que determina si un creyente debe ofrecer la “otra mejilla” o defenderse? Por ejemplo, Jesús pasó su vida combatiendo el mal y lo mal hecho, pero no siempre ofreció la otra mejilla (Jn. 18:22-23); tampoco Pablo (Hch. 23:2-3). Pablo alentó al creyente a no permitirle licencias a nadie, y fue estricto en su mandamiento. Por ejemplo, él dijo que, si un hombre no trabajaba por holgazanería, no debía comer (2 Ts. 3:7, 10).

   Queda claro el principio rector para el creyente: “no seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Ro. 12:21). Hay momentos en los que, si permitimos al agresor continuar con el ataque, se siente alentado en su naturaleza perversa de indulgencia y licencia. Si se le permite continuar, su mal vence al creyente, ya sea internamente a través de la amargura y la venganza o externamente a través de la dominación. Por eso, un creyente no debe sacrificar la verdad a fin de preservar la paz. Al mal no se le permite vencer la verdad.

   “Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas” (Ec. 10:4).

   “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18).

   “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Ro. 14:19).

   “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He. 12:14).

▬2. El creyente debe seguir la “santidad” (hagiasmon). La palabra significa santificación, consagración y separación. Significa estar apartado y ser diferente. El significado original de santidad es ser diferente. El creyente debe ser diferente de los incrédulos del mundo ya que él…

◘ está apartado para Dios y solo para Él.

◘ está separado del mundo y sus placeres y posesiones.

    El creyente, claro está, vive en el mundo. Él anda y se mueve en el mundo; compra, come, y duerme en el mundo. Trabaja, juega y se alberga en el mundo. Se relaciona, asocia y confraterniza en el mundo. Sin embargo, el creyente debe

no ser del mundo. Él no debe ser poseído por el mundo, esclavizado por sus placeres y posesiones. ¿Qué quiere decir esto?

Explicado de manera sencilla, el creyente no debe permitirle ni darle licencias a su carne:

=> Él no debe comprar y comprar, él no debe ser materialista.

=> Él no debe comer y comer, él no debe ser glotón.

=> Él no debe dormir y dormir, él no debe ser perezoso.

=> Él no debe trabajar y trabajar, él no debe ser adicto al trabajo.

=> Él no debe jugar y jugar, él no debe sobreestimar la recreación.

=> Él no debe tener casa tras casa, él no debe acumular riquezas en un mundo de necesidades desesperadas.

=> Él no debe confraternizar y confraternizar, él no debe descuidar el deber.

   El creyente debe estar separado del mundo y sus placeres y posesiones. Debe estar apartado para Dios, viviendo para Dios y sirviéndole en su gran misión. El creyente debe satisfacer las necesidades de un mundo desesperado que muere del pecado, la enfermedad, el hambre y la guerra. El creyente debe ser diferente del resto del mundo, debe seguir la santidad.

   Nota: Este versículo declara que nadie verá al Señor a menos que sea santo. La santidad es un punto absolutamente esencial si una persona va a vivir con Dios (vea el Estudio a fondo 1, Santo, 1 P. 1:15-16 para un mayor análisis).

   “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Co. 7:1).

   “y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Ef. 4:24).

   “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He. 12:14).

   “si no, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 P. 1:15-16).

   “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir” (2 P. 3:11).

    Romanos (14:19): Paz y edificación mutua

   Después de discutir las implicaciones de sus luchas internas y la necesidad de otro camino para sus energías, Pablo vuelve a exhortar y les dice lo que deben hacer: “Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación”.

   La realidad del reino de Dios en medio de ellos exige armonía entre los diversos grupos que componen la iglesia. El verbo traducido “esforcémonos” es diōkōmen, que en el presente continuo tiene la idea de un esfuerzo incesante para producir una cosa. La iglesia está sumida en conflictos y mala teología, entonces se necesitará una gran cantidad de trabajo guiado por el Espíritu para que las cosas avancen en la dirección correcta.

   La idea de buscar la paz es frecuente en el Nuevo Testamento. Es un aspecto esencial de la vida en el Espíritu. El punto de Pablo es que la paz en la comunidad requiere una energía muy grande, por lo que deben perseguirla con todo lo que poseen y hacerlo bajo la fuerza que el Espíritu les proporciona. Los fuertes hasta ahora han sacrificado la paz por su libertad cristiana.

   La paz se logra al perseguir las cosas que contribuyen a la “mutua edificación”. Si los fuertes trabajaran para edificar a los débiles en lugar de hacer alarde de su libertad religiosa frente a ellos, la paz sería la consecuencia natural. Pablo dice esto bien en Efesios 4:12–13, donde los líderes deben “a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo”.

   Esto se hace individualmente a través de la consejería, pero es probable que Pablo piense colectivamente en toda la iglesia con su enfoque transformado para centrarse en el pueblo unido de Dios que crece en Cristo. Los débiles y los fuertes deben dejar de enfocarse en ganar el debate y centrarse en edificarse mutuamente en Cristo para lograr la paz y una adoración y alegría unidas en Cristo.

2° Titulo: Exhortación a confiar en el justo juicio de Dios. Versículo 19. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. (Léase: Proverbios 20:22. No digas: Yo me vengaré; Espera a Jehová, y él te salvará. ▬ 2ª a los Tesalonicenses 1:6 al 8. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo.).

   (12:19) Venganza-represalia-desquite: el creyente no debe dar lugar a una venganza. Hay tres razones para este mandato.

▬ 1. La venganza pertenece a Dios. Note las palabras: «Amados míos». La exhortación está específicamente dirigida a los creyentes. Sería una cosa maravillosa si todos los hombres practicasen esta regla y viviesen por ella, pero el mundo nunca ha vivido ni vivirá libre de la venganza. Sin embargo, los amados de Dios no tienen elección. Toda persona que sigue a Dios debe dejar la venganza a Dios. La venganza pertenece a Dios, no al hombre. Ningún hombre tiene el derecho de condenar a otro en un juicio personal; no tiene derecho a la venganza personal. El derecho de juzgar y ejecutar la venganza es de Dios y solamente de Dios. Sin embargo, las Escrituras son claras: Dios dará el pago; Dios ejecutará la venganza. El día de su ira ya viene y será ineludible.

   «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la Ira de Dios; porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Ro. 12:19).

   «Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Ts. 1:7-8).

   «Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo» (He. 10:30).

   «Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo su pie resbalará, porque el día de su aflicción está cercano. Y lo que les está preparado se apresura» (Dt. 32:35).

   «Jehová, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate» (Sal. 94:1).

   Proverbios 20: El tema de la venganza en el v. 22 es uno muy delicado dentro de las Escrituras, porque por un lado se buscaba la justicia, pero por otro lado la reformación del malhechor (ver 16:7; 17:13; 24:17, 18, esp. v. 29; 25:21, 22). Espera a Jehovah no significa “guiñar el ojo” o hacer la vista gorda (ver 6:13), ignorando así el mal. Al contrario, Dios es justo y santo, y no se lo puede burlar (ver Gál. 6:7–10). Dios le hace a uno responsable por sus hechos (ver Apoc. 20:12), pero solo él puede juzgar en una manera totalmente recta. Además, todos somos pecadores (Rom. 3:23). Se puede recordar la actitud vengativa de Absalón hacia Amnón (ver 2 Sam. 13:22 ss.) y todo el daño hecho a toda la familia y al reino (p. ej. la desgracia de la familia real, la guerra civil, etc.). Mejor esperar la acción de Dios y ver cómo él es nuestro auxilio. Los verbos en piel muestran la intensidad del movimiento del texto. Pablo exhorta: Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal; en cambio, procurad siempre lo bueno los unos para los otros y para con todos (1 Tes. 5:15). Esta actitud es atacada por Elie Wiesel, un sobreviviente del campo nazi de la concentración y Premio Nobel de Literatura, quien rechaza tal “espera” en Dios.

2ª a los Tesalonicenses 1:6 al 8:  [6, 7]. (decimos, el justo juicio de Dios) si, en verdad, (es) justo en la opinión de Dios (como ciertamente lo es) recompensar con aflicciones a los que os afligen, y (conceder) a vosotros que sois afligidos reposo con nosotros en la revelación del Señor Jesús desde el cielo. Aquí Pablo muestra que el bondadoso propósito de Dios con respecto a los tesalonicenses (juzgarles dignos de entrar al reino) está en armonía con el principio básico de recompensa, conforme al cual los que persiguen al pueblo de Dios sufrirán castigo, y los que son perseguidos por su fe recibirán el galardón.

   El apóstol está tan profundamente convencido del absolutamente indiscutible carácter de este principio básico, que puede decir, “Si …” Obsérvese, sin embargo, que no dice simplemente, “si”, sino “¡Si, en verdad!” (εἴπερ), y que la condición se supone ser cierta (oración condicional de primera clase). De ahí que, para dar a entender claramente toda la fuerza del original, se debe añadir a las palabras “Si, en verdad, (es) justo en la opinión de Dios” algo semejante a, “como ciertamente lo es”.

   Aún hoy día hacemos uso de tales cláusulas (iniciadas con “si”) vez tras vez. Las usamos cuando estamos seguros que la declaración incluida en la “si” cláusula es indiscutible; por ejemplo:

“Si el sol salió ayer, saldrá mañana”.

“Si soy pobre, no soy deshonesto”.

“Si la correspondencia fue despachada ayer, será despachada hoy”. En cada caso ese “si” significa

“con la segura suposición que”.

   Por lo tanto, el sentido de los versículos 6 y 7 en relación al versículo 5b es: “Con la segura suposición que es la ley divina que el perseguidor sea castigado y el perseguido recompensado, Dios os recompensará a vosotros en el día del juicio que vendrá, juzgándoos dignos de entrar en su glorioso reino”.

   La justicia de Dios se manifiesta en un doble aspecto. Por un lado, es retributiva: Dios recompensa (da en retorno; véase 1 Tesalonicenses 3:9) con aflicciones (véase C.N.T. sobre Juan 16:33) a quienes afligen a los creyentes. Por otro lado, es remunerativa: concede reposo (ἄνεσιν, de ἄνεσις, literalmente, cese), a los que están padeciendo aflicción, grato alivio (2 Co. 2:13; 7:5; 8:13) de todas las penalidades que han soportado por causa de su valiente lucha por la verdad.

   En forma conmovedora se hace uso de las palabras de tal modo que la asociación con otros en el sufrimiento por la causa de Cristo (obsérvese el versículo 5: “vosotros, también, estáis sufriendo”) está equilibrada por la asociación con otros en el disfrute del reposo (“reposo con nosotros”, es decir, con Pablo, Silas, Timoteo, y, por supuesto, con todos los otros creyentes).

   El reposo—libertad de toda forma de esclavitud, y eterna paz en la presencia del Dios de amor— será concedido a los creyentes “en la revelación del Señor Jesús desde el cielo”.

   Pablo está encariñado con esta palabra revelación (ἀποκάλυφις, literalmente el descubrir, el descorrer el velo). A menudo la usa en el sentido de la revelación de la verdad divina (Ro. 2:5; 16:15; 1 Co. 14:6, 26; 2 Co. 12:1, 7; Gá. 1:12; Ef. 3:3). En el caso presente, sin embargo, el término tiene referencia a la gloriosa manifestación del Señor en su segunda venida. Así también en 1 Corintios 1:7. Entonces el velo que actualmente le esconde de nuestra vista será quitado, porque le veremos en su descenso majestuoso desde el cielo (véase 1 Ts. 4:16). La expresión “en la revelación del Señor Jesús desde el cielo” significa “cuando el Señor Jesús sea revelado, viniendo desde el cielo”. Esta es la Parousía (véase sobre 1 Ts. 2:19; véase Jn. 21:1). Con los ángeles de su poder en fuego flameante (“en fuego de llama” = “fuego flameante” es tal vez la mejor traducción; contrástese con Hch. 7:30 “llama de fuego”).

   El hecho de que el Señor en su regreso vendrá acompañado por los ángeles (en quienes su poder se hace manifiesto) había sido proclamado por Jesús mismo (Mt. 13:41, 42; 25:31; cf. Jud. 15; Ap. 14:19). La función de ellos será doble: “primero, recoger la maleza, atándola en manojos para ser quemada”, y también “recoger el trigo dentro de mi (del Señor) granero”.

   La adición de la frase “en fuego flameante” indica la santidad del Señor manifestada en juicio (cf. Ex. 3:2; 19:16–20; Is. 29:6; 66:15, 16; Sal. 50:3; 97:3). El pasaje que debe haber estado vívidamente presente en la conciencia de Pablo cuando escribió es Isaías 66:15, 16:

   “Pues he aquí, Jehová vendrá con fuego, y sus carros serán como torbellino; para descargar su ira con indignación, y su reprensión con llamas de fuego. Porque con fuego Jehová ejecutará juicio …”

   El cuadro es muy vívido. Casi podemos ver las huestes angélicas, el Señor mismo en el centro. Además, éste no es meramente un cuadro; ¡es la realidad! De ningún modo se ha establecido que la masa de fuego con sus lenguas de llamas lanzadas en todas direcciones sea un “mero” símbolo del juicio. Sin duda, no será hasta que estos sucesos se conviertan en historia real que sabremos cuánto de esta descripción debe ser tomado literalmente y cuánto figurativamente; por lo demás, es inútil especular. Por otro lado, también es verdad que el vidente de Patmos describe como en la venida de Cristo la tierra y el cielo huyeron (Ap. 20:11); y 2 P. 3:7, 11, 12 declara que el universo será purgado completamente por la gran conflagración (“los cielos siendo incendiados serán disueltos, y los elementos se fundirán con ardiente calor”). Pretender explicar la frase “en fuego flameante” como indicando que las huestes de ángeles que descienden serán por sí mismas un fuego flamante, no es satisfactorio. El “en” es de investidura: la hueste—con Cristo dirigiendo en el centro—está investida en, rodeada por, fuego. Las tres frases proposicionales son claramente paralelas. La revelación del Señor Jesús es:

▬ a. desde el cielo

▬ b. con los ángeles de su poder

▬ c. en llama flameante.

   Hablar de un mero símbolo en tal relación nunca es correcto. La realidad que responde al símbolo es siempre mucho más terrible (o mucho más gloriosa) que el símbolo mismo. El lenguaje humano es forzado casi hasta lo imposible a fin de expresar el terrible carácter de la venida del Señor en relación con los malvados:

    [vers. 8]. infligiendo venganza sobre los que no conocen a Dios, aun sobre los que no obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. El Señor viene con el fin de “infligir venganza” (cf. Dt. 32:35; Is. 59:17; Ez. 25:14). ¿Sobre quiénes?

   Hay dos posibles respuestas dependientes de la traducción adoptada, ya sea “infligiendo venganza sobre los que no conocen a Dios, y sobre los que no obedecen el evangelio del Señor Jesús”, o “infligiendo venganza sobre los que no conocen a Dios, es decir sobre los que no obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús”. En el primer caso se indican dos clases: a. paganos que nunca han oído el evangelio y b. judíos y paganos que han rechazado el evangelio. En el segundo caso se hace referencia solamente a una clase, es decir, a los que, habiendo oído el evangelio, rehusan obedecerlo. En vista del hecho de que en todo el contexto no existe alusión alguna al pagano en tinieblas que ha estado ajeno al mensaje de salvación, y que los que preocupan definidamente la mente del apóstol son aquellos que con voluntariosa desobediencia persiguen a los hijos de Dios (véase versículos 4, 6, 9), aceptamos la última alternativa.

   El pecado de los perseguidores no era ignorancia del evangelio sino desobediencia a él. Es cierto que aquí a los malvados se les describe como “los que no conocen a Dios”. Es decir, no le conocen como su propio Dios. No invocan su nombre. Le odian; por lo tanto, también odian su evangelio (el evangelio que le proclama, y a la vez es proclamado por él. Cf. Jer. 10:25; luego C.N.T. sobre Juan 7:17; 2 Ts. 3:14; Ro. 10:16).

3er Titulo: Actitud benigna, un deber del creyente frente a sus enemigos. Versículos 20 y 21. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Léase: Proverbios 25:21 y 22. Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, Y si tuviere sed, dale de beber agua; Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, Y Jehová te lo pagará.; ▬ 1ª a los Tesalonicenses 5:15. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos.).

(12:20-21) Venganza-represalia-desquite: el creyente no debe dar lugar a una venganza. Hay tres razones para este mandato.

▬ 2. El tratar a un enemigo con bondad le afectará enormemente. Al hacerlo, el creyente amontona «ascuas de fuego» sobre la cabeza del enemigo. Esto significa por lo menos dos cosas.

-a. La bondad avergonzará al enemigo y le causará angustia. En sus momentos de soledad, sus pensamientos volverán al maltrato dado a los creyentes y le llevarán a meditar en Dios y a maravillarse de Él. Hay alguna oportunidad para que el enemigo se arrepienta y se convierta.

   «Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza» (Ro. 12:20).

   «SI el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará» (Pr. 25:21-22).

-b. La bondad acumulará ira contra el malhechor para el día del juicio. Si reprime sus pensamientos de Dios y se endurece más y más y sigue dando maltrato al pueblo de Dios, entonces acumula más y más ira contra sí en el terrible día del juicio.

   «Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la Ira y de la revelación del justo juicio de Dios» (Ro. 2:5).

▬ 3. La represalia concede la victoria al mal. Si el creyente toma la venganza en sus manos, entonces permite que el malle venza, y esto no debe hacerlo jamás. El creyente debe vencer el mal, y no debe dejar jamás que el mal le venza. Note cómo vence el mal: haciendo el bien. Vence el mal haciendo lo que debe hacer, en particular, haciendo bien a los que lo maltrataron y abusaron de él.

   «Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos» (Mt. 5:39-41)

   «Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen» (Mt. 5:44).

   «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo» (Ef. 4:26-27).

   «Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos» (1 Ts. 5:15.

   Proverbios 25:21-22: Los vv. 21 y 22 tratan la relación entre el oyente y el enemigo (“aborrecer” u “odiar”, como en 6:16). El enemigo se encuentra en un estado de extrema necesidad (hambre y sed). En vez de aprovechar la situación para quitarle algo o burlarse de él, el oyente ha de ser su auxilio (ver 16:7; 24:17) dando vergüenza al enemigo y recibiendo recompensa de Dios (ver Éxo. 23:4, 5; Deut. 32:35; Heb. 10:30; Rom. 12:20; Mat. 5:43–48; sobre la “recompensa divina” en 6:4, 6, 18).

   1ª a los Tesalonicenses 5:15: No solamente es el deber de toda la membresía como iglesia el ejercer esta virtud, paciencia o longanimidad, sino que la hermandad ha de ver que cada miembro individual cultive y manifieste esta gracia con cada uno de los demás. Por lo tanto, prosigue: Procurad que nadie devuelva a alguien mal por mal, sino siempre id tras lo bueno referente a unos para con otros y referente a todos. La persona impaciente toma represalias cuando sufre ofensas. “Da (ἀποδῷ: devuelve) mal por mal”. Pablo condena esta práctica (véase también Ro. 12:17, 19; cf. 1 Co. 4:12; 6:7) y así lo hace Pedro (1 P. 3:9), en completa armonía con el mandamiento de Jesús: de amar no solamente a aquellos que nos aman sino aun a aquellos que nos odian y que son, en ese sentido, nuestros enemigos (Mt. 5:44).

   No es verdad, sin embargo, que al prohibir el ejercer la venganza personal Jesús establece un principio que era enteramente nuevo y en vivo contraste con el espíritu y enseñanza del Antiguo Testamento. El mandamiento—“ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Ex. 21:24, 25; cf. Lv. 24:20; Dt. 19:21)—se refiere a la pública administración de la ley en lo criminal (véase Lv. 24:14), y fue promulgada a fin de impedir la práctica de buscar venganza en forma personal. A lo que Jesús se opone en Mt. 5:38–42 no es a la ley del Antiguo Testamento sino la falsa interpretación farisaica. Lo que el Señor enseñó, y que Pablo en esencia repite, está totalmente en armonía con (y es un posterior desarrollo de) pasajes del Antiguo Testamento como Lv. 19:18; Dt. 32:35; Pr. 20:22; y 24:20. En realidad, aquí existe un progreso (i.e. Mt. 5:43–48). Con respecto a esto también, la revelación es progresiva. La idea de que jamás debe volverse a persona alguna mal por mal, nunca fue expresada en forma más notable como lo fue por Jesús cuando dijo, “Amad a vuestros enemigos”. Aun en este aspecto Jesús “vino a cumplir” la ley (Mt. 5:17), y también en este aspecto Pablo (aquí en 1 Ts. 5:15) pone en vigor un principio derivado del Señor.

   En lugar de “volver mal por mal”, es deber del creyente ir tras lo que es bueno—es decir, beneficioso—, y esto sólo en relación del uno al otro (creyentes entre sí) sino aun en relación con todos (tanto creyentes como no creyentes; cf. 3:12). Este bien que los creyentes deben perseguir (buscar intensamente) es el amor, según se ve claro comparando el presente pasaje con 3:12; Ro. 13:10 y 1 Co. 14:1.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

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